Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Hoodfabulous, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to Hoodfabulous. I'm only translating with her permission.


Capítulo 7

Qué Traigan la Lluvia

"A veces me pregunto si vale la pena luchar por el amor,

pero entonces recuerdo tu rostro y estoy listo para la guerra."

~Autor Desconocido~

—¡Ponlo en tu boca, Bella!

—¡No, Emmett! Huele raro...

—¡Te encantará! ¡Solo pruébalo! —dijo Emmett.

—Se ve raro... —dije.

—Vamos. No seas tan cobarde. Ponlo en tu boca y deja que fluya el jugo, nena. Trágalo. Sé que puedes hacerlo.

—Jamás he visto una carne tan oscura.

—No tengas miedo de la carne oscura. Es la mejor. Sabes lo que dicen... mientras más oscura la mora, más dulce el jugo.

—Como mujer negra, me ofende ese comentario —bromeó mi amiga Angie, fingiendo fulminar con la mirada a Emmett. Ella echó su largo y sedoso cabello negro sobre su hombro, sus ojos castaños brillando.

—Está bien... lo haré —cedí con un profundo suspiro, probando un delicado bocado de sándwich que Emmett me ofrecía.

Se veía como un sándwich de barbacoa común... excepto que no lo era. Él me miraba con una mezcla simultánea de asombro y seriedad. Pero, ¿quién puede tomar en serio a una persona que vestía pantalones de camuflaje y una camiseta que decía "Cuando los zombis lleguen, te haré tropezar"?

—Tiene un sabor fuerte —gruñí, contrayendo el rostro con asco—. Y no es bueno. Es asqueroso. ¿Qué demonios es esto?

—¡Mapache a la parrilla! —se jactó con gusto, cerniéndose sobre mí en la terraza trasera de nuestra casa frente al lago—. Hecho por este servidor.

Señaló con un pulgar a su enorme pecho musculoso mientras mi rostro palidecía, un nudo grueso de barbacoa atascado en mi garganta.

Con arcadas, me levanté rápidamente de mi silla, corrí por la terraza, y me incliné sobre la barandilla de madera. Mi estómago se revolvía mientras escupía y vomitaba. Emmett, Alice, y Angie estallaron en carcajadas mientras yo maldecía y tenía arcadas antes de tomar la cerveza olvidada de alguien en la barandilla, haciendo buches en mi boca para luego escupirla.

—¡Te voy a matar, Em! —grité, saltando sobre su espalda como una mono araña, golpeándolo con mis puños mientras él se reía.

Al ser fácilmente tres veces más grande que yo, Emmett me apartó de su espalda fácilmente y me sentó en mi silla, dejándome resoplando y mirándolo con furia en mi asiento.

Había pasado una semana desde la búsqueda y encuentro de mi hermana en la fiesta de Tanya Daniels. Alice eventualmente se quedó dormida en el viaje a casa sin soltar más desvaríos. Kate me ayudó a llevarla a la cama esa noche. Cuando Alice se despertó a la mañana siguiente, fue como si no hubiera pasado nada. Yo había tenido mucho miedo de mencionarlo de nuevo. Visiones del chico rubio tratando de seguirnos seguían pasando por mi mente de vez en cuando. Si él estaba relacionado con la familia Cullen de alguna manera, era mejor que Alice no lo supiera.

Era bastante imparcial cuando se trataba de los Cullen. No estaba segura de a quién culpar por la muerte de mi padre, pero Alice era diferente. Ella los culpaba a todos... con gusto. La mera mención del nombre Cullen la ponía frenética. Alice los odiaba no solo por la muerte de nuestro padre, sino que también por la partida de nuestra madre. No, era mejor que ella no supiera la posible identidad del chico rubio.

La semana pasó bastante bien. No hubo más llamadas telefónicas de Garrett para "Cassie", lo que pareció decepcionarla un poco por la forma en que se veía deprimida en la pastelería.

Resultó que la preocupación por nuestro cheque faltante fue en vano. Después de llamar a la oficina de Seguridad Social, hablé con un representante que prometió resolver todo con nuestro cheque faltante. De alguna manera, fue depositado en la cuenta de otra persona. El dinero se colocó en mi cuenta el miércoles. Pagué todas las facturas a tiempo, sacándome un gran peso de mis hombros.

Nana Swan se sintió mucho mejor y regresó a trabajar el martes con una enorme sonrisa en el rostro. Seguía negándose a discutir el tema de la caja fuerte que me había obligado a tomar.

Había encontrado el lugar perfecto para esconder la caja fuerte de Nana, aunque fue un poco difícil de meterla. Simplemente envolví la caja fuerte en varias bolsas de basura y la enterré bajo un enorme roble cerca de un pequeño arroyo que corría cerca del límite de nuestra propiedad. Una vieja y oxidada cerca de alambre de púas marcaba dónde terminaba nuestra propiedad. Até una pequeña cinta rosa en el alambre junto al árbol para recordar dónde estaba ubicada la caja fuerte.

Era viernes por la noche y todos estábamos reunidos en la terraza trasera de nuestra casa. Era un viejo ritual que no habíamos practicado en un tiempo. Emmett declaró que era una noche de libertinaje con consumo de alcohol siendo menores de edad y consumo gratuito de drogas. Nada pesado, por supuesto. Solo un poco de marihuana, cortesía de Benjamín, que estaba durmiendo en una tumbona.

Habíamos revisado su pulso varias veces. Angie incluso le puso un polvo compacto bajo la nariz para asegurarse de que seguía respirando. Aunque se veía un poco muerto, estaba muy vivo.

Alice tuvo la brillante idea de dibujar en su rostro mientras estaba inconsciente. Ella estaba sentada en su regazo con un delineador de ojos líquido en su pequeña mano. Tenía dibujado un bigote tipo Hitler sobre sus labios, y Emmett incluso se turnó para escribir "Amo a los Bizkits" en su frente. Angie estaba ocupada tomando fotos de él con su teléfono, y publicándolas en Facebook mientras se reía malvadamente por lo bajo.

Para decirlo simplemente, estábamos teniendo una noche de viernes increíble... al menos hasta el incidente del mapuche.

—No te enojes conmigo, Bella. —Emmett se rio mientras yo lo seguía fulminando con la mirada—. Esos mapaches son jodidamente malignos. Merecían morir. Estaban comiendo las verduras del jardín de Nana, así que coloqué una trampa y los libré de su miseria. Fue muy humanitario, de verdad —declaró Emmett, soltando un eructo repugnante.

—He escuchado que son animales muy limpios —bromeó Alice, dándose vuelta donde se encontraba sentada en el regazo de Benjamín y sonriendo ante la expresión perturbada en mi rostro.

