Hola a todos! Lo sé, he tardado demasiado pero no es mi culpa. Debido a un factor externo que necesitaba de toda mi atención estaba con las manos llenas, imposibilitada de publicar. En realidad, sigo teniendo las manos llenas pero quería publicar! Así que sin más qué decir… COMENZAMOS!
Advertencia: Se viene bomba!
…
Capítulo 28.
Cumpleaños.
…
En su regreso al reino tierra se dieron cuenta del cambio de estación. El verano había quedado atrás y el otoño se asentaba en cada rincón en que las hojas mudaron del hermoso verde a los coloridos rojos, naranjas y amarillos. Después de mucho habían decidido tomarse unos días y en un campamento en medio de un claro un cuchillo cortaba a gran velocidad los ingredientes que volaban hacia la olla. La joven avatar usaba su delantal para no ensuciar su nueva ropa y como todos los demás ya usaba una chaqueta ligera pero confortable teniendo recogidas las mangas.
—¡El estofado ya casi está listo! —les dijo con una sonrisa para que se acercaran al fuego.
—¡Genial! Me muero de hambre —Enlai que había estado haciendo ejercicio se levantó del suelo con algunas hojas pegadas a su chaqueta verde, a lo que Amarillys le sacudió un poco.
—Es la perfecta época para comer estofado —dijo la joven princesa—. Xiaoooo~ adoro tu comida. No puedo vivir sin ella ahora.
—Gracias, aunque seguro que en tu palacio seguro te servían toda clase de platillos finos.
—Pero no es lo mismo —confesó—. Tu comida tiene un algo especial. Tú me entiendes, ¿verdad, Iroh?
—Los cocineros reales se preocupan más por la estética y los ingredientes finos —admitió para sí—. Tu comida en cambio, a pesar de su simpleza, deja una sensación cálida y el sabor es inigualable —admitió con un leve sonrojo y Enlai notó eso e interrumpió.
—Y siempre te preocupas no sólo por el sabor sino también de los nutrientes para que sea buena para nosotros. Y también sentimos el amor que pones en ello —declaró con pasión teatral que a Xiao conmovió.
—Awww —la ceja de Iroh tembló ante un tic nervioso.
La olla se vació y gracias a que Amarillys se ofreció a lavar todo, Xiao tomó su bolso.
—Iré a comprar los ingredientes para la cena de hoy y mañana. Tengo ganas de algo especial.
—¡Te acompaño! —se ofreció Enlai de inmediato dejándole a Iroh que ayudara a Amarillys.
—Gracias, Enlai. No tardamos —se despidió de sus amigos y Iroh gruño a lo bajo.
Caminaron por un sendero empinado y a lo lejos vieron el humilde pueblo que estaba a un par de kilómetros. Xiao aspiró el aire del otoño con fuerza.
—Adoro esta época del año, me encanta ver cómo cambia tanto la naturaleza.
—Yo prefiero el verano. No me gusta usar tanta ropa —la joven rio a lo bajo y Enlai la miró unos momentos antes de hablar—. Oye… quería saber si estabas bien. Lo que pasó en el reino norte fue de locos, en todos los sentidos. Pero no has dicho mucho desde que llegamos.
—Estoy bien, Enlai —dijo con una suave sonrisa—. Estoy feliz de conocer mis orígenes y la historia de mis padres aunque al mismo tiempo me siento triste por cómo pasaron las cosas —miró por encima de sus cabezas las hojas de los árboles—. Y también estoy molesta. Me preguntaba el cómo hubiesen sido las cosas si la maestra Katara no hubiese intervenido… pero enfocarme en cómo hubiesen sido las cosas sería inútil y cansado. Y está bien sentirme así, es normal.
—¿La has perdonado?
—Perdoné al líder Sitka. A esa mujer, no. Creo que jamás lo haré y ahora mismo ha de estar castigándose a sí misma tal como lo ha hecho desde que falleció Aang, recordando una y otra vez los errores del pasado. ¿No es mejor vivir el presente para enfocarse en el futuro? —le sonrió y él le devolvió la sonrisa. Xiao estiró los brazos al cielo, estirándose ante el agradable clima—. Tengo ganas de costilla con patatas guisadas, espero que tengan patatas. ¡Amo las patatas! ¡Será la comida de mañana!
—Seguro que tienen, aunque a mí me hubiese gustado más que este lugar tuviese un lugar donde pudiésemos pasar la noche —ella tarareó una pequeña melodía y él pensó que era adorable—. En serio, pareces muy feliz.
—Claro que sí. Porque mañana es mi cumpleaños.
Enlai se detuvo en seco.
—¿Tu… qué? —preguntó.
—Mi cumpleaños. Cumplo 16 —Enlai sintió que se le atoraba el aire en el pecho y boqueó un par de veces.
—¿C-Cómo…?
—Oh. Bueno, cuando mamá Maiki me encontró era primavera pero encontró grabado en mis pañales mi fecha de nacimiento, aunque no mi nombre.
—Ya… veo. ¿Y cómo celebras tu cumpleaños?
—Siempre celebrábamos con una comida especial y mis padrinos, madrinas y amigos del bosque venían a verme y a felicitarme.
—¿Hablas de los espíritus?
—Exacto.
—Genial. Bueno… podríamos hacerte algo especial. ¿De qué te gustaría tu pastel?
—¿Pastel?
—Sí, ya sabes. ¿Qué te gusta? El pastel de fresas, chocolate, vainilla… o quizás matcha, seguro que ese te ha de gustar un montón.
—Yo… no lo sé —admitió después de pensarlo—. Nunca he tenido un pastel de cumpleaños, en realidad, nunca he comido un pastel ya que son muy caros.
Fue como si le hubiesen lanzado un rayo. Enlai incluso tuvo la necesidad de sacudir su cabeza para volver a hacer funcionar su cerebro. Intentó a hacer memoria de todo los postres que la había visto comer en su viaje: bollos rellenos de mermeladas, helados, jugos, waffles, panes de frijol, tarta, más fruta… ¡Los pasteles del Templo Aire! Abrió la boca pero después la cerró, en e día del festival ella fue encerrada en una torre y no pudo comerlos.
—Mmm, huelo a batatas cocinadas desde aquí. Vamos Enlai —le tomó del brazo para apurar el paso.
—S-Sí… —se dejó llevar por la joven mientras intentaba procesar la idea de que ella nunca había comido un pastel de cumpleaños.
…
Tras terminar de lavar los platos se dispusieron a secarlos para poder envolverlos y guardarlos. Iroh seguía molesto por haber perdido contra Enlai y Amarillys le pasaba las ollas que en sus manos se secaban más rápido, fue que la joven notó algo y aguantó la risa.
