Cbt1996: Hola linda. Oye te dije que ese capitulo 21 no era la bomba pero tu no me creíste, ¿ahora ya ves lo que pasa cuando no me crees? jajaj

Bueno, ya sabes lo que paso con Kikis. Y lo de Sango y Miroku, mmm por ahora todo bien y que bien jeje y soy inocente...

Saludos linda

Kayla Lynnet: Hola linda. Tu reviews muy cortito pero me dejaste como 5 audios en el WhatsApp dándome con todo, malvada jajajaj

Pues, ¿Qué te digo? Recuerda, yo dije al principio que este no es un fanfic rosa como mis one shots, linda. Este es de drama, con mucho dolor, amor y lujuria. Pelea, venganza, traición, envidia... Son mis 7 pecados capitales, Kayla jajaj

Saludo linda.

Karii taisho: Hola linda. ¿Verdad que sí te gusto el lemon? ese es un punto a mi favor para que no me mates linda jijiji

Siempre Sango dándole la razón a la verdad, porque si, tarde o tambrano se va saber que entre más tarde es peor.

Todos rogamos que Kikis perdone a Kag y me alegra que tu siiiiii le tengas fe a su amistad no como dos chiquis que andan por hay y no les tienen fe jajajaj ¡si a ustedes dos se los digo malvadas de Kayla y Cindy! jajajaj

Inuyasha tiene un remolino en la cabeza, no sabe que pensar o que hacer, por suerte Miroku lo hace pensar mejor. Haaa que Gran amigo es Miroku.

Kag no se puede esconder tan fácilmente de él. Inuyasha ya sabe del templo y de Sota y eso puede complicar las cosas.

Fue una sorpresa la llegada de Kikis antes de tiempo, para todos linda. ¿Te acuerdas el capítulo de la fiesta de Naraku, todos juntos? pues ahora es cuando ese cariño de amigos se pone a prueba linda.

X2 yo igual tengo miedo... y no quería llegar a este capitulo pero tuve que hacerlo, perdón.

Saludos linda.

Annie Pérez: Hola linda. En este capítulo se sabremos, linda. Todo puede pasar saludos, linda

Guest: Hola linda. X2, a mi también. Muchas gracias por leer, bella, saludos.


Una recomendación mis amores, si tienen a mano la canción No por él, del fics, recomiendo que la escuchen mientras leen.

Bueno, eso es todo, nos vemos en la otra vida... besos.


Capítulo 22: La destrucción

Perspectiva de Kagome

- Ki... Kikyo. - susurré.

- Kag, amiga, te extrañé un montón. ¿Por qué no me respondiste las llamadas? Estaba preocupada por ti —me reprochó antes de abrazarme.

- Kikyo, tú no llegabas...

- Mañana... - me interrumpió. - Lo sé, pero terminamos antes, y lo primero que hice al llegar a Tokio fue venir aquí contigo. - me sonrió.

- Kikyo...

- Kag... - me interrumpió de nuevo, mirándome con seriedad. - Tenemos que hablar de algo muy importante.

- ¿De qué, Kikyo? - mi corazón ya estaba latiendo muy fuerte.

- De Inuyasha Taisho. - me respondió.

Y yo me congelé ahí mismo.

- Kikyo, yo...

- Mejor entremos, ¿sí?

- Cla... claro. - cerré la puerta y caminamos al living. - Siéntate, por favor. ¿Quieres algo de beber?

- No, Kag, lo que necesito es que me escuches.

Me senté a su lado para escucharla.

- Te escucho...

- Kag, olvidemos todo.

- ¿Qué? - pronuncié.

- Así es como escuchas... Sabes... ahora que estuve en Osaka, pensé en las cosas. Inuyasha me hizo mucho daño, lo más seguro es que a muchas mujeres más también. Él sabe cómo enamorarlas, y anoche tuve un mal presentimiento... Pensé en ti todo el día y en lo duro que tiene que ser esto para ti. Amiga, tú solo quieres cuidarme y protegerme de cualquiera que me haga daño, y por eso pensaste en esta venganza, Kag, pero no puedo ser así de injusta contigo. Seguro ya ni soportas al mentiroso de Inuyasha cerca de ti, y no puedo dejar que pases más por eso. No te voy a mentir, aún me duele lo que me hizo, pero más me dolerá perderte a ti por su culpa. Temo que caigas en sus redes, Kag. Perderte a ti sería algo que no soportaría jamás.

- Kikyo, yo...

- Kag... - dijo, tomando mis manos. - Amiga, olvidemos a Inuyasha, te libero de tu venganza. Digámosle adiós para siempre y sigamos adelante con nuestras vidas. Extraño pasar más tiempo contigo, amiga.

La quedé viendo, pero no me atrevía a decir nada en ese momento. Quería morirme si era necesario para no lastimar a ninguno de los dos.

- Kag, amiga, ¿por qué lloras? - me tocó la cara y efectivamente estaba llorando. - Kag, linda, ¿Qué tienes? ¿Por qué lloras?

- Kikyo, yo...

- ¿Qué pasa? ¿Inuyasha te hizo algo? - vi su cara de susto y me maldije mil veces. No podía dejar que Kikyo pensara mal de Inuyasha solo por mi cobardía. - Kagome, por favor, contéstame. ¿Pasó algo?

Tragué hondo para mirarla y soltar la verdad.

- Kikyo, yo... yo...

- ¿Tú qué, Kag? Dime.

- Kikyo, perdóname, por favor, perdóname. - exclamé mientras mi rostro se inundaba en lágrimas.

- ¿Por qué me dices eso, Kag? ¿Qué tengo que perdonarte? Por favor, respóndeme.

- Amiga, yo... Inuyasha... - vi su cara de confusión que pasó al miedo mientras me soltaba las manos y se alejaba de mí. - ¿Qué hiciste, Kagome?

Me levanté para estar frente a ella, y por una vez dentro de esta mentira que hice, hablé con la verdad.

- Kikyo, te juro que mis intenciones fueron vengarte, pero al pasar el tiempo, yo descubrí un Inuyasha que no sabía que existía y...

- ¿Y qué, Kagome? Ya suéltalo de una vez. - me expresó con voz seria.

- Yo... Inuyasha y yo... anoche pasamos la noche juntos.

Solté las palabras más difíciles de mi vida y agaché la cabeza. No sé cuánto tiempo pasó, pero mi departamento quedó en total silencio. Puse toda mi valentía para levantar la cabeza y mirar a mi amiga, y ella no quitaba sus ojos de mí.

- Kikyo... - dije , pero no alcancé a decir más porque ella me dio una cachetada que hizo eco en el lugar.

Sentí el ardor en mi mejilla, pero no se compara con el dolor en mi corazón. La volví a ver y mi corazón se partió en dos.

Los ojos de ella estaban tan o más inundados en lágrimas que los míos.

- ¡¿Qué fue lo que hiciste, Kagome?! ¡Responde!- me gritó como jamás antes lo había hecho.

- Kikyo, déjame explicarte, por favor. Te juro que no es como estás imaginando las cosas.

- No jures en vano, ¡maldita sea! - me grita.

- Amiga, yo jamás quise que esto pasara. Por favor, créeme, hermana...

La vi reírse con burla, pero sabía que ella estaba sufriendo.

- ¡¿Que no querías, Kagome?! ¡¿Me estás viendo la cara?! ¡Te acostaste con él!. Dime, ¿Cuántas veces te llevó a su departamento de soltero para revolcarse contigo?

- No, Kikyo, estás mal. Por favor, déjame explicarte, amiga."

- ¡No me llames amiga! - y recibí otra cachetada de ella.

- Kikyo... si quieres golpearme, adelante, hazlo. No me voy a defender, pero te suplico que me escuches, por favor.

- ¡¿Y qué mierda me vas a explicar?! ¡¿Que desde el día que lo conociste en ese bar te lo querías llevar a la cama?!

- ¡No, no, no es así! Por favor, escúchame.

- ¡No quiero escucharte! Tú sabes quién es Inuyasha. ¡¿Cómo pudiste irte a revolcar en el mismo lugar donde él lleva a todas sus amantes?! ¡¿Cómo?!

- ¡Nunca me llevó ahí, Kikyo! - le solté. Me dolía que Kikyo pensara eso de mí, pero también me dolía que hablara así de él.

- ¿Cómo?

- Así es, Kikyo. Él jamás me llevó a ese departamento.

- Entonces tú y él... en tu departamento...

- ¡NO! - le grité, desesperada, para que no pensara cosas peores.

- Él me llevó a su verdadero departamento.

