INUYASHA NO ME PERTENECE, PERO LA TRAMA SÍ
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ADORABLE CONFUSIÓN
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CAPITULO 1
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Kagome observaba su triste maleta mientras con las manos empujaba el carrito infantil que contenía a la persona más importante su vida: su hijo Alec de ocho meses, quien dormía plácidamente totalmente ajeno al horrible día que había tenido su madre.
―Espero que no sea necesario seguir moviendo esa maleta ―masculló entre dientes.
Le dijeron que no había problema, que podía traer a su niño, mientras aguardaba ser atendida por la dueña de Services and Clean, una pequeña empresa de servicios generales donde esperaba ser contratada. Habia traído una recomendación y confiaba en ella.
O caso contrario ya podía catalogar el día como el más catastrófico de su vida.
Habia empezado temprano cuando su madre prácticamente la echó del piso en donde vivían en el Bronx.
Nunca tuvo buena relación con su progenitora, quien tenía abierta preferencia por su hermana menor Kikyo, pero nunca creyó que sería capaz de desalojarla aun sabiendo que ella tenía un bebé a cargo.
―Eres mi hija y te quiero, pero debes comprender que tu hermana Kikyo lleva semanas sin dormir correctamente por causa del llanto del pequeño Alec. Te había dicho que busques un sitio privado para vosotros y no me hiciste caso. Tu hermana es modelo y actriz, precisa de horas de descanso adecuadas ¿y cómo hacerlo? Si la casa huele a pañal de niño y no hablemos que las facturas han subido estrepitosamente ―le increpó su madre Naomi esa mañana cuando Kagome salió a preparar la botella de leche para su hijo―. Ya te había dicho que ni yo ni tu hermana vamos a cargar con tus errores.
Kagome hubiera querido responderle que ella pagaba las facturas de gas y agua junto a parte del mercado, pero fiel a su carácter, no se atrevió a responder a su madre.
Naomi estaba parada frente a ella, impecablemente vestida con su traje de dos piezas y bebiendo una taza de café a punto de salir a tomar el metro para ir al trabajo.
La madre de Kagome y Kikyo trabajaba de maître en un hotel lujoso de cinco estrellas en el corazón de Manhattan.
Kikyo seguía dormida.
La petición de Naomi no la tomó desprevenida ya que hace meses que venía advirtiéndole de lo mismo, pero Kagome tenía la esperanza que su madre cambiara de opinión.
El turno de Kagome en el restaurante comenzaba al mediodía y no podía faltar. Ya debía demasiados favores.
―Te daré el día para que puedas preparar la mudanza y no te lleves nada de la casa ―fue la última advertencia de su madre, antes de marcharse.
Ese último comentario fue lo que más le dolió a Kagome.
En un impulso, cogió su única maleta y comenzó a cargar toda su ropa y la de Alec.
Arrojó la llave por el buzón y se marchó airosa con Alec en brazos.
Solo al estar a bordo del taxi se dio cuenta que no tenía idea de dónde irse. Llamó a Sango, su compañera del restaurante quien le había dicho de unas habitaciones en renta en su edificio, pero lamentablemente no se desocupaba nada hasta la semana siguiente.
No tenía mucho dinero y allí tuvo la idea más arriesgada de todas.
Kagome trabajaba en un restaurante de alta cocina en el corazón de Tribeca, un barrio neoyorkino que se caracterizaba por vecinos de alto poder adquisitivo.
La joven era una de las meseras del turno tarde y noche.
Uno de los trasteros solía ser utilizado por los empleados para echar alguna siesta perdida mientras el gerente no veía.
Sólo necesitaba una noche para dormir y acomodar al bebé.
Al día siguiente se marcharían a buscar una habitación acorde a sus ingresos y llevar a Alec a la guardería de la ciudad, un servicio que necesitaba por el horario que cumplía en el restaurante, pero hoy ya no tenía tiempo porque el horario de su turno le soplaba en la nuca.
