Hola a todos! He aquí un nuevo capítulo de esta serie y espero que les guste. Debo decir que es a veces un poco difícil escribir a mis anchas como antes pero no abandonaré mi historia, NUNCA LO HE HECHO! Y sin más qué decir… COMENZAMOS!
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Capítulo 31.
Ciudad Central.
…
A diferencia de Ciudad República, Ciudad Central no era un lugar de moda y diversión, más bien, parecía un sitio donde la industria se enfocaba al por mayor. Donde quieran que miraban había infinidad de empresas y obreros iban y venían por doquier, incluso vieron a algunos maestros trabajar en la construcción de lo que podría ser un edificio de departamentos. Y lograron divisar un teleférico que iba de punta a punta por la ciudad.
—Este lugar es tan… aburrido —admitió Xiao no gustándole para nada el lugar y Mu estornudo ante todo el humo de automóviles que había.
—Vamos, no es tan malo —defendió Iroh, quizás porque era la ciudad más cercana a su reino—. Si buscas bien, tiene su encanto.
—Es cierto, sólo hay que buscar —le apoyó Amarillys cuando un oficial se acercó.
—¿Ese animal es suyo? —preguntó señalando a Mu.
—Sí, es mío —respondió Xiao cuando el hombre le pegó una multa en la frente.
—Llevar animales salvajes por la ciudad es razón de multa. También si va sin correa —le puso otra multa—. ¿Tiene su cartilla de vacunación?
—No, él no… —otra multa en la frente.
—La vuelvo a ver con este animal suelto y haré que se lo lleven —le advirtió y se fue. Xiao se quitó las multas y miró a Iroh que no sabía qué decir a este punto.
—Xiao, mira —Enlai señaló del otro lado—. ¡Comida! Nada mejor que probar las delicias locales.
La sola mención de alimento mejoró el buen humor de la joven que se dejó guiar al local más cercano.
…
El médico le colocó a una joven otra aguja de la decena que ya tenía en su espalda y de un movimiento las encendió como si de velas se tratasen. La chica frunció el ceño, pero tras lo que le parecieron horas, al fin le fueron retiradas las agujas para su alivio. El médico salió y afuera aguardaba el capitán del Loto Blanco. El siempre duro capitán se levantó de su asiento con una expresión preocupada.
—¿Cómo está? —el anciano apretó los labios pero un gruñido gutural salió de su garganta.
—Sus nervios no responden a pesar del tratamiento. Temo que este puede ser un problema más interno —fue a su escritorio donde a un lado había un mapa del cuerpo humano—. He podido identificar los nervios que se encuentran dañados, sin embargo, estos están de una forma protegidos por el hueso y me he es imposible tratarlos sino es con cirugía.
—No puede entrar a cirugía. Es alérgica a la anestesia, ¿no hay otra forma? —el médico frunció el ceño.
—¿La ha llevado al norte? Tiene excelentes médicos allí.
—Ya lo he hecho, todos me dicen lo mismo. Que es muy arriesgado tratarla —el hombre suspiró a lo bajo.
—¿Y qué hay del sur? Oh, no… mejor olvídelo.
—¿El sur? ¿Qué hay en el sur? —el médico miró por la ventana unos instantes—. Que yo sepa no hay médicos tan calificados como en el norte.
—Había uno… corría el rumor de que había un hombre que se dedicaba a sanar personas, sin importar la herida que tuvieran. Todos decían que era casi un milagro, yo incluso llegué a presenciarlo cuando era joven y viajé al sur. Podía arreglar y reacomodar hueso sin perjudicar al sujeto y sanaba las heridas más graves.
—¿Existe un médico así? ¿Dónde puedo encontrarlo?
—Ese es el problema. Supe que su tribu, junto con otras, fue exterminada debido a la fiebre escarlata tiempo atrás. Su tribu se llamaba la Luna Carmesí, eran muy recelosos con los extraños. Se contaban historias de ellos.
La puerta del consultorio se abrió y la hija del capitán salió en su silla de ruedas y con una sonrisa amplia después de volver a peinarse el cabello en dos coletas bajas.
—¿Ya terminamos? —preguntó ansiosa de poder irse.
—Sí, cariño. Ya nos vamos. Gracias doctor
Padre e hija salieron del edificio y dos soldados aguardaban por ellos.
—Tú, lleva a mi hija de vuelta, ¿entendido? —Sayori miró a su padre.
—Pero papá, dijiste que me acompañarías al cine.
—Será después, cariño. Debo hacer algo importante —ella hizo un puchero pero no pudo refutar ya que el joven soldado ya estaba empujando su silla de ruedas. Sheng se dirigió al otro soldado—. Quiero que llames al cuartel y me digas todo sobre una tribu del sur llamada Luna Carmesí. Espero el reporte a las tres.
—¿Entendido señor? —el soldado le dio el correspondiente saludo militar y este se alejó. Sheng miró a la gran multitud de personas ir y venir sin preocupación alguna, y sus ojos se detuvieron unos segundos en un hombre que subió a su pequeña hija sobre sus hombros y la esposa de él sonreía a su lado. El cuadro de una familia feliz que le causó molestia.
—No se preocupe, señorita —dijo el soldado a la joven con tono seco—. Otro día podrá ir al cine con el capitán.
—Pero ya tenía los boletos —se quejó decepcionada.
—El capitán tiene asuntos importantes que atender y no puede perder el tiempo. Debe comprender —Sayori frunció el ceño ya que prácticamente había dicho que ella no era importante. Miró de reojo una tienda y tuvo una idea.
—El calor está empeorando. ¿Puede comprarme un sombrero, por favor? —el soldado miró la tienda con hastío.
—¿No puede aguantar hasta el hotel?
