_ No me lo puedo creer... o más bien, no me lo quiero creer. _ Mia miró fijamente a su hermana, con los ojos llenos de lágrimas. _ No, tiene que ser un error. Tiene que haber remedio.
Sayoko suspiró. Había intentado ser todo lo suave y sutil que había podido. Pero lo que le había contado a Mia imposible tomárselo bien. Mia era una mezcla de pura rabia, tristeza y desesperación.
_ ¿Y qué se supone que hago yo ahora?
_ Tú no tienes que hacer nada, Mia. _ Sayoko suspiró. _ Esto no tiene que cambiar nada entre nosotras.
_ ¿Cómo esperas que las cosas no cambien cuando tú no eres tú? _ La miró con esos ojos llorosos. _ Mi hermana ha muerto. Y ahora eres esa tan Sakoyo.
_ Sayoko… es Sayoko _ Susurró, sin apartar la mirada.
_ ¡Me importa una mierda como te llames! _ Cogió una almohada y se la tiró. _ Quiero a mi hermana, quiero a Gina. ¡Devuélvemela! ¡Te juro que voy a matar a Richard! Puede que hasta a ti te dé una paliza.
_ Creía que ya habías superado la fase de meterte en líos, Mia. _ Sayoko se cruzó de brazos. _ Esta vez no te cubriría en el despacho del director… esta vez acabarías en la cárcel.
_ No finjas ser mi hermana.
_ Recuerdo cada desayuno que te he preparado los últimos diez años, Mia. Es lo que intentaba decirte. Sí, soy Sayoko, pero también soy Gina. _ La tomó de los hombros. Se paró un segundo. _ ¿Helado de fresa y película?
Mia curvó sus labios en una sonrisa. Gina sabía perfectamente que eso era lo que necesitaba cuando estaba deprimida. Asintió y Gina cogió el helado del congelador y tomó uno de los DVDs.
_ Entonces… ¿Te acuerdas de todo? ¿No te explota la cabeza?
_ Me acuerdo de lo importante. Como de la vez que te escapaste en el súper cuando tenías ocho años.
_ No me escapé. Me dijiste que ibas a la peluquería y traté de alcanzarte.
_ Te dije que iba a la pajarería… a comprar comida para el pez que te compré.
_ Sí… se llamaba Nemo. Me lo compraste para que aprendiera a ser responsable.
_ Y… dejaste que se muriera.
_ Sí que pareces Gina… _ Susurró Mia.
_ Te lo he dicho. _ Sayoko sonrió. _ No parezco Gina, soy Gina.
_ Tendré que aprender a pronunciar ese galimatías japonés, entonces. _ Se mordió el labio.
_ Puedes seguir llamándome Gina, si quieres. Sólo quiero que la transición sea fácil para ti. _Mia hundió la cuchara en el helado._ Te lo has tomado mejor de lo que esperaba…
_ He amenazado con matar a Richard y con darte una paliza. _ Le recordó Mia. _ Si me tirabas de la lengua hasta Ashley habría cobrado.
_ Pero no hablabas en serio.
_ O sí… _ Mia alzó una ceja mientras lamía la cuchara. _ Sabes que soy muy protectora contigo…
_ Estábamos solas. Yo te tenía a ti y tú a mí… y a nadie más. _ Sayoko también hundió la cuchara en el helado. _ Pero… ahora está Ashley. He visto que os lleváis bien.
_ Claro… ella es tu hija ¿Es mi sobrina? _ Mia se llevó las manos a la cabeza. _ Vas a tener que ayudarme, Gina… nada de esto tiene sentido para mí.
_ Dudo que tenga sentido para nadie si se lo cuentas… _ Sayoko la tomó de la cintura y ella se recargó ella.
_ Entonces... podemos seguir siendo una familia... _ La miró con detenimiento. _ Gina, no sé qué haría sin ti.
_ No tengo ninguna intención de abandonarte, Mia. _ Le besó la coronilla. _ En todo caso, nuestra familia ahora será más grande.
_ Ashley me cae bien... pero no sé si estoy preparada para eso. _ Suspiró.
_ Nos adaptaremos, Mia... _ La abrazó. Ambas parecían haber olvidado el helado.
_ ¿Qué hay de Richard? _ La miró con Frialdad. _ Si ha sido él... si te ha hecho esto...
