Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Hoodfabulous, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to Hoodfabulous. I'm only translating with her permission.
Capítulo 18
La Mujer de Blanco
"La rosa y la espina,
y la tristeza y la alegría
están vinculadas."
~Saadi~
12 de julio, 1962
Querido diario,
Estoy enamorada. Estoy enamorada de un hombre que no me ama. Ama a otra mujer, una mujer llamada Lois. La ama tanto que ya se ha casado con ella.
Eso no es lo peor de todo, Diario. Lo peor de todo es que le di algo que tenía que guardar para mi noche de bodas. Me lo quitó felizmente, y sin vacilación. Mi ciclo debía comenzar hace dos semanas, pero todavía no ha aparecido. Temo estar embarazada, y tengo miedo.
Tengo miedo de contárselo, porque sé que no le importará. Peter me mintió. Mintió por omisión. No me dijo que estaba casado, y sé que no es mi culpa, pero no puedo evitar sentirme un poco responsable. He sido criada mejor que esto. Fui criada mejor que para entregarme a un hombre antes de nuestra noche de bodas. Me dijo que me amaba. Me dijo que me haría suya. Odio lo que ha hecho, odio que mintió, pero más que todo, odio que, a pesar de todo, lo sigo amando.
Cerré el diario de Nana, lo tiré cerca de los pies de mi cama, y suspiré. Hundiendo mi rostro en mi almohada mullida, hice lo posible para descansar pero era completamente imposible. La luna brillaba esa noche. La luz blanca se filtraba por las grandes puertas corredizas de vidrio que llevaban a mi balcón. Podría haberme levantado de la cama y haber cerrado las largas persianas que iban desde el suelo hasta el techo, bloqueando la luz, pero estaba demasiado frustrada, demasiado malhumorada para dejar la cama. Sabía que no podría dormir el resto de la noche. Leer el diario de Nana era completamente deprimente.
Mi mente se llenaba constantemente de visiones de una joven Nana, que parecía una réplica de mi hermana, viviendo con la carga secreta de estar embarazada fuera del matrimonio. En mi mente, la veía pasar sus días recogiendo algodón y trabajando en el jardín, embarazada del hijo de un hombre casado al que sin duda amaba.
La mitad de mis noches las pasaba leyendo las horribles indiscreciones de mi abuela. La otra mitad me obsesionaba por la indiferencia de mi madre hacia mí. Mamá ya no era "mamá" para mí. Era Renée, una inútil excusa de madre que nos abandonó a Alice y a mí por un hombre y dos niñas que no eran suyas.
Renée admitió que solo se casó con mi padre porque estaba embarazada de mí. Nana obviamente le hizo lo mismo a mi abuelo. Lo usó para cubrir que Peter Cullen la dejó embarazada.
No podía evitar compararme un poco con el tío Aro, aunque sabía que la idea era completamente ridícula. Mi mente daba vueltas, se preguntaba cómo él lidiaba con pasar su vida sabiendo que era el hijo bastardo de un hombre que probablemente no sintió nada por él. ¿Era yo diferente a él en ese aspecto?
La noche parecía pasar en cámara lenta, atormentándome mientras daba vueltas y vueltas con frustración, anhelando una buena noche de sueño. Antes de darme cuenta, la brillante luz del sol entraba por la ventana, quemando mi piel con su calor. Salí de la cama, gruñendo y exhausta.
Después de una ducha larga y caliente, me vestí para el trabajo. Mi mente tenía problemas para procesar el hecho que comenzarían las clases pronto. Resoplé ante la mera idea. En este verano me había enamorado de un chico que tenía prohibido ver, había sido abordada por un oficial de policía, había visto a mi novio asesinar a dicho oficial de policía, le había ayudado a deshacerse del cuerpo, y literalmente había desenterrado varios secretos familiares que involucraban a los Cullen, a Nana, y la muerte de mi padre.
El último año debería ser pan comido comparado con las vacaciones de verano.
Edward me envió un mensaje justo cuando terminaba de meter un trozo de tocino grasoso en mi boca.
James está volviendo a casa de Texas. Debería estar aquí en cualquiera de estos días. Carlisle ha convocado a la Familia. Van a ser unos días interesantes. ¿Te estás yendo a trabajar? ~Edward
James Cullen había ido a Texas a recoger un cargamento de drogas unos días atrás. James todavía no sabía sobre el descubrimiento de su hermano sobre la participación que James tuvo en el asesinato de mi padre. Edward confesó que Carlisle iba a llamar a "La Familia". Así es cómo Edward llamaba a sus familiares que estaban dispersos por todos los estados, aunque la mayoría de ellos vivían en el sur.
Supongo que los viejos hábitos nunca mueren, porque la idea de más Cullen en el área me aterraba. Estaba preocupada de que no respondieran tan bien a las relaciones que Edward, Jasper, y Garrett tenían con un grupo de chicas Swan como lo habían hecho Carlisle y Esme. También había comparado automáticamente los familiares sin rostro de Edward con Carlisle, por alguna razón.