—Queda lejos. Y hace mucho calor —el soldado rodó los ojos y fue a comprar el sombrero, dejándola en la entrada de la tienda.
—Con lo que me costó ser un soldado y debo de hacerla de niñera —masculló molesto y luego de pagas salió de la tienda—. Aquí tiene su sombre… ro —se quedó sin palabras al ver que la chica había desaparecido, lo que quería decir que su jefe lo torturaría si algo le pasaba a su hija.
…
Xiao le dio una buena mordida a aquel sándwich con carne que nunca había probado en su vida.
—Es el cielo… —dijo con grandes ojos brillantes.
—Las hamburguesas y hot dogs se han vuelto muy populares estos días —dijo Amarillys mientras sostenía su hot dog.
—¡Quien creó esto es un genio! Esto es tan distinto a los bollos de carne… ¡y tiene queso! —exclamó Xiao casi devorando su hamburguesa.
—Tal parece que hemos encontrado tu nueva comida favorita —se rio Enlai que sin pedirle permiso, limpió con su pulgar algo de kétchup que estaba en su mejilla y la llevó a sus labios—. Muy rico —la joven tragó duro con la cara tan roja que ya no se distinguía del kétchup. Iroh quiso hacer algo pero se contuvo al estar en un local cerrado.
Al salir del local Xiao se sintió mucho mejor.
—¿Y ahora a dónde vamos? —preguntó con una sonrisa que se borró al ver a Mu con nuevas infracciones.
—Tal vez lo mejor encontrar una forma de que no multen a Mu —dijo Amarillys.
—Quizás deba esperarnos afuera de la ciudad —sugirió Enlai pero Xiao abrazó a su ciervo y le lanzó una mirada envenenada junto con un rugido animal. Iroh sonrió de lado.
—Quizás pueda proponer algo.
Siguieron avanzando por la ciudad cuando otro oficial de tránsito les detuvo.
—Alto ahí, ¿ese animal tiene permiso? ¿Por qué no va con correa? —Iroh dio un paso al frente.
—No lo necesita, ¿ve eso? —alrededor del cuello de Mu había una cinta roja que tenía una placa militar—. Pertenece a la milicia de la nación del Fuego. Nuestros animales están entrenados en seguridad y combate. ¿Y usted pregunta por una correa? —preguntó con dureza y el oficial dio un paso atrás.
—Lo s-siento mucho señor, llamaré a mis compañeros para que no le molesten —hizo un saludo militar y el grupo avanzó de nuevo.
—¿Ven? El poder otorga algunas ventajas —pudo ver con deleite como Enlai se enfurruñaba molesto, mientras que Xiao sonrió y abrazó a Iroh.
—Gracias, Iroh. Eres el mejor.
—Cuando quieras —la sonrisa que le dedicó fue arrolladora y Enlai casi interviene de no ser porque Amarillys le jaló de la chaqueta.
—Tuviste tu oportunidad, ahora es la suya.
Llegaron a una esquina cuando una chica en silla de ruedas chocó con Xiao, la avatar casi cae de no ser por Iroh.
—Auch…
—¡Ay lo siento! ¿estás bien? —preguntó la chica que parecía exhausta.
—Sí, pero tú estás…
—¡Alto ahí! —gritó un guardia del Loto Blanco y Sayori se aferró a Xiao.
—Ayúdenme por favor. Me persigue porque lo vi aceptando un soborno.
—Ya sabía que estaban podridos pero esto es llegar demasiado bajo —gruñó Enlai dispuesto a hacerle frente pero Amarillys le detuvo.
—No aquí, no queremos problemas.
—Entonces hay que correr —sugirió Iroh y el grupo comenzó a huir llevando a la chica con ellos, siendo Enlai quien empujaba la silla.
El soldado al ver la huida usó el dispositivo que le permitía lanzar extensiones de acero para atrapar a criminales o en otros casos sujetarse a algo. Este se sujetó a un semáforo y activó el mecanismo que le permitió subir sin problema para estar casi sobre de ellos. Lanzó sobre de ellos los hilos de acero pero Amarillys los desvió con su abanico, y al quedarse rezagada, Mu la tomó y la puso sobre su lomo alcanzando al grupo. Pero el soldado no se daría por vencido tan fácil. Comenzó a columpiarse usando los edificios y las construcciones a su favor.
—¡Está sobre nosotros! —gritó Amarillys.
—¿Qué es una clase de araña humana o qué? —preguntó Enlai al verlo.
—Pues la araña va a volar —Xiao se dio la vuela y lanzó una fuerte corriente de aire, el pobre soldado casi sale volando de no ser porque estaba bien sujeto, aunque si lo dejó algo mareado.
—No funcionó —señaló Iroh.
—No me digas —respondió Xiao molesta, llegaron a una gran calle inclinada que iba de bajada. Todos se miraron y luego a Sayori que se aferró a la silla igual de decidida en bajar. Todos así lo hicieron, siendo Enlai que se subió por detrás de la silla, Iroh usando su fuego control tomó impulso, Xiao su aire control y Amarillys sobre Mu que saltó desde lo alto. Todo eso para horror del soldado que gritó de espanto al ver a la hija de su capitán ir a toda velocidad.
—¡Señorita! —Enlai usó su tierra control para elevar parte del camino llegando al final y todos se elevaron por los aires pasando un panorámico donde se exhibía la película del momento donde una pareja miraba a la luna, aunque ellos taparon a la pareja. Sayori estaba más que impresionada y… ¡feliz!
Cayeron varios metros adelante y dieron la vuelta en una esquina. El soldado se quedó frío.
—M-Me va a matar el capitán…
Tras haber perdido al soldado todos se tomaron un buen descanso al llegar a un parque donde Sayori sentía todavía la adrenalina en su cuerpo.
