Problemas.
Andrew miraba con minuciosidad el salón del edificio, realmente no había cambiado nada desde que estuvieron ahí por primera vez pero decidió mantenerse alerta, ya que nunca sabía en qué momento se aparecería un obstáculo. Los integrantes del culto iban en incremento mientras él se mezclaba en las conversaciones triviales que se le presentaban. Era un alivio que consiguieran mantenerse anónimos gracias a las capas que vestían pese a lo inexperto que era en el tema de los demonios. Se estaba limitando a recitar pasajes que aprendió del libro que había leído en su antiguo departamento cuando cualquiera le preguntaba sobre sus motivaciones para unirse al club, pues ese era todo su conocimiento al respecto. Agradecía poseer una buena memoria.
Cuando miró a su lado para asegurarse que Ashley no se hubiese alejado de él, se dio cuenta que los Kurai no estaban por ninguna parte. Se hubiese preocupado pero entonces los vislumbró ocupando un rincón lejano del lugar, aparentemente tratando de estar al margen de la multitud, todo lo contrario a lo que habían acordado. Sin embargo, al notar cómo se tomaban de la mano y la figura pequeña de Yonaka tiraba de su hermano mayor, supuso estaban teniendo una conversación intima, cuya suposición lo incomodó enseguida.
«No tienen remedio» pensó Andrew exasperado «Por su culpa, las cosas entre Ashley y yo se están complicando mucho».
Si, culpar a los hermanos Kurai y a su abierta relación incestuosa era la opción más factible para evitar cuestionarse a sí mismo por todos los comportamientos poco fraternales que había tenido a lo largo de su vida hacia su hermana pequeña. Cuando desde el principio proyectó a su hermana en su ex novia, tratando de convertirla en Ashley en su intento por ahogar aquel sentir que comenzó a desarrollar quien sabe desde cuándo. Siempre ocupándose de cuidar que nadie la dañara o averiguara sus secretos, de conseguirle amigos con los que conviviera, negar el acoso que ella ejerció sobre Julia y ocultar toda evidencia de ello porque desde el pacto –que él mismo sugirió– no podía dejar de priorizarla sobre cualquier persona. Siempre supo que en algún punto su actitud protectora de hermano mayor se convirtió en una excusa para ocultar esa masa degenerada que crecía en su interior. Porque Ashley era todo lo que le quedaba, era a la única que elegiría por encima de todo. No podía imaginarse que alguien lo amara tanto como lo hacía Ashley de cualquier forma, sin importar que su modo de mostrarle amor fuera así de retorcido.
Agitó la cabeza obligándose salir de estos pensamientos; no era el momento. Tenía una tarea de qué ocuparse y no podía permitirse ninguna distracción, a menos que tuviera que ver con Ashley.
Volvió mirar hacia los hermanos Kurai, sólo para darse cuenta que ya no estaban allá, en cambio ahora podía verlos intercambiando palabras con el resto del culto sin soltarse de la mano; eso significaba que se habían puesto a trabajar al fin. Paseó la vista un poco más pero no había rastro alguno del líder cultista que todos conocían por Six Eyes; se preguntó si se aparecería hasta que fuera momento de poner en marcha el ritual. De ser así, le estaría dando un tiempo límite para obtener información sobre lo que les interesaba.
— ¿Y? ¿Lograste algo? —preguntó la hermana menor de los Graves con aburrimiento, cosa que enseguida irritó a Andrew.
—Tal vez agilizaríamos las cosas si ayudaras un poco, ¿no crees?
—Traté de hablar con otros pero me pediste que no me alejara de tu vista, por eso aquí estoy.
—Dije que no te perdieras de vista, no que te quedaras pegada a mí.
—Bien, me iré. Ojalá no te sientas solo, imbécil. Porque aunque me llames no estaré ahí.
