Capítulo 7.
Naoki se encontraba meditabundo por lo sucedido en la casa de Watanabe. Habían transcurrido un par de días, y las cosas entre Kotoko y él, subían cada vez más de intensidad. Cuando se encontraban juntos estudiando, él trataba de poner toda su concentración en darle lecciones en las materias en las que peor iba; a pesar que su cuerpo requería algo más de ella.
A partir de ese momento, no podía apartar de su mente las imágenes de los videos para adultos que había visto. Tenía tantas ganas de tener relaciones con su novia, pero entendía que ella era virgen; al menos eso sabía. Trataba de analizar las posibles situaciones que le llevaran a consumar aquel acto, porque quería hacer algo cómodo para ella, pues sería su primera vez. Aunque por dentro, sus emociones y pensamientos se encontraban al recordar el principal objetivo de su relación. Comenzaba a disgustarle la idea de solo usarla.
Gracias tal vez al plan mezquino de su amigo, había podido entablar una relación más cercana con Kotoko, porque aunque la conocía desde hacía muchos años — y hubo una época en donde fueron amigos —, nunca se había querido acercar de nuevo. (posiblemente, no hubiese tenido un pretexto para hacerlo).
Se encontraba en su cama. Leyendo una novela de misterio, la cual venía una historia parecida a la suya con Kotoko. Dejó su libro en su pecho y acomodó una de sus manos atrás de su cabeza.
Empezó a recordar cómo la había conocido y a sopesar los pocos sentimientos que se había permitido experimentar en aquella época. Pues gracias a su madre, aprendió de una forma muy cruel lo que la vida te ofrecía cuando le abrías tu corazón a todo el mundo. Era demasiado pequeño para saber que la gente normalmente solo juzgará el exterior, sin importar tu interior.
Podía responsabilizar a su progenitora por tal hecho. Pero tal vez gracias a Kotoko, una parte de su infancia había sido llevadera. Aunque después, no se había puesto a analizar las circunstancias por las cuales había decidido no hablar más con ella.
A Kotoko la conocía desde pequeño. Sus padres eran amigos desde la infancia. Y aunque se distanciaron un poco, se volvieron a reencontrar en el funeral de Machiko Aihara.
Ellos eran unos niños, apenas tenían seis años. Él en ese entonces estaba superando el mal rato que había provocado su madre al vestirle como niña, sin importar las objeciones de su padre, lo había inscrito al kinder, comprándole uniforme femenino. Eventualmente, a causa de la clase de natación, sus compañeros quienes le adulaban y admiraban, comenzaron a rechazarlo poniéndole sobrenombres desagradables.
Por supuesto, su madre se sintió avergonzada y sufrió junto con él el trauma tan severo que había repercutido en su carácter. Pasando de un niño dulce y risueño, a uno serio y amargado.
Naoki no dejaba que nadie se acercara, cualquier contacto lo sentía incómodo e innecesario, pero al ver a aquella niña de cabellos rojizos, abrazando fuertemente un porta retrato, hizo que bajara la guardia; dejando que ella despertara un poco de empatía por ella en ese momento tan doloroso.
En ese instante, volvió a tener contacto físico con otra persona. Sin importar que no la conociese, se acercó a ella por su propia cuenta pues, la niña lloraba en silencio probablemente para no molestar a su padre quien se encontraba igualmente afectado por la pérdida de su amada esposa.
Sabía a su corta edad que su madre había actuado mal y que en vez de protegerlo, lo había enviado a la boca del lobo al ignorar toda advertencia y hacer su voluntad. Pero aun así, no se veía sin ella; era su madre a pesar de todo.
Suspiró, caminando hacia donde se encontraba la niña, sentándose a su lado en silencio. Ella solo lo miró curiosa, pues no lo conocía. Naoki sonrió al recordar que nunca había visto ojos tan bonitos, tan expresivos que le hizo querer llorar junto con ella. Pero solo le tendió un pañuelo que traía consigo en uno de sus bolsillos. La pelirroja lo aceptó, enjugándose las lágrimas. Ninguno de los dos dijo algo. Él solo se quedó junto a ella, poniendo una mano en su espalda, dándole palmaditas para reconfortarla; así como su padre lo había hecho aquella vez que llegó del kinder llorando por lo que había sucedido.
Los Irie al ver que su hijo solo se acercaba a la hija de Shigeo Aihara cada vez que se reunían, le pidieron que llegaran seguido o por lo menos, dejara a su hija por unas horas para hacerle compañía a su pequeño.
