Hola a todos! He aquí un nuevo capítulo de esta historia. Una disculpa la demora pero no quería salir, pero me la pasé escribiendo otras cosas jiji. Muchas gracias quienes leen esta historia y sin más qué decir… COMENZAMOS!

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Capítulo 32.

Bajo el metal.

Una mariposa voló sobre su cabeza y una pequeña niña la siguió. La pequeña tenía las características de la tribu agua, igual que su madre, una mujer con una gruesa trenza de lado que la observaba sentada en su sitio mientras bordaba. Cuando la mariposa se posó sobre la pierna inmóvil de la madre, la pequeña se quedó quieta y para su sorpresa su madre extendió su mano y la mariposa se posó sobre su palma. Su madre le sonrió y la mariposa voló alto para deleite de la pequeña que la despidió con sus pequeñas manitas mientras que a lo lejos se podía ver la construcción de una imponente represa de agua.

De repente todo cambio…

Caos, gritos, agua por doquier y la villa destruida ante sus ojos con cadáveres bajo el lodo. Y al volverse a ver a su madre, la silla estaba volteada y el bordado que tenía impresa una mariposa estaba en el suelo arruinado.

Hisara se despertó sintiendo un intenso dolor en toda la parte mecánica de su cuerpo. Se levantó y tomó las pastillas para el dolor pero estas ya no le hacían el mismo efecto. Afuera una tormenta se desataba y los rayos iluminaban su reflejo en los cristales de las ventanas, esa mitad deforme, esa mitad que ya no era humana. Rompió una de las ventanas con su puño y caminó hacia el laboratorio donde su padre estaba ocupado con un brazo mecánico.

—¿Hasta cuándo vamos a estar aquí escondidos en medio de la nada? —le reclamó a su padre que dejó de lado su trabajo con una expresión aburrida, como si ya estuviera acostumbrado a sus reclamos.

—Ahora nos consideran fugitivos. Necesitamos un bajo perfil y esperar a que las cosas se calmen.

—¿Y mientras tanto ayudas a esos idiotas? ¡Quiero ir a buscar a esa ladrona y acabar con ella para reclamar mi lugar!

—Tienes que ser paciente, ahora ella es muy fuerte, así como quienes les apoyan. Pero podrás vencerla con el ejército adecuado.

—¿Ejército? —miró con sorpresa los planos de su padre, pero con sujetos y adecuaciones distintas a las suyas—. ¿Vas a darles elementos? ¿Vas a hacerlos como yo que soy la legítima avatar?

—Por supuesto que no —respondió ofendido con un gruñido—. Muchos de ellos apenas pueden con un elemento. Pueden servir con otros propósitos —se levantó de su asiento con una sonrisa para contemplar fuera de su ventana—. Piensa en esto, después de que acabemos con esa chiquilla una nueva era nacerá, algo más extraordinario que la revolución industrial después de la guerra de los 100 años. Luego, seguiremos con quienes se oponen a ti. La gente no irá contra nosotros puesto que tú eres la Avatar, todos te seguirán y las cuatro naciones sólo será el principio. Después nos expandiremos y el mundo será nuestro objetivo.

—¿Hablas en serio? —dijo ella incrédula—. Sólo quiero una cosa… ¡UNA! —golpeó la mesa de trabajo de su padre con su brazo mecánico y la partió en dos—. ¡Poco me interesa el mundo! ¡Quiero ser reconocida como la Avatar y punto! ¡Así sabré que todo valió la maldita pena y no tendré que cargar más con lo sucedido! —salió antes de que su padre lograse regañarla. Poco le importaba, estaba cansada, tan cansada de los fantasmas del pasado y no ayudaba estar cerca de ese lugar… si él no estaba dispuesto a ayudarla, ella se encargaría.

De nuevo habían regresado a su rumbo y el otoño volvía a ceñirse sobre de ellos con su clima fresco y las hojas de distintos colores. El campamento se había mantenido firme tras la tormenta de anoche y para sorpresa de Enlai y Amarillys, Iroh había encontrado la forma de acercarse a Xiao.

El fuego se elevó al mismo tiempo que el arroz frito que él revolvía en la gran sartén se elevaba y caía en un movimiento de ola precioso.

—¡Bravo! —aplaudió Xiao—. Es increíble cómo has aprendido tan rápido a cocinar y cada vez mejor.

—Esto todo gracias a ti, eres una maestra formidable que me ha enseñado con paciencia.

—¡Mucha paciencia! —exclamó Enlai terminando de revisar las tiendas ante otra posible lluvia. Iroh le apuñaló con la mirada unos segundos pero se recompuso.

—Desde la última vez le he tomando gusto a la cocina y me gusta ayudarte para sigas estudiando sanación. Y... —la tomó de la barbilla con una sonrisa—. Me alegra ver tu cara cuando te gusta algo de lo que cocino. El sólo ver tus mejillas llenas como una adorable ardilla me hace sentir con deseos de seguir aprendiendo a cocinar más deliciosos platillos… sólo para ti.

El rostro de la joven avatar se coloreó a tal punto que era difícil distinguir su cara de su cabello y hasta sus anteojos se empañaron por el calor.

—¿Ya está la comida? ¡Qué bien! ¡Me muero de hambre! —exclamó Amarillys después de todo el trabajo y se sentó alrededor de la fogata. Enlai repartió los platos para servirse, aunque mirando a Iroh que le sonrió burlón lo molestó todavía más al maestro tierra que se zampó un gran bocado de arroz frito…

Estaba bueno ¡PERO ESO NO SIGNIFICABA NADA!

Después de comer y limpiar los platos, Amarillys se estiró un poco.

—Oye Xiao, ¿qué tal si vamos a caminar por ahí? Para bajar la comida.

—Vale, creo que hay una pequeña villa no muy lejos. Quizás veamos algo interesante. ¿Vienen chicos? —le preguntó a los dos, Enlai había comenzado a ejercitarse con unas lagartijas con una mano y Iroh a leer un libro.

—Prefiero a quedarme a leer y relajarme.

—Yo deseo bajar la comida de otra forma.

—Vale, nos vemos luego —Mu se marchó con las chicas y Karue se quedó sobre un tronco mirando a ambos chicos con atención. Cuando Enlai sintió que las chicas ya estaban a una distancia considerable se levantó de un salto con una mano y encaró a Iroh.

—¿Qué te crees que haces? —Iroh ni siquiera apartó la mirada de su libro, pero esbozó una sonrisa.

—No tengo idea de lo que estás hablando.

—¡Ja! ¿De veras? —con un dedo bajó el libro y Iroh al fin levantó la mirada—. Supongo que has de estar bastante orgulloso de ti mismo.

—Lo estoy, descubrí algo que me gusta hacer y a ella le encanta.

—No te enorgullezcas tanto, amigo. Que todavía no se ha elegido al campeón.