- ¿Qué... cómo?

- Inuyasha tiene dos departamentos, Kikyo. Uno es el de soltero y el otro es donde él vive.

La miré y me mordí la lengua por haber dicho eso. Vi en sus ojos tristeza, dolor y desilusión.

- Kikyo, te lo ruego, si me dejas explicarte las cosas... Inuyasha no es mala persona, te lo juro.

Pero una vez más fui abofeteada por ella.

- ¡Cállate! ¡No quiero saber más de ustedes! ¡Me traicionaste, Kagome! Tú, la persona por la cual yo daría mi vida por salvarla, me traicionó de la peor manera.

- Kikyo, por favor, escúchame...

- Dime, Kagome, ¿te reíste mucho de mí con él mientras estaban follando, eh?

-¡No, no es así, por favor!

La vi caminar como leona enjaulada, para luego mirarme con tristeza en sus ojos mientras más lágrimas caían. Después, me habló:

- Cuando lo conocí, en cosa de segundos mi corazón ya latía por él, pero él solo se burló de mí de la peor manera, destrozándome por completo. Busqué en ti, en mi amiga, la ayuda, pero tú y él...

- Kikyo, lo siento de veras, te juro que tan solo llevaba la intención de ayudarte. Pero jamás pensé que iba a conocer a un Inuyasha distinto al que me imaginé, y poco a poco le tomé cariño.

-¡Ahora ya ves que juega con las dos! ¡Se ha reído de ti y de mí! - me gritó furiosa. -

- Kikyo, perdón, te juro que esto no se va a volver a repetir. Te prometo que no lo voy a volver a ver más, amiga, te lo juro. Pero, por lo que más quieras, perdóname, por favor, ¡perdóname!

- ¡Eso jamás, Kagome! me traicionaste de la peor manera. Pude haberlo esperado de cualquiera, menos de ti, de mi mejor amiga, de mi hermana. ¡¿Cómo pudiste, Kagome?! - me gritó, para luego empujarme y caminar hacia la puerta, pero yo corrí detrás de ella para suplicarle que me perdonara.

- Kikyo, por favor, no rompamos esta amistad que tenemos de toda la vida, te lo ruego. No nos distanciemos entre las dos. Kikyo, ningún hombre se merece separar nuestras vidas, hermana.

- ¡Ya cállate! No sigas hablando de amistad cuando no sabes el significado de eso. Yo sí te vi como la hermana que nunca tuve, Kagome.

- Y yo aún lo quiero ser, amiga. - le supliqué con los ojos rojos por el llanto.

- ¡Suéltame! - me gritó.

- ¡No, Kikyo! ¡Porque si lo hago, te pierdo y no quiero! ¡Haré lo que sea por tu perdón!

- Eso debiste haberlo pensado antes de meterte con esa rata que no vale nada, un mentiroso, un maldito, un hijo de..."

- ¡No, Inuyasha no es así, Kikyo! ¡créeme!

- ¿Lo estás defendiendo?

- No, yo solo estoy diciendo la verdad. Inuyasha no es así, por favor, déjame explicarte todo."

- No hay nada que explicar, Kagome. Te acostaste con él. Dime, ¿acaso te dijo todas esas palabras que me dijo a mí cuando nos acostamos? ¡Responde!"

- ¡Ya basta, Kikyo, por el amor de Dios, escúchame!

- ¡No quiero escuchar más tus mentiras! ¡¿me oyes?! ¡Ya no quiero verte! - me gritó al borde del colapso, mientras más lágrimas caían por sus mejillas.

- Kikyo, yo...

- Respóndeme algo, Kagome, ¿tú... tú estás enamorada de él?"

Me quedé callada, no sabía qué responder.

- ¡Responde! - me gritó mientras me empujaba.

- Sí... - susurré. - Me enamoré de él.

- ¡Eres una maldita, Kagome! ¡te odio! ¡Me traicionaste cuando yo pensaba que tú me vengarías y lo que en verdad hacías era acostarte con él!.

- No, amiga, no es verdad, solo fue anoche, te lo juro.

- ¡Ya cállate y no me digas más amiga! ¡tú y yo dejamos de serlo el día que me traicionaste con él!

- Kikyo, no puedes romper una amistad de años, por favor.

- No fui yo, fuiste tú la que mató esta amistad, Kagome.

- No, Kikyo, tú eres mi hermana.

- Y yo fui la tuya.

- Kikyo, aún lo quiero ser, por favor.

Me arrodillé frente a ella para suplicar su perdón.

- Perdóname, Kikyo, perdóname. Jamás pensé que esto terminaría así. Nunca pensé que me iba a enamorar de él.

- Y tú le creíste, ilusa. Él jugó contigo igual que conmigo.

- Kikyo, déjame explicarte —le rogué por enésima vez.

- ¡Ahora ves que él juega con las dos, Kagome! ¡Se río de ti y de mí! ¡¿es que no lo ves, maldita sea?!

Me empujó y yo caí al piso, para ver cómo se acercó a la puerta, mirándome por última vez a la cara y gritándome:

- ¡Jamás en tu vida me busques, Kagome Higurashi! ¡nunca más, porque no quiero verte en mi vida!

- ¿Qué...? - me levanté del suelo para correr hacia ella y tomar sus manos.

- ¡No, Kikyo, tú eres mi amiga, mi hermana, por favor, por Kami, te lo ruego, perdóname!. Si quieres que me aleje de Inuyasha para siempre, te lo prometo, nunca más lo volveré a ver, nunca. Pero, por favor, perdóname... - la abracé con todas mis fuerzas, pero ella me empujó para una vez más abofetearme la mejilla.

- ¡No te me vuelvas a acercar en la vida, me das asco!. Tú estás muerta para mí, Kagome. Olvídate de que tuviste una amiga llamada Kikyo, porque yo ya olvidé que tenía una que se llamaba Kagome. Adiós. - mientras decía esto, abrió la puerta y se fue.

- ¡Kikyo, por favor, no te vayas, Kikyo! - le grité, pero no volvió, dejándome ahí sola con mi dolor. Me caí al piso para llorar como nunca antes había llorado, porque sabía que me había quedado sola, sin mi mejor amiga, y destrozando a Inuyasha y a Kikyo en el proceso.

- ¡Aaaaaah! - grité de rabia, frustración y dolor. Me levanté del suelo, me jalé de los cabellos y caminé hacia un florero para estrellarlo contra la pared por la frustración. Pero de ahí seguí con el resto de cosas que encontraba en el camino, destrozando todo a mi paso: espejos, vasos, floreros, cuadros, todo lo que pillaba. -¡Perdóname, Kikyo! - grité a la nada, para seguir con el desastre en mi departamento.

Perspectiva de Sango

- Es que no puedo creerlo, Sango. ¿Cómo llegaron a este punto con ese idiota? ¿Y cómo Kagome pudo...?

- Naraku. - lo interrumpí. - Por favor, no juzgues a Kagome, te lo pido. Ella y Kikyo nos necesitan ahora más que nunca. - le supliqué.

- Sí, Sango, tienes razón. Kagome fue una víctima más de Taisho.

Solté un suspiro de derrota. Le había contado todo a Naraku, desde el principio hasta el final, la historia de Kagome e Inuyasha en tiempo récord mientras íbamos en camino al departamento de Kagome. Pero Naraku era terco, no le podía quitar de la cabeza que el culpable de todo era Taisho.

- Al fin llegamos. - exclamó Naraku mientras estacionaba el auto.

Bajamos los dos y corrimos hacia el edificio, pero justo en ese momento Kikyo salió corriendo por la puerta y chocó con Naraku. Él la sujetó para que no cayera. Ella elevó la mirada, y tanto Naraku como yo nos congelamos. El rostro de Kikyo estaba rojo por el llanto mientras se aferraba a él en súplica.

- Naraku, sácame de aquí, te lo ruego, ¡sácame de aquí!

Naraku me miró a los ojos en busca de respuesta, pero él y yo nos conocíamos tan bien que no fueron necesarias las palabras. Solo le dediqué una mirada para que entendiera el mensaje: que él se encargara de Kikyo y yo de Kagome.

Él no lo pensó dos veces; abrazó a Kikyo y la subió a su auto mientras yo corría al departamento de Kagome.

Cuando al fin llegué, me llevé las manos a la boca.

- ¡Por Kami, Kagome! - grité de susto.

Su departamento estaba completamente destrozado y ella aún rompía cosas. Corrí hacia ella para sujetarla con fuerza.

- ¡Kagome, por favor, cálmate!

- ¡Suéltameeeeee!

