_ Llevas distraída toda la tarde. _ Janet miró al lago, sus ojos centrados en Mia.
La pelirroja suspiró, no se quitaba de la cabeza todo lo ocurrido aquellos días. El secuestro, el viaje en barco… y a Sofía.
_ Perdona, es que ha sido una montaña rusa emocional desde que Ashley entró en mi vida. Echo de menos tener una vida tranquila. _ Bufó. _ Quería olvidarme de eso este finde… pero no me lo quito de la cabeza.
_ Tienes que desahogarte, cariño. _ Janet sonrió y le besó la mejilla. _ Estoy aquí para escucharte, cielo… que no se te olvide.
Mia se acurrucó con Janet, mirando el lago en silencio, hasta que escucharon pasos. Elizabeth estaba corriendo por el lateral del lago, vestida de sport y con los cascos puestos. Se detuvo cuando llegó a su altura y se quitó uno para mirarlas.
_ Buenos días, pareja. _ Sonrió. _ ¿Cómo estáis?
_ Bueno, aun asumiendo lo de los secuestros…
_ Tranquilas, todo ha salido bien… no hay nada que lamentar. _ Dijo, encogiéndose de hombros. _ Quiero ser positiva, y vosotras también deberíais.
_ Ese nunca ha sido tu fuerte. _ Mia alzó una ceja.
_ A lo mejor estoy intentando madurar. _ Bufó, negando con la cabeza. _ En fin, me voy a casa.
Mientras Liz seguía corriendo, Mia no le quitó la vista de encima, con la ceja alzada.
_ Janet… ¿Te importa si voy a hablar con Ashley?
Janet dejó escapar una risotada.
_ No soy tu carcelera. La verdad, de poco me sirve que tu cuerpo esté aquí si tu mente está vagando en otra parte. Vete y aclárate las ideas.
_ Siempre sabes lo que estoy pensando. _ Sonrió Mia, poniéndose en pie. _ Te prometo que el fin de semana que viene, mi mente estará aquí contigo.
_ No tan rápido, pelirroja. Te estás olvidando de algo. _ Janet sonrió. _ No irás a irte sin darme un beso, ¿Verdad?
Ashley se encontraba en su habitación de la casa del lago. Estaba tumbada en la cama. Su mente seguía atrapada en los sucesos de los últimos días. Estaba tan concentrada que el suave toque de Mia sobre la puerta de su cuarto la sobresaltó.
_ Vaya… no quería asustarte. _ La pelirroja ahogó una risita.
_ No te preocupes, estaba concentrada en algo. ¿Qué haces por aquí? Pensé que estarías con Janet.
_ Lo estaba, pero no dejo de pensar en lo del secuestro.
_ Yo también…
_ Salió todo… Demasiado bien, ¿No crees?
_ No ha habido víctimas, si te refieres a eso.
_ Entramos y no se resistieron apenas… y la sonrisa de Sofía…
_ Escalofriante. Estaba muriéndose delante de nosotros y tenía esa sonrisa… _ Ashley se estremeció. _ No me la quito de la cabeza.
_ Y luego está Liz… Está muy rara.
_ Pensé que sólo era impresión mía. _ Dijo Ashley. _ No la conozco como para juzgar. No como tú, desde luego.
_ Han secuestrado a su padre, la han amenazado para que intente ella misma cometer un secuestro… y se la ve tan tranquila. Estaba mañana estaba corriendo por el lado. ¡Ella nunca hace eso!
_ Ayer Tommy me dijo que no quería verle… y luego la escuché ensayando con el bajo en su habitación.
Mia la miró con extrañeza.
_ Liz no sabe tocar el bajo. _ Se cruzó de brazos. _ Una vez cogió el de Janet y casi lo rompe.
_ Pues… no tocaba nada mal. _ Susurró Ashley.
_ ¿Estás pensando lo mismo que yo?
_ Algo muy raro pasa con Elizabeth. _ Ashley se llevó la mano al mentón. _ Y tenemos que averiguar el qué.
_ ¿Qué propones?
_ Podemos empezar con su habitación. Quizá haya algo allí.
_ Si convenzo a Janet y Tommy de que hagan un ensayo, podría dejar la habitación libre y podríamos echar un vistazo.