—Iroh, mira —señaló a Mu, que desde la mañana iba y venía con pequeñas flores que estaba acomodando en un montón—. ¿No es adorable? ¿Lo estará haciendo para Xiao?
—Eso o va a comer una curiosa ensalada hoy —dijo apenas dándole un vistazo, parecía de repente pensativo y Amarillys le jaló la chaqueta.
—¿Todo bien? —él dejó salir un fuerte suspiro.
—No. No todo está bien —dejó a un lado la olla—. Vamos a pasar por otra de las grandes ciudades para después ir al reino fuego, mi hogar. Y tengo mucho que hacer llegando allí, como hablar con mi abuelo sobre el cercenado de control. Si él sabía las consecuencias de este… lo que pasó con esos maestros del sur… no será una charla linda.
—Apenas y me creo que lo hayan encubierto, y cuántos pudieron haber estado involucrados… Iroh, te apoyo. Pase lo que pase, ten doy mi palabra que tendrás el apoyo de mi ciudad y de mi gente —él asintió agradeciendo su ayuda, aunque también tenía otros pendientes con su familia y no sabía cómo irían las cosas.
—Ya llegamos~ —anunció Xiao subiendo la vereda.
—Vaya, llegaron más pronto de lo esperado —les recibió Amarillys para ayudar a Xiao con una bolsa.
—Encontramos todo rápido y Enlai quería regresar lo más pronto posible.
—¿En serio? —Iroh arqueó la ceja mirando de reojo a su compañero.
—Bueno, iré a estudiar los escritos de mamá. Hoy es un buen día para relajarnos.
—Suerte con eso —le despidió Amarillys y ya a solas Iroh se volvió a Enlai.
—¿Por qué…?
—¡Mañana es cumpleaños de Xiao! —confesó Enlai tras tenérselo guardado todo el trayecto—. Y me dijo que nunca en su vida ha tenido un pastel de cumpleaños —aquello fue un shock para el dúo real que no se esperaban eso.
—¡¿Jamás?! —chilló Amarillys después de procesar todo.
—¡Jamás! Me dijo que sus cumpleaños sólo hacen una cena especial y es acompañada por los espíritus. Además que un pastel es caro.
—Bueno, hay familias muy tradicionales que celebran comiendo panes o pastelillos de luna —razonó Iroh.
—¡Pero es un pastel de cumpleaños! Díganme ustedes, ¿cómo fueron sus cumpleaños? Porque en los míos sí ha habido pastel —los tres rememoraron sus fiestas. Si bien con Iroh la celebración era sobria y más una reunión de elite, tenía un gran pastel que sus abuelos le mandaban a hacer. Amarillys muchas veces iba a por el pastel antes que los regalos dándole una gran mordida. Y Enlai siempre tenía una fiesta con sus amigos con los que se comía su pastel favorito.
Vale, un pastel podía ser caro pero… fue que se miraron entre sí recordando sus estatus.
Enlai — Heredero.
Amarillys —Princesa.
Iroh — Príncipe y primer general.
Los tres casi quisieron llorar imaginándose a Xiao como una pobre chica con nada más que bollos en sus cumpleaños y parches en su ropa.
—¿Pero por qué? —Amarillys limpió primero sus lágrimas—. Vale, no ha tenido nunca una fiesta como nosotros pero al menos alguien debió haberla invitado a alguna, ¿no? —Enlai tuvo un horrible recuerdo de lo sucedido cuando sus "amigos" le hicieron esa broma vandalizando su casa.
—No… la verdad, si lo pienso, ella no tenía amigos donde vivíamos. Se la vivía con su abuela en su pequeño restaurante y como no se relacionaba con nadie más por eso nunca la invitaban a las fiestas. Muchos decían que era rara —al escuchar esas palabras Amarillys se le subió a la espalda y comenzó a pegarle y jalarle el pelo.
—¡¿Es que los de tu ciudad son idiotas?!
—¡Auch! ¡Auch! ¡Lo siento!
—Ama, déjalo —le pidió Iroh pensativo y la joven se detuvo—. Nosotros podemos hacerle una fiesta de cumpleaños. Sólo debemos buscar un lugar, conseguir algunos adornos y, lo más importante, un pastel. ¿Estamos listos para ello? —los dos asintieron y Iroh también—. Bien, vamos al pueblo ahora para buscar todo para mañana. Aprovechemos que ahora está ocupada.
Los tres estaban empeñados en darle a su amiga una fiesta que no olvidaría.
…
Xiao se había sentado a la orilla de un risco mientras que a sus pies el bosque se abría paso y cerca de ella un río corría por en medio. Era una vista preciosa que le ayudaba a relajarse mientras leía concentrada el estudio de su madre. Era sorprendente cuánto había profundizado en el tema y había dibujos bien elaborados sobre los canales del chi, cómo y a qué partes del cuerpo estaban conectados y el flujo que seguían. Debajo de los dibujos estaba la firma del artista: Haru. Su padre.
Una corona de pequeñas flores amarillas cayó sobre su cabeza y al voltearse vio a su abuelo, como siempre con esa forma amorfa que no dejaba verlo por completo.
—Feliz cumpleaños, pequeña flor de loto.
—¡Abuelo! —se levantó y le abrazó con fuerza.
—Pero mírate nada más. Cada vez que te veo te haces más y más grande. Ya eres toda una hermosa señorita.
—Gracias abuelo. Desde la última vez que hablamos han pasado… cosas. Muchas cosas.
—Y veo que has aprendido bien de cada una de tus experiencias y te has superado a ti misma.
—La verdad… si me pongo a pensar esto casi me parece irreal. Si me comparo a como era antes, temerosa e insegura, siento que ya no soy yo.
—Cariño, siempre has sido tú. Las personas cambian y en el viaje aprenden a sacar a relucir aquello que tienen guardado en su interior.
—¿Igual que el té de flor?
—¡Así mismo! —rio ante la referencia—. La flor florece con el agua caliente y muestra su belleza regalando con ello su delicado sabor —ella sonrió pero después suspiró.
—Espero poder encontrar las últimas respuestas… —miró con cierta tristeza la tesis de su madre—. Quisiera saber qué fue de ellos.
—Estoy seguro que lo averiguarás —le consoló su abuelo—. Y como mañana es tu cumpleaños te daré un regalo especial.
—¿Regalo? ¡Un regalo! ¿Qué es? ¿Qué es? ¿Qué es? —no pudo esconder la emoción en su voz y su abuelo se rio.
