Hola a todos! Muchas gracias a quienes han leído esta historia. Puedo verlo, el número de lectores es bueno jejeje, así pues, sin más qué decir que espero sigan disfrutando de la historia… COMENZAMOS!

Capítulo 5.

Amistades fugaces.

Las reuniones del Loto Blanco eran por completo secretas. Si bien hacía años la organización se dio a conocer, todavía guardaba infinidad de secretos que sólo los miembros de más confianza podían acceder.

-Tenemos que encontrar al Avatar. Nuestros enemigos están más cerca de ella de lo que creíamos.

-Los soldados han perdido su rastro. Podemos solicitar la ayuda de las fuerzas policiacas.

-¿Y tratarla como a una criminal? Hay que pensar en lo que la gente dirá, ya tenemos suficiente con lo del fraude del falso Avatar, además de esos afiches. Ya mandamos a quitar la mayoría de estos.

-Pero debemos hacer algo para protegerla.

La mujer de gafas oscuras y de grandes anillos alzó su mano, todos se volvieron a ella que tras unos segundos habló.

-Pienso que debemos dejar al Avatar tranquila por un tiempo.

-¿Pero qué dices?

-¿Es seguro hacer eso?

Tras varios comentarios similares volvió a hablar.

-Yo llegué a conocer al Avatar Aang cuando era joven. Todo avatar lleva su transición de distinta manera. Creo que debemos darle su espacio y concentrarnos por completo en quienes busquen perjudicar su imagen o persona. La falsa Avatar será desmentida en su momento de manera oficial. Los Cuervos son un problema, las investigaciones sobre su escape no han arrojado nada, por eso debemos seguir pidiendo la cooperación de las fuerzas policiacas para buscarles y retirar por completo los afiches con su rostro, así como los anuncios de Se busca de la radio y que le dejen en paz.- varios asintieron de acuerdo susurrando a lo bajo, cuando de repente alguien surgió entre las sombras con un afiche.

-Creo que hay más problemas de los que parecen.- Zuko se acercó a uno de los miembros deslizando algo sobre la mesa y este abrió grande los ojos.

-¿Esto es cierto?- pasó el afiche al siguiente que mostró el mismo gesto.

-¿Una recompensa por la Avatar?

-¿Quién lo autorizó?- todos se miraron mutuamente sin que nadie se hiciese responsable.

-Pienso que es una buena idea.- dijo Borack peinando su largo cabello blanco hacia atrás.- La nueva avatar nos ha estado evadiendo con absoluta destreza y sigilo. Sin embargo, tenemos que aceptar que necesita de cuidado y entrenamiento y eso la puede poner en riesgo contra malhechores como los Cuervos. Dar un incentivo por su paradero no parece mala idea.

Zuko entrecerró su mirada contra el maestro agua que sonrió de lado al encontrarse sus miradas. La mano de la mujer de gafas oscuras azotó el afiche contra la mesa cuando llegó a sus manos.

-Esto lo haces parecer una cacería, Borack. Es una niña.

-El anterior Avatar también era un niño, y mucho más joven, pero este fue entrenado desde su nacimiento. No sabemos mucho sobre las habilidades de esta jovencita y si está lista para lo que se venga.

-No entra a discusión.- acotó ella y se levantó de su lugar.- Quienes estén de acuerdo en retirar esta recompensa favor de tomar sus sellos.- la gran mayoría tomó unos sellos con los símbolos de su nación y las azotaron contra la mesa con fuerza.- Bien. Se termina la reunión por hoy. Que la sabiduría guie nuestro camino.

Todos se levantaron y salieron, aunque Borack y Zuko se dedicaron miradas despreciativas antes de que el primero saliese de la sala. La mujer de los anillos se acercó a Zuko ya estando los dos a solas.

-Espero que tengas buenas noticias, Zuko.

-Las tengo. Mi nieto me mandó una carta explicando la situación. La Avatar Xiao parece seguir su camino hacia el sur, sin embargo, le preocupa el último ataque. Nuestros expertos revisaron la escena. Las balas pertenecen al cargamento robado de hace meses.

-Mmhm, alguien ha estado haciendo tratos bajo la mesa.- musito ella y se quitó las gafas mostrando sus ojos blancos ante la ceguera.- Temo lo que vaya a suceder y la imagen que esto pueda darle a esa jovencita. He investigado a cada posible sospechoso del Loto pero cuando estoy segura de algo simplemente despejan mis sospechas.

-Ten cuidado Mai, sé que tienes gran habilidad, pero puede haber más de un traidor.

-No te preocupes por mí. Debemos enfocarnos en esa jovencita.- dijo poniéndose los lentes.- Aunque debo admitir que Borack tiene razón en una cosa. Esa joven es una total inexperta y necesitará de toda la ayuda posible, espero que Iroh le cuide bien.

-No te preocupes por ello, mientras tanto, nosotros le protegeremos desde donde estamos.- salieron de la habitación sin notar que el maestro agua estaba oculto en la siguiente esquina, observándolos irse juntos hasta perderse por los oscuros pasillos y así él hacer lo mismo desde el lado contrario.

Era noche, tanto Enlai como Iroh estaban listos para dormir en la posada en la cual se habían instalado. Una habitación para tres con camas separadas.

-¿Has notado que mientras más nos acercamos al mar, menos afiches tuyos hay? No he visto uno desde hace tiempo.- comentó Enlai a Xiao que estaba pensativa mirando a la ventana, donde Mu estaba debajo dormido.

-Sí, es bueno.- dijo con cierta desgana y se apartó de la ventana para tomar su capa.

-¿A dónde vas?- preguntó Iroh que doblaba su camisa.

-Necesito algo de aire fresco.

-¿Por qué?- volvió a preguntar el maestro fuego.

-Yo… en serio necesito salir a pasear un poco, despejarme. No se preocupen, regresaré en media hora a lo mucho.- cerró la puerta detrás de ella y se puso la capucha. Iroh apretó los labios en un gesto lleno de preocupación.

-No está bien.

