Chapter II

Ark se dirigió a la nevera y sacó un par de cervezas, le entregó una a Leon y se sentó en el sofá mirando de frente al chico Kennedy, el cual tenía la vista fija en el gran ventanal de la sala de estar, y que ofrecía una espectacular vista de Tall Oaks.

Se aclaró la garganta y dijo –Ahora sí, dime de qué carajos estás hablando- y le dio un sorbo a su botellín de cerveza.

Leon sonrío y comenzó a platicarle un resumen de cómo conoció a Claire y un poco del tiempo que pasaron juntos.

–Y luego me dio su número y se despidió de mí con un beso en la mejilla- hizo un gesto de típico y estúpido tío enamorado.

Ark hizo un gesto de desconcierto y añadió –Déjame ver si entiendo, ¿fuiste a ayudar a tu NOVIA y casi te tiras a una desconocida pelirroja que, por cierto, fue la que causó el accidente de, repito, TU NOVIA? - preguntó el castaño a Leon, quien parecía estar fuera de este mundo. - ¡Deja de pensar en la chica pelirroja y responde! -.

El chico reaccionó y dijo –Pues sí, eso creo- y sonrío con toda la calma, incluso parecía que lo hacía con cinismo.

- ¿Y cómo se llama la famosa chica? -

-Claire Redfield-.

–Creo que he escuchado ese apellido antes, pero no lo recuerdo. ¿Y volverás a verla? -.

–Claro, se quedó con mi cazadora de piel y la ayudaré con su tarea-. Y tomó un sorbo de su cerveza irlandesa.

- ¿Y cómo llegaste a casa? - preguntó Chris a su hermana desde la cocina.

–Pues… tomé un taxi- respondió la chica desde la sala de estar.

–No sabía que los taxis en Estados Unidos fueran Audi, que interesante- dijo el chico de cabellos azabaches con un tono inquisitorio parado en la puerta de la cocina.

–Era un uber, Chris, relájate-. Respondió la chica alzando los hombros e intentando llegar lo más rápido posible a las escaleras.

–Mmm, vale vale, apresúrate que ya casi está la cena-

Claire rápidamente se dio un baño caliente y se encerró en su habitación. Tomó la cazadora de piel en sus manos y acercó el cuello de esta a su nariz. Aún tenía impregnada la loción de Leon. La voz de Chris la sacó de sus pensamientos.

–Ya está la cena, pequeña ardilla- dijo el chico desde el otro lado de la puerta.

La pelirroja guardó la cazadora y salió rápidamente. –Eh, ¿no huele a loción de hombre por aquí? ¿Esa es una cazadora de piel? - preguntó Chris mirando hacia la puerta de la habitación de Claire.

–No, no huele a nada, estás loco- y tiró del brazo de su hermano ignorando su pregunta

-Ahora sí, dime con calma cómo fue el accidente y si debería llorar por mi motocicleta- dijo Chris con la boca llena de carne.

–Pues no miré un alto y choqué con el auto de la chica y volé algunos segundos, pero tranquilo, no le pasó nada a la Harley, mañana podemos ir por ella- y bebió un poco de su té helado.

–Mañana tengo entrenamiento por la mañana, ¿no puedes ir tú por ella? - dijo el chico mirando los pendientes en su celular.

– ¿Y en qué pretendes que vaya hasta allá? -

-En un uber- soltó una risa burlona y salió de la cocina, para luego asomar la cabeza por el arco de salida –te toca lavar los platos- y luego subió las escaleras.

Ya en su habitación, la pelirroja estaba revisando el email del profesor Downing y platicaba por teléfono con Rebecca.

–De verdad, Becca, era guapísimo. -

- ¿Ves? Tu horóscopo no mentía, ¿Cuándo dejarás de desafiar al universo? - dijo la chica Chambers con un tono divertido.

–Me sorprende que con lo inteligente que eres creas en esa cosa, aunque puede que tengas razón- dijo Claire quedándose un poco pensativa.

