Presagio: Del Latín praesagium, acción de prever o predecir.

Intento deliberado de anticipar el futuro; señal hipotética que indica un evento futuro.
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[Prólogo: Una oración al cielo gris]

El mundo desde su origen ha pasado por grandes y a veces drásticos cambios. La sociedad en la que vivimos hoy puede no ser la misma mañana, todos los avances de nuestra ciencia han traído consecuencias como cualquier otra elección que hagamos. El aumento de la pobreza, el hambre, las guerras por el poder político y económico, el hombre comenzó a destruirse para vivir, para alcanzar un nivel superior en cada nueva sociedad que surgía.

Como en cada nueva situación, nacen diferentes líneas de pensamiento y creencias, lo que hace que las personas debatan y creen riñas entre ellos para probar cuál de sus pensamientos o dioses son capaces de construir la verdad completa.

La fecha es 2030, el año de oro para la comunidad científica mundial, culminaron con éxito la construcción de la última base lunar, ahora suman un total de ciento cuatro, cada una con una capacidad máxima para albergar a doscientas personas, en un caso de colapso – al menos la parte importante de la humanidad podría ser salvada y preservada. Esa construcción fue injusta y sucia, hecha con todo el dinero recaudado de los pueblos que padecían hambre y falta de agua, mientras que todos los impuestos pagados se usaron en un anticipo que nunca les serviría de nada a ninguno de ellos.

De todas las naciones del mundo, la sociedad contaba con cinco grandes capitales que juntas formaban la Esfera de la Alianza, nombre ligado a los grandes campos de protección que rodeaban sus centros urbanos, bloqueando cualquier intento de ataque anarquista contra las capitales y sus habitantes. La Alianza estaba compuesta por San Francisco I, el representante norteamericano con sólo su primer sector cobijando a las clases 'B' y 'A' entre los estratos sociales; São Paulo Comercial, así como muchos siglos antes, lo que llamábamos la burguesía y que pronto se convirtieron en comerciantes, son hoy mayoría, siendo los mayores portadores de riqueza y poder en la capital sudamericana; Londres I, así como el representante norteamericano, la capital europea solo cubre a individuos de los sectores 'A' y 'B' en el estrato social y es responsable de la industria farmacéutica en el mundo; Corea del Sur Industrial, superando a China en su sector industrial, primer representante asiático, abastece al mundo con todo y cada uno de los productos industrializados, albergando una parte de la clase obrera y la mayoría de los grandes magnates vinculados a la industria y al gobierno; finalmente, tenemos a Tokio, la segunda capital asiática, proveedora de ciencia, tecnología y desarrollo, encargada de albergar a todos los individuos cuya capacidad intelectual esté por encima del promedio común y sea capaz de ayudar al planeta de alguna manera.

Entre toda nuestra tecnología y ciencia, existía una ciudad aparte de las cinco capitales conocida como la ciudad de la luz, era el centro religioso en el mundo, y aunque su existencia era con el propósito de unir y consolar a todos, su territorio era el mayor generador de conflictos. No todos aceptaban la existencia de un dios, no todos podían creer que fuera capaz de ver todo lo que atravesábamos y no hacer absolutamente nada al respecto, sin embargo, en contraparte, los líderes decían que sí, que dios sí hacía algo. Decían que en una de las capitales estaba por nacer una criatura que representaba a los suyos, la única esperanza que tendría la humanidad, llevaría dentro de sí un tremendo poder otorgado por el Padre que sería capaz de restaurar todos los recursos perdidos, ellos le llamaban el Grial, haciendo referencia a la leyenda del Santo Grial de Cristo, algo que nadie sabía qué era o qué podía ser y si realmente existía, pero que sería la representación de la plenitud del poder.

Ningún científico creía, ni tampoco ningún gobernante y ningún líder del movimiento anarquista. Pero la gente...la gente esperaba. El pueblo creía en ese dios, el pueblo veía en el discurso religioso una esperanza de despertar una mañana con comida y agua en la mesa.