-Bueno, no la culpo. Un loco va detrás de ella, el Loto Blanco no es de confianza, no sabe qué fue de su familia y todavía no acepta el hecho de que es el Avatar. Francamente, yo estaría a punto de enloquecer.- admitió Enlai mientras llenaba un vaso de agua de la jarra que tenían en el cuarto.

-Mmm, tal vez necesita distraerse y olvidarse de todo al menos por un día.

-Por una vez te apoyo.- dijo sentándose en la cama y cruzando las piernas.- Veremos mañana qué podemos hacer. Por ahora, estoy molido.

Iroh no dijo nada pero en su mente seguía preocupado por el bienestar de Xiao. Apagó las luces y se recostó en la cama, pensando que cuidar del Avatar no era una tarea tan sencilla como esperaba.

Caminó por las oscuras calles del pequeño pero agradable poblado rural en el que estaban. La gente ya estaba a esas horas descansando en sus casas después de un duro día de trabajo. Olió en el aire los aromas de las cenas preparadas por las esposas para alimentar a sus maridos y en una esquina vio a un grupo de obreros hacer una fogata y comer batatas al fuego a pesar del calor que hizo en el día. Caminó hasta salir de la zona notando que los postes de energía eléctrica eran cada vez más escasos. Se adentró a las orillas de una pequeña granja cuyos cultivos empezaban a florecer y se agachó para tocar una de las flores, pequeña, hermosa y delicada.

-Suelta mis cultivos.- amenazó una voz a su espalda y Xiao alzó sus manos.- Aléjate de ellos, ladrón.

-No soy un ladrón. Solamente daba un paseo por la zona.- al volverse vio a una chica de su edad, de cabello castaño corto hasta los hombros y recogido con dos sencillos broches a los lados y… tenía en manos una escopeta, tragó duró e intentó quitarse la capucha pero ella alzó más el arma.

-No te muevas. Sé que pretendes. Pero no voy a dejar que te robes una sola sandía más.

-Lo juro, no pretendo nada. S-Sólo estoy de paso.- el arma comenzó a ponerla nerviosa, desde lo de Zidan y el recordar el ardor que sintió ante el roce de las balas comenzó a hacerla sentirse ansiosa.

Un ruido de madera partirse llamó su atención. No muy lejos, una camioneta encendió sus luces y tras escucharse las risas de unos hombres, comenzó a escapar con un cargamento de sandías en la parte trasera.

-¡Mis sandías!- gritó la joven y los ladrones se burlaron de ella, al menos hasta que la tierra se alzó levantando la camioneta y direccionándola directo hacia ellas. Xiao alzó sus manos y un pico de roca atravesó el motor de la camioneta dejándola inservible. Y cuando los tres ladrones quisieron bajar, fueron bloqueados por dos columnas de roca que presionaron las puertas hasta que el trío de ladrones estuvieron tan juntos que era imposible moverse.

-Creo que la policía tendrá algunas cosas qué decirles.- dijo Xiao con una media sonrisa y la chica al fin bajó su arma mirándola con admiración y un leve sonrojo en sus mejillas.

La policía llegó y los ladrones fueron arrestados. El capitán de la policía miró a la chica que no dejaba de sonreír.

-Muy bien Feng Mei, no sé cómo o quién te ayudó, pero agradezco al fin atrapar a este trío. No sabes las tantas que han hecho.

-Yo lo sé muy bien.- dijo de repente seria y el oficial asintió con cierta pena.

-Es verdad. Espero que tu padre se recupere. Y no te preocupes, ellos estarán tras las rejas por un buen tiempo y ya no te robarán a ti o a otros.

Al poco que se fue la policía, Xiao bajó del árbol en el que estaba trepada y la chica le sonrió ampliamente.

-No sabes lo verdaderamente agradecida que estoy. Yo y muchos otros.

-No pasa nada. Me alegro haber podido ayudar. ¿Esos tipos eran peligrosos?

-Mucho. Robaban a todas las granjas de la zona y hacían estragos. Y cuando la gente los descubría ellos…- Xiao podía imaginarse lo demás al notar su expresión de dolor.

-Entiendo. ¿Quieres que te ayude a reparar la valla? Soy buena en este tipo de trabajos.

-¿En serio? Gracias, soy Feng Mei.- extendió su mano, Xiao la observó mejor. La chica tenía una mirada dulce, vestía con un vestido overol azul, botas y una camiseta roca debajo.

-Xiao.- se quitó la capucha y aceptó de buena gana su apretón de manos. La chica no dejaba de observarla, con un leve sonrojo que apareció cuando se quitó la capucha, y en poco comenzaron a trabajar en reconstruir la valla mientras tenían una amena charla.

Iroh despertó hasta muy entrada la noche, al voltearse encontró la cama de Xiao vacía y en un segundo se sentó en la cama en completa alarma. Miró el reloj sobre la pared y esta marcaba pasadas las dos de la madrugada. De inmediato se levantó de la cama para ir a buscarla, sintiendo que algo pudo haberle sucedido y que era su completa culpa, cuando al abrir la puerta casi se topa con Xiao que llegaba con una jarra de agua.

-¡Wow! Hey, ¿estás bien?- le preguntó preocupada.

-Yo… esto… ¿dónde estabas?- le reclamó molesto.

-Fui a por más agua para nosotros. ¿Estás bien?- preguntó en serio preocupada. Iroh frunció el ceño.

-Sí, yo… pensé que no habías vuelto y…- ella le sonrió.

-Cuando llegué ya estaban dormidos. Por eso es que no quise despertarlos.

-Deberías, al menos a mí. No es seguro salir sola y mucho menos para ti.

-Lo sé pero tranquilo. ¿Quién se iba a fijar en alguien como yo en un lugar así?- le sonrió ampliamente.- Es mejor que duermas, estoy exhausta.

Iroh asintió y los dos regresaron a sus camas. Vio a Xiao dejar la jarra y destender la cama para dormir. Y fue que lo notó… la cama no había estado destendida antes y ella no la había usado desde antes de llegar. ¿Acaso acababa de llegar?

