Qué alegría volver por estos lados, ya saben, la letra de la canción de las Spice Girls, sí muy noventera, responde al nombre de Too Much; la historia es sólo uno de mis muchos intentos por sacar lo que está dentro.
Ojalá les guste, créditos a mi Beta, creo que es acá TBylil, y por supuesto a Setsuna_zazu, que cumplió años hace poco y también le da sus estirones de orejas al texto cada que puede…
En fin, todo suyo y que lo disfruten, agradeceré horrores que comenten
I need a friend...
Un montón de llamas esmeraldas brotaron como manos alargadas de la chimenea, mientras hacía ejercicios de algo que los muggles llamaban yoga y que estaba intentando desde hacía unas semanas para relajarse y pensar un poco menos; tendida sobre un tapetillo de lana color canela y enfundada en un ajustado conjunto de color oscuro, ignoró un rato aquella presencia, pero al cabo de dos saludos al sol más y de algunas tablas que hicieron sudar su cuerpo deliciosamente, optó por dejarse de tonterías e ir a ver de qué se trataba. Estiró su espalda a plenitud, respiró largamente, buen rato y con un ritmo constante, llegando a un punto en el que en serio, de verdad podía llevar su mente más allá del estrés anterior; finalmente dejó el tapete sintiéndose más ligera que cuando empezó y pasó su mano por sobre el pelaje brillante del gato que la había estado observando desde la mesa de la cocina, Roar le miró con sus profundos ojos verdes como si lo hubiera interrumpido en la disertación del siglo, Pansy le arrugó la nariz y lo gruñó haciendo que bostezara, luego se di vuelta burlona y siguió su camino.
Sobre la alfombra, dejando un horrendo manchón de hollín, estaba una caja de archivo con varios documentos dentro, se inclinó y metió la mano, había un sobre con una apretada y fuerte caligrafía, era de Padma; abrió el sobre esperando lo peor, seguramente iban a despedirla por tomarse dos días de descanso, dos días en que sabía ya medio mundo debía conocer lo del asunto con Draco, quizá no lo que ocurrió en su casa, pero sí lo que había pasado en la oficina. Esperaba encontrar algo malo, peor que un vociferador dentro, así que de antemano se aseguró de pensar que era su nota de despido, se dejó caer en el sillón más cercano y carraspeando sacó la nota de adentro; al desdoblarla, sintió un buen presentimiento y eso le intrigó más todavía, así que mejor se puso a leer con atención.
Pansy:
Sé que lo que menos quieres ahora es salir de casa, lo entiendo, así que para que nadie diga que no estás haciendo nada y que te protejo demasiado, te envío esto; tu escritorio se ha estado llenando de papeles, diré que pasaste por todo esto temprano, así que por favor, avanza en tus pendientes, reúnete con algunas personas, procura resolver asuntos de la oficina lo antes posible y no dejes que se te acumule el trabajo.
Sé tú y nos vemos pronto. Por favor, pasa a la oficina cuando puedas y finge que te tengo muy ocupada, a nadie le vendrá mal ver tu rostro enfurruñado una mañana de estas, incluso Millicent está preocupada; sal y vuelve, no lo vale.
Padma.
No lo vale. Volvió a leer la línea final y se llevó las piernas al pecho, apoyando su barbilla en las rodillas, suspiró mientras volvía a recordar las palabras de Draco, ya ni siquiera podía llorarlas, el que Draco pensara lo que todos los demás ya pensaban, no era una gran novedad; se llevó el índice y el medio izquierdo a la ceja y masajeó con cuidado buscando distraerse, su ausencia a estas alturas ya habría sido notada no sólo en el trabajo, sino también en el gimnasio, en su zona de comida, en el bar con las amigas, ya debían estar empezando a preguntarse por lo que había pasado. Y si Draco se había aparecido por algún sitio con el cardenal en pleno rostro…
Sacudió la cabeza haciendo que el cabello se le revolviera por todo lo alto y se dejó caer sobre su sillón, cerró los ojos y se puso a respirar profundo, haciendo vanos intentos por distraerse, al cabo de un rato resolvió que no lo iba a lograr, que ni todo el silencio, ni todo el encierro iba a lograr que se le quitara la preocupación; al incorporarse y volver a ver la caja con documentos, resolvió que Padma era un genio, así que fue y sacó los primeros pergaminos que su manos tocaron, los puso sobre la mesilla de la sala y empezó a mirar con atención, nada realmente parecía interesante, de un tajo y con dos o tres anotaciones rápidas, resolvió algunos casos sin siquiera sudar. Siguió con un montón de pergaminos enrollados, algunos eran asuntos que merecían revisiones más precisas y largas, esas las fue acumulando a un lado en la mesa de centro, luego abrió unas tres o cuatro cartas, una la hizo preocuparse profundamente, la otra le sacó una risa histérica. Los asuntos de la oficina a veces eran tan aburridos como absorbentes, era lo mismo de todos los días. Excepto…
–Yo he visto esto antes –. Era un avioncito de papel, pero no de los comunes que vuelan por todo el Ministerio llevando pendientes, este era distinto, rosado y hasta donde podía percibir, perfumado; no se atrevía a tomarlo en sus manos porque eso del papel de color para asuntos de oficina era muy poco común y había escuchado antes que sólo ciertas personas lo usaban, en particular una que le causaba creciente irritación. Era un singular ejemplar de fémina bruja, usaba aretes de vegetales, casi siempre frescos y diminutos, como encogidos por magia, aunque luego aclaraba que no, que los buscaba en los mercados muggles con esas particulares características; llevaba enormes faldas de muchos tipos de tela, gruesa, delgada, brillante, opaca, se paseaba por los pasillos del Ministerio con la varita clavada sobre la oreja, como si de una pluma se tratara y sonreía a todos lados con emoción.