—¡Eso fue increíble! —exclamó mirando al grupo—. Es la primera vez que me siento tan bien, tan… ¡viva!
—Fue un placer ayudarte —dijo Xiao que soltó un fuerte suspiro y luego ahogó un eructo por la comida que se le quiso regresar. Fue que Sayori miró bien a Xiao.
—Oh por todos los cielos… ¡Eres la Avatar! —el grupo se quedó tenso y Xiao al ver a algunos transeúntes que los miraban curiosos le sonrió.
—¿Qué? ¿Yo? ¡Para nada!
—Claro que sí, vi un afiche tuyo hace mucho tiempo. ¡Definitivamente eres tú! —Xiao sentía que estaba sudando a mares y los chicos de inmediato intervinieron.
—Siempre le han dicho que se parece mucho.
—Ya nos vamos, cuídate.
—¡Espera! —la chica sacó de un bolso que tenía la silla a un lado una libreta—. Me gustaría tu autógrafo. Por favor, ¡por favor!
—Pero es que yo… Vale —suspiró resignada porque le sabría muy mal dejar a la chica así. Le firmó su cuaderno cuando notó la cantidad de firmas que tenía—. Espera un momento… ¿tienes la firma del capitán de los Tejones de acero?
—Por supuesto que sí. ¡Es un sueño! —Xiao de inmediato sintió una conexión con esa chica.
—¿Verdad? ¡Es tan guapo! —gritó como la fan que era sorprendiendo a sus amigos.
Las dos hablaron de lo sensacional y guapo que era el capitán de los Tejones dejando a Enlai y Iroh un tanto contrariados.
—Ay, por favor. Como si de verdad fuera tan guapo —se quejó Enlai—. Además, falló el gol para las finales.
—Cualquiera se vuelve famoso con sólo tener algo de atractivo y patear un tonto balón —masticó Iroh las palabras.
Amarillys ante eso decidió dar un gran paso atrás. Las dos chicas miraban al dúo con deseos asesinos de quemarlos en una hoguera.
—Chicos, nunca se meta con las fans —dijo Amarillys conteniendo la risa.
—¡Pues para que se lo sepan él ha actuado una película! ¡Y estaba a punto de ir a verla porque dicen que es muy talentoso! —gritó Sayori y Xiao le miró con grandes ojos brillantes.
—¿Sale en una película?
…
Sheng Hateyama, capitán de la fuerza militar del Loto Blanco llegó al hotel de lujo esperando poder descansar un poco mientras leía el reporte. Miró en la mesa de entrada los boletos de cine que había comprado para su hija, eran para el día de hoy a la 1:30. Miró el reloj sobre una repisa, ya eran las 3:15. Gruñó a lo bajo y fue a la habitación de su hija y se paró frente a la puerta. Suspiró a lo bajo y tocó la puerta, sabiendo que ella estaría seguro furiosa con él por romper su promesa… de nuevo.
—Sayori —no hubo respuesta—. Hija, siento mucho lo sucedido. Te prometo que mañana iremos a ver la película… ¿mi amor? —nada, no hubo respuesta—. Te lo juro, hija. Y nada va a cambiar nuestros planes.
Se dio la vuelta y tomó el archivo que su subordinado le dejó y que hablaba de la tribu Luna Carmesí. Tal como se decía, la tribu permaneció aislada de otros debido a su estilo de vida tradicional, tuvieron breve contacto con el Avatar Aang debido a ciertos rumores sin especificar, pero tras la enfermedad y el aislamiento la ayuda no llegó a tiempo. Arqueó la ceja, sólo hubo un sobreviviente y había la fotografía de una joven que de alguna manera le resultó vagamente familiar, aunque estaba seguro de nunca haberla visto en su vida. Después de eso, la joven fue al norte a estudiar pero se le dio por desaparecida después de graduarse…
Era el reporte más inútil que había leído. Lo dejó sobre la mesa y pasó su mano por su rostro. Se sentía demasiado cansado. Su mano fue al bolsillo de su uniforme donde sacó un relicario del tamaño de su palma, al abrirlo se le veía a él con su uniforme, a su pequeña hija sobre sus piernas y a su lado a su bella esposa vistiendo un tradicional kimono, a pesar de que la fotografía estaba en color sepia, todavía recordaba bien el color de su kimono.
—¿No quieres venir con nosotras? —le preguntó su esposa con voz dulce y comprensiva.
—No puedo. Debo terminar estos informes, vayan ustedes —respondió su yo de hace años sin apartar la vista de los informes. Ni siquiera recordaba qué expresión puso.
—Bien, regresaremos antes de las diez, por favor, cena algo. Te amo.
—Sí, claro… —musitó de forma desinteresada, momentos después escuchó la puerta cerrarse.
Aspiró profundo deseando destrozar a su antiguo yo. Nunca se iba a perdonar lo que pasó… jamás.
…
La gran pantalla presentaba una película de acción y romance que tenía embelesada a gran parte del público, entre ellos, a las admiradoras del jugador que apareció rompiendo su camisa destrozada por la explosión que esquivó para salvar a la protagonista y mostrando sus duros y marcados músculos.
—¡AAAAAAAAH! —gritaron todas las chicas dejando sordos a los pocos varones que había. Sayori y Xiao miraban la pantalla embelesadas, mientras los chicos parecían desear desaparecer.
—¡TE AMOOOOO BRAXEN!
—¡CÁSATE CONMIGO!
—No me puedo creer que en serio estemos mirando esto —se quejó Enlai deslizándose más abajo sobre su asiento. Iroh tenía el ceño fruncido y a punto de una migraña frotaba su sien.
