El viaje a Cocoyashi estaba siendo de lo más incómodo.
Todos los subordinados de Law estaban expectantes a ver sus reacciones y, sobre todo, respuestas a porque, en una de las peores decisiones que jamás Trafalgar D. Water Law, ya que una hora antes del amanecer, se habían sumergido en dirección a las islas Conomi, más concretamente a la isla Cocoyashi. Habían embarcado de una forma apresurada, sin comunicar al resto de marines de la isla. No se habían topado ni con Nezumi o algunos de sus estúpidos lacayos, algo positivo, pero Corazón no lo estaba respondiendo y eso sí que lo terminaba de alterar por completo.
Solo iban medio día, ni 5 horas realmente sumergidos, y ya sentía ganas de ahogarse en aquel basto océano. En primer lugar, estaba la inquietante presencia de la niña demonio, Nico Robin. Aun no le habían explicado cómo era que aquella mujer fatal estaba escondida en su tripulación, jugando a juegos de mesa con el pequeño doctor con una calma casi aterradora. Luffy era demasiado ruidoso. Sus ventanas temblaban ante los gritos de aquel muchacho joven, autoproclamándose el nuevo rey de los piratas con tal potencia que los monstruos marinos se alejaban de ellos. Llegó a ver una especie de vaca verde marina huir despavorida. Luego estaba el espadachín de dudoso aroma, con una muy mal curada herida la cual le estaba poniendo de los nervios como estaba quedando la cicatriz atravesando todo su torso. Por lo menos el mentiroso narizotas estaba en una esquina con unos compañeros haciendo artillería fantasiosa y el cocinero estaba aportando algo de deliciosa comida sin pan.
¿Solo era eso lo que todo el rato le estaba molestando?
La respuesta más honesta del capitán del submarino era que no.
Claramente no dejaba de pensar en ella, la razón de ese estúpido viaje. Aquella sirena de cabellos de sol le debía explicaciones y, después de tantas noches juntos, se sentía con el derecho de hacerle esas preguntas. Además, le había dado la nota para evitar que desertaran de la marina aquellas cabezas locas, por lo que algo debía significar.
Trafalgar necesitaba creer en que Nami estaba pensando en su bien, en algo que él no terminaba de ver. En que los extraños y diversos movimientos tenían una razón real y fuerte, que parte de esos motivos fueran por su bien... algo bueno. Algo por lo que luego pudiera invitarla a navegar con él.
"¿Pensando en la señorita navegante?"
Law levantó la mirada, ocultando su vergüenza, hasta que se encuentra con la niña demonio. Nico Robin tenía una media sonrisa bastante neutra, que solo le daba un escalofrío bastante negativo al acentuar su profunda mirada azul. Era un contraste completo con lo que Nami era, al ser capaz de inspirar cierto terror. A pesar de que esa idea cruzara por su mente por un segundo, Law dedujo con aquella pregunta que la señorita Nico Robin sabía algo de su relación con Nami. ¿Ella se lo habría dicho?¿Era demasiado evidente?
"¿Qué quieres, niña demonio?" pregunto de mala manera, queriendo ocultar parte de su nerviosismo
"Unir puntos... y aun no comprendo donde quedarías, señor Trafalgar"
Le quiso admitir que ya eran dos, pero se mordió la lengua. Necesitaba ver todas las cartas que tenía aquella mujer de pelo negro. Sus ojos solo le hacían estremecerse y su lenguaje corporal era prácticamente mudo.
"¿No estaba jugando con Racoon-ya?" se atrevió a preguntar en voz baja, a la vez que buscaba que ella se marchara y lo dejara solo.
"Hasta que me di cuenta de que Luffy no es el único que tiene algún tipo de relación con la señorita Navegante..."
Aquella frase dolió. Mientras que él intentaba por todos los medios no dudar de ella, Luffy prácticamente lo estaba gritando. Como si de verdad ella hubiera accedido a ser su navegante, pirata, nakama... ¡su compañera! Aquello abría de nuevo ese abanico de posibilidades que Luffy no terminaba de confirmar, sobre el tipo de relación que tenían ellos dos y del cual podía intuir que Nico Robin sabía de ello. Ese gesto, esa forma en la que todos tenían conocimiento de la existencia de algún tipo de relación... de las últimas frases que le dijo Nami antes de desaparecer...
Era molesto todo aquello que podía sentir de suposiciones y teorías inventadas por si mismo.
"Dígame, capitán Marine, ¿Cuál es su lazo con la señorita navegante?"
Aquella directa pregunta hizo que los ojos de Law se abrieran de par en par. Era una mezcla de emociones que prefería hablar con Corazón, pero ante su ausencia, parecía que no era el único capaz de leerlo. Era molesto que alguien como esa mujer, una de las niñas más buscadas, fuera capaz de liderear esa conversación de tal manera que lo hacía sentirse derrotado.
Pero tampoco lo estaba, solo era una sensación. Nico Robin realmente no tenía nada tangible y solo estaba queriendo armar el puzle por intenciones completamente diferentes a los suyos. Eran simple suposiciones que podía llegar a hacer ante sus exageradas reacciones. Debía controlarse. Por ello, puso su rostro más neutro posible, respiró hondo y se levantó de su asiento.
Se fijó en como ella seguía cada uno de sus pasos, buscando algo que lo delatara.
"Ninguno" sentenció Trafalgar
"Mentiroso"
"Como el de tu capitán con ella"
"¿De verdad puede creer eso?"