En una ocasión, Pansy y aquella joven extraña habían compartido el mismo salón en una convención de trabajadores del Ministerio, era un recuerdo incómodo y fastidioso, tenía otros del Colegio, pero ninguno como aquel y al pasar su memoria por esa experiencia desagradable, también se le vino una conversación a la mente.
–¿Entonces crees que este tipo de cosas, tendrían mucha popularidad entre los muggles, no? –Lovegood se le quedó mirando con vivos ojos azules, mientras Pansy asentía dando un suave sorbo a su copa de vino, estaban en una recepción rodeadas de gente, la primera metida en un vestido amarillo limón con un sombrero que llevaba incluidas mariposas que planeaban por sobre la cabeza de su portadora alegremente, la segunda enfundada en un vestido de sirena impecablemente negro, porque ella era de usar negro siempre.
–Sortilegios Weasley tienen futuro entre el público no mágico, suelen ser muy receptivos con lo que no entienden y remedian su confusión ante lo mágico con el argumento de que es ciencia muy elevada para ellos y muchos creen en lo "sobrenatural" sin cuestionarlo… lo he propuesto un par de veces en la oficina, revisar el inventario de los pelirrojos y ver qué podemos llevar al mercado muggle sería un acierto… arriesgado, pero un acierto. –Pansy había vuelto a dar un sorbo a su bebida y Luna Lovegood tras un instante de ensoñada reflexión, se volvió a mirarla con clara emoción.
–Eso quiere decir que El Quisquilloso sería perfecto para algunos muggles, ¿no lo crees?... tenemos temas que la comunidad no mágica debe conocer y que a ellos les abriría los ojos, ¡son cosas fundamentales para cualquier ser vivo, Pansy! –Sin saber cómo era posible, la bebida que estaba por pasar por su garganta se le atoró como si fuera algo sólido, un instante después supo que no era el vino el que se le había atravesado, era la risa que la propuesta le había causado.
–Claro, claro… cualquier día de estos deberías proponerlo a mi oficina. –Y así habían pasado a otra cosa sin darle mayor importancia, o al menos eso había hecho Pansy, porque Luna siguió preguntando cosas con insistencia inusual cada vez que veía la oportunidad.
–No puede ser –. Pansy no podía creerlo, debía ser ese el motivo del avión de pergamino, ni tarda ni perezosa desarmó el objeto aquel respetando los dobleces y un aroma de fresa y canela le golpeó la nariz casi con una nube de color que la hizo echarse atrás con asco. –Merlín… dame fuerzas.
Leyó cuidadosamente el documento, era una propuesta bien hecha y redactada sobre la posibilidad de que El Quisquilloso ampliara sus alcances desde el mundo mágico inglés directo al no mágico inglés, aunque el texto estaba hecho en un tono afable y desenfadado, Pansy le vio de trasfondo fundamentos legales e históricos que ella ya habría querido para su proyecto recién rechazado; todavía leyendo el pergamino se fue caminando hasta su habitación y por arte de magia hizo salir su ropa y disponer todo para darse un baño, mientras leía y leía y cada vez le parecía más y más viable el proyecto de Lovegood, incluso por sobre el secreto mágico y un montón de leyes y normas que estaban hechas para no ser rotas. Se estaba dando un baño caliente, cuando llegó a la conclusión de que no podía haber mejor distractor para su ausencia de la oficina y de todo lo demás, que decir que estaba trabajando con Luna, con la consentida del trío dorado; una sonrisa casi malvada le llenó la cara, era el plan perfecto, no había modo de que no funcionara.
Todavía con el cabello escurriendo fue hasta su mesilla y escribió la carta, que envío por lechuza hasta la casa de los Lovegood, en ella se citaba con Luna para aquella tarde-noche, el sitio sería público y podrían platicar donde les vieran y de un tema de trabajo, de hecho se había atrevido a proponer que cenaran juntas; al terminar aquella carta, se le vino la idea de escribir a su madre, porque estaba segura que ya sabría lo ocurrido, pero con desenfado se deshizo de la idea antes que echara raíces, muy por el contrario, en lugar de ponerse a escribir cartas para quienes estuvieran preocupados por ella, fue directo a su guardarropa y volvió a sacar un montón de ropa como era su costumbre para cualquier cita de trabajo, apenas le daba tiempo de hacer algunas cosas y así irse directo a la reunión con Luna.