—No me mires a mí. ¿Qué rayos le ven? —masticó las palabras claramente celoso. Y hasta comparó sus músculos con los del jugador/actor—. Agh… ¿tú qué opinas Amarillys? —la chica estaba comiendo palomitas y no fue hasta que Iroh le tocó el hombro que reaccionó quitándose un tapón de su oído.
—¿Decías algo, Iroh? —las chicas volvieron a gritar y al fin vencedor, la película terminó. La sala se iluminó y Xiao y Sayori sostenían sus manos con lágrimas en los ojos.
—¡Es tan perfecto! —exclamó Sayori.
—¡Lo sé! ¡Tan apuesto!
Salieron gritando y hablando de su actuación y de lo guapo que se veía.
—Hacía tanto no me divertía así. Muchas gracias y disculpen las molestias —Sayori hizo una pequeña reverencia.
—Al contrario, ha sido todo un placer —respondió Xiao—. ¿Quieres que te llevemos a tu casa?
—Oh, no. Vengo aquí sólo de visita. Me estoy instalando en el hotel Pavorreal con mi padre.
—¿Y tu padre deja que andes por ahí sola? —preguntó Enlai y ella desvió la mirada.
—Algo así… no, la verdad no —respondió sincera—. Mi padre trabaja en la milicia y desde mi accidente ha sido todo un controlador —movió un poco su silla y la giró un poco—. Es decir, lo adoro y todo pero llega a sacarme de quicio y yo necesito moverme. No soy una inútil como él cree que soy.
—Tu padre seguro que es un buen hombre —dijo Amarillys—. Todos los padres se preocupan por sus hijos, algunos incluso nos ahogan pero no lo hacen de mala fe.
—Pero es bueno hablar con ellos y dejar en claro ciertos puntos —dijo Iroh—. Para que haya un balance.
—Eso me encantaría, pero mi padre siempre está ocupado. Sino está ocupado con su trabajo está buscándome doctores —se quejó frunciendo el ceño—. No entiende que nunca podré caminar de nuevo.
Xiao frunció el ceño, de repente con cierta curiosidad de saber cómo fue que llegó a ese estado, pero una mirada de Iroh le hizo ver que no era adecuado usar su técnica con ella y menos sin su permiso. Ella lo aceptó así.
—¿Qué tal si damos una vuelta? Para ver qué encontramos. ¿Te gustaría venir con nosotros Sayori?
—Gracias, pero creo que ya debo volver. Si mi padre se da cuenta que salí sin su permiso me castigará hasta que sea una anciana.
—¡Allí están! —gritó alguien del otro lado de la calle. Se trataba del soldado del Loto.
—¿Otra vez ese? —preguntó Enlai.
—Seguro que quisiera que llegue a oído de sus superiores lo que hizo —sugirió Amarillys y Xiao vio un hidrante frente al cine.
—Enlai, ¿me ayudas? —el maestro tierra sonrió.
—Cuando quieras, linda —dijo para molestia de Iroh. El soldado estaba en la mitad de la avenida cuando Enlai sujetó el hidrante y lo partió en dos por arriba haciendo que el agua saliese disparada. Xiao entonces dirigió el chorro hacia el soldado que fue lanzado hasta el otro lado de la calle. Enlai tuvo la gentileza de volver a sellar el hidrante.
—¿Corremos? —preguntó Sayori y Amarillys respondió.
—Corramos —el grupo salió corriendo y riéndose de la situación del pobre soldado que se levantó como pudo.
—Yo… quiero un aumento.
…
Sheng estaba investigando sobre Ashia, la maestra de la tribu desaparecida. A pesar de su estatus, él tenía toda una red de comunicaciones a la cual podía echar mano y lo mejor de ello era que había un factor en el cual podía aferrarse. Un investigador del país del fuego de nombre Haru, lo conocía bien, había leído tiempo atrás su investigación sobre la familia de la nación del fuego, con el respectivo permiso de ellos. Una investigación que sirvió para que vieran con mejores ojos a los actuales líderes y así dejar atrás la vergonzosa historia de la guerra de los 100 años. Tal parecía que después de la desaparición de esa médico, siguieron con sus investigaciones, aunque centradas en el folklor de los espíritus. Ese dato le llamó la atención.
Miró de nuevo hacia la habitación de su hija, ya iba siendo tarde y debía comer algo. Se levantó de su asiento y antes de tocar la puerta el teléfono sonó.
—¿Y ahora qué? —caminó hacia el teléfono—. ¿Diga?
—¿Esa es forma de hablar a tus superiores? —la voz de Borack se hizo escuchar del otro lado. El capitán afiló la mirada y apretó los puños.
—Lo lamento mucho, señor. No sabía que era usted.
—No pasa nada, lo dejaré pasar esta vez. Pero me acaba de llegar que estás efectuando una investigación sin permiso del Loto Blanco. ¿Qué es lo que buscas de una tribu extinta? Ah… no, espera. Volvemos al tema de tu hija —se escuchó una risa gutural del otro lado del auricular—. Sabes que no puedes hacer eso. Mucho menos sin nuestro permiso… no hay nada que no sepamos —por alguna razón, Sheng sintió que algo lo observaba desde alguna esquina pero al girarse no vio nada.
—Lo siento mucho, señor. Detendré la investigación.
—No te llamaba para regañarte, esto podría beneficiarnos. Tengo la información que buscas, sé que investigas a la doctora que desapareció, no la encontrarás jamás. Pero ella tuvo una hija, una descendiente de esa tribu y que ha demostrado tener un gran control de sanación… —cuando Sheng escuchó quién era esa persona abrió grande los ojos—. Ya sabes lo que tienes que hacer cuando termines.
—Lo haré. Jamás he fallado en una misión.
—Bien, porque me han llegado reportes que esa persona podría encontrarse allí mismo.
—Entonces comienza la cacería.