Ashley se dio la vuelta y se alejó con facilidad, mezclándose con el resto de uniformados. A Andrew no le gustaba separarse de ella de esa forma (enojados), lo hacía odiar su manera violenta de reaccionar a veces pero no le quedaba otra opción que resignarse por el momento. Se prometió que ya se ocuparía de hacer las paces con ella una vez terminaran su investigación. Eso si no la perdía por culpa de las vestiduras que los hacían confundirse con el resto de cultistas.
—Las mujeres son complicadas, ¿eh?
—…Si, lo son —se rió Andrew girándose para enfrentar a quien le hablaba, quedándose helado cuando reconoció a aquel hombre como el líder a quien había tenido la desdicha de tener frente a frente la noche de su primer infiltración. No pudo reprimir un escalofrío, pues de alguna manera su sonrisa amable y su mirada brillante le resultaron aterradoras en esos momentos.
—Espero que tú y tu chica puedan reconciliarse, a nadie le gustaría que hicieran un drama en plena invocación. Hay que esforzarse en llevar una sana vida amorosa.
—Oh… sí, claro, no hay necesidad de preocuparse.
—Me alegra escuchar eso.
Six Eyes se retiró con la misma facilidad con la que apareció en ese instante, dejando en Andrew una sensación desagradable no sólo porque leyó mal su relación con Ashley sino por el descaro de aparecerse de la nada con el único propósito de asegurarse que ellos no fueran a causar una escena. No quería hacer suposiciones apresuradas pero, ¿acaso las parejas no estaban permitidas en ese tipo de celebraciones? Después de todo no había visto a otros cultistas moverse como hacían ellos y los hermanos Kurai. Considerando que el anonimato preestablecido impidiera que se formaran lazos sociales más allá del compañerismo pasajero, ¿acaso no había modo que asistieran amigos o conocidos? Ya ni siquiera estaba tratando con el tema de las relaciones románticas. No pudo evitar preocuparse de que eso fuese a convertirse en un problema futuro.
Se deslizó por el lugar en busca del líder al pensar que incluso sacarle charla a él podría ser provechoso, pero al no encontrarlo por ninguna parte se decepcionó que hubiese perdido su única oportunidad de entablar una conversación beneficiosa para su situación actual.
Se aseguró de que los Kurai continuaran investigando y prosiguió fabricando conversaciones que le llevaran a obtener una brecha para poner sobre la mesa el tema de las identificaciones falsas. No tuvo éxito pese a sus esfuerzos, así que Andrew comenzó a sentirse derrotado por las circunstancias, el sólo pensar que esto al final hubiese sido una pérdida de tiempo le generaba un sentimiento de irritación progresiva. Después de todo no le interesaban las invocaciones demoniacas ahora, Ashley todavía contaba con una visión premonitoria. Además si no estuviesen obligados a sacrificar a otra persona, ¿qué sentido tenía moverse por esas aguas? No estaba ganando información relevante, todos en ese club no hacían más que alabar a Six Eyes o fantasear con la posibilidad de obtener respuesta demoniaca. Nadie nunca había visto un demonio antes.
—Su atención, por favor. —La voz de Six Eyes invadió el lugar, como era de suponerse había ocupado el escenario—. Ahora daremos inicio a la ceremonia de invocación. Quiero que todos entren al pentagrama mientras selecciono a uno de nuestros compañeros para que se encargue de distribuir la sangre sobre el círculo.
Aquello llamó la atención del mayor de los Graves enseguida; eso no había sucedido antes y se preguntó si la sangre usada seguiría siendo la refrigerada de la que aquel cultista idiota hizo mención durante la segunda infiltración, o si usarían fresca como Ashley se lo había señalado. Sólo esperaba no solicitasen un voluntario, porque él no tenía planeado ofrecer su propia sangre para una causa que no le importaba en lo absoluto; no estaban ahí para jugar a los satánicos.