No quiso preguntar nada por el momento, lo haría mañana con mayor calma y cuando tuviese la mente más tranquila.

Al otro día Xiao se levantó y respiró el fresco aire matutino. Bajó a ver a Mu, lo alimentó y le dio de beber un poco de agua con pequeños pétalos de flores tal y como le gustaba.

-No te lo vas a creer, ayer hice una amiga. Sé que debemos irnos mañana temprano pero no hace daño hacer amigos en el viaje, ¿no?- Mu bebió agua y tras unos momentos lamió su mano que seguía cerca del cuenco.- Tienes razón, no tiene nada de malo, voy a ir a verla. ¿Quieres venir a conocerla?- Mu asintió esta vez y Xiao rio. Sin notar que Iroh la observaba a la distancia desde la ventana desde el comedor, pero Enlai lo notó al recién despertar.

-Hey, se te van a quedar los ojos pegados a ella si la sigues observando así.- mencionó algo adormilado.

-Algo oculta.

-¿Y? Está en su derecho. No tiene que contarnos todo, una chica tiene derecho a su privacidad.- se sentó en la mesa y Iroh se volvió a él.

-¿Acaso no te preocupa un poco? Ayer en la noche llegó muy tarde y me mintió diciendo que fue por agua.- Enlai entrecerró los ojos con aire pensativo.

-Poniéndolo como lo pones, sí. Pero después de lo sucedido no voy a ser yo quien invada su privacidad. Todavía hay méritos que intento ganar, ¿sabes?

-Es el Avatar. Ella no puede ir por ahí deambulando sin alguien que al menos cuide su espalda.- Enlai se despertó de golpe y miró hacia las cocinas donde podían escuchar su conversación.

-Dilo más fuerte, ¿o acaso quieres que todo el mundo se entere?- mencionó a lo bajo molesto.

-No pueden escucharlo, por eso lo dije.- se sentó en la mesa con ceño fruncido. Estaba allí para proteger al Avatar y si era posible averiguar más sobre quién estaba detrás de esta. Pero si ella desaparecía de esa manera…

-Chicos.- los dos se volvieron hacia Xiao que había terminado con Mu.- Sé que mañana nos vamos, por lo que hoy deberíamos intentar relajarnos. Y quisiera comentarles algo.

-Adelante, te escuchamos.- dijo Enlai con una sonrisa sardónica hacia Iroh que rodó sus ojos pero sintiéndose de repente ridículo ante la preocupación inicial. Después de todo, no debía ser nada malo.

La gente comenzaba a murmurar más y más, incluso sus sirvientes que antes la veneraban y que ahora la miraban con desconfianza. Y ni siquiera en el comedor podían dejar de lado sus cuchicheos.

-¿De verdad es el Avatar?

-Shh, cierra la boca.- ordenó una sirvienta a su compañera.

-Yo escuché que es una farsante.

-Qué cara tiene.

-Silencio todas, vamos.-ordenó su superiora a lo bajo pero la joven ya las había escuchado y con puños cerrados sobre la mesa miró a las sirvientas que en un momento fueron expulsadas por una fuerte corriente de aire fuera del comedor. En ese momento su padre llegaba y vio las correr en llanto.

-¿Por qué tanto alboroto Hisara?- preguntó al ver a su hija respirar con fuerza.

-¡Es todo esto! La gente piensa que no soy el Avatar y eso me está desquiciando.- dijo tomándose la cabeza con los codos apoyados en la mesa. Su padre cerró la puerta y se acercó a su hija tomándola de los hombros.

-Sabes muy bien que tú fuiste elegida como la próxima Avatar. Tienes poder, habilidad, y por consecuente debes ser más paciente y lista que tu adversario.

-Pero… ¿qué tal si no logro dominar a la perfección los elementos?

-Tienes tus apoyos que te ayudan a manejar los elementos con mayor facilidad. Como tienes demasiado poder te es más difícil dominarlos debido a tu flujo de chi. No te preocupes cariño, que esa impostora caerá tarde o temprano.

-No… yo soy quien debo hacerla caer. Debo pelear contra ella y demostrar mi valía como el Avatar.- golpeó la mesa y esta se agrietó.- No sabrá lo que la golpeó, y mientras más rápido la encuentre, más pronto todo el mundo volverá a decir mi nombre.- su padre asintió complacido, ya que su hija había sido entrenada para ser el Avatar desde su niñez.

-Muy bien hija, sé que puedes hacerlo.- estaba confiado en ello, había investigado un poco a la chica y no era la gran cosa, su hija Hisara era la más apta para el puesto y nadie le quitaría el título, ni siquiera la verdadera Avatar.

La hermosa granja de sandías era una estampa digna de ver. Las sandías decoraban el campo con su variedad de tamaños y pequeñas flores que pronto se transformarían en la siguiente estación. Las enredaderas tan bien acomodadas y con un aroma dulzor podía sentirse en el aire. Siguiendo la vereda hasta una pequeña cabaña de donde salió de ahí una chica que sonrió ampliamente a Xiao y alzó su brazo entero para saludarla mientras el grupo se acercaba.

-Xiao, me da gusto verte.- saludó tomando sus manos.- Muchas gracias por lo de ayer. Esos ladrones de verduras eran buscados por todos y nos dieron una pequeña recompensa.- los chicos miraron a Xiao con la interrogante en sus rostros y ella tosió un poco ya que no les había contado del todo lo ocurrido.

-Me alegro mucho. Y espero que esas personas no te molesten más. Ellos son mis amigos. Enlai, Iroh y este de acá es Mu.

-Encantada, mi nombre es Feng Mei.

-¡Feng Mei! ¡Feng Mei!- la rasposa voz de un hombre se escuchó en el interior de la cabaña.

-Un momento…- les pidió a los chicos aunque desde donde estaban podían ver a la persona sentada en una cama, un hombre muy delgado y que parecía también muy enfermo.- Aquí estoy papá. ¿Tienes sed?

-Buenas tardes.- se acercó Xiao a la persona.