Pero pasó el tiempo, y la profecía – aun después de 9 años – no se cumplía. La situación mundial estaba en etapa de repliegue, ya no había paz entre las capitales y la guerra estaba a las puertas, cerca de mil personas fueron retiradas a las bases lunares antes de que realmente explotara la tensión entre los países. Ya no había agua, el mundo estaba contaminado por las constantes explosiones de reactores en todo el planeta, moría gente en las ciudades inferiores de la capital, que ahora había cerrado sus puertas y levantado sus barreras, por no querer correr el riesgo de la contaminación. Fuera de la protección, el caos se asentó y cada día moría más y más gente, ya sea por la radiación o por la disputa por lo poco que quedaba de comida, poco a poco los ciudadanos construyeron sus propias bombas, iniciando su propia guerra y destruyendo toda la miseria en la que vivían.

Las potencias se unieron en 2039, y cuatro de las cinco capitales acordaron firmar un tratado de paz si, a cambio, cada una cuidaba a su propio pueblo, eliminando todo lo que provocaba el caos, desconociendo cualquier derecho a la vida, alegando que eran medidas de pura supervivencia. Sin embargo, la quinta capital – Londres – se negó. Como medida para obligar a la quinta capital, la subcapital Moscú, controlada por San Francisco, disparó cuatro misiles destructivos contra tres bases lunares habitadas por británicos, cobrando entre doscientas y trescientas vidas. En respuesta, Londres rompió con la Alianza y le presentó al mundo la peor arma biológica jamás creada, llamada Peste, el virus se transmitía por el aire y el agua, pronto todo el mundo estaba contaminado y todos los días, miles de personas morían en los pueblos bajos y campos rurales.

A pocos meses de la expansión de la Peste, más de un tercio de la población mundial había sido extinguida, Londres fue bombardeada y eliminada del mapa, en su lugar Moscú se alzó como protectora del armamento y estratega; sin embargo, ya era demasiado tarde para armar una estrategia y la guerra ya estaba en marcha.

Hubo un conflicto tramado entre San Francisco y Corea del Sur para disfrazar el verdadero objetivo que era, en realidad, eliminar a las masas contaminadas por la enfermedad.

En 2055, parte del problema llegó a su fin, la Peste había sido eliminada junto con más de la mitad de la población mundial, sin embargo, todavía faltaba agua y comida, todavía faltaban recursos para sobrevivir, y fue en los primeros años posteriores a esta etapa que se descubrió que había niños nacidos entre 2035 y 2052 que resistieron los efectos de la guerra, que eran inmunes a la Peste, la radiación en su organismo estaba acoplado a cierto nivel que podían sobrevivir a diferencia de los antiguos, eran una evolución y en su ADN poseían la solución a todo el caos.

Más de dos mil niños nacidos de todo el mundo fueron capturados y llevados a los centros de investigación en Tokio, todos ellos fueron observados y probados en situaciones de extrema exposición a la radiación y falta de alimentos y agua. De todos, solo unos quinientos de ellos sobrevivieron hasta la última etapa, concluyendo que sí era posible lograr una modificación eterna para todos a través de células extraídas de la médula ósea. Sin embargo, el precio a pagar sería demasiado alto. Matar niños y promover el progreso no era algo que les gustara a las capitales. Tokio, fue condenada al aislamiento durante diez años, y la Peste volvió a su territorio.

En medio del dolor y la muerte, aún quedaban quienes creían en el ser supremo dictado por los religiosos años antes, creían que la criatura elegida no había sido atrapada por el gobierno o que nacería después del final de la guerra. Estos todavía hacían sus reuniones cuando los tiros y las grandes bombas atómicas estallaban fuera de las catedrales y casas, hablaban de la elegida en cada reunión, en cada canción la tenían en mente, eran pocos, pero tenían mucha fe en lo que creían.

El 23 de agosto de 2057, la guerra asestó su último golpe; la Ciudad de la Luz – que trajo esperanza a una parte restante de la humanidad – fue bombardeada y destruida, acusada de disfrazar entre la población un discurso falso y de odio contra el control gubernamental. El acto se llevó a cabo mientras había una gran reunión en la catedral principal de la ciudad matando a miles.

Lo que pocos sabían era que lejos de la capital japonesa, donde la Peste mataba cada día a más y el gobierno manchaba la tierra con la sangre de los inocentes, en una casa, una extranjera que huía daba a luz a una niña, a esa niña.

A su alrededor, monjas de un convento a pocos kilómetros de la cabaña la ayudaban a traer al mundo a la pequeña, mientras otras rezaban, porque venía al mundo.

