Disclaimer: los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es Hoodfabulous, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to Hoodfabulous. I'm only translating with her permission.


Capítulo 20

Velocidad

"Engañar a otros.

Eso es lo que

el mundo llama

un romance."

~Oscar Wilde~

EPOV

Liam Cullen llegó a Birchwood solo días antes del ataque a Rose, acompañado de otros familiares. Liam era un monstruo con una sonrisa de ángel. Él era el líder de un grupo grande y notorio de matones que vivían cerca de la frontera estatal entre Mississippi y Alabama. La pandilla era conocida cariñosamente como los Chicos Revoltosos, aunque ya estaban lejos de ser chicos. Eran los ladrones más astutos, robaban cualquier cosa, desde automóviles hasta obras de arte, sin dejar rastro. También eran los narcotraficantes más despiadados del Sur. Él era tan intimidante que sospechaba que incluso Carlisle le temía un poco. Liam era el tipo de persona que preferías tener de amigo en lugar de enemigo.

Liam era famoso por su personalidad fría e indiferente. No le importaba en absoluto las personas a las que masacraba. Eran puramente víctimas de las circunstancias, que solo se interponían en el camino de las cosas que él quería de la vida: dinero, drogas, y mujeres.

Carlisle le explicó a Liam las circunstancias que rodearon la muerte de Charlie Swan y la participación de James Cullen. Liam se mostró frío y despreocupado. La muerte de Charlie Swan fue un evento comprensible para Liam. Charlie fue una de las muchas personas que se interpusieron en el camino de James para conseguir lo que quería en ese momento, que era Renée Swan. Esto era algo con lo que Liam podía identificarse fácilmente, ya que tampoco dejaría que ningún hombre se interpusiera en su camino para conseguir lo que quería en la vida.

Liam tampoco estaba del todo convencido de que James tuviera algo que ver con el asesinato de mi padre. No había pruebas, había dicho, más que las palabras de una sucia Swan; una sucia Swan que se había colado en mi vida.

Me había enfurecido, maldiciendo y escupiendo, lleno de nada más que venganza y oscuridad. Carlisle me había silenciado con una breve mirada que me dijo mucho: cállate, quédate quieto, y ten paciencia.

No fue hasta más tarde esa noche que me enteré de la profundidad del odio que Liam tenía por la familia Swan.

Todos nos encontrábamos alrededor de la cocina escuchando a Esme sobornar a Rose y a Royce, con quien Rose había estado saliendo los últimos dos meses, para que compraran algunas pizzas y pasta para la cena.

Esme se encontraba completamente abrumada después de la exhibición violenta entre Liam y yo temprano ese día. Al final, quemó todo en la estufa, algo que no nos sorprendió a ninguno de nosotros, incluyendo a nuestros familiares de afuera. Ella llamó para pedir comida y eventualmente convenció a Rose y a Royce para que la recogieran.

Estaba sentado frente a la barra, furioso. Había estado dándole vueltas al asunto en mi cuarto por un rato, pero me entró la paranoia de que Liam se fuera de la casa y asesinara a mi novia. No debería haberme preocupado de que él mismo lastimara a Bella. Era demasiado astuto para hacer algo como eso. Al final, probablemente seguiría el mismo camino que Aro Swan al contratar a otra persona para que hiciera el trabajo sucio. De cualquier manera, me negué a perderlo de vista ni un minuto más.

Carlisle me lanzó una mirada furtiva justo cuando Liam le susurró algo al oído. Vi a los ojos de Carlisle dirigirse rápidamente hacia las escaleras. Había una puerta allí de la que pocas personas sabían. Los ojos de Carlisle se encontraron con los míos por otro breve segundo antes de asentir con la cabeza a Liam.

Me bajé del taburete, y salí de la cocina casualmente. A medida que me acercaba a la escalera, le eché un último vistazo a donde se encontraban Carlisle y Liam. Ninguno de los dos me miraron; estaban completamente absortos en su propia conversación susurrada.