Sorprendida se dio cuenta de que no había pensado en lo más importante de su reunión de esa tarde, y es que el asunto de lanzar El Quisquilloso a un público no mágico podía significar un riesgo, así que decidió volver a su mesa y escribir un par de cartas para sondear el asunto; la primera era para su contacto con el gobierno inglés, pidió informes actualizados de las publicaciones que más se difundían en medios impresos del país, luego escribió una carta Millicent, en la que le daba indicaciones de los pendientes que había resuelto ya desde casa y le solicitaba su propia revisión del asunto de Lovegood, para tener una perspectiva diferente a la propia, tomó más pergamino y escribió a Padma, quería enterarla de sus andares antes que se diera cuenta por otros medios, más valía ponerla de aviso, al mismo tiempo escribió a su asesor experto en la ley mágica y sus recovecos, intentando adelantarse a cualquier contrariedad.
Y mientras mordía la punta de su pluma, llenándose de tinta la lengua apreciando el saborcillo amargo y ácido de la mancha oscura que se le disolvía en la saliva, pensaba en su reunión y de nuevo en su madre, inclinada en su silla de respaldo bajo y con los ojos clavados en el pergamino blanco sobre su mesilla de trabajo, respiró profundo y atinó por fin a escribirle. Más valía avisarle que estaba bien y que no tenía de qué preocuparse.
El restaurante estaba lleno y ella como dictaba su costumbre, llegaría cinco minutos tarde, llevaba en la mano su maletín de piel oscura, el que había mandado labrar con el escudo que había ordenado se le diseñara, porque Pansy Parkinson quería llegar muy lejos y para eso se necesita presencia, elegancia y sobre todo entereza; el proyecto de Luna podía parecer simple de organizar y de lograr, pero no lo iba a ser, de las cartas que había enviado para sondear el asunto, dos ya habían tenido respuestas y eran taciturnas, dudosas y poco alentadoras, pero eso no significaba que fuera a rendirse. El mesero le recibió con una sonrisa y le señaló el camino a seguir, ella se adelantó caminando con mesura, quería que todo mundo la viera esa noche, llevaba una falda entallada que hacía ver su trasero más pronunciado de lo que realmente era, era de un verde botella y una blusa blanca sin mangas pero con grandes holanes al cuello, le redondeaban el atuendo con una llamativa aura de duquesa, muy al nivel de lo que ella era; aunque caminaba altiva y serena como debía, sentía algunas miradas clavársele en la espalda, pero se las ingenió para que no se le notara mueca de desagrado alguno.
–Por aquí, señorita… ya la esperan. –El mesero señaló a otra área del lugar, hasta donde un cúmulo de mesas llenas de gente les dirigían en un baile entramado y complejo, hasta un rincón de la sala donde estaba su mesa; un dejo de desagrado la invadió, "la esperan", plural, lo que le faltaba es que Luna trajera consigo a Longbottom o a Potter, ¡eso era justo lo que le faltaba!
–Espero que no me hayan dado la peor de las mesas del lugar, Benjamin. –Masticó para sacar de algún modo su molestia y para dejar bien en claro que ella seguía mandando aunque él la guiara dentro.
–Pero por supuesto que no, señorita Parkinson, usted es una clienta consentida. –Siempre lo decía así, con displicencia, siempre con mesura, siempre con falso respeto.
Tensándose y torciendo su cuello a un lado mientras bajaba dos escalones, deseó con todas sus fuerzas que no fuera ninguno de esos dos, ni Potter, ni Longbottom, porque seguramente iba a pasar la velada con el ceño fruncido haciéndose más profunda la ya marcada arruga que se le había clavado entre los ojos y le afeaba el rostro; al fin el mesero se movió para dejarle ver la mesa delante suyo y se quedó de un palmo, así, sin saber por qué una sacudida la hizo perder la tensión del cuerpo y cambiarla por un vacío vibrante en el estómago.
En la mesa había dos mujeres, una era Luna Lovegood, el cabello recogido en la coronilla en una desgarbada coleta que dejaba cabellos rubios como rayos de sol en todas direcciones, al cuello una gargantilla negra que tenía en el centro un pendiente con forma de escarabajo y que juró por un momento, movía sus diminutas patas como queriendo escapar, llevaba una blusa abombada en el pecho, de color azul intenso con bordados finos de color tornasolado y una falda enorme y amplia, gruesa en sus movimientos, de color gris rata que, no es por nada, pero le hacía ver muy bien. Al verla sintió un cierto dejo de diversión, hubiera querido reírse de la escena como hacía en el Colegio cuando se encontraba con ella, quizá decir un comentario sarcástico o irónico, pero mejor se calló.
Porque del otro lado de Luna, sin mirar a Pansy directamente pues estaba ocupada escribiendo algo en un pergamino de carta urgente, estaba la mujer que no hacía más de un día la había hecho estremecerse como jamás se lo hubiera imaginado, el cuerpo más increíble jamás visto y seguramente era en serio, ¡jamás visto!; Hermione Granger escribía sin levantar la mirada del papel, garabateando la carta con rapidez inusitada en unos dedos manchados de tinta, las uñas cuidadas y blancas en contraste, los brazos y el torso metidos en una blusa de un amarillo pastel, al cuello una delgada cadena de la que pendía un dije que con elegante floritura describía una "H", parecía querer confirmar a cualquiera que era ella, y las piernas metidas en un pantalón entallado de color café oscuro; por un instante le pareció que era otra la que estaba ahí sentada, diferente a la que había visto bajo el agua, le pareció que se había equivocado, que no podían ser la misma persona, y que se engañaba, pero Hermione acabó la carta con una larga y bella firma, moviendo la parte superior del cuerpo como si danzara cerrando una gran presentación, enrolló el papel con rapidez y con un nudo pequeño cerró el envío y lo entregó al mesero, diciendo palabras que Pansy no entendió.