Carlisle era una persona extraña. Siempre estaba completamente tranquilo y sereno, pero había algo allí debajo de la superficie; él tenía una maldad en él. Carlisle parecía ser el tipo de persona a la que no querrías molestar. Probablemente fumaría su puro y te dispararía en la cara sin parpadear. No tenía duda en mi mente que James Cullen pagaría por sus pecados una vez que regresara de Texas.
Sorprendentemente, Edward me había explicado una de las maneras que los hombres Cullen transportaban sus drogas de Texas a Mississippi. Debajo de los tanques de camiones articulados que usaban para transportar muebles desde su fábrica a Texas, habían enormes tanques de gasolina que se usaban para alimentar a los vehículos. Los tanques de gasolina estaban modificados, tenían soldada una placa de metal que separaba un costado del tanque de gasolina del otro. Una parte del tanque se usaba, de hecho, para alimentar al vehículo.
La otra parte del tanque iba vacía, hasta llegar a Texas, eso era. La sección vacía del tanque entonces era usada como área de almacenamiento para las drogas. Los tanques eran enormes, capaces de llevar grandes cantidades de drogas al mismo tiempo.
No se me pasaba desapercibido que Edward nunca decía "marihuana" o "hierba", y no podía evitar preguntarme si mis previas suposiciones sobre la familia Cullen eran correctas. Quizás estaban vendiendo drogas mucho más fuertes que la marihuana. Evitaba preguntarle a Edward sobre el tipo de droga que vendían. La verdad era que prefería no saber.
A veces, la ignorancia era dicha.
Una cosa era certera, quienquiera que conducía ese camión era un individuo valiente, por más de una razón.
Sí, acabo de terminar de desayunar. Estoy en camino a la pastelería ahora. ~Bella
Me gustaría tener un poco de Bella para desayunar ;) ~Edward
Solté un resoplido ante su mensaje, y sacudí la cabeza con una pequeña sonrisa. Edward pervertido quería jugar temprano esta mañana.
Me gustaría tener un poco de Edward para desayunar. Todos los días. ¿Quizás de postre esta noche? Tenemos que ser cuidadosos. Estoy harta de escabullirnos. ~Edward
¿Ya estás cansada de mí? ~Edward
No, por supuesto que no. Solo quiero que estemos juntos, sin tener que escondernos. No puedo esperar a que llegue ese día. ~Bella
Ya llegará. Lo prometo. Te amo. ~Edward
Observé el teléfono, mi pulgar cerniéndose sobre el teclado iluminado. Edward y yo no habíamos intercambiado esas tres palabras desde la noche que nos habíamos entregado por primera vez al otro. Era estúpido de mi parte, completamente idiota, pero repetirlas de nuevo me aterraba.
Mi pecho se contraía y apenas podía respirar. No había mentido cuando le dije a Edward que me había contenido en decirlas porque tenía miedo.
Era un miedo irracional. Obviamente lo amaba. No había diferencia si lo admitía, vocalmente o de otra manera. Simplemente había algo sobre exponerte así y que te lo arrebataran que me aterraba.
Guardé el teléfono en mi bolsillo, le grité a Alice para que bajara su trasero, y salí de la casa para ir a trabajar con mi teléfono vibrando constantemente contra mi cadera.
~DSDW~
—¿Cómo está Garrett? —le pregunté a Kate, observando su bonito rostro que tenía el ceño fruncido.
—Ha estado bastante callado en los últimos días —contestó Kate, llenando una manga pastelera con glaseado rosa brillante—. Creo que ha aceptado el destino de su padre, de alguna manera. Es un resultado esperado para los traidores en su familia.
Asentí pensativamente, dejándola en la habitación del fondo para entrar al frente de la pastelería. No estaba completamente convencida de que Garrett estuviera simplemente "bien" con el destino de su padre. Era, después de todo, el padre de Garrett.
Alice se encontraba sentada frente a la caja registradora contando una pila de billetes. Emmett se encontraba cerca lanzándome una sonrisa jovial. Había venido a suplicar por unos dulces. Estaba feliz de verlo, ya que no había pasado tiempo con él en un tiempo.
—Habrá una fogata en Oak Bluff esta noche —nos dijo Emmett, inclinándose sobre el mostrador, mirando a Alice en la caja registradora—. Es la última fiesta antes de que vuelvan las clases. ¿Quieren ir?
—¡Hace cien grados afuera! —gritó Kate desde la trastienda—. ¿De quién fue la idea de hacer una fogata en agosto?
—Amiga. Es una fogata —Emmett le respondió, metiendo una galleta en su boca—. Es una excusa para emborracharse y quemar cosas. ¿A quién le importa el calor que hace afuera?
Me reí de mis primos mientras empujaba cuidadosamente una bandeja de galletas con pecanas en la vitrina. La vitrina rebosaba con confecciones coloridas, desde galletas de chocolate Mississippi llenas de pecanas, malvaviscos, y trozos de chocolate, a la galletas de terciopelo rojo con glaseado de queso crema. Tomé una galleta de terciopelo rojo de la vitrina y probé un bocado, gimiendo de placer.