—Claro, pero tendrás que esperar hasta mañana, ¿de acuerdo? —ella asintió con ahínco—. Bien. Y por cierto, ¿cómo la llevas con los chicos que te gustan? —en un segundo el rostro de la joven se coloreó tanto como su cabello y hasta su coleta se tensó.
—A-Ah… pues… l-la verdad no ha pasado nada. ¡Somos amigos! No es como si alguno se me hubiese declarado y… ya sabes —rio de forma nerviosa y luego llevó sus manos a su rostro intentando esconder inútilmente su propio sonrojo.
—No te preocupes cariño. Seguro que tarde o temprano alguno de ellos abrirá sus ojos y dará el primer paso. La paciencia es fundamental… aunque ya si pasa el tiempo y ninguno se declara quizás debas tú dar el primer paso —ante esas palabras se imaginó los escenarios, ella declarándose a Enlai o Iroh, Iroh o Enlai. A la pobre le dio un mareo y su cabeza explotó en una nube de vapor que la hizo caer hacia atrás en el suelo—. Oh… seguir esperando en tu caso.
…
El trío llegó al pequeño pueblo y rápidamente Iroh tomó el mando.
—Muy bien, como acordamos. Amarillys tú conseguirás los adornos, Enlai el lugar y yo me encargaré de la comida y el pastel. ¿Estamos? —los dos asintieron y Iroh hizo la señal de separarse.
Amarillys buscó en la pequeña zona comercial y no tardó en ver unos bonitos adornos de listones, abanicos y lámparas de papel de colores con polvo brillante y carmesí.
—¡Qué hermoso!
—Muchas gracias, señorita. Estas lámparas son decoradas con el polvo que sacamos de las rocas de las cuevas de la zona. Son un atractivo turístico.
—Esto es muy bonito. ¿Tiene más? Busco algo especial.
—Dígame qué necesita exactamente.
—Necesito varios adornos para una fiesta de cumpleaños. Algo azul de preferencia, ya que mi amiga es de la tribu agua y con este mismo polvo rojo, es del mismo color de su cabello —dijo tras los rasgos de su amiga.
—Mmm… tengo sólo hechos en amarillo, naranja y rojo por la temporada. Pero puedo hacer los adornos en azul. Tengo un papel especial de estampado, espere un poco —de una caja sacó un precioso papel azul con estampado de flores en tonos más suaves—. ¿Qué opina?
—¡Me encanta! ¿Los tendría listos para mañana?
—Claro. No le veo problema.
—Oh, gracias, gracias. Esta será la mejor fiesta de la vida —celebro dando de saltitos en su sitio.
…
Enlai entró a un local y el propietario apareció cargando unas cajas.
—¿En qué le puedo ayudar?
—Perdone, ¿es usted el propietario del local de la esquina? Una señora me dijo que preguntara por usted.
—Sí, es mío. ¿Acaso quieres comprarlo?
—Más bien rentarlo. Sólo lo quiero por un día pero puedo pagar bien —el hombre arqueó la ceja pero cuando Enlai le mostró el dinero sus ojos se abrieron grandes.
—Creo que podemos llegar a un acuerdo. Sin embargo, es mi deber decirte que el lugar no está en el mejor estado —le llevó hasta el local y apenas abrió la puerta Enlai vio infinidad de telarañas en el techo, polvo por doquier, paja, tablas y hasta un cubo con algo dentro que no quería saber qué era pero las moscas lo rodeaban por completo—. Es todo tuyo pero tendrás que limpiarlo. Si sólo lo quieres por un día es lo mejor que te puedo ofrecer.
Un ligero tic en sus labios apareció. Ya no le agradaba la idea pero, celebrar una fiesta al aire libre y con esos vientos y el constante riesgo de una lluvia de otoño…
—Vale, tenemos un trato —le iba a costar, pero había hecho cosas peores antes y eso no era nada.
…
A diferencia de sus amigos, Iroh no estaba teniendo suerte. No era que los locales no tuviesen lo necesario para cubrir la demanda, más bien era que apenas y preguntaba por un pastel, estos le decían que ellos no hacían eso y le ofrecían bollos en su lugar. Pero él no quería un bollo gigante, quería un pastel.
—Lo siento chico. Pero yo no hago pasteles, sólo pastelillos —suspiró ante la quinta negativa e hizo una reverencia a la anciana del puesto.
—Disculpe las molestias.
—Espera —la mujer le detuvo—. Conozco a alguien que hacía pasteles, un viejo cocinero que trabajaba en Ciudad Capital. Si vas unas calles arriba encontrarás un pequeño local de patatas dulces. Él seguro te ayudará.
—¿En serio? ¡Gracias! —le dio unas monedas a la mujer y fue a aquel local, no le fue difícil encontrarlo, era pequeño y al frente había un pequeño asador de leña donde un hombre viejo estaba dándole la vuelta a varias batatas—. Disculpe.
—Asada o al horno.
—¿Perdone?
—Tu batata. ¿La quieres asada o al horno?
—Oh. Bueno, en realidad vine por otra cosa. Alguien me dijo que usted fue un cocinero de Ciudad Capital y…
—¿Cocinero? —frunció el ceño y sus pinzas golpearon el asador sacando chispas—. Yo no era un vil cocinero, yo era un chef. Al menos hasta que me retiré. ¿Qué? ¿Vienes a burlarte de mí?
—¡No, no, no! Pero me gustaría contratar sus servicios. Verá, una amiga cumple años y…
—No me interesa —respondió cortante.
—¿Qué? Pero yo…
—Chico, sea lo que sea, no me interesa. Hace años que no cocino pero no pienso rebajarme a una celebración de cumpleaños. Y si no me vas a comprar mejor lárgate —para sorpresa de Iroh las llamas aumentaron y bajaron casi al instante, demostrando que no estaba hablando con cualquier persona, era un maestro fuego en toda regla.
—Por favor, es para una persona que es muy especial para mí. En serio quiero darle una fiesta de cumpleaños con un pastel.
—¿Una persona especial? —a pesar de su cara seria su voz denotaba una ligera mofa.
—Por favor, le pagaré lo que quiera, haré lo que quiera… claro, siempre que no lastime a alguien —el hombre frunció el ceño y tras unos momentos notó las espadas en la cintura de él.
—¿Eres hábil con las espadas?
—Sí, señor. Lo soy.
—Bueno… ven mañana antes del amanecer y te ayudaré con ello.
—¿En serio? ¿A cambio de qué?
—Je, esperaré para decirte hasta mañana. Pero eso sí, espero que seas tan hábil como dices —Iroh frunció el ceño determinado a cualquier misión que ese hombre le diese.
—Muy bien. Lo veré al amanecer, entonces.