Los ojos de Pansy se posaron en el dorso de esa mano, la misma que vio deslizarse por el cuello desnudo y vio también sin poder evitarlo la barbilla, la línea del rostro y el borde de las orejas, vio la sombra de la clavícula insinuada bajo la blusa y sintió un escalofrío, recordando que había tenido que meterse bajo un chorro de agua helada víctima de no sé qué mágico efecto; ante la mirada extrañada de Luna que le hacía una seña para que se sentara, Pansy atinó a cerrar la boca que se le había quedado abierta de sorpresa, y de la que se percató sólo porque sentía los labios secos, fue como si ahora se diera cuenta que su cuerpo estaba ahí, en ella, o ella en él, y no ella en la castaña del otro lado de la mesa; dio dos pasos para sentarse, ante la vista ansiosa de Lovegood y el gesto ajeno de Hermione que aún no le prestaba ni la más mínima atención.
Qué espantoso.
El mesero se fue con la carta en la mano tras oír instrucciones precisas, un elfo empezó a servir vino en las tres copas y Hermione volvió sus enormes ojos castaños a Pansy, que se quedó de un palmo como si le hubieran lanzando un petrificus, sin saber si hablar si cerrar la boca o simplemente mirar a otro lado y fingir que bebía el vino como si fuera agua y tuviera demasiada sed; Luna carraspeó ganando la mirada de la castaña que le vio con interés, la rubia hizo una seña como de que había que ser educadas con una gran sonrisa dulce añadida y Hermione, con la diplomacia que siempre le había caracterizado empezó a hablar. La voz, la misma del tarareo aquel, hizo que Pansy saliera del ensueño y enfocara sus ojos en los labios que tenía delante, los labios gruesos y húmedos, frescos como rosa recién abierta, boca delineada con apenas brillo labial que...
–Nos sorprendió mucho que pudieras atendernos tan pronto… gracias. –Pansy asintió conmocionada, no había gentileza o cercanía, Hermione la estaba tratando con una familiaridad mecánica de burócrata, como quienes trabajan en la misma oficina y departen juntos cada dos horas; aquello la sacó de balance porque pudo darse cuenta de que esa era la realidad, estaba asombrada por algo que había visto, pero era evidente que Hermione ni siquiera lo sabía y ella se derretía como un helado a medio día.
–N-no... –Tartamudeaba y eso la hacía ver estúpida y sentir peor, Hermione frunció el ceño mirándola, Luna estaba distraída leyendo una lechuza que acababan de traerle. –… no hay de qué. –Tosió imposibilitada para hacer otra cosa, tosió de nuevo y fingió necesitar agua, a lo que un mesero que pasaba hizo aparecer un vaso.
Sonrojada hasta la raíz del pelo, se dio cuenta de que estaba emocionada y absorta en algo que era el absurdo, ¡Hermione no era Draco!, así que no era para nada de su gusto, es más: HERMIONE NO ERA UN HOMBRE.
–E-El proyecto es digamos que bueno… –Carraspeó reasumiendo su tono mordaz de siempre, sacando a Hermione de su extrañeza, fingió que miraba a otro lado y volvía a dar otro sorbo al vaso de agua para alejarlo luego con un aire de repudio, dándose un aire de altanería que se ganó la ceja levantada de Granger y la sorpresa de Luna que era todo menos alguien poco expresiva, tragó saliva dándose valor y respirando profundo para dejar que el sonrojo se le fuera desvaneciendo. –… creo que esa es la principal causa de esta reunión, me gusta jalar los buenos proyectos antes que me los ganen. –Se rio haciendo que Hermione asintiera como si por fin estuviera siendo lógica la charla, Luna no entendió o eso parecieron decir sus ojos azules. –Espero no haberles complicado la tarde con la invitación repentina. –Atinó a decir notando que Granger no le sostenía la mirada más de lo necesario, la bajaba o se enfocaba en otro lado; Pansy por su lado, la observaba, no podía evitarlo, era plenamente consciente de ello y de que Luna lo notaba, pero no podía evitar ver los bordes de la ropa que llevaba. –Además, sabía que no rechazarían una invitación a cenar... nadie rechaza una cena gratis. –La cereza del pastel, Hermione sonrió de mala gana como quien había estado esperando un comentario así de grosero, torciendo la boca con divertida irritación; Parkinson por su lado no podía dejar de verla, desnudarla en su cabeza, adivinando lo que había bajo la ropa, no, no lo adivinaba, lo sabía, como una niña desviste a sus muñecas una y otra vez hasta sin ver, midiéndole prendas nuevas o volteando y removiendo las viejas; estaba absorta, sorprendida de que pudiera ser la misma… no podía ser la misma.