—Estoy seguro que se preguntarán el motivo para nuestro cambio de rutina, pues me complace informarles que hace poco uno de nuestros camaradas logró invocar a Lord of Unknown exitosamente. —Los presentes se asombraron con el relato mientras que Andrew se reconoció incómodo al instante, ahora no tenía la menor duda de que Six Eyes estaba hablando del incidente que tuvieron ellos con el cultista idiota—. Desafortunadamente parece que no logró establecer comunicación con nuestro señor, así que hemos decidido poner a prueba sus métodos esta misma noche, por eso será necesario que alguien ofrezca su sangre voluntariamente.
Tal solicitud rápidamente generó controversia entre los demás cultistas, algo de lo que Andrew no estaba seguro si sería una buena señal. Por otro lado, él aún quería acercarse a Six Eyes para tratar de hablar con él, asegurarse de que no poseyera contactos con alguien que pudiera darles identificaciones falsas o de lo contrario descartarlo en definitiva. Sin embargo, no quería arriesgarse a que lo reconociera, lo había visto aquella noche sin una capa cuando se infiltró y temía que fuese a sospechar de él o lo creyera peligroso para este culto.
—Yo me ofrezco. —La voz de Shinya llamó la atención de todos hacia su figura que alzaba el brazo en alto como si de una participación escolar se tratase. Yonaka (que había permanecido a su lado en todo momento) lo miró con pánico mientras este yacía firme en su postura—. Siempre y cuando eso no signifique que tendré que morir desangrado.
—Oh. —Six Eyes estaba gratamente sorprendido, pues se esperaba más resistencia por parte del rebaño. La sonrisa en su cara fue tan marcada que tanto los hermanos Graves como los Kurai creyeron verlo brillar de alegría—. ¡Oh! Por supuesto, no debes temer, sólo será un poco de tu sangre, nada que te cause algún daño. Puedo garantizarlo. Por favor, acércate.
Shinya lo hizo, salió del círculo y dirigió sus pasos al líder de culto en contra de la voluntad de su hermana pequeña, quien se aferró a él por un momento para tratar de evitar que se involucrase en algo tan peligroso. Sin embargo, nada de lo que ella le dijo lo hizo desistir de su decisión, todo lo contrario, pues la sonrisa demencial que éste le dedicó a Yonaka fue lo que obligó a la menor de los Kurai soltarlo, completamente perturbada. Y no dejó de mirarlo con miedo mientras él acortaba distancia con el adulto y Ashley se aparecía detrás de ella para acompañarla sin apartar la vista tampoco de la curiosa escena.
— ¿Qué parte de tu cuerpo preferirías que cortara? —inquirió el hombre con expresión complaciente. Shinya no perdió tiempo en descubrirse el brazo entero y extenderlo hacia el cuchillo que Six Eyes sostenía.
—Aquí, puedes clavar el filo tan profundo como quieras.
—Admiro tu determinación, muchacho. Pero eso no será necesario.
La hoja brillante dibujó una fina línea roja en la blanca piel del adolescente, el cual fue enviado junto a otro cultista para que comenzaran a trazar el circulo que rodeaba a sus compañeros, mismos que observaban curiosos el trabajo de ambos hasta que estuvo listo. En conjunto otros cultistas se hicieron cargo de encender las veladoras alrededor y poner en marcha el casete en el estéreo. Pronto las bocinas reprodujeron aquella melodía lúgubre mientras Six Eyes guiaba a los creyentes en su llamado a Lord of Unknown con tanta devoción que Andrew no encontró conveniente participar más que levantando los brazos para simular que cooperaba. Los cultistas a su alrededor se divertían aclamando con mucho entusiasmo, así que no pudo evitar pensar en tal situación como una completa locura, incluso consideró tratar de ir en busca de Ashley mientras todos estaban distraídos sólo por si acaso. No era que se sintiera solo, para nada.
