Hoy es miércoles, qué horror... diré en mi favor que mi cabeza ha andado algo complicada y el capítulo vio luz entre sábado y domingo, pero ameritaba revisión de beta y sí, mucha fermentación; es un capítulo peculiar, que me ha costado algo de trabajo y me tiene la cabeza en hervidero...
Quiero agradecer a quienes leen y a mi beta, sobre todo, porque me ayuda a ver asuntos que se me escapan con la premura o la pasión de los capítulos, porque sí, me apasiono bastante XD
Espero que el capítulo les guste, gracias por el tiempo que le puedan dar.
Al final del presente, contestaré Reviews
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Y das, y das...
I need to know the way to feel to keep me satisfied
Dormitó, tal vez incluso durmió profundamente, así que cuando abrió los ojos le sorprendió sentir la pesadez propia de quien tiene una gripe del tamaño de África, tragó saliva y se le vino una náusea descomunal, la boca le sabía a berenjena y empezaba a sentir repulsión por ellas, estaba asqueada y si removía la lengua en su boca, creía sentir todavía su textura jugosa; jaló aire y se le vino una tos que hizo que se sacudiera entera y entonces percibió su cuerpo, sus manos y brazos, que aunque ya no estaban con la inflamación de hacía unas horas, aún se sentían densos, pesados, como traer puesto el traje de un payaso bonachón y rechoncho, cerró ambas manos y sintió la piel apretada contra sus músculos inundados, restirada, repitió el movimiento varias veces, esperaba que por alguna brujería, se le pasara la sensación, pero para el quinto y sexto movimiento, empezaba a doler. Parpadeó pesadamente, tenía sueño y no era de extrañarse, debía ser por las pociones, aun así quiso moverse en la cama, cambiar de posición porque sentía tanto calor y tanto sudor que necesitaba un respiro, y volverse sobre su costado derecho le implicó un esfuerzo casi titánico del que acabó exhausta, resoplando contra la almohada y con rastros de saliva en los labios resecos, así como un hilillo de sudor aún más grueso bajándole por el rostro.
De costado, con los brazos extendidos al frente, haciéndole terriblemente incómoda la posición, buscó la forma de relajar su espalda sin que se le adormecieran las piernas en el proceso, pero no la encontró pronto y entre reniegos, sollozos y resoplidos, al fin encontró la forma de acomodar su voluminosa humanidad, entonces alzó la cara al muro y pudo ver en el espejo de cuerpo entero que le servía para darse los buenos días todas las mañanas, una panorámica aterradora: su rostro, gordo, brilloso, impregnado en el sudor de removerse con dificultad, era una máscara gorda y fofa, de ojos hundidos como los botones que sirven al mismo propósito en un oso de felpa; no pudo contenerse, los ojos se le llenaron de lágrimas y empezó a llorar, el efecto sedante de las picaduras había pasado, ya no estaba relajada o ligeramente drogada, estaba dolorida, incómoda y furiosa con Luna.
A veces, si el llanto no le salía como quería, Hermione Granger empezaba a hipar, y así era ahora, estaba hipando por todo lo alto, casi vibrando en su incómoda situación, entonces el movimiento leve de su cara le hizo mirar de nuevo por el espejo y alcanzó a distinguir el reflejo de algo que no había visto: zapatos; entre hipidos frunció el ceño y aguzó la mirada, moviéndose un poco para alcanzar a ver mejor, porque había quedado con el cuello estirado y la cara vuelta arriba, al bajarla alcanzó a ver que no estaba sola.
Sentada en el suelo junto a la cama, con la espalda pegada a ella a modo de respaldo, estaba Pansy profundamente dormida, la cabeza caída sobre el hombro derecho, haciendo que pudiera verle la frente con el cabello encima caído descuidada y elegantemente, la nariz apuntando al suelo y los pómulos definidos y fuertes ocultos bajo el cabello oscuro; una oleada de vergüenza hizo que perdiera casi el hipo del puro susto, Pansy era la que la había estado alimentando de berenjena y seguía ahí, sentada contra la cama, entonces vio los libros y sintió un vuelco. Había estado leyendo libros y los tenía desperdigados por el suelo, abiertos aquí o separados con hojas de papel allá, al poner atención se percató que eran volúmenes de su acervo, todos libros de remedios, herbolaria, medicina tradicional...
La contempló un momento en silencio, el hipo había desaparecido producto de semejante susto, sintió una espantosa vergüenza de que estuviera ahí y recordó poniéndose de mil colores su cara divertida mientras se reía de su desgracia, entonces a fuerza de medio incorporarse para ponerse cómoda, la pudo ver mejor, se le alcanzaban a distinguir los vendajes con que llevaba apretado el pecho antes lastimado y comprendió, la risa estrepitosa la había agotado y por eso dormía tan profundo; tragó saliva volviendo a mirarse en el espejo y sintió una honda y desconsolada pena de sí misma, ahí echada en su cama de patas rotas, gorda como un globo, sudorosa y pulida, acompañada por la mujer más mordaz que conocía. Suspiró dejando que se le viniera el llanto a los ojos y casi en seguida tendió la mano hacia Pansy, buscándola, quería sentirse menos sola, aunque fuera con aquella extraña compañía, recordó la charla en aquella cena, debajo de aquel cielo poblado de velas, y el escribir y trabajar juntas, y se sintió mucho menos desamparada que al principio.
Extendió sus dedos casi hasta que dolieron para alcanzar la cabeza inclinada de Pansy, y entre un pujido de esfuerzo y un sudor que le perló la cara, pudo rozarle el cabello delgado, sedoso y suave; se sintió mejor, aunque se le siguiera viniendo el llanto y tuviera una opresión del tamaño de Hagrid en el pecho, cerró los ojos aun moviendo los dedos en aquella cabeza que dormía y cuyos labios se sonrieron de forma muy tenue en el sueño producto de la sensación de aquella extraña caricia.
Y Hermione se arrulló prodigándola.
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El cuarto ya estaba a oscuras cuando despertó, un hilo de saliva le había dejado una marca semi arenosa del lado derecho y cuando intentó incorporarse sintió una cruel descarga en el pecho, se había reído demasiado y ahora sentía el tormento de estar recién recuperada de una lesión grave; con la mano izquierda adherida a los senos para que se quedaran fijos en la esperanza de que levantarse no doliera, Pansy se apoyó en el suelo y se puso de pie. Un mareo producto del esfuerzo y el dolor le aquejó, pero se apoyó en la orilla de la cama y pudo recomponerse, entonces se volvió a mirarla y se sorprendió de verla aun durmiendo; era francamente muy desagradable, en realidad sentía un dejo de enfado de verla así, no sabía lo que le había ocurrido pero le parecía en demasía detestable que le causaran aquello.