Así fue como Kotoko comenzó a llegar los fines de semana a la residencia de la familia Irie, para jugar con Naoki. Siempre que le veía, le sonreía de una forma brillante. Y el pequeño Naoki la recibía con una media sonrisa.
De pequeña, Kotoko soñaba con ser bailarina, como todas las niñas. Naoki no entendía su fascinación por aquel arte, él solo quería que ella se sentara a su lado a leer algún libro. Pero al parecer, sus intereses estaban lejos de ser los mismos que los de su amiga, pues mientras él podía entender fácilmente algún libro de secundaria, ella pensaba en jugar y perseguir mariposas.
Estaban por cumplir ocho años, ella en septiembre y el en noviembre. Solo un mes los separaba de festejar juntos. Cabe decir que por un momento, Kotoko pensó que ese año sería el más triste de todos pues, su madre había fallecido, por lo tanto, aún siendo una niña había decidido no celebrar nada. Pues le llegaban recuerdos de su madre cantándole feliz cumpleaños y obligando a su padre a cocinar todas las comidas que a ella le gustaban.
Ese año sería diferente, al menos así lo pensaba ella.
Comenzaba el noveno mes. Ella se sentía decaída y a pesar todo lo bueno que le había sucedido, se sentía incompleta. Su madre faltaba ese año. Así que triste, fue hacia el patio trasero de aquella enorme casa y se sentó debajo de un árbol. Con la cabeza escondida entre sus rodillas, comenzó a llorar, extrañaba a su madre más que a nada en el mundo. A esa edad tan corta, tuvo que soportar la carga de perder a la persona que le dio la vida, su compañera de juegos. A su mamá. Envidiaba a Naoki por tener una tan linda, le recordaba a la suya. Por supuesto, no tan efusiva como Noriko, pero sí muy amorosa y atenta.
Sintió una mano acariciar su espalda. Ella miró hacia frente para saber de quien se trataba, volteó su mirada y vio a Naoki observándola curioso.
—¿Por qué lloras? — preguntó
—Extraño... a mi... mamá — dijo Kotoko entre hipidos.
—¿Por eso lloras? — Kotoko asintió — Yo no he llorado desde hace mucho tiempo. No puedo comprenderte Kotoko chan — dijo Naoki con su voz dulce. — ¿Te sentirías mejor si lloro contigo?
Kotoko lo miró sorprendida, los meses que había estado junto con él, habían sido divertidos. A pesar de poner resistencia muchas veces a salir a correr o a hacer actividades físicas, él siempre le acompañaba serio, sin mostrar alguna emoción. Solo con una sonrisa tímida le daba a entender que estaba a gusto.
Kotoko negó enjugándose las lágrimas. Simplemente lo abrazó. Nunca lo había hecho desde que se conocieron, así que aquello fue una novedad para Naoki, quien se sintió extraño ante aquel gesto. Porque en vez de sentirse incómodo, aceptó la cercanía de ella. Era a la única persona en esos momentos a quien permitía que se aproximara tanto. Era su amiga y se prometió en su mente de niño, que jamás quería verla llorar de nuevo.
Gracias a Kotoko, él sabía bailar. Habían cumplido diez años cuando ella pidió que la acompañara en una pieza lenta, solo como un juego. Él recordó con nostalgia como había protestado ante aquello, negándose en repetidas ocasiones a hacerlo.
Solo los ojos triste de Kotoko le hizo cambiar de opinión. Ella dijo que quería aprender a bailar por si le invitaban algún día. En aquel entonces, no existía el internet y mucho menos las computadoras como tal. Así que en un fin de semana se sentaron frente al televisor para ver un concurso de baile que hacían en los programas de variedades de aquella época.
Naoki miraba aburrido el televisor, pero ella estaba entusiasmada. Entonces como un resorte, se levantó del sillón, jalándolo al centro de la sala de estar para intentar imitar a las parejas que bailaban en el programa. Al principio se encontraba reticente, pero conforme los minutos pasaban y la torpeza de Kotoko se hacía presente, comenzó a disfrutar aquello. Tomados de la mano, dando pasos de un lado a otro, moviendo sus cuerpos al son de la música que se escuchaba. Su madre, por supuesto, lo grabó absolutamente todo.
