Los miembros de Vongola estaban lentamente regresando a su rutina. Sin embargo, como es sabido la estupidez humana no tiene límites, y un claro ejemplo de esto era Ieyatsu Sawada, el heredero de Vongola, él junto a sus guardianes se encontraban en su habitación, discutiendo los eventos anteriores, o mejor dicho Ieyatsu despotricaba contra Sabueso y sus hermanos, mientras sus guardianes trataban de tranquilizarlo.
—¡¡¡Como se atreven!!!, esos malditos, no solo quieren quitarme mi titulo, sino que también se atrevieron a humillar a Vongola!!!-. El décimo heredero de Vongola estaba que echaba chispas por los ojos, y junto a él se encontraban sus guardianes de la lluvia y la tormenta, los cuales solo lo miraban y no pronunciaban ninguna palabra, sin saber que decir o como calmar a su iracundo jefe. -¡¡¡Cuando acabe con ellos desearan nunca haberme conocido!!!
Ambos guardianes tenían sus dudas sobre el plan de su jefe, sobre todo Gokudera, pues este al ser criado en la mafia y ser parte de esta conocía bien los rumores que circulaban sobre ellos, y no estaba seguro, pero si su juudaime le decía que todo iba a salir bien él le creería, ese era su deber como su mano derecha.
Después de unos minutos más idearon un plan, aunque era uno bastante básico.
El plan iniciaría con ellos de camino a Japón, una vez ahí se reunirían con todos los demás guardianes, después de eso deberían incitar tanto a Hibari como a Mokuro, ambos eran bastante violentos pero a la vez bastante inteligentes y buenos rastreadores, por lo que podrían encontrarlos fácilmente, o al menos obtener información sobre ellos, lo que realmente querían era la información, con ella podrían destruirlos, al destruir su reputación primero los debilitarían y luego los destruirían a ellos, los mensajeros habían demostrado tener un fuerte orgullo. El plan era bastante simple, y parecía tener buenas oportunidades de ser útil, así que sin escuchar a Nono o a Reborn emprendieron el viaje de regreso.
Tomaron un vuelo privado a Japón, y durante su viajeHayato y Takeshi solo pudieron observar en silencio a su jefe y amigo, aunque internamente se preguntaban cuándo dejaron de ser sus amigos para ser sus sirvientes, Ieyatsu ya no tomaba en consideración sus opiniones, lo único que le importaba era demostrar que era digno de ser el heredero de Vongola.
El vuelo no duró mucho, y en poco tiempo estuvieron en Japón, al bajar lo primero que hizo Ieyatsu fue ordenar a sus guardianes reunirse en la casa de su madre en media hora. A pesar del cansancio y del estrés que tanto Yamamoto como Gokudera estaban sintiendo, ninguno se atrevió a contradecirlo.
El primero en llegar fue Ryohei, seguido de cerca por Mochida y Chrome, y después de unos quince minutos llegó Hibari, el cual entro por la ventana y se sentó en el alféizar, sin prestar verdadera atención a lo que ocurría en esa habitación.
Ieyatsu estaba molesto, pero no tenía tiempo para eso después se aseguraría de poner a Hibari en su lugar, así que aclarandose la garganta para llamar la atención de todos hablo.
-Como sabrán unas molestas plagas han estado causando problemas para Vongola...-. Antes de poder continuar fue callado por un gruñido molesto que provenía de Hibari.
-Esas plagas de las que hablas son los mensajeros de la muerte, deberías tener cuidado con tus palabras-. Les dijo Hibari con un tono serio y frío, Ieyatsu apretó los dientes con fuerza, mientras lo miraba con furia, Hibari jamás había reaccionado así cuando era de Ieyatsu de quien hablaban.
Ieyatsu hablo entre dientes y con un tono descarado le dijo. -El que debería cuidar sus palabras eres tú, tú trabajas para mí que no se te olvide-. Toda su altanería se vio cortada al sentir el frío metal de la tonfa de Hibari en su cuello y al verlo a escasos centímetros de él.
-A mí no me das órdenes herbívoro —la fría mirada de Hibari podría congelar la sangre de cualquiera con un mínimo sentido común o de supervivencia.
De fondo podían oírse las risas de Mukuro, a la vez que Gokudera saltaba al frente para intentar defender a su jefe, antes de poder llegar a él Gokudera recibió un fuerte golpe en la boca del estómago por parte de Mokuro sacándole todo el aire.
-Bas... bastardo-. Las cosas empezaron rápidamente a salirse de control, hasta que una nueva voz los interrumpió deteniéndolos en seco, todos trataron de encontrar el origen de la voz, incluyendo a Hibari y Mukuro, aunque estos lo hacían lo más discretamente posible.
Las luces de la habitación se apagaron y la pantalla de la laptop de Ieyatsu se encendió, revelando a virus informático.
-Sois muy divertidos-. Les dijo esta con sorna. Ieyatsu se acercó rápidamente agarrando la computadora por sus costados.
-¿Qué demonios haces aquí?
-No es tu problema, pero te daré una advertencia amistosa, déjanos en paz o atente a las consecuencias.
-¡Qué te has creído maldita zorra, yo hago lo que se me de la gana!
-Si no desiste habrá guerra.
-¡Entonces que empiece la guerra!
Todos los guardianes miraban estupefactos a su líder, sin poder creer lo que había hecho. Les había declarado la guerra a los Mensajeros de la Muerte de manera abierta, esto estaba destinado a ser un desastre.
A Ieyatsu pareciendo no importarle tomó su laptop y la estrelló contra la pared, esta se destruyó en muchos pedazos debido al impacto, y hasta el último segundo mientras la laptop volaba se escuchaba la estridente risa de virus de informático.
Todos los guardianes presentes solo pueden mirar sin atreverse a moverse, no queriendo llamar la atención de su jefe.
Ieyatsu por su parte solo gritaba y maldecía mientras movía sus brazos de un lado al otro.
—Si quieres guerra, guerra tendrás —a pesar de que la laptop ya no era más que solo un montón de pedazos la voz de virus informático aún se escuchó de alguna otra parte de la habitación.
~~~~~~~~~Notas de la Autora~~~~~~~~~
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