Alice estaba dibujando un intrincado tatuaje parecido a una telaraña en el cuello de Benjamín con el delineador de ojos mientras él roncaba. Dibujar una vez fue mi pasatiempo favorito, el cual fue resucitado por cierta persona de ojos verdes que permanecería anónima, pero todos sabían que Alice era la verdadera artista en la familia.

—Creo que comen mierda. ¿Cómo es eso limpio? —gruñí.

Tomé mi vaso rojo y tomé un trago mientras Alice terminaba su obra de arte y abandonaba el regazo de Benjamín. Se unió a Angie y a mí en la mesa. Emmett se apoyó contra la barandilla de la terraza sonriendo como una zarigüeya.

—Angie, pon un poco de esa música hip-hop de la vieja escuela —gritó Emmett, quitándose la camiseta para revelar su enorme pecho—. Algo con lo que pueda bailar. Preparen sus teléfonos, chicas. Estoy listo para mostrarles algo épico.

Angie puso los ojos en blanco, pero hizo lo que pidió. Lentamente caminó hacia el interior de la casa a través de las puertas de vidrio corredizas. Los altavoces exteriores comenzaron retumbar con una canción familiar, el sonido reverberó sobre el lago en calma y llenó el profundo y tranquilo bosque con la letra de T-Pain.

Me reí, olvidando mi enojo momentáneo con mi primo, y tomé mi teléfono y comencé a grabar. Em caminó seductoramente hacia donde se encontraba Benjamín, despatarrado en la tumbona, con la cabeza inclinada hacia un costado. La boca de Benjamín estaba abierta y roncaba fuertemente, un rastro de baba goteaba de una comisura de su boca.

Em se sentó a horcajadas sobre sus piernas, meciendo las caderas de un lado a otro al ritmo de la música. Tomando un puñado de cabello de Benjamín, comenzó a contonearse hacia el rostro dormido de Ben. El chico inconsciente nunca se despertó. Batiendo sus pestañas, Emmett comenzó a girar su camiseta al estilo helicóptero por encima de su cabeza al ritmo.

Em soltó los rizos oscuros de nuestro primo y observó cómo su cabeza caía a un costado. Emmett lentamente se dio la vuelta, de espaldas a Benjamín, y se puso de cuclillas sobre su regazo. Sonriendo para las cámaras, comenzó a mover frenéticamente su trasero en el regazo de Ben mientras estallábamos en carcajadas.

—¡Estoy enamorado de una stripperrrrr! —cantamos en un coro fuera de tono.

Em se dio la vuelta, apoyó una bota en el apoyabrazos de la silla, y comenzó a embestir su entrepierna hacia el rostro borracho y dormido de Benjamín. Em miró por encima de su hombro y sonrió, mostrando sus dientes blancos y lamiéndose los labios para las cámaras.

—¡YouTube, Facebook, esto estará en todas partes! —Alice se rio, sosteniendo el teléfono el aire mientras grababa el baile provocativo de Emmett.

Em agarró la cabeza de Benjamín de nuevo, embistiendo y gimiendo fuerte, echando la cabeza hacia atrás en fingido éxtasis. Sonaba más como un perro aullando y moribundo que otra cosa. Las lágrimas caían por mi rostro mientras me reía.

Después de que terminó la canción, Em tomó el delineador de ojos de la mesa y escribió "Ped-o-filo" en las mejillas de Benjamín antes de estar completamente satisfecho con la inevitable humillación de nuestro primo.

—Pongámoslo en uno de los flotantes y veamos cuánto tiempo tarda en despertarse y darse cuenta que se encuentra en el medio del lago —sugirió Emmett, sus ojos marrones centelleando ante su brillante idea.

—Eh, ¿y si se despierta, cae en el lago y se ahoga, Em? —pregunté ya que yo parecía ser la única voz razonable dentro de nuestro grupo.

Emmett me miró con enojo.

—Eres una aguafiestas, amiga.

—¿Por qué? ¿Porque no quiero que mi primo se ahogue? —espeté, poniendo los ojos en blanco y encendiendo un cigarrillo.

Normalmente no fumaba mucho, excepto por algún que otro porro, pero a veces cedía y fumaba un cigarrillo, sobre todo si había estado bebiendo.

—Quizás ya esté muerto —comentó Angie—. No lo he visto respirar en un minuto.

Todos dejamos lo que estábamos haciendo para mirar a Benjamín quien, eventualmente, soltó un ronquido parecido al de un oso pardo.

—Nah, está bien —murmuré, dando una calada profunda, echando la cabeza hacia atrás y observando el humo que salía de mi boca en el tranquilo aire de junio.

—De acuerdo, ¿qué tal si lo ponemos en la balsa inflable y lo empujamos en la piscina? —sugirió Em, ansioso por humillar a nuestro primo aún más, y muy posiblemente queriendo aterrorizarlo hasta la muerte—. De esa manera, si se cae, podemos llegar a él a tiempo.

Colocándose su camiseta de zombis, nos lanzó una sonrisa perversa. Todos nos sentamos en silencio por un momento e intercambiamos miradas pensativas antes de que finalmente hablara.

—Eso funcionará —declaré con un asentimiento.

Emmett soltó un grito de batalla mientras levantaba a Benjamín de donde se encontraba y lo arrojaba sobre su hombro como si no pesara nada. Ben jamás se inmutó.

Seguimos a Emmett hacia la pequeña piscina rectangular cerca del lago, riéndonos mientras él gentilmente ubicaba a Benjamín en la balsa, incluso acunando su cabeza para no lastimarlo. Emmett y yo lo empujamos desde el borde de la piscina hacia el agua, riéndonos mientras la acción hizo que Benjamín roncara más fuerte.

Alice y Angie siguieron grabando con sus teléfonos mientras él flotaba pacíficamente bajo la luna blanca y gorda de Mississippi. La balsa formaba pequeñas ondas sobre la superficie del agua.

Nos sentamos alrededor de la piscina por un rato, balanceando nuestros pies en el agua fría mientras charlábamos y esperábamos con anticipación a que Benjamín se despertara y tuviera su inevitable ataque de nervios.

Alice y Angie publicaron sus videos en línea. Yo no lo hice porque creía firmemente que Facebook era el diablo. Si vivieras con Alice Swan, estarías de acuerdo. Verla acechar a la gente en la aplicación móvil por horas y horas era suficiente para hacer que alguien se arrancara los pelos con frustración.

En vez de publicar vídeos, pasé mi tiempo mirando con cautela a mi primo. Él dormía contento en la balsa amarilla banana con un flotador infantil rosa alrededor de su cabeza, cortesía de Emmett.