—Pero te llevo ventaja —se levantó y guardó su libro—. Ahora compartimos algo especial, ¿y qué hay de ti, Enlai? Además del entrenamiento, ¿qué más hacen juntos?

—Hablamos, entrenamos, y… hablamos —la sonrisa de Iroh se amplió. Y eso irritó más al maestro tierra.

—¡Pero yo le gusto! ¡Al menos mucho más que tú!

—Creo que te confundes.

—¡No, no, no! Si lo piensas bien tenemos cosas en común —dijo con una sonrisa victoriosa—. Venimos del mismo pueblo, nos gustan las mismas comidas, somos fieles fanáticos de los Tejones de Acero, le encanta mi físico ¡Y!... A mi si me gusta el té —aquellos eran puntos muy a favor de Enlai.

—¿Y crees que compartiendo una taza de jugo de hojas te hace mejor que yo?

—No lo sé. Dímelo tu… —se balanceó sobre sus talones con las manos en los bolsillos y sonrisa zalamera. Iroh esta vez sintió un tic en su ojo—. Es más. Te apuesto que si ella tuviese que elegir entre tú y yo, me elegiría sin lugar a duda.

—¿No crees que se te está subiendo el ego? —gruñó un poco—. Hagamos una apuesta. Cada quien invitará a Xiao a una cita, y si en esa cita ella besa al otro, ELLA, ninguno la forzará a ello, entonces el otro aceptará humildemente la derrota.

—Awww, ¿quiere el general una caja de pañuelos cuando pierda?

—Ya tengo una, y con gusto te la daré.

Había rayos entre ellos. Karue que miraba todo bastante interesada en cómo las cosas se iban a tornar.

La caminata les estaba sirviendo de mucho para relajarse y digerir la comida.

—Cuánta tranquilidad, y con este panorama de otoño que es sublime a la vista —comentó Amarillys.

—Es verdad. Pero pronto llegará el invierno y las hojas desaparecerán —vieron a unas ardillas correr intentando resguardar el mayor alimento posible para las próximas heladas. Xiao recogió una bellota y se le entregó a la ardilla que se quedó quieta a la espera. Amarillys se enterneció por ello.

—¿Cómo eres tan buena con los animales?

—Los animales perciben si les harás daño o no. Un espíritu tranquilo otorga paz. Eso y… tiene que ver con Mu, algo de su aroma se me pega —bromeó un poco y Mu le dio un ligero empujón haciendo reír a las chicas, cuando algo captó su atención.

—Oye, ¿qué es eso?

Se acercaron a la orilla de la colina. A lo lejos, había una construcción que apenas podían distinguir. Era como un muro destruido con un edificio a un lado.

—No tengo idea.

—Espera, creo que tengo algo —Amarillys sacó de su bolso unos binoculares—. Es una presa —se trataba de una presa destruida, sin embargo, cuando miró por debajo de esa zona, sólo encontró una gran capa de tierra y restos de lo que parecían casas—. Oh, cielos —le pasó los binoculares a la joven que al ver aquello palideció.

—Ven, vamos a investigar.

Fueron por la vereda llegando hasta la pequeña villa que habían visto de lejos cuando llegaron a la zona. Un camión de coles abandonó el sitio pasando a un lado de ellas.

—Buen día —se acercaron a una mujer que tendía la ropa fuera de su casa con un bebé dormido envuelto durmiendo a su espalda.

—Oh, hola. ¿Buscan algo?

—Venimos de paso —respondió Amarillys—. Lo que pasa es que vimos una presa destruido lejos de aquí, ¿sabe qué pasó?

—Oh, la vieja presa. Sí, fue una tragedia que sucedió hace diez años —cuando dijo eso Xiao sintió una presencia de espíritu cerca, podía ver su aura a unos pasos de ellas—. Construyeron una presa que aportaría el agua necesaria para las pequeñas villas y ciudades de la zona. Varios ríos se conectan pero ninguno pasa directo y siempre acarreábamos el agua. Por lo que en el momento en que terminaron la presa, conectaron todos los ríos para que agua fuese a parar allí, sin embargo, la presa se destruyó y el pueblo que estaba a las faldas del lugar terminó siendo arrasado así como sus habitantes. Fue triste, nosotros nos salvamos sólo porque estamos en tierras altas, pero según tengo entendido nadie sobrevivió. Después de eso sellaron el camino de los ríos para que no cayese más agua en esa zona.

—Oh, qué triste. Gracias y disculpe las molestias —dijo la princesa con semblante triste. La señora entró a su casa y las dos chicas se alejaron—. Qué desgracia, ¿no lo crees? Me preguntó cómo habrá pasado eso.

—¿Qué tal si preguntamos? —Amarillys miró hacia donde ella veía pero no vio nada, lo que quería decir…

—¿Estás viendo un espíritu? —la avatar asintió y Amarillys aceptó ir a con ella donde el espíritu quería que fueran.

Llegó al sitio envuelta en una capucha y vendas. No le gustaba que la gente le viera y tampoco quería, su apariencia ya no era la misma. La tierra seguía húmeda, quizás por la temporada, pero los restos de casas seguían enterrados en medio de todo. Hisara cerró los ojos, aspirando el aire húmedo, el olor de la tierra y del bosque para luego abrirlos y ver alrededor la pequeña villa que antes fue. Un lugar donde todo mundo vivía su día a día de forma tranquila, animales de granja, agricultores, incluso algunos vehículos iban y venían por las calles que la gente quería pavimentar. Hisara vio a un montón de niños y entre ello se vio a ella. Jugando a saltar la cuerda, su pequeña yo vestía con un traje tradicional azul, aunque este tenía unos bonitos grabados de flor de loto blancos en sus ropas, usaba una coleta alta y era la última en quedar cuando todos los demás tropezaron.

¡Yo gano de nuevo! —exclamó la pequeña niña con amplia sonrisa—. Ahora sí, páguenme perdedores.

¡Hisara! —la voz de una mujer la hizo saltar y cuando estaba reclamando sus dulces, vio a una mujer como ella, con las típicas características de la tribu agua, vestida con un traje de blusa larga con pantalón y su largo cabello estaba trenzado en una gruesa trenza a un lado.

Hola mami —intentó disimular pero su madre suspiró.

¿Cuántas veces te he dicho que no apuestes con tus amigos?

¡Pero esta vez no aposté dinero!

Es lo mismo —la tomó en brazos—. Vamos a casa. Es hora de tus estudios —Hisara hizo un gesto de despedida a sus amigos y dejó que su madre la llevara. Hizo un puchero.

No me gusta estudiar. Ya estudié en la escuela.

Pero tu padre quiere que estudies más. Queremos que tengas un gran futuro, mi niña.

¿Es cierto que nos vamos a mudar?