Sin embargo, antes de que retrocediera el primer paso para abrirse camino entre la muchedumbre, la ambientación escarlata que conocía tan bien se manifestó tras un breve apagón, lo que consiguió que su sangre se helara de miedo. Y al igual que él, muchos se mostraron desconcertados por el abrupto cambio de atmósfera, ya que incluso dejaron de llamar a su señor para farfullar sorprendidos. Muy pronto la presencia demoniaca tomó forma ante ellos, obteniendo gritos y chillidos de horror. En este punto, los únicos que estaban en éxtasis por el suceso eran Six Eyes y Shinya, aunque el demonio poco interés mostró por los humanos dentro del círculo sobre el que él mismo se posaba.
— ¡Nuestro señor! ¡Ha respondido nuestro llamado! —exclamó el líder de culto, eufórico.
La sala retumbó justo como había sucedido aquel primer encuentro que los hermanos Graves tuvieron con la criatura. Sin embargo, algo más debió suceder ya que repentinamente los tres ojos de Lord of Unknown se fijaron en una persona en concreto, los cultistas lo sintieron en sus huesos y almas a pesar de que no comprendían con exactitud a quién dirigió las únicas palabras que lograron distinguirse entre esa voz profunda que hizo zumbar todo el lugar por última vez.
—…Alma de Alquitrán…
Andrew perdió completamente la calma entonces, así que se impulsó correr (sin importarle más guardar apariencias) hacia Ashley, quien en ese momento recibió una señal del talismán en su bolsillo en forma de una luz dorada. Curiosa vio cómo ese mismo brillo que emanaba de su baratija rodeaba su figura por completo, dibujando su contorno y haciéndola resaltar entre los cultistas. En reacción todos los que se encontraban a su alrededor se apartaron, incluso Andrew se quedó congelado en su lugar sin saber qué hacer más que observar aterrorizado lo que ocurría. Ashley por el contrario sólo movió sus brazos, contemplando esa energía. Se preguntó si debía preocuparse por ello, no le dolía ni tampoco estaba segura si esta era una manera que tenía este tal Lord of Unknown para saludarla o simplemente esto ocurrió porque su amigo demonio le habló sobre ella. Como fuese, no era algo que tuviera ganas de cuestionar.
Y así como la criatura apareció, con la misma facilidad se desvaneció en el aire, devolviendo todo a la normalidad. El resto de cultistas se sintieron aliviados de que aquello terminara; tenían sentimientos encontrados, por una parte estaban felices de que su invocación diera frutos pero por otro lado temían que esto en verdad les arruinara la vida.
— ¡Yo se lo dije! —exclamó uno de los tantos integrantes del culto a su líder, quien estaba anonadado por lo recién ocurrido—. ¡Funcionó! ¡Hemos invocado a Lord of Unknown al fin!
— ¡Ley! —Andrew echó a correr de nuevo hacia su hermana cuando el pavor paralizante fue reemplazado por la preocupación excesiva, sujetándola de los hombros para comenzar a inspeccionarla de pies a cabeza en busca de alguna anomalía en su cuerpo. Ni siquiera se interesó en volver a cubrir sus cabezas con sus respectivas capuchas, estaba demasiado perdido en su actividad para notar que éstas habían revelado sus identidades—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo? Cualquier sensación extraña que tengas, házmela saber y buscaré una solución de inmediato.
—En realidad… no siento nada raro.
—No es momento para que seas una mocosa, ¿entendiste? Nada de fingir, lo que sientas tienes la obligación de decírmelo —espetó el mayor de los Graves apretando las manos de su hermana entre las suyas, algo que sorprendió a la confundida receptora que no tardó en formar un puchero con los labios ante la insistencia.
—Ya te dije que no siento nada.
Shinya y Yonaka se unieron a la revisión, también preocupados por la seguridad de Ashley. Six Eyes, más que ningún otro en esa sala, estaba intrigado por lo sucedido, así que en ningún momento apartó los ojos de aquella joven que su señor había bautizado como Alma de Alquitrán. Con gesto serio –inquietante para quienes lo notaron– bajó del escenario para encaminarse al cuarteto que hacía un escándalo en medio del silencio sepulcral compartido. Cuando se detuvo delante de ellos, Shinya fue el primero en reaccionar alejando a Yonaka de su camino, entonces fue cuando Andrew por fin tomó en cuenta el lugar en el que estaban, recordando que no era el único que había visto lo que el demonio le hizo a su hermana. Por instinto se puso delante de Ashley para protegerla de Six Eyes.