Todo quedó en silencio por un rato mientras miraba fijamente la manta de estrellas que colgaban sobre mí. Comencé a identificar silenciosamente mis constelaciones favoritas, lo cual me recordó de inmediato a alguien en quien preferiría no pensar. Apartando su rostro de mi mente, seguí mirando el centelleo de arriba.

El repentino movimiento de mi hermana a mi izquierda me sacó de mis pensamientos. Alice dio un salto desde donde se encontraba sentada cerca de la piscina, sacando sus delicados pies del agua mientras se ponía de pie en toda su altura, poco más de un metro y medio. Al mirarla confundida, noté a la luna directamente detrás de ella. Su cuerpo era una mera silueta enmarcada en el medio del gigante orbe brillante.

Una expresión salvaje y escalofriante pasó por su rostro, provocándome escalofríos. Angie lo notó también y me lanzó una mirada preocupada. Angie y yo gritamos cuando un repentino relámpago atravesó el cielo, iluminándonos por completo a todos con una luz blanca brillante antes de desvanecerse. Fue seguido por un trueno ensordecedor que hizo temblar la tierra a nuestro alrededor. Alice permanecía quieta, mirando al vacío.

—Está aquí... La tormenta está aquí —murmuró Alice, sus ojos fijos en la nada.

Miré con inquietud a nuestro pequeño grupo y me encontré con caras ansiosas similares a la mía. Las extrañas predicciones de mi hermana ponían especialmente nervioso a Emmett. Sus cejas estaban fruncidas con preocupación mientras también miraba a Alice. Ella permanecía quieta como una estatua, como si estuviera en trance.

Agarré la mano de Alice, sacudiéndola ligeramente e intentando traerla de regreso de cual fuera el planeta en el que se encontraba. Alice pareció regresar al presente ya que abruptamente bajó la mirada hacia mí.

—¿Qué? —espetó, resoplando y cruzándose de brazos.

No tuve la oportunidad de responder, no que hubiera sabido qué decirle de todos modos, porque su teléfono comenzó a sonar, alertándola de un mensaje entrante. Alice corrió hacia la mesa donde se encontraba su teléfono. Lo tomó y se sentó en una silla mientras que Emmett y yo intercambiábamos miradas de preocupación. Emmett se encogió de hombros, girando la cabeza hacia el cielo con el ceño fruncido, y miró cómo las nubes de tormenta se acercaban lentamente por delante de la luna blanca.

—¡Oh, mierda! —siseó Alice, mirando fijamente a su teléfono—. Mike Newton acaba de enviar un mensaje grupal contándole a todos que algunos chicos de Birchwood están en Mayhaw tratando de buscar problemas...

La voz de Alice se fue apagando mientras Emmett y yo nos poníamos de pie y caminábamos hacia donde ella estaba sentada. Su rostro lentamente se puso rojo, iluminado por las pequeñas luces que rodeaban la piscina.

—Incluyendo a los Cullen —terminó, sus ojos oscuros moviéndose hacia los míos.

Los labios de Alice estaban fruncidos y sus pequeños rasgos se veían completamente amenazantes mientras sus palabras eran asimiladas. Mi cuerpo se tensó, la sangre en mis venas de repente se sentía tan fría como el hielo. ¿Los Cullen estaban en Mayhaw? ¿Podría estar... él en Mayhaw? Y si lo estaba, ¿era por ?

Intenté llamar la atención de Angie discretamente con mi mirada, pero ella estaba tan absorta con la expresión en el rostro de Alice que nunca miró en mi dirección. Además de Kate, Angie era la única a quien había confesado mi atracción secreta. Como Angie tenía una atracción secreta también, sabía que sería comprensiva y no juzgaría mi predicamento.

—¿Los Cullen en Mayhaw? ¡Sí, carajo! ¡Eso es todo lo que necesito escuchar para que mi noche sea jodidamente perfecta! —declaró Emmett con una sonrisa.

Emmett no necesitaba mucho para entusiasmarlo. Un poco de hierba y mucha cerveza, y él estaba dispuesto a lo que fuera, incluyendo una buena pelea. Personalmente, evitaba pelear a toda costa. No podía culparlo por pensar de esta manera... realmente que no. Cuando vivías en un pequeño pueblo sureño, no había mucho más que hacer además de besar, maldecir, beber, fumar, y pelear. Y Emmett lo hacía todo. Disfrutaba de todo ello.

Fue mi teléfono el que sonó entonces y escuché a Emmett maldecir y quejarse. Sacó su propio teléfono de su bolsillo y lo sostuvo en el aire como si intentara conseguir una señal, seguramente molesto por haber quedado afuera del chisme de alguna manera. Comenzó a mascullar que no tenía señal en el móvil. Saqué el teléfono de mi bolsillo y miré a la pantalla para ver la boca de pato de Kate resplandeciendo en mi mano. No podía comprender por qué todos hacían esa estúpida cara en las fotos.

—¿Hola? —murmuré, mi mente todavía daba vueltas sobre el hecho de que los Cullen estaban en Mayhaw.

Emmett seguía despotricando y delirando.

—Bella, ¿dónde estás? ¿Emmett y Benjamín están contigo? —preguntó Kate con inquietud.

Su voz sonaba anormalmente nerviosa y al borde de las lágrimas, lo que me hizo enderezarme en mi silla y fruncir el ceño al ver la mirada de Emmett.

—Estoy en casa. Sí, están aquí, pero Benjamín está... indispuesto en estos momentos —dije, mirando a Benjamín, que seguía flotando pacíficamente en la piscina, sus largas extremidades colgando flácidas por los bordes mientras roncaba con fuerza.

Kate comenzó a murmurar y llorar antes de que escuchara un chillido casi infantil salir de su boca con el distintivo sonido de una pelea de fondo. El terror me invadió, lo que me hizo ponerme de pie de un salto. La sangre abandonó mi rostro al escuchar que se estaba produciendo una pelea. Agarré el teléfono en mi mano y comencé a caminar de un lado a otro frenéticamente mientras todos me miraban con preocupación.

—¿Hola? —dijo una voz masculina desconocida.

Kate gritó de fondo.

—¿Quién eres? ¿Dónde está Kate? ¡Ponla al teléfono ahora mismo! —grité frenéticamente, encontrándome con la mirada confusa de los demás.

—Pfff. Kate está bien. Ella solo no quería soltar el teléfono —La voz se rio, sonando ligeramente borracha.

Sus palabras hicieron que bajara el ritmo y me detuve en seco, mi corazón martillando en mi pecho.

—Será mejor que no lastimes a Kate —siseé y mi frente comenzó a sudar frío.