- ¡No lo haré, ya tranquilízate, por lo que más quieras!.

- ¡No, no puedo, quiero morirme ahora mismo! ¡No valgo nada, Sango! ¡La perdí, la perdí para siempre, soy la peor persona del mundo!

- ¡Ya, Kagome, tienes que calmarte, por favor! ¡Así no vas a arreglar nada!.

Mientras usaba toda mi fuerza para arrastrarla al sofá y sentarla, la abracé con fuerza para que ya no se moviera.

- Ya, por favor, Kagome, shh, calma, calma.

- No puedo, Sango, no puedo. Me estoy muriendo por dentro. - me respondió mientras enterraba su rostro en mi pecho para llorar desoladamente, y yo ya no lo soporté; lloré junto con ella

- Ya, amiga, ya, por favor, todo se arreglará, te lo prometo. No las voy a dejar solas a ninguna de las dos, se los juro. Pero ya, por Kami, Kagome, tranquilízate, por favor.

- Sango, me duele, me duele mucho.

- Lo sé, lo sé, pero tienes que ser fuerte, por ella y por ti, amiga, por favor.

En ese momento, mi teléfono sonó. Lo saqué de mi bolsillo y era el número de la clínica. Maldije en voz baja.

Justo ahora

Pensé.

Miré a Kagome, la solté de mis brazos y le hablé:

- Amiga, ya vuelvo. Por lo que más quieras, espérame aquí, ¿sí?

Me levanté y corrí al balcón, cerré la puerta detrás de mí y contesté:

- Sí, dígame.

Perspectiva Kagome

Me abracé a mí misma mientras lloraba y pensaba en mi amiga, en mi hermana. Me levanté del sillón para caminar hacia un espejo que había allí, aún sano. Me quedé viendo mientras los recuerdos pasan por mi mente

Flash

- Kikis, ¡corre más rápido que no me alcanzas!. - le gritaba mientras reía.

- Kag, eres muy rápida corriendo, eres mala.

Me detengo para esperarla.

- Kikis, no importa lo rápida que sea, siempre te esperaré, jamás te dejaría atrás.

- Lo sé. Te quiero, Kag.

- Y yo a ti, Kikis.

Fin del flash

Nuevas lágrimas caen por mis mejillas cuando más recuerdos pasan por mi mente.

Flash

- Kag, ¿Qué pasará el día que nos casemos? ¿Nos alejaremos una de la otra?.

- Eso jamás, Kikis. Yo jamás te dejaría por nadie. Si mi futuro esposo no quiere vivir al lado de tu casa, pues fácil, lo dejo. Pero jamás te dejaría de ver por nadie.

- Kag, yo igual haría lo mismo por ti.

- Claro, porque somos las mejores amigas del mundo.

- Sí, las mejores. - me respondió sonriendo mientras nos abrazamos para reír por tenernos una a la otra.

- Te quiero, Kag.

- Y yo a ti, mi Kikis.

Fin del flash

- Kikyo, perdóname, perdóname. No merezco ser tu amiga, nunca lo merecí.

Me quedé mirando en el espejo mientras mi mente se ponía borrosa. Luego, me di una bofetada en la mejilla para gritarme, ¡estúpida!, y otra bofetada más me di para repetirme... estúpida... mil beses estúpida y ya después perdí el control mientras me empezaba a golpear la cara y repetirlo una y otra vez.

¡Estúpida estúpida estúpida...!

Perspectiva de Sango

Colgué la llamada y regresé al living, pero me asusté con lo que vi. Kagome se estaba golpeando

- ¡Kagome, ¿Qué haces?! - grité para sujetar sus manos, pero me di cuenta de que Kagome estaba fuera de sí, en shock. - ¡Kagome, por Dios, cálmate! - intenté decirle, pero no hubo caso. Si no hacía algo pronto, ella se lastimaría gravemente. - Perdóname, Kag, por esto. - le dije mientras la soltaba y, sin pensarlo dos veces, le di un golpe que la dejó inconsciente de inmediato, sujetándola para que no se golpeara la cabeza. Ambas caímos al piso, pero ella no se hizo ningún daño.

- Perdón, Kag. - susurré mientras acariciaba su rostro.

¿Y ahora qué hago?

Pensé angustiada.

Ya sé.

Saqué mi teléfono y marqué un número para llamar a la única persona que jamás nos juzgaría por lo que hicimos.

Un tono, dos tonos...

- Hola. - respondió una voz.

- Rin.

- ¡Hola, Sango! ¿Cómo estás?

- Bien, Rin. ¿Dónde estás?

- Yo comprando unos pastelillos.

- ¿Dónde? - pregunté.

- En mi pastelería favorita, Mi mundo es dulce. ¿Por qué?

- Perfecto. Estás a cinco minutos del departamento de Kagome. ¿Puedes venir, por favor?

- Claro, nomás compro los pastelillos y...

- No, ven ahora, por favor. Es urgente. - la interrumpí.

- ¿Pasó algo? ¿Kagome está bien?

- Rin, te juro que te contaré todo, pero por lo que más quieras, ven ahora.

- Voy para allá.

- Bien. - corté la llamada y guardé el teléfono. - ¿Y ahora qué explicación le daré a Rin? - susurré.

Pasaron unos seis o siete minutos cuando Rin tocó la puerta. Dejé a Kagome allí y abrí la puerta.

- Rin.

- Sango, ¿Qué pasó? ¡Por Kami, qué pasó aquí!

Tomé a Rin de la mano y la jalé adentro para que los vecinos no escucharan, luego cerré la puerta. Rin lanzó otro grito y corrió hacia Kagome.

- ¡Por Dios! ¡¿Qué pasó?! ¡¿Está viva?! - empezó a llorar.

- Rin, por favor, cálmate. Kagome está viva. Yo la noqueé.

- ¡¿Por qué?!

- Amiga, ¿me ayudas a llevarla a su cama? Ahí te explico todo, ¿vale?

Ella asintió con la cabeza y se puso de pie para ayudarme a llevarla a su cuarto. Como pudimos, la llevé al hombro y la pusimos con mucho cuidado en su cama, cubriéndola con una manta.

- Y bien, qué pasó aquí, Sango? Y quiero la verdad.

Solté un suspiro de derrota y cansancio, ella tenía derecho a saber todo. La miré e hice una seña para que se sentara en la silla que había allí. Ella tomó asiento y yo me senté en un banquito.

- Bien, Rin, te voy a contar por qué Kagome está así y creo que Kikyo se encuentra en las mismas circunstancias.

- Dios bendito, pero ¿Qué pasó, Sango? ¡Ya habla, por el amor de Dios!

Tragué hondo y empecé a relatarle todo, hasta los más pequeños detalles, sin dejar nada al azar.

Perspectiva de Kikyo

Naraku me llevó a su departamento, pero no hubo un segundo en que no llorara.

- Kikyo, por favor, ya cálmate y dime qué pasó en el departamento de Kagome.

- ¡No me hables de esa traidora! - le grité.

Pero en seguida me disculpé.

- Perdón, Naraku, ella es tu prima. De hecho, yo no debería estar aquí; es mejor que me vaya.

Pero Naraku me tomó del brazo.

- Estás loca si piensas que te voy a dejar ir así, Kikyo. Te quedas hoy aquí, y se acabó la discusión, ¿de acuerdo?

Naraku susurró, y mis ojos se volvieron a llenar de lágrimas. Sentí cómo me abrazaba.

- Ya, shhhhh, tranquila. Todo estará bien, bonita. El tiempo se encargará de sanar las heridas, te lo prometo.

- Esta herida no, Naraku. Esta jamás se sanará.

- Kikyo, ella es tu mejor amiga...

- No. - lo interrumpí. - Una amiga no hace eso, una amiga no traiciona de esta manera. Ella no es mi amiga y nunca lo volverá a ser.

- Kikyo, no digas cosas de las que después te vayas a arrepentir.

- Jamás me arrepentiré de lo que estoy diciendo. Ella no es nada mío, maldigo el día...

- Kikyo. - Naraku me interrumpió. - Sé que estás herida, y no pienses que digo esto porque Kagome es mi prima, lo digo porque si terminas esa frase, también estás maldiciendo a la familia completa de los Higurashi. ¿Eso quieres? ¿Eso piensas del abuelo, de la tía Naomi, que es como tu madre, y del pequeño Sota?

Me mordí la lengua. Naraku tenía razón. No porque odie a Kagome tengo que maldecir a los Higurashi.

- Tienes razón, Naraku. - susurré. - Pero te ruego, no me hables más de ella. Te lo suplico.