"Al Santísimo y poderoso Señor del cielo, oramos para que no permitas que se desvíe de su camino, para que su luz brille en el camino tortuoso, para que el mundo y sus gobernantes te vean y te adoren, para que tu poder sea tan grande que incluso los más poderosos lo desafíen.

Que tu bendición se derrame, tráela a nosotros y que nos de la paz, devuelva la mansedumbre y la luz en el cielo, que nos traiga el aire puro y el pan nuestro de cada día. Sea el bendito Grial esperado, tu cáliz escondido, sangre de tu sangre, condenada por haber nacido en pecado, pero bendita por encarnación de la bienaventuranza. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén."

El grito estridente inundó la habitación, la niña nació pequeña y no se veía tan saludable como debería haber sido, pero sus ojos apenas se abrieron mostraron su fuerza, erande dos colores, de un lado color miel, y del otro azul como el cielo en una mañana clara.Mimi, escucharon a la mujer en la cama susurrar exhausta, sus ojos estaban hundidos pero brillando bajo la vista de su hija que ahora estaba envuelta en una manta y era mecida por una de las monjas. Momentáneamente fue puesta en brazos de la mujer que la había parido pero que no podía ser su madre porque estaba contagiada y moribunda. Afuera de la habitación esperaba un hombre de rasgos asiáticos, apoyado en la pared, golpeando con el pie con impaciencia, luego se abrió la puerta y el grupo de monjas salió con todos los utensilios usados y las sábanas sucias, por último la que cargaba a la niña protectoramente, tras ellas yacía en la cama el cuerpo inerte de la mujer que la Elegida nunca conocería.

El hombre era el padre, sin embargo, no lo dejaron tocar a la niña, él también estaba enfermo, también iba a morir, Mimi no tendría familia.
"Vamos a llevárnosla." La monja que la llevaba explicó. "Es más seguro, hay mucha gente interesada en destruirla."
Salieron de la cabaña montando en la carreta estacionada al frente, dejando al hombre con su mudo llanto sobre el cuerpo de la mujer que amaba, mientras la única prueba de que ese amor existía estaba en brazos de una extraña.

El cielo estaba gris y las oraciones continuaron mientras se dirigían al convento, porque si el Señor estaba obrando,el Príncipe de la Potestad también estaría obrando, y esa guerra era solo una advertencia de que la verdadera batalla aún estaba por llegar, y que el terror para el mundo, apenas estaba empezando.

[Capítulo 1: La primera visión]

"El infierno está vacío, porque los demonios están aquí."

- William Shakespeare

La Tercera Guerra Mundial había terminado, todas las bombas atómicas restantes habían explotado y toda la vida de fauna y flora que conocíamos ya no existía como debería, no había comida ni agua, no había animales para cazar. Nuestras lluvias se volvieron ácidas y dañinas para la piel, nuestro sol quemaba ferozmente impidiendo el crecimiento de la vegetación, nuestras noches eran extremadamente frías y sin estrellas, la capa gris de polvo químico y contaminación aún persistía incluso después de diecisiete años.

En 2074, se firmó el tratado de paz entre las naciones y hoy, Londres y Tokio han regresado a la Alianza como miembros activos y productivos, ya no hay búsqueda de mejoras en el mundo exterior, las capitales han aumentado sus territorios construyendo entornos protegidos por las cúpulas de energías.
El Capitolio mentía para ocultar su podredumbre y oscurecía sus cielos y sus extremidades para que nadie viera la destrucción de los campos.

El día en la cúpula de New Tokyo – como ahora se llama la capital de la posguerra – amaneció más gris de lo normal, anunciando que pronto caería una lluvia espantosa – tiempo atrás la lluvia se habría considerado un regalo, pero como se convirtió en lluvia ácida fue incluido en la lista de maldiciones. La pequeña iglesia estaba en silencio, solo se escuchaba el sonido de unas palabras pronunciadas en latín, estas provenientes de un hombre bajo, calvo, con una sotana negra desgastada por el tiempo, a su lado una chica de mediana estatura y largo cabello castaño, en su ojo derecho un parche ocultaba el color azul del mismo que era totalmente diferente al de su ojo izquierdo, el cual tenía el mismo tono de la miel que solían producir las abejas.