Para él, desde que había conocido a la pelirroja, siempre se sintió cómodo con su presencia pues ella no lo asediaba con preguntas, y cuando no quería seguir conversando de algún tema, ella tampoco le obligaba. En ocasiones le ayudaba a escapar de su madre, escondiéndose de ella, jugando que eran piratas o cualquier cosa que se le ocurriera. Porque hay que aclarar que las ideas siempre provenían de Kotoko.
Cuando estaba por cumplir once años, había descubierto a su madre enseñándole las fotos de cuando él era pequeño a Kotoko. Por supuesto, volvió a sentirse traicionado y sobretodo, por primera vez sintió miedo de la reacción de ella. Desgraciadamente por su memoria fotográfica, no podía olvidar aquel evento bochornoso, así que, imaginó que ella le dejaría de hablar.
Así que solo las miró serio, sin decir ninguna palabra. Pero entonces, Kotoko lo miró y le brindó una sonrisa todavía más bonita que las que siempre le daba cuando lo veía. Y a pesar de las insistencias de Noriko, ella solo fue con su amigo, tomándolo del brazo para salir a dar un paseo por el patio.
Era obvio que Kotoko sentía curiosidad, pero lo conocía bien y sabía que cuando le miraba más frío de lo habitual, significaba que no quería hablar del tema. Así que decidió que era mejor no indagar sobre aquel asunto. Y, aunque no llegó a comprender del todo la relación con su actitud fría, supo que le causaba algo de vergüenza aquel tema.
Pero todo lo que inicia tiene que terminar y comenzando la pubertad, los cambios comenzaban a llegar tanto en Kotoko como en Naoki, nuevos sentimientos y emociones surgían desde el interior de cada uno.
Fue desde ese entonces que él comenzó a alejarse de ella. Pues la Kotoko pre adolescente, no era la misma niña que había conocido. Aunque él era más alto, ella había crecido igual, dejando el semblante de una niña para comenzar a tener rasgos más femeninos.
Con casi trece años, Naoki comenzaba a sentirse incómodo ante la presencia de la pelirroja. Cada vez que ella le sonreía, él sentía un hueco en el estómago que lo tomaba como algo desconcertante. Lo interpretaba como algo incómodo del cual debía alejarse. Pues ella cada vez estaba más bonita, o al menos, comenzaba a verla de esa forma él.
—Ya estamos grandes para que quieras jugar a eso Kotoko — le había dicho Naoki al escucharla que quería jugar twister — No tengo el ánimo de seguir con tus diversiones tan infantiles.
—¡Irie kun, pero nos encantaba jugar de niños! — decía entusiasmada Kotoko, tomándolo del brazo. En seguida él lo quitó bruscamente, dejándola estupefacta. — ¿Qué pasa Irie kun?
Él la miró con el ceño fruncido, no se sentía cómodo a su lado como antes, su cuerpo reaccionaba de manera distinta y por supuesto, cada vez que le veía con otra persona le enojaba. No sabía la razón, pero debía cortar toda relación con esa niña que solo causaba problemas.
—Creo que ya no debemos juntarnos — dijo frío — hemos crecido Kotoko, ¿no crees que es cansado estar soportando las tonterías de una niña como tú? Tengo cosas mejores que hacer que perder el tiempo contigo.
Naoki, nunca había sido frío ni cortante con ella, siempre la ayudaba con todo y le enseñaba muchas cosas que ella no entendía. Kotoko comenzaba a sentir que él le gustaba más que como un amigo y escucharle decir aquello le hizo sentir mal. Si él le decía todo eso era por algo. Tal vez, todo ese tiempo pensó que había sido una molestia, pues aunque no quería aceptarlo, se había dado cuenta que él ya no era el mismo.
Siempre decía estar ocupado, cuando ella llegaba a casa de sus padres, se la pasaba más tiempo con su mamá que con él. Al reunirse, sentía que un muro comenzaba a construirse entre ellos.
—¿Ya no quieres ser mi amigo Irie kun? — trató de no llorar
—Nunca fuimos amigos Kotoko — respondió frío — solo nuestros padres pensaron que jugar juntos nos hacía bien. Supongo que ya no tenemos nada en común...
Dijo aquello sin darse realmente cuenta, hasta que la miró y se dio cuenta de su mirada triste, más que cuando estaba en el funeral de su mamá. Sintió que algo se quebraba dentro de él, quería agregar algo pero no pudo. Guardó silencio, viendo como lágrimas se le escapaban a la niña que tenía frente a él. Recordó su promesa de niño. Quiso acercarse pero ella se alejó. Inclinando su cabeza, se dio la vuelta y jamás regresó.