Con mi espalda contra la escalera, presioné la palma de mi mano contra una pieza de moldura decorativa tallada. La puerta oculta en la pared revestida se abrió silenciosamente, solo un poco, y entré sin que nadie me notara.

La suave luz llenaba la escalera y parte de la habitación de abajo. Parpadeé un par de veces, tratando de ajustar mi visión.

El sistema de filtración zumbaba constantemente en la distancia. Respiré profundamente, inhalando el reconfortante aroma de hierba y tierra negra. Mesas largas cubiertas de plantas grandes y en ciernes cubrían el cuarto de cultivo, que estaba dividido por una pared falsa. Más allá de la pared falsa se encontraba una habitación de floración, donde se encontraban las plantas de marihuana en flor. Estas plantas florecían bajo lámparas rojas y duras.

Mi escondite favorito de la infancia, el único lugar que Jasper y Garrett nunca encontraban durante nuestros días de juventud jugando a las escondidas, se encontraba justo debajo de la escalera. Había otra puerta oculta, una que nadie conocía aparte de Carlisle Cullen y su hijo adoptivo. Yo, su sobrino, era el hombre que algún día ocuparía su lugar si esa era la dirección que decidía tomar. Me metí en el pequeño cuarto vacío y esperé.

En cuestión de minutos, escuché los pasos pesados de Carlisle y Liam en las escaleras justo encima de mi cabeza. Sus costosos mocasines de cuero dejaron atrás el último escalón y rozaron contra el piso de concreto. Contuve la respiración, ansioso por escuchar sus palabras. No pasó mucho tiempo hasta que los dos hombres hablaran, de pie cerca de la misma puerta detrás de la cual me escondí.

—Necesitamos terminar con esto, Carlisle —Liam le dijo a mi tío con paciencia, inconsciente de mi presencia cerca mientras escuchaba a escondidas—. O terminan con estas chicas o yo lo haré por ellos.

Las palabras de Liam me hicieron hervir la sangre. Apreté los dientes, mordiendo el interior de mi boca hasta saborear el calor metálico de mi propia sangre.

—Tienen amores adolescentes, Liam —Carlisle se rio—. Nada más, nada menos. No tiene sentido lastimar a un grupo de niños por una disputa insignificante entre adultos.

—Insignificante —espetó Liam—. Los hombres Swan nos han tendido una trampa, prostituyendo a sus propias hijas, haciendo que nuestra familia parezca un montón de viejos tontos. ¡Qué fácil te olvidas de cuántos parientes nuestros han muerto a lo largo de los años por culpa de esa familia!

—¿Qué tienen para ganar engañándonos, querido primo? —preguntó Carlisle, un dejo de diversión degradante en su voz—. ¿Realmente crees que han falsificado los documentos de la caja fuerte Swan? Puedo asegurarte que esos documentos son auténticos. No solo tengo las copias, sino que yo mismo examiné los originales. Aro Swan es mi hermano, y un familiar de sangre tuyo, nos guste o no.

—Aro Swan no es pariente mío —siseó Liam—. No sé cuáles son sus intenciones. Las cosas han estado tranquilas durante años. Aro probablemente haya estado esperando el momento oportuno, listo para reiniciar la guerra que terminó con la muerte de Charlie Swan.

—Aro nos odia por el mero hecho de ser un Cullen —dijo Carlisle—. Pero dudo de que esté listo para una guerra. Ha estado cómodo en Mayhaw todos estos años, vendiendo sus drogas, y permaneciendo de su lado del puente. Mató a su propia sangre, no con sus propias manos, pero lo mató de todos modos. Aro nunca sospechó que sus propias sobrinas nos darían esa información. Si quisiera otra guerra, podría haberla comenzado hace mucho tiempo entregando su evidencia sobre James. No, Aro no quiere una guerra. Él y James están trabajando juntos. Han estado conspirando juntos por años. Se deshicieron de Charlie por sus propias razones. Aro guardó la evidencia en caso de que James alguna vez lo traicionara. ¿Por qué no puedes ver esto?

