INUYASHA NO ME PERTENECE, PERO LA TRAMA SÍ
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ADORABLE CONFUSIÓN
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DEDICADO A RUEDA9363
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CAPITULO 9
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Luego de que Kagome escapara del trabajo, fue directamente a retirar a Alec de la guardería y a refugiarse en la habitación que le cedió Jakotsu en el piso compartido.
Apagó su móvil y como forma de distracción, comenzó a asear el piso, pese a que los chicos le dijeron que no lo hiciera. Incluso cocinó la cena.
Incluso mientras hacía eso, fue varias veces a ver a su hijo que dormía. Un extraño temor se había instalado en ella desde que volvió a ver a Bankotsu.
¿Y si se enteraba del niño e intentaba quitárselo?
Negaba con la cabeza. No quería ni pensarlo. Por ello no pensaba regresar.
¿Cómo es que el maldito mundo era tan pequeño y resultaba que él también trabajaba en el mismo sitio que ella?
Cuando Jakotsu regresó a medianoche, no se atrevió a decirle nada. Realmente no estaba lista para oír consejos porque Jakotsu tendía a ser muy sensato cuando se trataba del niño porque estaba segura que su amigo le aconsejaría que le diga la verdad a Bankotsu y le advirtiera de sus obligaciones como padre porque lo demandaría por los derechos del pequeño.
Y es justamente lo que Kagome no deseaba hacer porque desconocía como podría reaccionar ese hombre y tampoco quería someter a su hijo a algún desprecio.
Por la mañana, el mismo trámite, Kagome se levantó temprano e hizo el desayuno para todos y compartió con los compañeros de piso de Jakotsu quienes siempre se portaban como un vendaval de alegría.
― ¿Llevas al niño a la guardería? Si quieres lo llevo hoy yo, tengo el coche del trabajo conmigo ―le dijo uno de los muchachos mientras engullía las tostadas francesas que Kagome acababa de servir.
―Hoy me quedaré en casa ―dijo Kagome sin ánimo de profundizar la respuesta, aunque sabía que los chicos no se lo preguntarían―. Enseguida salen los huevos.
Jakotsu seguía dormido.
Kagome siguió preparando el resto del desayuno.
Habia dormido muy poco.
No podía parar de pensar en Bankotsu y su absurda reaparición.
¿Por qué ese hombre había vuelto a aparecer en su vida?
¿No le bastó con haberse burlado de ella una vez?
Y era bueno diciendo mentiras.
Por el otro, un pensamiento inapropiado la asaltaba que no se atrevía a decir en voz alta.
Bankotsu lucía espectacular, mucho mejor que antes. Siempre lo fue, pero se había acrecentado. Quizá era la estúpida nostalgia porque pasó más de año y medio sin verlo.
Es que no dejas de amar a alguien, aunque te haya hecho daño.
Iba a sacar otra porción de huevos cuando Jakotsu apareció en la cocina con su pijama y el rostro adormilado.
―Recuérdame cobrarte esto, Kagome ―señalando su móvil.
― ¿Qué ocurre? ―Kagome volteó a mirarlo.
―Que me ha llamado la señora Midoriko de Clean and Services preguntando por ti, que no estas cogiendo tu móvil o lo tienes apagado. Que necesita hablar con urgencia contigo ―le dijo Jakotsu mientras aun bostezaba y se limpiaba las legañas de los ojos.
En medio de toda su desconcertación, Kagome no pensó en ella.
Jakotsu se acercó más a ella.
― ¿Qué ocurre?
―Ni siquiera podrías adivinarlo…
―Lo que sea puede esperar, pero primero atiende su llamada ¿sí?
Kagome suspiró profundamente, apagó el fogón y fue hacia la habitación a prender el móvil y llamar a Midoriko.
Jakotsu tenía razón.
No podía ser desconsiderada con la persona que le tendió la mano cuando más necesitaba.
