Hola, queridos lectores. He decidido comenzar una nueva historia en este fandom que también amo. Lo dudé por un tiempo, pero ya mi corazón se decidió y quiero expresarlo para ustedes.

El contexto de esta historia se da cinco siglos después de la guerra santa contra Hades, con la única diferencia que Seiya no queda en coma, sino que muere.

Hades ha vuelto a elegir a la reencarnación de Shun como su cuerpo… pero ocurre algo inesperado que le impide tal posesión y eso altera la estrategia que tenía en su cabeza.

Si ya leyeron el prólogo demo, "Lagunas del pasado", se darán una idea de qué temas voy a tocar y de los personajes que se verán involucrados. Sin embargo, en esta historia multicapítulos también tendrán protagonismo todos los caballeros de oro del manga (original, Next Dimension, Zero, Origin, Destiny), y anime oficial, a pesar de que usaré ciertas referencias spin off oficiales como Lost Canvas, Soul of Gold, etc. Caballeros de plata también tendrán su espacio aquí.

La muerte de los caballeros de oro, hasta el día de hoy, duele en mi corazón, a criterio personal fue inútil e innecesaria, y por esa razón pienso darles mucha importancia en este fic.

Por ser una historia con aventura, drama y romance, habrá escenas sugerentes, pero suaves y dentro del debido respeto. No sé si en estos nuevos tiempos de modernidad se siga llamando "lime", pero utilizaré ese recurso para narrar los encuentros.

Las parejas que se desarrollarán aquí serán:

SeiyaxSaori; HyogaxErii; ShiryuxShunrei; ShunxJune; IkkixPandora.

Los demás caballeros, de oro y/o plata, también tendrán pareja o dramas personales, pero eso prefiero que lo vayan descubriendo a medida que la trama avance.

La historia será narrada en omnisciente, sin embargo, puede que haya capítulos narrados en primera persona.

Suelo ser algo constante en las publicaciones, por lo que quizás publique dos capítulos al mes.

Antes de comenzar la historia, tomar en cuenta lo siguiente:

- Los cambios de escena se darán con la barra que posee el editor de esta página.

- Los pensamientos estarán en cursiva.

- Los flashbacks se abrirán y se cerrarán con el siguiente símbolo: *.*.*.*.*

- Los sueños serán relatados en primera persona. Se iniciarán y finalizarán con tres puntos: …

Disclaimer: Saint Seiya y sus personajes pertenecen a Masami Kurumada.


CADENAS MALDITAS

Capítulo 1: Olvidada identidad

Athena, tú también eres una diosa, y tarde o temprano te darás cuenta de que el amor no es más que una fantasía que crearon los humanos para engañarte. El amor es algo que no se puede ver y nadie cree en él, porque no existe.

¡No existe!

Las palabras de Hades, mi peor enemigo, no se desvanecen sin antes lanzarme una sentencia.

Los campos Elíseos se destrozan, el Inframundo se acaba… al igual que las pocas partes de mi corazón.

Caballeros de bronce… caballeros dorados. Todo ha terminado.

Y Seiya… no pude salvarte por más que lo intenté, ni tampoco pude confesar mi sentir por ti. Mi incompetencia se fusionó con la espada de Hades que te hirió, la que te separó de mi lado de manera cruel y despiadada.

Mi amor y aliado desde la era mitológica, el más cercano y fiel… Nunca te merecí.

Mis amados caballeros de la esperanza son los únicos sobrevivientes de esta sangrienta guerra, lo único que me queda, pues los caballeros dorados, otra parte irremplazable de mi corazón, ya no existe, y una vez más por mi inutilidad y poca fortaleza.

¿Cómo podré seguir viviendo con tantas muertes, dolor y sacrificios encima de mis hombros?

Mientras ustedes, caballeros de bronce, siguen en su camino a la tierra, llevando a un fallecido Seiya en sus brazos, decido convertir estas ruinas en mi última morada. Uso las pocas fuerzas que me quedan para que, nunca más, tengan que retorcerse entre la sangre de las personas que aman.

Mi humanidad ha llegado a su fin, mas no mi divinidad, la que renacerá cada vez que la tierra suplique por amor y justicia.

Yo, Athena, decreto que en la siguiente era nadie morirá bajo mi mando. Crearé para ustedes cadenas de flores tejidas de deseos de amor, hermandad, justicia y compañerismo.

Mis queridos caballeros de la esperanza… Mis queridos caballeros de oro… Ese es el destino que escribo para su próxima vida, atentando incluso con los caprichos de los dioses malignos. Quizás no pueda liberarlos del sufrimiento, las separaciones o los conflictos humanos, pero estaré ahí para protegerlos y no permitir que los deseos de sus corazones se destrocen.