—Cuando James regrese de Texas, aclararemos todo esto —contestó Liam, ignorando la pregunta—. Hasta entonces, o esos chicos dejan a las chicas Swan o yo dejo a las chicas por ellos. Por la expresión de Edward, no va a dejar a esa chica sin una pelea. Edward me está presionando, obligándome a tomar la decisión por él.

Su conversación eventualmente terminó mientras seguía en el pequeño cuarto. Mi corazón latía con fuerza contra mi pecho, furioso ante la idea de que Bella sufriera algún daño. Revisaba mi móvil constantemente, esperando cualquier señal de que era seguro regresar a mi familia arriba.

Conocía a Carlisle como la palma de mi mano. Recibí un mensaje de él diez minutos después confirmando que no había moros en la costa. Me apresuré a subir las escaleras y me reuní con mi familia, con todos excepto Liam. Él se encontraba arriba dándose una ducha, aunque dudaba que cualquier cantidad de baños pudiera lavar la suciedad de ese desagradable sinvergüenza.

Durante el tiempo que Liam pasó arriba, Garrett, Jasper y yo nos peleamos por una idea sobre cómo podríamos convencerlo de la inocencia de las chicas. Nos sentábamos en la sala enfrascados en una discusión, evitando a nuestras parientes femeninas que reían y charlaban en la cocina, y a nuestros parientes masculinos en la terraza trasera fumando puros y charlando.

En medio de nuestra conversación, sonó el móvil de Jasper. Contestó, hablando en voz baja mientras sus ojos iban de los míos a los de Garrett. El rostro de Jasper palideció, sus labios se pusieron blancos. La palidez fue rápidamente reemplazada por un enrojecimiento, que se extendió desde su cuello hasta sus mejillas.

—Alice, Bella, Kate, y Emmett encontraron a Rose a un costado de la carretera —espetó, terminando la llamada—. Royce King atacó a Rose y ella huyó. La están llevando al hospital.

Al principio, estaba furioso, pero el odio rápidamente fue reemplazado por una chispa de esperanza. Una idea apareció en mi mente, abriéndose paso en mi cerebro. Mi rostro se torció en una sonrisa siniestra que confundió a Jasper y a Garrett. Miré hacia la cocina, apaciguado de encontrar a nuestra familia todavía absortos en sus propias conversaciones.

—No dejes saber que sabes que Royce lastimó a Rose —instruí en voz baja mientras los ojos de Jasper se entrecerraban en mi dirección—. Tengo un plan.

—¿Cuál es el plan? —preguntó Garrett.

—Usa la ira que sientes por Royce —le ordené a Jasper solemnemente, los dos acercándose para escuchar mis palabras dichas en voz baja—. Necesitarás esa ira... pero la vas a descargar con alguien diferente. Tendrás que hacer esto para garantizar la seguridad de Alice, para garantizar la seguridad de todos.

Jasper asintió solemnemente ante mis palabras. Rápidamente expliqué cómo engañaríamos a Liam para que creyera que terminamos con nuestras chicas. Era un plan retorcido, usar a alguien que amábamos en un esfuerzo peligrosamente débil para salvar a otros que amábamos, pero era todo lo que teníamos.

Al final, el ataque de Rose se convirtió en la estratagema perfecta.

~DSDW~

—¿Crees que se lo creyeron? —preguntó Garrett, sus ojos color avellana fijos en los míos mientras seguíamos a Rose y a los demás por el vestíbulo de la sala de emergencias.

—¿Quién, Carlisle y Liam o Bella, Kate, Alice, y Emmett? —pregunté, echando un vistazo a nuestro alrededor en busca de cualquier señal de posibles fisgones.