Probablemente —se giró para ver la presa cuya construcción ya estaba por acabar—. Este es un gran proyecto y tu padre está poniendo empeño en ello. Si todo sale bien, lo contratarán para otro gran proyecto. ¿No quieres conocer el mundo?

¡Si! ¡Si quiero!

Bien, pues por eso debes estudiar.

¡Noooooo! —sonó más a un gato e hizo reír a su madre que juntó su frente con la de su hija dándole uno de sus famosos besos de esquimal con la nariz.

Vamos, hoy prepararé tu favorito —caminaron calle arriba… y todo desapareció.

Hisara estaba en medio de aquel desolado lugar, sola y sin nadie más alrededor. Sintió una punzada en su cabeza, recordando gritos, el sonido de la corriente y la presa caerse. Apretó sus puños pero ahogó un quejido ante el dolor de su lado derecho. Sacó un frasco que contenía dos pastillas, las últimas, y las miró con hastío.

—Esto ya no me sirve —igualmente se las tomó para que al menos menguara un poco. Y caminó al frente, en dirección de la presa.

Un shirshu olfateó los bosques y siguió adelante, Takahira que iba sobre de este estaba bastante molesto. Había tenido que dejar su trabajo sólo porque a su hija parecía haberle dado una crisis. Sabía que había sido mala idea poner su laboratorio cerca de ese lugar. Se detuvo en una colina no muy lejos donde todo ocurrió, apenas viendo la presa destruida.

—¿Por qué te detienes? —Takahira se asustó y se volvió rápido, no pudiendo esconder una mueca de hastío cuando vio a su socio. Después de todo, era por él que estaba allí. Sadasi pareció salir de la sombras de un árbol, con su capa ondeando y esa máscara que escondía toda facción de su rostro, le causaba escalofríos.

—Sólo rememoro algunas cosas. ¿Por qué construyeron el laboratorio cerca de aquí y no lejos como pedí?

—Es un lugar ya bastante remoto —respondió Sadasi ladeando la cabeza, aunque podía verse sus ojos bien abiertos a pesar de la máscara—. Y porque así puedo asegurarme de algunas cosas —Takahira bajó de la montura tras entender sus palabras.

—¿Me estás probando?

—¿A ti? No —respondió aburrido—. Sé muy bien la clase de bastardo que eres. Es el resultado final de tu investigación lo que deseo ver. Podrás ser un genio con metal y circuitos, pero necesito saber cuán mediocre eres en otros aspectos.

Takahira apretó los puños, deseoso de golpearlo pero sabía muy bien que Sadasi lo acabaría antes de siquiera terminar de levantar su mano. Él quizás fuera una pieza importante en el tablero, pero no la más importante. Se giró y volvió a montar el shirshu para buscar a su hija antes de que cometiera una estupidez.

El suelo se sentía húmedo bajo sus pies, como si el agua siguiera debajo de toda esa tierra.

—Cuánta destrucción... —Amarillys contemplo el lugar a su alrededor, casas destruidas, restos enterrados, era una visión triste y desoladora. Pero Xiao veía otra cosa.

—Siguen aquí —dijo mirando a todos los espíritus que les miraban alrededor, eran decenas. Dio un paso al frente para intentar hablar con ellos—. ¿Por qué siguen aquí? ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarlos? —todos tenían miradas tristes y el espíritu que les guio se transformó en una mujer, no podía ver su rostro con claridad, pero podía decir que era de alguna tribu agua, su largo cabello estaba suelto y sobre sus hombros, algo de este cubría parte de su rostro del cual podía verse lágrimas caer. Ella señaló el edificio junto a la presa.

Por favor… encuentra la verdad. Todos deben saber y más esa persona.

—¿Quién? —la mirada que le dio fue tan triste que le atravesó el corazón—. Vale…

Xiao asintió y todos los espíritus se hicieron a un lado para abrirles paso. Hizo una seña a su amiga para que avanzaran. Amarillys no podía verles, pero estaba segura de sentir varias presencias alrededor que le ponían nerviosa.

—Oye, Xiao… ¿Qué te pidieron?

—Quieren que investiguemos el edificio para que se sepa la verdad. Y que alguien más la sepa.

—¿Verdad? ¿Qué verdad? No creerás que lo sucedido pudo ser… —cubrió su boca incapaz de decirlo.

—No lo sé. Es lo que vamos a averiguar.

Enlai estaba intentando buscar a Xiao. Aquí no se trataba de quién se declaraba primero, se trataba de quién le pedía una cita primero. Con ello tendría asegurado el primer lugar, además, puede que el sitio no tuviese alguna tienda de moda o un café donde pudiera invitarla a probar cuanta delicia quisiera, pero podía improvisar y eso de los paseos al atardecer todavía seguía de moda y las luciérnagas iluminaban el sitio en las noches. Usando su tierra control logró captar una figura muy cerca de los ríos, aunque por la distancia no supo quién podría ser, aunque era más que obvio por la altura.

—De seguro está buscando la cena de hoy. Lo siento Iroh, pero yo gano —se acercó sigiloso pero se escondió detrás de unos árboles.

Quien estaba allí no era Xiao, era Sadasi. El desgraciado estaba caminando por la orilla rocosa del río que tenía mucha agua por las lluvias. Lo observó unos instantes, ¿acaso los estaba buscando? Lo vio examinar la barrera del río, casi como si planeara hacer algo, casi como si… comprendió enseguida su plan. Iba a desbordar el río, pero ¿por qué? ¿Acaso Xiao y Amarillys estarán cerca? ¿O un poblado que pasó por alto? Bueno, fuese como fuese, sabía que debía detenerlo.

Elevó dos rocas y lanzó una que chocó contra una pequeña rama que rompió. Sadasi giró un poco su cabeza y fue justo el momento para que Enlai atacara para darle un buen golpe en la cabeza y lo dejaría inconsciente o al menos un chichón. Pero no contó con que la espada del asesino fuese más rápida.

—Ese truco es muy viejo —se volvió hacia él con un toque burlón en su voz—. Pero supongo que ustedes no son lo suficientemente listos como para algo más.

Enlai salió de su escondite, más que dispuesto a pelear.

—¿Ah, sí? Tengo muchos trucos bajo la manga.

—Y todos y cada uno serán patéticos —sacó su segunda espada—. Adelante, ven a por mí.

—Tú lo quisiste —sonrió, sin embargo, no sería como Sadasi quisiera, la tierra comenzó a temblar y bajo los pies del asesino aparecieron columnas que él esquivó con gran agilidad—. Un buen maestro tierra no ataca primero, sólo en el momento adecuado.