La dama abrió los ojos, mientras las lágrimas la sobrepasaban.

- Otra vez ese sueño… ¿Por qué? – se preguntó angustiada. – ¿Qué significa?

Hace poco había cumplido veinticinco años, y aun así, aquel sueño la había visitado desde que tenía uso de razón.

- Seiya…

- ¿Saori?

Una dama entró en la habitación de la joven, causando que esta sonriera, pues solo ella era capaz de aliviar su corazón atormentado por las pesadillas.

Aquella mujer gozaba de una gran belleza, y no por su piel pálida, cabello lacio y castaño, con caída hasta los hombros, ni tampoco por esos ojos tan azules como un calmado lago, sino por la hermosura de su alma, una bondad casi divina para tratar a los demás.

- Mamá, ¿qué haces despierta? – preguntó sorprendida.

- No lo sé, tuve una corazonada de entrar. – respondió la mujer, con una cálida sonrisa.

La dama se acercó a su hija y la abrazó, sintiendo como su corazón latía desbocado y asustado debido a la pesadilla. La joven se dejó calmar bajo su protección, mientras notó algo extraño en el brazo de su madre.

- ¿Y esa herida, mamá? – preguntó Saori, preocupada.

- Me raspé con algunas ramas mientras podaba las plantas, no es nada impor…

La mujer no terminó su frase, pues su herida cerró instantáneamente en el momento en que su hija colocó una mano encima de esta. Cualquiera se habría sorprendido con semejante irrealidad, mas la madre no pareció así.

- Ya está sana.

- Gracias, hija. – respondió sonriendo. – Siento la calidez de tu esencia en tu maravilloso don de sanación.

- ¿Esencia? – preguntó confundida.

- ¿Lo has olvidado? – preguntó. – Como siempre te lo he dicho, dentro de ti duerme un inconmensurable universo, uno que aún no explotas del todo, pero ese día está muy cerca. Tendrás que enfrentar lo implacable, pero mientras te aferres a ese cosmos, saldrás victoriosa.

Cosmos… aquella palabra retumbó en la cabeza de la dama.

- ¿Por qué siempre me dices eso? – preguntó sorprendida. – A pesar del paso de los años, nunca te he entendido ni tampoco me lo has explicado. Papá, que en paz descanse, también me decía lo mismo.

- Eso lo sabrás apenas tu corazón se ilumine. – respondió. – Sobre todo cuando comprendas la importancia de proteger lo que se ama.

Saori solo sonrió, sabiendo que las metafóricas palabras de su madre no serían explicadas.

- Presumes de beneficiarte de mi don, pero sabes bien que mi mejor amigo lo conoce.

- ¿Ah?

- Shun… Él también conoce este secreto, y ni siquiera a su querido hermano se lo ha contado. – dijo Saori.

La mujer cambió su sonrisa a una mueca de tristeza en el momento que su hija mencionó a su amigo.

- ¿Cómo está Shun?

- Está profundamente triste, pues hoy se cumplen cinco años de la muerte de sus padres. – dijo Saori, entristecida.

- Shun y su hermano mayor tuvieron la suerte de nacer en una familia amorosa, acomodada y sin privaciones. – dijo la dama. – Sin embargo, nada de lo material reemplazará aquel amor de sus padres.

- Absolutamente nada. – respondió su hija. – Legalmente él y su hermano heredaron todos sus bienes. Hace poco, Shun terminó su carrera de medicina, por lo que ahora deberá afrontar la administración de la clínica de sus padres, quienes fueron médicos de prestigio.

- Lo sé muy bien, pues fueron los encargados de hacer hasta lo imposible por sanar la enfermedad de tu padre, sin pedirnos nada a cambio.

- Siempre estaré agradecida con Shun y su familia, pues, a pesar de ser económicamente más privilegiada que nosotras, siempre me dieron la mano, sin discriminarme. – mencionó Saori, conmovida. – Desde la escuela, siempre ha estado conmigo.

- Yo también me siento muy agradecida con él y su familia. – dijo la mujer. – Ahora que Shun va a ejercer su carrera, estoy segura de que hará un excelente trabajo. Además, su hermano lo apoyará.

En ese momento, Saori guardó un incómodo silencio, cosa que su madre notó.

- ¿Aún no hay noticias de Ikki? – preguntó la madre.

- No. – respondió apenada. – Una que otra vez le escribe una carta para decirle que está bien, pero desde hace cinco años no sabe nada de él. Fue una situación demasiado extraña, pues al día siguiente de enterrar a sus padres, Ikki se fue de la casa, sin dar más razones que una nota diciéndole a Shun que regresaría cuando fuera más fuerte.

La madre de Saori no dijo nada al respecto, se perdió en el mar de pensamientos que invadían su cabeza.