—La última vez que fuimos a una fiesta en Oak Bluff, casi me besé con la planta de una maceta —dijo Alice, sorprendiéndome.
La galleta quedó petrificada cerca de mis labios. Mi hermana apenas había pronunciado dos palabras desde nuestro regreso de Birmingham. También había ido por allí como una zombi, sin importarle mucho su apariencia o higiene personal.
Aunque se veía diferente este día. Su cabello largo y oscuro estaba limpio, ya no colgaba como un desastre grasoso. Estaba rizado en ondas gruesas. La palidez de su piel se veía con un poco más de color. Incluso había una sonrisa en su rostro, aunque pequeña y ligeramente forzada.
—Lamento haberme perdido esa fiesta. —Emmett se rio, apartándose del mostrador y caminando alrededor de la vitrina para también tomar una galleta—. Pero deberíamos ir. Extraño pasar tiempo con mis perras.
Alice puso mala cara y le golpeó en su enorme bicep. Emmett hizo un puchero y fingió que el golpe realmente lo lastimó. Frotó el lugar y la fulminó con la mirada, pero sus ojos oscuros brillaban, y los profundos hoyuelos en sus mejillas resplandecían mientras le sonreía a mi hermana.
Cerrando la vitrina, pensé en su sugerencia. Los Cullen y yo hicimos un pacto para formar aliados entre nuestras familias. La idea de incluir a Emmett pasaba por mi mente a diario. Lo único que me contenía era la forma en que debía abordar el tema con él. No estaba segura de cómo sería su reacción a las noticias de que James Cullen asesinó a su tío favorito, y a la evidencia de que Aro también estuvo involucrado.
Ya le había dicho a Kate y a Alice que no podíamos contar con Benjamin o Makenna en nuestros planes. Benjamin trabajaba para Aro, vendiendo drogas para él, y Makenna simplemente estaba demasiado drogada todo el tiempo para que se comprometiera a ayudarnos.
Emmett, aunque un poco extraño con su fascinación por el apocalipsis zombi y personalidad tonta, era el más estable de los tres. Quizás compartir un rato bebiendo y fumando en una fogata era todo lo que necesitábamos para relajarnos y confesarle a Em lo que habíamos descubierto.
—Creo que es una buena idea —comenté, limpiando las migas de galletas de mis dedos con un paño húmedo—. Hay algunas cosas que Kate, Alice y yo necesitamos contarte.
Kate escuchó mi comentario y caminó hacia nosotros. Sus cejas delgadas y arqueadas se alzaban en su frente mientras miraba entre el rostro confundido y pensativo de Emmett y el mío. Alice se movió cerca, su mirada girando hacia la puerta de la pastelería. Su cuerpo se tensó ligeramente, y se puso tan pálida como el papel. Seguí su mirada y respiré profunda y entrecortadamente.
La campana sobre la puerta tintineó fuerte mientras un hombre mayor entraba a la pastelería. Su piel era de un marrón oscuro, bronceado por pasar los días bajo el sol. Finas líneas y arrugas se asomaban en su piel como piernas de araña. Tenía un sombrero de vaquero oscuro sobre su cabeza, cubriendo parcialmente su rostro oscuro. Cabello largo y oscuro se asomaba por debajo de este, sedoso y fino en textura y terminando debajo de sus hombros.
Una larga y gruesa cicatriz marcaba su rostro desde debajo de su ojo derecho hasta su oreja, arrugando la piel que la rodeaba y recordándome instantáneamente a Jasper y a Rose. Su mejilla estaba inflada por tener en la boca una gran cantidad de tabaco masticable, suponía que Red Man. Se podía ver el paquete verde y rojo sobresaliendo del bolsillo de la camisa. Tenía puesto un uniforme policial oscuro y su placa dorada brillaba debajo de las luces de la tienda. Aferraba una pila de volantes amarillos entre sus dedos gruesos.
—Hola, Billy —habló Emmett, su voz cubierta de compasión—. ¿Se sabe algo de Jake?
—Todavía no, Emmett —respondió Billy Black, encontrándose con mis ojos—. Es por eso que estoy aquí. Me gustaría dejar algunos volantes y colgar uno en la ventana de la tienda, si no les molesta.
—Estoy segura de que a Nana no le molestaría —dijo Kate, finalmente saliéndose de su trance.
Kate dio la vuelta a la vitrina y cuidadosamente tomó un volante de sus dedos, dándole una sonrisa suave, casi coqueta. Kate miró su complexión alta con ojos azules grandes e inocentes. Entonces tomó un trozo de cinta de un dispensador, haciendo un sonido de rasgón horrible y caminó hacia la ventana que se encontraba cerca. Sus dedos largos y ágiles presionaron el volante contra el vidrio.
—Desafortunadamente, esta no es solo una visita social —continuó Billy, entrecerrando sus ojos oscuros y sin apartar su mirada de la mía mientras colocaba la pila de volantes sobre el mostrador—. También vine a hacerles una preguntas, chicos.
