MUÉRDEME
Aviso: Capítulo +18 / Lemon / Relaciones sexuales explícitas
POV Sora
Tenía los nervios a flor de piel y su corazón iba a explotar durante aquel eterno momento en el que se abría la puerta del aula.
Tanto ella como Yamato resoplaron al notar que los que entraron fueron nada menos que Koushiro y Mimi.
Ella estaba decidida a salir de aquel armario cuando Yamato se lo impidió.
-¿Qué crees que haces? –le susurró el rubio mientras la sujetaba firmemente.
-No corremos peligro, son nuestros amigos.
-¿Y qué dirán cuando nos vean salir a los dos de un armario? –Yamato meditó. –Además no quiero soportar después las bromas de Mimi.
Tenía razón era una situación vergonzosa salir de repente en esas condiciones frente a sus amigos.
-Mejor esperemos a que salgan… y saldremos nosotros después.
-Si… tienes razón…
El silencio se hizo incómodo pero tampoco podían hacer nada para romper el hielo, les tocaba estar callados y hacer el menor ruido posible. Pero la situación en la que se encontraban era difícil, estaban los dos muy juntos sujetándose mutuamente en aquel apretado armario.
Sora podía sentir la respiración de Yamato muy cerca de ella y eso la ponía nerviosa, bastante. No se había visto en otra situación así con él, y aunque no podía verlo debido a la oscuridad, podía sentir todos los ligeros movimientos que el chico hacía, incluso notar los cambios en su respiración. La pelirroja notaba como su corazón latía fuerte, solo esperaba que él no se diese cuenta.
Y justo cuando pensaba que su corazón no podía acelerarse más, notó como Mimi se acercaba al escondite de ambos.
La elegida del amor comenzó a revolverse ligeramente en un intento desesperado de ocultarse más, pero Yamato la apretó contra él para evitar que continuase haciendo más movimientos desesperados y le puso la mano en la boca.
El rubio miraba a través de la pequeña rendija lo que ocurría, a pesar de la situación se le veía bastante serio y tranquilo ¿cómo podía mantener la calma en una situación así?
No, no estaba tranquilo. La cabeza de Sora estaba apoyada sobre su pecho mientras él la sujetaba y ella podía sentir el fuerte latir del corazón de Yamato. Era increíble que pudiese manejar la situación hasta ese límite.
Su agarre se destensó acompañado de un suspiro, dándole a entender a la pelirroja que el peligro de que Mimi abriese aquel armario era ya historia. Sin embargo sus manos no se separaban del cuerpo de Takenouchi.
La mano que hace segundos estaba tapando su boca, ahora acariciaba sus labios con delicadeza. Sora lo miró y encontró a sus ojos azules, casi indistinguibles por la oscuridad, mirándola fijamente. Se sintió electrizada por la situación, ella instintivamente llevo sus manos al pecho de él, acariciándolo.
-Sora… -la voz de Yamato susurraba muy cerca de la cara de la pelirroja. –No te lo he dicho antes pero… estás preciosa con ese disfraz de diablesa…
Las mejillas de Sora comenzaron a arder ante tal halago, pero… ¿era éste el momento más adecuado para hablar de ello?
-Gracias… tu disfraz de Myotismon te queda maravilloso también… -Sora arregló el cuello del disfraz de Yamato mientras decía esas palabras. Le dio igual si era el momento o no, algo dentro de ella necesitaba decírselo. –Sólo espero que no hayas mordido muchos cuellos como hizo Myotismon en su día... –finalizó en tono burlón.
Yamato rió tan suavemente como le permitía aquella situación. Se relamió los labios.
-No te preocupes, no soy de esos que va mordiendo a chicas.
-Alguna te lo habrá pedido…
-Puede que alguna pero… yo soy selectivo con que cuello morder. –el tono de Yamato se volvió seductor y la mano que antes acariciaba los labios de Sora ahora acariciaba su cuello. –Además… tú como buena diablesa habrás enamorado a unos cuantos chicos… ¿no?
La pelirroja recordó a Taichi y el beso tan fogoso que habían tenido al terminar el concierto de Yamato. Dios mio, ¿Qué estaba haciendo? No podía estar a dos bandas con sus mejores amigos.
Dudó durante unos segundos, pero en el fondo ella sabía quién era el dueño real de su corazón. Taichi siempre estaba ahí y su química y atracción con él era indudable pero… su corazón le pertenecía a Yamato. El elegido de la amistad era el que le robaba suspiros, el que la entendía a niveles que Taichi no llegaba, el que le hacía sentirse mejor y él que era capaz de activar su instinto de amor.