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Kagome salió de la guardería donde acababa de dejar a Alec.
No tenía pensado hacerlo, pero luego de hablar con Midoriko comprendió los alcances que tendría su deserción de aquel empleo.
Midoriko le dijo que la llamaron de la casa Spencer y alertaron de su ausencia por dos días seguidos y ahí venía algo peor, un detalle que Kagome había olvidado.
Que Midoriko firmó con ellos un contrato donde se establecía una alta penalidad contra Clean and Services si la trabajadora abandonaba el trabajo sin justificación.
Kagome no dio ninguna que avalase su marcha repentina desde el día anterior.
Kagome se llevó las manos a la cabeza al recordar aquello.
Midoriko le advirtió que ella no tenía dinero para romper un contrato tan costoso sin justificación.
Esto fue el detonante para que Kagome no tuviera más remedio que volver a aquella casa.
No quería perjudicar a Midoriko y ya era hora de arreglar estos asuntos personales.
Mientras venía por el metro, lo pensó con detenimiento.
Una cláusula de penalidad tan estricta y que además justamente pidieran por ella, le daban a entender de que quizá Bankotsu pudo haber tenido que ver con eso.
Como una forma de burlarse de ella.
Todavía no conocía a los señores Spencer, pero Kagome estaba decidida a hablar con ellos.
Si Bankotsu le tendió una trampa, ella les confesaría la turbia relación que tuvieron en el pasado, por supuesto sin mencionar al niño.
Quizá Bankotsu era un empleado de confianza, pero Kagome tenía esperanza de que le ayuden a revertir el contrato al momento de enterarse de la verdad.
Kagome bajó del vagón y caminó directamente hacia la casa.
Todo esto lo estaba haciendo por proteger a su hijo y que Midoriko no resultase perjudicada y acabara perdiendo los años de sacrificio levantando su empresa por culpa suya.
Una cosa era trabajar cerca de Bankotsu y otra distinta enfrentarse a él.
―Maldito Bankotsu, a mala hora tuviste que volver a aparecer ―refunfuñó mientras llegaba a la entrada de la mansión Spencer.
Por un momento tuvo una duda, si tocar el timbre o ingresar directamente su código.
Hizo lo segundo y para sorpresa de la mujer, la puerta se abrió.
No habían anulado su código de ingreso.
Ahí la sorpresa fue aún más grande.
A lo sumo pensaba encontrarse con Shippo o al secretario Hiten merodeando. O hasta al idiota de Bankotsu, pero se encontró con varios empleados, con el mismo estilo de uniforme de ella.
Dos señoras con aspecto de ser cocineras se afanaban preparando el desayuno y otros corrían de aquí para subiendo y bajando escalones.
―Si pensaban contratar tanta gente nueva ¿Por qué insisten tanto que vuelva? ―se preguntó la joven, extrañada porque en sus días en ese lugar, jamás apareció otro empleado.
Cuando ya estaba por acercarse a uno de ellos a preguntarle si el señor Spencer se encontraba en la casa o incluso si Shippo también, fue que vio apareciendo al niño bajando velozmente las escaleras.
Con ese mocoso había confianza, así que antes que él la salude, Kagome lo cogió del brazo para hablarle aparte.
―Niño ¿Qué es lo que sucede aquí?
―Pues buenos días a ti también ―ironizó Shippo―. ¿Qué sucede qué?
― ¿De dónde salió tanta gente?
Shippo miró a su alrededor y se encogió los hombros.
― ¿Qué es lo extraño? Son el plantel de servicio de la casa, siempre trabajaron aquí.
― ¿Cómo es que nunca lo vi?
―No sé, pero quizá puedas preguntarle directamente al señor Spencer ―adujo el niño
― ¿El señor Spencer se encuentra aquí? ―Kagome tuvo un atisbo de esperanza de saber de su presencia.
―Le están sirviendo el desayuno en la segunda planta.