Se sentía solo después. No tenía a nadie a quien molestar, con quien hacer locuras. Para colmo, su madre dio a luz a otro niño al poco tiempo, dándole una nueva experiencia para cuidar su hermano pequeño y ser un buen hermano mayor. Pero nada se comparaba a los ojos bonitos que había dejado de ver.
Naoki, se sentó en la cama de su habitación. Al recordar aquella parte de su vida, sacó algo de su armario que había ignorado por mucho tiempo. Era una caja de metal que tenía como imagen a las tortugas ninja. Desde que él se había alejado de ella, no había abierto aquella lonchera de nuevo.
Dentro había algunos juguetes, unas cartas de póquer con dibujos en las esquinas. Lo que llamó su atención fue un lazo rojo que estaba junto a una fotografía vieja. Una vaga sonrisa apareció en su rostro, pues reconoció a quien le pertenecía aquella cinta y quienes eran las personas que estaban tomadas de la mano bajo el árbol que aún se encontraba en su casa.
Él cumplía nueve años en esa fotografía. Estaba vestido con una playera color azul con rayas blancas, pantalón de mezclilla y zapatos negros, y Kotoko, estaba ataviada con un vestido amarillo con flores azules, su pelo estaba adornado con una cinta que combinaba perfectamente con su color de cabello su madre les había obligado a tomarse de las manos y a posar de aquella forma frente a la cámara; Kotoko sonreía como recordaba que le gustaba verla y él, tenía una mirada seria pero, a comparación de la actualidad, no estaba vacía.
Recordó entonces que Kotoko le había dado aquel listón como regalo de cumpleaños pues ella no tenía otra cosa para darle. Esa misma tarde, como si se tratase de un preciado tesoro, lo había guardado junto con las demás cosas importantes que tenía en esos momentos. Que apreciando bien el contenido de aquella lonchera, la mayoría de los objetos que en ella se encontraban los había utilizado con ella.
Entonces, si de niño le agradaba ¿por qué la alejó de él?. Se sentó en su escritorio y como una película comenzó a recordar lo que había pasado después.
Kotoko desde aquella vez en que le dijo fríamente que no eran amigos, no se volvió a acercar hacia él. Poco a poco dejó de ir a su casa y en las ocasiones en que sus padres se reunían con otros conocidos que igual tenían hijos de su edad, siempre esperaba que aparecieran los Aihara.
Claro, en ocasiones ellos llegaban y su corazón latía rápido en cuanto la veía. Ella solo bajaba la mirada y trataba de sentarse lo más lejos de él.
Por supuesto, intentó muchas veces hablar con ella, tratar de conversar. Pero ella solo se encontraba distante y esa sensación de vacío en el estómago la confundió con desagrado, comenzando a tratarla de manera despreciable, haciéndola de menos en algunas ocasiones. A pesar que siempre esperaba que entrara por la puerta y volviera a sonreírle como lo hacía cuando eran niños.
Pasaron los años, y conforme el tiempo transcurría, la distancia que el había interpuesto se hizo cada vez más grande. Logrando que ella desapareciera de su vida. Pensaba que era mejor, así no tenía que soportar sus tonterías y niñerías. Pero cada vez que se encontraba solo, sentía nostalgia, quería verla, pero comenzó a acostumbrarse a no hacerlo y por un momento su mente logró suprimir momentáneamente su recuerdo, su risa, su aroma. Todo respecto a ella comenzó a serle indiferente.
Hasta que entró a la preparatoria y la vio. Sus padres sin saberlo lo habían inscrito en la misma escuela. Fue aquella vez en la ceremonia de apertura que se re encontraron de nuevo. Miró a una Kotoko de quince años. Era preciosa, con los ojos marrones igual de bonitos. Él la ignoró, ella solo saludó amablemente antes de irse con su padre. Discretamente la miró, haciendo que ese sentimiento incómodo surgiera de nuevo.
Por obvias razones, Naoki fue conocido desde el primer día como un joven prodigio. Sus califiaciones altas, su memoria eidética y su talento le habían permitido destacar más que los demás. Dando ese aspecto de arrogancia que siempre lo había acompañado, ignorando y despreciando a quien no sentía que estaba a su nivel. Incluyéndola.