–Para nada, papá está muy entusiasmado… se ha convencido de que sería lo mejor para El Quisquilloso ahora que queda en mis manos, abrir su mercado… pensamos primero publicarla en Transilvania, tenemos muchos suscriptores que la piden vía lechuza. –Luna ni siquiera notó el comentario, lo dejó pasar por completo y Hermione hizo lo mismo muy a fuerza, Pansy asentía distraída sacando carpetas y papeles de su maletín, en realidad ya ni sabía lo que sacaba, sólo insistía en enfocarse en otra cosa que no fuera mirar a Hermione, porque ya habían coincidido sus miradas y se sintió abochornada, porque la castaña le miraba ahora a ratos, entornando los ojos con un aire de sospecha, enojo e incomodidad que se olía hasta las cocinas del restaurante.
–Primero que nada, Luna, tengo que ser muy precisa… esta reunión no es para nada… –Luna se puso de pie de un golpe haciendo que Hermione diera un respingo y derramara la mitad de la copa de vino que estaba moviéndose hacia sus labios, Pansy por su parte tuvo que echarse sobre las carpetas que tenía en la mesa, porque al levantarse la rubia había echado a un lado todo, haciendo que copas, vasos y papeles saltaran por los aires llamando la atención de todos en aquella área del restaurante. –… ¡pero qué carajo!
–Un momento. –La rubia no escuchó la expresión, que Hermione reprobó mirando a Pansy con enfado, mientras Luna huía del restaurante a grandes zancadas con la carta que recibiera minutos antes en la mano, enarbolándola como si fuera el motivo de su escapada y haciendo que su falda enorme diera con muchas mesas y muchos comensales.
–¿Pero a dónde mierda va? –Pansy estaba ofuscada, estaba hablando con ella, ¡tenían una reunión!, y aquella mujer sólo se había levantado para irse era para ponerse a despotricar.
–Lamento el exabrupto, así es Luna… debe haber recordado algo o sentido algo o qué sé yo. –Hermione deslizaba su servilleta sobre la mancha de vino y Pansy empezó a revisar lo que debía ir dentro y lo que debía ir fuera de su maletín, lo primero lo hizo desaparecer con un movimiento de varita, lo segundo, una cosa mínima de apenas un par de hojas, lo puso frente a sí y se volvió a mirar a Hermione; la castaña parecía de lo más tranquila, como si ver salir a Luna corriendo no fuera para nada extraño, Pansy tomó su copa y dio un sorbo sin saber qué hacer, quizá debiera irse siguiendo a Luna porque con ella era el asunto. –¿Qué era lo que ibas a decirle?
–¿Perdón? –Pansy dejó la copa sobre la mesa y se inclinó sin alcanzar a comprender la pregunta, Hermione inclinó un poco la cabeza a un lado con claro exaspero, y Pansy alcanzó a percibir el aroma que desprendía con cada movimiento, recordó el "tsss tsss" del perfume mientras se lo aplicaba aquella vez en el gimnasio y no pudo evitar removerse en su asiento incómoda, al mismo tiempo que se le iban olvidando las ganas de ser mordaz.
–Comentaste que esta reunión no es para nada… –Hermione se cortó mirándola con aire sugerente y Pansy sintió algo tibio y suave en el vientre, que la hizo jalar aire sin querer, Granger insistió bajando un poco la cara y alzando las cejas y entonces recordó lo que estaba diciendo antes de casi ser arrastrada por Luna y sintió que se le calentaba la cara como abofeteada.
–Sí, claro… decía que esta plática no es una garantía de que el proyecto sea aprobado, tú mejor que yo sabes, Hermione… –Se atragantó en la palabra y le salió cortada y fibrosa, miró a Hermione a los ojos y se preguntó qué tan común era que ambas se trataran con aquella civilidad, peor aún, ella le había hablado con respeto y distancia, ella estaba siendo en ese instante casi afable. –… ejem, bueno, sabes de sobra que el secreto mágico nos detiene demasiado, pero esos bobos tontitos de los muggles adoran las cosas que llaman sobrenaturales, les atrae lo místico y extraño, así que creo que la publicación podría funcionar, pero no va a ser fácil obtener el permiso del Ministerio. –Pansy llamó al mesero con un movimiento de la mano, la verdad es que necesitaba algo entre los dientes para sentirse menos insegura ahí sentada con Granger, que la miraba fijamente atenta a los argumentos que exponía.
–Bobos tontitos muggles. –Pansy sintió una patada en el estómago, no supo qué más hacer que reírse de puro nervio y Hermione se acomodó en su asiento sin añadir nada más, muy seria, muy callada.
Mentiría si dijera que no estaba nerviosa hasta las cachas, estaba hablando delante de la mejor bruja de su generación, la que ahora se preparaba para llegar muy alto en el Ministerio, la que peleó contra Voldemort, Pansy sabía de sobra que Hermione estaba mejor colocada que ella en nueve vidas juntas, y que además le rebasaba en intelecto y preparación, si se le sumaba a ello que tenía el cuerpo más buenísimo de todos los que hubiera visto nunca… pero claro, ella no podía pensar en esas cosas, porque aunque estuviera buenísima HERMIONE ERA UNA MUJER. Se llamó a la compostura y al sentido común dando otro sorbo a su vino, sólo tenía que irse con tiento, evitar mofarse de los muggles y dejar de desnudarla con los ojos a cada tanto.