Sequé la humedad de mi rostro con el dorso de la mano, me alejé de los ojos curiosos de mis parientes y esperé una respuesta. La voz masculina ignoró mi demanda.

—Dile a Emmett y a Benjamín que nos encuentren en la vieja estación de tren. Tenemos asuntos que tratar. Y será mejor que vengas con ellos, eso si quieres volver a ver a tu prima.

Con eso, terminó la llamada, dejándome parada allí con la boca abierta. Presioné con mi pulgar el nombre de Kate frenéticamente en la pantalla del teléfono, esperando impacientemente que ella o la voz masculina contestara, pero fue directo al buzón de voz. El deseo de gritar de frustración era abrumador, pero traté de mantener la calma porque una vez que se lo contara a Emmett, Angie, y Alice lo que estaba pasando, se volverían locos.

—¿Qué está pasando? —preguntó Alice, sus ojos abiertos como platos mientras estudiaba mi expresión.

—Creo... Creo que los Cullen tienen a Kate. —Jadeé, frenéticamente tratando de llamarla una vez más, maldiciendo por lo bajo cuando me llevó directo al buzón de voz de nuevo.

—Un tipo tomó su teléfono. Están en la vieja estación de trenes. Quiere que tú y Benjamín lo encuentren allí. —Miré a Emmett mientras decía esto.

—¡Mierda! —exclamó Em, dejándose caer de rodillas, estirándose hacia la piscina y jalando de la cuerda blanca que colgaba al costado de la balsa en la que Benjamín dormía.

Acercando la balsa hacia el borde de la piscina, Emmett comenzó a sacudir a Ben y a gritar su nombre. Benjamín siguió roncando pacíficamente, sin darse cuenta del posible secuestro de Kate. Emmett se puso bastante nervioso, tomando el costado de la balsa y levantándola, arrojando a Ben al agua fría y clara.

Ben salió del agua, tosiendo y escupiendo. Su rostro estaba lleno de sorpresa y luego de ira. Los rizos negros, normalmente despeinados, de su cabeza estaban pegados a su rostro. Sus ojos marrones se movían de un largo a otro con malicia. El delineador de ojos se corría por su rostro y cuello, dejando un desastre negro en su piel.

—¡¿Qué demonios?! —gritó, y sus ojos se fijaron en los de Emmett con acusación.

—¡Los Cullen tienen a Kate en la vieja estación de tren! ¡Vamos! —gritó Emmett, su voz teñida de pánico.

La ira desapareció del rostro de Ben. Sus ojos pasaron de estar entrecerrados a abiertos con sorpresa y luego con horror mientras las palabras de Emmett se asimilaban. Lentamente, se abrió paso en el agua hacia los escalones de la piscina. Su ropa estaba pegada a su cuerpo mientras emergía del agua.

—¡Llamen a todos los que puedan! —gritó Em por encima de su hombro, corriendo detrás de Benjamín y subiéndose a su camioneta.

Se alejó a toda velocidad por el largo camino de entrada. La camioneta viró violentamente a una velocidad alarmante. Me encogí, aterrada de la idea de que mis primos estrellaran el vehículo en su prisa.

Alice y Angie de inmediato comenzaron a publicar actualizaciones de estados en Facebook, alertando a todos de lo que estaba pasando en la vieja y abandonada estación de trenes. Yo estaba demasiado frenética para llamar a alguien. Mis manos temblaban ante la idea de que Kate pudiera estar herida. Alice murmuró que envió un mensaje grupal a todos en su teléfono mientras las tres cruzábamos el césped a toda velocidad, subiéndonos en mi Jeep. Había dejado la capota abajo, lo que normalmente hacía en verano. El aire olía a lluvia, pero no tenía fuerzas para preocuparme por una posible lluvia torrencial en ese momento.

—¿Estás bien para conducir? —Angie preguntó en voz baja mientras mi Jeep cobraba vida.

Asentí con tristeza, pensando en Kate. En ese momento, juré por la tumba de mi padre que si alguien la lastimaba, lo mataría. Mi cuerpo estaba en piloto automático mientras cambiaba de marcha y pisaba el acelerador.

Llevando al Jeep al límite, volamos por las viejas carreteras rurales hacia la estación de trenes que se encontraba cerca del límite del pueblo, cerca del río Tombigbee. El viento golpeaba mi cabello largo contra mi rostro, dejándolo dolorido y ardiendo.

Nos detuvimos en la vieja estación de trenes, la cual había sido abandonada años atrás. Se había convertido en un lugar donde los chicos locales se reunían y disfrutaban de beber cerveza los fines de semana y pintar grafitis en el viejo edificio de madera. Los chicos de Mayhaw estaban de un lado y los chicos desconocidos de Birchwood estaban del otro.

Me detuve junto a los coches que me resultaban familiares de los chicos con los que iba a la escuela. Vi la camioneta de Kate estacionada precariamente cerca de la estación de trenes, con la puerta entreabierta. Podía ver que el vehículo fue abandonado por la luz tenue que brillaba desde el interior de la camioneta donde no había nadie sentado.

La enorme camioneta roja de Emmett estaba estacionada al lado. Cuando llegamos a la estación, unos faros delanteros brillaban en mis espejos retrovisores. Los vehículos pasaron detrás de mí mientras estacionaba junto a donde estaban Emmett y Benjamín cerca de su camioneta. Solté un suspiro de alivio cuando noté que Emmett tenía un brazo alrededor de una Kate que sollozaba. Las gemelas PCR, Jessica y Lauren, se encontraban junto a Kate, mirándola sombríamente.

Kate era una de las personas más fuertes que conocía. Kate tenía que ser fuerte; ella era llevada a la estación de policía constantemente para ser cuestionada por las supuestas actividades ilegales de su padre. Mi corazón se encogió. Se necesitaba mucho para hacer llorar a Kate.

En el medio del estacionamiento de tierra había dos chicos, uno de los cuales reconocí de inmediato. Era el mismo chico de pelo desordenado de la fiesta en Birchwood, el mismo chico de la fiesta en Mayhaw... el mismo chico que Alice dijo que era el hombre de sus sueños. Jasper Hale.

De pie a su lado estaba un chico de mi edad. Medía un metro ochenta con cabello rubio oscuro peinado hacia atrás, lo que le daba el aspecto de una versión más joven de un vendedor de coches. El brillo maligno en sus ojos azul pálido me hizo tragar nerviosamente. Él y Jasper miraban con desagrado a Emmett.

Me encontré observando todas las caras de los otros chicos que se encontraban detrás de ellos, buscando en vano el rostro de Edward. ¿Por qué? Honestamente, esperaba en secreto que estuviera aquí así podía egoístamente echarle un vistazo más a su hermoso rostro. Pero también estaba aterrada de verlo. Si él estuviera aquí, y no supiera mi verdadera identidad, lo sabría al final de la noche. La verdad de eso me pesaba mucho y me invadió un alivio y una tristeza mientras me daba cuenta que su rostro no estaba entre el grupo de chicos frente a nosotros.