_ Yo tampoco podría perdonarle... _ Reconoció Sayoko. _ Le quiero... pero no podría estar al lado de un asesino... Espero de verdad que no sea obra suya.
_ No es que haya muchas más opciones... Sayoko.
_ Eh... lo has pronunciado bien. _ Sonrió. A Mia le encantaba ver a su hermana sonreír de esa manera.
Janet no pudo evitar reírse ante la mucho que se había sonrojado Ashley al decirle cómo funcionaba el RAS. Porque al encontrarla en lo que parecía una posición de Yoga particularmente extraña tampoco se le habría ocurrido una gran mentira que contar.
El despacho de Richard estaba tan desordenado como Ashley esperaba. Nada había cambiado en los últimos dos años. Había envoltorios de chocolatinas aquí y allá... hasta juraría que alguna estaba a medio comer y derretida sobre la mesa... pero prefirió no tocarla para cerciorarse.
_ Oye, yo revisaré los cajones, Ash. Tú puedes usar ese chisme para mirar en el ordenador.
_ ¿Por qué será que creo que sólo quieres ver qué postura extraña me toca hacer esta vez? _ Bufó Ashley.
_ No, qué va.
La sonrisa de Janet no engañaba a nadie, era bastante obvio lo que le pasaba por la cabeza. Que no quitase ojo a Ashley mientras ella se preparaba para resolver el puzle del RAS no ayudaba en absoluto.
Afortunadamente, esa vez no tuvo que hacer el pino puente mientras cantaba una nana para conseguir que se reventase la contraseña del ordenador y poder mirar los correos y archivos personales de Richard. La primera anotación marcada era de hacía al menos año y medio.
Finalmente, después de meses de investigación, he conseguido recuperar los recuerdos de Sayoko del banco de datos de dispositivo Another y he podido almacenarlos de nuevo en memoria líquida. Rex estaba convencido de que se habrían perdido después del incidente que Ryan provocó. Pero tras restaurar la configuración del dispositivo, encontré la copia de seguridad entre los archivos ocultos.
Ashley tragó saliva, tensa. Su padre no le había contado nada de aquello. Una cosa era que le ocultase que el proyecto Another no había sido destruido, pero ocultarle algo tan importante sobre su madre era distinto. Miró otra anotación.
La integración de la memoria con el sistema Another ha mejorado a pasos agigantados gracias a la ayuda de Gina e Ian. Para restaurarla ya no haría falta que el receptor fuese una persona de la misma línea sanguínea que el portador original. Es más, ni siquiera tendría por qué ser una persona. Podríamos incluso cargar los recuerdos en un ordenador si contase con la capacidad suficiente. De momento, es algo teórico, pero las perspectivas son impresionantes. Con los avances en robótica que se están haciendo... sólo puedo fantasear.
Ashley suspiró. Pero no era un suspiro de resignación. Era rabia. Toda aquella situación se debía a que su padre era incapaz de pasar página... y de ver los riesgos. Fantasear... ¿Hasta dónde habían llegado sus fantasías? Le aterraba pensarlo.
El resto de anotaciones no eran particularmente esclarecedoras, sumaban algo más a esa idea de usar Another para recuperar una memoria perdida. Si la policía había llegado a ver esos correos y se enteraba de lo que había ocurrido con Gina, tenía claro a la conclusión a la que llegarían. Era un móvil más que evidente para culparlo del "asesinato" de Gina Barnes.
Janet no había encontrado gran cosa y se disponía a decirle a Ashley que se marcharan cuando escucharon ambas un pitido tremendamente molesto que interpretaron que se trataría de un timbre. El dispositivo de videoconferencias de la habitación estaba emitiéndolo. Alguien debía estar llamando.
Con cierto nerviosismo, Ashley se encaminó hacia el dispositivo y pulsó el botón para descolgar. Esperaba encontrarse a Ian, a Rex o a Sayoko al otro lado. Quizá incluso a Mia. Lo que no esperaba, decididamente, era encontrar a una mujer desconocida de aspecto bastante exótico que le devolvía la mirada.
_ Vaya, tú debes ser Ashley. _ Sonrió, ajustando el pequeño sombrero de copa que llevaba ladeado. Tenía un fuerte acento británico. _ Gina me dijo que estarías aquí. ¿Puedo pasar? He hecho un largo viaje desde Londres...
_ Usted es la abogada. _ Razonó Ashley. No sabía por qué, pero la esperaba mayor. _ Gina no me dijo su nombre.