-Yamato… -susurró al sentir la respiración del chico muy cerca de su cuello.
Sora cerró los ojos al notar el contacto de los labios de Yamato besando su cuello, sintió un escalofrío de placer y dejó atrás los pensamientos, dejándose llevar por el beso del chico. Llevó una de sus manos al pelo del rubio, apretándolo ligeramente para que continuase haciendo lo que hacía. Oh dios mío, se sentía tan bien…
Las manos del elegido de la amistad subían y bajaban por su espalda acariciándola completamente mientras ella se derretía al sentir como la lengua del chico comenzaba a lamer su cuello. Sentía que le fallaba la única pierna con la que se mantenía de pie y afianzó su agarre al hombro de él con su otra mano libre.
Yamato cambió al otro lado del cuello sin dejar de besarla ni un segundo, pero cuando cambió de parte también cambió de táctica. Empezó a succionar suavemente mientras sacaba ligeros gemidos a Sora, y de repente sintió como los dientes de él se clavaban ligeramente en su piel, tal como haría un vampiro.
-Ya-Yamato…
Los besos del rubio pararon al escucharla, alzó su cabeza y le puso un dedo en los labios mientras los acariciaba.
-Shhh… nos escucharán. –susurró sin poder quitar su mirada de ella.
La tensión era muy fuerte, el corazón de Sora latía fuerte, sus mejillas estaban ardiendo y ella empezaba a encontrar esa situación demasiado excitante.
Ella aguantaba su mirada firmemente mientras que su mano fue en busca de la mano del chico que le estaba acariciando los labios, la tomó e introdujo uno de los dedos de él en su boca. Si él era un vampiro ella iba a ser su diablesa.
Lamió su dedo con suavidad introduciéndolo hasta la mitad, podía notar como Yamato estaba ligeramente sorprendido ante tal acción. Sacó el dedo de su boca, pasó su lengua por él muy despacio y lo volvió a meter de nuevo, esta vez jugando con su lengua haciendo círculos. La respiración de Ishida se fue haciendo más pesada… Sora sonrió pícaramente con el dedo de él aún en su boca.
Yamato sacó el dedo de la boca de ella y la sujetó con fuerza por las caderas al sentir que Sora se iba cada vez más hacía abajo debido a su pie lesionado. Ambos se miraron a los ojos a escasos centímetros de sus rostros.
-Sora… -Y Yamato la besó.
El intentó besarla con todo el deseo y la pasión que se podían permitir en aquel armario, Sora llevó sus brazos detrás del cuello de él y le devolvió el beso con la misma intensidad. Lo quería y lo deseaba… sentir sus labios sobre los suyos la excitaba y calentaba increíblemente. No era solo deseo sexual lo que sentía por él, pero en estos momentos no podía pensar de otra manera, no sabía si se debía a su disfraz, la situación comprometida en la que estaban o ambas cosas.
La intensidad del beso bajó y esa pasión inicial fue tornándose a un beso más calmado y dulce. Sora puso sus manos en las mejillas de Yamato, ardían como las de ella, se maldecía por no poder ver con claridad el rostro del rubio.
Se dejaron llevar por ese beso lento hasta que Sora sentía que su pie no podía más. Tuvo que separar sus labios de los de él mientras hacía una pequeña expresión de dolor.
-Yamato… no puedo seguir de pie…
Ishida calculó las medidas del armario con la mirada y muy lentamente comenzó a deslizarse por la pared del armario hasta quedar sentado en el suelo.
-Ven… siéntate. - le hizo un gesto a Sora que seguía de pie entre las piernas de él.
La pelirroja apoyó su pie lesionado como pudo entre muecas de dolor, Yamato cerró sus piernas para que Sora pudiese poner las suyas a ambos lados de las de él. Takenouchi se tambaleó un poco generando más ruido del necesario en aquel armario, pero finalmente logró sentarse encima del chico.
-Koushiro-kun… ¿escuchaste eso?
Los ojos de los elegidos del amor y amistad se abrieron sorprendidos al escuchar las palabras de Mimi, por unos momentos pensaban estar solos, hasta que las voces del exterior del armario les trasladaron a la realidad. Se hizo el silencio absoluto en aquella aula.
-Será el miedo Mimi-san…
Las palabras de Koushiro calmaron el ambiente tenso que les genero nuevamente aquella situación, y es que, si les descubriesen ahora mismo, ya no habría ninguna excusa decente que dar a sus amigos.
Sora se encontraba sentada a horcajadas encima de Yamato, ambos con la cara completamente colorada por el calor. Sentía como la zona del cuello que el rubio había succionado palpitaba ligeramente, seguramente eso habría dejado marca. Y por último podía notar sobre su sexo una fuerte erección del portador de la amistad.