Aparté la mirada de la de Billy para mirar los papeles amarillos. Una foto del rostro de Jacob Black me sonreía.
Un pinchazo de dolor y un rápido recuerdo me atravesaron. Tragué el nudo de culpa en mi garganta. Jake era un visitante regular en mis sueños, en las pocas horas de descanso que sí lograba recibir algunas noches.
Alice comenzó a moverse nerviosamente en su taburete. Escondió las manos debajo del mostrador, retorciendo sus pequeños dedos entre sí mientras le lanzaba a Billy una mirada inocentemente curiosa. Kate se unió a nosotros, apoyando un codo sobre el mostrador junto al jefe de policía, y lanzándole una mirada curiosa.
—Dispara —le dijo Kate con una sonrisa y un guiño, haciendo un gesto con su dedo índice, provocando que me encogiera.
Una mala sensación se asomó por mi piel, erizando el vello en mi nuca, y provocando escalofríos en mi espalda. Me moví nerviosamente por la vitrina, enderezando un árbol de paletas y el estante de velas de cumpleaños, escondiendo mi rostro detrás de números coloridos de cera. Comencé a respirar lenta y silenciosamente, tratando de calmar los latidos acelerados de mi corazón.
—La patrulla de Jake fue encontrada a menos de una cuadra de la tienda la noche que él desapareció —dijo Billy, moviéndose para mirar alrededor de las velas y observarme solemnemente donde me encontraba—. El alcalde mencionó que ordenó un pastel esa noche. Él me dijo que Bella entregó el pastel, lo que quiere decir que ella se encontraba en la zona al mismo tiempo que Jake. Me gustaría saber si viste algo esa noche, Bella.
—No, Billy —le dije con una fingida voz apologética y firme—. Lo siento, pero no vi nada.
—¿Estás segura de eso? ¿No viste nada? ¿Quizás un Shelby Mustang negro modelo de los setenta en los alrededores? —cuestionó Billy, alzando una ceja cerca de su ojo derecho con cicatriz.
Emmett se tensó a mi lado, obviamente conociendo la identidad del dueño del Mustang negro. Edward era la única persona en tres condados que tenía un vehículo que encajaba con la descripción de Billy. Emmett me miró detenidamente mientras me encogía de hombros y le fruncía el ceño a Billy.
—Como dije, no vi nada —mentí hábilmente, ignorando la manera en que Emmett me observaba—. Nana me llamó para decorar el pastel. Lo decoré y se lo entregué al alcalde y a su esposa. No vi a nadie más por aquí esa noche.
—¿Tienes a alguien que pueda comprobar eso? —preguntó Billy, sin apartar su mirada de la mía. Me miraba con plena acusación. No creyó ninguna palabra que dije.
—Yo puedo hacerlo —dijo una voz, una voz que no esperaba escuchar.
Me obligué a no mirar a Emmett con sorpresa. Emmett apartó sus ojos de mi rostro, y le dio a Billy una sonrisa amistosa.
—Bella pensó que el pastel sería más pesado de lo que fue —dijo, encogiéndose de hombros descuidadamente—. Vine aquí para ayudarla, pero ya lo había cargado.
—Alice y yo también estuvimos aquí —añadió Kate, dándole a Billy una sonrisa de costado—. Bella apesta bajo presión. Le ayudé a terminar el pastel y luego me fui. Alice me trajo aquí. Había bebido a escondidas el licor casero de papi ese día y no me sentía lo suficientemente segura para conducir. Sabes cómo pueden ser esas cosas.
—¿En serio? —preguntó Billy con un tono poco convencido, mirándonos a todos.
—En serio —confirmó Kate, sus ojos brillantes—. Espero que aparezca. Hay algo especial sobre Jake. No sé qué es... No puedo deducir qué. ¿No es cierto, Bella?
—Así es —habló Alice mientras miraba a mi prima sonriente con pura mortificación—. Estoy segura de que encontrarán evidencia que indique el paradero de Jake muy pronto.
—Él es un oficial muy bueno —habló otra voz inesperada, mientras Nana emergía del cuarto trasero—. Es de poner manos a la obra con todo.
Alice, Kate, y yo miramos a nuestra abuela con asombro. Billy y Emmett simplemente se veían confundidos. El rostro de Nana era una máscara de seriedad mientras seguía.
—Todos esperamos que sepas algo de Jake pronto, Billy —dijo ella—. Mis nietos te dijeron que no vieron nada esa noche. Puedo verificar que Kate, Emmett, y Alice estaban con Bella en la tienda. No podía contactar a Kate en casa, así que la llamé a su móvil. Ella vino y ayudó a Bella a terminar el pastel a tiempo. Me avergüenza que vinieras aquí a cuestionar a mi familia. Nos hemos conocido de toda la vida. Nunca ha habido resentimiento entre nosotros.