- Estoy segura de que pronto regresará. – dijo sonriendo. – Ikki ama a su hermano menor y no lo dejará solo.

- Ikki siempre fue el protector mío y de Shun. – recordó emocionada. – Cuando otros niños molestaban a Shun o a mí por estudiar en un colegio de élite, gracias a una beca, él siempre nos defendía, incluso hasta golpeaba a los que se metían con nosotros. Ikki es muy fuerte y valiente.

- Un joven que usa sus dones para proteger a los que ama.

Saori quedó en silencio por unos segundos, pues la frase de su madre le hizo pensar en una situación que ya tenía años planeando, y que esta vez se iba a realizar.

- Mamá, no te lo quise decir hasta que sea un hecho… – dijo nerviosa, pero decidida. – Ya tengo todo listo para irme a Atenas. Shun me acompañará.

- Has soñado con ir allá desde que eras niña. – dijo la madre, riéndose. – Por suerte, Atenas no está lejos de Santorini, donde vivimos actualmente.

- Sabes que siempre he sentido que tengo algo que recordar o recuperar... – respondió riéndose. – Y creo que la respuesta está en Atenas.

- ¿Qué cosa estás buscando exactamente?

- No lo sé. – respondió confundida. – Pero hay algo que me impulsa a buscar ahí, que me causa ansiedad. Sobre todo, en estos últimos meses, ese deseo se ha vuelto casi una obsesión.

La madre cambió su dulce semblante a uno neutro, sin sonrisa o desagrado. Saori lo notó de inmediato.

- ¿Pasa algo?

- Nada, hija. – respondió la madre, regresando la sonrisa a su rostro. – Sé que este viaje que tienes planeado no es casualidad, por lo que estoy segura de que ahí encontrarás las respuestas que tanto necesitas.

- Gracias. – respondió Saori. – Partiré en unos días, antes del amanecer.

- Estaré para despedirte y darte mi bendición… Mi querida Saori.

Madre e hija, por esa noche, se despidieron con un abrazo. Una vez fuera de la habitación, la mujer colocó su mano en su pecho, tratando de calmar el dolor y las preocupaciones de su alma.

- Falta poco …


Todo el que pisaba Alemania, aunque sea por poco tiempo, visitaba la belleza de la tierra de Baviera, con casas y campos sacados de cuentos de hadas, y flores y árboles creciendo por doquier, cual paraíso celestial.

Sin embargo… solo un lugar era ajeno a tal belleza y esplendor.

Heinstein, el castillo de la oscuridad, era el sitio prohibido para las personas desde hace aproximadamente veinte años, pues cualquiera que lo pisara, terminaría muerto… O al menos eso manifestaban los rumores.

Nadie conocía que en este castillo vivía una solitaria, amargada, pero hermosa mujer.

- Pandora. ¿Dónde estás?

La dama, portando con elegancia su vestido negro con bordes de plata, se acercó hasta el lúgubre cuarto de música, donde la esperaba otra mujer de igual belleza, pero letal y despiadada. Un ser, literalmente, ajena al mundo.

- Estoy aquí. – respondió la mujer, arrodillándose. – Disculpe la tardanza… Diosa Ker.

Ker, la diosa del destino maldito, experta y amante de las notas del violín, dejó de lado su instrumento para responder a Pandora. Se acomodó su corto cabello negro y su vestido, de igual color, para sentarse mejor, mientras fijó atentamente su morada y etérea mirada en su servidora.

- Han pasado más de cincuenta años desde que desperté de mi letargo, y en todo este tiempo he planeado lo necesario para vengar a nuestro señor Hades, dios del inframundo, quien por culpa de Athena, hace medio milenio, perdió su cuerpo físico. – dijo la divinidad, sonriendo con malicia, para después cambiar a una mueca de desagrado. – Y lo más terrible para mí… la culpable del completo fin de mis amados hermanos mayores, Thanatos e Hypnos, quienes, al no poseer la misma divinidad de mi señor de la oscuridad, no pudieron reencarnar. Y es por eso que yo continuaré con esta venganza.

La diosa, llena de rabia, comenzó a soltar lágrimas, las que al caer al suelo lo llenaron de agujeros, como si se tratara de letal ácido. Tocó la estrella de su frente, recordando que aquella marca la uniría por siempre a sus difuntos hermanos, después bajó los dedos a su mejilla izquierda, la que tenía una línea de cicatriz; su rostro cambió a completo fastidio, como si le recordara a un suceso desagradable.

Pandora, sin mostrar ápice de preocupación, se mantuvo en silencio en la espera de la calma de su señora.