Sadasi tuvo que usar una de las columnas para impulsarse en el aire, en lo alto se giró guardando una de sus espadas y en su lugar usó una pistola pero Enlai elevó un muro de roca que bloqueó los disparos, aunque algunos lograron atravesar y casi darle, pero decidió usar el muro para crear estalactitas que se dispararon contra el asesino que destruyó en el aire con una sola espada, para después usar su Sombra contra Enlai que fue atrapado desde atrás sujetándolo de las piernas, manos y cuello. Sadasi se acercó dispuesto a degollarlo

—Despídete.

—Nos vemos —a pesar de que sus manos estaban apresadas, Enlai tenía un as bajo la manga y una ola de lava se elevó frente a Sadasi que apenas y esquivó el ataque terminando por tirar su máscara y capa cuando algo de esta salpicó, la Sombra al ver eso se descuidó un poco y Enlai elevó un muro que cortó las extensiones que lo tenían atado y luego lo aplastó con otro muro creando una plancha magistral—. Uyyyy, lo siento, ¿le dolió a tu cosa?

Sadasi alzó su pistola, pero se dio cuenta que esta quedó inservible al ya no tener un cañón completo por culpa de la lava. La lanzó a un lado y se concentró con sus espadas.

—Voy a matarte.

—Tú primero, idiota.

El sitio era un desastre por dentro. Algunas tuberías estaban rotas y oxidadas, además podía olerse una especie de vaho estancado en el aire, quizás por el moho que crecía en las esquinas, y junto a ello el equipo tirado en el suelo aumentaba la incertidumbre.

—¿Qué deberíamos buscar? —preguntó Xiao sin saber qué hacer.

—Tal vez archivos o pruebas de que lo sucedido no fue un accidente. Si abandonaron este lugar a toda prisa, de seguro encontramos algo.

—Vale, ¿puedes buscar si hay oficinas? Yo buscaré algo por aquí.

—Entendido. Ver entre el papeleo siempre ha sido mi mayor cualidad —se separaron y Xiao siguió su camino. Había algo en ese sitio que le daba muy mala espina, casi como si no estuviese sola… miró detrás de ella de repente encontrándose con que el espíritu de la mujer las había seguido.

—¿Por qué me has seguido? —ella se encogió sobre sí misma—. ¿Hay algo que quieras decirme?

P-Por favor… no la lastimes.

—¿A quién? —sintió un leve escalofrío en su nuca y se movió justo a tiempo antes de que unos tubos cayesen sobre de ella y empujó a Mu con una corriente de aire. Los tubos quedaron clavados en el suelo y encima de ella, sobre una vieja y oxidada escalera Hisara le sonrió.

—Mira nada más, la suerte está de mi parte. Hoy voy a acabar contigo.

—En serio… ¡Ve a terapia! —Hisara gritó con rabia y fue sobre Xiao.

Iroh sabía que Enlai le llevaba ventaja, ¿y cómo no? El muy ladino se aprovechó de que estaba preparando un menú especial para irse por ahí. Se sintió un estúpido al no darse cuenta de ello antes.

—Cuando lo encuentre juro que voy a hacer lo que dijo el rey Bumi. Enterrarlo de cabeza —Karue cantó a su lado, casi como si se burlara de él—. ¿Me estás animando? —sin embargo, pronto sus intenciones vengativas desaparecieron cuando vio a lo lejos la presa—. ¿Qué es eso? —fue que notó una llama salir del exterior de ese sitio. De su ropa sacó unos pequeños binoculares que enfocó hasta que vio por una de las grandes ventanas rotas a dos personas luchar, pero distinguió que una de ellas tenía cabello rojo—. Xiao… —también notó a un shirshu y alguien montarlo cerca del sitio—. Lo de la cita va a tener que esperar.

Hisara lanzó una llamarada de sus manos que fue repelida por Xiao que alzó un muro de roca que lanzó contra Hisara que saltó tomando de este parte entre sus manos y lanzarlo de vuelta a Xiao que lo esquivó. Las dos lanzaron a la vez una corriente de Aire control que chocó mandándolas a volar a lados opuestos. Hisara se recuperó primero y le lanzó un tubo roto que fue repelido por Mu que lo atrapó con sus astas.

—Mira nada más, qué tierno. Tu mascotita te cuida.

—Mu no es mi mascota. Es mi amigo —se levantó con la mirada abajo y guardando sus gafas, con cada paso que daba, pequeños cristales de hielo se formaban en el suelo y al alzar la cabeza el hielo ahora rodeaba sus ojos y lanzó una corriente helada contra Hisara que bloqueó usando su fuego control e intentó contraatacar con fuego, pero sus brazos se paralizaron y cayó al suelo arrodillada ante la sangre control de la joven avatar—. Pero tú no sabes sobre eso… —iba a atacarla de forma directa cuando de repente el espíritu se puso frente a ella.

¡NOOOOO! —se detuvo en seco a poco menos de unos tres metros.

—Usted… es la misma que estaba en el norte —recordó la figura que protegía a Hisara—. No me estaba siguiendo a mí, la está siguiendo a ella.

—¿Con quién hablas, farsante? —exigió Hisara y Xiao se sintió ofendida.

—¡Esto! Es otra prueba de porque NO eres la avatar —mantuvo su distancia—. Tienes un espíritu contigo.

—¿De qué rayos estás hablando?

—Es una mujer —dijo Xiao—. Con largos cabellos sueltos, usa un vestido largo, quizás de la tribu agua, no sé, pero el vestido tiene unos grabados alrededor —Hisara abrió los ojos grandes—. Parecen hechos a mano, son flores de loto.

—¿M-Ma… Mamá? —la voz de Hisara sonó de repente tan infantil e indefensa que Xiao se sorprendió y decidió soltarla de su control. El espíritu se volteó e hizo a un lado parte de su cabello dejando ver parte de su rostro y mirar a Hisara con anhelo y preocupación.

—Tiene… un lunar bajo el ojo —dijo Xiao—. El izquierdo.

Mi pequeña tramposa… mi niña —dijo la mujer.

—Te ha llamado, mi pequeña tramposa —Hisara palideció y miró a todas partes.

—Mamá, ¿en verdad eres tú? ¿En serio puedes verla? —esta vez se volvió a Xiao que ahora estaba viendo una faceta de su enemiga que nunca había visto.

Amarillys había escuchado la conmoción, pero esta había parado sin más. No le preocupó, porque cuando ella llegó a lo alto del edificio se encontró con habitaciones llenas de moho, goteras e incluso tubos que bloqueaban su camino. Supuso que parte de la estructura había caído de repente. Y de haber pasado algo, Mu o Xiao le hubiesen llamado.

—Este lugar es un asco… ugh —encontró un cuarto con agua estancada y escombros—. No, no pienso entrar allí —sin embargo, al ver que en la puerta ponía Director no tuvo de otra—. Ugh…

Amarillys observó el lugar, había archiveros, un viejo escritorio casi cubierto por escombros y libros. Usó todo eso para no pisar el agua logran ni una sola vez mojarse los zapatos y llegar hasta el escritorio junto a los archiveros. Abrió uno pero para su sorpresa, estaba vacío.