Billy se veía completamente avergonzado por las palabras de mi abuela. Inclinó su sombrero, masculló una disculpa, y me lanzó una última mirada de incredulidad antes de desaparecer. Kate, Alice, y yo soltamos un suspiro colectivo ante su partida.
—Me iré a casa por el día —explicó Nana, desatando el delantal de su cintura—. Tengo una última cosa para decirles, jovencitas. El congelador es para almacenar comida. No está allí para su uso personal.
Con eso, se fue, desapareciendo al fondo de la tienda. Escuché la puerta trasera cerrarse de golpe y su coche encenderse. Miré fijamente a Kate con incredulidad mientras ella sonreía tímidamente.
—¿En serio, Kate? —resoplé—. ¿El congelador de Nana?
—¿Qué está pasando? —interrumpió Emmett—. ¿Por qué sentí la necesidad de defenderte de Billy? ¿Y qué había en el congelador?
Kate soltó unas risitas maliciosas. Inclinó su delgado cuerpo sobre el mostrador, jadeando mientras las lágrimas caían por su rostro. Sacudí la cabeza con asco ante sus siguientes palabras.
—Bocados para comer con los dedos —soltó, carcajeándose histéricamente.
~DSDW~
La inoportunidad de Kate continuó esa noche mientras nos subíamos en mi Jeep y nos dirigíamos hacia Oak Bluff. Jugó con la radio, riéndose mientras ponía una canción que me hacía encoger.
—Push me again —cantó—. This is the end. One! Nothing wrong with me! Two! Nothing wrong with me! Three! Nothing wrong with me! One! Something's got to give! Two! Something's got to give! Three! Something's got to give!
—Let the bodies hit the floor! Let the bodies hit the floor! —cantó Alice, mientras las dos estallaban en carcajadas.
—Ustedes están enfermas de la cabeza —murmuré, saliendo de Mayhaw y marchando hacia Oak Bluff.
—Odio no saber de lo que están hablando las personas —masculló Emmett con irritación.
Le había prometido que le contaría todo esta noche, pero necesitaba un pequeño estímulo herbario antes de hacerlo. Él había asentido con la cabeza pensativamente, obviamente entendiendo y sintiendo el peso de lo que fuera que necesitaba confesar.
Eventualmente le devolví la llamada a Edward, aunque no repetí sus dos palabras. Él estaba más que un poco molesto conmigo, y no tenía nada que ver con decirle que lo amaba. Tenía todo que ver con la fiesta a la que estaba yendo. Había un extraño indicio de algo en su tono, algo que insinuaba celos, y mentiría si dijera que no era poco atractivo.
Edward no tenía razones para estar molesto conmigo por pasar tiempo con mi familia en una fiesta. Le prometí que nos veríamos más tarde, pero aún así no pareció calmarlo. Jamás había tenido un novio antes, así que no estaba segura de cómo lidiar con su extraña reacción. No podía evitar preguntarme si él seguía sin confiar en mí, y eso era completamente desagradable.
Jasper y Garrett no tenían problemas con que Alice y Kate fueran a la fiesta, lo cual me hacía sentir peor. Es decir, hasta que nos detuvimos en el gran campo en el medio de la nada. Estaba lleno de chicos y camionetas. En el medio del campo había una enorme torre de leña apilada que ardía en un resplandor glorioso y ardiente. Los chicos charlaban, bebían y reían. Hank Williams cantaba por los altavoces de una gran camioneta Chevy. Mi cuerpo fue invadido por la emoción tan esperada de pasar un buen rato.
Nos bajamos del Jeep, avanzando sobre el suelo removido. El día anterior había caído una ligera lluvia, y el campo estaba lleno de profundos surcos causados por los neumáticos de las camionetas 4x4 que estaban alrededor. Mientras caminaba con dificultad por el barro, jamás había estado tan feliz de llevar mis viejas botas de vaquero.
Emmett me ayudó a sacar una enorme hielera roja de la parte trasera del Jeep. La tomó fácilmente de mis ágiles dedos, y las tres lo seguimos por el campo hasta donde se encontraba estacionada la camioneta de Benjamin. La puerta de la caja estaba abierta y Benjamin estaba cerca charlando con Mike Newton.
Em arrojó la hielera sobre la puerta de la caja. Kate se sentó junto a esta, levantó la tapa y sacó una cerveza de sus gélidas profundidades. La abrió y tomó un largo trago, sonriéndome por encima del borde de la cerveza mientras bebía todo de un trago.
—Eres una maldita profesional —bromeé, tomando una para mí.
Normalmente, no bebía cerveza, pero no podíamos ser exigentes. Nos llevó bastante tiempo sobornar al anciano en el estacionamiento del condado vecino para que nos comprara la cerveza. También necesitamos darle veinte dólares que realmente no podía permitirme darle en primer lugar.