Borack colgó el teléfono y se recargó en su silla con una amplia sonrisa.
…
El grupo había corrido una buena distancia antes de relajarse, por supuesto, el soldado era perseverante. Los siguió por las calles, por las grandes tiendas departamentales donde lograron que se volviese un mirón entre los vestidores ganándose una buena tunda de varias mujeres furiosas, e incluso se disfrazaron entre los aparadores de las tiendas frente a sus narices. Tenían que decirlo… era divertido sacarlo de quicio.
—Esta tarde, ha sido de los mejor —declaró Amarillys mientras hacían fila para subir al famoso teleférico—. ¿Vieron su cara?
—Una de cal de tantas de arena que nos han dado —dijo Enlai igual de emocionado.
—Me gustaría hacerle lo mismo a todos los del Loto —declaró Xiao.
—¿Qué quieren decir con eso? —preguntó Sayori.
—Digamos que tenemos problemas con ellos, pero no digas nada —dijo Xiao para sorpresa de la joven.
—Pero… ¿no son los soldados del Loto los que procuran la paz y la armonía entre las naciones?
—¿Lo dices después de que viste a ese sujeto recibir soborno? —preguntó Enlai y Sayori cerró la boca.
—Bu-Bueno, hay sus excepciones, ¿no? —entraron al teleférico que tenía espacio para 15 personas, Mu valía por tres.
—Puede ser —respondió Iroh—. Pero diferimos de sus métodos y la forma en la que tratan a nuestra amiga.
—¿Qué cosas tan malas pudieron haber hecho? —todos se quedaron en silencio y Xiao apretó los puños al tiempo que recordaba cuando ese hombre quemó vivos a Feng Mei y a su padre—. ¿Los han visto hacer cosas malas?
—Sí —respondió Xiao a lo bajo.
—¿Cómo qué? —Xiao se lo pensó un poco, antes de mirar a la joven de reojo tras sus gafas que brillaron por la luz del sol.
—Acabar con quienes les estorban.
Sayori quedó fría, pero al ver a la avatar y a sus amigos tan serios supo que no mentían. ¿Acaso su padre no estaba enterado de ello? ¡Debía decirle de alguna manera!
Una fuerte sacudida puso al grupo y a los pasajeros en alerta.
—¿Qué fue eso? —se preguntó Amarillys y Enlai se asomó sólo para comprobar que se habían detenido y del otro lado de la línea había soldados del Loto Blanco.
—Problemas. Y de los grandes —el resto se asomó y vieron que estos subieron con gran agilidad por los cables y corrieron en su dirección por ambos lados.
—Esto es malo —dijo Amarillys.
—¿Esto será por el soldado que humillamos o porque me reconocieron? —preguntó Xiao y Iroh respondió.
—Quizás ambas. Mejor vamos a averiguarlo —fue el primero en salir por la ventanilla seguido de Enlai y Xiao. Amarillys se dirigió a los pasajeros.
—Queridos pasajeros, en unos momentos sentirán unas ligeras sacudidas y quizás escuchen golpes o gritos —así como dijo escucharon golpes—. No se preocupen, esto es sólo temporal. Y si me disculpan… Mu, Karue, quedan a cargo —ella también salió por la ventana en un ágil movimiento.
Nunca imaginaron que tendrían una pelea en las alturas. Con cada soldado que llegaba Xiao lo mandaba a volar con su aire control a los edificios cercanos.
—¿Pero cuántos son? —se preguntó Enlai que era respaldado por Xiao en la parte de atrás y Iroh entonces vio delante que los del Loto preparaban sus armas de fuego para un tiro directo.
—¡Xiao! ¡Enlai! ¡Es hora de salir de aquí! —los dos asintieron y Iroh sacó sus espadas al tiempo que se quitaba sus zapatos—. Amarillys, voy a necesitar tu ayuda. La joven sacó su abanico.
—Entendido.
Con un grito, Enlai destruyó los frenos y el teleférico volvió a moverse, aunque Xiao se colgó de este y usó su aire control para impulsarlo al frente. El francotirador apuntó rápido pero Amarillys fue más rápida lanzando su abanico para desviar el disparo y estando cerca Iroh saltó usando su fuego control bajo sus pies e impulsarse, llegando hasta ellos destruyendo sus armas y dejándolos fuera de combate.
Enlai frenó el teleférico usando su metal control en los cables y creando un nudo que lo detuvo en seco. El cuarteto bajó y abrieron las puertas para ver a los pasajeros bajar a salvo.
—Este fue un viaje único en su clase, lamentamos las molestias —anunció Amarillys después de recoger su abanico, aunque los pasajeros parecían más bien extasiados por la experiencia. Sayori bajó con Mu y Karue al último, siendo la pequeña ave que fue a con Iroh para ocultarse en sus ropas.
—¿Qué fue eso? ¡¿Cómo es que esos hombres pueden hacer eso?!
—Han hecho cosas peores —declaró Iroh—. Y su capitán es el demonio en persona —Sayori palideció al escucharlo pero no tuvo tiempo de pensar más cuando vio que más soldados venían usando sus líneas de acero.
—¡Corramos! ¡Corramos! —gritó Enlai y sujetó la silla de ruedas para comenzar a correr, ya que no era seguro si a ella también la perseguían. Bajaron del mirador y corrieron de nuevo colina abajo donde más soldados les esperaban lanzando sus líneas de acero para atraparlos.
Enlai y Xiao desviaron la mayoría y Amarillys hizo lo propio con su abanico y Iroh, en lugar de cortarlas con sus espadas, usó el fuego en estas para golpearlas y que se fundieran en el suelo inutilizando su arma. Mu fue el primero en embestirlos y sacarlos del camino.
—¿Y a dónde vamos? —preguntó Xiao.