Era simple y sencillo.
–¿Qué haría falta para afianzar el proyecto, Pansy? –Hermione entregó la carta del menú al mesero y asintió, las dos ya habían pedido algo para cenar y aunque sospechaban que Luna regresaría, no sabían cuándo; Pansy pensó un momento y se decidió a mostrarle a Hermione las cartas que no eran ni positivas ni negativas, pero hablaban de que el asunto se podría ir para largo.
–Observa esto y dime qué te parece. –Hermione tomó los documentos que le extendía y empezó a leer con atención, le llevó bastante porque las leyó varias veces, cosa que la morena notó por la forma cómo deslizaba el dedo por cada línea con cuidado, frunciendo el cejo a veces, respirando hondo otras. –No son negativos, pero tampoco alentadores, si de verdad quieren que funcione debe ser trabajado mucho, cuidado… y necesitará el aval de muchas dependencias.
La castaña asintió sin mirarla, tenía los ojos inclinados en la mesa y mirando el papel, Pansy volvió a beber un poco de su copa mientras le veía largamente, con tranquilidad y calma, tenía pecas, Hermione Granger, alias Sangresucia tenía pecas y Pansy nunca antes se había dado cuenta; volvió a llevarse la copa a los labios y a beber, era un vino denso, pesado, se preguntó si Hermione lo había pedido o Luna, dejó que el trago le mojara la lengua, que un poco de aire entrara y detonara todos los sabores del líquido, era delicioso aunque fuerte; quiso saber si lo había pedido Hermione, porque un vino así de poderoso significaría...
Volvió la mirada a ella, estaba leyendo nuevamente las cartas, por un instante no sintió aquel arrobo de antes, de cuando pensaba en lo que había visto en las duchas, estaba tranquila aún con el sabor del vino en su boca, en un movimiento natural, la castaña se arremangó un poco la blusa despejándose los antebrazos, Pansy le miró un instante con total distracción y sintió un vuelco, ahí en la piel tenía una marca, justo eso que acababa de pensar antes: SAN-GRE-SU-CIA. Era un corte, era una protuberancia rojiza y blanca, y pensó en la herida que había dejado esa horrenda cicatriz, imaginó tener aquella marca en la piel, ardiendo y quemando y verla todos los días, verla siempre... ¿por qué no se la había borrado ya?, había métodos muggles y mágicos para deshacerse de ese tipo de marcas, a menos que fuera un hechizo, a menos que la violenta y enloquecida Bellatrix hubiera instaurado en la herida mientras la hacía un conjuro que...
–¿Pansy? –Se sintió zarandeada, golpeada por el llamado y sacudió la cabeza para sacarse a sí misma de lo que estaba pensando; sentía el estómago revuelto, una opresión en el pecho que le oprimía los pulmones impidiendo que respirara cómoda, se descubrió agitada y con los ojos calientes, como ardorosos…
–¿Perdón? –Alzó la mirada antes que captara su turbación, pero era tarde quizá, Hermione le sostuvo la mirada un rato, intrigada, Pansy tragó saliva y sintió que los ojos le iban a traicionar dejando salir un par de lágrimas, así que luego los bajó a los papeles y carraspeó.
–Te preguntaba si podrías, por medio de tu oficina, obviamente, orientarnos en esto. –La aclaración sobraba, claro que era eso a lo que se dedicaba y no tenía que decirlo, pero igual sonrió de lado y afirmó dándose cierta arrogancia natural en ella:
–No lo haría de otra forma, por supuesto.
El mesero llegó con sus platos y Pansy creyó alcanzar a ver una sonrisa suave en Hermione, que se puso la servilleta al regazo, ella le imitó, las sopas estaban muy buenas y estaban entrando al plato fuerte cuando Pansy notó a la gente a su alrededor y las miradas que se estaba ganando, por primera vez en todo el rato, le cayó el peso de lo que estaba pasando: Hermione Granger, futura Primer Ministro de Magia, sentada a la mesa con Pansy Parkinson, una paria, se detuvo en lo que hacía y masticó con más lentitud el trozo de pato que tenía en la boca, miró a la castaña delante suyo y comprendió alcance de aquella reunión y de que Luna les dejara solas; no eran en vano los murmullos de a cada tanto, Hermione era una promesa gubernamental y estaba a la mesa con la mujer que le había estrujado los testículos a Draco Malfoy en una oficina hacía menos de un día.
Sintió que iba a atragantarse, pero no tardó en recobrar la compostura, se dijo que no había nada de malo en ello, como no lo había en que hace unas semanas Potter y Malfoy se sentaran a la misma mesa en un evento político (sí, cada uno en un extremo de un tablón de más de quince metros); tal vez estaban funcionando como ejemplo de que era posible una reconciliación entre todos los bandos, quizá esa cena entre las dos pudiera abrir la puerta a relaciones menos tormentosas entre los que pelearon por proteger la libertad como la conocen, y los que buscaron afianzar a un gobernante sin cabello ni nariz.