- Está bien. - me dijo, para abrazarme otra vez, y esta vez me quedé allí, acurrucada en sus brazos.

Me sentía tan indefensa, tan herida, que los brazos de Naraku se me hicieron el mejor lugar para estar en ese momento, mientras cerraba mis ojos y las lágrimas aún caían por mis mejillas. Y mi mente no borraba el rostro de ella, de la persona que creí que era como mi hermana.

- ¿Por qué me traicionaste, Kagome? ¿Por qué?

Perspectiva de Rin

Dios mío, es que no podía creer todo lo que Sango me contó. Me llevé las manos a mis labios porque estaba en shock. ¿En qué momento mis amigas fueron capaces de hacer todo esto? Estaba asustada y aterrada.

- San... Sango, ¿todo lo que me contaste es verdad? Júralo por Kami que es verdad.

Perspectiva de Sango

Agaché la cabeza, avergonzada por todo lo que le conté a Rin. Le dije todo sobre la relación de Inuyasha con Kikyo y cómo la humilló después cuando la dejó, la venganza de Kagome y, al final, cómo ella se enamoró de Taisho. También le hablé del pasado de Inuyasha, de esa mujer que lo traicionó, y del orfanato de la abuelita Kaede. Le conté todo, absolutamente todo.

- Sango, júrame que esto es verdad.

Solté un suspiro para verla.

- Sí, Rin, todo es verdad. Y ahora todo esto explotó... Bueno, al menos la amistad de Kag y Kikyo. Inuyasha aún no sabe nada.

Perspectiva de Rin

No podía creer todo esto. ¿Cómo fueron capaces de llegar tan lejos? Miré a Sango con ojos de decepción y tristeza, y le pregunté por qué llegaron tan lejos con esta venganza. Vi cómo mi amiga agachaba la mirada, avergonzada, mientras apretaba sus puños.

- Lo siento, Rin. - me dijo aún con la cabeza agachada. - Teníamos tanta rabia con Inuyasha que no lo pensé dos veces para ayudar a Kagome en esta venganza, pero poco a poco se nos fue de las manos.

Solté un suspiro de derrota. Las chicas hicieron mal, pero ¿Quién era yo para juzgar a las personas?. Caminé hacia Sango para tomar sus manos. Ella levantó la mirada, sus ojos tenían lágrimas y yo le sonreí con todo el amor que le tengo a todas mis amigas.

- Rin, nosotras...

- Shhh. - la interrumpí. - Sango, yo no soy nadie para juzgar a la gente. Eso solo lo hace Dios. Kami es el encargado de ese trabajo, amiga. Ustedes siempre van a contar conmigo. Ahora tenemos que pensar cómo arreglar todo esto para que ni Kikyo, ni Kagome, ni el joven Taisho salgan más lastimados de lo que ya están.

Perspectiva de Sango

- Amiga, gracias. - le sonreí para abrazarla.

Rin es tan buena que a veces este mundo de mierda no es digno de ella.

Pensé mientras la abrazaba más fuerte.

- Sango, me dejas sin aire.

- ¡Oh! Perdón. - la solté para sonreírle, y ella hizo lo mismo.

Pero un ruido nos distrajo, y las dos miramos hacia la cama. Era Kagome, que estaba despertando.

Perspectiva de Kagome

Poco a poco abrí los ojos y vi a Sango y a Rin mirándome desde una pequeña distancia.

- ¿Qué pasó? - pregunté mientras me restregaba los ojos.

- Kag... - dijo Rin, acercándose a mí y sentándose a mi lado.

La miré algo confundida. ¿Qué hacía Rin aquí? La verdad me cayó como un rayo, y mis ojos se llenan de lágrimas.

- Rin, tú ya...

- Sí, Kag, ya sé todo. Sango me lo contó mientras dormías.

- Rin, yo...

- Shhh, ya pasó, amiga. No te atormentes más. Ahora hay que buscar soluciones para todo esto, ¿vale? Ya no te castigues más, por favor, Kag.

- Oh, Rin... - me lancé a abrazarla para llorar amargamente. - Rin, la perdí. Perdí a Kikyo por no hacer las cosas bien... la perdí.

- Shhhh, ya cálmate. Kikyo está molesta y dolida. Es normal que esté así. Dale tiempo para que sane sus heridas y piense con la mente fría. Si le cuentas toda la verdad ahora, ella no entenderá razones, es más, puede que a la verdad la vea como otra mentira más de ustedes, y será en vano hablarle ahora. Dale tiempo, Kag, ¿sí?

- ¿Tú crees eso, Rin?

- Rin tiene razón, Kag. - ahora fue Sango la que me habló. - Kikyo está muy mal, igual que tú. Las dos tienen que tomarse un tiempo para hablar después. Rin, Naraku y yo trataremos de convencer a Kikyo de que hable contigo, ¿sí?

- ¿De verdad, Sango?

- Claro, también hablaré con Koshó y Asuka para que los ayuden, ¿vale?

- ¡Gracias, chicas, gracias por todo! - les dije a Sango y a Rin, sobre todo a Rin, que no tenía nada que ver en esto y, aun así, está aquí apoyándonos. Realmente su corazón era de oro.

Justo en ese momento, el teléfono de Sango sonó.

- Perdón. - dijo Sango.

- Aló... Hola, bien, ¿y tú?... Mm, sí, bueno, este... no podré ir hoy, lo siento... Sí, sé que te lo prometí, pero no puedo, perdón... Gracias por entenderme. Nos vemos, adiós. - y colgó.

- ¿Era él, Sango? - pregunté.

- Sí, era él.

- ¿Quién los interrumpe, Rin?

- Es un amigo de Sango, pero creo que pronto serán novios.

- ¡¿Tienes novio y no sabía?! - exclamó indignada.

- No, Rin, no es mi novio... bueno, a este paso dudo que lo sea.

- ¿Por qué? - pregunté mientras me secaba las lágrimas con un pañuelo.

La vimos suspirar antes de hablar.

- Bueno, es que hoy, en un rato más, él me invitó a cenar a su departamento y yo se lo prometí, pero no podré ir.

- Sango, ve. - le dije.

- ¿Estás loca? No te voy a dejar sola.

Pero vimos un cojín volando hacia la cabeza de Sango.

- Oye, Sango. - le reprochó Rin, mientras se cruzaba de brazos. - ¿Acaso crees que estoy pintada o qué? Yo me quedo con Kag. Tú ve a tu cita, sí.

- Pero...

- Sango. - la interrumpí. - Llama a tu chico y dile que irás. Yo estaré bien. Rin se ofreció a quedarse, así que ve tranquila, ¿sí?

- Pero...

- Pero nada, mujer, ve.

- Bueno... - me sonrió para tomar su teléfono y llamar. - Aló... este... ¿aún está en pie la oferta de la cena?... Sí, ok, ahí estaré. ¿Pasas por mí? Ok, te espero en mi departamento entonces. Adiós. - y colgó. - Bien, él pasa por mí.

- ¿Y qué esperas, mujer? ¡Ve! - le decimos Rin y yo.

- ¿Estás segura, Kag?

Le regalé una sonrisa falsa para que se tranquilizara.

- Claro que sí, estaré bien. Es más, tengo que ordenar el desastre que dejé en la sala.

- Y yo le voy a ayudar —respondió Rin detrás mío.

- Está bien, pero prometo que a la medianoche vuelvo, ¿sí?

- Está bien, Sango.

- Bien...

Se acercó a mí para abrazarme, y después abrazó a Rin, mirándonos a los dos.

- Volveré pronto, Kagome, ¿sí? Muchas gracias por todo, Rin.

- De nada. - le dijo ella.

- Ve tranquila, Sango. - dije, y así las tres caminamos hacia la salida y nos despedimos de Sango. - Nos vemos.

- Nos vemos. - le dijimos para cerrar la puerta y darme la vuelta.

- Tenemos mucho que ordenar, Kag. - me dijo Rin.

- Sí. - susurré. - vamos por las cosas para limpiar.

Perspectiva de Miroku

Tenía todo listo: la cena, las velas, todo preparado en la mesa. Me cambié y tomé mis llaves para ir a buscar a Sango, pero en ningún momento me saqué el teléfono del oído porque trataba de tranquilizar a Inuyasha.

- Amigo, ya te dije, dale este día a la señorita Kagome. Mañana puedes ir a verla.

- Sí, pero el mensaje que le dejé no lo ha visto, Miroku. Estoy desesperado, estoy a nada de ir a buscarla ahora mismo.

- Inuyasha, dale tiempo, por favor.