—Bien, por cierto… —antes de darle tiempo le lanzó una bolsa con patatas dulces asadas—. Vas a tener que comprarme esas también —no le quedó más de otra que morderse la lengua y acceder al vil chantaje. Pero al menos había conseguido lo que quería.
…
Al día siguiente, el sol comenzó a asomar en el horizonte y Xiao se movió en su bolsa de dormir sintiéndose tan cómoda y abrigada que sólo se despertó cuando Mu le lamió la oreja.
—Oww, Mu… no hagas eso —masculló limpiando su oreja y se apoyó sobre sus antebrazos para tallarse los ojos y ponerse las gafas. Su cabello era un desastre de proporciones magistrales y se lo sujetó rápido antes de que alguien lo viera y… frente a ella había un bonito ramo de hojas y flores en las que el centro de flores amarillas tenía una forma de corazón—. Awww, Mu~ Es hermoso —lo tomó entre sus manos y juntó su cabeza con Mu que aceptó de buen agrado el mimo—. Gracias, amigo —se levantó y se estiró por completo—. Fiuu, todavía tengo en el estómago las batatas que Iroh trajo ayer. Pero qué… —fue que notó que todo el campamento estaba limpio aunque había una charola a su lado cubierta con una tela y al levantarla vio que era una batata cortada, un tazón de arroz con un huevo estrellado y más hecho de lo que debería, y una taza de té. Karue pilló a su lado y esta tenía una nota en su pico—. Gracias, Karue. Veamos. "Hoy descansa. Haremos algo especial para ti y regresaremos al atardecer. P.D.: Disfruta el desayuno y no comas nada hasta que regresemos al atardecer". Vale. No sé qué se proponen pero creo que podemos aprovechar el día libre, ¿no? —le preguntó a Mu que golpeó la tierra con sus pezuñas—. Es cierto, hace tiempo no tenemos un tiempo tú y yo solos —Karue pilló en protesta— Y con una pequeña compañía. Vamos a dar una vuelta apenas termine de desayunar —calentar la comida fue sencillo tras emanar calor de su mano, pero al probar el té lo escupió y se sintió más despierta de lo esperado—. Tan… ¡amargo!
…
Iroh había sido el primero en levantarse en irse. El dueño del local le pidió que recogiera varias batatas hasta llenar un costal y fue un trabajo relativamente fácil. Dejó caer el costal lleno hasta arriba.
—Listo, aquí están las patatas dulces que pidió.
—Mmm, bien, bien. Ponte un delantal y lávalas. Cuando termines lávate bien las manos para que comiences a cocinar —sus palabras hicieron que algo dentro de él chocase, quizás su razonamiento.
—¿Disculpe? No… ¿va a cocinar usted?
—Te dije que te ayudaría, no que yo cocinaría —Iroh quedó tan blanco como el papel.
—¡P-P-Pero si yo no sé cocinar!
—Entonces vas a aprender. ¿Qué? ¿No decías que era para alguien que te importa? Tómalo o déjalo, muchacho.
Iroh abrió la boca pero la cerró incapaz de refutar. No había nadie más que pudiese ayudarlo y tenía que tener todo listo para esa tarde por lo que no podía hacer nada más que apretar los dientes y hacer lo que le decía.
—Sólo le digo de antemano que nunca he cocinado nada en mi vida.
—Vamos a ver qué tan malo eres. Por ahora, anda. A lavar las batatas, rápido.
…
Enlai se había puesto manos a la obra cuando apenas llegó. Sacando toda la basura posible antes de poder limpiarlo.
—¿Qué era este lugar antes? ¿Un chiquero? —unas briznas de paja cayeron sobre de él y las apartó con su mano, sin embargo, sin querer pateó una vieja lata que estaba en el suelo y esta fue hacia una de las paredes dejando un hueco en esta. Ahogó un grito perdiendo todo color—. ¡¿Pero qué rayos?!
Un ave salió volando del resto de la paja y se elevó hasta el techo el cual se rompió con el aleteo de sus alas.
—¡¿Pero de qué está hecho este lugar? ¿Papel de arroz? —una brisa fresca entró por ambos agujeros y respiró profundo— Muy bien, puedo con esto. Puedo ser delicado en la limpieza y cubrir esos agujeros sin problema —al tiempo que decía eso el lugar emitió un sonido extraño que lo hizo sudar un poco—. Siempre y cuando no se caiga antes.
…
Amarillys se había tomado su tiempo para llegar al local. Comió dulces y té en un pequeño local sintiéndose feliz y con el estómago caliente para ese día tan fresco. El movimiento de las hojas fue casi hipnótico y tras unos momentos pagó lo suyo y fue al puesto de adorno.
—Hola, buenos días —saludó al mismo hombre que trabajaba en unos adornos.
—Oh, hola. Vienes por lo que pediste, ¿no es verdad?
—Así es. ¿Quedo todo listo?
—Ayer mismo lo terminé. Lámparas, flores, cintas y linternas, todo lo que pediste.
—Es perfecto. Muchas gracias —el hombre se dio la vuelta para buscar su pedido, sin embargo, comenzó a revisar varias cajas y a tardar—. ¿Pasa algo?
—Yo… no puedo encontrarlos.
—¿Qué?
—Espere, seguro mi hijo olvidó empacarlos. ¡Hey! ¿Dónde pusiste los adornos que hice ayer? —el hijo, que cargaba un par de cajas, parecía todavía adormilado.
—¿Adornos? Pues allí están.
—No, busco unos de papel azul.
—Papel azul… ¡ah, sí! Los vendí cuando estabas buscando el papel detrás.
—¿Qué tú qué? —preguntó el hombre incrédulo.
—Sí, es que pasó Tezuka y al ver los adornos dijo que me los compraba todos ya que al fin va a proponerle matrimonio a Mimiko, ¿te lo puedes creer?
—Espere, ¿me está diciendo que vendió los adornos que pedí? —preguntó Amarillys indignada.
—¿Ah? ¿Fueron por pedido?
—¡Por supuesto que sí, cretino! —le gritó su padre—. Te dije que eran un pedido especial. ¡Por eso usé el papel azul! ¿Y tú se lo das al cretino de Tezuka que apenas puede decir dos palabras sin balbucear? Ya sabía que no debí hacerle caso a tu madre para que me ayudarás con el negocio.
—Pero si me pagó bien por estos. Mira… —le enseñó la bolsa con el dinero pero eso no hizo más que enfurecer a su padre, además, no se comparaba con lo que la chica pagó.
—¿Puede hacer más? —preguntó Amarillys alarmada—. Los necesito para esta tarde.