- Por culpa de la infeliz de Athena los humanos dejaron de recibir el castigo divino después de la muerte; el Inframundo y sus diferentes infiernos dejaron de existir con la muerte de Hades. – dijo indignada. – Ahora resulta que todos los pecadores pueden ser salvados, mientras se arrepientan "de corazón" e ir un supuesto descanso eterno en el paraíso. Solo los dioses tienen derecho a gozar de la gracia de los campos Elíseos y la paz, no los vulgares mortales.

- Con el regreso del alma del señor Hades, el Inframundo está retornando a la vida. – dijo Pandora. – Los ocho círculos del infierno se están llenando de muertos dependiendo de sus pecados, mientras que el Elíseo se está quedando vacío.

- Las cosas volverán a ser como antes. El infierno estará presente en la Tierra y en el Inframundo, donde la muerte será una condena y no descanso… mucho menos reencarnación.

- Me parece admirable todo el trabajo que está realizando para el regreso del rey. – dijo Pandora.

- El señor Hades habrá perdido su cuerpo físico, mas eso no impide que pueda regresar a este mundo usando un recipiente y poner las cosas en orden. – dijo Ker. – Pandora, ¿cómo va ese asunto?

- El elegido como cuerpo de nuestro señor se encuentra en Grecia. – respondió la dama.

- ¿Ahora se encuentra en ahí? – preguntó la deidad, sorprendida. – ¿Ya no es un pobre japonés muerto de hambre?

- Todo lo contrario, señora Ker. Nació en una familia acomodada. – dijo Pandora. – Y aun así, la pureza de su corazón está intacta, y es por eso que, una vez más, ha sido elegido como el cuerpo del señor Hades.

- Vaya inmerecido destino para esos imbéciles. – dijo la diosa, fastidiada. – Todos esos malditos caballeros merecían nacer en la completa miseria y soledad.

- Como usted comentó la vez pasada, los caballeros renacieron con una vida distinta a la anterior, por la voluntad de Athena. – dijo Pandora, seria. – Ella decretó que sean felices y con vidas normales.

- Puede ser que Athena les regaló vidas supuestamente estables, pero de todas maneras, nada de eso me impidió hacer mis pequeñas travesuras ¡Ja! – comentó rebosante de dicha. – Oro, plata y bronce… en esta era han sido víctimas de mis maldiciones, y ni se lo imaginan. Solo que esta vez lo hice de manera distinta al pasado, pues en nombre de mis hermanos, no me voy a equivocar.

La diosa se deleitó con todo lo que pasaba por su mente en referencia a los caballeros, como castigo por haber sido partícipes de la anterior derrota de Hades.

- Por ahora contamos con los tres jueces del Inframundo, algunos espectros y esqueletos. – afirmó la diosa. – ¿Ha habido más despertares?

- Los jueces se están encargando con sus espectros de despertar a más estrellas malignas. – respondió Pandora. – Tal y como ordenó, solo nos hemos centrado en los más fuertes.

- ¡Así es! – afirmó Ker. – Tener 108 espectros es una estupidez, un desperdicio de tiempo y recursos, por eso fuimos vencidos en el pasado por tan pocos caballeros, sobre todo los dorados. – manifestó la deidad, fastidiada. – En estos casos, menos es más.

- Los jueces están haciendo todo lo posible para cumplir lo más rápido posible con sus deseos. – dijo Pandora.

- La estúpida de Athena aún no despierta, a pesar de que, de manera inconsciente, ha manifestado su cosmos… Así que esta es la oportunidad para aniquilarla y tomar el cuerpo del señor Hades. – dijo Ker, sonriendo satisfecha. – Además, de continuar los planes con los caballeros. Ellos serán el golpe más terrible para esa maldita mocosa, ni siquiera se lo espera.

- En pocos días, uno de nuestros más fieles sirvientes irá por su cabeza.

- No tengo que decírtelo, Pandora… No quiero errores. – dijo la diosa con mirada implacable. – Aunque admiré a mis hermanos, yo no soy como ellos, pues no perderé de manera tan humillante. No tendré clemencia ante las fallas de nadie.

- No las habrá, pues desde hace quince años estoy bajo su servicio, calculando todo. – dijo la dama, seria. – Desde que usted apareció en mi presencia, he entregado cuerpo y alma a esta empresa.

- Lo sé, pues has tenido la bendición de que, por ser parte de la familia Heinstein, heredas la voluntad del señor Hades. ¿No es maravilloso?

Pandora agachó la cabeza, sin decir ni una sola palabra o sonreír. Se puso de pie, dio una reverencia y se retiró.

- Una herencia infernal... – pensó mortificada, cerrando la puerta de la estancia.


No me siento orgulloso de actuar de manera tan nefasta y arrogante… pero todo es por Athena y la paz del mundo. No importa la deshonra, la vergüenza o mancillar nuestros cuerpos con la repugnancia de estos sapuris. Haremos lo que sea para derrotar a Hades, pasando sobre quien sea.