Escuché una maldición por el otro lado de la línea antes de que pronunciara su respuesta.

- Está bien, Miroku, te haré caso. Esperaré hasta mañana, pero si a primera hora no sé nada de ella, voy a buscarla.

- Está bien, Inuyasha, así está mejor.

- Gracias por todo, Miroku. Nos vemos mañana.

Corté la llamada, caminé a la puerta y me fui a buscar a Sango.

Perspectiva de Sango

Ya estaba lista. Tenía puesta una calza color piel y una polera larga que parecía un vestido, de color morado, unas botas de caña corta negras y una chamarra.

Escuché el timbre y caminé para abrir la puerta.

- Hola, Miroku.

- Hola, Sanguito.

Nos acercamos para darnos un beso, y luego nos separamos.

- ¿Lista, cariño?

- Sí, vamos.

- ¡Wooo, Sanguito! Quedó muy bonito tu departamento.

- Ah, ¿sí, verdad? Miroku, me olvidé de darte las gracias por la ayuda. Los maestros hicieron un excelente trabajo.

- Me alegro de que te guste cómo quedó, Sango.

- Sí, mucho, gracias.

- ¿Y tus fotos, Sango?

- He tenido tantos problemas que no tuve tiempo de ponerlas.

- ¿Pasó algo malo?

- No, olvídalo, Miroku. Mejor vamos a cenar, ¿sí?

- Claro, vamos.

Caminamos hacia la puerta y nos fuimos.

Perspectiva de Miroku

Llegamos al edificio y estábamos por entrar, pero el conserje me llamó.

- Señor Mushin.

- Sí, dígame.

- Tenemos un problema en el edificio, señor.

- ¿Cuál? - dije, separándome un poco de Sango.

- Señor, hubo un problema con la luz y todo el edificio está sin electricidad en este momento. No sabemos cuándo estará solucionado.

- ¿Cómo que estamos sin luz? ¡Este es uno de los mejores edificios de la ciudad, esto es una indignación! Me quejaré con la empresa.

- Señor Mushin, lo siento mucho.

Solté un suspiro de derrota. El pobre hombre no tenía la culpa de nada y yo lo estaba retando. Me sentí mal por mi actitud.

- No, señor Koto, discúlpeme a mí por haberle hablado así. Usted no tiene la culpa, disculpe.

- Lo lamento, señor Mushin, de verdad. Con permiso.

- Adelante. - le dije y él se fue.

- ¿Pasa algo, Miroku?

Miré a Sango y le sonreí.

- Sanguito, hubo un problema con la luz y todo el edificio se quedó a oscuras. ¿Te gustaría cenar a la luz de las velas o prefieres ir a un restaurante? Tú decides, linda.

- ¿Y perderme tu comida? ¡Ni loca! Nos quedamos.

Me lo dijo con una sonrisa y yo respondí también con una sonrisa. Tomé su mano y caminamos hacia las escaleras, iluminándonos con los teléfonos.

Llegamos a mi departamento y entramos.

- Pasa, linda.

- Gracias.

La dirigí hacia el comedor para sentarla en la silla.

- ¿Quieres algo de beber, Sango?

- Claro, lo que tú quieras.

- Ok, ¿me das tu chamarra?

- Claro, gracias.

- De nada.

Colgué la chamarra y serví dos copas de vino.

- Toma. - le extendí una.

- Gracias.

- De nada, linda.

Me senté para que brindáramos.

- Y dime, Sanguito, ¿Qué tienes? Te ves triste y preocupada.

- Es que hay unos problemas con mis amigas.

- ¿Cuáles? ¿Las que me hablaste el otro día?

- Sí, esas mismas.

- ¿Quieres contarme, linda?

- Mis amigas se pelearon, fue una discusión muy fuerte. Y se separaron, y pues yo y algunas amigas más estamos entre la espada y la pared, ¿sabes?

- Pero yo tengo claro que mi apoyo es para las dos. Ojalá las demás piensen igual.

- Lo harán, Sanguito, no tengas duda.

- ¿Por qué estás tan seguro?

- Porque si son amigas tuyas, deben ser amigas de buenos sentimientos.

- Gracias, Miroku, por estar aquí conmigo.

- Pero si el que tiene que agradecer soy yo, linda.

Los dos reímos.

- Huele rico, ¿Qué preparaste?

- Carne asada con una rica ensalada y vino blanco —le dije, moviendo las manos como un chef.

Y ella se río.

- Miroku, sí que eres payaso.

- Lo que sea para verte sonreír, preciosa. Ahora mismo te sirvo, ¿sí?

- Vale.

Serví los platos y empezamos a cenar.

- Y dime, Miroku, ¿Qué tal fue tu día?

- Pues algo agotador, ¿sabes? Hubo un accidente en donde trabajo, pero todo está bien, solo nos dio más trabajo, pero no hay que lamentar ninguna persona lastimada.

- Me alegro por ustedes. Pero, por favor, ten cuidado, ¿sí?

- Me haces tan feliz saber que te preocupas por mi, Sanguito.

- Tonto, lo digo en serio.

- Yo también, linda.

Terminamos de cenar y nos fuimos al living con una vela mientras llevaba las dos copas y un vino. Nos sentamos y le ofrecí una copa a Sango.

- Toma.

- Gracias.

- Sanguito, justo hoy que quería mostrarte todas mis fotos, la luz se apaga. Pero dame un segundo, voy por algunas para que las veamos con la vela, ¿sí? —Me estaba levantando cuando Sango me tomó de la mano.

- Miroku.

- ¿Qué pasa, linda?

- Más tarde me las muestras, ¿sí? Ahora quédate aquí conmigo.

- Claro. - me senté y sin pensarlo la abracé y ella se acurrucó entre mis brazos.

- ¿Te pasa algo, linda?

- Solo estoy cansada, eso es todo.

- Puedes dormir aquí si quieres. Yo me quedo en el cuarto de invitados y tú en el mío.

- Gracias, pero no es de sueño mi cansancio.

- Linda, ¿estás muy preocupada por tus amigas, verdad?

- Sí. - me susurró.

- Sango. - le tomé su rostro con delicadeza para que me mirara. - Ya no te preocupes, desconéctate de todo, aunque sea por unas horas, ¿sí, linda?

Ella me miró con esos bellos ojos café que tanto me gustan y susurró:

- Sí, es justo lo que voy a hacer, Miroku.

Y me besó apasionadamente.

Perspectiva de Sango.

No lo pensé, solo lo besé. Miroku tenía razón: tenía que olvidar mis problemas y los de los demás por un momento. Quería ser egoísta y solo pensar en mí, y no en los demás, solo por esta noche. Quería solo pensar en mí.

Poco a poco, empecé a subir encima de él mientras lo besaba con locura.

Perspectiva de Miroku

Por Kami... esta mujer es fuego puro

Pensé, sin embargo un pequeño recuerdo atravesó mi mente en ese instante.

Flash

- Miroku, Kagome también tomó mucho esta noche, tal vez eso le dio el pie para que ella y yo... ya sabes.

Fin del flash

¿Y si Sango tomó mucho?

Pensé y me separé un poco de ella para susurrarle en los labios.

- San... Sango... tú... ¿tú bebistes mucho esta noche?.

Y ella soltó una risita que me encanto

- Miroku nadie se borracha o hace lucuras con 2/12 de vino.

- Verdad. - lo recordé. - Pero tenia que preguntar.

Y ella me miró con deseo

- Miroku, quiero estar contigo

- He... tu, bueno... tú me dijiste que querías tiempo y yo no quiero aprovecharme de que estás tristes amor y...

- Shhh. - me callo con sus labios.

- Miroku ya no digas nada y bésame, te necesito ahora. - me susurró volviéndome a besar

Y yo cerré los ojos.

Kami está de testigo que yo quise convencer a Sango de que descansara pero ella decidió otra cosa, ¿y quien soy yo para negárselo?

La abrase sin dejar de besarla y la senté a horcajadas sobre mi.

Perspectiva de Sango

Sus besos me dejaban sin aliento y hacían que deseara más de él. Llevé mis manos a su camisa para desabrocharla en tiempo récord y tirarla a un lado. Besé su cuello, acariciando su torso.

En cuestión de segundos él me elevó y yo enredé mis piernas en su cintura y comenzaba a caminar hacia otro sitio, pero antes se detuvo, apagándola la vela y retomando su andar.

- ¿A donde vamos? - pregunté.

- A mi cuarto, amor. - respondió, apretando mi trasero y eso se sintió tan bien.