―Definitivamente tu madre es una bruja sin corazón ―fue el único comentario que le hizo Jakotsu, el chef de restaurante que también era su amigo. Fue él quien le ayudó a acomodar a Alec que dormía en el trastero, prender la ventilación y prestarle un viejo móvil para filmar al niño con una app para monitorearlo mientras su madre trabajaba.
Cada tanto vendría a darle de comer y cambiarle los pañales.
Jakotsu también le prestó su reloj inteligente para enlazarlo a la cámara del móvil, así ella podría ver a su niño sólo mirando su muñeca.
―De los únicos de lo que debes tener cuidado son del bruto de Koga o la bruja de Janice ―le mencionó Jakotsu mientras acomodaba su sombrero de colores que usaba cuando cocinaba.
Jakotsu era abiertamente homosexual y alegre. Visto su estrafalario carácter era difícil deducir que bajo esa fachada de colores y luces se escondía unos de los mejores cocineros de la ciudad.
Kagome pensaba que no sabría qué sería de su vida sin su amigo.
―Koga ni Janice jamás vienen al trastero y no hay forma de que sepan de que escondí al niño aquí ―mencionó Kagome cerrando la puerta y mientras Jakotsu le ayudaba a colocarse su delantal de mesera.
―No sé qué le viste a Koga, pero ese hombre debe ser dos personas, porque un solo individuo es incapaz de ser tan idiota ―bufó Jakotsu con una risotada.
Kagome suspiró.
Koga era su ex novio y él aun no le perdonaba que apenas rompieran, ella resulte rápidamente embarazada de otro hombre. Koga no tenía ningún inconveniente de hacérselo saber en todo momento.
Kagome había tenido que acostumbrarse a esa incomodidad porque necesitaba el trabajo y además estaba bien pago porque las propinas eran buenas.
Cuando Jakotsu y Kagome salieron al pasillo, el chef se dirigió rápidamente a las cocinas y Kagome fue al salón a verificar que las mesas estuvieran en orden porque abrirían en pocos minutos.
Se cruzó con Janice quien traía unas copas y ella le dedicó una mirada feroz.
Ése era otro problema.
Janice fue un ligue intermitente de Koga, pero el ayudante de cocina jamás le pidió que salieran oficialmente cómo si lo hizo en el pasado con la propia Kagome.
Era una muchacha preciosa y le llenaba de vergüenza que Koga hubiera preferido por novia a otra chica más insignificante.
Así que, en el trabajo, Kagome tenía dos enemigos jurados.
Un ex novio y una ex rival.
Pero compensaba con los grandes amigos que tenía, como era el caso de Jakotsu y Sango que era mesera como ella en el mismo turno.
Con ellos paliaba su propia deficiencia familiar con una madre dominante, quien siempre la menospreció pero que ahora podía detestarla más que antes desde que se convirtió en madre soltera.
Comenzaron a llegar los primeros clientes y Kagome se dio a la labor de atenderlos y cada tanto entre corrida echaba una ojeada a su muñeca corroborando que Alec durmiera.
En una ocasión cuando la cámara se opacó, alcanzó a escapar un momento para verificar que el bebé estuviera bien.
Probablemente fue en ese momento que Janice se dio cuenta que algo extraño ocurría en el trastero.
Janice pidió permiso para cambiar su delantal, que supuestamente un comensal la mojó con agua por accidente y salió un momento para la zona de los vestidores.
Kagome vio cómo se iba, pero no podía detenerla porque en ese momento un grupo estaba ordenando y lo hacían con extrema lentitud porque se tomaban el tiempo haciéndose selfis y sacándose fotos con los cocteles que Kagome les había traído antes.
En eso se oyó un grito de susto, llamando la atención en el restaurante, entre empleados y comensales.
Koga fue el primero en correr seguido por el propio gerente, asustado de que algo extraño ocurriera en el restaurant cuando él estaba a cargo.
El grupo de clientes instagrammer que Kagome atendía, y que eran expertos en pedir canjes por historias o posteos, vieron la oportunidad de obtener algún beneficio del restaurante que nunca le cedió ningún canje.