— ¡Ustedes…! —El cultista que caminó detrás del líder de culto todo este tiempo no tardó en reconocerlos, por lo que los señaló de forma acusatoria—. ¡Son los de esa vez!
—Genial, la perra idiota sigue respirando —comentó Ashley con aburrimiento.
— ¡Serás…!
Pero una mirada severa por parte de su líder bastó para silenciar por completo a dicho cultista. El hombre de barba prominente y ojos escrutadores prestó total atención a los jóvenes al siguiente instante, extendiendo un silencio que tensó a Andrew tanto que todavía cuando habló pensó en desenvainar su cuchillo para que fueran capaces de salir vivos de ahí.
—No es sólo la primera vez que Lord of Unknown se manifiesta ante nosotros, sino que también no ha tomado en cuenta a nadie más que a usted, joven dama. Estoy intrigado, no, fascinado por lo que eso podría significar. Sino le molesta, me gustaría mucho que habláramos de su situación. ¿Qué has hecho para que nuestro señor sienta interés en ti?
—Estamos tan confundidos como usted —intervino Andrew con una postura defensiva—. No tiene ningún sentido que esa co- Lord of Unknown —se corrigió—. Se interesara en ella.
—Pero Ashley-san dijo que había invocado un demonio antes. Tal vez… —Las teorías apresuradas de Yonaka se vieron interrumpidas por la gélida mirada que Andrew le dedicó, logrando que comenzara a farfullar sus disculpas, asustada por su reacción. Shinya la abrazó de los hombros de forma protectora para calmarla.
— ¿Oh? ¿Ha invocado a otros demonios antes? —Six Eyes retomó la palabra en tanto el resto de cultistas comenzaban a expresar sus sentimientos al respecto.
— ¡Eso es increíble!
— ¡Debe ser un don!
— ¡Nosotros hemos intentado lograrlo durante mucho tiempo!
—Seguramente ha sido bendecida por las tinieblas desde su nacimiento.
— ¡Como una elegida!
— ¡Si! ¡Es cierto! ¡Debe ser la elegida!
—Las señales demoniacas no mienten.
— ¡Quizás estemos ante un mesías que podrá guiarnos junto a Six Eyes!
Aturdido por las extrañas conclusiones a las que los integrantes del culto habían llegado, Andrew comenzó a sentir que le punzaba la cabeza. Simplemente esto no podía estar pasando, no justo cuando querían desaparecer de la faz de la tierra, borrar todo rastro de sus existencias. Obtener una importancia en un culto demoniaco era lo último que se le ocurriría para una vida pacifica, no era que le importara la normalidad a estas alturas porque era obvio que no volverían a ser normales pero era diferente de torcer absolutamente todo su camino. Quizás esa manada de idiotas estuvieran ahí para darle algo de emoción a sus patéticas vidas pero Andrew todo lo que quería era vivir junto a su hermana alejados de los problemas ligados y de las autoridades.
—Silencio, compañeros —dijo Six Eyes levantando los brazos—. Estoy seguro que ellos necesitan un momento para pensar en lo sucedido, así que, ¿qué les parece si vienen conmigo? Puedo ofrecerles un lugar cómodo para descansar.
—No, nosotros…
—Por favor, insisto.
La sonrisa de Six Eyes era amable pero Andrew no estaba seguro de que pudiera fiarse de él después de todo, la forma en la que había estado mirando a su hermana de pies a cabeza encendía todas sus alarmas de modo que podrían hacerlo enloquecer. Prácticamente la estaba devorando como un depredador que sabe vencida a su presa y el hermano mayor conocía muy bien lo que sería capaz de hacerle si se atrevía a ponerle una mano encima a su Ashley.
