Edward
Es difícil dejar a mi hembra cuando todo en mi grita que agarre su cuerpo mojado para apretarlo contra el mío, arrastrarla a la cama y reclamarla. Pero ahora que ha tenido su liberación tiene una mirada tímida e incierta y no quiero hacerla sentir incómoda, todo esto es nuevo para los dos así que toma una toalla y salgo del baño limpiándome la polla.
Espero en mi cuarto hasta que ella sale del baño, espero unos momentos más y asegurarme de qué Ya puedo usar el baño. Mientras me baño no puedo evitar volver a tocarme hasta que me corro, no puedo evitar pensar en ella, en su senos redondos, y en la expresión de su cara cuando se corrió. Estoy ansioso por probarla, sin embargo eso puede esperar.
Cuando me termino de bañar y me visto, me dirijo hacia la cocina. Al principio pienso que mi compañera esta hablando con la ventana que esta sobre el fregadero, pero cuando me acerco un poco mas me doy cuenta que lo esta haciendo con un pajaro parado en el alféizar de la ventana.
—Es demasiado pronto, Manu— dice ella —que este actuando como una desvergonzada no significa que sea una buena idea. Estas cosas llevan tiempo ¿sabes?— lentamente extiende una mano y deja caer unas migajas en el alféizar —no puedo estropear las cosas solo porque soy impaciente.—
¿Le está hablando de mi? Me quedó completamente quieto, sin querer interrumpir el momento... y asi escuchar lo que dice. Al parecer al pajaro no le interesa o no sabe que le esta dando comida, por lo que ella empuja las migajas mas hacia el, pero el parajro la ignora y mejor se va.
—Como dije Manu— suspira Isabella —estas cosas toman tiempo— se escucha tan tistre que hablo para distraerla.
—¿Estas tratando de entrenar a los pájaros para que coman de tu mano?— Isabela se sobre salta y voltea para mirarme.
Su expresión es de vergüenza, pero hay una pequeña sonrisa en su rostro que me hace sentir bien. Como si estuviera recordando lo que acabamos de hacer y no se arrepentiera.
—Aqui se siente muy solo, asi que si, estoy tratando de de hacerme amiga de los pajaros, pero me estoy impacientando y se asustan— ella sacude la cabeza —las primcesas de Disney hacen que esta mierda parezca fácil— no tengo ni idea de que es Disney o una princesa, pero necesito hablar con ella, asi que no pregunto. Su comentario sobre estar sola me recordó que no esta tan sola como cree.
—¿Conoces a tus vecinos?¿Los que tienen La Granja al éste?— Sus hombros se ponen rígidos al instante, no me gusta.
—Los conocí de pasada. Me miraron de forma espeluznante, así que trato de evitarlos. Son hombres serpientes, ¿no?—
—Si, su gente se llama ssithri. Me temo que han estado vagando por tus tierras, vi algunas huellas en tus cultivos, te han estado vigilando— cuando veo que sus ojos se abren con miedo agrego —no tienes de qué preocuparte yo te mantendré a salvo.—
—Han insinuado que quieren mi tierra— admite —supongo que es porque porque mi granja está al lado de la suya.—
—No la tendrán— le digo con firmeza —eres mi compañera ahora. iré hablar con ellos por la mañana, les haré saber que estás reclamada.—
—¿Crees que funcionará?— si no es así, pensar en otra forma más contundente, para que la dejen en paz.
—Por supuesto— le digo —no tienes que preocuparte por nada.—
no duermo bien esa noche. Sigo pensando en Isabella, en su largo y oscuro cabello, en la forma en que su piel húmeda brillaba en la ducha, cómo tocaba uno de esos grandes y regordetes senos y como jugaba descaradamente con su pezón delante de mí. Pienso en su coño y en la pequeña protuberancia con la que jugo hasta que se corrio.
simplemente no puedo dejar de pensar en ella, así que mi polla está instantáneamente dura. Incluso el acariciarme no detiene el dolor, la quiero en mi cama y debajo de mí, sospecho que no voy a poder dormir mucho hasta que lo consiga.
Así que me quedo despierto la mayor parte de la noche, con la esperanza de qué Isabella tenga otra pesadilla y pueda ir a despertarla, no sucede, está callada y sé que es lo mejor. Quiero que ella pueda dormir bien, sin miedo a nada… Sólo que desearía estar en la cama con ella.