Tres de ellos también corrieron hacia dentro, ignorando las advertencias de que sólo el personal podía pasar.
Kagome se horrorizó y miró el reloj de su muñeca.
Vio que Janice había entrado al trastero de algún modo y con su grito despertado al niño, así que soltó la Tablet donde tomaba los pedidos y salió corriendo ella también.
La escena fue dantesca.
El niño llorando asustado por los gritos de Janice y la presencia del tropel de extraños que se congregó y sólo se calmó hasta que Kagome llegó para cargar a su hijo en brazos para calmarlo mientras el gerente estaba lívido de la sorpresa y los dos influencer no dejaban de filmar y sacar fotos.
― ¿Cómo es esto? Mantienen a un niño viviendo en estas condiciones.
―Lo hemos filmado todo y será un escándalo. No quiero imaginar lo que dirá el departamento de salubridad de la ciudad. Y no digamos los servicios sociales ―mencionó el otro con malicia.
En ese punto, Kagome le dio un empujón a uno de ellos para que dejaran de filmar a su hijo y un móvil cayó al suelo.
Fue otro escándalo más.
Se suscitaron gritos, reclamos e insultos mientras Kagome apretaba a Alec contra su pecho.
En la puerta, una sonriente Janice junto a Koga la observaban con la satisfacción propia de quien cree que ha impartido la justicia que se merecían.
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El señor Palmer, el gerente del turno noche era un hombre severo pero justo.
Hubiera querido poder salvar el empleo de Kagome, pero el asunto fue especialmente grave.
Con esos influencers cabezas huecas amenazando con viralizar los videos y presentar cargos por los daños al móvil, el gerente tuvo que negociar con ellos.
Todo un suceso que involucró a la Administración Central quien tuvo que darles unos miles de dólares a esos agitadores.
Además de eso, Kagome había violado la regla de usar el trastero para fines personales y además con un niño. Ninguna explicación de Kagome sirvió.
―Me veo obligado a rescindir el contrato, señorita Davis ―le dijo el señor Palmer―. No le aseguro, pero intentaré que la Central no le descuente el monto dado a esos influencers de su finiquito o no le quedaría absolutamente nada. Usted sabe que la aprecio, pero es una orden de la Central.
Segunda cosa horrorosa que le pasaba en el día.
Por la mañana se quedaba sin hogar y por la tarde sin trabajo.
Kagome salió por la parte trasera del restaurante arrastrando su maleta y con la otra empujando la carriola.
Cerca de la puerta trasera, y recostado por la pared, Koga fumaba un cigarrillo viéndola con pena. Él muy idiota fue testigo de todo el desastre y no movió un dedo para ayudarla antes.
―La lástima que me produces …
―Esto no es cosa tuya ―le advirtió Kagome.
―Claro que no lo es, porque si hubiera sido yo quien te hubiera preñado, sí me hubiera hecho cargo del mocoso. Pero esto te pasa por liarte con un extranjero más arruinado que tú…
Kagome le dio la espalda para que ese facineroso no viera sus ojos a punto de llorar.
Jakotsu y Sango aparecieron corriendo en ese momento.
No podía consolarla mucho tiempo porque estaban en pleno horario pico.
Jakotsu al ver a Koga tan campante no se le calló.
― ¿No tienes patatas que cortar? Ve adentro si no quieres que ponga una queja y Kagome no sea la única despedida de hoy.
Koga arrojó el cigarrillo con sorna y entró.
Sólo cuando se aseguró que Koga hubo desaparecido, Jakotsu sacó una llave de su bolsillo y se la dio a Kagome.
―Ve a mi habitación luego de ir a una entrevista ―colocándole la llave en el bolsillo a la joven.
― ¿De qué entrevista hablas?
―Hermosa, revisa tu mensaje del móvil. Te conseguí una entrevista con unas personas que trabajan en organización de eventos. A veces cocino para ellos y son gente honesta.
Kagome aún no salía de la sorpresa.
Su amigo fue capaz de concertarle una entrevista en minutos.