—Qué raro… —abrió otro cajón y otro más, pero parecía que alguien había vaciado cada uno de estos—. ¿Por qué están vacíos? —se preguntó confundida—. Es obvio que salieron a toda prisa, ¿por qué alguien se molestaría en llevarse estos papeles? —de repente tuvo una idea y revisó el escritorio, retiró con dificultad el escombro, el cajón estaba cerrado con llave, pero cedió gracias a que usó su abanico como palanca y encontró varios papeles dentro—. Seguro pensaron que el agua y escombro arruinaron estos —revisó los papeles y notó que se trataban de pedidos acerca de la construcción—. Ajá… sí, ajá… espera un momento —con ceño fruncido revisó atenta cada palabra pasando así a la siguiente hoja y a la siguiente—. ¡¿Pero qué es esto?! —exclamó con clara indignación en su voz.

Hisara caminó por el sitio hasta llegar al puente de la presa. Xiao mantenía distancia, pero veía al espíritu apoyarse en su hija.

—¿Ella sigue conmigo? —le preguntó a Xiao pero ella no le respondió, todavía no digería lo que estaba pasando—. Oye, ¿me estás escuchando?

—Perdón, es sólo que… no sabía que era tu madre. Pero sí, sigue contigo. Se le nota preocupada —la expresión de Hisara se suavizó y cambió a una compungida.

—Mamá… —habló Hisara con voz trémula—. Por favor, perdóname. De no haber hecho lo que hice… tú yo todo el pueblo no hubiesen acabado así.

No… no mi niña, no es tu culpa —el espíritu se volvió a Xiao y la joven avatar dio un paso al frente.

—Tu madre dice que no fue tu culpa. Pero quiero saber qué pasó aquí —explicó manteniendo la guardia—. Vi a los espíritus y me mandaron a descubrir la verdad de lo sucedido. ¿Por qué dices que fue tu culpa? —Hisara se volvió y mordió un poco su labio inferior antes de mirar a Xiao.

—Porque… yo fui quien rompió la presa.

Hisara recordó el pasado. Cuando descubrió que podía hacer agua control fue el día más feliz de su vida. Incluso su madre estaba orgullosa de ella, y su padre…

Mírala cariño, es muy buena —señaló su madre al verla jugar con el agua de un pequeño estanque que tenían en casa. Hisara creó un arco y lo congeló haciéndolo parecer un puente.

Es sorprendente… —su padre se acercó y la tomó de los hombros—. Hija, ¿de dónde aprendiste a hacer eso? ¿Lo aprendiste de mamá?

No lo sé —respondió la niña como si no fuese la gran cosa—. Sólo lo hago.

¡Mira eso! —su padre la tomó en brazos y le dio vueltas en el aire—. Mi hija es un prodigio del agua. Quién sabe, ¿quizás ella sí sea el avatar? ¡Tiene que serlo!

Cariño, le va a dar algo a tu hija —su madre le reprendió en tono cansado, pero nada de ello menguó la alegría del padre y de la hija.

Después de ello se sometió a un duro entrenamiento. Su padre pidió algunos favores y pudo conseguir un maestro que entrenase a su pequeña hija. Lo que al principio la había emocionado con el pasar de los meses le pareció un fastidio, más porque ya no podía jugar con sus amigos ni pasar tanto tiempo con su madre. Estudiaba, entrenaba, todo eso era su día a día dejándola exhausta, hasta que un día….

¡Papá! —la niña llegó a la oficina de su padre. Él se levantó de su asiento dejando de lado los papeles.

Hisara, ¿qué haces aquí?

Ya no quiero entrenar. ¡Es súper fastidioso!

¿Pero qué dices? Es para sacar todo tu potencial. Y estuviste de acuerdo en ello —le regañó su padre pero Hisara había llegado a un punto imposible para alguien de su edad.

Papá, ya no quiero entrenar. Siempre es lo mismo, desde la mañana hasta la tarde. Es horrible.

Hisara, no puedes renunciar. No cuando estás a punto de sacar todo tu potencial.

¡No quiero! —la pequeña corrió hasta el puente con su padre yendo detrás, la presa se había terminado semanas atrás y Hisara estaba furiosa, deseando pasar al otro lado y alejarse lo más posible de su padre.

¡Hisara! ¡Vuelve aquí!

¡No quiero! —el agua se agitó ante su grito.

¡Es una orden jovencita!

¡No! ¡No! ¡No! ¡Porque me vas a hacer entrenar! —el agua golpeó con fuerza el muro que comenzó a agrietarse ante el berrinche de la niña.

¡Haz lo que te digo! ¡Soy tu padre!

¡NO QUIERO!

Escucharon un gran estruendo. Los trabajadores alrededor observaron entonces la presa y fue que esta comenzó a resquebrajarse. Y antes de que su padre pudiese hacer algo, La presa se destruyó y Hisara cayó con el agua y escombro…

Cuando despertó, estaba en un hospital, con algunos golpes y su padre estaba a su lado.

¡Hisara! ¡Despertaste! ¡Gracias al cielo! —la abrazó con fuerza. Ella parecía confundida.

Papá… ¿dónde estamos?

Estamos en el hospital, tú… tú destruiste la presa.

¿Qué? N-No… yo no pude haberla destruido.

Hisara, lo hiciste —dijo su padre mirándola a los ojos—. Hiciste tierra control, ¡eres la avatar!

¿Yo? ¿La avatar?

Sí, ¡Sí! ¡Tú eres la avatar! —la pequeña no se lo podía creer. ¿De verdad era la avatar? Pero entonces, notó que su madre no estaba allí.

Papá, ¿dónde está mamá? —de repente toda emoción desapareció de la voz de su padre.

Hisara… escucha lo que te voy a decir, porque no es fácil…

Apretó la tela en su pecho, sintiendo en este el metal y el control que dolía tanto. Xiao la miraba con pena, sin poder imaginarse la presión y la culpa en una niña pequeña o… quizás sí.

—Desde entonces me he entrenado para ser la mejor Avatar. Por mi madre, por mi gente… pero tú, ¡TU! ¡TUVISTE QUE APARECER! —se volteó para señalarla con resentimiento y odio—. ¡Todo iba bien hasta que tú apareciste! ¡Y te odio por eso!

—¿Qué quieres que diga? ¿Lo siento? Vale, ¡LO SIENTO EN SERIO! Y créeme, al principio no quería ser la Avatar pero… ¡LO SOY! —exclamó extendiendo sus brazos—. ¿Y sabes qué?... Antes, en serio, te habría cambiado mi lugar —declaró con aire cansino.

—¿Qué? —parecía incrédula pero Xiao decía la verdad.