Me despierto antes de amanecer y me dirijo a revisar que los animales tengan que comer. Para cuando sale el sol he reconfiguración los comederos y revisado la maquinaria, cuando voy de regreso a la casa veo que la ventana de la cocina está abierta y en el alféizar están los amigos pájaros de de Isabella, están esperando que les den de comer.
cuando veo el bonito rostro de Isabella levanto la mano para saludarla, después me acuerdo que no debo asustar a sus amigos y la bajo. Entro en la cocina que está cálida y llena de olores deliciosos mientras mi pequeña y linda compañera me está esperando con una brillante sonrisa.
—¿Dormiste bien?— le pregunto y se sonrojas, se ve tímida y adorable.
—Por supuesto, ¿y tú?— No le digo que no pude dormir porque mi cuerpo estuvo toda la noche hambriento por el de ella, que el dolor en mi polla era demasiado abrumador.
—Bien— es lo único que puedo decir.
—¿Deberíamos hablar de lo que pasó ayer?—
—¿Quieres?—
—Realmente no— me responde mientras se muerde el labio y sonrío porque me parece adorable que esté siendo tímida, teniendo en cuenta que es la misma hembra que abrió los labios de su coño para que pudiera verla darse placer.
—No tenemos que hablar de eso hasta que estés lista.—
—¿Te gusta la carne?— pregunta para cambiar de tema y juega con un mechón de su cabello —mi gente tiene una forma de cocinarla, hace un pozo subterráneo llamado imu. Hace que la carne se cocine lento así que queda más tierna y deliciosa, y pensé que ya que vas a estar aquí podría prepararla para ti— ¿Ella quiere hacer esto por mí? me llena de placer él sólo pensarlo, no sólo porque quiere cocinar para mí, porque significa que ha estado pensando en mí como yo en ella.
—Me encantaría que lo hicieras ¿Puedo ayudar?—
—Puedes ayudarme a acabar el hoyo— me dice y se ve más relajada —hay un lugar afuera que sería perfecto, te mostraré— le hago un gesto para que me guíe, ella me sonríe y avanza hacia la puerta.
Segundos después de qué abre la puerta la agarro y la empujo hacia atrás. Dos alienígenas ssithri están parados en la puerta mientras miran a mi compañera con ojos codiciosos.
—No pueden estar aquí— les digo, mi voz baja y mortal. Me pongo frente a Isabella, decidido a mantenerla escondida de su vista —no son bienvenidos en esta tierra— el más alto de los alienígenas se vuelve hacia mí, su expresión es totalmente indescifrable.
—Estoy aquí para hablar con la hembra humana, no contigo.—
—¿En qué puedo ayudarte?— pregunta Isabella y su voz es demasiado amable y educada para mi gusto.
—Mi hijo deseo ofrecer un apareamiento a la humana Isabella.—
—Tengo esposo— dice Isabella indignada. Trata de nuevo de rodearme pero esta vez le paso un brazo por encima de los hombros para acercar a mi costado. Encaja perfectamente y el color de esa pequeña revelación hace que la ira ardiente que me recorre desaparezca.
Casi.
—Edward es mi esposo— puedo sentir la indignación endurecer su cuerpo y la necesidad de protegerla se hace más intensa.
—Hemos escuchado rumores de qué este es un apareamiento simulado— dice el más alto —mi hijo desea ofrecerse para que puedas tener un verdadero compañero— ¿Dónde keffing habrá escuchado eso?
Pienso en el pequeño restaurante y la conversación que tuvimos ahí y quiero patearme. Por supuesto que alguien nos escuchó allí. Es una comunidad pequeña, sin duda ya todos saben que nos íbamos a casar sólo para simular. Todo esto me pone furioso, Isabella es mía. No me importa que ella crea que esto es sólo para simular, ya no lo es para mí, no lo fue desde el momento en que ella entró en ese restaurante.
—Éste es un verdadero apareamiento.—
—No te creemos dice el alienígena.—
Tendré que mostrarles, keffing. Me doy la vuelta para mirarla, ella tiene su cara levantada, así que planto mi boca en la de ella en uno de esos llamados besos humanos.