Su ropa era simple, jeans oscuros desgastados y una blusa blanca con mangas largas y sueltas. Su función en ese lugar era sostener el plato en forma de sol que contenía las hostias de la ceremonia que se presentaba, luego pasaba el plato al señor que estaba a su lado, permaneciendo de pie junto a la mesa el resto del tiempo necesario. Pronto el anciano reverendo dio el "Amén" final, junto con todas las demás personas sentadas en los bancos de esa antigua iglesia y uno por uno, se levantaron para compartir ese círculo blanco simbólico.

Afuera, se podían escuchar las gotas de lluvia, sería muy difícil salir después del final de la ceremonia sin lastimarse aunque sea superficialmente debido a las gotas. La chica parecía ser confundida con las estatuas dentro de ese templo, por lo inmóvil que estaba, de vez en cuando les regalaba una simple sonrisa a algunas señoras que pasaban sonriendo, el caso era que se sentía tan perdida en medio de todo ese ritual repetitivo, siempre eran las mismas personas, los mismos días haciendo las mismas cosas y se sentía cansada de todo.

Cuando el último pasó frente al reverendo, ella suspiró profundamente, recogió los utensilios y se dirigió a la parte trasera de la iglesia, guardándolos en sus lugares correspondientes para luego sentarse en la escalera trasera, se sentó en los primeros escalones donde la lluvia no pudiera alcanzarla. Suspiró, mirando el cielo negro y quitándose el parche del ojo, parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz, nunca entendió por qué estaba usando esa cosa, sabía que su rara condición podía causar extrañeza en las personas, pero había visto cosas peores en la iglesia, como el domingo pasado cuando trajeron a oración a un niño deforme, era un espectáculo peor que sus ojos de distinto color.
"Tal vez el demonio tiene ojos de colores diferente." Murmuró para sí.

Mimi fue el nombre que le dieron, ¿qué sabía de sí misma? Solo que era huérfana de padre y madre y que la habían rescatado unas monjas al costado de la carretera principal. Sus facciones eran suaves y delicadas, ojos grandes y labios finos, además de ser delgada y no muy alta. Se levantó para volver al frente de la iglesia cuando escuchó un susurro bajo llamándola por su nombre, al principio lo ignoró pensando que era algo en su cabeza, siguió caminando pero antes de entrar, el susurro se hizo presente seguido de un fuerte grito, se giró bruscamente hacia el vacío del campo muerto frente a ella, que ahora estaba mojado por la lluvia.
"¿Quien está ahí?" Llamó en voz alta, sin respuesta.

Dio unos pasos hacia adelante tratando de ver más lejos, sin éxito. Asustada, bajó unos escalones sintiendo la fina lluvia caer sobre ella, el ardor de las gotas en su rostro fue ignorado mientras bajaba por completo las escaleras hacia el campo. El convento estaba rodeado de árboles secos, todos ellos quemados por las lluvias anteriores, el suave vaivén hacía chocar sus ramas produciendo un ruido incómodo.

Cruzó el camino de terracería, parándose a la orilla del campo, escuchó el susurro con su nombre de nuevo, miró a su alrededor asustada, pero no encontró nada. Sin embargo, cuando sus ojos se volvieron hacia el vasto campo, había una figura de pie bajo la lluvia, por las formas era un chico, cabello largo hasta los hombros y rubio, la ropa era negra, similar a la de un soldado de guerra.
"¿Quién eres?" Le gritó a la figura que permanecía inmóvil.

Nuevos susurros, su visión se nubló mientras sus oídos pinchaban, escuchó gritos y explosiones, la gente maldijo sus vidas y clamó por una misericordia que nunca parecía llegar. Sintió que le fallaban las rodillas, doblándolas hasta el suelo, le faltaba aire en los pulmones mientras los gritos aumentaban junto con la intensidad de la lluvia que bañaba su cuerpo, pero luego, en un instante, todo el ruido cesó. Escuchó su respiración agitada, su visión aún era borrosa cuando se dio cuenta de que alguien caminaba hacia ella desde el campo, entonces el individuo se detuvo enfrente, tomó su rostro con una de sus manos, levantándolo para que pudiera verla.

Y esa fue la primera vez que miraba esos ojos, ¡Ah! esos ojos, que parecían marcar su alma con brasas, ojos amarillos como los de una fiera.
"Elegida."La voz ronca susurró de nuevo. Y esa fue la última visión que tuvo antes de que su cuerpo se rindiera por completo y todo a su alrededor se volviera negro.