_ Somos un peligro cuando estamos juntas. _ Ashley dejó escapar una risa. _ Habla con Janet, yo te espero junto a la casa de Liz.
No fue complicado. Tanto Tommy como Janet tenían ganas de ensayar, y entre los dos, no fue difícil arrastra a Liz al ensayo. Pero, por desgracia para Ashley, Mia también tuvo que participar. Así que, con la llave en la mano, se deslizó por la casa de Rex y entró en la habitación de Liz.
Todo parecía estar como siempre, en su estado habitual. Ashley pasó un buen rato revisando cada rincón de la habitación sin demasiado éxito. Se tumbó en la cama y escuchó un sonido metálico. Algo acababa de deslizarse de debajo del colchón.
Ashley se sentó en la cama antes de recoger el objeto, uno que parecía un casco de realidad virtual sorprendentemente pequeño. Ashley se estremeció cuando reconoció las siglas grabadas de "Another" en el dispositivo. Definitivamente era lo que estaban buscando.
Con las manos temblorosas, lo estuvo observando un par de segundos antes de tomar ninguna decisión. Lo apretó con fuerza con ambas manos... y entonces una fuerte descarga eléctrica la golpeó y la dejó tumbada sobre la cama.
Cuando Ashley volvió a abrir los ojos, su primer instinto fue ponerse en pie, pero le fue imposible. Se encontraba en un lugar que ya conocía, pero eso no eran buenas noticias. Se encontraba en el antiguo despacho de su padre, en JC Valley. Al tratar de levantarse, se percató de que estaba esposada al escritorio.
_ Empezaba a pensar que te había dado demasiado fuerte el electroshock.
Ashley buscó el origen de aquella voz y vio a Elizabeth, mirando hacia el lago a través de las grandes cristaleras. Se mantuvo de espaldas, ignorando las protestas silenciosas de Ashley cuando intentó quitarse las esposas.
_ Elizabeth...
_ Sí, Elizabeth... _ Respondió, emitiendo un suspiro. Se giró y se sentó en el escritorio, mirando fijamente a Ashley. _ No dejaba de preguntarme... ¿Quién echaría de menos a Elizabeth?
La rubia sostuvo el dispositivo entre sus dedos, mirando a Ashley. Tenía una expresión que ella no pudo identificar. No estaba segura de si estaba furiosa, triste o contenta.
_ Lo que dices no tiene sentido... _ Bufó Ashley. _ Suéltame y vámonos de aquí.
_ Te soltaré y te dejaré irte en cuanto olvides que has visto esto... _ Susurró la rubia, sosteniendo el dispositivo Another entre sus dedos. _ Será sencillo, te lo pones y te borro el día de hoy de la memoria... quizá tenga que tocar un poco las cosas para que no sigas husmeando entre mis cosas.
_ Liz... ¿De qué demonios hablas?
_ ¿Puedes dejar de llamarme Elizabeth? _ Bufó. _ Me enferma y me confunde.
_ Entonces, ¿Cómo quieres que te llame? _ Ashley se tensó, encajando las piezas en su cabeza. _ ¿Sofía?
_ Sería lo más apropiado. _ Bufó, llevándose los dedos al puente de la nariz.
_ Muy bien, Sofía. _ El tono de Ashley se había vuelto gélido. _ Si querías borrar mi memoria de los últimos días, ¿Por qué no lo has hecho directamente?
_ Porque necesitaba mi sesión de hoy.
_ ¿Tu sesión? _ Preguntó Ashley.
_ Los recuerdos introducidos por esto. _ Agitó ligeramente el dispositivo. _ Son volátiles. Si quiero conservarlos tengo que hacer una sesión diaria... al menos durante la primera semana, hasta que se asienten...
_ Y entonces matarás a Elizabeth.
_ ¿Mató tu madre a Gina Barnes?
Ashley gruñó, visiblemente molesta.
_ No es lo mismo. Fue Gina la que provocó esa situación, no mi madre.
_ Y ella se ha llevado los beneficios. _ Exclamó Sofía. _ Está viva. Tiene a su familia, te tiene a ti... es feliz.
Sofía apretó el puño con fuerza contra la mesa.
_ Mi madre no eligió lo que pasó.
_ Pero estoy segura de que no quería morir… y yo tampoco.