-¿Quiénes son ustedes?- preguntó el hombre desconfiado pero cansado.

-Papá, ella es la chica que me ayudó anoche. Y ellos son sus amigos y su mascota.- Mu resopló afuera muy ofendido al escuchar la palabra mascota.

-Ah, la que detuvo a los ladrones y ayudó a con la cerca.- habló arrastrando las palabras con una leve sonrisa.- Muchas gracias por habernos ayudado. Hubiésemos perdido una buena parte de la cosecha temprana de no haber intervenido.

-Para mí fue un placer. ¿Se encuentra bien?- preguntó ante su extrema delgadez, en cambio, Iroh intentaba fijarse en cada detalle de la cabaña para ver si encontraba algo sospechoso. Se notaba que vivían de forma muy humilde, aunque necesitaban arreglar un poco ya que había algunos papeles sueltos sobre una mesa.

-Papá ha estado muy enfermo estos días. Tuvo una infección pero los medicamentos son algo caros, no puedo comprarlos todos y no come del todo bien.

-Entiendo… creo que tengo la solución. Pero necesitaré de ayuda de unos buenos ojos.- dijo mirando a sus amigos y Enlai le dio un codazo a Iroh para que dejase de inspeccionar el lugar.

-En lo que sea podemos ayudar.

Momentos después todos estaban en el bosque cercano en busca de lo que Xiao necesitaba.

-¿Por qué no nos dijiste lo de anoche?- preguntó Iroh cuando estuvieron a una distancia más que prudentemente lejos de Enlai y Mei Feng.

-No lo vi como algo importante.

-Pudieron haberte reconocido, ¿sabes?

-Pero no fue así. Además, ¿no es lo que el Avatar se supone debe de hacer? ¿Ayudar a otros?

-Lo es, pero deberías pensar un poco en tu seguridad. No todos son de confianza, debes permanecer alerta ante todo. ¿Y qué se supone que estamos buscando?

-Una flor de pétalos rojizos rosados con raya blanca. Se llama Arbusto Dragón Blanco. Produce un té delicioso que puede ayudar a una persona enferma a curarse de una infección y otorga los nutrientes necesarios para tener energía hasta por tres días.

-Te gusta mucho el té, ¿no es verdad?

-Adoro el té y el café. Aunque mi abuelo dice que el café no es rival para el té, y tiene razón. El café es rico, pero el té proporciona vitaminas y nutrientes a las personas para ayudarlas a tener una buena y larga vida.

-Mi abuelo es muy típico del té.- confesó Iroh.- A mí y a mamá nunca nos ha gustado.

-Qué mal. Habiendo tantos tés deliciosos. Si mi abuelo te escuchara de seguro que se sentiría ofendido.

-Hablas de tu abuelo como si todavía siguiera aquí. ¿Es que sigue vivo?

-Puede ser. ¿Qué es lo que se podría considerar vivo?- dijo no queriendo decir más para disgusto de Iroh.

-¡Lo encontré!- gritó Enlai detrás de ellos al revisar un arbusto. Xiao sonrió ampliamente esperando ver la tan ansiada flor que Enlai puso en su cara, una flor blanca con franja roja en el interior que la hizo ahogar un grito en la garganta.

-¡Suelta eso!- la tiró al suelo por completo espantada.

-¿Qué? ¿No es esa la flor?

-No, esa cosa es un Arbusto Jade Blanco. A diferencia del Dragón Blanco, esta planta es venenosa. Te pueden salir dolorosas ronchas en todo el cuerpo e ingerido en grandes cantidades puede incluso cerrar tu garganta y matarte.- expresó llevando sus manos a su garganta y casi poniendo los ojos en blanco de forma teatral.- Muchos inexpertos del té han sufrido tal destino por su ignorancia.

Enlai tuvo la necesidad de pasar sus manos por su ropa, en caso de que algo de ese veneno quedara en sus manos. Iroh la tomó del suelo un tanto interesado, le parecía una flor demasiado corriente.

Mu comenzó a hacer ruidos entre unos arbustos y cuando asomaron vieron una flor idéntica pero los colores estaban invertidos, pétalos rojizos con una línea blanca.

-¿Es esa?- preguntó Feng Mei.

-Lo es. Con una buena taza de té de esta planta tu padre ahora se pondrá mejor.

-¡Gracias! ¡Muchas gracias! Eres como un milagro que vino para nosotros.- dijo haciendo sonrojar a Xiao de la pena.

Enlai y Iroh notaron la forma en la que la chica veía a su amiga y aunque a Enlai le hacía gracia a Iroh no tanto.

Al regresar a la cabaña, Iroh sintió que algo había cambiado pero no sabía exactamente qué era. Xiao se encargó de hacer el té con la flor y el padre de Feng Mei parecía un poco mejor con cada sorbo que daba. Feng Mei abrazó a Xiao y le preguntó más sobre el té. Iroh decidió esperar afuera y Enlai al notarlo salió detrás de él.

-¿Ocurre algo?

-Deberíamos irnos ya. No confío en estas personas.

-¿Por qué? Xiao está pasando un buen rato y esa chica dijo que iba a darnos a comer una sandía como merienda.

-Algo nos están ocultando, puedo jurarlo.- Enlai le miró suspicaz.

-¿No será que te estás tomando esto de forma un tanto extrema?

-¿Qué quieres decir?

-Mira, sé que te enviaron a protegerla y a cuidarla en su viaje ante todo lo que está pasando. Pero desconfías demasiado de las personas y siempre estás a la defensiva.

-¡No estoy a la defensiva! Simplemente hago mi labor.

-Xiao no es una labor, al contrario. Es una persona que hasta donde yo sé, ha pasado por muchas cosas y se guarda otras tantas. Es el Avatar, pero no por eso es distinta a cualquier otra persona y se nota que quiere tener al menos una amiga sin preocuparse de quién es o qué se supone debe ser.- a pesar de sus palabras Iroh mantuvo su postura firme y ceño fruncido, Enlai le dio una palmada en el hombro.- Tienes que relajarte, ¿vale?