La simple idea de que un cuerpo como el que había visto en aquella regadera fuera ahora esa masa informe le revolvía el estómago y tuvo que mirar a otro lado con los puños y la mandíbula apretada, entonces el estómago le traicionó, porque el que hubiera pasado horas alimentando con berenjenas a Hermione, no significaba que ella estuviera llena de alimento; salió dando unos pasitos cuidadosos, pero sus tacones sonaban igual sobre el suelo, así que fue práctica y se sacó los zapatos para dejarlos acomodados contra la pared cerca de la puerta, luego siguió caminando. La sala de Granger era acogedora, había un gran sillón que lucía cómodo y bonito, una alfombra enorme bajo él y una pequeña chimenea, el pequeño desayunador estaba ordenado y limpio y la cocina, a donde se dirigía ahora mismo era la típica cocina muggle.
Estufa, heladera, fregador, llevó sus manos por aquellos estantes de madera oscura y dio con un frasco de galletas que no dejó escapar, mientras metía la mano dentro y se hartaba de galletas de avena, miraba a todos lados, en la nevera encontró leche y se sirvió un gran vaso, no se le podía acusar de robo si había estado ahí metida para ayudar a Hermione; a la cuarta galleta sintió un extraño calambre en el pecho y al llevarse la mano a la zona, se acordó de que llevaba horas con aquello apretándole el torso, el sanador había dicho que debía usar el vendaje unas seis o cinco horas y descansar entre dos o tres, si hacía cuentas, debía haber liberado su cuerpo hacía un par de horas según su reloj de muñeca.
Fue hasta la sala y se despojó de la blusa, luego cortó con cuidado y punta de varita el adhesivo del vendaje y empezó a hacerlo girar en torno a ella como a la cuerda de un trompo; la libertad dolorosa de quedarse sin venda hizo que necesitara un par de minutos para regular su respiración, aunque andaba por ahí aparentando que era de acero y no le dolía más el asunto, lo cierto es que la ruptura de su pulmón había sido más aparatosa de lo que le gustaba admitir, a escondidas bebía poción para el dolor y se aplicaba ungüentos que bajaran la inflamación y le ayudaran a sanar más rápido, pero el asunto era reciente y a veces se descubría teniendo que maquillarse mejor porque las ojeras le hacían parecer mapache y la palidez habría asustado a cualquiera. Se echó la blusa encima y se la había empezado a abotonar cuando tocaron la puerta, primero se preguntó si sería correcto abrir o no estando Hermione dormida, pero luego se le ocurrió perversamente que era una buena idea, sólo por saber quién era; si era Ginny, casi podía ver la expresión acalorada y enojada de su rostro cuando la viera abrir, y si era Potter…
No lo pensó más y fue a abrir, nada más hacerlo se sonrió de lado y los ojos se le inundaron de emoción, era mejor que abrir y que fuera Ginny o Potter, el hombretón larguirucho delante de ella sostenía en manos un inmenso ramos de rosas, tan grande que se preguntó cómo hacía para llevarlo en las manos, lo miró de arriba abajo con diversión, deteniéndose en cada detalle a criticar: llevaba zapatos oscuros ligeramente empolvados, en uno había caído una gota de agua que hizo al polvo humedecerse, los pantalones de mezclilla negros le caían pesados en la delgadez de sus piernas y la camisa, desfajada, era amplia y de cuadros azules y blancos, sin manga, francamente lucía como el hombre más común del mundo y Pansy se sonrió saboreando la sonrisa como pocas veces hacía; entonces notó que así como ella lo miró de cabo a rabo, hacía lo mismo con ella, le miró desde los pies descalzos hasta la blusa a medio abotonar y la ausencia de sostén, donde se quedó atorado como si hubiera visto a Potter metiéndose en problemas y se le antojara.
Entonces se apoyó con ambas manos en la puerta de madera, cubriéndose medio cuerpo con ella y entornándola como para no dejarlo pasar, y volvió a mirarlo entero, ahora dejando sus ojos perspicaces analizar el ramo de rosas, rosas rojas de tallo largo sin espinas encantadas para resistir tres veces lo normal, una fortuna según parecía, sólo por verlas a primera vista; mientras subía hacia aquel rostro intentó ser objetiva: ojos azules enormes, pecas como estrellas en el firmamento, cabellos rojos casi ensortijados, corte respetuoso de las patillas pero largo hacia arriba donde formaba una melena considerable, encendida y densa, las mandíbulas eran recias y firmes, robustas, una cara cuadrada de hombre firme y fuerte y por un instante se preguntó qué se sentiría besar aquel rostro y sentir ese rostro cuadrado contra la espalda; el bigote incipiente le adornaba la cara y creyó entonces descubrirle ojeras, ojeras y cierto aire macilento que la intrigó…
—¿Qué haces aquí? —Sonó nervioso, con una voz aguda que tuvo que espantar tosiendo con las mejillas denotando vergüenza, Pansy alzó una ceja interesada en aquella pregunta confianzuda, directa como mordida de perro furioso, sin pausas, sin anstesia de ningún tipo. —Pansy, ¿qué haces aquí? —Se alejó un poco de la puerta y permitió que esta se abriera lo suficiente para que él intentara entrar, entonces lo empujó con la mano dejando que se le abriera más la blusa, un poco apenas.
—¿Qué haces tú aquí, hombrecillo? —Espero sin quitarse la ironía de la cara, viéndolo fijo como para comérselo con los ojos, el apretó los labios y se enderezó mirándola con claro gesto de asco. —Yo vine por cosas de trabajo, aburridas en realidad, pero ya que me traes flores… —Le sonrió con el gesto que hacía que a Draco se le subiera la sangre a la cabeza, Ron apretó el ramo de rosas con fuerza, una sacudida que hizo que algunos pétalos amenazaran con desprenderse. —… está mejorando. —Se mordió el labio inferior sin dejar de mirarlo, y Weasley se puso colorado como una grana, Pansy se burló por dentro, ¡qué sencillo era turbar a aquel remedo de macho!
—¿Dónde está Hermione? —Quiso saber, le sonaba la voz ronca, como añeja y desconsolada, casi hasta sintió pena por ese pobre diablo que venía desesperado a buscar a su amor.
—No creo que quieras verla. —Sentenció sin sonrisa en los labios, ella misma no creía ser afortunada de haberla visto, ni al inicio de su padecimiento ni ahora que había bajado la hinchazón.
—¿Por qué?, ¿qué le hiciste? —Y de dos zancadas, un empujón y apenas un resoplido enojado, Ronald Weasley había entrado a la casa empujándola a un lado, sin pisarla por apenas nada con sus enormes pies; Pansy le siguió por la sala mientras dejaba en el sofá el ramo de rosas y antes que cruzara la puerta de la habitación, se apareció delante de él con una leve nubecilla blanca, para contenerlo con ambas manos presionándole el enorme, fuerte y formado pecho, y enfrentándose a sus pecas gigantescas. —¡Qué mierda pretendes! —Casi le escupía en la cara y con dejo de asco se limpió las gotillas que le habían salpicado sobre la nariz.
—No entrarás… si algo de cerebro conservas, no entrarás ahí, no la verás. —Exclamó, sabía que Hermione y Ron eran novios y también que no tenían la relación del colegio, que aquello había decaído drásticamente con el paso de los años y de pronto se le figuró que le estaba haciendo un favor a ella impidiendo que el armatoste entrara y la encontrara en semejante estado.