–Sé bien que haces esto con otros intereses… no tienes que fingir que te interesa, por muy bien que lo hagas. –Hermione dejó los cubiertos sobre la mesa, se limpió las comisuras de los labios con la servilleta y tendió la mano para tomar su copa de vino, Pansy estaba todavía con el mismo bocado en la boca, masticándolo y masticándolo, dándole la vuelta como si pudiera faltar el reverso de ser apretujado por sus dientes, cuando lo pasó tuvo la sensación de que lo había vuelto líquido.
–No comprendo. –Murmuró viéndola y sintiéndose mínima ante esos ojos castaños, esas pestañas onduladas perfectamente quizá a cuchara y una por una, reduciéndose ante las pecas que le decoraban la nariz y el gesto seguro y profundamente orgullos de su rostro
Qué hermosa es.
–Seguramente planeas meter el proyecto de Luna y El Quisquilloso a la par que vuelves a intentar con tu proyecto sobre la medimagia. –Hermione sonrió y clavó el tenedor entre la pasta que estaba comiendo, Pansy parpadeó un par de veces aclarando ideas antes de poder entender lo que insinuaba y estaba muy sorprendida de que supiera de su propuesta. –Debo reconocer que cuando leí tu trabajo me quedé sorprendida, demuestra un genuino y profundo interés por ayudar a ambas comunidades compartiendo conocimientos sobre salud. –Pansy volvió a mirarla tratando de leer en sus ojos, en lo que podía esconder aquel discurso, pero no la conocía suficiente para leer algún secreto en su rostro serio y concentrado en comer; pensó en qué iba a contestar, y volvió en su mente hasta el momento en que concibió su plan.
–Mi padre murió hace un par de años… –Las verduras cocidas en su plato parecían diminutas piezas para decorar una maqueta, se llevó una zanahoria a los labios y la deslizó dentro de su boca. –… tenía algo que los muggles llaman cáncer, en la garganta, entre los magos no es algo común tenerlo, se supone que nuestra magia interna, esa que se percibe en el torrente sanguíneo… la que tanto presumían sentir Bellatrix y otros mortífagos, lo elimina cuando surge… pero mi padre lo desarrolló… a veces ocurre. –Se encogió de hombros, se había acostumbrado a esa idea, se la había dicho tanto a Draco cuando no la escuchaba que se lo aprendió de memoria, su madre lo compartía tanto con amigos y familiares, que era como un mantra. –Mamá nunca quiso que un médico muggle lo viera, se habría considerado una ofensa para los Parkinson… papá murió un viernes. –El brócoli nunca le había gustado, pero se lo estaba llevando a la boca mientras hablaba, lo masticaba distraídamente, volvió a cortar otro trozo de pato y a llevárselo a la boca, sentía un escozor muy suave en la garganta que le hacía que le molestaran los ojos, y creyó que pasando comida se le iba a desaparecer.
Alzó la cara para decirle a Hermione que el proyecto de Luna en forma alguna iba a dar respaldo al suyo, eran de temas diferentes y acabarían siendo aprobados por comités distintos si avanzaban tanto, pero encontró los ojos castaños fijos en ella con una seriedad extraña, sentía como si la mirada de Granger la presionara, como si sujetara con sus ojos su rostro para dejarlo inmóvil y revisarla lento; tragó lo que tenía en la boca, ahora casi entero, el escozor se le había ido de golpe, ya no sentía esa molestia en los ojos, por el contrario, la mirada de Hermione hacía que no pudiera sostener la suya y optó por ver su plato de nueva cuenta.
Porque esa mirada estaba analizándola y se le pasaron por la mente mil cosas, tan rápido que casi no podía luego recordarlas.
–¡Cómo va la cena! –Luna apareció con un ¡plop!, sentada en su espacio de la mesa como si nunca se hubiera ido, Pansy lo agradeció horrores porque estaba sintiendo ya no la mirada pesada, sino penetrante y rígida de Hermione, que se volvió a la rubia y empezó a ponerla al tanto de la charla mientras comía animadamente; Parkinson alzó la mano y buscó al mesero, para que la rubia pudiera pedir lo que quisiera, pero el resto de la cena ya no fue tranquilo ni se habló del asunto de El Quisquilloso más, porque Luna estaba muy ocupada hablando de que había tenido que salir huyendo porque una cosa rara que se mete por el trasero acababa de atacar a uno de sus asistentes y ella se había dado cuenta porque sintió una vibración extraña en su mejilla izquierda.
–¿Un animal que se mete por el culo de alguien?... ¡Tú debes estar demente! –Pansy se rio con aquello, se rio mucho en serio, incluso sin importarle que Hermione la mirara, que la viera fijo… qué más daba.
Estaban afuera del restaurante, Pansy iba rellena de postre porque Luna quería que probara el suyo, luego tomaba del de Hermione y le daba a probar, luego tomó del suyo como si fueran íntimas y aunque se le había erizado el vello más de una vez de puro desagrado, al final había sido una buena velada; había gente todavía en la calle y aunque algunos autos rondaban el barrio que era más que nada mágico, prefirieron despedirse rápido.
–Pansy, te agradezco mucho que nos llamaras tan pronto, corregiré lo que me dijiste y platicaré con la gente de papá y el negocio, intentaré que esto funcione. –Luna tendió la mano a Parkinson que se la sujetó con firmeza.