—Carlisle y Liam —susurró Garrett, apartando la mirada al fijarla en el suelo del vestíbulo manchado de barro—. ¿Crees que se dieron cuenta que todo era una treta? ¿Pudieron sentir que Jasper estaba fingiendo?

—No lo sé, pero necesitamos hablar con Rose. Rápido —murmuré, mi mirada se movía rápidamente por el vestíbulo—. Carlisle y Liam estarán aquí ni bien estacionen el coche. No sé cómo diablos Carlisle va a convencer a Liam de que no mate a Emmett Swan por pensar que golpeó a Rose. Necesito explicarle a Carlisle que todo fue un engaño, ni bien tengamos un minuto a solas.

—¿Te importa? —preguntó Garrett, su voz cargada de curiosidad—. ¿Te importa si Liam mata a Emmett?

—No —contesté rápidamente, despiadadamente—. Mejor él que Bella.

Era la verdad. No le guardaba rencor a Emmett Swan. Él solo era una víctima de las circunstancias, un simple peón en una fachada que habíamos ideado muy apresuradamente con la esperanza de salvar a nuestras chicas.

El rostro de Bella pasó por mi mente. La había dejado frente a la sala de emergencias, empapada por la lluvia y con pequeños mechones de pelo pegados a la cara. Tenía la ropa pegada al cuerpo y la cara empapada de agua de lluvia y lágrimas. Fue lo más difícil que había hecho en mi vida, dejarla allí en medio de una tormenta, jadeando en busca de aire, su expresión rota y desmoronada, pero lo hice. Lo hice por ella, por nosotros. Solo esperaba que ella me perdonara al final.

Dejando mis pensamientos a un lado, miré alrededor del vestíbulo del hospital, notando que estaba prácticamente desierto. Los únicos ocupantes sentados en las sillas absolutamente incómodas era una madre joven y preocupada que llevaba chanclas embarradas y sostenía en brazos a un bebé que lloraba. Lo mecía, tratando de ofrecerle consuelo.

La camiseta sin mangas que tenía puesta estaba empapada por la lluvia y era prácticamente transparente. Sus mechones castaños estaban recogidos en un moño desordenado en la nuca y colgaban tristemente mientras miraba con cansancio al bebé que mecía en sus brazos delgados.

Un grupo de enfermeras que parecían aburridas conversaban en voz baja entre ellas cerca del mostrador de recepción, y su atención de repente se dirigió hacia nosotros cuando pasamos por su lado. Sus ojos se abrieron aún más al reconocernos, porque así funcionaban las cosas en Birchwood.

Las personas nos conocían. Conocían los rumores sobre nosotros. Emitían sus juicios, pero seguían sonriéndonos a la cara, mirándonos con ojos anhelantes. Los odiaba por su vanidad, por su obsesión con el peligro, lo negligentes que eran con sus propias vidas. Eran corderos y nosotros éramos lobos.

Bella era diferente. En cuanto se dio cuenta de quién era yo, salió corriendo, rechazándome y haciéndome a un lado. Después de nuestra reunión en el muelle, pensé erróneamente que era como todos los demás, que hacía suposiciones sobre mí por mi apellido.

Entonces, huyó. Otros se hubieran acercado a mí, atraídos por el magnetismo del peligro que emanaba el nombre Cullen, pero no Bella Swan. Ella no quería tener nada conmigo ni con mi familia, la misma familia que asesinó a su padre... o eso creía en ese momento.

Bella era la única mujer que había amado, aparte de mi Esme, Rose, y mi madre. Hubo otras chicas a lo largo de los años... chicas con las que me entretuve, tocándolas y saboreándolas. Las llevaba a casa, las extendía sobre mi cama, todo el tiempo luchando contra el ángel que se sentaba en un hombro y el demonio que se sentaba en el otro.

No tenía sentido luchar contra los ángeles en el cielo o los demonios en el infierno. Al final, esperé, me reservé para la persona con la que nací para estar.