—¡¿Qué le hiciste, Parkinson?! —Ron estaba fuera de sí y aquello le pareció hasta divertido, así que cuando la sujetó por los brazos y la zarandeó, dejó de buena gana que la blusa se le abriera, le sonrió y se mojó los labios haciendo gala de encanto y seducción, funcionó, lo estaba poniendo nervioso, muy nervioso.
—Si en algo valoras tu libido, no la mires en el estado en que está. —Alzó las cejas e inclinó un poco la cara a un lado sonriéndole, esperaba que aquello bastara para que se detuviera, pero no, Ron pareció ahora no enojado, no preocupado sino emberrinchado, como si le hubiera dicho que no podía respirar picando a su orgullo y aquello lo alentara más; así que la ignoró, la dejó de lado y se metió en el cuarto, Pansy le siguió y se paró junto a él cruzándose de brazos mientras veía cómo se le venía encima a aquel hombre la suma de todas las desgracias visuales de la vida, manifiesta en una risa histérica que mucho tenía de mueca de espanto.
Ron contuvo el aire en los pulmones con las comisuras de los labios estiradas a los extremos, y por tanto tiempo que Pansy creyó que se estaba asfixiando, pero no enrojeció, por el contrario se le fue más color del rostro que si hubiera tenido alguno; cuando al fin jaló aire, fue para volverse sobre sus pasos, dejando que la risa deforme de los labios se le derritiera en la cara, y ella lo siguió. El hombre se puso a dar vueltas en la sala, con la apariencia de un león enjaulado, ansioso y desesperado, Pansy lo dejó seguir así, fue a la cocina y tomó su vaso con leche, mientras se comía algunas galletas más y lo contempló sentada en la barra sin saber exactamente qué decir, él a veces murmuraba para sí y se reía nervioso, soltando más aire que risa cimbrado como un árbol por caer sacudido por una convulsión extraña, como con temblor.
Esperó, callada como si alguna vez hubiera sido amiga respetuosa de aquellos dos, como si le debiera algo de consideración a Ron y no fueran en realidad enemigos naturales, así que cuando lo vio ir hacia la puerta, acabó una de sus galletas y bebió un trago largo de leche, sonriendo con socarronería; no pretendía burlarse, no quería verse como enemiga, pero muchas veces ese gesto le brotaba por aquellos que no alcanzaba a comprender o nunca había usado.
—Si te vas porque la has visto así… será mejor que no vuelvas a buscarla, Ron —Murmuró viendo su vaso, haciendo que la leche girara dentro lentamente, Ron se detuvo con la mano en el pomo de la puerta y casi le vio la sacudida del corazón; Pansy se llevó el vaso a la boca y volvió a beber, leche aunque fuera, sólo un poco de leche al menos, porque tenía en la boca un sabor amargo, un dejo de bilis de coraje de ver que Ron podía ser tan obtuso y escapar sólo porque Hermione estaba algo, mucho... demasiado con bastante, en realidad, llenita.
—¡Qué te importa lo que hago o dejo de hacer! —Pansy alzó la cara y lo confrontó, le daba pena aquel hombrecillo, lo que tenía de grande, de imponente, lo tenía de bobo y débil, así que el que se fuera a ella le importaba más bien poco, Hermione estaría mucho mejor sin él, en una de esas hasta le había hecho un favor dejándolo entrar a verla y quizá debería tomarle fotos y mandárselas a casa o hacerle una camiseta; pero seguramente eso era lo que ella creía, y no tendría nada que ver con lo que Hermione pensaba, así que dejó que aquel grito enojado retumbara por todo el cuarto, con algo de suerte Hermione despertaría y entonces podría salir y verlo cuando se iba.
—Vete… haz lo que parece ser más obvio en ti y nada más. —No lo siguió hasta la puerta, lo dejó que se marchara sin añadir ya nada y caminó en dirección contraria, fue al cuarto a ver a Hermione llevándole algo de leche en su propio vaso, cuando a las puertas de la habitación, mirándola en su enorme y desagradable estado escuchó la puerta cerrarse detrás de Ron, Pansy se cuestionó algo que parecía importante en ese momento:
¿Por qué si lo que tanto le había atraído de Hermione era su cuerpo, el hermoso cuerpo que había visto bajo la regadera aquella mañana en el gimnasio, y siendo quien era, la mujer más banal y hueca de su generación, a la que solo le importaban el físico, las caras bonitas y los cuerpos despampanantes, no sentía ni la más mínima intención de huir como había hecho Ronald Weasley al verla en ese estado?
En la cama, la masa informe y sudorosa en que se había transformado Hermione seguía durmiendo y ella se acercó, se sentó a orillas de la cama a su lado, y con su dedo empezó a aplicarle gotitas de leche en los labios, intentando alimentarla y refrescarla un poco; una a una con el ceño fruncido, dejó caer las gotas y las miró desaparecer entre las grietas y hendiduras de aquella boca que parecía ser la misma pese a todo a su alrededor, Pansy le miraba con el labio del lado derecho ligeramente alzado en una mueca de desagrado, era verdad, sentía como Ron un profundo repudio por aquella voluminosa metamorfosis, pero aunque le desagradaba mucho no tenía sino que pensar en las charlas que habían tenido en aquella cena y los temas que le había enseñado ahí mismo, para no sentir arcadas, también recordó la imagen bajo las duchas y se sonrió con más desagrado.
—Más vale que te pongas de nuevo como estabas, Hermione… porque si no, la que me va a deber una cena a mí va a ser otra. —La vio llevarse la lengua a la boca y probar la leche, que recubría sus labios al entero, le pareció que era una buena señal, así que se levantó de la cama y decidió ir a comprar algunas cosas para que esa inflamación bajara pronto, ya.
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—Oye, gordita… oye. —Era un murmullo suave y chillón que acompañado de una palmadita en la mejilla, le daba como una especie de golpe eléctrico cada vez que le pegaba con los dedos en el rostro, abrió los ojos que sentía pesados, densos y descubrió las luces encendidas, se llevó la lengua por la boca que todavía le sabía a berenjena, ¡qué horror!; luego se probó los labios y le sabían a leche, cosa extraña, pero le sabían a leche y eso era reconfortante. —Princesa Durmiente o como sea que se llame esa idiota de cuento muggle, abre los ojos que no tengo tu tiempo.
—¿Pansy? —Cuestionó cuando se le aclaró la vista y se la encontró frente a sí, tenía en las manos un tazón y alzó las cejas sonriendo como si la hubiera llamado "cosa hermosa", miró a todos lados y descubrió su cuarto inundado de una penumbra extraña. —¿Qué hora es?
—Son cerca de las cinco de la mañana y me sorprende que nadie haya venido a relevarme en tus cuidados… ¿no eras tú la chica con más mejores amigos del mundo? —Quiso saber mientras le sujetaba por el cuello y la ayudaba a incorporarse para beber del tazón, frunció el ceño y quiso refutar el comentario arrugando la nariz, pero no pudo porque le llevó a los labios aquello y tuvo que beber; era algo espeso, olía agrío y tenía el color del yogurt de nuez, en la boca lo sentía vivo, como si se moviera o temblara y sintió una arcada cuando aquel líquido grumoso le empezó a bajar por la garganta, como usando pequeñas manitas para descender; empujó a Pansy, intentó quitársela de encima, deseó escupir pero no pudo, Pansy apretó más su agarre a la nuca de Hermione haciéndola dar un respingo mayor e intentar escupir. —Ya, ya, tómatelo… te juro que no lo hice yo, fui donde Pomfrey y me la preparó.