—A un lugar seguro y lejos de ellos —respondió Iroh—. Sayori, dijiste que te estás instalando en el hotel Pavorreal, podemos despistarlos y escondernos mientras tanto.
—Sí, espera… ¡No! ¡Es una pésima idea! —negó de inmediato de sólo imaginarse a su padre verlos llehar—. ¡Vamos a la embajada! Incluso el Loto no puede penetrar el edificio, la embajada protegerá a la Avatar.
—¿En serio harían eso por mí? —se preguntó Xiao.
—Será arriesgado, puesto que el Loto haría lo que fuera para mantenernos atrapados y sería difícil salir después —respondió Iroh—. Pero bien podemos usar la fuerza luego.
—Esas palabras sí me gustan —sonrió Enlai complacido.
—¿Y dónde está la embajada? —preguntó Amarillys.
—En el centro. ¡Es ese edificio! —Sayori señaló un edificio de techo abovedado desde la altura en la que estaban.
—¡Pues vamos allá! ¡Agárrate! —gritó Xiao que para sorpresa de la joven, la hizo saltar de su silla y cayó sobre el lomo del ciervo. La avatar dobló la silla de ruedas poniéndola en su espalda y después todos saltaron y comenzaron a correr por las azoteas. Los soldados intentaron darles alcance, pero los chicos bloqueaban sus ataques o dejaban fuera de combate a los que se les atravesasen.
Tal parecía que lo iban a lograr. Sayori miró al equipo desde el lomo del ciervo flor, el equipo era imparable, fuerte, valiente y capaz. Estaba viviendo un sueño del cual no quería despertar.
Llegaron hasta la siguiente azotea y frente a ellos había un edificio gran en construcción, pasar por en medio de este sería pan comido y una calle más y llegarían a la Embajada. Entraron a este cuando de repente este fue cubierto por las cuerdas de acero de los soldados del Loto, por fuera los soldados estaban dando vueltas alrededor sellando el edificio por completo.
—Nos tendieron una trampa —dijo Amarillys y Iroh sacó sus espadas que iluminaron parte del lugar en penumbra.
—Permítanme —corrió hacia uno de los muros pero en esos momentos desde abajo más cuerdas aparecieron destrozando parte del suelo falso y atrapando sus brazos.
—¡Iroh! —gritó Xiao que corrió hacia él esquivando otra trampa similar y cortó las cuerdas con su metal control, pero más aparecieron en el suelo y Enlai usó su control para romper una viga en medio y hacerla caer mientras giraba como un trompo, llevándose consigo esas molestas líneas.
—¡Todos arriba! —gritó al grupo y todos le obedecieron haciendo muestra de la agilidad adquirida. Amarillys era quien había ganado más agilidad e iba a la cabeza cuando faltando poco para llegar al techo, soldados aparecieron desde lo alto utilizando su fuego control para mantenerlos abajo, cosa que funcionó. Amarillys casi queda rostizada de no ser porque antepuso su abanico en su cara con una llamarada que la empujó abajo. Por suerte, fue atrapada por Iroh antes de que cayera. Enlai aterrizó entre una viga y usando su lava control la partió en dos lanzándola contra los maestros, aunque pudo dispersarlos, sus brazos fueron atrapados por las cuerdas y jalado hacia abajo.
—¡Enlai! —Xiao intentó atraparlo usando su aire control para tomar velocidad en su caída, pero aquello fue una trampa, cuando al estar en uno de los pisos, el capitán Sheng apareció dándole una fuerte patada que le sacó el aire y la atrapó con sus cuerdas dejándola de cabeza.
Iroh y Amarillys también fueron atrapados y hasta Mu que intentó pelear pero lo sujetaron del cuello. El grupo fue reunido en un piso y pronto uno de los soldados llevó a Mu.
—Aquí está el animal, señor.
—Bien, ya con todos… ¿Sayori? —musitó al ver a su hija sobre el siervo.
—¿Papá? —musitó sorprendida.
—¡¿Ese es tu papá?! —preguntó Enlai con un grito.
—No entiendo cómo es eso posible —musitó Amarillys al verlos con detenimiento, no se parecían en nada. Sayori frunció el ceño.
—¿Qué es lo que estás haciendo? ¿Por qué le haces esto a la Avatar? ¿No se supone que ustedes deben apoyarla?
—Tiene un buen punto —señaló Iroh—. ¿Por qué no le dice, capitán? ¿O teme que su hija se entere de otras cosas? —el capitán sujetó al general de las ropas y lo acercó a su rostro.
—¿Qué es lo que le han dicho a mi hija?
—¡A él no le preguntes! —reclamó su hija—. Eres tú quien debe responder. Papá, ¿por qué estás haciendo esto?
—Cariño… esto es por tu bien —ordenó con un gesto a un soldado que la bajara del animal y que recuperara la silla de ruedas que Xiao había dejado caer tras el golpe. Ya puesta en su silla, no tenía posibilidad de ir a otra parte, menos siendo sujeta. Sheng se acercó a Xiao que le miraba con claro odio y resentimiento—. Ahora, hablemos. Te he investigado y he obtenido información bastante interesante sobre ti, Avatar. Vienes de una tribu llamada la Luna Carmesí, increíblemente eran especialistas en sangre control pero entre algunos de estos había sanadores, así como lo fue tu madre. Así que harás lo siguiente, vas a ayudarme con una cosa, y a cambio podrás ir cómoda en tu viaje hacia los cuarteles del Loto —Xiao le escupió en la cara.
—¿Por qué no eres sincero? Querrás decir el Higan-bana, ¿no? Y no te voy a ayudar en nada, maldito psicópata —Sheng se limpió la saliva y lo siguiente que pasó fue que golpeó en la cara a Xiao dejándola con la mejilla hinchada.