Se alejó un poco de él, aunque Iroh sentía que su instinto no le mentía. Algo no estaba bien.

-¡Chicos!- llamó Xiao desde la puerta.- ¿Gustan algo de té y bocadillos?

Los cuatro jóvenes comían sandía cortada y bebían el delicioso té. Enlai que no era muy adepto al té sonrió tras llevar media taza.

-Lo admito, tiene buen sabor y me siento muy bien.- dijo Enlai relajándose.

-Espero que les guste la sandía, escogí la mejor y más dulce a mi parecer.- presumió Feng Mei con una sonrisa.

-Es deliciosa.- dijo Xiao tomando otra rebanada. Aunque el único que no había comido era Iroh que apenas y había dado unos sorbos al té a regañadientes.

La suave brisa acarició las trenzas de Xiao y esta aspiró el aire de campo y lo dejó ir sintiéndose en completa calma al estar allí tomando el té y comiendo sandía con sus amigos.

-Debo decir que esto es vida.- suspiró Enlai con gusto ante aquella tranquilidad.

-Seh, hace tiempo no teníamos días así.- dijo Xiao con una leve sonrisa.

-¿Y a dónde se dirigen?- preguntó Feng Mei.- Si les sirve saber, en el siguiente pueblo hay una estación de autobuses que puede ayudarles.

-Preferimos ir a pie.- señaló Xiao, ya que era obvio que la buscarían por distintos medios de transporte y tampoco quería que la gente la reconociera. Feng Mei les acercó a cada uno el plato de sandía, Xiao y Enlai tomaron una rebanada mas Iroh parecía el único que no había tomado su té ni comido sandía.

-¿Gustas un pedazo? Es muy dulce.

-No, gracias.- respondió con sequedad.

-Vamos, te aseguro que no te vas a arrepentir.

-Dije que no.- dijo con más firmeza haciendo que Feng Mei dejara de insistir. Esta vez Xiao le miró de forma desaprobatoria, pero Enlai supo manejar la situación.

-Tranquila. Lo que pasa es que ha estado algo mal desde esta mañana.- tomó el plato de sandía.- No te preocupes, normalmente no es tan gruñón.

-Oh, ya veo. No es bueno estar así, espero que su humor mejore.

-Pides milagros.- se burló Enlai.

Feng Mei se tranquilizó y volvió a sonreír al grupo, pero Iroh notó que Xiao ya no sonreía, sino que mantenía un leve ceño fruncido con la vista en su té. Mu bramó de repente en dirección al oriente y Xiao miró el cielo donde muy a lo lejos se veía una solitaria nube oscura.

-Tal parece que lloverá. Creo que ya debemos irnos.

-¿Eso? ¡Es una pequeña nubecita!- señaló Enlai.

-Créeme, esa pequeña nubecita es la primera señal de que se avecina una fuerte lluvia.

-¿Ya se deben ir? ¿Tan pronto?- dijo Feng Mei con tristeza.

-Me temo que sí. Mañana debemos partir, así que esto es el adiós.- dijo Xiao y Feng Mei bajó la cabeza decepcionada.

-Es triste decir adiós a nuevos amigos.- sonrió un tanto forzada.- Pero espero volver a verlos algún día.

-Verás que así será. Es una promesa.

Las dos chicas sonrieron y se despidieron. Tras emprender su camino de regreso a la posada, Iroh quiso decirle algo a Xiao pero ella caminó más rápido evitando su toque o siquiera querer escucharlo. Enlai se lo había advertido pero no hizo caso. Ahora era él quien tenía que disculparse en serio si quería todavía asegurar su lugar en el equipo.

Tal como se pronosticó una fuerte lluvia arribó al lugar, oscureciendo el antes claro cielo y llevándose la paz con fuertes relámpagos y truenos que parecían destrozarían el cielo. Xiao no parecía de humor mientras miraba por la ventana como caía la lluvia.

-Hey, Xiao, ¿quieres venir y escuchar sobre el partido de pelota? Van a jugar los Topos de Acero contra las Serpientes del Desierto.

-Claro, me parece buena idea.- estaba a punto de ir pero Iroh sabía que no podía dejar ir la oportunidad.

-Eh… Xiao, ¿podríamos hablar?- ella pareció invocar su paciencia.

-Enlai, te alcanzo luego, ¿vale?- él asintió y les dejó solos.- Te escucho.- pronunció seria. Iroh asintió con ceño fruncido.

-Sé que mi actitud te molesta, pero quiero que entiendas que mi comportamiento es así porque quiero protegerte.

-Iroh, sé que tus intenciones son buenas porque es tu misión. ¡Pero no necesito de una niñera!- espetó molesta.- Te portas como si todo el mundo fuera a venderme con el Loto Blanco, i-incluso con Enlai te portas así.

-Bueno, tu amigo no es una blanca paloma si me lo preguntas.

-Y tú tampoco.- señaló para desconcierto de este.- No necesito que alejes a la gente de mí sino todo lo contrario.- juntó sus manos y las puso sobre su rostro.- Ya tengo suficiente miedo como para que tú alimentes mi paranoia con tus constantes sospechas. Y… sin ánimo de ofender pero apenas y te conozco. Sólo estás aquí porque tu abuelo fue aliado de mi antecesor, así que no intentes manejar mi vida a tus expectativas porque no te lo permitiré ¡y mucho menos…!- respiró profundo antes de pronunciar lo siguiente.- Trates de hacer algo a mis espaldas, porque primero te vas antes de que eso pase.

Un trueno sonó muy cerca de ellos pero que para el maestro fuego sonó como si este hubiese hecho una división entre ellos. La expresión de Iroh se suavizó. Ella tenía miedo, temía al Loto Blanco, a quienes querían su cabeza, y de ser descubierta como la Avatar verdadera. Ella quería ver que había algo más en el mundo que los peligros que acechaban por ser quien era, no era que fuese ingenua, sino que quería creer en la buena voluntad de la gente y él no hacía más que alejarla del mundo ante el miedo de los peligros que acechan.

