Isabella

—¿Sueles tener pesadillas o yo las estoy causando?— Edward pregunta mientras su mano se desliza por mi brazo, estoy usabdo una tunica para dormir (como aqui le llaman) de material delgado, pero por un momento desearia dormir desnuda para que nuestros pechos se tocaran.

—No, solo tengo pesadillas— respondo su pregunta —las he tenido desde que me sacaron de la Tierra. Principalmente son de mi de mi viejo amo. El... no era un buen hombre y le gustaba demasiado el silencio.—

—Es por eso que siempre hablas— lo entiende rápido, sus manos estan dibujando patrones reconfortantes en mi piel.

—Si, es tonto ¿no? Pero cuando te privan de algo y lo recupueras, al parecer te haces adicto.—

—Lo entiendo— murmura Edward y luego me siento como una idiota. El estaba en prision, por supuesto que sabe como se siente cuando te privan de cosas. Quiero preguntarle... cosas, pero no me atrevo.

—Gracias por cuidarme— le agradezco. Pongo una mano en su pecho para alejarlo y luego... me detengo ¿El es... peludito? Su piel se siente como tocar terciopelo —¿Eres suave en todas partes?—

—Eso no es exactamente lo que un macho quiere escuchar cuando una hembra esta en sus brazos.—

—Tu piel. A eso me refería— digo mientras me sonrrojo.

—Podria preguntar lo mismo de tu piel— me dice. En ese momento me doy cuenta de que su pulgar esta en el borde de mi tunica junto a mi cuello y poco a poco se desliza sobre mi piel. Es agradable y se siente tan bien que no me importa.

¿Cuanto tiempo a pasado desde que alguien me toco asi? Me relajo y aunque sigo diciendome que es una mala idea, paso los dedos por su duro abdomen. El en verdad me atrae.

¿Quien iba a pensar que la facinante piel azul es tan suave? Me pregunto que otras cosas facinantes y suaves hay en el. El pulgar de Edward acaricia mi cuello otra vez.

—¿Estas mejor ahora?—

—Creo que si.—

—Entonces sera mejor que me valla.—

—Eso esta bien— claro, le dije que no lo queria en mi cama hasta que estuviera lista. Un par de horas y unas caricias no deberian cambiar mi opinión — gracias. Aprecio tu consideración— le digo y el gruñe.

—Claro, lo llamaremos consideración— cuando sale de mi cama me doy cuenta de dos cosas.

La primera es que esta usando pantalones.

La segunda es que esos pantalones están completamente estirados al rededor de la enorme y deliciosa ereccion que tiene.

Cuando la puerta se cierra detras de el me quedó mirando al techo, deveria volver a dormirme, pero en cambio pienso en el cuerpo de Edward y en el tiempo que ha pasado desde que tuve sexo.

Es un matrimonio de conveniencia Isabella. Me recuerdo. Si comienzas a tener sexo con el ya no sera bajo tus reglas, si no de las de el .

Odio cuando mi cerebro tiene razon.

.

Edward

Me levanto temprano y salgo a recorer los campos. Creci en una granja, aunque a pasado demasiado tiempo, asi que decido ver mejor la tierra y el equipo.

Los animales son alimentados con máquinas pre-programadas y sus establos se limpian regularmente. Las plantas sinteticas de proteínas son cuidadas por pequeños drones que rocían un pesticida natural y eliminan las malas hierbas.

Muy poco de la agricultura en la actualidad se hace a mano.

Hay mucho equipo que es obvio que necesita mantenimiento, de todos modos todo el equipo necesita una revisión.

Comienzo con los drones, engrasando los rotores, cambiando filtros, ajustándo las boquillas de pulverización y luego enviándolos de regreso a los interminables campos de cultivo de Isabella.

No pasa mucho tiempo para que el sol este en lo mas alto, el aire se esta calentando rápidamente. Estoy sudando pero eso no mi importa, estoy tabajando en la granja y hacia un futro con Isabella, es mucho mejor que partir rocas en un campo de prisioneros de guerra o reparar las maquinas de terra-formación en la prisión.

Miro hacia el cielo azul con algunas nubes y siento una brisa fresca en mi rostro. Cierro los ojos y disfruto de la libertad que siento en este lugar.

Hasta donde alcanza la vista no hay nada mas que cultivos, animales de pastoreo y un horizonte infinito. Me encanta, es estimulante, puedo verme envejecido aqui, rodeado por la tranquilidad. He tenido suficiente de guerras y el ruido interminable de la sociedad, me gusta que esté tranquilo y aislado.