Esas otras chicas no lograron captar mi atención por mucho tiempo. Todas querían lo mismo de mí. Yo no era más que una conquista para ellas, razón por la cual siempre me negué a darles a esas chicas lo único que deseaban con tanta intensidad.

Las palabras de Bella se repetían en mi mente. Alma gemela. Alma gemela. No había otra forma de definir lo que éramos. Éramos uno. Dos mitades del mismo espíritu, unidas por un amor tan poderoso que podría destruirnos a todos. Había una nueva amenaza para nuestro amor. Su nombre era Liam Cullen.

Saqué a Liam de mis pensamientos por un momento mientras Garrett y yo llegábamos a la pequeña sala de examinación. Rose yacía en una cama de hospital, con el rostro manchado de rímel. Estaba frunciendo el ceño y llorando a la vez. Jasper no estaba por ninguna parte. Los guardias de seguridad lo arrastraron a algún lugar, en un vano intento de calmar su agresión. Ni bien la enfermera se retiró, le conté rápidamente a Rose.

—Necesitas callarte y escucharme —le dije firmemente, echando un vistazo a Garrett que estaba de guardia cerca de la puerta de la habitación—. Sabemos que Emmett no te puso una mano encima. Alice llamó a Jasper y le contó que te encontraron, pero le dijimos a Carlisle y a Liam que Emmett Swan te golpeó.

—¡Sé que Alice te llamó! ¡Yo estaba allí! ¿Por qué les dijiste que Emmett Swan me golpeó? ¿Por qué harías eso? —preguntó Rose, sus ojos muy abiertos y preocupados.

—Teníamos que inventar una historia lo suficientemente convincente para engañar a Liam —le expliqué en voz baja—. Le dijimos a Carlisle y Liam que Royce llamó y le dijo a Jasper que Emmett Swan te atacó en el estacionamiento de la pizzería. Usamos esa mentira para engañar a Liam. Necesitábamos algo dramático, algo creíble para hacerle creer que terminamos con las Swan para siempre. Liam se lo creyó, sin reservas.

—¿De quién fue la idea? —cuestionó Rose, con evidente fastidio en su voz.

—Fue mía —admití—. Juro por la tumba de mi madre que mataré a Royce por lastimarte, si Jasper o Emmett Swan no lo matan primero.

—Entonces, ¿Bella no sabe que todo fue una mentira? —preguntó, su rostro cada vez más rojo debajo de su mandíbula hinchada mientras ignoraba mi amenaza de muerte contra su novio.

—No, todavía no —confirmé.

—Son un montón de idiotas —despotricó—. Le rompiste el corazón, pusiste a un tipo inocente en peligro, y dejaste que mi atacante saliera libre, ¿y para qué?

—¿Para qué? —Me reí, enfureciéndome con sus palabras—. Liam estaba insinuando que las mataría. Está sediento de sangre, enojado por descubrir que Aro Swan es un Cullen, y furioso de que estemos involucrados con sus sobrinas. ¿Qué se suponía que debía hacer?

—Llamarla —respondió Rose, justo cuando Garrett carraspeó, alertándonos de la inminente aparición de Carlisle y Liam.

Asentí, consolado por el hecho de que Rose sabía la verdad de la situación en cuestión y exultante por la pequeña ventana de oportunidad que tenía para decirle a Bella que la escena frente a la sala de emergencias no fue más que un engaño ideado apresuradamente. Saqué rápidamente mi móvil, optando por la opción más rápida de enviarle un mensaje en lugar de llamar.

Resultó que no pude entrar en detalles sobre los eventos anteriores en absoluto. Mi mensaje fue breve. No tuve más que unos pocos segundos antes de que Carlisle y Liam entraran en la habitación. Escuchaba sus voces acercándose a la sala de examinación a solo unos pocos metros de distancia. El mensaje solo tenía tres palabras; tres palabras que solo podía esperar que le brindaran algún tipo de consuelo y alivio del dolor y la confusión que le había causado.

Sigue el juego. ~Edward


Gracias por leer :)