Eché un vistazo hacia atrás nerviosamente y me encontré con los ojos solemnes de Angie, sacudiendo la cabeza ligeramente ante su pregunta silenciosa. No, él no estaba aquí. El alivio fue evidente en su rostro cuando me alejé de ella. Los ojos de Alice estaban fijos en donde Jasper estaba en el medio del estacionamiento. Su rostro ya no mostraba felicidad y anhelo al verlo. No, sus ojos solo mostraban odio y venganza.

—Alice, quédate en el Jeep —ordené en un tono firme.

Ella frunció sus pequeños labios con fuerza, sin dejar de mirar al tipo en el medio del estacionamiento. Alice asintió con la cabeza minuciosamente, pero eso solo me hizo dudar. Mi hermana nunca era buena siguiendo órdenes.

Me bajé del Jeep con Angie trepando sobre el asiento rápidamente detrás de mí. Caminando hacia Emmett, tomé la mano de Kate y la aparté de los brazos de mi corpulento primo. Ella soltó mi nombre en un jadeo, rodeándome con sus brazos. Su maquillaje normalmente perfecto estaba ligeramente corrido, dejando sombras oscuras debajo de sus ojos. El cuerpo de Kate temblaba en mis brazos mientras le daba un fuerte abrazo.

—¿Qué diablos está pasando? —pregunté, mi voz sofocada contra su cuello.

—Jess, Lauren y yo estábamos pasando el rato en la plataforma cuando llegaron —murmuró, apartándose de mí y secándose la nariz con el dorso de la mano—. Me exigieron que llamara a Emmett y a Benjamín. Cuando no contestaron, te llamé a ti.

—¿Qué quieren? —susurré, mi mirada yendo hacia donde se encontraban los dos chicos.

—No lo sé. No me lo quisieron decir. Solo dijeron que necesitaban hablar. —Se encogió de hombros, estremeciéndose levemente—. El tipo fue bastante brusco, me agarró del brazo, pero Jasper lo detuvo.

—¿Qué demonios quieres, Royce? —Emmett gritó de repente, alejándose de nosotros y acercándose a los dos chicos en el medio del estacionamiento—. ¿Para qué nos llamaste aquí?

—¿Por qué los llamé a todos aquí? —El tipo con el cabello peinado hacia atrás llamado Royce se rio—. ¿Quieres decir que no lo sabes? Te llamé aquí porque se rompieron las reglas sobre los límites.

Mi corazón se detuvo. Los ojos de Kate se encontraron con los míos ni bien las palabras salieron de la boca de Royce. Mi rostro palideció y el de Kate también. Un terror frío me consumió cuando me di cuenta que las dos habíamos sido descubiertas.

—¿De qué están hablando? —preguntó Emmett, deteniéndose en seco a solo unos metros de donde se encontraban los dos chicos—. No rompimos ninguna regla. ¿Y qué te importa a ti si lo hicimos? No eres un Cullen.

—No, no soy un Cullen —confirmó Royce—. Pero trabajo para ellos. ¿Honestamente no sabes que las reglas se rompieron? Y no dije que la familia Swan rompió las reglas. Piensa en eso, hace unos dos años.

Mi corazón se detuvo cuando las palabras salieron de los labios del tipo. El grupo de chicos de Mayhaw que se formó a nuestro lado se giró para mirarme. Me invadió un alivio y una vergüenza simultáneamente. Estaba aliviada porque nuestra aventura en Birchwood seguía siendo un secreto. Aún así estaba avergonzada porque había creído durante los últimos dos años que nadie sabía sobre mi madre y James Cullen. Había asumido mal. Maldije suavemente por debajo de mi aliento mientras los ojos azul pálido de Royce se centraban en mí.

—¿Es ella? ¿Es Bella Swan? ¿Hija de Renée Swan? —preguntó con una sonrisa siniestra en su rostro.

—¿Qué quieres con ella? —exigió Emmett, su rostro enrojeciendo de manera alarmante mientras cerraba los puños a sus costados—. Bella no es la guardiana de su madre. Ella no tuvo nada que ver con lo que hizo su madre. Y fueron los Cullen quienes rompieron la regla de los límites, no la familia Swan.

—No importa quién rompió esa regla. El hecho es que las reglas se rompieron. Y no estoy aquí para discutir sobre James, Renée, o Bella. Estoy aquí en nombre de Edward Cullen —dijo el tipo arrastrando las palabras, sonriéndome con picardía mientras su mirada pasaba de la mía horrorizada a la de Emmett repentinamente llena de confusión.

—¿Edward Cullen? ¿Qué diablos quiere? —preguntó Emmett.

—Él quiere avisarles a todos. —Royce sonrió mientras sus ojos se encontraron con los de Jasper y los dos bastardos se sonrieron el uno al otro—. Él vendrá al pueblo pronto y quiere que todos recuerden que las reglas ya no se aplican. Las reglas ya no se aplican desde hace un tiempo. No pueden hacer una mierda por su presencia en Mayhaw.

—¿Vendrá a Mayhaw? ¿Es eso una especie de amenaza? ¿Quiénes son ustedes, cadetes de los Cullen? —Benjamín finalmente habló, mirando enojado a los dos chicos.

—Preferiría ser un cadete de los Cullen que estar asociado con un Swan cualquier día. —Se rio, sonriéndome—. Ustedes, no son nadie. Aro sigue vendiendo marihuana barata cuando los Cullen han pasado a cosas mucho mejores.

La simple declaración de Royce lo decía todo. Me decía todo lo que necesitaba saber sobre los Cullen. Me decía que eran mucho más que traficantes de marihuana, posiblemente fabricantes de metanfetaminas u otra droga igualmente destructiva. Abrumada por el asco, sacudí la cabeza y fulminé con la mirada a los chicos.

—¿Qué quiere en Mayhaw? ¿Qué asuntos tiene aquí? —exigió Emmett, haciendo que Royce y Jasper se rieran.

—No estoy seguro, pero se dice que anhela conocer a la hija del hombre que mató a su padre. —Se burló Royce, con sus ojos pequeños y malvados fijos en los míos.

Mi corazón dio un vuelco en mi pecho y el sudor cubrió mi frente.

—¿Está planeando... lastimarme? —hablé finalmente, respirando hondo mientras lo que parecían ser miles de ojos me miraban.

—¿Lastimarte? No, tengo la sensación de que sus intenciones para ti son completamente deshonrosas, pero no tienen nada que ver con lastimarte. —Sonrió, mirando a Jasper.