Abrió una puerta y, en segundos, estaba sobre la cama. Se separó de mi unos segundos, abriendo las cortinas de la habitación para que la luz de la luna alumbrara aquel espacio. Regresó hacía mi y comenzó a desabrocharse el cinturón poco a poco y yo me mordí el labio. Intenté sacarme la ropa, pero él me detuvo.

- Shhh, esa tarea es mía, Sanguito, y no me la vas a quitar. - sonreí debido a su coqueteo y elevé una pierna.

- Y entonces, ¿Qué esperas?

Él sonrió de manera juguetona y comenzó a quitarme las botas una por una. Me levantó de un sólo movimiento para sacarme el poleron, dejar que cayera al piso y besarme en los labios. Hizo un recorrido por mi cuello, por mis pechos aún con el brasier puesto. Continuó por mi abdomen y descendió mi calza y yo cerré mis ojos mientras que, con mis manos, acariciaba su cabello.

Finalmente quedé en ropa interior y volvió a depositarme sobre la cama, quitándose el pantalón.

Volví a morder mi labio porque, a pesar de la oscuridad, pude notar su ya muy abultado miembro, el cuál provocó un consquillero placentero en mi zona baja.

- ¿Te gusta lo que ves, preciosa?

- Me encanta. - le respondí, haciéndole una seña con mi dedo para que se acercara. Se colocó sobre mi y comenzamos a devorarnos la boca.

Procedió a quitarme el brasier y besar mis senos como un loco, algo que me hizo jadear de placer.

- Sango, que rica eres.

- Pues, come más si quieres...

- Claro que lo haré, hermosa.

Introdujo mi pezón en su boca y lo chupo de una manera en la que me hizo gritar de placer e hizo lo mismo con el otro.

- Mi... Miroku...

Quería decirle algo, pero me calle al sentir su dedo ingresar a mi interior, llegando a mi centro de placer.

- Mi... Mi...ro...ku.

Su dedo se deslizaba con mayor fuerza y rapidez, haciendo que me moviera a su ritmo. Dejó de besar mis senos para levantarse, quitarme mis bragas, su bóxer y volver a lanzarse sobre mi, pero yo lo empujé, quedando sobre él. Lo besé y con mi mano comencé a tocar su ya duro miembro. Él jadeó y yo susurré:

- ¿Te gustó jugar? pues, ahora es mi turno.

Y sin escuchar respuesta, apreté un poco su entrepierna y comenzar a mover mi mano hacía arriba y hacía abajo.

- San... Sango.

- ¿Dime que quieres, Miroku?

- Santo cielo, Sango, ya no aguanto...

- Dime que quieres... - volví a apretar su miembro.

- A ti, Sango, quiero estar dentro de ti. - exclamó con locura y, sin decirle nada, puse su entrepierna en mi entrada, provocando un jadeo de placer por parte de ambos. - Sango, vamos cariño quiero verte saltar preciosa.

Y no lo hice esperar. Comencé a brincar sobre él mientras los gemidos retumbaban en la habitación. Él se acostó mientras yo me movía como si estuviese galopando sobre un potro salvaje. Mis movimientos hacían que mis pechos se movieran más de la cuenta, pero no me importaba ya que su mirada me decía que le encantaba.

No se cuanto tiempo estuvimos en aquella posición, pero Miroku me tomó de la cintura y me dejó por debajo de él, comenzando a embestirme con tal fuerza que me volvía cada vez más loca.

- ¿Te gustó jugar, Sanguito? Ahora es mi turno.

Sin decir más, tomó mis dos piernas, poniéndolas sobre sus hombros y volvió a penetrarme con locura.

- Si... así, si... oh... más... - pedí, al borde del éxtasis.

- Wow, Sango, eres fuego puro, amor.

Me soltó las piernas, cambiando de posición y me volteó de lado, colocándose detrás mío, abriendo más mis piernas y volviendo a mi interior, haciendo la pose de la lagartija. Grité su nombre mientras se adentraba cada vez con mayor intensidad.

- ¡Mi... Miroku!

- Sango... me enloqueces...

Salió y me volteó e ingresó nuevamente. Sentí mi cuerpo tensarse en una clara advertencia de que se avecinaba mi orgasmo.

- Mi... Miroku... ya voy a...

- Vamos, cariño, córrete para mi ya que yo lo haré para ti.

Sus palabras me encendieron más, apresurando aquella liberación que llegó de inmediato, gritando su nombre. Él aumentó el ritmo de sus embestidas y se corrió dentro de mi, gritando mi nombre.

Los dos nos quedamos inmóviles durante unos segundos, hasta que poco a poco salió de mi interior y se recostó a mi lado, abrazándome y yo correspondí su acción. Acariciaba mi coronilla hasta que su mano se colocó sobre mi barbilla y levantó mi rostro, mirándome a los ojos.

- Sango, te amo.

Pronunció y yo quedé en shock, sin embargo le regalé una sonrisa con mi mirada brillosa por la felicidad que sentía.

- Yo igual, te amo Miroku. - lo besé.

Y poco a poco ambos caímos en los brazos de Morfeo, quedándonos completamente dormidos.

Perspectiva de Inuyasha

Eran las seis de la mañana y no había dormido nada. A pesar de ello, ya estaba vestido. Llevaba puesto un traje gris, una camisa blanca y una corbata negra.

Tomé mis llaves y me fui al departamento de Kagome. Cuando llegué, me acerqué al conserje.

- Hola, señor.

- Hola, señor. ¿En qué le puedo ayudar?

- Busco a la señorita Kagome Higurashi. ¿Estará en su departamento?

- Lo siento, la señorita Higurashi ya no vive aquí.

- ¿Qué? - dije sorprendido. - ¿Cómo que no vive aquí? Ella ha vivido aquí hace tiempo, ¿por qué se fue?

- No, usted se equivoca. La señorita Higurashi arrendó este departamento solo hace dos semanas atrás, y ayer en la mañana pagó la cuenta por correo electrónico, señor.

- ¿Qué?

No podía creer lo que escuchaba. Kagome me dijo que en este departamento ella vivía hace cinco años. ¿Qué estaba pasando?

- Señor, ¿se encuentra bien?

Salí de mis pensamientos para ver al señor enfrente de mí.

- Señor, ¿la señorita Higurashi dijo adónde se iba o dejó algún mensaje para Inuyasha Taisho?

- No, señor. Nada, lo siento.

- Está bien, gracias.

- De nada, señor.

Me di la vuelta y salí del edificio.

¿Qué pasó, Kagome? ¿Por qué me mentiste sobre tu departamento?

Pensé, mientras me frotaba el cabello por la frustración.

- ¿Y ahora dónde demonios te encuentro?

Souta.

Pensé, y me fijé en mi reloj. Eran las siete, de seguro lo alcanzaría antes de que entrara al colegio.

Entré a mi auto y arranqué hacia el templo. Cuando llegué allí, lo vi esperando el autobús. Me bajé del auto y cuando él me vio, corrió hacia mí. Me agaché para recibir su abrazo.

- ¡Inuyashaaa, amigo, viniste a verme!

- Hola, campeón, ¿Cómo estás?

- Bien, me alegra verte, amigo.

- Yo igual, Souta. Me alegra verte. ¿Cómo va esa muñeca?

- Como nueva, amigo.

- ¡Qué alegría!

- Inuyasha, adivina, el otro día entró un nuevo alumno. Su nombre es Shippo. Nos hicimos amigos inmediatamente, pero su apellido es parecido al tuyo: Taisho.

- No es parecido, Souta, es el mismo. Es mi hermano pequeño.

- ¡Wooo! ¡¿de verdad?!

- Sí, y me alegra saber que se llevan bien.

- Súper. ¡Shippo se llevará una gran sorpresa cuando se lo diga!

- Estoy seguro, Souta. Eh, Souta, ¿me puedes hacer un favor?

- Claro, dime.

- ¿Tu hermana está aquí en el templo?

- No, está en su departamento.

- Souta, ¿me podrías dar su dirección, por favor?

- ¿Tú no la tienes?

- Eh, no, pero quiero darle una sorpresa. ¿Me ayudas, campeón?

- Claro, a mi hermana le encantan las sorpresas.

Saqué del saco una pluma y un papel.

- Ten, anótalo por favor.

- Claro. - anotó la dirección. - Ten.

Me extendió el papel y yo lo leí, pero arrugué la frente. "

Esta no es la misma dirección.

Pensé y miré a Souta para preguntarle.

- Souta, ¿estás seguro de que es esta?

- Claro, me la sé de memoria. Mi hermana vive allí como unos seis años más o menos.