-Xiao, yo…

-No importa.- le cortó deseando que dejase de lado el tema.- Voy abajo a escuchar el partido. Si quieres venir…

-No, creo que me quedaré aquí a descansar.

-Bien, te veo en la cena.

Sin decir más ella salió del cuarto. Iroh bajó los ojos y suspiró decepcionado de sí mismo. Sentía que había fracasado en su misión por completo, su deber era ayudarla y protegerla, no aumentar sus dudas y sus miedos. Fue a cerrar la puerta que Xiao dejó abierta y le pareció ver a su lado por el rabillo del ojo que la puerta de al lado se movió, como si alguien estuviese a punto de salir pero se arrepintiese o… como si le estuviesen espiando. ¿O acaso fue su imaginación? Tal vez Xiao tenía razón, estaba viendo cosas donde no debía verlas.

Abajo, Xiao escuchaba en la radio el partido junto con Enlai y los pocos huéspedes que había en la posda. Adoraba el deporte, el futbol elemental era su favorito, es decir, escuchar a maestros pelear por meter una pelota en un aro era divertido y siempre había querido jugar un partido aunque en su caso parecería un juego demasiado injusto. De repente, la mujer de recepción se acercó a ella.

-Disculpe señorita, ¿es usted Xiao?

-Soy yo.

-Le llama por teléfono una señorita de nombre Feng Mei.

-Oh, ya voy.

A Enlai le pareció raro que la chica hablara cuando no hacía más que unas pocas horas habían dejado la granja de sandías. Enlai dejó de concentrarse en el juego y miró a Xiao que tomó el auricular y tras unos segundos ella asintió y sonrió. Tras colgar se acercó a él.

-Adivina, Feng Mei dijo que tenía un dulce de sandía que quiere regalarnos antes de irnos.

-¿Te pidió que fueras ahora?

-Bueno, nos vamos mañana a primera hora del amanecer. Creo que es normal.

-Deberías esperar a que la lluvia pase.

-Está bien, Mu y yo podemos ir y venir. No nos tomará ni media hora.

-¿Quieres que te acompañe?

-No es necesario. Como dije, voy con Mu y no tardaré. Llegaré antes de que comience el segundo tiempo y… necesito que me digas los detalles cuando regrese.- expresó con seriedad.

-Vale, si vas con tu loco ciervo creo que puedo estar tranquilo.

-Gracias~

Con una gran sonrisa, Xiao arregló su capa y salió pero Enlai no estaba del todo tranquilo, tenía un extraño presentimiento. Miró el reloj que estaba en la pared, si no regresaba para el final del primer tiempo él mismo la iría a buscar aunque se la encontrase a medio camino en medio de ese aguacero. De repente los segundos le parecieron eternos.

Tal como prometió, Xiao llegó con Mu que no parecía contento de salir bajo la lluvia, tocó a la puerta y el padre de Feng Mei abrió, se veía mucho mejor que esa mañana.

-Bienvenida, te estábamos esperando.

-Vaya, tal parece que el té ya ha obrado maravillas.- dijo al ver al hombre de pie y con mejor semblante, aunque claro, todavía se veía demacrado.

-¡Xiao!- Feng Mei le estaba esperando con una tetera en mano.- Llegas justo a tiempo, íbamos a tomar algo de té y dulces.

-Gracias, pero no puedo quedarme por mucho tiempo.

-Lo entiendo, pero ¿por qué no tomas un poco de té y comes un dulce? Quiero que me des tu opinión.

-Acepto con gusto, pero debo irme porque Mu me está esperando afuera y se pone de malas cuando sus flores se mojan demasiado.- bebió el té, le parecía un tanto amargo, pensando que quizás porque Feng Mei dejó las hojas por mucho tiempo en el fuego. Luego tomó un cubo de dulce de sandía, que le resultó demasiado empalagoso., pero comparándolo con el té estaba mejor.

-Voy a poner bajo el techo del cobertizo a tu ciervo flor, termina el té mientras tanto.- se ofreció el padre de Feng Mei y Xiao asintió incapaz de responder ante el chicloso dulce de sandía. Tras comer un par de cubos más que le ayudaron a tomar el té, decidió que era tiempo de marcharse.

-Estuvo bueno, el té es algo fuerte pero lo equilibraste con los dulces. Ya debo irme.

-Es una lástima que ya te marches.- lamentó Feng Mei.- ¿Por qué no te quedas un poco más?

-Lo siento, pero prometí regresar pronto. Te prometí que nos volveríamos a ver, así que no te preocupes.

-Quizás…- expresó con decepción.

-Ya verás que sí, bien, me debo de ir.- en ese momento el padre de Feng Mei abrió la puerta y se quedó en el umbral de esta.

-No creo que sea prudente que te marches ahora, La lluvia ha arreciado.

-No hay problema, no voy lejos. Fue un placer haberles conocido, yo…

-Insisto.- dijo el hombre poniendo su mano sobre su hombro, poniendo incluso un poco de fuerza.- Deberías quedarte. Mi hija se pondría muy feliz.

Fue en ese momento que sintió que algo no estaba bien.

-Amm, ¿Mu?- llamó a su ciervo, este al menos tenía que responderle pero no hubo respuesta.

-Tranquila, está aquí al lado en el cobertizo.

-¿Mu?- volvió a llamarlo, pero nada. Retrocedió y miró a padre e hija un tanto incrédula y temerosa.- ¿Qué le hizo a mi amigo?

-Tu mascota está bien. No le haría daño, a menos claro, si cooperas.- esas palabras enfurecieron a Xiao que hizo apareció en su mano una flama que casi la cubrió por completo.

-Dígame qué le hizo a Mu o sino…- de repente sintió una opresión en su pecho, como si una enorme piedra la aplastase al tiempo que un cuchillo se clavase, era muy doloroso; su visión comenzó a distorsionarse, sintió un sabor ácido en su boca y calambres en todas sus articulaciones. Dolía demasiado, pero no podía gritar porque hasta su mandíbula quedó tensa. Al poco cayó a un lado incapaz de atacar o hacer algo pero todavía consciente de lo que ocurría.