Pues a las pocas semanas de haber entrado a la preparatoria. Había tenido intención de saludarle, sin embargo, en ese momento vio como le hablaba a un chico alto y flacucho con una sonrisa radiante, igual a la que a él le brindaba de pequeño. En ese momento la llamó traidora en su mente, pues a nadie más debía sonreírle de esa manera. Se enojó tanto al verla feliz, al saber que él ya no era importante para ella que prefirió mirarla con desdén a ser amable con ella.
Y así transcurrieron dos años de preparatoria, mirándola de vez en cuando, siendo acosado por muchas chicas que realmente no le llamaban la atención. Soportando a su amigo Watanabe y a sus novias que acudían a él con la esperanza que le hiciera cambiar de parecer al terminar con ellas. Los problemas amorosos de su amigo le importaba tanto como la salud de una hormiga.
—A veces creo que te vas a comer a aquella chiquilla — le dijo Watanabe
—¿Perdón? — le dijo confundido Naoki
—Bueno, esa niña es bonita. Claro es tonta, pero eso no importa. — comenzó a reírse descaradamente Watanabe — el cerebro no importa cuando las tienes en la cama...
—No me importa en lo absoluto una idiota como ella. Antes tenía que verla con regularidad. Su padre es amigo del mío.
—¿No te agrada? — preguntó Watanabe con curiosidad — dicen que es muy amigable, aunque pocos han podido acercarse a ella, siempre está a su al rededor ese tipo de peinado anticuado.
—¿Es su novio?
Watanabe lo miró extrañado y un poco divertido, pues Naoki de manera inconsciente, había comenzado a apretar la mandíbula.
—Si no te conociera, diría que estás celoso.
Naoki lo miró con el ceño fruncido.
—Celoso, ¿yo? — bufó — para nada...
Pero la vida daba muchas vueltas, y nunca se puede predecir el futuro. Al inicio del tercer año, la persona que había estado observando desde la oscuridad se encontraba frente a él tendiéndole un sobre color rosa. Él la miró con indiferencia.
—Irie kun, soy Kotoko Aihara de la clase F, sé que no somos amigos, pero en verdad me gustaría que aceptaras esta carta.
De todas las formas posibles que se hubiese planteado de volver a cruzar palabra con ella, jamás se le ocurriría que sucediera de aquella forma. Kotoko, enfrente de todos dándole una carta de amor.
Se sintió observado y nervioso, así que con toda la frialdad que tenía en esos momentos dijo:
—No lo quiero.
La miró con desdén, sin importarle la presión que sentía en el pecho. De todas las personas, debía ser ella quien lo importunara. No quería que ella le diera una carta de aquella forma, como si no le conociera de toda la vida. Pero él así lo había querido.
Y entonces, Watanabe apareció con la grandiosa idea de salir con ella solo para tener relaciones. Él no quería al principio. Realmente su propuesta era estúpida y muy mal intencionada. Pero simplemente, se convenció a sí mismo aquel día que merecía un poco de diversión, y quien más oportuno que ella. Aunque se preguntaba Naoki, ¿Por qué de todas las mujeres de la escuela, la había seleccionado a ella? Era bien sabido que era un chico atractivo y popular, si quisiera andar de cama en cama, lo podría hacer sin problemas. Pero, en ese caso, quien fue sugerida, había sido Kotoko.
En cuanto la besó, aquel día en su cumpleaños. Había descubierto que hacerlo era lo más placentero que había en el mundo. Y ahora como novios, se sentía completo al caminar a su lado, tomando su mano como cuando eran pequeños. Sabía que se había comportado como un idiota y había aceptado formar parte de un plan que podía alejarla para siempre de su vida.
Fue en ese momento, con el listón rojo en su mano que se dio cuenta que no la quería lejos de él. No podía decir que era amor, pero si le gustaba. No, gustar era muy poco, le encantaba estar con ella. Besarla, acariciarla y ver esa hermosa sonrisa que iluminaban sus lindos ojos, le hizo darse cuenta que no quería perderla.
Su novia le gustaba y quería ser su amigo de nuevo. Aunque estaba el tema de tener relaciones con ella para ganar la apuesta, misma que ya le comenzaba a importar un bledo. Frente a Watanabe, con tal que no dijera nada, se mantendría frío y calculador. Mientras encontraba la forma de deshacerse de aquella treta.
En cuanto a Kotoko, trataría de volver a empezar con ella. Había sido grosero con ella, le había hecho una escena de celos y le decía cosas hirientes. Rompía una y otra vez su promesa de niño al hacerla llorar.