—A mí me estuvieron cazando desde mi nacimiento y hasta ahora no sé qué ha sido de mis padres. Y tuve que permanecer oculta temiendo cumplir el destino que todos querían que cumpliera ¡todos los días de mi vida! —después de su verborrea se tranquilizó y se centró en Hisara y en su madre—. Pero me di cuenta que no se trata de cumplir mi destino o no. Sino de hacer lo correcto sin dejar que esa responsabilidad me aplaste y me absorba. He tenido suerte de conocer a gente que me ha enseñado el camino correcto, mi abuela y espíritus que estuvieron al pendiente de mí al crecer, amigos que han dado la cara por mí y acompañado en mi camino, y aun cuando he pasado por situaciones dolorosas sigo adelante porque de eso se trata la vida —lanzó un gran suspiro—. Aceptas las cartas que te han tocado, pero no son las que deberás jugar todo el tiempo. De ti depende, y nadie más, qué es lo que quieres hacer y cómo quieres vivir.

—P-Pero entonces, ¿qué será de mí sino soy la avatar? ¿Qué pasará con las vidas que se perdieron por mi culpa? —la madre de Hisara miró a Xiao con claro dolor en sus ojos y Xiao se sorprendió ante sus palabras.

—Tu madre dice que no fue tu culpa.

—Claro que lo fue… yo rompí la presa. No intentes consolarme.

—Yo no te estoy consolando, sólo estoy diciendo lo que tu madre me está diciendo.

—Pero yo sí lo hice.

—No, en serio me está diciendo que no tuviste que ver con ello.

—¿Q-Qué?

—Lo que pasó fue… —de repente por la espalda aparecieron unas garras mecánicas que se aferraron a los brazos y piernas de la pelirroja y la jalaron de regreso al complejo. Xiao intentó amortiguar la caída, logrando caer de pie, pero llevándose un fuerte shock eléctrico que la dejó en el suelo

—Mira nada más lo que atrapé —Takahira se acercó con un aparato tipo mochila del cual sobresalían una especie de tentáculos mecánicos con garras.

—¿Papá? —Mu estaba rodeado por mercenarios que le amenazaron con sus armas.

—Hisara, ¿cómo es posible que caigas en un truco tan barato? —Xiao intentó levantarse, pero recibió otro shock eléctrico que la dejó boca abajo, haciéndola gritar, y varios mercenarios aparecieron alrededor—. ¿No ves que intenta engañarte?

—Pero es que…

—¿No recuerdas que existe un registro de tu vida?

—Pero ella… describió a mamá.

—Pudo haber sacado la información de cualquier fuente. Después de todo, quienes la acompañan son el general de la Nación del fuego y la princesa de Ba Sing Tse, para ellos sería fácil obtener esa información —Hisara se enfocó en Xiao, cambiando pronto a una mirada de odio ante la traición.

—¡Eres una maldita! —la pateó con fuerza en el estómago—. ¡Voy a hacerte pedazos!

—No, no, cariño. Todavía no —dijo su padre con una sonrisa—. Lo mejor será hacerla sufrir por todo lo que te ha hecho.

Xiao recobró algo de su aliento y miró al padre de Hisara, o así parecía.

—Ahora lo veo… —musitó mirándole con rencor—. Usted… fue el responsable de la presa.

—¿Qué tonterías estás diciendo? —la puso de rodillas pero Xiao lo miraba en desafío.

—Usted fue el culpable… y ellos lo saben. Los espíritus están aquí —dijo para sorpresa de Hisara y su padre sin saber que estaban rodeados—. Y quieren hacerlo pagar.

Sadasi recibió en la cara un puñetazo con roca en los nudillos de parte de Enlai, bastante sorprendido de cómo el maestro tierra había logrado alcanzar su ritmo, pero contraatacó golpeándolo en el estómago para guardar distancia y lanzársele encima rodando ambos en el suelo.

—¡Maldito traidor!

—¡Idiota! —Sadasi logró apresar a Enlai de los brazos a punto de apuñalarlo—. ¡Muere!—pero Enlai logró girarlo y quedar sobre de él apresando sus manos.

—¡Que tú primero! —quedó sobre de él para que no se moviera pero Sadasi era escurridizo intentando hacer una llave con sus piernas y sus rostros quedaron a milímetros del otro en una pose algo comprometedora que los hizo sonrojarse y alejarse un par de metros del otro.

—¡¿Qué intentabas hacer?!

—¡¿YO?! ¿Qué hay de ti? Y te recuerdo… —elevó varias columnas que aprisionaron a Sadasi—. Que estás en mi terreno.

—Pues yo te recuerdo que siempre tengo un truco bajo la manga —de su mano sacó un explosivo de granada líquida pero Enlai se lo quitó primero.

—Por supuesto que lo sé. Pero no podrás hacer nada sin esto —lo agitó un poco y vio un líquido rojo mezclarse con el claro dentro de esta—. ¿Qué rayos? —y justo la estaba sosteniendo enfrente de la cara de ambos.

—¡Lánzala! ¡LÁNZALA IDIOTA!

—¡AAAAH! —la lanzó y esa chocó contra la barrera del río, justo lo que Sadasi había querido hacer, ¡pero no son él en medio!

—/¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHH!/

Y así vieron la furiosa corriente ir sobre de ellos.

Hisara parecía confundida, pero por alguna razón le parecía que no estaban solos. De repente, su padre rio.

—¿Qué estás diciendo? —una de las garras se aferró al cuello de Xiao—. ¿Con qué clase de mentiras estás llenando la cabeza de mi hija? —la soltó en un movimiento brusco.

—No estoy mintiendo —aseveró la avatar—. La razón por la que la presa se rompió es porque estaba mal construida —declaró la joven.

—Son tonterías —se volvió a su hija con una sonrisa—. No dejes que esta escoria te llena la cabeza de ideas tonta, mi niña. Ella te quiere poner en mi contra, se nota que es una harpía.

—Hisara, tu madre te está pidiendo que recuerdes —dijo Xiao notando de repente movimiento en lo alto, se trataba de Iroh pero hizo un gesto de mano para que no se moviera—. ¿Qué te dio tu papá en tu sexto cumpleaños?

—¿Qué? —Hisara la miró con rencor—. ¿Todavía sigues con eso? ¿Qué quieres…?

—Tu sexto cumpleaños, Hisara. Ella te está pidiendo que lo recuerdes.

Hisara la tomó de las ropas para golpearla y Xiao cerró los ojos anticipando el golpe y…. al ver eso, Hisara recordó.

Su madre le había hecho una fiesta de cumpleaños con sus amigos. Todavía no tenía un control y no tenía idea de que ella era el avatar. Estaba comiendo dulces con sus amigos cuando vio a su padre llegar del trabajo y ver a todos los niños y padres reunidos. Ella quiso ir con él pero vio cómo fue a con su madre y la tomó del brazo hacia otra habitación. Ella miró entre la puerta entreabierta

Te dije que no hicieras una fiesta.