Feng Mei y su padre se acercaron con sonrisas maliciosas.

-Lo siento mucho Xiao, me caes bien. Pero ofrecen una gran recompensa por ti y no pienso desaprovecharla.- dijo la chica con una sonrisa perversa.

Padre e hija la pusieron dentro de un baúl sin demasiada delicadeza y cerraron la tapa dejando a la Avatar en completa oscuridad y en su dolor.

Mu había sido llevado hasta unos árboles lejanos, el ciervo flor al principio se había mostrado manso, pero al notar las intenciones del hombre este comenzó a rebelarse pero este se las arregló para atarlo a un árbol mas Mu no iba a rendirse, mucho menos con alguien que le llamaba mascota. Así que rompiendo con sus dientes la rienda huyó en dirección a la posada para advertir a los otros de lo que sucedía.

Enlai ya se había se había puesto su capa para marcharse, ni siquiera había terminado el primer tiempo, pero sentía que había tardado demasiado y no quería seguir esperando. Subió las escaleras y entró a la habitación.

-Hey.- llamó a Iroh que miraba el techo del cuarto sumido en sus pensamientos.- Necesito que me acompañes.

-¿Qué ocurre? ¿Y Xiao?

-Recibió una llamada de Feng Mei diciéndole que quería regalarle unos dulces antes de que partiéramos.

-¿Hace cuánto?

-Veinte minutos, le tomaría al menos diez o quince en ir y venir, pero con Mu tardaría menos y debió haber llegado ya.

Iroh escuchó todas las alarmas de su cabeza sonar a la vez. No fue su imaginación entonces y fue que lo recordó, en la cabaña al principio había un montón de papeles sobre la mesa y cuando regresaron ya no estaban, hizo memoria y se enfocó exactamente en ese punto, fue que notó lo que no pudo en su momento: en uno de los papeles que sobresalía había un papel que tenía un dibujo y que estaba por debajo de los demás, pero a pesar de apenas notarse se dio cuenta que era uno de los afiches de Xiao…

Escucharon un ruido en la habitación de al lado.

-Cierra la puerta, ven.- Enlai obedeció, escuchando claramente la puerta de al lado abrirse y varios pasos ir hacia ellos.

En poco la puerta fue derribada y dos soldados del Loto Blanco revisaron la habitación sin rastro alguno de estos.

-Comandante, no hay rastro.- dijo un soldado al hombre que entró a la habitación.

-No importa. Nuestro Capitán ya debe estar por allá, listo para atrapar al Avatar.- el sonido de arrastre sobre el techo hizo que este volteara hacia arriba y atacó por instinto con una bola de fuego a los chicos que estaban escondidos a lo alto, pero Iroh le repelió con una patada que golpeó su rostro. Enlai usó el suelo de roca y azulejos para empujar al par de soldados en cada esquina antes de darles tiempo de reaccionar. Iroh sacó una de sus espadas y la puso sobre el cuello del comandante.

-Si aprecias tu insignificante vida dime a dónde fue tu superior.

-N-No diré nada.

-Espera…- Enlai le detuvo al notar un pedazo de papel sobresalir del bolsillo de la chaqueta del hombre y al tomarlo vio que se trataba de un afiche de Xiao, más este ofrecía una recompensa por su captura o información.- Ustedes mal nacidos… ¡¿acaso se creen que es una clase de criminal para ofrecer dinero por ella?!- Enlai iba a golpearlo pero Iroh le detuvo.

-Alto, no vale la pena.- retiró su espada, pero sólo para golpearlo con el mango de esta y dejarlo fuera de combate.- No tenemos tiempo que perder.

Cuando escucharon el bramido de Mu abajo los dos salieron por la ventana y sin perder tiempo subieron sobre Mu que corrió con todas sus fuerzas de regreso a la cabaña, esperando que no fuese demasiado tarde.

Xiao respiraba con dificultad. Quizás fuese por el veneno que comió o bebió, o tal vez fuese por estar encerrada en ese baúl, sentía que perdería la consciencia en un momento si no abrían la tapa. Pero podía escuchar el sonido del agua caer y las sofocadas voces del padre y la hija.

-Fue demasiado fácil. Hasta me da algo de pena.- se burló Feng Mei.

-Me alegra mucho que reconocieras a la Avatar, cariño. Ahora tendremos una vida sin preocupaciones y dejaremos atrás este lugar.

-Eso lo que más espero. Ir a la ciudad, vestir ropas caras, ir a fiestas, incluso ir a una escuela privada. No puedo esperar. Y tú papá, podrás iniciar tu propio negocio y no preocuparnos jamás por el dinero. Incluso puedes ir al hospital para seguirte tratando.

-Es cierto, aunque ese té que me dio obró maravillas. Ya nos imagino vivir en la gran ciudad.

-Todavía no decido dónde me gustaría más, Ciudad Capital, Ciudad República o Ciudad Central.- escucharon un ruido provenir del baúl que estaba junto a la ventana, se volvieron pensando por un segundo que la tapa se había abierto pero no parecía que hubiese sido así. Feng Mei lo pateó con coraje por el susto.- ¡Quédate quieta!

Escucharon pasos afuera, abrieron la puerta y pocos metros estaban el capitán del Loto Blanco junto con un grupo de seis hombres que iban cubiertos de pies a cabeza en trajes negros y cuyos ojos estaban cubiertos por googles. Tal parecía que la lluvia no les afectaba a pesar de los regueros de agua que caían a sus hombros.

-¿Ustedes fueron quienes llamaron por tener al Avatar?

-Sí, señor. Fuimos nosotros, nosotros capturamos a la Avatar.- dijo orgulloso el padre de Feng Mei.- Está justo aquí, pase.

-Está justo allí.- señaló Feng Mei el baúl.- Puede comprobarlo.- el hombre ni siquiera se inmuto.