Jamás imaginé que, como anterior Patriarca y caballero dorado de la guerra santa de hace 243 años, estaría a los pies de la sangre derramada de Athena. Sí, era lo que buscaba, mas no esperé que ella tomaría su vida por decisión propia. Como Pontífice, mi deber es estar a un paso delante de los dioses… y esto no lo pude calcular debido a mi inutilidad.

Quizás mi error fue creer que el Santuario estaría desprotegido, olvidándome de los jóvenes de sangre ardiente que estarían cuidándolo incluso de sus propios compañeros y hermanos.

A mi costado yacen heridos y humillados los cuatro jóvenes de bronce, quienes destrozados, con lágrimas desparramadas y la esperanza acabada, pretendieron derrotarme para vengar la supuesta muerte de su diosa. Admiro tanto tal espíritu de lucha, pero como su máxima autoridad no puedo permitir que emociones banales los acaben, sobre todo ahora que la guerra ha comenzado.

- ¡Tranquilícense, mocosos! – exigí furioso. – Con actitudes infantiles no van a regresarle la vida a Athena. Son tan débiles y sentimentales.

- ¿Cómo te atreves a insultarnos? – reclamó un herido Andrómeda. – ¡No eres más que un maldito traidor!

- No vamos a perdonarles la muerte de Athena. – dijo el herido Pegaso, el más afectado de todos. – Así perdamos la vida… los acabaremos.

- ¡Se callan! – ordené furioso.

Camino hasta la sangre derramada de Athena, y es en ese instante en el que, ahora yo me convierto en un imbécil sentimental y débil. El dolor me carcome el alma, las lágrimas inundan mi rostro y mi corazón se agrieta. Lo único que yo deseaba era seguir con mi macabra actuación, llegar a Athena y revelarle la clave para derrotar a Hades, cuyo origen y secretos solo eran conocidos por mí, el Patriarca.

Athena, tan dulce y piadoso fue tu corazón para unos supuestos traidores, que decidiste acabar con tu vida para librarnos de nuestro sufrimiento.

- ¿Por qué estás llorando? – preguntó el caballero Dragón, indignado. – No solo tuviste la osadía de enfrentarte a tú mejor a amigo, a mi maestro, sino que lloras por la muerte de tu víctima.

- ¿No era eso lo que querías? – preguntó un indignado caballero Cisne.

- ¡Ustedes no entienden nada! – grité enfurecido. – ¡No son más que unos tontos impulsivos que no quieren escuchar!

Puedo sentir como Pegaso está a punto de golpearme, pero Andrómeda detiene su brazo. Al parecer, ese muchacho es el más empático de todos.

- Espera… Escuchemos lo que va a decir.

Aun en el piso, llorando ante la sangre de mi diosa, comienzo mi relato.

- Ni yo, el Patriarca y anterior caballero de oro, ni tampoco lo demás, traicionaríamos a Athena.

- ¿Qué? – preguntaron los jóvenes, sorprendidos.

- En nuestro eterno sueño, Hades vino a nosotros y nos hizo una oferta. – dije, calmando mi dolor. – Si le traíamos la cabeza de Athena, nos liberaría del mundo de los muertos y nos daría la vida eterna. Estábamos muy desconcertados ante eso, pero lo aprovechamos para llegar hasta ella y brindarle nuestro último aliento de ayuda. Fingimos aceptar la promesa solo para regresar al santuario.

- No… eso no puede ser. – manifestó Pegaso, con la voz casi quebrada.

- Les dije a mis caballeros que seríamos catalogados como traidores… por todos y por siempre, y aun así aceptaron la oferta por amor a este mundo, por Athena.

- Eso quiere decir que la exclamación de Athena…– habló el cisne, perturbado.

- ¡Así es! – afirmé. – Por eso ellos, con esa técnica prohibida, se condenaron y tuvieron que ocultar la verdad a Hades, aun cuando eso les implicaba caer en la desgracia eternamente.

En ese momento, todos los jóvenes comienzan a llorar…

- ¿¡PUEDEN USTEDES IMAGINAR SU DOLOR!? – pregunté, explotando mi amargura.

- No… no sabíamos. – manifestó Andrómeda, desbordado en lágrimas.

- No pudimos leer sus corazones. – dijo Pegaso, atormentado.

- ¿Cómo no fui capaz de haber leído el alma de mi maestro? – dijo el Cisne. – ¡Cuánto egoísmo de mi parte!

- Solo nos enfocamos en querer derrotarlos, olvidando la esencia de todos como caballeros de Athena. – continuó el Dragón, dolido.