Aquello la hizo dudar y dio un trago, uno largo y fuerte, que hizo que el estómago reaccionara como si fuera un bolsillo dentro del que cae una roca, alzó la cara para respirar y dejó que algo del brebaje aquel cayera sobre las sábanas, miró a Pansy y descubrió en sus ojos un descontento amargo, hasta por qué no pensarlo, un aire de preocupación, entrecerraba la mirada y analizaba lo que había dejado caer, como si aquel fuera el líquido más costoso jamás visto; buscó aire llevando su cara a otro lado y más tardó en moverse, que Pansy en volver a ponerle el tazón en la boca con suma violencia.
—No te dije que dejaras de beber, te lo tienes que acabar. —Lo inclinó y sintió aquello llenarle la boca, era frío y ahora le tomaba sabor, entre salado y ácido, negó con la cabeza pero Pansy siguió empujando. —¿Crees que no estoy cansada de velarte el sueño?, quiero irme a casa y dormir un par de horas antes de irme al trabajo de nuevo, tú al menos te quedarás aquí hasta que dejes de ser el doble de una morsa. —El comentario fue demasiado y haciendo gala de fuerza la empujó con ambas manos haciendo que trastabillara y el tazón fuera a dar al suelo.
—¡Jódete, Pansy!... ¡nadie te pidió que vinieras a cuidarme!, ¡cualquier persona más importante en mi vida vendría a hacerlo de buena gana! —Escupió furiosa, con la pócima aquella llenándole el cuerpo con un aura helada que la hizo estremecerse, Pansy se quedó de un palmo mirando el tazón en el suelo y el resto del remedio esparcido por el piso.
—¡Qué curioso!, porque no veo a ninguna. —Le apretó la cabeza con un cariñoso gesto brusco que la hizo externar un bufido de enojo. —Genial, Granger… ¿sabes lo que me costó preparar esa cosa? —Le miró con los ojos oscuros de enfado, Hermione se limpió la boca con el dorso de la mano y se la sintió de nuevo inflada, apretada de hinchazón.
—Lo hizo Pomfrey, ¿no? —Masculló furiosa, echado el cuerpo adelante, sintiendo que de puro enojo le hormigueaba todo el cuerpo y tenía fuerza y energía para incorporarse y quizá hasta para saltar de la cama y correr la maratón; Pansy le sostuvo la mirada enojada y parecía estar agotada, pero no bajó los ojos, no sentía pena, no le preocupaba lastimarla o ser desagradecida, la ofendía, entre sus bromas idiotas la ofendía y no iba a permitírselo más, ya no.
—Pues tendrás que lamerlo de la alfombra si es preciso, porque no creo que esa viejecita simpática tenga vida suficiente para prepararte más. —Se agachó para levantar el tazón, pero Hermione no quería volver a probar eso y la detuvo estirándose de tan mala suerte que sintió que se acalambraba y dio un alarido largo y agudo. —Aguarda. —Pansy tendió su mano hacia ella, quizá con apuro, dejando la máscara de enfado de lado y preocupada de que se fuera a caer.
—¡No voy a beberme la poción que estuvo en la alfombra donde caminaste descalza! —Aquello la hizo volver la mirada, se veía tensa, con la mandíbula bien apretada, Hermione apretó los dientes, casi los rechinó. —Por muy metáfora de besarte los pies que parezca. —Se quitó las mantas de encima y quiso levantarse pero no pudo, era muy pesada y apenas lograba doblar las rodillas para moverse de nuevo en la cama, un montón de gotas de sudor se le vinieron al rostro y dejó escapar un grito de desesperación, creyó escuchar una risilla de Parkinson por el comentario, pero estaba tan ocupada en querer levantarse que rabió otra. —¡Maldición, Luna!
—Así que fue Luna… a ella le debemos esta belleza. —Sonaba tan divertida que se le vinieron lágrimas de impotencia a los ojos.
—No te burles, es lo que menos necesito ahora… —Pansy dejó escapar una sonrisilla irónica, aquello la hizo recordar las carcajadas descontroladas a su llegada. —… ¡Ya te reíste suficiente!... ¿qué esperas para largarte? —Le espetó enfurecida, Pansy dio un respingo. —¡No escuchas!, ¡no te necesito, no te quiero aquí! —Sonó peor que nada que le hubiera dicho antes, Pansy se enderezó entera, las manos caídas a los costados y la sonrisa en la boca, la vio ir a la silla junto a la cama, hasta entonces no se había percatado de que no llevaba blusa, y que se le veía enflaquecida y ojerosa, el pecho lo llevaba cubierto por vendajes apretados contra el torso; la vio caminar hacia la puerta e inclinarse para acomodarse los zapatos, tragó saliva sudando a chorros de tan agotada y frustrada, Parkinson se metió la blusa y se volvió a la mesa frente a la cama.
—Ahí está el documento ampliado… en la cocina hay más poción, debes beberla como si fuera agua de uso, toda… ¿escuchaste? —Hermione estaba agitada y le miraba como si quisiera fulminarla, no necesitaba sus atenciones, no quería sus cuidados, sólo que se largara, que la dejara en paz con su desgracia y ya. —Una vez que la termines sugiero que te des una ducha y trates de dormir… tu cuerpo va a necesitar mucho tiempo para volver a ser tú… —Pansy fue hasta la puerta y sin volverse se abotonó lo último y añadió. —… si es que vuelves a ser tú.
—Púdrete. —Le salió hondo, ronco, como si en esa palabra pudiera sumarle todo lo que siempre le había desagradado, estaba siendo excesiva quizá, pero ya no tenía ganas de contenerse, era el malestar probablemente, el hormigueo que le recorría entera y el calor infernal que la consumía aunque se quitara las mantas cada vez.
—Claro, claro… ah, por cierto… —Pansy salió del cuarto y hablaba desde la sala o desde algún punto lejos de la habitación. —… las rosas te las trajo Ronald, intenté que no entrara a verte por el bien de su pequeña y delgaducha hombría, pero no es de las personas que hacen caso a advertencias… quizá vuelva.
—¿Vino Ron? —Cuestionó a las sábanas lejos de su cuerpo empapado en sudor, sentía como si estuviera metida en un maratón y su cuerpo estuviera sacando todo aquel esfuerzo en formato de sudor con cierto tono rosado según veía en sus manos extendidas delante de su rostro.
—Y se fue tan rápido como llegó… si tengo tiempo volveré a venir e insisto, date una ducha, porque esa poción te va a dar un levantón. —Escuchó la puerta abrirse y los tacones cruzando el marco, pudo oír que salía a la calle y la puerta al cerrarse, sorprendida descubrió que seguía sintiendo aquel calor mortal, que tenía la ropa ya empapada en sudor y que le hormigueaba todo el cuerpo; desesperada se puso de pie yéndose de boca contra el suelo, su cuerpo bofo se meneó por el acolchado insuficiente de la alfombra, literal se arrastró como pudo hasta la ducha y abrió el agua fría a tope apenas con un movimiento de mano y un golpe de magia salido de la nada.