—Yo… no tengo más papel azul —admitió el artesano con vergüenza—. Y estos adornos ya están separados para enviar. Sólo me quedan los de muestra —señaló los pequeños adornos colgados.
—Eso, puedes llevarte los de muestra, niña —el hombre le dio un codazo a su hijo que le sacó el aire y lo dejó en el suelo.
—Lo siento mucho, te devolveré lo que pagaste por ellos.
—¿Dónde puedo encontrar a ese tal Tezuka? —le preguntó rápida—. Si puedo convencerle o decirle que fue un ¡error! —recalcó mirando al hijo del artesano con rencor—. Puedo recuperar los adornos y no tendría que regresarme lo que ya pagué.
—Pero si él ya pagó por… —el chico vaya que no aprendía pero su padre lo hizo callar con otro golpe que lo volvió a dejar sin aire—. Eh… creo que sí me contó dónde haría la propuesta —exhaló como pudo.
…
Jamás se había enfrentado a algo así en su vida. Era horrible, agotador y doloroso. ¿Cómo rayos hacía Xiao para que se viera tan fácil?
—Wow… chico, eres pésimo. Y vaya que he conocido a personas malas, pero tú te llevas el premio del asco de los ascos —declaró el chef que miraba la cocina que lucía como un campo de guerra y los platillos que lucían fatal y con un aroma extraño—. ¿Cómo es posible que aún con mi guía hicieses todo esto? No puedes ni cortar papas —señaló los trozos de papas y las manos de Iroh que tenía banditas—. Tampoco sabes batir —frente a él estaba el intento de pastel que parecía una masa extraña con grumos que tarde o temprano cobraría vida—. Y todavía te quedaste ciego con la salsa —señaló la gasa puesta en su ojo izquierdo, quien lo viera diría que era el vivo retrato de su abuelo en su juventud.
Iroh sentía el orgullo herido y también estaba enojado contra ese hombre.
—¡Tal vez usted no sabe explicar las cosas bien! ¿Qué es eso de sofreír? ¡¿Qué significa sofreír?!
—Pues sofreír, chico, sofreír —el general empezaba a sentir las llamas subir por su garganta pero sintió la mano del hombre golpearle la cara con un trapo.
—A limpiar sea dicho, embolsa eso y tíralo a la basura con reverencia. Pide perdón a la comida por desperdiciarla.
—¡¿Disculpe?! —un chillo se clavó frente a él.
—¡Cada ingrediente es sagrado! —le gritó mirándole con desprecio—. Cada animal que da su vida para alimentarnos, cada vegetal y fruta que crece de la tierra con esfuerzo, el trabajo de cada persona que pulverizan las harinas y los condimentos, de quienes recolectan y empacan y hasta de quienes la transportan —sacó el cuchillo de la barra—. Lo que has hecho aquí es una aberración. Así que limpia, rinde tus respetos y regresa. Si no es así lárgate.
—¡Bien! ¡Me largo! —harto de ello tiró el delantal y salió de la cocina furioso. El hombre suspiró y negó con la cabeza.
Se lavó el ojo con una botella de agua y también las manos. Todavía sentía la cabeza caliente y rechinaba los dientes.
—Ese viejo está loco. ¡Puaj! Ni siquiera sé a qué huelo —se quejó olfateando su ropa y tras caminar un poco suspiró sacando vapor de su boca—. No me puedo creer que me vaya con las manos vacías. ¿Por qué rayos tuve que someterme a ese lunático? Bien pudo hacer el pedido él y no obligarme a hacerlo.
Caminó dispuesto a buscar algo para la fiesta, aunque fueran bollos pero no estaba dispuesto a irse con las manos vacías. Llegó al mismo puesto de ayer y la misma anciana de ayer le recibió.
—Muy buen día, ¿en qué te puedo ayudar?
—Buen día, necesito hacer un pedido.
—Veo que no te fue bien con Ozaki. Él es algo especial cuando se trata de comida.
—No me diga —masculló entre dientes.
—Disculpe… —la tímida voz de un niño se hizo escuchar y al girarse vio a un pequeño cuyas ropas estaban remendadas—. ¿Puedo pedir?
—Claro que sí, cariño —dijo la mujer—. ¿Qué vas a querer?
—Dos bollos de verduras, por favor —pidió tímido y la señora asintió y le preparó su pedido añadiendo dos bollos más y algunos complementos.
—Toma, aquí tienes. Puse un extra para ti y tu mamá, cuídense mucho.
—¡Gracias! —con una gran sonrisa corrió lejos y la señora suspiró.
—Pobre chico, su padre les abandonó hace tiempo y su madre apenas y saca dinero en su trabajo. Apenas y pueden alimentarse. Me recuerda mucho a Ozaki.
—¿Al señor de las batatas? ¿Ese tierno niño? —ella asintió.
—Cuando éramos pequeños, el pueblo iba de mal en peor. Mucha gente se fue a las grandes ciudades y quienes no podíamos irnos no nos quedaba de otra que quedarnos a soportar lo que sucedía. Ozaki vivió con sus abuelos que apenas y podían trabajar, rara vez comían y muchos de aquí no eran muy amables que digamos. Cada bocado, cada raíz o fruto que encontraba, o los pocos peces que pescaba pasando horas esperando en el río, sirvió para que él y sus abuelos no muriesen de hambre. Y cada bocado fue una bendición… luego sus abuelos murieron. Él se fue para ser chef y se casó, pero su esposa era frágil de salud y tenía muy delicado el estómago. Él se dedicó años creando platillos sólo para ella, porque le gustaba verla sonreír y ayudarle a mejorar su salud, la comida favorita de su esposa eran las patatas dulces, creo que por eso dejó todo y regresó para poner un puesto aquí, y todavía sigue en ello a pesar de que su esposa falleció el año pasado —suspiró y le sonrió a Iroh—. Por eso no te enojes con él. Es buena persona y por eso es tan estricto cuando se trata de comida.
Todo enojo desapareció del interior de Iroh al escuchar la historia y entonces recordó las palabras del hombre.
—Por favor, es para una persona que es muy especial para mí. En serio quiero darle una fiesta de cumpleaños con un pastel.
—¿Una persona especial?
Ahora se daba cuenta del tono de su voz. No era una mofa a su persona, sino a su voluntad.
—¿Todavía quieres esos bollos?
—Sólo un par… necesitaré energía para regresar.
El chef amontonó las ollas y sartenes cerca del lavadero. Negó con la cabeza al ver la cantidad de comida desperdiciada cuando escuchó la puerta abrirse.
—¿Has venido otra vez a gritar?