–Bueno, ¿y volverás a ver a ese dios griego? -

-Lo más probable es que sí, porque querida amiga, me quedé con su costosa cazadora de piel y aparte dijo que podría ayudarme con la tarea que me salvará de las garras de Downing- respondió la pelirroja con un tono de emoción.

- ¡Sí! Que emoción, la próxima vez le tomas una foto, quiero verlo- dijo Rebecca, luego añadió con más seriedad –Dime que fue lo que te encargó Downing, por cierto. -

-Pues… dice que quiere un proyecto fundamentado de tema libre, literalmente dice "sorpréndame, señorita Redfield" y ya- dijo la pelirroja con tono de cansancio.

-Ya se nos ocurrirá algo, déjame pensar y te doy ideas mañana, ¿de acuerdo? Tengo que ir a terminar la tarea de biología- dijo la castaña

-Sí, amiga, gracias. Cualquier cosa hablamos por whatsapp. Nos vemos, te quiero. -

-Y yo a ti, nos vemos mañana, pequeña ardilla- dijo riendo al final, obviamente bromeando del apodo que Chris le tenía a Claire. La pelirroja cortó la llamada y se recostó para pensar un poco en que podría presentarle a Downing que lo sorprendiera, pero en su mente sólo estaba cierto chico de ojos azules.

Leon llegó a su edificio, saludó a JD, un chico de mohawk rubio y rasgos eslavos cuyo trabajo era estacionar los coches de los inquilinos.

–Eh, viejo, ¿Qué tal todo? Acaba de llegar una nueva inquilina, tiene un Mercedes, además es linda, rayos, ¡Amo a América! - dijo el chico procedente de la Republica Eslava del Este con ese tono efusivo muy propio de él.

El castaño sólo se limitó a reír y entró al edificio. En el lobby de esa lujosa edificación saludó a Kenneth Sullivan, quien era el portero de dicho edificio.

-Sr. Sullivan, buena noche- dijo el chico.

-Sr. Kennedy, buena noche. Su novia y una acompañante han venido a buscarlo hace un par de horas y su prima también vino, pero ninguna quiso dejar un recado. - dijo el caballero afroamericano.

-Ya me encargo yo de ellas, gracias-.

-Para servirle, señor Kennedy-.

El castaño ser dirigió al ascensor con apuro puesto que las puertas de este se estaban cerrando. Rápidamente interpuso su mano entre ambas hojas de frio metal y entró al espacio con acabados ostentosos. Se encontró con una chica castaña, alta y de buena figura.

- ¿Qué piso? - pregunto la chica

-Tercero, pero yo pongo mi huella-. Respondió Leon. Luego añadió –Soy Leon. Leon S. Kennedy, tú debes de ser la nueva inquilina que me mencionó JD-.

-Soy Jill Valentine y el segundo es mi piso, un gusto-. Dijo en el momento en que salió de la caja de metal y se fue sin mirar a Leon.

Mmm, no es tan linda como Claire. Dijo para sí el chico.

Entró en su departamento, decorado con vinilos de clásicos y contemporáneos del rock y tonos de gris. Un típico departamento de hombre. Se dirigió a la cocina y tomó una botella de agua de la nevera, caminaba a su habitación mientras bebía el líquido y sacó su celular. Tenía algunos mensajes de Helena que prefirió ignorar, vaya que a veces era algo molesta, decidió que temprano por la mañana llamaría a su prima.

Revisó sus contactos y no pudo evitar detenerse en el de cierta pelirroja y "stalkear" su foto de perfil de whatsapp. Rayos, amigo, tienes que calmarte, pensó en el momento en que se quitó su camiseta blanca y los jeans grises, quedándose en sus "calvins" para irse a dormir, había sido un buen día.

Si algo podía molestar a Helena Harper más que los seres humanos que ella considerase inferiores, es que su novio querido no le respondiera los mensajes. Ella sabía que cualquiera mataría por ser su pareja, sin embargo, Leon no era como los demás, había algo especial en él, no solo el dinero de su familia.