―Entonces usaré tu llave, me cambio, llevaré al niño a la guardería y voy luego ―razonó Kagome.
Pero Jakotsu le sacudió un hombro.
―! ¡Reacciona! La gracia del caso es que vayas ahora mismo, tal cual con esa maleta y el bebé. No sabes cómo es la señora Midoriko la gerente, es doña sensible. La idea es inspirar la máxima pena posible ―le aconsejó con unos gestos exagerados y muy sonrientes, pero Jakotsu hablaba muy en serio.
―Pero es que…
Pero Jakotsu prácticamente la empujó hacia un taxi que iba pasando.
―Son mentiras piadosas, no irás al infierno por esto ¿o sí? ―fue lo último que escuchó del amanerado cocinero antes de que el taxi emprendiera la marcha a la locación que le indicó el propio Jakotsu.
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―Entonces tu eres Kagome Davis ―fue el primer comentario de la dama que se presentó como Midoriko Park, gerente de Services and Clean mientras leía algo en su tableta.
Kagome había puesto el carrito del niño hacia el lado izquierdo y temía que despertara a hacer un berrinche, pero afortunadamente permaneció dormido.
La mujer adivinó que la señora Park estaba leyendo su currículo, que tuvo que enviarle desde el taxi al correo electrónico que le envió Jakotsu.
Kagome Davis, 25 años. Soltera y madre de un niño de ocho meses. Fuiste dependienta en tiendas de comidas rápidas y de conveniencia, pero tuviste una antigüedad de cinco años en el Restaurante Minglan de Tribeca como mesera.
La señora Midoriko se quitó los anteojos.
―Somos una empresa pequeña, pero hemos sido afortunados de trabajar con organizadores de eventos de primer nivel para ejecutivos y celebridades en Manhattan que se decantan por nosotros porque tenemos un lema básico que es la discreción y la reserva ―la mujer miraba a Kagome como si la estudiara―. Si Jakotsu no te hubiera recomendado, no te entrevistaría, pero me aseguró tu profesionalismo y mesura ¿puedo hacerte una pregunta personal?
Kagome asintió.
― ¿Tienes contacto con el padre de tu hijo? ―le preguntó Midoriko de forma sorpresiva.
Kagome nunca hablaba de ese gandul, pero eso no significaba que no lo recordase.
Diablos que siempre estaba en su memoria, pero él le demostró que no valía la pena.
―No tenemos contacto y no lo habrá en el futuro, él era británico y ni siquiera reside en este país. No tengo idea de donde pueda estar y no importa. Alec es sólo mío ―aseguró Kagome con firmeza, intentando sortear los nervios que le producía la pregunta.
Midoriko la estudió unos segundos más pero luego adoptó una posición más relajada.
―Siento oír eso, pero también me da cuenta de la fuerza de tu carácter, cuestión que valoro, porque como dije, busco una persona discreta y leal que no vaya a las primeras a vender fotografías a los paparazzi de los clientes e invitados que atendemos en los eventos donde somos contratados ―la mujer se levantó del sillón ―. Lo cierto es que necesito una mesera con urgencia para varios eventos programados ¿Cuándo podría empezar?
Es última pregunta tomó de sorpresa a Kagome.
No pensaba que pudiera ser contratada.
― ¿Va…a contratarme? ―tartamudeó Kagome
La señora Park finalmente le esbozó una sonrisa y le pasó la mano.
―Oficialmente le doy la bienvenida a Services and Clean, señorita Davis.
CONTINUARÁ
Hola mis preciosas hermanas, vengo con una historia corta y bien trillada, pero con ganas de hacer un experimento, ver si puedo terminarla en menos de cincuenta días así que habrá actus muy seguidas si me sale el experimento. Tendrá 18 episodios cortos y por primera vez en historias de oficina de Manhattan, tendremos un galán inglés, obvio será Bankotsu.
¿Cuándo aparecerá?
¿Por qué Kagome no lo recuerda con cariño?
Pronto tendrán las respuestas.
Mientras muchas gracias por sus comentarios y likes.
Las quiero mucho.
Paola.