—No. Vengo por otra oportunidad y a pedir disculpas —Iroh se puso de rodillas y se inclinó pegando la frente en el suelo—. Fui desagradecido con usted y con cada elemento de esta cocina. También, he sido desagradecido con quienes me han alimentado durante todo este tiempo despreciando su esfuerzo y conocimiento —dijo pensando en los cocineros reales y también en Xiao—. Por favor, pido una segunda oportunidad y esta vez quiero dar lo mejor de mí y seguir sus instrucciones al pie de la letra.
El chef frunció el ceño pero tras unos instantes le dejó caer el delantal en la cabeza.
—Limpia, tira y rinde tus respetos antes de comenzar de nuevo —Iroh se levantó con una sonrisa.
—Gracias, así lo haré.
—Bien, porque hubiese sido un dolor limpiar todo eso —señaló la montaña de platos pero eso no desanimó a Iroh y el chef al verlo sonrió levemente.
…
No muy lejos, un joven iba jalando el carro que contenía los adornos con los que iba a sorprender a su amada.
—Oh, Mimiko, Mimiko. Tus ojos como de luceros y tu boca de miel… ok, corrige eso, tus ojos como de lucero y de bella sonrisa, sí, e-eso es mejor. No puedo concebir un día más lejos de ti, eres mi futuro, mi razón de ser y… ¿te casarías conmi…?
—¡Hey! ¡Alto ahí! —Amarillys había logrado en darle alcance corriendo, agradecía que el sujeto se movía tan lento como una tortuga mientras practicaba su diatriba—. Tú… ¡esos adornos son míos! —exclamó señalando los adornos en el carro.
—¿Qué? Claro que no. Son míos.
—No. Son míos. Son de un pedido especial que hice ayer. El hijo del dueño te los vendió sin saberlo.
—¡Ja! ¿Por qué debería creerte?
—No me creas, podemos regresar y que ellos te lo confirmen, te darán un reembolso de ello pero en serio, necesito esos adornos.
—Olvídalo, pagué por ellos y los necesito más que tú —una vena se estaba hinchando en la frente de la joven princesa.
—Siento decir que estás errado. Yo también pagué por ellos. Pagué MÁS que lo que tú pagaste y sea cuales sean mis razones del por qué los quiero a ti no te importa.
—Pues no pienso darte nada. Hoy es el día en que le voy a proponer matrimonio a mi novia y no vas a arruinarlo. Así que a un lado —intentó empujarla pero ella le tomó de un dedo haciendo que su brazo quedara retorcido.
—Este pequeño truco me lo enseñó mi maestra. Y en verdad, no quiero usar la fuerza contigo —le soltó para que se sobara el brazo—. Sé que lo tuyo es algo importante. Pero yo en verdad necesito de estos adornos y como dije, ya estaban separados para mí. Así que… si pudieras regresar conmigo para que arreglar este malentendido, tal vez pudiera ayudarte a buscar algo más que le podría gustar a tu no… —el sujeto pasó tan rápido por su lado que sintió una fuerte corriente de aire.
—¡NUNCA! ¡SON MÍOS!
Amarillys sacudió su cabeza para arreglar su cabello que se había ido del otro lado.
—Y ahí se fue el intento de diálogo pacífico —también echó a correr—. ¡Vuelve acá!
—¡NUNCAAAAA!
…
Enlai estaba en un punto de no retorno. El lugar había sido vaciado, sin embargo, ahora se daba cuenta del verdadero daño. Paredes cuarteadas, madera podrida, ese lugar iba a caerse con la más mínima brisa ¡y sobre sus cabezas! Intentó jalar el polvo acumulado pero pronto se detuvo al escuchar la estructura temblar.
—Pero si me han visto la cara. Este sitio está para tirarse —quería ir a reclamar al dueño, era obvio que toda la basura era lo que sostenía ese viejo lugar—. Vale, puedo con esto… —se agachó y colocó su mano en la tierra. Pudo ver con mayor detenimiento el lugar y tal como dedujo la estructura estaba a punto de caerse. Se levantó y tronó su cuello—. Pienso cobrarme por esto.
Alzó un poco sus palmas y la tierra tembló, las grietas de las paredes crecieron y a caer en pedazos hasta que Enlai terminó por destruirlas por completo en un movimiento rápido al mismo tiempo que alzaba nuevos muros a los costados. Hizo lo mismo con las otras dos paredes y en movimientos fluidos alzó columnas a cada esquina que se acoplaron hasta el techo y después una en el centro. Tiró parte del puro creando una puerta grande y circular y luego una ventana. Cuando salió vio que no le había quedado tan mal.
—Je, sólo debo limar un poco las asperezas y listo —se dijo confiado de que podría con ello antes del atardecer.
…
Iroh apenas y podía respirar, el sudor escurría por todo su cuerpo y estaba seguro que nunca en su vida se había esforzado ni concentrado tanto. Pero al menos… ya lo tenía.
—Demasiado salado —recriminó el chef y este sintió un flechazo en su orgullo—. Insípido —otra flecha—. Le falta cocción —otra fecha letal. El chef suspiró—. Cuando cocinas debes de probar los alimentos. Y si debes le agregas algo, ¿entendido?
—S-Sí, señor —aceptó de nuevo su derrota.
—Debo decir que eres un incompetente —esta vez fue una lanza la que le atravesó—. Fallaste de nuevo. Sin embargo, esta vez la comida no se ve como un revoltijo sin nombre y… tiene arreglo —Iroh sintió sus heridas sanar—. Bueno… menos eso —señaló la pieza carbonizada que debía ser el pastel—. ¿Cómo puede ser que un maestro fuego no sepa controlar el calor de sus llamas? —esta vez fueron varias lanzas—. Mira esto y pon atención.
El chef tomó unas cerillas abriendo las llaves de gas del horno al mismo tiempo. Iroh se alarmó ante eso pero el hombre encendió una cerilla.
—¡No!... —se cubrió ante una explosión, sin embargo, estaba bien y todo el fuego estaba concentrado en la estufa y el chef dispersó el fuego a pesar de que el gas seguía saliendo. Pero el fuego no quemó nada más que las sartenes y ollas en el interior. Este sin dudarlo tomó una sartén y comenzó a cocinar sobre de esta, la sarten estaba casi al rojo vivo pero este no parecía afectado. Y en pocos segundos ya tenía un arroz frito y bajó las flamas cerrando el gas.
—¿Cómo hizo eso?
—Conozco a qué temperatura se cocinan los alimentos, siempre y cuando sigas moviendo. Y lo de la sartén… —le mostró su mano, no tenía quemadura alguna—. Es porque el mango estaba frío. Cualquier maestro fuego puede expulsar flamas, pero controlar el calor, eso es otra cosa. Podemos absorberlo y usarlo a nuestro favor.