— ¿Por qué no? —dijo ella, ajena a toda sensación de peligro. Andrew ya no tuvo fuerzas para luchar más—. Hay mucha gente aquí y así no puedo concentrarme. Me vendría bien una cama suave y esponjosa. Siempre que él venga conmigo, porque nosotros nunca nos separamos.
—Pero por supuesto. Acompáñenme.
Cuando los hermanos Graves avanzaron hacia él, Six Eyes se dirigió al resto del culto para concederles la libertad de disfrutar lo que quedaba de la velada, ofreciéndoles atiborrarse de pasteles y café si así lo deseaban. Se le veía de muy buen humor, contrario a esa vez que Andrew lo había visto huir del culto completamente frustrado por la invocación fallida.
—Nosotros seguiremos investigando aquí abajo —Shinya aprovechó la conmoción para aproximarse al mayor de los Graves—. Suerte consiguiendo algo valioso de ese viejo decrepito.
—Gracias, lo vamos a necesitar.
—Otra cosa, Andrew.
— ¿Si? ¿Qué es?
Shinya rompió toda distancia entre ambos, volviéndola nula de golpe y enfrentando sus miradas tan de cerca que Andrew se paralizó como acto-reflejo. Los ojos negros del mayor de los Kurai se habían tornado completamente rojos y su voz se había vuelto tan amenazante que casi creyó oírlo sisear como una víbora venenosa a punto de atacar. Eso sumándole a la sensación de una hoja filosa rozando su garganta, le advirtió que no hiciera un movimiento en falso o lo lamentaría.
—Te reto a que mires a mi Yonaka de ese modo de nuevo y me aseguraré de que busques a Lord of Unknown personalmente en el infierno.
Y se alejó justo a tiempo para que Ashley se acomodara a lado de su hermano, mirando con cierta aprehensión al adolescente que volvía con Yonaka para tomarla de la mano e incluirse otra vez a la fiesta precediéndoles. La menor de los Graves no había visto con exactitud qué había sucedido entre él y Andrew pero por la tensión en el semblante de éste mismo pudo hacerse una idea; sintió el impulso de burlarse pero también estaba un poco irritada con el Kurai.
— ¿Todavía crees que fue un error juntarnos con ellos? —inquirió ella con indiferencia. Andrew se frotó el cuello, pues la ligera caricia y la idea de un violento corte se habían quedado con él aún después de que Shinya se había marchado.
—Mi error fue pensar que podía tomarme libertades con ellos sin sufrir las consecuencias.
—Si te sirve de algo, estoy lista para reventarle los sesos en cuanto se atreva hacerte daño.
—Eso no me consuela, Ashley.
—Es tu vida a cambio del mundo —espetó, lo que obligó a Andrew mirarla directo a los ojos, sólo para encontrarse con una confianza que no había visto nunca emanando de ella antes. Lo sorprendió, pues a diferencia de cuando eran niños no veía aquella oscuridad atrapante, de sus ojos no irradiaba nada más que una fría determinación. Quizás eso hizo de sus palabras algo más espeluznante—. Si tengo que tomar una decisión, tú eres más importante, siempre.
—Ashley…
—Me duele que pienses que todo este tiempo has sido el único que ha elegido.
Ashley avanzó, yendo detrás de los pasos de Six Eyes que ya esperaba delante de las puertas del elevador. Andrew se quedó un momento reflexionando en lo recién dicho antes de seguir a su hermana hacia su próxima aventura.