Cuando abrió los ojos, se dio cuenta que ya estaba dentro del convento, en su cuarto, con frazadas calentándola y unos pequeños vendajes en su rostro, probablemente por la exposición a la lluvia. A su lado, la Madre Superiora estaba sentada en un sillón leyendo, probablemente esperando su despertar. Respiró hondo, tomando fuerzas y sentándose en la cama, pronto llamó la atención de la mujer que estaba a su lado, quien dejó el libro para mirarla de frente.
"¿Cómo te sientes, hija?" preguntó la mujer.
"Bien, creo." Su voz salió ronca, tosió en un intento de mejorarla.
"Te encontramos en la parte trasera de la iglesia tirada bajo la lluvia, te sangraba la nariz. ¿Pasó algo Mimi?" Ella frunció el ceño, luciendo preocupada.

Mimi reflexionó, ¿hablaría sobre el chico que vio o no? Aunque parecía haberla lastimado – pues le dolía el cuerpo como si la hubieran degollado – se sentía bien al recordar su presencia, era fuerte y cálido, protector, sus ojos estaban marcados en el débil recuerdo que tenía de esos momentos bajo la lluvia ¿Qué pasaría si lo contara y el chico nunca regresara?
"No pasó nada, Madre, solo pensé que sería una buena idea salir bajo la lluvia, estoy un poco cansada de todos los confines." No diría que mintió, simplemente omitió los hechos reales hablando de otro hecho que también le molestaba.
"Los límites están hechos para protegerte, el mundo exterior no está hecho para ti, Mimi." La Madre respondió con dureza. "No vuelvas a hacer eso, podrías haber resultado gravemente herida o algo peor."
"Lo siento mucho." Murmuró
"Ahora vuelve a descansar, te perdiste la hora del almuerzo, acuéstate un poco más, luego báñate y baja a cenar." La mujer se levantó y se fue sin esperar respuesta.

Se levantó de la cama, deteniéndose a observar el paisaje más allá de la ventana, su habitación estaba en el tercer piso del alojamiento del convento, donde vivía con varios otros huérfanos. Observó que el cielo ya tomaba los colores del crepúsculo y que afuera la lluvia aún era ligera, resopló contra la ventana empañándola, dibujando una nube, sonriendo de lado. Una sonrisa que murió al poco tiempo cuando miró hacia la ventana viendo el reflejo de un par de ojos amarillos y una sonrisa felina. Se volteó asustada, pero al ver que estaba sola sacudió la cabeza de un lado a otro, necesito comer algo, pensó, ya estoy empezando a alucinar.

Pronto, estaba entre los demás en el gran espacio del segundo edificio, comiendo una simple sopa de tomate y un pequeño trozo de pan, pocas cosas aún eran cultivables, los tomates y el trigo son una de ellas, el convento tiene un invernadero propio que con una pequeña donación de la capital – que decidió ayudarlos unos años antes – logran mantener una producción estable y en ocasiones obtener algunas semillas diferentes para el cultivo, como zanahorias y manzanas.

Han pasado unas cuatro semanas desde que el chico misterioso hizo su primera aparición, en ese tiempo la cabeza de Mimi daba vueltas con las miles de posibilidades con respecto a él. Ya no podía concentrarse bien en clase, y de ser la mejor alumna de latín fue bajando y bajando hasta que sus días se resumían en ir a la biblioteca a estudiar sobre apariciones y volver a su habitación a mirar el campo por la ventana. La notable pérdida de rendimiento llamó la atención de las monjas e incluso del sacerdote responsable de la chica, todos intentaron convencerla de que contara lo que estaba pasando pero siempre recibían la respuesta de que simplemente estaba cansada de todo lo que ya sabía, lo cual de hecho tampoco era mentira. Con solo diecisiete años, Mimi sabía más sobre latín, ciencias, idiomas e historia del mundo que muchos reverendos que conoció en los años que estaba en el convento.

Mimi logró mantener a los miembros de la iglesia alejados de su secreto durante casi dos meses, pero luego comenzaron las pesadillas.