—¡PAPÁ! —gritó Sayori mientras que los demás querían levantarse y romperle la cara. Xiao sintió una pequeña lágrima querer pero la contuvo como pudo y logró sanarse un poco.
—Hay espíritus que pegan más duro.
Sheng quería pegarle de nuevo, pero prefirió alejarse y chasquear los dedos. Pronto, los amigos de Xiao y Mu fueron apuntados con armas para horror de la joven avatar y Sayori.
—Harás lo que te diga, o dile adiós a tu patético grupo de amigos —Xiao tuvo que rendirse y fue liberada de inmediato, cayendo sobre unas vigas sin delicadeza alguna.
—Vale, ¿qué quiere que haga?
—Bien. Quiero que cures a mi hija.
—¿Qué? —vio a Sayori tan boquiabierta como ella por la petición.
—Mi hija, por la vida de tus amigos. Es así de simple.
Xiao se sintió en una encrucijada pero notó que Iroh estaba tranquilo, y supo el por qué al ver a Karue asomar por sus ropas. Levantó sus manos en señal de paz y de que lo haría.
—Lo intentaré —se acercó a su amiga regalándole una pequeña sonrisa pero Sayori parecía mortificada.
—Xiao, lo siento mucho. No tenía idea.
—No te preocupes. No tenías idea de que tu padre fue un desgraciado, infeliz, abominable hijo de…
—Cierra la boca si sabes lo que te conviene —amenazó Sheng.
—Voy a necesitar que la acuesten —Sheng fue quien lo hizo, ante la mirada incrédula de su hija que no sabía qué pensar de su padre.
—Papá, ¿por qué?
—Porque nunca me he perdonado lo que le pasó a tu madre y a ti. Y si eso pasó con las personas que supuestamente tiene la razón, lo mejor será buscar un nuevo orden que sí pueda prevenir esas desgracias. Hazlo —ordenó a Xiao que se hincó a un lado de la joven y la tocó del hombro.
Obviamente su pulso estaba al límite ante la tensión y el miedo de lo que estaba aconteciendo. Podía ver un mapa completo de su cuerpo hasta llegar donde la columna. Justo en la parte baja lo encontró, era como una especie de nudo que inutilizaba la parte de abajo y cerraba al mismo tiempo su canal de chi hacia esa parte… y no tenía ni idea de qué hacer.
—Tienes una especie de nudo. Tus nervios están entrelazados y al mismo tiempo tu flujo del chi no avanza… No… No creo poder hacer nada —admitió para sí y fue agarrada de la coleta por Sheng.
—¿Por qué no?
—Puede que sea sanadora de sangre, pero me falta mucho estudiar y no quiero dañarla. Esto podría ser muy doloroso para ella.
—¡Intenta algo! —la soltó con brusquedad—. Pero cuidado de hacer algo o tus amigos la pagan.
Xiao quería en verdad golpearlo, pero vio a sus amigos que aguardaban el momento.
—Denle la vuelta —así lo hizo Sheng. Xiao colocó sus manos en su espalda baja, ya con contacto directo vio el daño con mayor detenimiento y notó entonces que había hueso alrededor del nudo, pequeño fragmentos incrustados y recubiertos de hueso—. ¿Cómo te pasó todo esto?
—Fue un ataque bomba —confesó Sayori—. Mamá y yo íbamos al teatro a ver una obra cuando sucedió —rememoró cuando escucharon la primer explosión—. Todo fue caos en las calles, y cuando pensamos estar a salvo un auto explotó cerca de nosotras y nos obligó a refugiamos en un edificio y fue que… fue que una nueva explosión llegó por una granada.
Sheng apretó los puños al recordar el momento en que llegó al sitio y cuando vio entre las camillas de los muertos a una mujer con un broche de jade en su cabello, se acercó sólo para comprobar lo peor. Y después ser informado sobre el estado crítico de su hija.
—Tienes fragmento de hueso incrustado en tu columna —declaró Xiao—. Creo que puedo quitártelos, pero te va a doler mucho sin anestesia.
—Hazlo —dijo sin duda—. Mi padre me ha sometido a tantas cosas que estoy acostumbrada a ello —no le estaba reprochando nada a su padre, pero para ella eso era cansado.
Xiao procedió a ello. Primero usó frío para dormir lo más posible esa parte de su cuerpo, la vio temblar pero era lo mejor, revisó el hueso que recubría el nudo, era casi como una nuez. Suspiró y procedió entonces a romper parte de este con ligeros golpes en el exterior pero por dentro eran fuertes. Sayori se quejó con cada golpe. Los fragmentos eran peligrosos, por lo que Xiao decidió realizar un corte que fue desde adentro hacia afuera y algunos fragmentos salieron, eran diminutos, pero no por ello peligrosos. Cerró la herida sin poder romper más esa cubierta de hueso, no era mucho, pero ahora tenía más acceso a los nervios., estaban dañados y revueltos sobre sí, intentó moverlos cuando Sayori gritó. Sheng colocó un cuchillo en el cuello de Xiao.
—¿Qué estás haciendo?
—Estoy tratando los nervios. Le dije que sería doloroso —intentó de nuevo hacerlo pero Sayori volvió a gritar con lágrimas en sus ojos y Xiao se detuvo—. ¡No puedo hacerlo! ¡¿Qué no ve que le duele?!
—Hazlo o tus amigos se mueren.
—¡No! Por favor, ya no… ¡me duele mucho! —lloriqueó Sayori. Xiao decidió de nuevo colocar sus manos, pero esta vez haría algo distinto.
