CXVII
Aunque Eleven había temido el prospecto de retornar a clases tras el fiasco de la pista de patinaje, para su sorpresa, la primera semana tras el receso de primavera transcurre sin mayores contratiempos.
Sí, claro: Angela ya está de vuelta, mas parece decidida a ignorarla —algo mucho mejor que el constante acoso al que la ha sometido desde que llegara a Hawkins—. Y aunque las miradas de desprecio de sus amigas no son nada agradables, Eleven agradece que la situación no haya escalado a una venganza.
No, ahora el problema parece radicar en su propio grupo de amigos: específicamente, en la manera en la que Mike arrastra los pies por los rincones y se niega a permanecer —fuera del aula que comparten— en ningún espacio común con ella.
—Tan solo dale tiempo —le recomienda Max durante el receso, ambas sentadas en un banco en el patio y compartiendo un refresco—. Ya se le pasará. Lucas está haciendo todo lo posible por hacerle ver que sencillamente no funcionó, y que no se acaba el mundo por eso.
Eleven sabe que su amiga tiene razón, mas la situación la incomoda de todas formas.
—Se nota que le duele… No quería lastimarlo.
—Sí, le duele, claro que sí —bufa Max, poniendo los ojos en blanco—. Pero la mitad de sus actos forman parte de un ridículo espectáculo que busca hacerte sentir culpable y, así, hacerte recapacitar.
Eleven no puede disimular su indignación ante esto.
—¿Qué?
—Hombres, ¿no? Patéticos.
No alcanza a responderle cuando alguien se para frente a ellas dos, obligándolas a callar.
—Disculpa, ¿Jane? Hola, soy Chrissy, ¿me recuerdas?
Claro que la recuerda: se trata de la líder del equipo de porristas, la otra persona envuelta —aunque hasta ahora no sabe si adrede— en la desaparición de su cuaderno de Matemática. Eligiendo ser cauta, se limita a responder con un asentimiento.
Chrissy, no obstante, les ofrece una sonrisa tímida.
—Uh, si no es mucha molestia, ¿podría hablar contigo un momento, Jane?
Max es renuente a dejarla sola con una chica de un grado superior, mas Eleven le promete que estará bien.
—Estaré cerca, por si me necesitas —dice Max mirando a Chrissy, sus palabras claramente una advertencia.
La muchacha, empero, no parece sentirse intimidada; tan solo ocupa el lugar que antaño fuera de Max, sus finas manos acomodando la falda de su uniforme de porrista. Eleven guarda silencio: ya que ella ha dicho que quiere conversar con ella, le hará el favor de dejarla hablar primero.
Chrissy no la hace esperar demasiado; inhalando una gran bocanada de aire, suelta:
—Te debo una disculpa.
—Y es por eso por lo que entiendo si no me perdonas, pero quería que supieras lo que ocurrió.
Una vez que ha dicho lo suyo, Chrissy aguarda cabizbaja el veredicto de Jane: sería fantástico obtener su perdón, obviamente, pero tampoco ha hecho esto para sentirse mejor consigo misma —aunque eso pueda ser un beneficio secundario—. No, se trata de Jane: Chrissy ha actuado mal, y desea ofrecerle disculpas a la persona a la que ha lastimado —incluso con las más buenas intenciones—.
—Okay —murmura de pronto Jane.
Confundida, ella levanta la vista y voltea a mirarla:
—¿Uh? ¿«Okay»?
Jane sonríe, entonces, y Chrissy nota lo bonito de su sonrisa; una sonrisa que está lejos de ser perfecta, pero que augura las mejores intenciones.
—Okay, Chrissy: te perdono.
Apenas se despide de Chrissy con una sonrisa y un gesto de la mano —Eleven quisiera creer que ha hecho, incluso, una nueva amiga, aunque solo el tiempo lo dirá—, Max parece materializarse a su lado.
—¿Qué pasó? —inquiere, preocupada.
Eleven se lo cuenta. Tras escucharla, Max deja escapar un silbido.
—No, definitivamente te creo: no parece ser una chica con malas intenciones.
—¿Porque tan solo quería ayudar?
—Porque su manera de intentar ayudarte fue terriblemente ingenua y estúpida —replica Max.
Supone que tiene razón: Eleven ha aprendido apenas una mínima parte de lo que significa sobrevivir en la escuela secundaria, y Chrissy, aunque mayor que ella, no parece saber mucho más que ella.
Sin embargo, el hecho de que alguien la trate como persona, de que se preocupe por sus sentimientos lo suficiente como para disculparse…
No, Eleven no crea que pueda negarle el perdón a nadie que demuestre tener tan buen corazón.