No, no serviría de nada tras pelear por entrar en la ducha, tras batallar con sus lonjas y bolas enormes por entrar en aquel reducido cuadro de azulejo, porque la temperatura de su cuerpo era tan alta que el agua no la tocaba, se evaporaba sin llegar a mojar la ropa que no se había quitado por la premura de refrescarse y la incompetencia de su cuerpo para quitársela; se preguntó si no habría hecho mal en echar a Pansy así, en decirle aquello, en hablarle de ese modo cuando parecía que intentaba ayudarla. Luego se convenció de que no, porque sentía que se estaba muriendo y cabía la posibilidad de que Pansy fuera responsable de ello.
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—¡Qué cara! —Millicent se volvió a verla desde su escritorio, venía metida en unos jeans y llevaba una camiseta de las Arpías de Holyhead con una serie de quemaduras que se incendiaban en llamas mágicas de color azul para luego volver a la normalidad; la aludida le miró mientras se llevaba el vaso de su mano a los labios, Millicent frunció el ceño analizándola. —¿Qué estás bebiendo?
—Ven a mi oficina, necesito hablar contigo. —Bulstrode le siguió y se encerraron, Pansy cerró detrás de su amiga y caminó hacia su escritorio, puso el vaso encima y se sentó en su butaca de cuero oscuro, se echó hacia atrás alzando los pies para ponerlos junto al vaso y se ajustó las gafas que sacó del cajón, Millicent aguzó la nariz y distinguió el aroma.
—Whisky… ¿estás bebiendo whisky a las nueve de la mañana?, Pansy, Padma vino a buscarte y no le va a gustar nada ver que…
—Basta, basta. —Se llevó la mano a la frente, presionándose la piel y estrujándola como dándose pellizcos en las sienes, Millicent pensó que quizá estaba pasando por una resaca del tamaño de toda Inglaterra. —No me sermonees, ¿cuál es el problema con Padma? —Quiso saber con los ojos cerrados, bajando las piernas al suelo e inclinándose con los codos entre los folders y rollos de pergamino que esperaban ser revisados.
—Está preocupada porque has estado volátil los últimos dos días, no quiere que vayas a perder los logros de las últimas semanas. —Millicent llevó su mano hacia el vaso y trató de sujetarlo, pero Pansy se lo ganó y lo bebió de un trago para luego estrujarlo e incendiarlo sobre su mano con una llamarada azulosa. —No luces bien. —Dijo ahora netamente preocupada, Pansy se llevó la mano a la cara y se restregó vivamente la nariz, como si deseara meterse algo por ella para que se le despertara el cerebro.
—Necesito un favor, Millicent. —La aludida asintió, estaba asustada de verla así, no recordaba cuántas veces le había visto ese aire de enfado-desesperación, como si estuviera desolada y se quedara sin nada; recordó cuando Draco le hacía la vida imposible y se imaginó que de aquello se trataba, pero no llegó a decirlo por miedo a removerle algún recuerdo reciente. —Hazte cargo de la oficina por hoy y mañana, tengo que dormir, necesito sentirme mejor... estoy exhausta.
—Se ve que has dormido poco. —Murmuró mirándola con más ahínco, analizándola, sabía que si algo torturaba a Pansy era la falta de sueño y aquella cara decía que tenía horas sin pegar el ojo y además, que estaba bajo tensión constante.
—Muy poco… estuve haciendo una poción sanadora y sabes que soy buena en ello, pero exageradamente lenta. —Bostezó, y mientras lo menguaba con su mano delgada se puso de pie pesada y torpe, Millicent la imitó siguiéndola rumbo a la puerta, Pansy abrió y echó a andar con su camiseta incendiándose aquí y allá y sus zapatillas deportivas arrastrando como si se fuera a desmayar. —Dormiré y me iré a hacer lo que traigo entre manos, por favor, si ocurre algo urgente, avísame. —Millicent asintió y la miró salir, algunos le vieron con interés otros le ignoraron con descaro evidente. —Y Millicent.
—¿Dime? —La veía mal, ojeras y todo y ni siquiera se había quitado las gafas cuando abandonó la sala como si no le importara que se las vieran puestas, pero la escuchó hablar mientras se alejaba todavía.
—Y no, no me gusta… ¡me gustaría más un escorpión en la entrepierna! —De momento no comprendió aquel comentario y no fue hasta más tarde comiéndose un emparedado de aceitunas negras y atún que se acordó, entonces se sonrió de lado con ironía: Pansy solía repetir muy poco las negativas que sí eran negativas.
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Se había puesto la pijama y tras beberse el resto de la poción, estaba sentada cómodamente en su sillón frente a la chimenea encendida, con una taza de café en las manos; había caído inconsciente en la ducha y sólo había despertado cuando luego de mucho rato, el agua helada ya hecho su trabajo, empezó a aterirle, y tenía el cuerpo a temperatura baja, no sabía cuántos minutos pasaron y su conciencia ecológica estaba sufriendo un espasmo porque ni idea de cuántos litros habría desperdiciado; tras salir de la ducha se encontró con que así como se secaba el agua, la hinchazón parecía irse con ella, o ser absorbida por las toallas, seguía estando unas tres tallas sobre su normalidad (esas había tenido que ampliar su ropa), pero al menos ya podía moverse sin ponerse a sudar como un cerdo.
Mirando las llamas pensaba en lo que Ginny, o la voz de Ginny proveniente de una pelota detrás del fuego le había dicho unos minutos antes:
—Ronald llegó ofuscado, no sé qué le afectó más, encontrarte en ese estado o que Pansy estuviera ahí para hacerle más amargo el trago. —Ginny sonaba realmente contrariada y ella intentó quitarle importancia hablando más relajada. No tenía resultado.
—Pues según me dijo Pansy, él estaba más desencantado de lo que queda de mí, que de otra cosa. —No, en su voz había un claro dejo de enfado, hasta de fastidio, no se sentía tan bien como para andar discutiendo lo que Ron pensaba, hacía o dejaba de pensar y hacer.
—¿Vas a creerle más a esa arpía que a mi hermano? —Ginny casi perdió la voz en aquel reclamo visceral y rabioso, Hermione entornó los ojos y se llevó la mano a la frente imitándole el drama también
—Nunca hubiera creído que tu hermano me llamaría listilla insufrible y petulante… menos que Pansy vendría a cuidarme estando enferma… no sé qué creer, Ginny. —Aquello funcionó, calló a Ginny por un largo minuto, incluso llegó a pensar que no le hablaría más, porque las llamas se quedaron oscuras, quizá vacías, pero entonces arremetió casi asustándola.
—¡Pues deberías creernos a nosotros, a tu familia! —Uy, eso era un golpe bajo, porque con lo que le decía no era ella, sólo Ginny, sino todos, Arthur, Molly, Bill, todos en bola en el poder de una sola frase demoledora.
