Edward

Dos horas después salimos de la oficina con nuestros nombres registrados como "Isabella refugiada humana y su compañero mesakkah Edward" la licencia está aprobada y procesada electrónicamente por el aburrido empleado del Lord y ni siquiera piden documentos de identificación, mas aya de una huella digital.

Aunque la mía fue rediseñada después de escapar para ocultar mi identidad y si el empleado se hubiera molestado en verificar más, habría notado que mis registros están en blanco.

Pero solo bosteza, nos desea suerte y luego nos da un programa de seguimiento que debe ser en la granja de Isabella dentro de una semana a partir de hoy.

—¿Un seguimiento?— le preguntó a mi hembra, por qué ahora es mía —¿Porque un seguimiento?—

—Por qué mi seguridad es importante— me dice —se aseguran de que no estás abusando de mi, eso es todo— Isabella me lanza un mirada de advertencia —en el momento en que me pongas un dedo encima voy a envenenar tu comida, para que lo sepas— me reí entre dientes.

—¿Qué pasa si es mas que un dedo..— coqueteó —y quieres que lo haga?— me gusta como se enrojecen sus mejillas y se pone nerviosa. Está claro que está pequeña humana no tiene mucha experiencia con los machos.

—Sabes lo que quiero decir. No pretendas malinterpretarlo.—

—Nunca lastimaría a una hembra— le digo, y lo digo enserio. El pensamiento es repugnante —estás a salvo conmigo.—

—A menos que quieras sexo— responde con acidez, sin mirar en mi dirección mientras se acerca a su vehículo, un crucero aéreo con una gran cajuela para transportar mercancía —entonces no estaré a salvo.—

—No hasta que estés lista— le recuerdo —eso es lo que acordamos.—

—Vas a esperar mucho tiempo— dice Isabella.

No me importa, quiero que ella se sienta cómoda conmigo. Si lleva una semana, un mes o un año estoy contento de esperar. Después de todo, escape de prisión y antes de eso, de un campo de prisioneros de guerra en un planeta alienígena. El sexo no ha estado a la cabeza de la lista de mis prioridades en mucho, mucho tiempo. Puedo ser paciente.

Pero la tendré eventualmente. Incluso ahora, mientras subimos al crucero, estoy memorizando cosas de ella para la próxima vez que me toque la polla.

Observo mientras se sube al crucero y presiona el botón de la ruta señalada con un toque delicado. Observo mientras ella mete un largo mechón de cabello detrás de una oreja fascinantemente pequeña. Y luego comienza a hablar. Ahora veo porque ella quería eso como regla.

Durante el viaje de una hora a su granja, Isabella habla. Al principio, señala cada granja que pasamos, quién vive allí y qué tipos de cultivos tienen. Luego habla sobre su vehículo, y como era parte del paquete que le dieron cuando le regalaron su tierra, y como solo sabe operar ciertos botones.

Luego habla sobre el clima en Risa III y como se compara con su hogar, que es un lugar en su planeta llamado Hawái. Ella habla de cómo echa de menos el agua y los árboles, sobre como las estrellas son tan diferentes y cuantas razas de alienígenas a conocido. Ella habla de las otras humanas que se han establecido en este planeta.

Ella habla y habla y habla. No hay un momento de silencio entre nosotros que Isabella no este llenando de palabras de cualquier tipo. Al principio creo que está nerviosa, pero ha medida que pasan los minutos se relaja, y me doy cuenta de que solo le gusta hablar.

Es adorable, y cada vez que ella lanza una risita tímida mi polla se endurece en respuesta. Me estoy imaginando encima de ella hundiendo mi polla en su apretado coño y ella hablando de cómo se siente, la imagen mental hace que mi polla esté tan dura como el metal.

—Estamos aquí— dice y eso distrae mi estidio de ella, la veo mientras señala por el parabrisas del crucero —todas las plantas sintetizadoras de proteínas son mías. Se ven como el maíz que cultivamos en casa, pero aparentemente es un producto vegetal a base de proteínas y se supone que tengo que cambiarlo por dinero en efectivo. También tengo cincuenta cabezas de carne— se inclina hacia mi y dice con encanto —los llamamos animales en casa.—

—Ya veo— digo tratando de no sonreír. Es como si ella pensara que nunca habia oído hablar de la palabra "animales". El crucero se detiene frente a la pequeña casa, y ella me mira con recelo, cómo si por fin se diera cuenta de que está aquí sola conmigo y que no hay nadie en millas y millas. No me gusta la inquietud en su rostro así que digo —¿Te importa si miro alrededor?—

Tal vez si demuestro interés por la granja, ella estará menos ansiosa por mi interés en ella. La verdad es que me gusta pensar en una granja, pero ha pasado a segundo plano por mi interés por Isabella.

—¡Absolutamente! Echa un vistazo, conoce el lugar y yo estaré dentro— ella me lanza una sonrisa brillante y luego prácticamente entra corriendo en la casa para alejarse de mi.

Contengo mi risa y la miro irse, luego accedo al panel de control del crucero. Efectivamente, los chips en la unidad de energía se ven fritos, y me pregunto si alguien le vendió un pedazo de basura barata por qué ella no se daría cuenta.

Mientras conducía noté algunas luces de advertencia en el tablero, bastante graves, pero no dije nada, por qué no quería que ella sintiera que me estaba entrometiendo. Arreglaré esto para ella más tarde, por ahora, quiero eschar un buen vistazo a la granja.

Aunque en realidad quiero entrar y beber del aroma de mi hembra, pero por ahora miraré la granja.