-Ya veo…

-¿Tiene la recompensa?- preguntó el hombre y el general ni siquiera se molestó en mirarlo.

-Primero quiero ver si es a quien buscamos.

-Por supuesto, claro.- dijo el padre de Feng Mei.- Verá que no nos hemos equivocado.

Un par de sus hombres tomaran el baúl y lo pusieron en medio de la habitación. Con un simple movimiento de su cabeza dio permiso a que lo abrieran y el resto de los soldados se pusieron en guardia ante cualquier posible ataque o sorpresa de la Avatar. El capitán comenzó a mover la comisura de sus labios ante la anticipación de al fin poder tener a la Avatar en sus manos después de aquel ataque frustrado, pero aquella sonrisa que comenzaba a formarse en sus labios desapareció al ver el baúl vacío.

-¿Esto es una clase de broma?- espetó con sequedad.

Padre e hija palidecieron cuando vieron que el baúl estaba por completo vacío.

-N-No es posible…- tartamudeó la joven.- La drogamos y estaba allí, e-e-es imposible que siquiera se haya movido.

-Por favor, debe creernos. ¡La teníamos allí!

-Pues si es el caso tal parece que escapó. Ni siquiera se molestaron en cerrar el baúl.

-¡Porque estaba paralizada!- gritó Feng Mei en su cara y el general la abofeteó por su falta de respeto, haciendo que ella cayera al suelo. Su padre la tomó de los hombros.

-Pues no hay nada allí. Nos vamos.- se dio la media vuelta.

A pocos metros y alejándose de la cabaña, Iroh y Enlai tenían a Xiao que estaba todavía encogida por el dolor. Llegaron sobre una elevación donde podían ver la cabaña y Iroh instó a detenerse y ocultarse entre los árboles y arbustos espesos.

-¡Espere!- gritó Feng Mei a quien vieron salir de la cabaña.- ¿Qué hay de la recompensa?

-Oh, ¿no sabían?- se burló el general.- Se retiró el precio de la recompensa.- dijo observando al par cuyos sueños fueron destrozados por completo.- Pero bien podría darles una recompensa igualmente. Ya que nos hicieron perder el tiempo y venir hasta aquí. Chasqueó los dedos y un par de soldados se adelantaron y se colocaron en posición de ataque.

-No… ¡por favor no!- gritó el padre y Feng Mei retrocedió horrorizada.

-¡Por favor! ¡No es nuestra culpa! ¡Es culpa de la Avatar!- chilló Feng Mei que fue pateada al interior de la cabaña siendo abrazada por su padre. Y abrazados, los soldados lanzaron sus llamas contra ellos.

El grupo Avatar observó con horror la escena, escuchando sus gritos hasta que la cabaña fue envuelta por completo en llamas y los soldados se alejaron de allí, Xiao, al estar paralizada no pudo desviar su mirada tal y como los chicos lo hicieron en algún punto, viendo el lugar arder como una hoguera y sin más gritos en su interior, las lágrimas brotaron de sus ojos.

El general y los soldados revisaron alrededor, pero no encontraron a nadie y cualquier huella estaba oculta por la lluvia.

-Regresemos a la base para informar lo sucedido.

Los soldados regresaron por el camino, aunque por un segundo el general se detuvo y miró en dirección hacia donde el grupo había estado segundos antes. Chasqueó los dientes.

-Estúpida lluvia.- de no ser por la lluvia podría fácilmente localizarlos con geo localización, pero esta vez no era el caso.

Cuando al fin estuvieron a salvo, Iroh revisó a Xiao y notó el estado grave en el que estaba, no pudiendo articular bien sus extremidades endurecidas. Notó el dulce pegado a sus dientes y supo que lo que fuera con la que le habían envenenado fue ingerido.

-Abre su boca, voy a provocarle el vómito.

Enlai hizo caso, su mandíbula estaba demasiado tensa por el veneno pero logró abrirla y Iroh metió sus dedos hasta su garganta. Xiao comenzó a vomitar y poco a poco y a pesar del dolor, ya podía moverse. Miró a sus compañeros y a Mu que le miraban preocupados pero ella no podía decir nada, sino que lágrimas cayeron de su rostro y comenzó a llorar por completo dolida.

-Ya pasó, ya pasó, tranquila. Vas a estar bien- intentó consolarle Enlai pero ella no lloraba por el envenenamiento, sino que lloraba por la traición, que había terminado por romper algo dentro de ella y cuyos pedazos se habían clavado en su alma. Iroh que vio su dolor, apretó los puños y colocó su mano en su espalda dejando que se desahogara hasta cansarse.

La lluvia se disipó como si nunca hubiese pasado mostrando el cielo azul. El grupo decidió seguir su camino mientras que Xiao cabalgaba a Mu con la mirada perdida. Enlai quiso decir algo pero no sabía qué decir, por lo que sólo se quedó a su lado.

Iroh tampoco se atrevía a decir nada pero sabía que algo debía de decir.

-Xiao… no fue tu culpa.

-Ya… tenías razón. No debo confiar tan fácil en las personas.- soltó una breve risa amarga.- Ya sabía los riesgos, siempre he vivido con ellos. Está bien, ya estoy acostumbrada.- soltó para sorpresa de Iroh que sintió esta vez una molestia en su pecho.

-No. Yo soy quien estuvo mal.- confesó.- Y no tiene nada de malo en confiar en la gente, eso te ayuda a saber quienes son tus verdaderos aliados.

-O amigos.- agregó Enlai, cosa que Iroh agradeció. Pero sus palabras parecieron no surtir efecto en Xiao.

-Estoy… muy cansada.

-Nos detendremos cuando crucemos la montaña, ¿vale?- comentó Enlai preocupado, ella asintió y siguieron su camino. Iroh apretó los puños furioso, no con el Loto Blanco, sino consigo mismo, porque él también la había lastimado gravemente y no sabía cómo repercutiría en ella… nunca se perdonaría haberle fallado.

Y… espero que les haya gustado! Gracias por leer. Dejen review, nada de tomatazos, acepto bebidas de temporada y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!