Se estaría mintiendo a sí mismo si se dijera que no había sido consciente hasta ahora de todos los sacrificios que había hecho Ashley por él, ya que en el pasado cada vez trataba de convencerse de que era ella quien lo había arruinado todo. Andrew sabía mejor que nadie sobre la naturaleza impulsiva de su hermana, por eso era que él se había dado a la tarea de contener toda esa pasión por su cuenta, todos esos sentimientos tan puros y por lo tanto tan intensos que ella jamás sería capaz de controlarlos por sí misma. Y le causaba un enorme conflicto pensar en que pudiera aprender cómo manejar su propia vida hasta que estuviera lista de hacerlo a un lado. Tirarlo y abandonarlo como un juguete desgastado. Andrew no quería eso. No, Ashley siempre debía depender de él, de otra manera se sentiría vacío, sería como si perdiese su propósito en el mundo.
Y nada era más aterrador para el mayor de los hermanos Graves que pensar en no tener a nadie a quién controlar, en quién trabajar o a quien proteger, ya que de otra manera no sería necesario, habría nacido para nada. Sin Ashley estaría perdido.
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Yonaka se inclinó hacia la superficie del carrito en que reposaban los pastelitos, tenían un aspecto agradable sorprendentemente, así que tomó uno de los platos todavía buscando por posibles advertencias. Shinya le había prohibido tomar de los vasos de café, por lo que no tuvo más opción que debatirse entre comer sin bebida o guardar su porción para cuando estuvieran fuera de ahí. Miró a todos los encapuchados pensando en que había pasado algún tiempo desde que habían estado rodeados de tanta gente. Ella y su hermano solían estar solos la mayoría de las veces. Tenían pocos amigos, así que no era como si antes del encierro de su hermano hubieran gozado de una vida social resaltable; casi estaba agradecida de que estuvieran ahí, cumpliendo con el plan de Ashley y su hermano para por fin encontrar su propio camino tras la muerte de sus padres.
— ¿En qué piensas?
El peso de su hermano sobre sus hombros la sobresaltó pero al instante se recargó en su pecho en busca de ese maravilloso afecto que él le ofrecía. Recogió una pieza del pastelillo con su cuchara y lo dirigió a la boca de Shinya, quien separó los labios en corto y lo recibió dentro de su cavidad, permitiéndose gemir gustoso por el sabor que llenó su boca al poco rato. Se tomó su tiempo para masticar y por fin darle su veredicto a Yonaka.
—Es comestible y no está envenenado. Puedes comerlo, imouto.
—…Niisan.
— ¿Hum?
— ¿Extrañas estar en casa?
—Pero, ¿qué dices? —Shinya apretó su pequeño y delgado cuerpo contra él, lo que hizo a la menor de los Kurai sonrojarse en cuanto el aliento de su hermano alcanzó su oreja—. Estás aquí.
—Sabes que no es eso a lo que me refiero.
—No hay otro lugar al que pueda llamar "casa". Te lo dije en todas mis cartas.
— ¿Cartas? ¿Hubo más? —Yonaka dejó de comer del pastel y tembló ante aquella noticia—. Sólo recibí una. Papá… él dijo que sólo habías enviado esa. ¿Me mintió todo este tiempo? ¿Por qué?
—…Supongo que quería hacerte creer que me había olvidado de ti.
Yonaka dejó el plato en el carrito y se giró de un movimiento brusco para aferrarse a la cintura de su hermano, no importándole que los estuvieran viendo, simplemente no se creía capaz de contener sus lágrimas ahora que era libre de derramarlas. Durante mucho tiempo, en casa o en la preparatoria, se había forzado a sí misma cubrir su verdadero sentir pero ahora que estaba junto a su hermano, podía permitirse ser todo lo sentimental que quisiera. No existían más apariencias que mantener ni sonrisas que fingir, todo lo que más quería y necesitaba estaba ahí con ella. Y no lo dejaría ir gracias al valor que había forjado en su camino. Y todo se lo debía a los Mogekos Especiales.
Shinya correspondió al abrazo de su hermana con una sonrisa conmovida mientras la reunión continuaba su flujo normal sin importar nada más. Por lo tanto nadie de los presentes se percató de la pequeña figura amarilla que se formó justo al centro del escenario, la cual sonrió con perversa diversión una vez reconoció a Yonaka entre la multitud.