Era cierto, Kagome nunca tuvo autorización para subir a esa área. Y nunca tuvo contacto con la gente de allí porque las salidas a la calle de esa planta eran independientes y privadas con un ascensor que daba directamente con la cochera del subsuelo.
Tenía que hablarle a ese señor.
Pero primero miró a todas partes, como si estuviera buscando a alguien. No vio a Bankotsu por ninguna parte y eso le dio un vislumbre de alivio.
― ¿Buscas algo? ―la interrumpió el niño―. Sea lo que sea debe esperar, porque el señor Spencer solicita tu presencia en la segunda planta.
― ¿A mí? ―Kagome se sorprendió porque no esperaba que un gran señor como ése pidiera hablar con ella cuando ella todavía no acababa de pensar las palabras adecuadas para pedir una audiencia con él, pero como sea el señor Spencer se había adelantado.
Le dio algo de miedo, pero era algo que debía enfrentar.
― ¿Está con su familia? ―le preguntó al niño, que aburrido se raspaba los oídos.
― ¿Familia? Claro que no, él siempre desayuna solo. Vamos, sube de una vez, que el señor Spencer no es famoso por su paciencia.
Mientras subía los escalones, Kagome iba repasando mentalmente las cosas que pensaba decirle al dueño de casa.
Lo que sea, no iba a librar a Bankotsu de esto. Las palabras de Shippo la tranquilizaron porque entendió que el señor Spencer estaba solo.
Shippo iba a su lado y eso era otro alivio.
Pasaron un enorme pasillo tras cruzar una enorme puerta para acabar en un espacioso comedor y una cocina de estilo europeo más pequeña que la principal de planta baja.
Una mesa estaba dispuesta y en el contra frente, grandes ventanales que daban al exterior daban mucha luz natural al ambiente cargado de sofisticación.
Alguien se encontraba sentado en la silla principal y sólo se le veía la ancha espalda. Tampoco se inmutó por el ruido que hicieron Kagome y Shippo al entrar.
La joven caminó cautelosa acercándose al sillón, pero quedó estática cuando el hombre giró y ella lo vio de perfil, reconociéndolo al instante.
Ese era Bankotsu ¿Qué rayos estaba haciendo ese embustero en el sillón del jefe? Parece que le gustaba bromear, cruzar líneas y tomarse confianzas.
― ¿Qué hace ese hombre ahí? ―le susurró Kagome a Shippo
El niño hizo un gesto de extrañeza.
― ¿De qué hablas, tontita? Ese es el señor Spencer ―el chiquillo le dio un empujoncito para que Kagome avanzara y el hombre pudiera verla.
Kagome quedó de piedra al oír tan revelación. Podría reír pensando que era una broma, pero Shippo estaba serio.
― ¿Señor Spencer? ¿es una broma?
No estaba de humor para esto, pero las evidencias se hacían más fuerte desde la posición de Bankotsu en la mesa, así como la finísima camisa de diseñador y los pantalones de traje a medida que llevaba puesta.
Los ojos de Kagome y Bankotsu se encontraron.
―Yo soy Bankotsu Spencer, el niñato tiene razón ―el hombre cortó la tensión que se había instalado, limpiando con una servilleta las comisuras de sus labios―. Y soy su jefe.
CONTINUARÁ
Al fin se encontraron oficialmente esos dos.
Y Kag ya sabe que el patroncito es él.
Veremos cómo lo toma.
Quiero agradecer a las hermanas que alcanzaron a comentar la última actu express: PAULITA, VALENTINE HIGURASHI, IMAG04, CONEJITA, LUCYP0411, BENANI0125, NEFFER, LILIANA NAJERA, ANNIE PEREZ, RUEDA9363, TAISHOKAGOME787.
Nos leemos prontito porque quiero actualizar pronto, así que tendremos semana cargada con varias actus.
Paola, con un besote.