Vio escombros, la gente corría gritando en una desesperación común mientras ella permanecía de pie en medio de ese caos como si nada pudiera tocarla o como si nadie la viera allí, lenguas de fuego caían del cielo y explosiones provenientes del núcleo de la Tierra aparecían a su alrededor pero nada,nada la alcanzaba. La sensación de angustia de los humanos que corrían era casi palpable, pero Mimi era la misma excepto por los ojos que ahora eran de color azul y miraban fijamente al vacío que se extendía más allá de la línea del horizonte. Escuchó que llamaban su nombre a lo lejos pero no prestó atención, poco a poco la voz comenzó a hacerse más fuerte y finalmente su yo del sueño se movió dando la vuelta, una gran esfera de fuego venía hacia ella y poco antes de que la alcanzara la chica despertaba, siempre con sudor frío corriendo por su frente, jadeando y con más y más preguntas sin resolver en su mente. Pero en uno de esos días en que despertó asustada de su sueño, no estaba sola, Hani, la Madre Superiora del convento, estaba sentada en el sillón junto a su cama, mirándola con el ceño fruncido, con expresión preocupada.

"Creo que tenemos que hablar Mimi." Habló con calma.
"Todo está bien." Respondió en un susurro, aunque sentía que le ardía el ojo derecho, el azul parecía haberla cegado, sentía temblar todo su cuerpo.
"No lo está, tienes algo que decirnos, y necesito que nos lo digas." Se levantó del sillón. "Y eso no está en discusión, hija. Vamos, el reverendo desea hablar contigo." Le tendió las manos a la chica ayudándola a ponerse de pie y ponerse los zapatos.

Caminaron por los silenciosos pasillos del convento, la pesada respiración de Mimi era lo único que se escuchaba. Pasaron frente a varios cuartos para finalmente llegar al pasillo tenuemente iluminado que terminaba en una doble puerta de pesado roble, el cartel en dorado indicaba que ese debía ser la habitación del sacerdote. La chica suspiró, sabía que tarde o temprano tarde tendría que contarle al reverendo sus extraños sueños y sobre todo al extraño que había imaginado haber visto ese día, tal vez el sacerdote la mandaría a exorcizar, Mimi estaba segura que la etiquetarían como poseída.
"Mimi, si me permites pedir algo, cuando entres allí, sé honesta, ¿de acuerdo?" Hani la miró con ternura al ver que ella asentía.

Respiró hondo abriendo la puerta y entrando, el lugar fácilmente parecía una biblioteca, muchas estanterías, una chimenea con dos sofás tapizados en rojo frente a ella y luego un escritorio de oficina, el reverendo estaba sentado en uno de los sofás mirando fijamente hacia el fuego que crepitaba frente a él, pero pareció saber de la entrada de la chica porque pronto le ordenó que pasara y se sentara en el sofá a su lado. El reverendo Marcos era un extranjero enviado para cuidar a los fieles y desamparados en Japón, era un hombre estricto con la doctrina pero amable y comprensivo con cada situación que se le presentaba, Mimi lo respetaba como si fuera su padre – si algún día lo conociera.

Ambos permanecieron un rato más frente al fuego de la chimenea hasta que el propio reverendo habló.
"¿Sabes por qué estás aquí, Mimi?"

"¿Es porque quiere saber sobre mis sueños y mi extraño comportamiento?" La voz de la chica era baja y había incertidumbre en las palabras. Mimi podría ser inteligente, pero con certeza que no era segura de sí.
"Repetiré la pregunta, ¿sabes por qué estás aquí en este convento, Mimi?" El reverendo miró a la chica con expresión mansa.
"Mis padres murieron en la guerra, o simplemente se dieron por vencidos conmigo. Ninguno de ustedes me lo explicó, solo estoy aquí."
"Que tus padres estén muertos es realmente la única certeza que podemos tener en este momento." El reverendo suspiró, recogiendo una carpeta de documentos de la mesa de centro entre los sofás. "Estos documentos los recibimos esta mañana, es un informe anual de la capital sobre índices de radiación y calidad de vida fuera del domo, y los números que tenemos no son nada buenos, ¿sabes?"
"Nos vamos a morir y me llamó aquí para despedirse, ¿es eso?" arqueó una ceja.
"No." Sonrió. "Te llamé aquí porque quiero contarte sobre una leyenda de nuestra religión que corre a través de los siglos, ¿has oído hablar del Santo Grial de Cristo?"
"¿El Santo Grial?"
"Sí, el cáliz. Recientemente investigadores llegaron a la conclusión de que el Grial no es un objeto que trae luz y bendición como se pensaba anteriormente, cruzaron la información que tenían con algunos archivos de hace unos 44 años, escritos por algunos respetables reverendos de la orden de la Ciudad de la Luz, contenían una profecía de que entre la guerra y el comienzo de la paz nacería una criatura cuyo objetivo sería salvar y liberar a la humanidad de la miseria y el dolor, su poder sanaría la Tierra y el corazón de los hombres y restauraría cada parte de nuestro recursos perdidos. En 2057, la guerra terminó oficialmente por las naciones de todo el mundo y fue en ese año que tuvimos el primer indicio de que la criatura prometida había venido al mundo."
"¿La encontró el gobierno?" preguntó.
"No, la encontramos nosotros." Pausó. "En una cabaña solitaria a las afueras de New Tokyo, la hija de una extranjera judía con sangre directamente ligada al linaje de David y un japonés de familia tradicionalmente cristiana, un vínculo perfecto, que generó el legado perfecto. Nuestra señal eran sus ojos, coloreados como decían los antiguos documentos, uno de ellos como la miel como la vida dulce que nos espera tras el perdón de nuestros pecados, y el otro azul como el cielo que contemplaremos."