En ese momento, manifiesto mi autoridad como Patriarca y derramo la sangre de Athena en la estatua para obtener su armadura. Poco después, hago lo mismo en la vestimenta de los jóvenes, restaurándola.

- Sus armaduras ahora son más poderosas y les revelarán grandes secretos, siempre y cuando sus cosmos brillen hasta el límite. – manifesté, mientras entregaba a Pegaso la armadura de Athena. – Ahora, sigan a los caballeros dorados hasta el castillo de Hades y entreguen a nuestra diosa lo que le pertenece.

Al finalizar mis palabras, un espantoso dolor de cabeza me invade, por lo que caigo al suelo. Los caballeros, alarmados, se acercan hasta mí.

- ¿Qué le ocurre? – preguntó Pegaso, intentando ayudarme.

- Nada… Solo que mi vida está llegando a su fin. – manifesté aturdido. – Pero eso no importa, ahora deben cumplir con su misión y alcanzar a Athena. ¡Rápido! ¡Ya no queda tiempo!

Aunque preocupados, los caballeros deciden cumplir con su misión e ir al castillo de Hades. Intento ponerme de pie, pero no lo consigo, sin embargo, siento como unas manos me ayudan a levantarme, mientras un aura dorada me rodea.

Alzo mi vista y, aunque no me sorprende verlo, no puedo evitar conmoverme ante su compasiva acción.

- Permíteme, amigo mío, en este poco tiempo hacer mío tu dolor.

- Do… Do…

Yo… nunca más… volveré a ser visto como un traidor.

Shion, asustado, abrió los ojos, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas. Una y otra vez, aquel misterioso sueño lo visitaba para perturbarlo, para llenar de más dudas su confundido corazón, con el que había tenido que lidiar desde su infancia. Ahora, a sus treinta y cinco años de edad, aún no había logrado llenar el vacío de su alma, el motivo de su existencia.

El hombre, con el corazón latiendo a mil, se levantó de la cama y se dirigió al balcón de su habitación para respirar aire y calmarse.

- ¿Por qué sueño con Athena, la diosa griega de la mitología? – se preguntó consternado. – Siempre he sentido que he olvidado cosas importantes sobre mí, y que si no las recupero seguiré cayendo en este profundo hueco.

Shion creció en Jamir entre los lujos opulencia, pero con un padre maltratador y caprichoso por dominar su vida… el culpable de su soledad y amargura.

Solo una cosa aquel malsano padre no pudo arrebatarle, el don que lo acompañaba desde su nacimiento y que solo su difunta madre conocía.

Desde su niñez, el hombre, de largo cabello verde y mirada magenta, sentía una energía inmensa vivir dentro de su cuerpo, tan magnífica como el resplandeciente oro y tan infinita como el universo. Además de eso… podía influir en la materia sin tener interacción física.

Telequinesis… como alguna vez le explicó su madre.

El hombre estiró la mano y a esta llegó volando el reloj de su mesa, el cual marcaba las cuatro de la madrugada. ¿Cómo era posible algo como eso? Él no era más que un simple humano.

Sin embargo, aparte de aquella habilidad, percibió algo más profundo que intentaba explotar, sin éxito.

- Madre, dejaste este mundo cuando cumplí quince años y no pudiste resolver mis dudas. – dijo apenado. – Y como te lo prometí, no le comenté nada a mi padre para que no me castigara. No importa cuántos años pasen, siempre me harás falta.

Sin embargo, no solo su madre vagaba en los recuerdos del hombre, sino otra mujer que se manifestó en su vida cuando el dolor lo consumió… Aquel único remanso de paz que su padre desapareció del mapa por simple odio.

- No pude encontrarte nunca más…

Shion decidió dejar de lado aquel pasado sentir. Se levantó de la cama y se dirigió a buscar un vaso con agua, caminando antes por los oscuros y largos pasillos de su solitaria casa. Es ahí que, encima de la chimenea, el cuadro de un hombre que la decoraba tomó su atención.

El retrato mostraba a un caballero de piel canela y cabello blanco ondulado, similar a un carnero sagrado. Su imagen transmitía hombría, honor, justicia y poder absoluto, pero al mismo tiempo misericordia y piedad. Según su madre, el fue un antiguo héroe dorado de Jamir, su antepasado.

- Avenir de Aries…

El día que su madre le habló de aquel personaje, fue cuando dio sus primeros signos de telequinesis; torpes, inmaduros, pero llamativos.

- Este héroe estuvo relacionado con nuestra familia desde la época del mito, reencarnado una y otra vez para defender la tierra. – Tú, mi querido Shion, parece que has heredado su gracia y sus deseos. Y por eso, mantendremos este secreto entre tú y yo. – recordó el hombre con melancolía.