Quedó impresionado, de verdad quería aprender cómo hacer eso. Miró el pastel carbonizado e hizo una reverencia.
—Por favor, ¡enséñeme!
—Vale… pero primero a comer. Luego te diré como agregar este estropicio de platos. Por ejemplo, el que está salado puede agregarle una crema y después… —se sentaron a comer y Iroh absorbió cada palabra del hombre.
…
El sujeto corría como si su dependiera de ello, pero si creía que iba a escapar de Amarillys estaba muy equivocado. Tomando atajos entre los árboles en lugar del zigzagueante camino, corriendo, trepando o columpiándose, logró rápidamente acercarse, había aprendido muy bien.
—¡Nunca me atraparás vivo! ¡Debo reunirme con mi Mimiko! — gritó mientras corría apretando los dientes y con venas en sus ojos por el esfuerzo casi sobrehumano. Amarillys cayó encima del carro.
—Tu novia seguro estará feliz, pero hoy no.
Usando sus pies le dio vuelta al carro y Tezuka apenas pudo sujetarse de la rueda que comenzó a derrapar en giros violentos. Gritó aterrado con lágrimas en sus ojos. Pero había una pendiente que ninguno había visto, por lo que Amarillys dio otra vuelta al carro y lanzó a Tezuka hacia el bosque antes de caer en picada en el camino.
Tezuka gritó mientras pasaba por el bosque y cayó por el río cubierto de pies a cabeza de maleza. Terminó flotando al menos libre de todo follaje que flotaba alrededor de él.
—¿Tezuka? —preguntó una joven que se acercó al joven flotante y sus ojos se abrieron grandes antes de sonreír—. ¡Tezuka! ¡Pero qué bello! Con lo que adoro este tipo de detalles.
—¿Q-Qué? —alrededor de él las flores y las hojas formaban un corazón. No sabía si fue suerte o no pero ¡tenía que ser el destino! Levantó su mano sacando la caja con el anillo—. ¿Te casas conmigo?
—¡Sí! —la joven tomó la caja mientras que Tezuka pensó al borde de la felicidad que bien podía dejar que la corriente lo arrastrara un poco más.
Amarillys intentó en verdad controlar el carro, pero la tenía difícil. Intentó ponerle un freno improvisado pero este se rompió y siguió su recorrido hasta el pueblo.
—Tiene buenas ruedas —sacó su abanico y comenzó a cortar varias ramas para intentar usarlos y ralentizar el carro pero era imposible pararlo en un camino tan empinado—. Muy bien, vamos a intentar otra cosa.
Entre tanto un hombre estaba jalando un carro repleto de coles y se limpió el sudor de su frente.
—Maldita sea, sólo porque me destruyeron el camión no me quisieron dar otro. Pero no se preocupen mis bellas coles, cuando las venda todas podré conseguir otro camión y seremos imparables ¡juntos!... Oh, ¡bollos! —dejó el carro a un lado de un camino empinado para comprar.
Amarillys se agarró de la orilla del carro y después cortó una de las ruedas con su abanico. El carro comenzó a derrapar y ella protegió los adornos hasta que el carro se detuvo frente a la entrada de una pequeña construcción dejando una nube de polvo.
—Fiuu…
—¿Ama?
—¿Enlai? —el chico salió después de darle forma a las ventanas.
—¿Conseguiste lo que buscabas?
—¡Ta-da!~ —le mostró los adornos que estaban en el carro—. No fue sencillo.
—Vaya, ¿qué es esa brillantina roja?
—Oh, me dijeron que la sacaban de unas cuevas de la zona. ¿A que son una pasada? ¿Y tú qué tal?
—Ya he terminado. Mira esto —le enseñó la fachada decorada y ella sonrió.
—Te ha quedado genial.
—Ya ves. Esto fue pan comido.
—Absolutamente —ambos chocaron sus manos cuando justo en ese momento algo paso veloz destruyendo el carro con los adornos y entrando al lugar destruyendo la columna central y haciendo que cayera.
—¡MIS COLES! —el mercader de coles bajó la colina—. ¡¿PERO QUÉ LE HAN HECHO A MIS COLES?! —gritó culpando al par que se volvió al hombre con miradas que prometían dolor y sufrimiento.
… Varias coles después.
Lo dejaron en el suelo después de darle una paliza usando sus coles.
—¡AAARGH! ¡Tanto trabajo para nada!
—Ya déjalo así, Enlai. Le haremos algo más sencillo en nuestro campamento. Y esperemos que Iroh haya podido encontrar quien cocine el pastel y los platillos —se quejó a lo bajo lamentándose.
—Pero no será lo mismo.
—Hey, ella siempre ha apreciado los pequeños gestos. Si bien es divertido y hasta tierno verla recorrer las grandes ciudades, toda esa frivolidad de las grandes fiestas la hubiese puesto incómoda. Y… ¿quién dice que sus cumpleaños anteriores fueron malos? Ella los pasó con las personas que le querían, ahora nos tiene a nosotros.
—Tienes razón —sonrió asintiendo—. Se me olvidaba que una gran fiesta no la hacen el lugar, las decoraciones o la comida, sino estar con quienes te quieren de verdad —pensó en sus padres que sin importar sus negocios siempre dejaban todo para celebrarle en su cumpleaños.
Amarillys pensó lo mismo. Sus padres, aunque siempre ocupados, siempre hacían tiempo en sus apretadas agendas para ella en su día.
Caminaron viendo que el sol ya estaba bajando y estaban seguros que en una hora o dos ya atardecería.
—Es tan bello, el sol pronto será rojo como esa brillantina de roca —sonrió la joven y fue que Enlai sintió algo encenderse en su cabeza.
—Hey, espera… dijiste que esa cosa brillante la sacan de rocas de la zona, ¿verdad?
—Sí, eso me dijeron.
—Ya… creo que tengo una idea.
…
Pronto anochecería y Xiao regresó al campamento galopando a Mu y con Karue sobre sus astas. Ella bajó y respiró profundo.
—Ese fue un gran paseo, debemos repetirlo más seguido —miró alrededor y se dio cuenta que los demás no habían llegado—. Qué raro que no hayan vuelto —su estómago rugió ante la falta de alimento en casi todo el día—. Me muero de hambre —se lamentó de no haber picado al menos algo en el día pero ellos le pidieron no comer nada y cumplió con ello.
Una suave brisa sopló y ella miró el hermoso atardecer enrojecer el cielo mientras los colores de la noche comenzaban a ganar terreno, las nubes lucían como pétalos el cielo como una laguna. El panorama le pareció hermoso y digno de un cuadro que le gustaría ver todos los días. Mu le lamió la mejilla y ella rio.