Mis ojos se posaron en mi primo, Benjamin, mientras bebía un trago de la asquerosa bebida. El líquido casi me provocó arcadas, no solo por el sabor, sino por la apariencia de mi primo. Había perdido peso desde la última vez que lo vi. La camiseta de fútbol Mayhaw que tenía puesta colgaba flácida de su cuerpo demacrado, luciendo como si fuera dos tallas demasiado grandes. Había círculos oscuros alrededor de sus ojos marrones, y su rostro estaba ligeramente caído.
—¿Qué le pasa a Benjamin? —le susurré a Kate mientras Alice caminaba hacia donde estaba Makenna, charlando con un chico más joven que no reconocía.
—Probablemente esté consumiendo la mierda —murmuró Kate, aplastando la lata de cerveza y arrojándola en la caja de la camioneta de Ben antes de buscar otra—. Está vendiendo para Aro, y probablemente la esté consumiendo. Parece un jodido esqueleto.
Ben sintió mi mirada y me saludó con la mano. Asentí, lanzándole una sonrisa tensa e incómoda. La metanfetamina era común en nuestra comunidad, y la odiaba. Era una cosa asquerosa y adictiva que dejaba a las personas ansiando más y más mientras destruía lentamente sus cuerpos.
Noté una pequeña llaga cerca de la mandíbula de Ben que solo confirmaba mis sospechas. Una llaga de metanfetamina. La piel de sus brazos ligeramente bronceados tenía pequeñas marcas de agujeros, posiblemente por haberse rascado nerviosamente la piel. El asco inundó mi cuerpo. No creía que fuera posible odiar más a Aro, pero ver a mi primo enfermo hizo que mi odio fuera aún más predominante.
La noche avanzaba. El aire estaba lleno de emoción de los adolescentes borrachos y risueños, el olor a barro de Mississippi y cerveza barata.
Todo en lo que podía pensar era en Edward.
Mis dedos se crisparon, queriendo enviarle un mensaje, así que lo hice. No importaba dónde me encontraba, o con quién estaba, él siempre estaba en mi mente. Mis dedos se cernían sobre el teclado iluminado, y cedí, diciéndole lo que él siempre deseaba que le reaseguraran.
No estoy segura de por qué estás molesto conmigo, pero quiero que sepas que te amo. ~Bella
Edward no respondió, al menos, no de inmediato. Me senté en la puerta de la caja, deseando haber tomado más de una cerveza. Rostros familiares y desconocidos rodeaban la camioneta mientras los chicos charlaban. Se había desatado más de una pelea entre algunos chicos de Birchwood, Mayhaw, y Oak Bluff, pero las cosas eventualmente se calmaron.
Kate había desaparecido hacía rato, dejándome con Mike Newton que estaba tratando de coquetear conmigo. Alcé una ceja más de una vez, lo miré con enojo y fui totalmente grosera después de que se negara a captar mis indirectas. Sus ojos estaban vidriosos y se tambaleaba sobre sus pies, invadiendo completamente mi espacio personal.
Lo empujé lejos de mí más de una vez, pero él no vaciló. Finalmente, tuve suficiente cuando me agarró el pecho.
Bajándome de la puerta de la caja, lo empujé, mirando a mi alrededor en busca de mis primos y mi hermana, lista para dejar el caos y pasar tiempo con Edward. Mike se tambaleó hacia atrás, pero se me acercó una vez más.
—He estado enamorado de ti desde el jardín de infantes —dijo arrastrando las palabras, inclinándose hacia la izquierda—. ¿Por qué no me das una oportunidad, Bella?
Él agarró mis muñecas, que se agitaban, tratando de plantarme un beso. Sus labios húmedos y babosos aterrizaron en mi mejilla, y jadeé con sorpresa. Empecé a maldecirlo y a golpearlo, lo que provocó que se riera en respuesta. Mi rostro estaba en llamas por la ira. No le tenía miedo. Sabía que estaba borracho y simplemente actuaba de manera estúpida, pero aun así me enfurecía.
—Aléjate de Bella —escuché a Emmett gruñir.
Newton inmediatamente soltó mis muñecas y dio un paso atrás. Emmett se cernió sobre él, mirándolo de manera amenazante. Newton se alejó corriendo con la cola entre las patas como el perro que era. Miré a Emmett y le di una sonrisa aliviada mientras él me desordenaba el cabello con sus dedos.
—Kate y Alice están sentadas en la camioneta de Ben esperándonos —me dijo Emmett con un brillo familiar en sus ojos.
—Por Dios —murmuré.
Emmett echó la cabeza hacia atrás y se rio. Los dos nos abrimos paso entre el barro y la basura. La puerta estaba cerrada. Miré a través del vidrio polarizado y golpeé la ventana hasta que escuché el sonido revelador de las cerraduras automáticas al abrirse. Emmett se subió al coche y cerró la puerta.
Había botellas de plástico cubriendo el piso. Me quedé petrificada, mirándolas antes de agacharme y levantar una. Era una botella de Coca Cola de dos litros con una película blanca que cubría el interior del plástico transparente. Emmett me la quitó de los dedos, lanzándola de vuelta al suelo, y dándome una mirada seria.