"¿Su gracia y sus deseos?"

Nunca entendió a qué se refería su madre, pero aquellas palabras calaron en lo más profundo de su alma.

Shion colocó una mano en la antigua pintura, y es en ese momento que su corazón se detuvo por un segundo, mientras a su mente llegaba una frase.

- Templo de Delfos…

Un ruido sacó de su trance a Shion, provocando que voltee y vea en una de las ventanas algo inesperado…

- ¿Un búho albino?

No era común que en las tierras de Jamir se visualicen búhos, mucho menos en las casas a horas de la madrugada. Sin entender por qué, se acercó hasta la ventana para visualizar mejor al ave, sin embargo, esta empieza a escapar.

- ¿A dónde va? – se preguntó alarmado.

No comprendió razones, pero Shion corrió hasta la puerta y la abrió con desesperación, mientras la misteriosa ave se posicionaba en la rama de un árbol. El hombre se perdió en la mirada del búho, adentrándose a lo más profundo de su ser.

- Cuentan algunas leyendas que los búhos hipnotizan a las personas una vez que su mirada se cruza con la de ellos. – dijo el joven, sintiéndose mareado y confuso. – ¿Será que caí en algún tipo de embrujo?

- No temas, caballero… no vengo a hacerte daño.

Shion recuperó la cordura al escuchar al ave hablar, sin embargo, eso provocó que se sienta más asustado y confundido.

- Seguramente no me he despertado y estoy soñando. – se dijo a sí mismo, riéndose.

- Soy tan real como el miedo que tienes. – dijo el ave. – Soy el mochuelo de Athena, y vengo a darte una indicación.

Al oír el nombre de la diosa, Shion ya no iba a discutir sobre la realidad o ficción, simplemente decidió callar y escuchar.

- Las respuestas a tus olvidos, a tus poderes y origen, solo las vas a encontrar en Grecia, en el templo de Delfos.

Al escuchar aquel nombre, la piel del hombre se erizó por completo.

- Sí, el mismo que te acaba de mencionar tu antepasado, de quien has de heredar su verdadera esencia y yace dormida en tu interior. – dijo el ave. – Si quieres terminar con las perturbaciones de tu alma, ve sin dudar al templo de Delfos. Ahí se revelará tu destino.

- Tonterías… – manifestó el joven, soltando una carcajada, queriendo ser más realista. – Yo no puedo hacer caso a cosas como esta, menos de un ave parlante.

- Athena es tan generosa que no piensa obligar a nadie a seguir por su sendero, así lo decretó hace 500 años. – respondió el mochuelo. – La decisión es tuya, ya sea despertar tu verdadera alma o seguir en el hoyo negro de la incertidumbre.

El ave abrió sus alas y comenzó el vuelo, causando que Shion se altere.

- ¡Espera!

- Si vas al templo de Delfos, te aseguro que nos volveremos a ver…

El mochuelo desapareció entre la niebla de la noche, mientras que Shion cayó de rodillas al suelo, conmocionado y confundido.

- ¿Qué acaba de pasar?

Su corazón latía con prisa, con miedo, y en ese momento otra frase llega a su mente que termina de sobresaltarlo.

- El Patriarca siempre está a un paso de los dioses.

Aquella frase no había llegado sola, pues salió de la voz de aquella imagen en la que se perdió minutos atrás.

- Avenir fue quien me habló…

- Hazlo… por Athena.

Aun sobresaltado, Shion decidió regresar a su cama. Quizás al día siguiente asimilaría que todo se trataba de un desquiciado sueño.


Aunque pasaron tres días de aquel suceso, Shion no pudo sacárselo de la cabeza, por lo que tomó una decisión… Partió a Atenas en el primer vuelo que se le presentó. No comprendió sus acciones, pues solo se dejó llevar por el impulso de llegar a aquel sitio, sabiendo que no tenía nada que perder ni a quien avisar; nadie lo esperaba ni de ida ni regreso. Estaba solo y así iba a seguir.

Después de eternas ocho horas, llegó a su destino, y lo primero que hizo fue preguntar sobre el templo de Delfos; se sorprendió de la rapidez con la que le dieron la información, pues para los habitantes eran uno de los sitios turísticos más comunes y visitados de su país.

- Cada vez me convenzo más que esto fue un sueño. – se dijo a sí mismo. – Es imposible que encuentre respuestas en un sitio lleno de turistas.

No sabía lo equivocado que estaba…

Finalmente, Shion llegó al templo de Delfos, el que para su sorpresa estaba completamente vacío.

- No puede ser… Es pleno mediodía y no hay ni un alma por aquí. – dijo sorprendido, sintiendo escalofríos por todo su cuerpo.