Definitivamente no era el momento más idóneo para que les descubriesen.
Ishida y Takenouchi se miraron y parecieron entender que no era el momento de mostrar fogosidad, debían esperar pacientemente a que Koushiro y Mimi salieran de aquella maldita sala.
POV Yamato
Yamato Ishida no podía esperar, la molestia de ahí abajo aumentaba considerablemente. ¿Cómo podría controlarse en esa situación? Encerrados en ese pequeño espacio con una sexy diablesa sentada encima de su erección.
Acarició su cuerpo lentamente siendo consciente de las curvas de ella, sus manos pasaron por el lateral de sus pechos, quería tocarlos… Acercó a la pelirroja más hacia él y volvió a besar su cuello, esta vez de una manera más tierna y suave, deleitándose con su ligero aroma a perfume.
Sora emitió un pequeño gemido mientras colocaba su mano en su boca al notar el contacto de las manos de Yamato sobre sus pechos. El rubio tenía el cuello de ella a la altura de su cara y sus pechos no quedaban muy lejos, tenía la necesidad de poner sus manos ahí, de descubrir su tamaño, su forma y su suavidad.
El disfraz de la elegida del amor no le dejaba disfrutar completamente de su experiencia, pero podía sentir incluso sobre la tela como los pechos de ella llenaban por completo sus manos, eran del tamaño perfecto. Los apretó más fuerte mientras continuaba besando el cuello de ella.
Sintió la mano de Sora sobre su cara alzándole la cabeza, la miró fijamente pudiendo notar el deseo en las expresiones de ella y como sus labios se acercaban a los suyos hasta acabar uniéndolos en un tierno beso.
-Yamato… me gusta mucho esto…
Su ego se infló al escuchar las palabras de la pelirroja, estaba haciéndole sentir bien y eso le impulsaba a seguir, pero no fue él el que continuo con la iniciativa si no ella.
La elegida del amor profundizó el beso y la lengua de ella invadió su boca, él por su parte hizo lo mismo, las lenguas de ambos comenzaron a entrelazarse en una mezcla de pasión y dulzura mientras intercambiaban saliva. Los besos de ella se sentían tan bien… demonios quería esto con ella más a menudo… no, realmente quería estar con ella siempre. Quería sus besos, su calor, su cuerpo y su alma.
La erección de Ishida comenzó a crecer cuando sintió como Sora mordía su labio inferior lenta y tortuosamente.
-Sora… realmente yo te q…
-¡Koushiro-kun lo conseguiste!
Los gritos de Mimi procedentes del exterior se hicieron eco y Yamato no pudo finalizar, parece ser que Koushiro había logrado la solución al problema de los digimons. Después de unos breves momentos de escándalo por parte de Mimi, los elegidos de la pureza y el conocimiento abandonaron el aula. Por fin llegó la hora de salir de aquel tortuoso encierro.
Abrió la puerta del armario de par en par e intentó levantarse con Sora a cuestas, era algo difícil después de estar tanto tiempo con el cuerpo flexionado pero lo consiguió, la cogió por la cintura mientras ella rodeo su cuerpo con las piernas.
La colocó encima de una mesa y se separó ligeramente de ella para observarla ahora que había un poco más de luz. La pelirroja se encontraba jadeante con sus mejillas sonrojadas y sus ojos electrizantes. Yamato sentía que el calor le devoraba, llevó sus manos al pañuelo de su cuello en un intento de aflojarlo pero las manos de Sora fueron más rápidas que las suyas y fue ella la que lo aflojó.
-Yamato…
-Sora…
Ambos se miraron jadeantes hasta que decidió besarla nuevamente con fogosidad. Llevaba queriendo hacer esto desde que entraron en ese armario y por fin era libre de poder besarla con pasión.
Sus lenguas se entrelazaron rápida y enérgicamente mientras exploraban el interior de sus bocas, sus labios eran tan suaves y cálidos… Su deseo iba creciendo cada vez más y comenzó a acariciar su cuerpo con la misma desesperación que ella lo acariciaba a él, pudiendo sentir una vez más sus curvas y la forma de sus pechos.
Sus pechos… ese maldito disfraz no le dejaba acceder a ellos y eso le frustraba. Sora pareció darse cuenta de ello y decidió llevar una de las manos de Yamato a su pierna. Oh sí, ahí sí que podía hartarse de tocar.