-Vamos, amiga, ignóralo, no te pierdas la fiesta solo por él- le dijo Ingrid Hunnigan al tiempo que le pasaba un vaso verde fosforescente con un líquido azul dentro.

Helena agarró el vaso con su mano izquierda y lo dirigió a sus labios. Tomó un sorbo de la bebida y dijo –Amiga, te pasaste con el vodka- al tiempo que observaba que cierto chico rubio y fornido llegaba a la fiesta de los gemelos Ashford.

-Llegó tu Jack- dijo la morena con una sonrisa de complicidad.

-Sabes, Leon se lo pierde…- miró a su amiga con complicidad y comenzó a caminar en dirección al rubio.

Jack Krauser era el mariscal de campo del equipo de football colegial de la Ivy University, los Raccoons. Incluso había quien lo consideraba el próximo Tom Brady, por lo tanto, era el sueño de cualquier chica, y él sabía eso.

-Helena, que bueno verte de nuevo, me gustas en ese vestido- dijo el rubio con una sonrisa que se dibujaba sobre su mejilla derecha al tiempo que la castaña se acercaba a él.

-Ni creas que me lo puse por ti, no eres así de especial- respondió la castaña.

-Mmm, sé que lo seré… ¿y tu noviecito? - preguntó Jack para cambiar el tema, si Helena disfrutaba molestarlo, pues él haría lo mismo.

-Posiblemente siéndome infiel, pero que va que no creas que me afecta tanto- dijo acercándose peligrosamente al rubio y éste procedió a robarle un beso para nada casto, podríamos decir que su introdujo su lengua hasta la garganta de la chica.

-Eres un salvaje-

(Le recomiendo lea lo siguiente escuchando she wants to move de N.E.R.D.)

-Mejor que un imbécil romántico como Leon. Vámonos de aquí- y la tomó por la mano dirigiéndose a la salida del enorme patio trasero de la mansión Ashford. Caminaron con dirección al auto de Jack, un Jeep Sahara verde oliva. De fondo se escuchaba She wants to move de N.E.R.D.

El rubio condujo a toda velocidad por las calles de Tall Oaks. Helena vivía con sus padres y su mansión no quedaba lejos de ahí. Pararon en una luz roja, donde la castaña lo besó con deseo, demostrándole a Jack que ella también podía ser salvaje.

La luz cambió a verde y siguieron su camino. Jack aparcó frente a la lujosa vivienda y ambos bajaron a toda prisa del Jeep. Entraron con cuidado de no hacer ruido y se dirigieron a la habitación de la chica. Casi de inmediato Jack la atrapó contra la pared y su cuerpo, recorriendo el cuerpo de Helena con sus manos. Ella hizo lo mismo.

Retiró la camiseta del rubio y él hizo lo mismo con el vestido de ella.

-Cada vez me sorprendes más- dijo el chico al ver la lencería de Helena mientras se quitaba sus jeans azules.

Después tomó a la castaña en sus brazos mientras ella lo abrazaba con sus piernas. El chico se sentó en la cama al tiempo que le besaba el cuello y retiraba la parte de arriba de la ropa interior de Helena, luego se dio la vuelta y recorrió el cuerpo de ella con pequeños besos. La castaña solo se limitaba a disfrutar, vaya que Leon y Jack eran muy diferentes en la cama.

En lo que su mente divagaba comparando a ambos, el rubio arrancó, literalmente, la parte de debajo de la ropa interior de la mayor de las Harper. Luego puso su cabeza entre las piernas de ella aumentando el placer y la excitación de la castaña, casi parecía tortura. Inesperadamente se levantó y se quitó sus boxers, se acercó a la castaña simulando que ya iba a entrar en ella, pero solo la torturaba más pese a que ella levantaba las caderas y acercaba su cuerpo hacia él.

Si algo le gustaba a Helena Harper de Jack Krauser eres su rudeza. El rubio entró en ella con una embestida, seguida de un par más para luego tomarla por el cuello y estrangularla gentilmente mientras entraba y salía de ella. Exactamente eso es lo que le gustaba de él. Esa noche la estrangularon más de una vez.