—Sacude y listo —murmuré, sacudiendo la cabeza con decepción—. Él necesita ayuda, Em. No estamos hablando de marihuana. Estamos hablando de metanfetaminas.
—Hablemos de eso más tarde, Bella —interrumpió Kate mientras Emmett abría la boca para responder—: Me desperté hoy sintiéndome un poco patriótico. ¡Dios bendiga a los Estados Unidos!
Kate levantó una bolsa de marihuana y la sacudió enfáticamente.
—¿Quién en esta camioneta ama a Obama? —preguntó con una sonrisa, levantando la bolsa más arriba en el aire como si fuera un trofeo preciado.
Kate no hablaba del presidente de los Estados Unidos.
—Solo arma el maldito porro, Kate —murmuró Em, metiendo la mano entre los asientos desde la parte trasera y subiendo el volumen de la radio.
Kate tarareó en señal de acuerdo y abrió la bolsa. Alice le tendió un porro que ya habían abierto y quitado el tabaco. Kate lo armó con facilidad, luego lamió el papel y lo selló. Encendió el porro y el penetrante y glorioso olor a hierba llenó el aire.
Se turnaron para fumar, pero yo solo lo hice una vez. Estaba conduciendo y solo quería lo suficiente para calmarme. Edward todavía no había respondido mi mensaje, y me sentía bastante malhumorada por eso. Pasando el teléfono de una mano a otra, jamás había estado más feliz de terminar un porro en toda mi vida.
—Sigamos —le dije al grupo, inhalando el aire espeso y lleno de humo, lista para abandonarlos por mi novio.
Los tres estaban completamente arruinados. Estaban amontonados en mi Jeep riéndose histéricamente por algo que dijo Emmett. Fruncí el ceño, no queriendo nada más que sentirme tan despreocupada y relajada como ellos tres. También estaba desesperada por ver a Edward.
Conduje por el campo, impactando cada surco a lo largo del camino, deliberadamente zarandeándolos mientras que el Jeep rebotaba bruscamente por el suelo.
Mi móvil sonó justo cuando salí del campo. Luché por sacarlo de mi bolsillo, asegurándome de que Emmett no pudiera ver la pantalla mientras miraba al teléfono.
Te amo. No estoy molesto contigo. Me preocupa que estés en una fiesta sin mí allí en caso de que algo suceda. Estoy preocupado por Rose también. Es por eso que tardé mucho tiempo responderte. Rose salió con Royce King hace unas horas para recoger algunas pizzas y nunca volvieron a casa. Hemos estado llamando a todos, tratando de encontrarla. Carlisle está preocupado de que hayan tenido un accidente o algo así. Te llamaré más tarde. ~Edward
—Ve por las carreteras secundarias, perra —me ordenó Kate, interrumpiendo mis pensamientos sobre Rose mientras guardaba el teléfono en mi bolsillo—. Por si acaso la policía está patrullando esta noche.
Asentí con la cabeza y tomé las carreteras secundarias que conducían a Mayhaw. El cielo estaba nublado, envolviendo la luna con nubes oscuras y espesas. Estaba un poco preocupada de que hubiera una tormenta ya que el Jeep no tenía la capota puesta. El olor a lluvia flotaba en el aire, y un relámpago iluminó las nubes oscuras que colgaban sobre mí. El aire se volvió denso por la inquietud de la inminente tormenta. Alice, Kate, y Em se quedaron en silencio a medida que el aire de repente tenía un extraño frío. Cuando llegué a la carretera Blackburn, Emmett soltó un chillido particularmente femenina.
—¡No vayas por ese camino! —insistió Emmett, con los ojos muy abiertos—. ¡El puente Blackburn está embrujado!
—Em, los fantasmas no existen —reprendí a mi primo grandulón, poniendo los ojos en blanco mientras el bosque que nos rodeaba se volvía cada vez más espeso.
—¿Qué hay de la mujer vestida de blanco? —susurró mientras echaba un vistazo a su rostro pálido—. ¡Todos saben que esa es una historia real!
El sur, como cualquier otro lugar, estaba lleno de tradiciones y leyendas. Una de esas leyendas era de una mujer vestida de blanco, un fantasma que usaba su belleza y encanto para atraerte a la cuneta de la carretera. La leyenda decía que se suicidó después de pillar a su prometido con otra mujer. La gente decía que vagaba por los viejos y polvorientos caminos de los bosques, buscando a un conductor que la dejara entrar en su vehículo. Supuestamente, si la dejabas entrar en tu vehículo, también te mataría.
—Esa no es una historia real —resopló Kate, arrojando una cerveza a una señal de tráfico y dándole justo en el centro—. ¡Diez puntos!
—¡Oye, no desperdicies una buena cerveza! ¡Y no tires basura! ¡Es mi Mississippi también! —Alice se rio, burlándose del eslogan estatal contra la basura al final de su comentario.
Las chicas se carcajearon por unos minutos, pero se quedaron en silencio a medida que el dosel de árboles que nos rodeaba se hacía más denso. El camino era como un largo túnel sinuoso, que serpenteaba entre los árboles que sobresalían en la noche oscura.