—Vale, voy a hacer otra cosa. Tú relájate, no te va a doler esto —se concentró lo más que pudo y su mano emitió un leve brillo azulado conectando con el flujo de chi de su amiga, intentó que su chi fuera a ese punto, si podía al menos traspasar esa parte, todo sería más sencillo y la energía podía fluir poco a poco. Intentó llevar la energía como una ola, una y otra vez, golpeando ese nudo pero parecía no tener efecto alguno. Tras unos minutos, separó sus manos de ella—. No puedo hacer más por ella, al menos de momento —dijo mirando a su amiga que se volvió un poco para verla—. Si pudiera estudiar su caso y así poder tener más tiempo... ¡Ah! —Sheng la tomó de las ropas.
—¿Y crees que voy a caer por ese truco? Estás muy equivocada si crees que podrás ganar tiempo. Yo no caigo con esos trucos —se volvió hacia sus soldados—. Acaben con él —ordenó apuntando a Enlai.
—¿Qué? ¿Conmigo? Pero si soy joven y guapo, ¡muy guapo! —el soldado le apuntó pero antes de siquiera disparar una bola de fuego cantarina golpeó con fuerza al soldado y la bala rebotó casi dándole a Sheng y Xiao le dio un cabezazo en la cara que lo hizo soltarla. Los soldados que sostenían a Mu se agacharon también y fue el momento en que el ciervo flor tomó venganza, yendo directamente sobre otros soldados y así liberando a los demás. Enlai al fin libre y sin nadie que le sujetase, logró derretir las líneas de acero y liberar a sus amigos. Todos atacaron sin piedad a los soldados. Xiao en cambio se encargó de Sheng, la joven tenía una cuenta pendiente con él. Sheng utilizó sus líneas pero Xiao las desvió y lanzó de vuelta a él que hizo lo mismo, por lo que la joven creó un nudo con ellas y cayeron al suelo. Sin embargo, eso no detuvo a Sheng que usó las líneas como una bola de acero a la que le sacó picos. Xiao esquivó el ataque y golpeó la viga debajo de ellos que se dobló intentando sacar de balance al capitán, este saltó y le atacó directo mas ella esquivó su ataque y en un giro en el aire congeló parte de la atmósfera para que su patada tuviera hielo y darle justo en la cara. Sheng cayó pero volvió a atacar usando todos los hilos que estaban alrededor del edificio para atraparla, sin embargo, sus brazos se movieron en otras direcciones y golpeando a sus soldados, siendo aquello obra de la sangre control de Xiao.
—¿Qué te parece una técnica de mi tribu? ¡AAAAAH! —gritó congelando la viga bajo de ellos y atrapando los pies del general, para con un puñetazo la partió en dos y lo dejó a punto de caer. Y perfecto para recibir un ataque definitivo…
—¡PAPÁ!
Xiao se detuvo. No iba a hacer eso frente a su hija.
—No pienso atacarte. Pero no creas que olvidaré cómo asesinaste a Feng Mei y a su padre. Y un día, me las voy a cobrar.
Fue que la joven sintió que Iroh la tomó del brazo y el grupo escapó rápido dejando atrás a los soldados que apenas estaban recuperándose de las heridas. Sayori desde el suelo, vio a su padre con grandes ojos.
—¿Mataste a alguien? —en sus ojos sólo había miedo y decepción, y Sheng no sabía cuál el dolía más. Hizo una señal a su soldado para que se la llevara.
—Hablaremos de esto otro día, debes estar cansada y confundida —pero Sayori apretó sus labios y se negó a mirarlo. No estaba dispuesta a darle la oportunidad. No con una herida tan profunda.
…
El grupo salió de Ciudad Central rápido y sin nadie que les siguiera. Se dejaron caer en el fresco pasto de una colina desde donde podían ver la ciudad.
—Pensé por un segundo que no lo lograríamos —bufó Enlai. Xiao se apoyó en sus brazos y quedó con la mirada perdida en la ciudad.
—Espero que Sayori esté bien. Más con un padre como ese.
—Tranquila, es seguro que no le pasará nada —respondió Iroh ante su duda.
—Muy cierto —asintió Amarillys—. A pesar de todo, su padre estaba desesperado. Así son los padres, se preocupan mucho por sus hijos, al menos los buenos.
—Sigamos caminando —se levantó Iroh primero—. Lo mejor es alejarnos lo más posible de la ciudad.
Todos se levantaron y emprendieron con cansancio. Xiao se volvió una última vez a ver la ciudad con una pregunta en la cabeza.
—¿Qué es un buen padre?
…
Cuando Sayori vio la ciudad comenzar a encender sus luces por la gran ventana del hotel se sintió más deprimida y deseosa de poder en verdad caminar. Hizo un gran esfuerzo con los ojos cerrados pero claudicó pronto, con la idea de que nunca podría escapar de su padre sin ver que su pie se veía ligeramente girado a un lado.
…
Hisara miraba la noche a través de la gran ventana de una fábrica. Caminó hacia el otro lado, donde vio a su padre hablar con otros ingenieros y médicos con una gran sonrisa en su rostro. Pero ella no podía compartir su alegría, llevando su mano a su brazo mecánico mientras más partes eran creadas para los sujetos de pruebas.
…
Una vela iluminaba las gafas del investigador, que no se molestó en retirar algunos mechones rojos de su cabello sobre su rostro. Haciendo anotaciones con el libro que le llevaron, desvió su mirada a una vieja foto en la que se le veía a él con una amplia sonrisa de orgullo al lado de Ashia y cada uno sosteniendo a un pequeño bebé. Sonrió apenas rozando la fotografía con sus dedos callosos y repletos de cicatrices.
—Pronto volveremos a estar todos juntos, mis niños. Es una promesa.
…..
Y…. ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO! Gracias a todos por leer. Dejen review, nada de tomatazos, acepto bebidas de temporada y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!