Los dos compartieron unas carcajadas a mi costa. La insinuación de Royce quedó en el aire y yo con la boca abierta de la sorpresa al escuchar a aquellos a mi alrededor jadear ante su declaración.

—¡Hijo de perra! ¡Dile a Edward Cullen que se mantenga lejos de Bella! —gritó Emmett, lanzándose hacia Royce y golpeándole el costado de la cara con su enorme puño.

Se desató el infierno cuando los chicos de ambos bandos corrieron hacia adelante maldiciendo y gritando. Sus cuerpos chocaron entre sí y se perdieron en un mar de brazos y piernas mientras comenzaban a darse puñetazos y patadas. Me tambaleé hacia adelante, pero Kate, Angie e incluso Alice, quien por supuesto se bajó del Jeep, rápidamente me sujetaron. Grité para que la pelea se detuviera, maldiciendo y luchando para zafarme de las chicas que seguían sujetándome.

Por alguna razón, entre las peleas, los gritos, las maldiciones, y el polvo que se levantaba en el enorme tumulto que se desarrollaba frente a nosotras, mis ojos se sintieron atraídos por un viejo y potente coche negro. El estilo de la carrocería me decía que era un Shelby Mustang modelo de finales de los sesenta o principios de los setenta. Era elegante y su superficie brillaba bajo la luz de la luna. Era hermoso, y su propietario lo cuidaba bien, posiblemente lo reconstruyera él mismo. En el fondo de mi corazón, sabía que ese coche le pertenecía a Edward Cullen.

Alejándome de las chicas, crucé lentamente el estacionamiento, pasando entre los chicos que peleaban y me prestaban poca atención. Sentía sus ojos penetrarme a través del cristal oscuro mientras me acercaba al coche. A un metro del coche, comencé a volverme loca.

—¡Sal de allí y enfréntame, idiota! —grité, agitando los brazos—. ¿Quieres verme? ¡Bueno, aquí estoy! ¿Sal y enfréntame como un hombre!

No esperaba que él realmente saliera del coche, así que cuando lo hizo, di un salto hacia atrás en sorpresa. La puerta se abrió y allí se encontraba en toda su sexy y enfadada gloria. Con su metro ochenta de altura, me sonrió con suficiencia mientras cerraba la puerta del coche con fuerza detrás de él. El valor que se había acumulado dentro de mí rápidamente se disipó cuando se encontraba a solo unos centímetros de distancia. Se me secó la boca e intenté apartar la mirada de la camiseta ajustada gris que tenía puesta, la cual resaltaba los músculos en su torso y sus abdominales.

Di un paso atrás, repentinamente una cobarde en su proximidad. Él dio un paso adelante. Mirando por encima de mi hombro, observé a mi alrededor esperando que alguien nos notara parados aquí, pero nadie nos prestaba atención. Las chicas no podían ver a través de la masa de chicos furiosos peleando. No, solo éramos Edward, yo y la luna.

—Necesitamos hablar, Diosa de la Luna... ¿o debería llamarte Bella? —preguntó, la sonrisa desapareciendo mientras sus ojos verde musgo se oscurecían, haciendo que mi sangre se helara.

¡ABORTAR MISIÓN! ¡ABORTAR MISIÓN!

Jadeando de miedo, me di la vuelta para correr, pero él me agarró del brazo y me jaló hacia su duro pecho. Me arrastró hacia atrás, hacia el viejo edificio de madera con una mano cubriendo mi boca. Intenté morderle la mano e incluso la lamí. Él no se inmutó. Levanté polvo e intenté golpearlo, pero él era demasiado fuerte y me sentía como una muñeca de trapo en sus brazos. Respiré profundamente y dejé que mi cuerpo se relajara, pero eso no lo perturbó ni un poco mientras me empujaba hacia la parte trasera del edificio, ocultándonos efectivamente del mundo exterior.

Ni bien los dos estuvimos escondidos de las miradas entrometidas, me soltó, empujándome suavemente contra las resistentes tablas de madera de la vieja estación de trenes. Lo miré con temor, aterrada de lo que planeara para mí. Pero él ya no se veía molesto. Se veía... pensativo. Edward se frotó la frente mientras me miraba a los ojos buscando algo.

—¿Por qué? ¿Por qué me mentiste sobre quién eras? —preguntó finalmente en voz baja. Escuché el estruendo de un trueno a lo lejos y me estremecí mientras un escalofrío recorría mi cuerpo.

—Porque... Porque me encontraba en un lugar donde no tenía permitido estar. Porque me di cuenta quién eras. Porque no quería que nadie saliera herido —susurré con voz temblorosa.

Presioné mi espalda firmemente contra el edificio mientras él se acercaba a mí. Colocó sus manos en la pared a mis costados, rodeándome, y mirándome fijamente a los ojos.

—¿No sabías que era yo? ¿No lo sabías durante todo el tiempo que estuvimos en ese muelle juntos? —preguntó, su rostro cada vez más cerca del mío, tan cerca que podía oler su perfume—. ¿Este es algún tipo de truco que han creado ustedes, los Swan?

—¡No! ¡Lo juro! ¡No sabía que eras un Cullen hasta que vi tu tatuaje! Y... no sabía cuál Cullen eras hasta que me pediste que dejara de llorar. Fue lo mismo que me dijiste después del funeral de mi padre. Si hubiera sabido que eras tú... —dije, mi voz apagándose al final mientras apartaba más mi cabeza de él, las tablas de madera dolorosas contra la parte posterior de mi cráneo.

—Si hubieras sabido que era yo, ¿qué? ¿No hubieras dejado que te besara en ese muelle? ¿Me hubieras ignorado? ¿Hubieras huido? —preguntó, su rostro cerca del mío. Su aliento olía a miel. Estaba tan arruinada.

—¡Sí! —susurré con voz ronca, apartando la cabeza de la suya—. ¡Lo siento! ¡Juro que no me acercaré al territorio Cullen de nuevo!

Él se rio entre dientes, bajando una mano del edificio que estaba a mi lado, tomando mi barbilla entre sus largos dedos, y girando mi rostro hacia el suyo a la fuerza. Mis ojos se elevaron involuntariamente mientras él me daba una sonrisa torcida.

—Bueno, eso es completamente inaceptable —susurró, la sonrisa se esfumó mientras apretaba mi barbilla.