- ¿Qué? - dije.

- Sí, mi otra hermana también vive sola en su departamento, igual que Kagome.

- ¿Otra hermana? ¿Tienes otra hermana, Souta?

- Sí, mi hermana...

Pero el pito del autobús lo interrumpe.

- Inu, ya vienen por mí.

- Claro, ve, Souta. Cuídate, ¿sí?

- Tú igual, Inu.

Me dio un abrazo y después salió corriendo hacia el autobús. Me quedé hasta que el autobús se fue, y yo hago lo mismo. Arranco de allí para ir a esa dirección, mientras pensaba:

¿Qué está pasando contigo, Kagome?

Perspectiva de Kikyo

Me levanté sin hacer ruido para no despertar a Naraku en la pieza contigua y llegar a la sala.

Tuve que ponerme la misma ropa de ayer: mi vestido negro. Mientras me miraba en el espejo, vi en mi cuello el collar que jamás me he quitado, ¿la razón?, Kagome.

Flashback

- Ten, Kikis, este collar es para ti, es muestra del gran cariño que te tengo. - me sonrió.

- Gracias, Kag, está muy lindo. Toma, este es para ti.

También era un collar. Los dos collares eran iguales: una correa fina de cuero color negro con una estrella de seis puntas.

- Gracias, Kikis, lo llevaré puesto por siempre.

- Yo igual, Kag. - respondí para abrazarla.

Fin del flashback

Miré el collar con dolor, pero no lo pensé dos veces. Me lo saqué de un tirón. Sentí el ardor en mi cuello, pero no me importó; no quería nada de ella. Recordé que ella tenía un juego de llaves de mi departamento, al igual que yo tenía el de ella. Tomé mi cartera y el collar. Tenía que recuperar mis llaves, y lo haría ahora mismo. Salí del departamento de Naraku sin hacer ruido y me fui.

Perspectiva de Kagome

Me levanté muy temprano, ya que Rin tenía que irse a la escuela. Me di una ducha y me vestí. Me puse un pantalón color azul claro, una polera color verde agua y unas zapatillas. Me estaba terminando de peinar cuando el timbre sonó.

Sango.

Pensé. Dejé el cepillo ahí y fui a abrir la puerta. Cuando la abrí, mi corazón latió fuerte.

- Inuyasha. - susurré.

- Al fin te encuentro. - me dijo, tirándome hacia él para abrazarme. - Estaba tan preocupado por ti. - susurró en mi coronilla.

No sabía qué decir, ¿Cómo fue posible que me haya encontrado?

En seguida me separó de él para verme muy serio.

- ¿Por qué me mentiste sobre tu departamento, Kagome?

- Yo...

- Responde.

Me zafé de él para caminar más adentro del departamento.

- ¿Cómo me encontraste? - fue mi estúpida respuesta.

Perspectiva de Inuyasha

La quedé viendo incrédulo mientras pensaba. Cuando me abrió la puerta, quería reclamarle, pero mis intentos me traicionaron y mi preocupación pudo más. La abracé con todo el miedo de perderla, pero después tomé control de mis emociones y la enfrenté para que me respondiera. Y ella me salía con eso...

La miré a la cara mientras me acercaba a ella.

- ¿De verdad esa es tu respuesta, Kagome?

- No, yo...

- ¿Tú qué?

- Inuyasha, yo...

- Kagome, ¿por qué me mentiste con lo de tu departamento? Respóndeme.

- Yo...

- Yo te voy a responder eso, Inuyasha.

Me doy la vuelta para ver de quién era esa voz detrás de mí, y no lo podía creer.

- Kikyo. - susurré, y Kagome hizo lo mismo.

- Y bien, ¿quieres saber la verdad, Inuyasha?

- Kikyo, ¿Qué carajo haces aquí?

- ¿Quieres saber qué hago aquí? Pues bien, yo te lo diré.

Perspectiva de Kikyo

Cuando llegué, la puerta estaba semiabierta, así que no fue necesario abrirla. Pero jamás pensé que me iba a encontrar a estos dos juntos.

- Bien, si de verdades estamos hablando, entonces que se sepa todo de una maldita vez.

- ¿Qué verdad estás hablando, Kikyo? - preguntó Inuyasha.

Puse mi vista en Taisho para empezar a hablar.

- Kagome y yo los conocemos prácticamente de toda la vida. Éramos las mejores amigas del mundo, o eso pensaba yo.

- Kikyo...

- ¡Cállate! - le grité a Kagome, y ella agachó la mirada.

Volví a mirar a Inuyasha.

- Cuando tú te burlaste de mí, yo se lo conté a ella. Y ella me prometió vengarse de ti. ¿Crees que fue cosa del destino que la hayas visto en el bar donde tú me conociste? Pues no. El plan de ella era enamorarte y, cuando eso pasara, humillarte en publico mientras ella se iba con otro. Ese era el plan de Kagome. Pero por lo que veo, al final ella es igual que tú, una traicionera. Los dos se rieron de mí.

- ¿El matrimonio de Kagome hace dos años? - me preguntó él.

Y yo me reí en su cara, pero por dentro mi dolor crecía más.

- ¿Qué matrimonio? Ella jamás tuvo una boda. Todo fue una mentira para que tú cayeras como un idiota.

Perspectiva de Kagome

Ya no podía soportar más. Inuyasha no se merecía saber la verdad así.

- Kikyo, por favor, ya es suficiente.

- Y lo sigues defendiendo, ¿verdad?

- No, por el amor de Dios, Kikyo, escúchame, por favor.

- ¡Ya cállate! No quiero saber nada de ti. Solo vine a entregarte esto. - sacó de su bolsa mis llaves y el collar que le regalé, y me los tira a los pies. Luego buscó sus llaves, que estaban colgadas en la pared, las tomó y caminó hacia la puerta, pero se dio la vuelta para verme por última vez. - Ni se te ocurra buscarme nunca más en tu vida, Kagome. Tú, para mí, ya no existes. ¿Me oyes? - y se fue.

Pero no podía dejar que se fuera. Corrí hacia ella para alcanzarla.

- ¡Kikyo, espera, por favor!

Pero no alcancé a llegar a la puerta porque una mano me sujetó el brazo con fuerza para empujarme dentro del departamento, y mi mirada se enfrenta a la de él, dándome miedo. Inuyasha me miraba con una expresión que jamás había visto. Me soltó el brazo con brusquedad para cerrar la puerta de un portazo, lo que hizo que diera un salto por el susto.

- Inu... Inuyasha...

- ¡¿Por qué, por qué mierda me hiciste esto, Kagome?!

- Yo...

- ¡Cállate! - me gritó.

Mientras yo me hacía más pequeña enfrente de él.

- Por favor, déjame que te lo explique.

- ¡¿Qué mierda vas a explicar?! ¡¿Cómo me viste la cara de idiota todo este tiempo?! ¡¿Cómo te reías de mí con tu amiga?!

- No, no es así. Yo pensé que eras mala persona, te lo juro, pero después te fui conociendo mejor y...

- ¡Ya deja de mentir, maldita sea! - se acercó a mí para sujetarme por los brazos.

- Inuyasha, me estás lastimando.

Él me soltó para darle un puñetazo a la pared, haciendo que esta se rompa. Lo vi caminar en círculos mientras se removía el cabello.

- ¡Todo fue una mentira tuya! ¡Todo fue una mentira: tu hogar, tu maldita boda, todo fue una maldita mentira! ¡Cómo fui tan idiota de creer todo esto! ¡Qué idiota soy, qué gran idiota soy!

- Inuyasha, por favor... - le supliqué mientras ya no aguantaba y las lágrimas empapaban mi rostro. - Inuyasha... - quise acercarme, pero él me gritó para alejarme.

- ¡No te me acerques, maldita mentirosa!

- Por favor, escúchame, sí...

- ¡¿Que te escuche?! ¡Ya escuché suficiente de tu amiga!

- Si me dejas explicarte todo, yo... yo... Sí, es verdad que todo empezó por una venganza, Inuyasha, pero jamás pensé que la verdad fuera otra, que con el tiempo iba a conocer al verdadero Inuyasha, de quien me enamoré.

- Lo que yo no puedo creer es que seguiste con este maldito juego ¡ridículo y estúpido!, aun cuando te conté lo más doloroso de mi vida y entendiste por qué soy como soy...

- Inuyasha, déjame explicarte...

- ¡Cállate! Deja de decir más mentiras. No quiero volver a saber de ti, no quiero volver a verte, ni a escuchar tu horrible voz. Y sí, tal vez fui un canalla con tu mejor amiga, pero tú no eras tan diferente de mí después de todo.