Pero ella quería una. Y dijiste que te daba igual, no que no la hiciera. Es su cumpleaños, ¡ah! —vio la sombra de su padre levantar su mano contra su esposa.

Hisara soltó a Xiao con mirada perdida.

—No… me regaló nada. ¡Agh! —sintió una punzada en su cabeza, era como si algo quisiese salir de ella—. ¿Qué estás haciendo? —la volvió a tomar de las ropas y a levantarla, Hisara era más alta y fuerte, dejando a Xiao de puntitas en el suelo.

—Sólo estoy entregando el mensaje —se volvió a Takahira que parecía un poco pálido—. Y tiempo después, cuando descubriste tu control fueron a un picnic en el que te regaló un cometa y una tarta de moras y duraznos que hizo para ti. Porque te encontró llorando en un árbol hueco cuando escuchaste lo que tu padre dijo.

—¿Cómo sabes…?

—¿Qué dijo tu padre?

—¡Ya basta! —Takahira usó uno de los tentáculos para apresar a Xiao y elevarla—. ¡Voy a acabar contigo! ¡Así ya no estorbarás a mi hija! ¡La legítima Avatar!

¡Es una inútil!

Hisara escuchó la voz de su padre en sus recuerdos. Recordó a su madre en aquel picnic, después de que le dijera a su maestro que no iba a tener lecciones ese día, lo dijo molesta, pero sonreía sólo para ella y jugaron y comieron hasta el atardecer, aunque al llegar su padre no parecía tan contento…

¿Por qué no puede hacer más que agua control?

—¡Padre! ¡Para! —Hisara quiso detenerle, pero él activó la corriente eléctrica. Aunque no llegó a electrocutarla gracias a que Iroh los cortó con su espada ardiente.

Xiao cayó de pie y quitándose de encima aquella cosa que la estaban asfixiando. Takahira al ver eso enfureció.

—¡Acaben con ellos! —ordenó a los mercenarios que atacaron sin dudar.

Hisara salió de sus recuerdos, sumándose al ataque, lo que llevó a Xiao a bloquear su ataque y pasar a la ofensiva. Dos mercenarios fueron contra Iroh pero ambos fueron arrollados por Mu que gracias a que Karue distrajo a los mercenarios al darles de picotazos le dio a uno una coz en la cara y a otro un buen cabezado. Iroh usó sus espadas para destruir las armas de los mercenarios y golpearlos, para rematarlos bolas de fuego.

Hisara y Xiao luchaban casi parejas y tomándose de las manos en un desafío de fuerza que Hisara iba ganando, pero Xiao se aferró usando su tierra control y también empujando tal como le enseñó Toph.

—¿Por qué no desapareces de una buena vez?

—Porque yo… ¡soy la Avatar! —le dio un cabezazo que hasta a ella le dolió haciéndola retroceder y de repente escuchó un gatillo, esquivando una lluvia de balas de parte de Takahira que había tenido un arma oculta en esa cosa extraña en su espalda y terminando cubriéndose con un muro de roca. Así hasta que Karue voló y le arañó la cabeza al científico. Xiao lanzó el muro contra él pero Hisara lo destruyó y lanzó una gran bola de fuego contra ella que partió a la mitad con un aire helado.

—Hisara, en verdad, ¡no voy a pelear contigo esta vez! ¡No frente a tu madre!

—¡Ya deja de mentir, maldita impostora! —encendió sus brazos y se fue acercando a ella—. De una vez por todas ¡voy a hacerte desaparecer!

—¡Ella te pide que recuerdes!

—¡No tengo nada que recordar! —Xiao miró al espíritu y ella asintió.

—¡Claro que sí! ¡Pide que recuerdes que ella fue quien te salvó! —esas palabras tomaron de sorpresa de Hisara hasta que un grito se escuchó sobre todos.

—¡LO ENCONTRÉ! —gritó Amarillys desde lo alto de una escalera metálica con unos papeles en las manos, viejos y maltrataos—. ¡La razón por la que la presa se rompió! —extendió los papeles como si todos pudiesen verlos—. El ingeniero a cargo del proyecto reemplazó los materiales originales por otros más baratos para financiar sus propios proyectos. Así, era cuestión de tiempo que la presa se rompiera. Y el ingeniero era nada más y nada menos que él… ¡AAAAH! —esquivó los disparos de Takahira dejando volar los papeles.

—¡¿Dónde encontraste eso?! ¡Malditas sabandijas!

Varios papeles volaron a los pies de Xiao que lo recogió y lo extendió hacia Hisara que apagó las flamas. Su padre estaba tan furioso que cuando se volvió a su hija la vio leer ese papel.

—Tú… fue tu culpa —dijo incapaz de creer lo que veía—. Tú en serio… lo hiciste y todo este tiempo me culpaste a mí —a su mente vinieron los recuerdos después del picnic.

Su madre la dejó en su cama pero Hisara se levantó para ver qué sucedía.

¡Eres una desgracia! Por eso me casé contigo, ¡para dar a luz a la siguiente avatar de la línea del agua! ¿Cómo es posible que no lo hayas hecho?

¿Por eso la has sometido a esos entrenamientos? Despierta ya. Ella no es el avatar, pero sigue siendo tu niña.

Pues a mí no me sirve… ¡Es una inútil! ¡Y todo por tu culpa! —y de nuevo levantó la mano, la pequeña regresó corriendo a su cuarto jurando no volver a faltar un solo día de entrenamiento, aunque con el tiempo se cansaría de ello.

—¡Agh! —Hisara se inclinó hacia adelante por el dolor, había bloqueado esos recuerdos por la culpa y el deseo de complacer a su padre. Y fue que recordó…

La corriente la arrastró, el agua entró sus pulmones, árboles y rocas alrededor de ella hasta que alguien la tomó en sus brazos sacándola de esa pesadilla. Tosió y logró volver a abrir los ojos unos segundos, era su madre, ella intentó contener el agua de la presa al ser la única maestra agua del lugar con su hija acunada en su brazo, pero al no poder con toda esa agua tuvo que tomar una difícil decisión.

Mi niña… te amo —sintió algo frío envolverla y poco después la corriente se la llevó y lo único que escuchó fueron los gritos de los pobladores ser ahogados por el sonido del agua.

Poco después alguien descubrió la cúpula de hielo en la que estaba y cuando le dijo que ella era la avatar… por un instante le pareció ver una sonrisa en su rostro.

—Mamá me salvó. Ella se sacrificó para salvarme y todo… todo este tiempo, ¡me has mentido!

—¡Claro que no! —exclamó Takahira—. ¡Te están engañando! ¿No lo ves? ¡Ellos te quieren poner en mi contra!