Su agarre no era doloroso o fuerte, solo firme. Casi me desmayé del miedo, la ira, la lujuria cuando soltó mi barbilla, se inclinó y deslizó su mano detrás de mi cuello. Acercando mi rostro al suyo, capturó mi boca con la suya y presionó su cuerpo cincelado contra el mío. Traté de resistirme al principio. Pero él era insistente. Ignorando mi resistencia, siguió besándome. Eventualmente dejé de luchar contra él. Él ya sabía que era dueño de mi corazón. Y en ese momento, era dueño de mi cuerpo. Caí ante su hechizo perverso y disfruté de las sensaciones que evocaba en mí.

Sentí todo. Sentí su cálida lengua en mi boca exigiendo mi atención, la cual obtuvo. Sentí su mano en mi nuca, masajeando mi piel con sus dedos. Sentí la firmeza de su cuerpo mientras él gemía suavemente y se presionaba contra mí, empujándome contra la madera dura y áspera del viejo edificio. Y sentí otro tipo de dureza también.

Estaba mal. Estaba muy mal, pero no podía detenerme. No podía evitar lo que sentía por este chico que solo había visto dos veces antes, pero sentía como si lo hubiera conocido toda mi vida. No podía evitar que mis dedos se movieran y recorrieran su salvaje cabello broncíneo. No podía evitar dejar que sujetara mi trasero y levantara mi cuerpo. Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras me levantaba contra el edificio. No podía evitar los "oh, mierda" y "oh, por Dios" que se escapaban de mis labios mientras él se frotaba contra mí, jadeando, maldiciendo y susurrando mi nombre contra mi cuello.

Mis caderas se encontraron automáticamente con las suyas con cada embestida. Estaba mal, pero era tan correcto. Sentía que estaba hecha específicamente para él. Su lengua cálida se deslizó por la piel sensible de mi oreja y la succionó en su boca, su aliento caliente haciendo que mi piel se erizara.

—Siento que estoy traicionando a mi familia y a toda mi existencia —me susurró al oído, dándole un pequeño mordisco mientras pronunciaba mis pensamientos internos—. Pero no puedo contenerme. No puedo dejar de pensar en ti, Bella.

—¿No estás molesto conmigo? —Jadeé cuando succionó mi lóbulo—. ¿Cómo supiste que era Bella, y no Marie?

—Creí que eras tú desde el primer momento en que te vi en esa fiesta —admitió mientras lo miraba en shock—. Estabas sentada en esa barra con ese largo cabello oscuro y esos grandes ojos marrones mirándome y recé que fueras tú. Cuando vi tu tatuaje y supe dónde trabajabas, me lo demostró.

—No puedo creer que todavía me recuerdes —murmuré, mirando fijamente a sus ojos verde musgo con asombro mientras él apartaba el rostro de mi oreja—. Solo nos vimos por unos minutos.

—He pensado en ti todos los días desde la primera vez que nos conocimos —susurró, acariciando mi mandíbula con su pulgar—. No sabes cuánto tiempo he estado esperándote.

—También he pensado en ti —admití en voz baja, gimiendo de decepción cuando me soltó gentilmente.

Mis piernas se deslizaron de alrededor de su cintura y mis pies tocaron el suelo. Él siguió presionando su cuerpo contra el mío, mirándome profundamente a los ojos.

—¿De verdad? —preguntó, levantando una mano y llevando un mechón suelto de mi cabello detrás de mi oreja.

Sus dedos se deslizaron desde detrás de mi oreja hasta mi mejilla. Su mirada hambrienta pasaron de mis ojos a mi boca mientras pasaba su pulgar por mi labio inferior.

—Sí —le dije. Mi voz sonaba suave para mis propios oídos—. Pienso en ti todo el tiempo. No entiendo cómo tengo estos sentimientos por ti cuando ni siquiera te conozco.

me conoces, Bella —susurró, presionando su frente contra la mía y mirándome fijamente a los ojos. Colocó su mano sobre mi corazón, el cual seguía latiendo frenéticamente en mi pecho—. Y yo te conozco.

Muy lentamente coloqué mi mano sobre su corazón también, asombrada por lo rápido que este latía. Él estaba tan nervioso, asustado y emocionado como yo. Nos quedamos así durante una cantidad indeterminada de tiempo, sin escuchar los gritos de nuestros amigos y familia que seguían peleando a solo unos metros de distancia. Todo lo que escuchábamos era la respiración entrecortada del otro mientras nos mirábamos a los ojos, escondidos detrás de ese viejo edificio de madera. Hizo falta un trueno retumbante en lo alto para que volviera a la realidad.

—Lo que hiciste esta noche fue peligroso. Es peligroso para los dos —susurré mientras una ligera niebla comenzaba a arremolinarse a nuestro alrededor. Parecía una niebla blanca que se arremolinaba a la luz de la luna—. ¡Hiciste que tus amigos nos obligaran a venir tomando a mi prima como rehén! ¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Intentas hacer que nos maten?

Intenté apartarlo de mí pero él se mantuvo firme, y se negó a soltarme. Un relámpago cruzó el cielo seguido de otro trueno.

—Hice lo que tenía que hacer para traerte a mí —me dijo en un tono bajo y amenazante mientras sus ojos brillaban peligrosamente. Mi piel y el vello de mi nuca comenzaron a erizarse—. Ella nunca estuvo en peligro. No la hubieran lastimado. No se los hubiera permitido. Ellos lo saben.

—No solo arriesgas mi vida, sino que también la tuya —dije, con lágrimas formándose en mis ojos—. Si algo te sucede...

—Nada me sucederá a mí —murmuró, quitando mis manos que seguían empujando su pecho.

Sujetó mis muñecas en sus manos grandes y levantó mis brazos por encima de sus hombros.

—Además —susurró, presionando su boca contra mi frente—. Moriría un millón de veces solo para verte una vez más. No puedo vivir sin ti por otro día, Bella.

Sus palabras hicieron que mi corazón se retorciera en mi pecho. La niebla se convirtió en una llovizna ligera. Pequeñas gotas de lluvia caían de su cabello desordenado, deslizándose por su lindo rostro y por su cuello, mojando su camiseta. El sonido de mi hermana gritando hizo que me sobresaltara alarmada.

—¡Esa es mi hermana! —jadeé, empujándolo una vez más. Él dio un paso atrás con vacilación, mirando por encima de mi hombro hacia la esquina del edificio—. ¡Ella podría estar herida! ¡Necesito ver cómo está!

—¿Cuándo puedo verte de nuevo? —preguntó en un tono exigente.

—No lo sé —murmuré, abriéndome paso a su alrededor mientras él estiraba una mano y agarraba mi brazo—. Mi tío me dijo que me mataría si alguna vez descubriera que estaba relacionándome con un Cullen. ¿Y si alguien te vio llevarme detrás de este edificio?