Mimi entonces entendió por qué estaba allí, por qué la mantenían encarcelada, creían que era la elegida.
"No soy yo." Afirmó.
"Sí, lo eres." Respondió con calma.
"¡No, no lo soy! No soy especial, reverendo, solo fui abandonada, la radiación cambió el color de mis ojos, soy tan frágil como cualquiera aquí, ¡no soy la que están buscando!" Se levantó del sofá y dio unos pasos hacia la puerta.
"Tuviste una visita, ¿no?" El tono de Marcos era serio.
"¿C-cómo...?" Tartamudeó, demasiado sorprendida para soltarlo con palabras.
"Él sete apareció y trató de llevarte, ¿no? Por eso estás teniendo tantos sueños, se está mostrando antes de que él venga y te corrompa."
"¿Y quién es él?"
"No lo sabemos, pero podemos sentir el poder que su presencia es capaz de ejercer." El reverendo suspiró profundamente. "No puedes evitar tu destino, hija, viniste a este mundo para manifestar tus dones, ayúdanos a ayudar al mundo, te necesitamos."
"¡Ya dije que no soy su ser especial!" Gritó enojada.
"Soñar con personas que nunca has visto y destrucción que ninguno de los gobernantes puede imaginar, eso no es normal, Mimi,te está mostrando el futuro, solo acepta tu propósito y síguelo."
"¡No puedo, ni siquiera sé cómo hacer algo así! ¿La gente realmente todavía cree en Él después de todo lo que ha estado pasando? ¡Pocos son los que creen! ¿Y ahora me dice que tengo que salvar a la gente que ni siquiera le teme?" Mimi estaba incrédula, eso era imposible. Tenía mucha fe en lo que creía, sabía que Él era capaz de planear algo así, la chica simplemente no esperaba que ser la elegida.
"Siempre ha sido así, ¿no? Piénsalo, cuando vino a la Tierra, nadie lo aceptó pero rendirse nunca estuvo en sus planes. Fuiste elegida porque Él sabía que tendrías la fuerza suficiente para no rendirte." Marcos seguía insistiendo con la chica, necesitaba que aceptara el destino que le era impuesto.
"¿C-cuándo? ¿Cuándo va a empezar?" preguntó.
"No lo sabemos, es algo entre tú y Él. No tenemos información de lo que sucederá con seguridad Mimi, pero me arriesgo a suponer que nuestro mundo no durará mucho más, terminamos con todo lo que teníamos. "
"No podré, reverendo, no tengo su sensibilidad."
"Él te eligió, Él te capacitará." Se levantó del sillón. "Lo único que sé de tu destino Mimi es que mucha gente lo cruzará y muchos de ellos tratarán de apartarte del camino, hacerte dudar de tu fe y del amor que Dios siente por ti, mi única petición es que nunca dudes de lo que Él es capaz de hacer y lo importante que eres para Él, clama y Él estará presente. Confía en Él y en su voluntad sobre todas las cosas, aunque sea a costa de tu vida."
"No sé si soy capaz de morir por algo en lo que no puedo poner mi fe en este momento."
"Pero tal vez mueras, muchos gobernantes te quieren a ti y a tu sangre, eres muy preciada para el gobierno mundial. Pero te garantizo que mientras estés dentro de los límites del convento, nada te hará daño."