Deslizó su mano desde el muslo hasta la parte baja y volvió a repetir el recorrido a la inversa, pudo sentir la fina tela que cubría su piel, quería tocarla… y tenía solución. Volvió a la parte superior y comenzó a deslizar las medias de la chica suavemente pudiendo sentir finalmente la piel firme de las piernas de la pelirroja.
Sus labios se separaron y Sora le miró con una mirada provocativa mientras se deshacía del pañuelo que aún continuaba en su cuello, cuando tuvo acceso a él, lo mordió suavemente y empezó a succionar.
Ante tal contacto Yamato llevo las manos a los muslos de la pelirroja y los apretó fuertemente, contra más besos le propiciaba ella, él iba subiendo más sus manos hasta llegar a su trasero. Sora gimió levemente y él aprovecho para devolverle el mordisco.
Se separaron y se observaron por unos momentos, notaba como Sora tenía la vista puesta en su entrepierna, él se miró de reojo y comprobó el gran bulto que tenía en los pantalones. La volvió a mirar para comprobar su cara, no veía temor ni dudas, entonces Yamato supo que era el momento.
Podía ver en su rostro la excitación y la necesidad, y el hecho de tenerla en esa posición y con esa cara solo aumentaba su deseo, se inclinó ante ella para besarla.
-Sora… -Y Yamato decidió meter su mano en la intimidad de ella, pudiendo notar a través de su ropa interior la humedad y el calor de su vagina.
Movió sus dedos como si se tratase de tocar la guitarra intentando apartar aquella prenda de ropa que le estorbaba, cuando sintió su piel y notó su humedad no se lo pensó mucho a la hora de introducirle un dedo haciendo que la cabeza de la chica fuese hacia atrás. Introdujo otro más y comenzó a mover su mano en el interior de ella sacándole varios gemidos.
Verla disfrutar de aquella manera con su mano le hacía sentir muy bien, toda excitada y mojada para él. Sacó los dedos de su interior y comprobó su mano pegajosa, un recuerdo de hace escasos minutos cruzó su mente.
-Pruébate… -le dijo en tono seductor acercando los dedos a la boca de la pelirroja.
Sora miró sus dedos dubitativa, pero no tardó mucho en tomar su mano e introducírselos en su boca dedicándole una mirada profunda. Dios mío… no podía más y menos si ella lo miraba así.
Era su turno de probarla, levantó las piernas de ella y colocó su cabeza a la altura de su vagina, podía sentir el calor y el aroma que desprendía, se estaba volviendo loco. Apartó la ropa interior con cuidado y choco sus labios contra su intimidad.
Ella gimió ligeramente al primer contacto, Yamato comenzó a mover su lengua por los labios vaginales de la chica mientras que con su mano le introdujo nuevamente los dedos. Le gustaba su sabor, era como se lo imaginaba, tan dulce como ella misma.
Sintió como Sora se retorcía de placer y llevaba las manos a su pelo al sentir como él succionaba su clítoris.
-Sigue…
Y Yamato continuó dándole placer con su boca hasta que sintió como las piernas de ella temblaron y emitió un fuerte gemido final. Sus ojos azules se encontraron con los rubís de ella, se sentía extasiado, no aguantaba las ganas de entrar en ella.
Ishida se incorporó y llevó sus manos a las piernas de ella, las levantó y las coloco encima de sus hombros. Rebuscó en el bolsillo de su pantalón en busca de un condon que desgraciadamente no llevaba.
-Mierda… -la frustración comenzó a aparecer en su cara. Sora captó la situación.
-Yamato… continúa…
-¿Estás segura? No quiero que…
-Está bien… hazlo. Mañana me pasaré por la farmacia…
Dudó un momento, pero la mirada de ella era decidida. Él continuaría.
Desabrochó su pantalón dejando salir su miembro erecto y miró firmemente a la elegida del amor, antes de hacer cualquier movimiento debía dejarle una cosa en claro. Se inclinó lo máximo que pudo a ella para tenerla cerca de su cara.
-Sora, una última cosa… te quiero. –Y Yamato se lo metió.
La inicial cara de sorpresa de Sora se transformó en una ligera mezcla de dolor y placer. Él se quedó durante unos segundos en su interior para que ella pudiese acostumbrarse a su miembro, y a decir verdad él no quería salir de ahí, se sentía cálido, húmedo y muy apretado. Uff…
La pelirroja recuperó la expresión calmada y Yamato supo que debía continuar. Comenzó a moverse con ligeras embestidas, lentas pero profundas, quería que ambos se sintiesen al máximo y disfrutaran aquel momento.
-Yamato yo… también te quiero. –confesó entre gemidos cada vez más intensos.