—Ustedes son mis amigos, Ginny, y sí mi familia… pero Ron me hace dudar de si ese parentesco seguirá tratándose de lo que hay entre los dos. —Le salió sincero, con un dejo en la voz de cansancio y preocupación, y seguro eso fue lo que llevó a Ginny a preguntar de su estado físico, de si bajaba la inflamación y necesitaba ayuda en casa, a lo que se negó vehemente, porque no le daban ganas de ver cabeza pelirroja alguna por su casa próximamente.
¿Y cómo había acabado esa charla?, con Ginny yéndose entre aspavientos porque le rechazara algo de cuidados, ella cerrando la comunicación y dedicando las siguientes dos horas a hablar por teléfono con su madre, pidiéndole consejos para controlar la inflamación buscando enfocarse en sus padecimientos físicos, en aras de ignorar un poco los otros; el café sabía feo, porque lo había saturado de gotitas y granitos y remedios que la harían sentir mejor, pero la verdad es que la poción de Pansy era la que más le había ayudado, aunque fuera casi blasfemo decirlo.
Pansy, ese sí que era un suceso extraño en todo aquello que le estaba pasando, volvió a beber de su café largamente, mirando la chimenea y pensando y repensando, porque no entendía del todo qué hacía aquella mujer en su casa, qué podría haberle dicho a Ron para dejarlo tan mal y por qué le estaba ella dando pociones para que se sintiera mejor; sintió un sutil hormigueo en la espalda y como un escalofrío, dedujo, como venía sintiendo desde hacía rato, que sus músculos se comprimían poco a poco otra vez, cada vez que ocurría eso mismo se estremecía entera y tenía que cerrar los ojos y mirar a otro lado.
Buscando relajarse e ignorar la sensación de su cuerpo al "desinflarse", prendió con el control remoto el estéreo que tenía enfrente, sobre la chimenea, el disco compacto que su padre le había obsequiado por su cumpleaños empezó a sonar por todo lo alto e intentó sumergirse en la música para no pensar en que sentía su piel abombarse y aguadarse por aquí y por allá intermitentemente; la música empezó a sonar y ella pudo estirarse un poco bajo la manta que le cubría las piernas, al hacerlo se dio cuenta de que tenía las piernas entumidas y temblorosas, luego volvió a su taza de café y bebió lo último.
Suspiró hondo con los ojos cerrados, pensando en que seguro aquello se iba a llevar más de dos días en acomodarse por completo y que tendría que ir al gimnasio con más frecuencia si quería volver a ser ella misma, eso la hizo dar un suspiro de desencanto, en serio se sentía muy mal con ello, empezaba a tener mucha incomodidad consigo misma y la piel abombada que le rodeaba; miró el reloj de pared y notó que pasaban de las cuatro y media de la tarde, estornudó y sacudió su cuerpo entero, se acomodó la manta que tenía encima y volvió llenar su taza de café con un movimiento de varita que luego puso a su costado en el sillón, y se concentró de nueva cuenta beber y calentarse un poco el cuerpo plagado de escalofríos.
¡Mamma mía! Here we go again…
A su mamá le gustaba Abba, así que no era raro que su papá le pusiera música así en sus obsequios, pero no tenía ganas de nada bailable disco ahora, así que avanzó una canción, dos, tres… cuando dio con una que le gustaba se sonrió y cerró los ojos echando el cuerpo atrás para relajarse contra el sillón, movió los dedos de los pies, el hormigueo casi se había ido de esa zona, pero se concentraba en los chamorros y los muslos.
Every bond you break, every step you take, I'll be watching you…
Aquello la ponía de mejor humor, casi se le subía el ánimo, se removió en su asiento y estiró la mano para tomar un libro que tenía sobre la mesa a su lado, La Guerra de los Mundos, que venía dejando a medias desde hacía varios meses y que ahora parecía que iba a tener tiempo suficiente de leer con atención; usando el separador fue a donde estaba detenida su lectura, suspiró sintiéndose ahora y desde hacía mucho rato realmente cómoda, sin sudores, sin escalofríos, sin espasmos, cómoda; cuando sonó un golpe fuerte seguido de dos pequeños en la puerta.
Se quedó congelada, su madre no era porque habían acordado que no era necesario que hiciera un viaje de seis horas en auto para cuidarla de una hinchazón (sí, hasta ese punto le había quitado importancia para no preocuparla), tampoco su padre porque era lo mismo, no podía ser nadie de la oficina porque con nadie tenía una relación cercana como para que asistieran a ayudarla, Ginny y Luna, sus dos mejores amigas eran víctimas de su mismo mal y según supo por la primera, la segunda había ido a un bosque cerca de Estocolmo a sumergirse en fangos azufrosos para recuperarse; la opción era que el que llamara la puerta fuera Harry, su amigo entrañable de toda la vida y casi alma gemela, pero lo dudaba, porque sabía de buena fuente que derivado de un trabajo encubierto, Potter estaba en esos momentos metido en Azkaban fingiéndose traficante de huevos de dragón.
Comodísima donde estaba y sin ánimos de ir hasta la puerta para abrir, Hermione atinó a alzar la voz por sobre la música de Houston que alzaba su tremendo vozarrón en aquel momento y que su papá había metido en aquel mezcladísimo disco, después de todo, los muggles hacen eso, gritar a voz en cuello para no tener que levantarse de donde están.
—¿Quién? —Quiso saber por todo lo alto, creyó identificar ruido de bolsas que se sacudían del otro lado y se le cruzó por la cabeza que podría ser un vendedor puerta a puerta.
—Traje la cena. —Frunció el ceño, era voz de mujer y creyó reconocerla mas sonaba… ¿ronca?... ¿sofocada?, se removió un poco en su asiento y casi sin querer se acomodó mejor la blusa de la pijama sobre el pequeño dos tallas más grande, ventajas de la hinchazón.
—¿Quién es? —Volvió a cuestionar apoyada en su mano como para incorporarse, sintiendo que le temblaban músculos que ni siquiera había pensado que pudieran temblar.
—¡Demonios!... ¿Qué crees que esto no pesa? —Pansy, era Pansy Parkinson y casi sintió sonrojo en las mejillas recordando que le había echado apenas unas horas antes, con su varita, abrió la puerta y le miró entrar con una enorme caja en brazos y bolsas sujetas a la mano izquierda, daba tropezones y meneaba las bolsas de lado a lado, como buscando donde apoyarse, doblando la pierna hacia atrás, empujó la puerta cerrándola con un golpe seco. —Ya era hora, valoré la opción de abrir la puerta a patadas. —Puso la caja en la barra de la cocina, ante la mirada atónita de Hermione que le miró ir y venir por aquella parte de la casa como si la conociera, sacar tenedores de un cajón y llevar la caja a la mesa de la sala donde la puso, le miró sacarse las zapatillas deportivas con las puntas de cada pie alternando y quitarse el sobre todo para dejarle ver su camiseta de las Arpías de Holyhead que se incendiaba.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó al fin cuando Pansy le tendió una de las cajas pequeñas que había sacado de la enorme que había llevado cargando, era comida china que por lo visto planeaba hacer que comiera con tenedor porque le puso uno encima.