El hombre se adentró un poco más al supuesto templo, el que estaba formado por un redondel de pilares griegos, nada ajeno al país en el que se encontraba. Comenzó a sentirse inquieto, mareado, casi como el día que se encontró con el supuesto búho de Athena.

- ¿Qué es eso? – se preguntó sorprendido al ver una extraña estructura frente a él.

Adentrándose más al templo, detiene su paso y se encuentra con un objeto tan común, pero al mismo tiempo fuera de sitio.

- Un espejo…

Un espejo de cuerpo entero, con filos de oro, se encontraba reflejando su imagen. Por pocos segundos nada parecía fuera de lo normal, sin embargo, todo comenzó a cambiar.

Se vio a sí mismo portando una especie de vestimenta dorada…

- ¿Qué?

Tomó aquella visión como resultado de su cansancio, por lo que se restregó los ojos para volver a mirarse… y fue peor.

Ahora su imagen usaba una especie de vestimenta sagrada; una túnica blanca con elegantes collares, sin embargo, lo más llamativo era el casco dorado, con un ave sobre su cabeza.

Confundido, el hombre miró su actual vestimenta… seguía usando el mismo pantalón y blaszer azul con camisa blanca por dentro.

- ¿¡Acaso estoy enloqueciendo!? – se intrigó espantado, agarrando los mechones de su cabeza.

En ese momento, se disponía a salir corriendo del templo, sin embargo, el ambiente de Delfos se oscureció, como si un eclipse hubiera cubierto todo.

- Sabía que vendrías, caballero…

El mochuelo de Athena le habló a Shion desde uno de los pilares, causando más asombro en el asustado hombre.

- ¿Qué es lo que quieres? – preguntó Shion, ya perdiendo los estribos. – Ni siquiera sé si eres real o qué me impulsó a hacerle caso a un ave parlante. ¡Así que me largo!

- Típico del caballero de Aries… tan calmado, refinado, pero también impaciente y tenaz. – dijo el búho. – Cálmate, pues tu cosmos se está saliendo de control.

- ¿Cosmos? ¿Caballero? – preguntó confundido. – ¿De qué estás hablando? ¡Responde!

Shion guardó silencio al sentir una presencia detrás de él. Por alguna extraña razón, la percibió familiar, pero al mismo tiempo amenazante, como si la muerte lo rondara terriblemente.

- Si quieres respuestas a todas las dudas de tu corazón… tendrás que vencer a este hombre. – dijo el búho.

Shion no supo en qué momento recibió un golpe en la nuca, provocando que caiga al suelo y la inconsciencia comience a apoderarse de él… No sin antes ver el rostro de su agresor.

- Tanto tiempo sin vernos… querido amigo.

Ahí, delante de él, se encontraba el hombre de vestimenta dorada al que le entregó su dolor.


Comentarios finales:

Y este fue el primer capítulo, no solo el prólogo de la guerra santa, sino el encuentro de todos los caballeros dorados con su pasado.

Sobre cómo los caballeros despertarán sus raíces… Solo recuerden que los caballeros dorados ya nacen con el séptimo sentido desarrollado, son considerados superdotados, así que en base a esa información canon es que se desarrollará cada personaje, incluidos los de otros rangos.

Tengo planeado para todos los personajes una vida antes del encuentro con su destino, y por esa razón también decidí hacer ciertas modificaciones en las edades. Debido a los temas que voy a tocar, no puedo incluir a niños de 13 años; aquí el rango de edades será variado, pero siempre sobre la mayoría de edad, lo que me parece más coherente. Solo en unas pocas excepciones meteré a menores de edad, ya sabrán por qué. Igual no creo que eso sea motivo de espanto, pues lo que pienso abarcar es muy suave o común en comparación a lo que hacen algunos jóvenes de este tiempo (ojo, algunos, no todos).

La mayoría de los fans de esta serie somos de entre los 80s-90s, (yo soy de 1991), por lo que, creo yo, podremos entender a los personajes de mejor manera si se encuentran en este rango de edad. Siguen siendo jóvenes, así como lo somos nosotros, jeje.

Hades es el antagonista principal y tendrá más apariciones que en la serie/manga. Ker será la diosa menor a su cargo, la que tendrá mucha relevancia en la historia y destino de algunos personajes. Si en el manga fue digna de odio, aquí será el triple, y quiero sacarle todo el potencial que se me venga a la cabeza.

Antes de que me corrijan sobre el origen de Avenir de Aries (Lost Canvas), sé que él no es de Jamir, pues no tiene las cejas iguales a las de Shion; sin embargo, en mi historia si cuenta con ellas, para así relacionarlo más con su descendiente.

Espero que este capítulo les haya gustado. Haré lo posible para actualizar pronto.

Un abrazo,

Artemiss