—¡Eres tú quién miente! —gritó furiosa—. Después de todo a lo que me has sometido… esos entrenamientos, tus experimentos, siempre alimentando mi sentimiento de culpa. Yo… Yo… Yo no soy la avatar —admitió al ver con horror su brazo mecánico y los tubos y metales conectados a su cuerpo hasta su pecho. Hisara sintió odio hacia su padre—. ¡TÚ ME HICISTE ESTO!

De repente escucharon algo, era un sonido fuerte pero iba creciendo.

—¿Qué es eso? —pregunto Amarillys colgada de lo que quedaba de la escalera y su respuesta vino con chorros de agua entrando por los huecos de las paredes y las ventanas rotas.

—¡Hay que salir de aquí! —gritó Iroh. Los mercenarios salieron primero, ellos no querían ahogarse por tan poco.

—Todo este tiempo me has usado. Obsesionado con ser el padre del próximo avatar. ¿Cómo pudiste hacerme esto? A mí, ¡a mamá!

—Hisara, cariño. Escúchame… —intentó hablar su padre nervioso—. Todo esto lo hice por nosotros, ¿no lo ves? Estás destinada a la grandeza, a convertirte en una leyenda… —llevó su mano a su costado—. Tu sabes que te amo —sus palabras la desarmaron un momento, momento exacto que aprovechó para tomar una pistola de choques y dispararle, pero Xiao la empujó y recibió la fuerte descarga.

—/¡XIAO!/ —gritaron Amarillys y Iroh. La joven avatar cayó, el agua le había dado más potencia de la necesaria al choque eléctrico aunque antes de tocar el suelo inundado fue Hisara quien la tomó en brazos. Amarillys se balanceó y cayó sobre Takahira haciendo tirara el arma que se perdió en el agua para luego rematarlo con una patada en el estómago. Para sorpresa de Iroh, Hisara le lanzó a Xiao que apenas estaba consciente.

—Hisa… —musitó Xiao antes de perder la consciencia. Takahira se levantó pero Hisara ya estaba frente a él.

—Hija, yo…

—Salgan de aquí —ordenó Hisara al grupo—. Sáquenla de aquí y aléjense.

—¿Qué piensas hacer? —le preguntó Iroh.

—Voy a terminar con esto —Iroh asintió y montándose en Mu, salió con Xiao en brazos. Amarillys y Karue les siguieron pero la princesa se detuvo unos instantes.

—Por favor, Xiao querrá volver a verte. Sal con bien —salió del complejo ya inundado y Hisara sonrió con pesar.

—No creo que eso sea posible… —alzó su mano y Takahira escuchó todo el metal y la roca del complejo comenzar a destruirse y ceder.

—No… ¿qué piensas hacer?

—Esto era lo que querías, ¿no papá? La avatar, capaz de controlar los cuatro elementos —torres de agua se elevaron para destruir el resto—. Pues bien… aquí me tienes—y así bajó el brazo con fuerza.

Todos vieron el lugar venirse abajo y sus restos fueron arrastrados por la poderosa corriente. Corriente que terminó momentos después gracias a Enlai que en el último segundo se aferró al suelo cuando fue arrastrado y levantó un muro de roca para protegerse que expandió para que el furioso río regresara a su cauce. Tosió completamente empapado y estornudó.

—Rayos, seguro con esto atrapo el resfriado de mi vida —buscó a Sadasi pero el muy desgraciado se había esfumado, quizás arrastrado con el agua pero, quién sabe.

Ya al atardecer Xiao estaba cocinando un estofado para todos. Se habían mojado y nada mejor que un buen caldo para pasar una fría noche de otoño.

—Xiao, ¿cómo te sientes? —preguntó Amarillys.

—Mal… pero cocinar me calma —revolvió el estofado con carne y vegetales—. Siento que… debí haber hecho algo más por ella.

—Nadie pensó que haría eso —dijo Iroh—. No fue tu culpa.

—Ni que ese lunático tuviese pensado destruir la presa —apoyó Enlai que estaba cubierto con una frazada y bebiendo té.

—Lo sé, pero… no… no sé, quizás podría haber hecho algo más.

—Xiao —le llamó Iroh—. Recuerda que eres humana, no hubieras podido salvarla si ella no quería.

—Aunque creo que sí la salvaste —dijo Amarillys con aire pensativo—. Ayudaste a esos espíritus, pronto todo el mundo sabrá la verdad con las pruebas que recolectamos, y sabrán un poco de la historia de Hisara. Ya no la verán como una farsante, sino como lo que fue, una víctima manipulada por su padre. Y cuando salimos parecía tan en paz… creo que eso era lo que ella quería.

Xiao pensó en ello y sonrió un poco, aunque triste. Le habría mucho gustado seguir ayudando a Hisara, conocerse un poco y poder en esos momentos compartir ese estofado que estaba preparando. Su sonrisa menguó.

—Ella sólo fue otra víctima como yo… debajo de todo ese odio que escondía su dolor, tan pesado como el metal.

Sólo esperaba que al fin, Hisara estuviese en paz junto con su madre.

Apenas podía caminar, balanceándose de un lado a otro por los árboles del bosque hasta llegar a su laboratorio. Había perdido su prototipo de defensa pero le daba igual, había salido con vida. Golpeó con su puño un tronco, furioso por lo sucedido y más con todos esos años desperdiciados.

—Pareces molesto —se burló Sadasi posado desde la rama del árbol sobre Takahira y con una nueva máscara—. Perdiste a tu hija. ¿Qué piensas hacer? —Takahira respiraba cansado, apretó los dientes y respondió.

—Ella no era más que un prototipo. Uno que ahora veo salió mal —caminó con paso más compuesto—. Pero tengo a muchos más en los que puedo experimentar —se volvió a él con una sonrisa—. Y que están más que dispuestos a alcanzar la perfección en mis manos.

Sadasi no respondió, simplemente pensó en el inútil final de Hisara, todavía tenía planes para ella pero estaba bien, todavía tenía a otro peón aguardando moverse y tarde o temprano Takahira le seguiría hasta el reino de los espíritus.

En uno de los templos del Aire, algunos monjes se pasaban notas en secreto para desconocimiento de los maestros. Uno lo tomó desde su ventana y lo leyó. Esa noche, algunos se reunieron en una cámara del sitio y frente a ellos Kazeki apareció.

—Bienvenidos sean. Me alegra ver a muchos reunidos, listos para poner en alto a los maestros Aire y resurgir como los maestros más poderosos de todos.

Y…. espero que les haya gustado! Gracias a todos por leer. Dejen review, nada de tomatazos y acepto bebidas de temporada y dulces. Y sin más qué decir… UN ABRAZO! UN GUSTAZO! Y HASTA LA SIGUIENTE!