—Lo sé, es hermoso. Me gustaría que los demás estuviesen aquí para verlo.
—¡Ajum!
Se sorprendió un poco, había estado tan concentrada en el paisaje que no prestó atención a lo demás. Sus amigos le aguardaban a pocos pasos con grandes sonrisas.
—¿Lista para tu sorpresa? —preguntó Amarillys.
En poco estaba siendo guiada por sus amigos hacia un lugar desconocido. Tenía los ojos tapados así que no podía hacer nada. Cuando le quitaron la venda seguía con los ojos cerrados.
—Puedes abrir los ojos —le invitó Enlai y cuando los abrió se llevó una gran sorpresa cuando vio el lugar.
Era una cueva iluminada gracias a los diversos minerales preciosos incrustados en la roca. Cristales rojos que parecían hacer alusión al otoño y había ramos de flores amarillas decorando el lugar. En el centro, sobre una mesa de roca, había platillos diversos. Costilla con patatas gratinadas, crema de calabaza, arroz frito, bollos al vapor y tofu salteado con batatas, costilla y hongos. Casi quiso llorar ante las delicias frente a ella y entonces vio a Iroh acercarse con algo más en sus manos. Era un pastel, decorado con frambuesas e higos y varias velas de cumpleaños encendidas.
—Feliz cumpleaños Xiao.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y sus labios temblaron, incapaz de reprimir sus sentimientos.
—Yo… ¡Yo no sé qué deciiiiir! —se volvió un mar de lágrimas y Amarillys le abrazó con fuerza.
—Te lo mereces.
—Seh, aunque ten cuidado con el pastel. Al parecer Iroh hizo toda la comida.
—¡¿En serio?! —exclamó ella y Iroh desvió la mirada un momento con las orejas sonrojadas.
—No es para tanto. Y la comida está bien, así que no le hagas caso al cabeza de piedra —dijo mirando mal a Enlai y luego sonrió a Xiao—. Queríamos que con esto supieras lo especial que eres para nosotros.
Ella sonrió trémula casi a punto de llorar otra vez. Fue a la mesa donde Iroh puso el pastel.
—Ahora pide un deseo. Pero no se vale decirlo porque después no se cumple —le dijo Amarillys.
—Muy bien yo… —miró alrededor y sonrió. Pensó que no deseaba más que tener una gran vida con sus amigos que se habían convertido en su familia. Sopló las velas y una ligera brisa se llevó el humo.
—Parece que llego en un buen momento —habló el espíritu de su abuelo que apareció cerca de los chicos que se asustaron al principio.
—¡Abuelo! —ella saltó yendo a abrazarle y este rio.
—Tal como prometí, te he traído un regalo —se hizo a un lado y en la entrada de la cueva aparecieron sus otros abuelos.
—¡Abuelo Hooru! ¡Abuela Youme!
—Feliz cumpleaños pequeña.
—Queríamos pasar un momento contigo.
—No saben lo feliz que me hace verlos de nuevo —mientras estos le hacían mimos, una figura apareció detrás de ellos y cuando Xiao le vio sintió deseos de llorar—. Ma… Mamá Maiki —su abuela le sonrió después de tanto.
—Hola, cariño. Mírate cuánto has crecido —Xiao corrió hacia ella y le abrazó fuerte dejando que sus lágrimas corrieran por su rostro, igualmente el espíritu lloraba con una sonrisa—. Estoy tan orgullosa de ti. Y veo que te has hecho de grandes amigos —los cuatro espíritus hicieron una reverencia a los jóvenes.
—Gracias por cuidar de nuestra niña —dijo el abuelo con su voz grave y suave.
Los tres hicieron una reverencia también.
—Ella también ha cuidado de nosotros —dijo Iroh—. Y estamos felices de que ella esté en nuestras vidas.
—Bueno… —Xiao se limpió las lágrimas, agradecida por todo y con todos—. Espero tener más cumpleaños así y… —su estómago rugió con fuerza—. Y ya quiero comer, ¡me muero de hambre!
Todos se rieron y procedieron a ir a la mesa. Fue una celebración divertida, llena de anécdotas divertidas y otras vergonzosas para mortificación de la pelirroja que estaba disfrutando de la deliciosa comida y del pastel. Esperaba de todo corazón que un brillante futuro viniese para todos para así tener más reuniones y fiestas como esa.
…
Borack trabaja noche en su oficina. Cuando de repente, las luces parpadearon y frente a él apareció Sadasi como si de un fantasma se tratase.
—Bienvenido, supe lo que pasó en el Norte. ¿No tuviste demasiados problemas? —se podía percibir una burla en su voz y Sadasi dejó caer sobre su escritorio el paquete envuelto que encontró oculto.
—Encontré lo que pediste y Takahira ha demostrado valía en su experimento. Estamos por pasar a la siguiente fase.
Borack desenvolvió el paquete que contenía un antiguo libro de cuero cuyos mejores años habían pasado.
—Buen trabajo. Ella estará contenta de tu éxito —Sadasi hizo una leve reverencia y se dio la vuelta—. Oh, es cierto. Feliz cumpleaños, deberías ir a celebrarlo —el joven chasqueó los dientes con desprecio.
—Tsk, que tontería —las luces parpadearon y el joven había desaparecido. Borack se levantó y detrás de un cuadro presionó un botón oculto en la pared que abrió un pasaje secreto.
Bajó unas largas escaleras hasta llegar a un largo pasillo de celdas en el suelo, las celdas eran enormes y subterráneas, dejando una pequeña ventana con barrotes a un par de metros del suelo. Borack sonrió y en una de las celdas lanzó el libro en el interior.
—Hubiera elegido un mejor lugar para esconder ese libro. Más te vale continuar trabajando si sabes lo que te conviene, sabes que el Higan-bana no perdonará si intentas engañarles —el sonido de una cadenas se hizo presente, un hombre con manos y pies encadenados se acercó y tomó el libro. Borack soltó una risa entre dientes—. Tu hijo hizo un buen trabajo. Quizás pronto se reencuentre con su hermana, la última vez escuché que casi se matan entre sí.
El hombre apretó los dientes y alzó la cabeza mirándole con odio detrás de sus viejas gafas y entre los largos mechones de su cabello rojo.
….
*¡BOOOOOM!*
AAAAAAAAAH! (Caigo y ruedo en el suelo). Auuuuch… mis costillas. Bueno, espero que les haya gustado. Viene la fase de pequeñas revelaciones y se viene brutal. Jeje, bueno, ya sin más qué decir que por favor dejen review, nada de tomatazos y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!