- Inuyasha, las cosas no son así. Por lo que más quieras, escúchame.

- No tengo nada que escuchar. Tu amiga Kikyo ya me lo dijo todo. Y felicidades, después de todo, me viste la cara como al más grande de los idiotas.

- Por favor, no digas eso.

- ¿Sabes algo, Kagome? Eres peor que Yura.

Esas palabras me atravesaron como un cuchillo en el corazón mientras lo veía con dolor.

- Yo no soy como ella...

- ¡Oh, no, claro que no! Eres mil veces peor. ¡Maldita sea la hora en que te conocí, Kagome Higurashi! No quiero volver a ver tu cara en mi vida, y si te atreves a ir a mi empresa, te sacaré de ahí como lo que eres, una maldita mujer.

- Inuyasha...

- Respóndeme algo. Lo de Esmeralda, ¿fue una trampa tuya también?

No respondí, solo agaché la cabeza.

- Vaya, sí que sabes jugar tus cartas, Kagome.

- Inuyasha...

- ¡Ya deja de decir mi nombre, maldita sea! Te lo repito, ¡no quiero volver a verte en mi vida!

Me gritó mientras caminaba hacia la puerta, la abrió y salió, dando un portazo. Mientras tanto, yo me derrumbé en el suelo y lloré hasta que mi garganta me dolió, pero no me importó, porque lo único que quería era morir ahí mismo.

Perdí y lastimé de la peor manera a mi mejor amiga y también al hombre que más amé en la vida.

- ¡Aaaaah! - grité por el dolor, pero este no se iba, dejándome ahí tirada y desolada.

- Perdónenme, por favor, perdónenme... - susurré a la nada.

Perspectiva de Sango

El ruido de mi teléfono me despertó y comencé a abrir mis ojos, removiéndome en la cama, pero unos fuertes brazos me mantenían firme.

- Mmm, ¿a dónde vas, amor?

- Miroku, mi teléfono está sonando.

- Déjalo y ven aquí, ¿sí?

- Cariño, tengo que contestar.

Me levanté como pude de la cama, con la sábana envolviendo mi cuerpo, para buscar mi vestido. Lo tomé y saqué mi teléfono para ver el número. Era Naraku, y maldije mentalmente por haberme quedado dormida. Contesté la llamada.

- ¿Aló?

- Sango, ¿Dónde estás?

- Ehh... ¿pasa algo?

- Sí, Kikyo no está en mi departamento. Cuando desperté, no la vi, temo que haya hecho algo.

¡Maldición!

Maldije internamente por haberme quedado dormida

- Sango.

- Dime.

- Yo estoy cerca del departamento de Kikyo, tú ve al de Kagome para ver si está ahí, ¿de acuerdo?

- De acuerdo, cualquier cosa estamos en contacto, ¿vale?

- Vale, adiós.

- Adiós.

Colgué la llamada y miré a Miroku.

- Me tengo que ir.

- ¿Una emergencia, cariño?

- Eh... sí —mentí.

Tenía que irme ya mismo. Busqué mis cosas y me vestí en tiempo récord. Me di vuelta y vi que Miroku ya tenía puestos sus boxers.

- Adiós, Miroku, nos vemos.

- Te acompaño a la puerta.

- Gracias.

Caminamos hacia la puerta. Tomé mi chamarra y lo miré para sonreírle.

- Gracias, Miroku, fue la mejor noche de mi vida.

- La mía igual, Sango.

Me abrazó para besarme, y yo, feliz, le correspondí. Luego nos separamos y él me sonrió.

- Sango, sé que no es el momento, pero no puedo seguir aguantando esta pregunta que me muero por hacerte.

- ¿Cuál?

- Sango, ¿quieres ser mi novia? - susurró Miroku.

No lo dudé, me lancé a sus brazos para besarlo con anhelo y respondí:

- Sí, sí, Miroku, acepto ser tu novia.

- ¿De verdad?

- Claro que sí.

Nos volvimos a besar, y luego nos separamos.

- Miroku, ya me tengo que ir, es urgente, cariño.

- Claro, nos vemos en la tarde, ¿sí, amor?

- Sí, cariño, adiós.

Nos dimos otro beso y salí de su departamento. Cuando ya estaba afuera, escuché a Miroku desde la puerta:

- ¡Sanguito! Y al final no viste mis fotitos.

Le sonreí, era tan tierno.

- En la tarde, cariño. - le tiré un beso con la mano y caminé hacia el ascensor. Por suerte, la luz había llegado.

Me metí adentro y apreté el botón para bajar. Cuando las puertas se abrieron, salí lo más rápido posible mientras marcaba el número de Kagome.

- Amigas, ojalá estén bien las dos...

Iba a presionar para llamar, pero un grito me detuvo antes.

- ¡Tú! - me gritó una persona enfrente de mí.

Guardé mi teléfono.

- Dígame.

- ¡Maldita! ¡Aléjate de mi novio! - me gritó, levantando su mano con toda la intención de abofetearme.

Pero fui más rápida y tomé su muñeca, apretándola con fuerza. Vi cómo hizo una mueca de dolor, pero no me importó.

- ¡¿Se puede saber quién diablos eres tú?! - le grité.

- ¡Suéltame!

- ¡No, hasta que me digas quién eres, loca!.

- Soy la novia de Miroku.

- ¿La novia?

- Sí.

Mi mente hizo clic y la miré con odio.

- Tú eres la enferma de mierda de Shima.

- Sí, soy Shima, y ahora suéltame.

- Claro, con gusto. - y la tiré al suelo

- ¡Maldita!

- ¡Maldita tú, loca! Y ni se te ocurra escupir veneno porque no pienso creerte ni una sola palabra.

La vi levantarse para lanzarse encima mío, pero le tomé el brazo, la volteé e hice una llave para doblarle el brazo y obligarla a arrodillarse por el dolor.

- ¡Aaaah!

- Escúchame muy bien, enana desquiciada. Aléjate de Miroku, porque él puede ser muy caballero para ponerte en tu lugar, pero ¿qué crees, mi ciela? Yo no lo soy. Así que, si no quieres perder un brazo, te recomiendo que te alejes de él, ¿te quedó claro? —le grité.

- ¡Nunca!

Hice presión en el brazo.

- ¡Aaaah, me duele!

- Te va a doler más si no me haces caso. ¿Te vas a alejar?

- ¡Aaaah!

- Responde.

- Sí, sí, pero ya suéltame.

Y la solté, haciéndola caer al suelo. Como pudo, se levantó y me miró con odio, apuntándome con el dedo para gritarme:

- ¡Te vas a arrepentir de esto! No sabes de lo que soy capaz de hacer, maldita.

- Pues tú tampoco me conoces, enana de mierda. ¡Ahora largo!

La vi caminar hacia un auto, subirse e irse.

- ¡Maldita loca! Me hizo perder tiempo con ella —exclamé a la nada mientras paraba un taxi y me subía. Mientras pensaba en Kagome y en Kikyo, susurré: - Por Kami, que no pase nada malo entre ellas, por favor.

Continuará...


Si llegaron hasta aquí, gracias.

Créditos de la ortografía a la bella autora, Cbt1996, gracias linda

Hola, mis amores. Quiero dejar unas cositas claras:

1 - La parte donde Kag grita muchas veces "¡estúpida!" frente al espejo y se golpea a sí misma, esa idea la copié de una novela, solo esa parte, sí. La actriz que grabó esa escena es la gran Gabriela Spanic.

2 - Este pequeño escrito que puse en el capítulo:

«—Lo que yo no puedo creer es que seguiste con este maldito juego ¡ridículo y estúpido!, aun cuando te conté lo más doloroso de mi vida y entendiste por qué soy como soy...

—Inuyasha, déjame explicarte...

—¡Cállate! Deja de decir más mentiras. No quiero volver a saber de ti, no quiero volver a verte, ni a escuchar tu horrible voz. Y sí, tal vez fui un canalla con tu mejor amiga, pero tú no eras tan diferente de mí después de todo.»

Es un pequeño regalo que me hizo mi bella amiga Daikra. Muchas gracias, amiga, me encantó tu regalo.

3 - El collar de Kikyo y de Kag es el mismo collar que está en la portada de la ilustración de Daikra.

4 - Este capítulo tuvo una portada diferente, fue creada para este capítulo especial como un regalo de mi querida amiga Kayla Lynnet. Muchas gracias por la ilustración, linda me encantó.

Bueno, eso es todo. ¡Nos vemos en el próximo capítulo! ¡Besos!.