—¿No pensarás que dejaré morir de hambre a la única persona que podría hacerme pasar a la historia con mi proyecto, no? —El argumento era tremendamente válido, pero viéndola ahí arrodillada sobre su alfombra sacar un caja de arroz y otra más de vegetales y pollo a la naranja, le pareció que le mentía, que estaba ahí por algo más; miró su propia caja de comida, era res con salsa y ajonjolí y el estómago la traicionó, justo cuando abría la boca para decirle que no esperaba su lástima, gruñendo como si llevara semanas sin probar bocado. —Madame Pomfrey me dijo que la poción te hará pasar mucha hambre y que necesitas muchas proteínas, camino aquí vi ese restaurante y me pareció mejor que cocinarte algo y matarte de intoxicación.
—No tenías que venir. —Dijo bajo, mirando la comida y sin decidirse a comer, Pansy ya estaba devorando lo que tenía delante, ávida y seria, sentada en loto pero con la pierna derecha doblada al frente de su cuerpo, apoyando en ella su codo mientras comía.
—No, no tenía. —No la miraba, sólo comía y comía, sin mirarla, concentrada en comer, Hermione agradeció eso, porque se sentía muy culpable por haberla echado de madrugada de tan feos modos y agradeció no tener que decir nada; no dijo nada más y se asomó a las otras cajas que tenía delante, la música siguió avanzando mientras se decidía a abrir alguna de las cajas y empezar a comer.
—No pareces de las que comen comida china. —Murmuró sonriendo a medias, Pansy le miró pero ella no hizo por responderle la vista.
—Tampoco de las que cuidarían enfermos gordos, ¿o sí? —Aquello la cimbró, tenía la boca llena de comida y de razón.
Oh no, I've said too much, I haven't said enough…
—¿Quieres pollo? —Preguntó pasándole la caja, no dijo nada pero la tomó y se sirvió un poco, Pansy sacó dos botellas de agua y las puso sobre la mesa, abrió ambas y luego la vio lamerse los dedos, saborearse la comida y se le figuró estar viendo a una adolescente que vuelve a casa luego de muchas clases y sólo quiere comer, tenía un aire de ingenuidad y simpleza que la sorprendió, porque Pansy podría ser para cualquiera simple quizá, pero no ingenua; tras otro bocado y un trago de agua, de una de las bolsas sacó un paquete de medicamentos. —Toma dos de estas cuando acabes de comer. —Le arrojó el paquete a Hermione que examinó la caja como buena hija de médicos, comprendió que complementarían lo que ya tomaba y asintió.
I thought that I heard you laughing, I thought that I heard you sing…
—No quise tratarte así en la madrugada. —Dijo entre bocado y bocado que se veía cubierto por la melodía de fondo y el aroma penetrando toda la sala con la presencia de la comida que ambas estaban desesperadas por terminar, Pansy se encogió de hombros y le volvió una mirada fugaz, Hermione estaba concentrada en sacar unos trozos de carne del fondo de la caja; Pansy se estiró por sobre la mesa para alcanzar otra caja, dejando que las llamas de su camiseta rozaran la mano de Hermione tendida hacia su botella de agua, luego se volvió a sentar con una larga tira de cebolla pendiéndole el labio.
—No eres la primera que me habla fuerte. —Aquello la zarandeó y la hizo sentir peor si se podía, no dijo nada y siguió comiendo, la canción que escuchaban le gustaba mucho y pensó que sería mejor remedio hundirse en la canción que pensar en que había apaleado a un cachorro apaleado demasiadas veces ya.
I think I thought I saw you try…that was just a dream…
—¿Supiste por qué estoy así? —Quiso saber pasando saliva mientras se echaba las cápsulas en la boca y bebía un poco de agua, Pansy se rascó distraídamente el empeine del pie derecho con el mango de su tenedor, y negó con la cabeza; tenía la boca llena y los labios le brillaban llenos de salsa, un mechón oscuro de cabello le caía sobre la frente y le atravesaba el ojo derecho como una grieta en una pared. —Luna tiene la costumbre de comprar cosas raras en los bazares y mercados, digamos que compró un cargamento erróneo. —Le restó importancia encogiéndose de hombros también, Pansy asintió masticando lo que tenía en la boca, cuando al fin lo procesó y pudo pasarlo, se volvió a mirarla tras limpiarse con una servilleta de papel.
—Ahora que hablas de Luna, encontré a dos expertos que podrían ayudarnos a dar fuerza a su propuesta, pero necesito que los reunamos para que ella los convenza con esa magia loca suya que tanto te mete en problemas. —Hermione asintió interesada en ello y con la mirada esperó hacer que Pansy siguiera hablando y lo hizo tras sacarse los restos de un camarón que acababa de comerse casi entero. —No es como si estuvieran convencidos todavía, pero los he visto flaquear, les interesa y eso es un buen comienzo… he visto caer en otros planes con menos de un interés.
—¿Cuándo crees que podríamos reunirlos? —Se inclinó a la mesa y rebuscó entre las cajas algo que se le antojara más, Pansy buscó junto con ella, inclinadas ambas, una servilleta más; cuando cada quien tuvo lo suyo, volvió a su posición y siguieron sin mirarse realmente, comiendo distraídamente, era como si siempre lo hubieran hecho, como si aquella comida fuera la de los martes y los viernes y no una ocasión casi única que haría a McGonagall estremecerse.
—Yo podría decir que en dos días, pero esta nueva modalidad suya de ser morsas no va a ayudar, menos con esa facha de gordas sudorosas que tan mal les sienta. —Tomó la caja que había dejado vacía un momento antes y se la arrojó a la cara ganándose una carcajada estrepitosa, una gran risa divertida que la hizo reírse también, era majadera, pero majadera agradable y eso era mucho que decir.
—So idiota. —Le echó en cara y Pansy abrió mucho los ojos burlándose.
—Mira. —Gateó por la alfombra hasta ponerse junto al sillón y con un movimiento de varita invocó los aviones de papel que le había dejado antes, esos que hablaban de esas posibles muestras de apoyo, Hermione seguía masticando lento y observaba con cuidado lo que Pansy quería mostrarle, vieron las notas y Pansy las leyó una a una explicándole las implicaciones y los alcances de cada una de ellas, la cosa era hasta eso interesante, hasta que Hermione sintió algo en el bajo vientre, le urgía ir al baño.
—Suena a que lo de Luna es por mucho más complejo que lo tuyo, Pansy. —Asintió volviendo la mirada a su caja de comida y quedándose callada un rato, aprovechó para analizarla un poco y escuchar la música que las acompañaba… pero seguía con las ganas clavadas en medio del cuerpo y empezó a sentir que sudaba pero ahora de aguantarse.
When everything's made to be broken… I just want you to know who I am…
—Luna tiene buenas ideas, pero es demasiado loca para el común. —Sentenció comiendo y entonces le clavó la mirada, como si pudiera leerla o de plano, quizá le identificó el temblor del labio, Hermione sintió que le ardía la cara de vergüenza y que le temblaba sin control la pierna derecha de las ganas que tenía de orinar. —¿Qué tienes?