Reflexionando en todo lo que habían vivido juntos. Pudo darse cuenta que la incomodidad que sentía, no era más que esos síntomas que una persona siente cuando alguien le gusta. Esa ira al verla con sus amigos, sonriendo, no eran más que celos porque la quería solo para él.
No estaba seguro de amarla, pero si la quería mucho. Desde que eran niños le tenía un sentimiento especial que en un momento de su vida había permitido que se confundiera con algo más desagradable.
Con una sonrisa, guardó de nuevo aquellos objetos dentro de la lonchera de las tortugas ninja que aun conservaba. La escondió como si fuera una reliquia muy preciada y valiosa. Se tendió en su cama de nuevo. Sintiendo una nueva sensación que le daba paz y tranquilidad.
El fin de semana pasó más rápido de lo que se esperaba Naoki. Y en cuanto la vio, supo que estaba haciendo lo correcto en ocultarle sus intenciones al principio. Podía hacer que ella se alejara y era un riesgo que no quería permitirse.
Así que en cuanto la vio, le saludó con un beso, sin importarle quienes le vieran.
—Hola Irie kun — saludó alegre Kotoko
—Hola — respondió con una sonrisa Naoki — Recuerda que después de clases debemos ir a mi casa, no hagas planes.
—De eso quería hablarte... — él enarcó una ceja
—Se nos hace tarde Kotoko, dime de una vez ¿Qué sucede?
—No me desagrada ir a tu casa, sabes que adoro a tu mamá. Pero... — Naoki la miró confundido — No quiero que lo tomes a mal, de verdad...
—Deja de irte por las ramas Kotoko, dime, que pasa. — apremió
—Quiero estar a solas contigo — Naoki dejó de respirar — pensaba que tal vez, podíamos ir a mi casa a estudiar. Mi padre no llegará hoy y estaré sola... No me mal interpretes, simplemente con tu madre al rededor no puedo abrazarte tanto como me gustaría. Quiero que estemos cómodos y estudiemos sin interrupciones.
Naoki salió de su sorpresa y comenzó a respirar de nuevo. Ella solo quería estudiar y abrazarlo, no tenía otras intenciones como él había imaginado. Estaba a punto de decir algo cuando escuchó la voz decepcionada de su novia:
—Sabía que no ibas a estar de acuerdo...
—Por mí está bien. Te veo en la salida ¿De acuerdo?
Ella asintió con una sonrisa, que le iluminaba su rostro. Terminó de convencerse que aquel niño que se encontraba en su interior, no había dejado de quererla ni un solo segundo.
MUCHAS GRACIAS POR SU APOYO, PERDÓN POR NO ACTUALIZAR, HE ESTADO ALGO OCUPADA JAJAJA.
ACABO DE COMENZAR UN TALLER DE CREACIÓN LITERARIA, ESPERO ME AYUDE PARA MEJORAR MI ESTILO Y SOBRETODO, TENERLES MÁS HISTORIAS A USTEDES.
DÍGANME ¿QUÉ LES PARECIÓ ESTE CAPÍTULO? JAJAJA MUY CURSI, NO TANTO... JAJAJAJA, DE VERDAD ME DA GUSTO QUE LO LEAN Y LO SIGAN. UN ABRAZO FUERTE A TODOS.
Jenfer: MUCHAS GRACIAS LINDA, NO TE PREOCUPES, VOY A ACTUALIZAR CON REGULARIDAD, AUNQUE ME LLEVE UN POCO DE TIEMPO. IGUAL SALUDOS DESDE MÉXICO.
caro: MUCHAS GRACIAS A TU COMENTARIO. GRACIAS POR TU IDEA :)
Lolitapl: LOS CELOS, ESE SENTIMIENTO TAN CARNAL QUE A VECES NOS GUSTA Y EN OTRAS OCASIONES NOS FASTIDIA JAJAJA, PERO NAOKI ES UN POSESIVO Y CELOSO DE LO PEOR, PARA MUESTRA: KEITA... JAJAJAJA
Lalaland: GRACIAS LINDA POR LEERME DE NUEVO. JEJEJE PRONTO SABRÁS POR QUÉ... AUNQUE ESPERO Y EN ESTE CAPÍTULO PUEDA DARTE ALGUNAS PISTAS JAJAJA.
MUCHAS GRACIAS A TODOS. NO OLVIDEN DEJARME UN REVIEW, SABEN QUE ME ENCANTA LEERLES.
HASTA LA PROXIMA.
MELINA.