–Cualquier cosa que necesites puedes acudir a mí o mi oficina, Millicent es mi segunda al mando y sabe todo lo necesario, podrá ayudarte sin dudarlo. –Luna asintió emocionada, se despidió de Hermione besándole la mejilla y se apresuró a desaparecer porque su padre la esperaba con los pormenores de la reunión; cuando se hubo marchado a un rellano oscuro para desaparecer, Pansy se viró a un lado para hacer lo propio, cuando Hermione la interrumpió.
–Haré esto junto con Luna, para apoyarla. –Pansy asintió sin decir nada más y le tendió la mano para despedirse, Hermione se la estrechó con suave seguridad.
–¿Cómo supiste de mi proyecto de medimagia? –Se atrevió a preguntar, se suponía que al pasar el documento a evaluación con sus supervisores y al área legal y de protección del Ministerio, el asunto era confidencial, no entendía cómo la castaña había dado con él.
–Uno de mis asesores me pidió que lo revisara y le diera una opinión joven y fresca… por eso pude leerlo, espero no haber cometido una imprudencia. –Hermione echó a andar hacia el rellano que antes usara Luna para desaparecerse, Pansy sin saber por qué la siguió. –De hecho, algunas de las notas en los aspectos que se consideraron incompletos en la revisión, las agregué yo. –Confesó con embarazo, Pansy miró a otro lado recordando el tono sonrosado de su piel bajo el agua caliente de la regadera, sintió un vuelco en el vientre y cuando Hermione se disponía a marcharse, tendió la mano hacia ella desesperada, no quería que se fuera.
–¡Espera! –Granger dio un respingo volviéndose de inmediato con la varita en ristre, el grito le había sacado un susto. –¿Tú hiciste el marco legal del documento de Lovegood? –Pansy tenía la mano ahora con la palma hacia Hermione como si pudiera haberle atacado del puro susto y quisiera protegerse, Hermione se relajó pero no quitó la mueca de asombro y asintió dando un paso hacia ella. –Crees que… tú crees que… –Pansy no podía decirlo, era como pedirle una limosna, pero una voz interior le decía, le exigía que lo hiciera. –… ¿podrías ayudarme con el mío?... es decir, mi documento me fue devuelto por ese tipo de fallos y me vendría bien algo de apoyo, tú eres ese tipo de ratón de biblioteca que todos aman, apuesto a que sólo abriendo la boca y yo copiando, podríamos crecerlo unas cinco mil páginas de aburrida disertación histórico-legal. –Sonrió, tenía que sonreír todo lo mordaz posible para darse valor.
Hermione le contempló en silencio.
Se estaba sacando los pantalones sentada a orillas de la cama cuando sintió aquellas manos delgadas y frías escalarle por la espalda, sujetarla por el cuello y con violencia hacerla tirarse sobre las almohadas, le faltaba el aire porque le presionaba la garganta, y cuando pudo abrir los ojos entre las gotillas que la asfixia le provocaba, vio los ojos grises de Draco Malfoy sonrientes y embelesados, casi en seguida sintió aquella boca húmeda, fría y otros tiempos dulcísima deslizarse por entre sus senos, los dedos le despojaban de las prendas que tenía encima y ella gemía de espanto intentando alejarlo de su cuerpo, pero no podía, era más fuerte más hábil; empujó, luchó, lloró pero no funcionó y al volver a enfocar la mirada en aquel hombre lo encontró desnudo y sonriente sobre ella intentando separar sus piernas para tomarla por la fuerza, se sacudió, se sacudió fuerte y gritó, gritó empujándolo fuera de la cama aunque tuviera que caerse junto con él y sí, apoyó su pie en el colchón y empujó con fuerza hasta que ambos cayeron al suelo.
Y se golpeó la rodilla, los brazos y el rostro contra el piso bajo su tapete persa y Roar salió huyendo dando un grito furioso, abrió los ojos e hizo a un lado las mantas y la almohada que había estado abrazando.
–Maldición. –Había estado soñando a Draco, quizá porque se había quedado dormida pensando en lo ocurrido antes, resentida porque Hermione no le había dado una respuesta, porque sólo había murmurado Lo pensaré para desaparecer dejándola en aquel rellano del camino confundida y ofuscada.
Se había atrevido a pedirle ayuda, se había rebajado a ello y no le había dado ninguna respuesta, ¡era indignante!, y ahora estaba ahí, Pansy Parkinson había tenido una pesadilla y se había caído de la cama huyendo de un sueño, un mal sueño que Draco Malfoy le causaba; sentada en el suelo, reclinada contra el buró, con la mano en la frente dio un largo y profundo suspiro, tenía sueño y quería seguir durmiendo, pero sabía que no lograría conciliar el sueño; miró a la ventana y se encontró con una lechuza que esperaba mirándola con sus enormes ojos ambarinos y una carta en el pico.
Se levantó y abrió la ventana para tomar aquello, distinguió una letra que no conocía o no creía conocer. Desdobló el papel y pudo contemplar la larga y firme rúbrica de Hermione al final del trozo de pergamino, sus ojos viajaron al contenido de la carta pero eran solo unas líneas.
Lo haré. Espera noticias mías.
Hermione Granger.