—¿Quién te amenazó? ¿Aro? —preguntó, ignorando mi último comentario mientras me jalaba de vuelta hacia él—. ¡Juro por Dios que lo mataré yo mismo si tan solo te toca!

—¡Déjame en paz, Edward! ¡Quiero verte de nuevo, pero no puedo! ¡No podemos estar juntos! —chillé, mis lágrimas finalmente brotaron, mezclándose con el sudor, el calor y la lluvia—. ¡No es seguro!

—Ya se me ocurrirá algo —prometió, soltándome a regañadientes.

La ligera lluvia hacía que su ropa se pegara a su duro cuerpo. Me tambaleé hacia atrás, sus últimas palabras resonando en mis oídos.

—No creas que esta es la última vez que me verás, Bella Swan. Lucharé por ti. ¿Me escuchas?

No respondí. Lo miré una última vez, por si acaso no lo volvía a ver. Estaba allí de pie, mojado, enojado, pero no derrotado. Había un brillo en sus ojos que me decía que hablaba en serio. Él nunca se daría por vencido conmigo. Y a pesar de que era peligroso y estaba prohibido, en mi corazón esperaba que sus palabras fueran ciertas.

Corrí alrededor del edificio, sin mirar atrás. Mis zapatos se resbalaron en el estacionamiento embarrados y patiné un par de veces, pero de alguna manera logré no romperme el trasero.

Los chicos seguían peleándose, cubiertos de barro y sangre, pero fue mi pequeña hermana la que me llamó la atención. Estaba enfrentándose a Jasper, el rubio desgreñado que ella declaró como su alma gemela. Kate y Angie se encontraban a su lado y me uní a las chicas, sin aliento por correr frenéticamente por la espesa y pegajosa arcilla roja.

—¡Atrás, folla-gallinas! —gritó Alice, golpeando a Jasper en el pecho con su pequeño puño mientras él permanecía allí con una sonrisa divertida.

—¿Folla-gallinas? —preguntó, su rostro iluminado por la diversión—. ¿Has estado viendo repeticiones de episodios viejos de South Park?

—¡Cracker! —gritó ella, su rostro rojo de ira.

Oh, oh. Esto solo significaba una cosa; Alice había perdido completamente la cabeza y estaba a punto de mostrarle su locura al mundo.

—¿Blanquito? —preguntó él, mirándola de forma extraña—. Eh, eres tan blanca como yo.

—¡Cracker Jack! ¡Cracker Barrel! —gritó ella, golpeándolo en el pecho una vez más.

—¿Cracker Barrel? ¿El restaurante? —preguntó él, frunciendo el ceño en confusión.

—¡Eso es todo, blanquito come galletas! ¡Maldito cabrón blancucho! —gritó, lanzándose hacia donde estaba la camioneta de Emmett.

Alice saltó a la parte trasera de la camioneta y se agachó con nada más que su trasero en el aire. Comenzó a hurgar en la parte trasera de la camioneta mientras todos la mirábamos.

—Será mejor que corras. —Angie se rio, cruzando sus delgados brazos sobre su pecho mientras le sonreía con suficiencia a Jasper—. Alice oficialmente se ha subido al tren de la locura.

Alice se paró en la camioneta gritando como una maníaca. Saltó de la parte trasera del vehículo y se cayó de cara en el barro mientras todos nos encogíamos. Entonces, se levantó como una pequeña ninja, cubierta de arcilla roja y mojada de Mississippi. El bate de béisbol de Emmett estaba firmemente en sus manos.

—¡Arruinaste mi blusa nueva! —gritó, mirando a su blusa manchada de barro—. ¡Ahora vas a pagar, maldito aspirante a Cullen!

Alice se quitó los zapatos y marchó hacia adelante. Jasper comenzó a gritar «oh, mierda», esquivando por poco sus golpes. Él se movía con gracia mientras se reía.

—Eres increíblemente rara, pero adorable. —Se rio, esquivando un golpe en las costillas.

—¡Aaaargh! —gritó mi hermana, con el rostro rojo como un tomate mientras finalmente recibió un golpe en las costillas.

Él retrocedió pero siguió corriendo. Ella lo persiguió entre la multitud de chicos que peleaban y desapareció en medio de todo mientras Angie y yo nos mirábamos con inquietud.

Fue entonces que escuchamos las sirenas y vimos las luces rojas y azules intermitentes. Todos en el estacionamiento se detuvieron, la pelea quedó completamente olvidada. Luego, todos corrimos a nuestros coches. Me ubiqué detrás del volante de mi Jeep, mirando frenéticamente a mi alrededor en busca de mi hermana hasta que finalmente la vi. Emmett la sostenía en sus brazos y la arrastraba a patadas y gritos por el estacionamiento embarrado mientras ella amenazaba la vida de Jasper. Ella todavía trataba de golpearlo con el bate. Accidentalmente golpeó la sien derecha de Emmett con el bate de Louisville de metal y él gritó, soltándola para frotar su cabeza dolorida. Ella se lanzó hacia adelante de nuevo, pero fue Benjamín que la atrapó esta vez, arrastrándola hacia la camioneta de Emmett.

Jasper le lanzó una última sonrisa antes de correr a través del estacionamiento hacia el coche negro de cierta persona. Me encontré con la mirada de Edward una última vez mientras Jasper desaparecía dentro del asiento del pasajero del coche. Edward estaba allí apoyado contra el coche, mirándome bajo la lluvia torrencial.

—Vámonos —le murmuré a Angie, de alguna manera apartándome de su mirada persistente.

Me alegré de irme antes de Edward. No me gustaba la idea de ser quien lo viera irse.

Los coches se amontonaban en el estacionamiento y el largo camino de tierra que estaba cubierto de barro rojo y espeso. Una patrulla se encontraba parada al costado del camino y los adolescentes, tumultuosos y que se reían, lo obligaron a meterse en la cuneta. Angie se rio y le lanzó un beso al policía cuando pasé por su lado. Cuando giré a mirarlo, me encontré con los ojos oscuros de nada menos que Jacob Black. Jacob era el hijo del jefe de policía, Billy Black, quien era un buen amigo de mi familia.

Jacob era solo unos años mayor que yo y no lo había visto en años. Ni siquiera sabía que se había convertido en policía. Tragué fuerte, esperando que no descubriera lo que había pasado en la vieja estación de trenes esa noche y se lo informara a Aro. Todos en el pueblo sabían que Aro tenía al departamento de policía en la palma de su mano.

Lo que no sabía era que Jacob, de hecho, se lo informaría al tío Aro, y el tío Aro me mostraría exactamente por qué debería permanecer lejos de Edward Cullen.


Romeo vino por su Julieta, y apareció Jacob... ¿Qué le dirá a Aro?

Gracias por leer :)