Cuando estoy reparando el último de los drones del campo noto huellas en la tierra suave de un color rojizo. Son huellas de botas, con una división en la parte delantera que indica que el dueño tiene dos dedos, la huella es dos veces mas grande que el pequeño pie de Isabella.

Alguien mas estuvo aqui.

Me tenso y miro alrededor, mis sentidos instantáneamente estan alerta. Las huellas continúan entre las hileras de los cultivos, hacia el este, las sigo apretando el destornillador en mi mano, que estaba usando en el dron.

En prision me meti en demasiadas peleas y también maté soldados, pense que eso quedaría atras, pero la adrenalina que recorre mi cuerpo y tapa mis oídos me dice que una ves guerrero, siempre serás guerrero. La necesidad de proteger a Isabella es fuerte y profunda, no dejare que nadie la amenaze y si tengo que enterrar un cuerpo y eliminar la evidencia, asi sera.

Las huellas continúan un largo tramo y luego veo un marcador electrónico instalado en un poste de metal. Cuando me acerco suena un pitido indicando el límite de de propiedad de Isabella y donde comienza la de su vecino.

Escaneo la zona y mi cuerpo se pone rigido al ver dos figuras en la cima de una colina, estan mirándome. Por sus hombros estrechos, su altura, sus delgados cuerpos y sus cabezas de reptil, se que son Ssithri.

¿Creen que pueden tomar la propiedad de mi hembra? ¿Creen que peden llevarse a mi hembra?

Aprieto a un mas el destornillador en mi mano mientras un gruñido sale de lo profundo de mi garganta, los dos me miran un poco mas y luego se van, se retiran. No abra confrontación hoy, me relajo, sin embargo Isabella necesita saber que la estan vigilando.

Tiene que tener cuidado en caso de que sus vecinos tengan la intención de hacer algo y puede que no sea el único convicto que se esconde en este planeta tan alejado.

Necesito asegurarme de que Isabela este segura y protegida, asi que hablare con ella, me aseguraré que comprenda que no debe salir de la casa sin decirme primero para asi poder protegerla.

Estoy casi seguro de que sus vecinos se retiraran una ves que descubran que esta casada y no pueden reclamar su tierra, asi que algo de tensión en mis hombros se alivia. Entonces me doy cuenta de lo caluroso que esta el dia y que no he traido agua conmigo.

Es hora de regresar a casa.

Tomo una ruta diferente atravesando la hilera de cultivos, buscando mas huellas, pero no hay ninguna y las otras no se acercan a la casa, lo que me hace sentir mejor.

Para cuando estoy dentro de la casa, estoy cubierto de sudor, me pica el cuero cabelludo y tiro de la fina tela de mi tunica que se me pega a la piel. El interior de la casa es fresco y el olor de la comida horneandose me recibe. Si embargo no hay señales de Isabella y cuando me dirijo al baño escucho el agua correr.

Después escucho un gemido bajo.

Me tenso ¿Isabella esta herida? ¿Los Ssithri aparecieron para hacerle daño mientras yo estaba distraído en el campo? ¿Era todo eso una estrategia para alejarme de ella?

Con un gruñido enojado abro la puerta del baño. Pero alli en la ducha con un pie plantado en el borde de la bañera y recargada en la pared, esta mi compañera humana, con el agua corriendo por su hermoso cuerpo y el cabello le cae en una casacada negra y sedosa por su espalda.

Sus manos entre sus muslos se detienen, sus cuerpo se pone rígido y sus labios se abren llenos de sorpresa. Me olvido de todo. Isabella se esta tocando.

Veo como el agua corre por sus hermosos y grandes senos, sus pezones están apretados y duros. Tiene un ligero rubor en sus mejillas que no es causado por el calor del agua, al igual que el gemido que escuche antes no era de dolor.

Mi polla se pone dura al instante.

Nos miramos por un largo momento y no puedo decidir si tengo que retroceder y fingir que no vi nada o confrotarla sobre esto. Sin embargo, antes de que puedo decir o hacer nada, ella levanta la barbilla con orgullo.

—Las mujeres también tenemos necesidades.—

—Puedo verlo— murmuró, fascinado por lo orgullosa y desafiante que es. Me gusta su ferocidad.

No puedo dejar de mirarla, esos delicados dedos estre los suaves pliegues de su coño, la exuberancia de sus senos, la redondes de su trasero, ella es completamente perfecta.

—No te quedes ahi parado— dice ella y hay un pequeño temblor en su voz —cierra la puerta.—

¿Cerrar la puerta? Oh, si puedo hacerlo.

Cierro la puerta detras de mi, asi quedamos solos dentro del baño. Me recargo contra la puerta mientras le doy una sonrisa malvada.

—Continua, no dejes que te interrumpa.—