_ Que maleducado por su parte. _ Kat emitió un bufido. _ Los americanos no tenéis modales.
Se aclaró la garganta.
_ Soy Katrielle Layton, abogada y antigua detective, a su servicio. _ Hizo una reverencia. _ Ahora, si me permitiese pasar, preferiría hablar en persona.
_ Ah, sí, claro. Un segundo... esto tiene que tener un botón para eso en alguna parte.
Ashley estaba convencida de que el apellido de aquella mujer le sonaba de algo, aunque no estaba segura de dónde lo había oído. Prefirió no darle más importancia cuando finalmente encontró el botón y pudo abrir el ascensor.
Kat se quedó pensativa mientras descendía. El caso prometía ser uno de los más importantes que había resuelto en su vida. Aunque aún se preguntaba si estaría realmente a la altura. Debajo de su capa de seguridad, estaba inquieta.
Pero ni Ashley ni Janet pudieron ver eso cuando se abrieron las puertas del ascensor y se tropezaron con ella. Lo cierto es que Kat trasmitía seguridad, daba toda la impresión de tener control total sobre la situación.
_ Como ya os dije soy Kat. _ Recalcó. _ Tú eres Ashley...
_ Y yo soy Janet. _ Terminó la susodicha. _ Es un placer.
_ Encantada Janet. Gina me ha dicho que habéis estado investigando por vuestra cuenta. _ Sonrió. _ Estaré encantada de compartir con vosotras las pesquisas que hayáis hecho.
Ashley asintió. Lo cierto es que aquella mujer le daba buenas vibraciones, y su madre había confiado en ella. Iba a ser la abogada de su padre. Así que le contó cuanto sabía, omitiendo únicamente el hecho de que Gina ahora era Sayoko. Kat la escuchó atentamente, con una gran sonrisa en los labios.
_ Decididamente, ha merecido la pena hacer un viaje tan largo... _ Pensó en voz alta, sujetándose el mentón. _ Había leído alguna noticia sobre el proyecto Another, pero esto es más de lo que esperaba...
_ Ahora íbamos a echar un vistazo al despacho de Gina. _ Janet lo señaló con el dedo. _ Esperábamos encontrar alguna pista esclarecedora.
_ Está bien, os acompaño. _ Sentenció Katrielle mientras se acercaba al susodicho despacho.
Afortunadamente, el RAS no obligó a Ashley a hacer nada demasiado estrambótico en aquella ocasión. Ashley se hubiera muerto de vergüenza si hubiera tenido que bailar el aserejé delante de la señorita Layton.
El despacho de Gina era la antítesis del de Richard. Todo estaba increíblemente pulcro y sus objetos estaban organizados de forma impecable. Había un archivador con todos sus registros organizados por fecha e incluso tenía una nevera con su comida de la semana organizada escrupulosamente. Decididamente, Ashley no podía imaginarse una tableta de chocolate derretida tirada de cualquier manera allí dentro.
_ ¿Repetimos la jugada? _ Preguntó Janet. _ Dejemos que Ashley se ocupé del ordenador y nosotras nos ocupamos del despacho.
Kat había pasado lentamente el dedo por la superficie de la mesa de Gina, buscando polvo que no tenía. Asintió a las palabras de Janet, y se quedó muy quieta durante unos segundos antes de empezar a revisar los cajones.
_ ¿Por qué tengo la impresión de que estarán todos vacíos también? _ Musitó Janet mientras rebuscaba.
_ En este hay una moneda. _ dijo Kat, divertida, mientras la hacía moverse entre los dedos.
_ ¿Estás de coña? _ Bufó Janet. _ Juraría que había mirado ese cajón hace un rato y no había nada dentro.
_ Bueno, en este hay algunos informes sobre Another… parece que Gina estuvo muy involucrada en el software. _ Comentó Kat.
_ Era de lo que solía ocuparse mi madre… _ Mentó Ashley, que finalmente parecía haber encontrado la forma de saltase la contraseña del ordenador con el RAS.
Kat no pudo evitar sonreír de forma cómplice con Janet al ver que, en esta ocasión. Ashley había tenido que tocarse la nariz con los índices mientras se quedaba a la pata coja.
_ Ni una palabra. _ Dijo, acercándose al ordenador.
Ashley encontró un diario similar al de su padre, pero en cuanto empezó a leerlo, se quedó pálida como la tiza.