Su pregunta iba acompañada de una sonrisa que mezclaba burla y algo que no terminaba de identificar. Llamó su atención al instante. Sin duda, maldijo que Corazón no estuviera a su lado para ayudar a terminar de desenredar todo aquello. Nico Robin tampoco quería revelar ninguna de sus cartas, por lo que le tocaba jugar un poco más fuerte para terminar de adivinar que era lo que había detrás de las declaraciones del futuro rey de los piratas.
Su extraña y breve conversación fue interrumpida por Shachi, quien llamó a su puerta, algo nervioso, para alertar no solo la constante presencia de una vaca marina bestial, también como se estaba acercando a lo que parecía ser Cocoyashi. Law dio un gesto con su mano de forma tajante, para dar por terminada la conversación, en lo que empezó a dar instrucciones para salir del agua y atracar en un puerto alejado.
Si Nezumi daba demasiados viajes a esa isla, debía ser por algo y no podía dejar que nada lo alertara. De la misma forma, dio instrucciones para el cambio de uniforme y se quedó observando como Luffy, de una forma nada característica suya, se quedaba serio con un debate entre sus compañeros, al que Robin no tardó en sumarse, aparecida de la nada.
Al salir a flote, Law no tardó en pisar dicha cubierta. Con su traje más de doctor civil que el capitán marine, caminó de forma tranquila sobre aquella cubierta completamente inundada. Luffy, queriendo imitarlo con aquellas chanclas irrompibles, vio cómo se resbalaba con la primera pisada. Si bien Sanji lo ayudó a la primera, notó la mirada de Zoro en su nuca, como si supiera que estaba tramando algo que los desagradaba a todos.
"Nami es nuestra navegante" terminó por sentenciar Luffy en voz demasiado alta "y la tenemos que recuperar"
Si bien vio como todos asentían, notó que más de uno dudaba. Era algo comprensible, ni él mismo sabía que había ocurrido con ella en todo ese tiempo, pero no podía dejar de pensar que algo estaba completamente mal para todos.
Un dato se estaba escapando... un punto, hilo, que los conectaba hasta esa isla, y no solo era Nami.
Con la idea no solo de descubrir toda la verdad, también de saber que era lo que los conectaba de forma tan fuerte, al atracar, Law dio instrucciones precisas a todos, incluido a Luffy, quien simplemente no le oyó hablar.
Para su poca sorpresa, Corazón los estaba esperando con el rostro completamente serio. Con datos que sabía que no le iba a gustar en lo absoluto. Conocía bien a su tutor y seguro que intuyó como todos estaban de camino a aquel lugar, por las tantas llamadas que no había contestado. Sin mediar palabra, lo siguieron, hasta darse cuenta de que Zoro había desaparecido.
En un abrir y cerrar de ojos, el espadachín de pelo verde ya no los acompañaba en aquel camino por toda la isla, algo que lo enfureció de inmediato.
"Lo buscó y nos vemos al final de este camino" sentenció el doctor antes de que nadie pudiera plantear una solución
Aquella excusa que se presentó fue perfecta para él. En cierto modo, le daba la oportunidad no solo de explorar la isla natal de Nami, también buscarla y poder conversar con ella mucho antes que nadie. Además, al estar Corazón y parte de su tripulación con ellos, podía asegurarse de que no dejara que aquellos desertores pudieran huir sin él.
A paso ligero, empezó a conocer la isla. Le sorprendió que hubieran ruinas, casas volcadas sin recuperar, cierto recelo entre la población... Y luego estaba Zoro, siendo capturado por los Gyojin. Hombres pez, con tatuajes tribales que ya podía identificar como parte de la tripulación de Arlong. Quiso ocultarse, pero notó dos hombres pez el doble de grandes que él, cerrarle el paso.
Maldijo entre dientes mientras "se dejaba escoltar" calle arriba, hasta una gran guarida. Era imposible no fijarse en las banderas ondeando con la suave brisa marina, a metros del agua de mar, con aquella bestia marina de antes asomando nuevamente, con una curiosidad casi infantil. Todos aquellos hombres pez burlándose de su entrada, como si fueran los nuevos juguetes del lugar.
Law intentó mantenerse serio, a pesar de que la rabia de que lo vieran como un ser inferior lo estuviera consumiendo. Además, la actitud chulesca de Zoro no estaba ayudando, además de poder ver como su herida se estaba reabriendo por el mal trato de aquellos sucios piratas, empezaba a teñirse su camisa con su sangre.
En un abrir y cerrar de ojos, aquellos maleantes los tiraron al suelo y se fijó que se quedaron a los pies de un hombre pez azul, con llamativa nariz sierra y una risa tan profunda que atoraba sus oídos sin piedad. Sus dientes afilados brillaban con el reflejo del sol y podían ver cómo aquellas gemas que tenía incrustados en sus extrañas manos imitaban dicho brillo.
Pero no era para nada lo que llamaba la atención de ese momento. No. Quien llamaba la atención era la joven peli naranja que tenía al lado, con una camiseta verde de tirantes y un largo batón en sus manos. Su expresión de seriedad, sombría, chocaba con una sonrisa burlesca, queriendo dar una sensación de superioridad que se opacaba con sus colores naturales. Aunque todos ellos prácticamente estaban oscurecidos ante el rudo tatuaje que asomaba de forma orgullosa y salvaje ante todos.
Law quiso vomitar en ese momento. A su lado, Zoro tenía la misma expresión que él, de asombro cerrado. No sabía si era por el asombro, la crudeza de la realidad o que simplemente no supiera como gestionar como una persona con la que se había involucrado hasta el punto de intimar, pudo ocultar toda la realidad.
Nami era una vil pirata de la tripulación de Arlong.