Sintió como su corazón palpitaba más fuerte al escuchar esas palabras… Escuchar a la mujer que te gusta decirte que te quiere mientras estás dentro de ella era algo divino. Tuvo la necesidad de besarla pero era casi imposible acceder a su boca en la posición que estaba, se frustró y esa frustración la pago la pierna de la pelirroja con un ligero mordisco.
Ella hizo un adorable gemido que activo en Yamato sus sentidos más primitivos. El ritmo de sus embestidas fue en aumento haciendo que él mismo comenzase a jadear, Sora por su lado continuaba jadeando más y más fuerte.
-¿T-Te gusta? –se atrevió a preguntarla. Ella asintió con la cabeza.
-Quiero besarte…
Sora reincorporo su cuerpo y él salió de ella, no sabía que intenciones tenía la chica cuando se levantó de la mesa y apoyo sus dos pies en el suelo. Sintió como ella lo sujetaba de su capa.
-Siéntate ahí. –le ordenó indicándole una silla. Él obedeció sin rechistar.
Observó como ella se le acercaba cojeando ligeramente y finalmente cuando llego extendió su pie acariciando las piernas de Yamato y su pene. La vista era provocadora, ella con un dedo en su boca con una sonrisa maliciosa y con su otra mano jugando con su cola de diablesa.
-Eres muy mala… -Yamato sintió como su pene era ligeramente aplastado por el pie de Sora. –Aahhh…
-Las diablesas son malas…
Le gustaba mucho esta faceta de la pelirroja. Sora siempre era amable y dulce con los demás, pero también tenía un lado algo travieso y aventurero como su niña interior.
Sintió como su pene iba a explotar ante las caricias del pie de Takenouchi mientras ella ponía cara de satisfacción, estaba harto, no podía continuar así, necesitaba entrar en ella.
-Sora… no puedo más…
Ella se dio cuenta de la desesperación que sentía el chico y decidió terminar aquella tortura. Se acercó a él y lo beso intensamente, Yamato la tomó por las caderas y la colocó encima de sus piernas mientras ponía su miembro en posición.
La elegida del amor fue introduciéndose lentamente el miembro viril hasta quedar completamente invadida por él y sentada en sus piernas. Los labios de ella se separaron de los de él para dejar salir un grito pero rápidamente el rubio los atrapo de nuevo, impidiendo que gritase más.
Agarró las nalgas de ella para ayudarla con los movimientos de vaivén, el ritmo era suave pero profundo, los gemidos que emitía se ahogaban en la boca de Yamato haciendo que él se desesperase aún más.
Sentir como ella se agarraba a su espalda y su capa con desesperación, el calor de su cuerpo y su interior apretándole el miembro provocaron que las embestidas se intensificasen, golpeando con más velocidad y fuerza su interior. Sus bocas se separaron.
-Ahh… Yamato… -Sora dejó escapar un fuerte gemido. –Te… amo…
"Yamato… te amo". Estas tres palabras resonaron fuertemente en su cabeza cegada por el sexo, haciendo que el elegido de la amistad llegara al límite. Sus embestidas alcanzaron su máxima potencia a la par que los gemidos de Sora se hacían más fuertes, ambos sudando y jadeantes, sintiendo como sus sexos se unían en aquel acto de pasión y amor como un puzle dónde las piezas encajaban a la perfección.
Sora emitió un fuerte gemido mientras apretaba más fuerte el pene de Yamato. El rubio no pudo más y supo que su momento había llegado.
-Sora… Te amo. –La beso con amor y terminó dentro de ella.
Se quedaron unos momentos abrazados en esa posición intentando recomponerse y finalmente él salió de ella. La miró y pudo ver la satisfacción en su cara y en consecuencia su propia satisfacción.
Ambos se levantaron y arreglaron sus ropas en silencio, no hacía falta hablar, solamente con las miradas de complicidad que se enviaban el uno al otro podían entenderse. Un olor extraño procedente del pasillo les hizo cambiar la expresión.
-¿Huele a quemado? –Takenouchi movió su nariz.
Yamato se acercó a la puerta de la clase, la abrió y ante él el humo y un fuerte olor a quemado comenzaron a hacer presencia.
-¡Debemos salir de aquí ya! –Con notable preocupación, se dirigió hacia la pelirroja y la cargó en sus brazos.
Los portadores de la amistad y del amor avanzaron por los pasillos cubiertos de humo dejando atrás aquella sala que tantas sensaciones y sentimientos les había producido.
Nota: Por desgracia la fecha de Halloween ha pasado, de todas maneras el fic está próximo a finalizar asi que intentare actualizar rápido. Gracias por leer !