Mimi estaba sin palabras, desorientada, nerviosa y confundida, salió de la habitación corriendo por los pasillos, deteniéndose solo cuando yacía en su cama, mirando al techo mientras su mente trabajaba nerviosamente absorbiendo cada nueva información. Era débil, manipulable, la atraparían fácilmente y convertirían en conejillo de indias, estudiarían su cuerpo y su sangre en busca del poder que creían que portaba. Se quedó dormida sin darse cuenta mientras susurraba para sí que nada de eso era real.

-.-

Todo estaba tan oscuro y frío que ni el cuerpo celeste más brillante sería capaz de calentar e iluminar ese lugar, sus prendas eran perfectos harapos mientras caminaba con dificultad entre el suelo rocoso, estaba herida y cansada, tenía sed pero allí no había nada que pareciera que pudiera ayudarla. Poco a poco empezaron a surgir personas a su alrededor, en iguales y peores estados que el suyo, todos ellos gritando murmullos en diferentes idiomas, el dolor y sufrimiento era palpable. Todos parecían estar caminando hacia el mismo lugar, aunque parecían sin rumbo fijo.

En un instante, la escena cambió.

Todo estaba tan claro como el día de verano más limpio, sus túnicas eran blancas y limpias. Estaba en medio de un enorme campo de lirios blancos y amarillos, agitándose como si bailaran en la ligera brisa que iba y venía, varias personas hacían lo mismo, sentía el calor del sol pero no lo veía, el cielo estaba vacío de nubes y tan azul que la paz de mirarlo podía calmar los corazones más afligidos. A la mitad del campo vio a un niño pequeño con ojos grandes sonriéndole y susurrando 'gracias', ella no entendió y solo le devolvió la sonrisa.

Pero la escena volvió a cambiar, era el mismo campo de flores pero estaban marchitas y el cielo estaba del tono más gris que existía, las nubes creaban remolinos y el viento silbaba golpeando fuertemente contra su piel, el sonido del trueno era fuerte y el rayo no tenía piedad del campo – el cual estaba vacío excepto por ella. Se agachó en el suelo tratando de esconderse entre las flores, pero con cada trueno el caos parecía más cerca de ella, lloraba y gritaba pidiendo ayuda, pero nadie respondía.

Hasta que, como un recuerdo lejano, escuchó susurrar su nombre.

"Mimi, vuelve...vuelve a mí."

Agachada en medio del prado, levantó la mirada para encontrarse con esos iris amarillos que la habían atormentado durante el último mes, abrió los labios para gritar una vez más, pero no hubo tiempo. Su cuerpo fue completamente tomado por las sombras y truenos.
Mimi despertó jadeando, el aire faltaba en sus pulmones, las lágrimas corrían salvajemente por su rostro, había pasado dos semanas desde la noticia de su supuesta elección para salvar a la humanidad, desde ese día comenzó a prestar atención a todo lo que veía, buscando en los detalles más pequeños alguna evidencia de por qué todo esto estaba pasando, o si por alguna gran suerte del destino no fuese más que solo su imaginación.
Pero todo lo que tuvo en dos semanas fue una secuencia de pesadillas idénticas a la que acababa de tener, y la estaba volviendo loca. Quizás esto sea consecuencia de ser una elegida divina: la locura.

Se levantó de la cama dirigiéndose al lavabo del pequeño baño de la habitación, agarró un vaso del gabinete y lo llenó de agua para tratar de calmarse, sin embargo lo único que logró hacer fue soltar un grito ahogado y dejar que el vidrio se hiciera añicos en el suelo.

De pie en la puerta que conducía al baño estaba él, el extraño de los ojos azules que súbitamente cambian a amarillos.


Ok, este ha sido más que nada un capítulo introductorio, a partir del siguiente veremos un poco más de desarrollo, también veremos el primer contacto entre Mimi y el ser de ojos amarillos, ¿de quién creen que se trate? Lxs estaré leyendo~

PD: En lo que les traigo el siguiente capítulo, les invito a leer los one shots/drabbles dedicados al Mimatoctober 2024 - en mi perfil pueden encontrar las 16 primeras historias, pero en mi perfil de wattpad (QueenKat13) están publicadas las 31 historias subidas a lo largo de octubre :)