Ashley no conocía mucho a Sofía. No había visto más que a aquella mujer fría y calculadora, verla desesperada de esa manera le chocó aún más que escuchar su voz a través de los labios de Elizabeth.
_ Y no te importa cargar con la vida de Elizabeth en tu conciencia...
_ Tampoco es que Elizabeth vaya a aportar gran cosa a la sociedad... _ Bufó. _ ¿Qué clase de vida llevaría? Gastarse el dinero de Rex en trapitos y poco más. No llegaría lejos. Yo tengo mucho más que dar.
_ No se trata de eso. _ La miró con fijeza. _ Te importa, al menos un poco, o no me lo estarías contando.
_ ¿Qué más dará lo que te cuente? Cuando termine lo habrás olvidado todo.
_ Exacto. _ Ashley se encogió de hombros. _ No me lo cuentas porque quieras que lo oiga, me lo cuentas porque necesitas decirlo en voz alta y escucharte comentarlo. Así que... hazlo... Di lo que tengas que decir.
_ Se suponía que sería fácil. _ Bufó ella. _ Haría el paripé una semana, hasta que los recuerdos estuvieran firmemente en su sitio, usaría mi posición para quedarme con el dinero de Rex y me largaría lejos, empezaría de cero con un nombre nuevo.
_ Pero...
_ Pero... me siento culpable. Nunca me había sentido así. Sé que destrozaría a Rex... y a todos los amigos de Elizabeth... incluso a ti.
_ Los recuerdos nos hacen quienes somos, Sofia... y los recuerdos de Elizabeth siguen ahí... _ Ashley suspiró. _ Pensabas que podrías deshacerte de ella sin más, pero no es tan sencillo.
_ Supongo que no... _ Susurró, con las manos temblorosas. _ Me he vuelto demasiado débil como para hacer lo que debo.
_ No eres débil por tener empatía.
_ Pero voy a morir... porque no tengo valor para llegar hasta el final.
_ No desaparecerás del todo. _ La animó Ashley. _ Estoy segura.
Sofía cogió la máquina y la arrojó al suelo, haciéndola pedazos. Ashley asintió y la rubia se inclinó para quitarle las esposas.
_ Podrías... No contarle esto a nadie, ¿Por favor?
_ Guardaré tu secreto, Sofía. _ Asintió Ashley. _ Porque se lo debo a Liz.
Sayoko ya lo pasaba bastante mal, preocupada ante la idea de que alguien quisiera diseccionarla. Era una suerte que su caso no hubiera trascendido más de lo necesario. Ashley no quería que Liz tuviera que pasar por lo mismo.
Ashley pisó una última vez el dispositivo, asegurándose de que quedara destruido del todo. Una sensación de alivio la recorrió al hacerlo. Finalmente, tuvo la sensación de que aquello había terminado.
A lo largo de la siguiente semana. Liz empezó a comportarse con relativa normalidad. Relativa porque Ashley estaba convencida de que antes le caía peor. Pero Mia le confirmó que Elizabeth, decididamente, volvía a ser Elizabeth... Aunque ahora sabía tocar el bajo.
Ashley se encontraba mirando el lago cuando su madre la encontró y se sentó con ella. Se miraron un instante antes de que Sayoko la rodeara con el brazo y la atrajera hacia sí.
_ Esta vez se ha acabado... ¿Verdad? _ Susurró Ashley, aún poco convencida.
_ Mi instinto me dice que sí. Y que tienes que ser más positiva.
_ No te puedo prometer que vaya a bajar la guardia... pero te puedo prometer intentarlo.
_ Eso me basta, Ashley. Es mi trabajo que estés segura... y hasta ahora no lo he hecho demasiado bien.
_ Que estés es más que suficiente para mí, mamá... _ Susurró, acomodándose en su hombro.
_ Bueno, ya eres toda una mujer, pero... te prometo que el tiempo que pueda estar contigo, lo aprovecharé al máximo. _ Sayoko le dedicó su mejor sonrisa. _ Te quiero, Ashley.
_ Y yo a ti, mamá.
Elizabeth se miraba en el espejo, una extraña sonrisa adornaba su rostro mientras jugaba con el mechón pelirrojo que adoraba su pelo, ensortijándolo.
_ Me alegro de que, finalmente… nos llevemos tan bien, Elizabeth… te prometo que aprovecharé esta nueva oportunidad…