El puente Blackburn se extendía frente a nosotros. Las vigas de acero oxidado se entrecruzaban en el cielo. Mis neumáticos tocaron el puente y rodaron por el suelo irregular mientras atravesaban las tablas de madera que había debajo. Estábamos a mitad del camino cuando mis faros delanteros se reflejaron en algo blanco y espantoso.
Pisé los frenos y todos los que estaban en el Jeep se sacudieron. Las chicas jadearon de miedo. Em soltó otro chillido femenino. La figura blanca se quedó allí parada, a varios metros por delante, mirándonos. Estaba muy lejos, pero aún podía distinguir sus rasgos distintivos.
La chica tenía alrededor de mi edad, y vestía una camiseta blanca cegadora. Sus manos aferraban la camiseta, cubriéndose el pecho, y me di cuenta que la camiseta debió haber sido rasgada en algún momento. Sus jeans estaban cubiertos de barro rojo. El cabello rubio dorado colgaba sin vida de su cabeza. La chica estaba tan pálida que parecía muerta.
—¡Zombi! —Em gritó de repente en pánico—. ¡Fantasma! ¡Retrocede, Bella! ¡Sal de este maldito puente!
—No es un zombi o un fantasma, Emmett —susurré, sacando esos pensamientos irracionales de mi mente—. Es una chica y está herida. Tenemos que ayudarla.
—Eso es lo que ella quiere que creas —dijo con voz temblorosa y nerviosa—. ¡Es una mujer muerta!
—Sabes que puedo escucharte, ¿cierto? —gritó la figura—. Tu voz hace eco en el agua. No estoy muerta, no soy un fantasma, y ciertamente no soy un zombi.
La voz era extrañamente familiar. Puse el Jeep en marcha, empujando a Emmett lejos de mí mientras él luchaba por agarrar el volante. Avanzamos lentamente, acercándonos a la chica cautelosamente. Me ubiqué a su lado, y reduje la velocidad del Jeep al mínimo.
—No la miren a los ojos —gruñó Emmett entre dientes apretados—. Sigue conduciendo y evita el contacto visual.
Todos miraban hacia adelante excepto yo. Mis ojos marrones se clavaron en los ojos azules de la chica. Pisé el freno una vez más.
—¿Rose? —jadeé, mirando a la chica que nos miraba fijamente a nuestro lado.
Rosalie Hale asintió con la cabeza con severidad, lanzando una mirada vacilante a mi compañía, ya que eran extraños para ella. Su camiseta estaba rota por la mitad, tal como lo había sospechado. Ella sostenía los bordes rotos juntos, escondiendo su sujetador parcialmente expuesto. Su mejilla izquierda estaba manchada con sangre. Había una huella de palma en su mejilla izquierda, inflamada y roja.
Instantáneamente sentí una furia abrumadora contra quien pudiera haberla lastimado. Sospeché que fue Royce King, ya que Edward me dijo que fueron vistos juntos por última vez.
—¿Conoces a esta chica? —susurró Emmett, mirando tontamente a Rose, quien lo miraba con ojos entrecerrados.
—Sí, la conozco —contesté, agarrando la manija para abrir mi puerta.
Era demasiado tarde. Emmett se puso de pie en la parte trasera del Jeep, bajando su enorme cuerpo con facilidad por el costado. Se acercó a Rose con cautela, sus ojos recorrieron su rostro hinchado y ensangrentado.
—Ten —habló suavemente, quitándose la camiseta ajustada del cuerpo.
Los ojos de Rose se abrieron aún más cuando Emmett se quitó la camiseta, la hizo una bola, y dio un paso hacia adelante. Ella dio un paso atrás, tropezando con las tablas de madera, y perdiendo el equilibrio.
Emmett la atrapó antes de que cayera, ayudándola a ponerse de pie. Ella se encogió ante su toque, y él de inmediato la soltó. Emmett le acercó la camiseta al rostro y con cuidado la presionó contra su labio inferior partido, limpiando la sangre.
Rose lo miró tímidamente mientras él la cuidaba. Había una suavidad en su rostro que no noté la primera vez que nos conocimos. Emmett apartó la camiseta de su rostro, y los dos se miraron el uno al otro por un largo momento.
Un trueno retumbó en la distancia y el aire se llenó de electricidad. Hubo un cambio en el aire, casi íntimo en ese momento. Los dos seguían mirándose en silencio, y me di cuenta que no necesitaríamos mucho para conseguir que Emmett estuviera de nuestro lado, después de todo.
Obama: un tipo de marihuana.
Sacude y listo: una manera rápida y más simple de hacer metanfetamina cristal dentro de una botella de plástico (usualmente una botella de dos litros) sin tener que usar una fuente de calor. Es fácil hacerlo mientras estás en un vehículo, baño público, etc.
Hubo al fin primer encuentro entre Emmett y Rose...aunque no fue en las mejor de las circunstancias.
¡Gracias por leer! :)