—Tengo que ir al baño. —Masculló avergonzadísima, Pansy soltó una carcajada que cubrió con su servilleta y ella tuvo que apretar más porque sentía que se iba a hacer ahí en el sillón delante de ella que seguía riéndose mientras se levantaba, luego de acabar de reírse le ayudó a ir hasta el baño, tambaleándose con ella, apoyándola como si casi la cargara, porque la debilidad era tanta que no podía dar paso sin irse al piso como si tuviera las piernas hechas de fideo; respetuosamente, Parkinson la llevó a cruzar la puerta y guiñándole un ojo, cerró detrás de sí. —Oye… ¿podrías alejarte un poco de la puerta? —Dijo concentrada en lo suyo, pero inquieta porque pudiera oírla mientras orinaba, escuchó ese aire que denota risa callada cuando uno jala aliento para carcajear pero lo contiene, entonces Pansy habló más quedo, más lejos quizá.
—Listo, me he puesto tras la trinchera y no oigo un carajo. —Exclamó fuerte y claro, no supo si hablaba en serio, pero eran tantas las ganas que ya no se aguantó, hizo lo suyo y luego fue a lavarse las manos y abrió la puerta.
—Ya, listo. —Le tendió la mano mojada tras lavarse las manos ya con el alma desahogada y algo más de relajada camaradería, Pansy fue y la sujetó del brazo y la haló para sostenerla; la ayudó a salir y no la soltó de la cintura y el brazo, hasta no ponerla de nuevo en el sillón, sin burlas, sin comentarios desagradables. —Gracias, Pansy. —Dijo sinceramente, casi con un aire solemne que le salió sin querer.
—¡Qué va!... es como mover un globo con patas. —Se merecía un manazo, vaya que se lo merecía por romper su intención amable y calmada, y se lo dio, Pansy se sonrió empezando a comer de nuevo y mirándola con diversión.
Se quedaron así, comiendo con calma un rato y en silencio, Hermione sentada en el sillón con las piernas extendidas y quizá ya para ese momento mucho menos inflamada que antes, Pansy tirada en el piso sobre la alfombra y con la espalda puesta en el sillón junto a ella, donde no podía mirarla pero la escuchaba comer; desde ahí, Hermione otra vez podía ver su rostro desde arriba, su nariz enfocada abajo mientras comía y la forma como sus pestañas gruesas y largas se ondulaban hacia arriba con las puntas separadas y fijas al frente. Sin saber bien porqué, se preguntó qué pasaría si Pansy se volvía a mirarla, sólo un vistazo, fugaz, rápido.
—Estás menos inflamada, para hoy en la noche estarás mucho mejor. —Dijo con la boca llena rascando entre los vegetales en busca de otro pedazo de carne, Hermione frunció el ceño mirando cómo no encontraba nada y se preguntó por qué estaba Pansy ahí a esa hora, en su casa, llevándole comida; vino un largo silencio roto sólo por la música y Parkinson había empezado a recoger las cajas de comida una a una apilándolas para ahorrar espacio, Hermione seguía pensativa sin decir nada y sí, sintiéndose mucho mejor. —Tengo que ir a la oficina un rato, están todos ahí hoy por pendientes extra y debo al menos ir a tirar de las correas.
Se estaba limpiando las manos con una servilleta y Hermione le miraba en cada movimiento, pensando en su presencia, en su ayuda, en su sarcasmo y mordacidad; miró sus manos delgadas y tersas y en el cómo recogían los platos, pensó en la noche que había pasado en vela casi, preparando aquella poción que efectivamente Pomfrey le dijo cómo hacer una carta larga y precisa que encontró sobre la estufa cuando se preparó su café. Contempló cómo se rascaba despreocupada y distraída una oreja cuando un mechón se le movió rozándola y miró sorprendida que contaba las cajas de vacías para cerciorarse que no faltaba ninguna y luego las puso dentro de una bolsa de plástico con el cuidado de un experto en cajas y su densidad.
You gave it all but I want more…
Conocía bien esa canción y en aquel momento fue como si le diera una señal, a pesar de haberla echado como la había echado y de que Ron la encontrara en su casa, Pansy estaba ahí, sentada en el suelo ahora luego de comer con la botella en una mano y mirándose las uñas de la otra, parecía estar dispuesta a darle algo de compañía, quedarse a su lado mientras se recuperaba, sí, tal vez a cambio de un poco de apoyo en su trabajo; pero no era eso, había otra cosa, estaba ahí entregando cosas a cambio de sentirse bien, ¿pero por qué Pansy se sentía bien ahí con ella?, ¿por qué justo con Hermione Granger?, le miró en silencio y se miró las manos, la piel se le holgaba pero la hinchazón desaparecía y se sentía como ligera, liviana. Miró a Pansy y descubrió que algo faltaba.
And you give, and you give…
Pansy se volvió, alzó la cara y le miró sin sonrisa, como sorprendida de que le estuviera viendo, sin acidez, sólo un rostro blanco y pulcro, que le miraba entre unas pestañas impresionantes, sólo unos labios que de tanto relamerse la salsa de su comida oriental estaban rojos, sedosos, impresionantes de tan bellos como si resplandecieran producto de luz propia y no podía apartar los ojos de ellos a la primera, como si necesitara cumplir una cuota de segundos mirándolos; entonces alzó su mirada y vio aquellos ojos, sólo unos ojos con fondo verdoso que invitaban a hundirse en su profundidad.
With or without you… I can't live, with or without you
Y Hermione se hundió, se inclinó un poco hasta aquel rostro, ignorando su pésima postura sobre el sillón, ignorando quien era alcanzó a rozarle con el aire que salía de su nariz y esperó paciente mirando alternativa sus ojos y sus labios, verde y rojo, rojo y verde, como en Colegio, como en el pasado y en su niñez accidentada, confrontada; tendió la mano hasta la orilla del sillón y se apoyó para inclinarse más, para acercarse, Pansy le miraba sorprendida, como conteniendo el aire y contemplaba ya sus ojos, ya sus labios y lo agradeció porque el resto quizá sería demasiado espantoso; Pansy levantó la mano que no tenía la botella de agua y metió los dedos en esa melena castaña y revuelta, con una seguridad que parecía que siempre hubiera hecho aquello, que fuera el gesto más normal del mundo, cuando tiró de ella con suave exigencia, Hermione se dejó hacer.
Los labios se ambas se acercaron cautelosos y firmes, al principio como si estuvieran azorados y no supieran qué hacer, compartiendo sólo el aliento cálido e inseguro, luego Pansy se acercó apoyando mejor su pierna en el suelo y alzándose en su rodilla izquierda sobre el piso, el beso fue suave en velocidad, aunque torpe y apretado, los ojos de ambas estaban cerrados y por eso fue más confiado, más sutil, nadie miraba.
Cuando se separaron no sabían bien a bien dónde mirar y las palabras torpes de una Pansy que tenía que ir a la oficina buscando refugio en su territorio apenas alcanzaron a llegar a oídos de Hermione que tenía la cabeza llena de un zumbido intermitente, que no tenía por donde salir. Distinguió un anheloso No me tardo, el golpe de la bolsa de la basura contra el marco de la puerta, el volverse descalza para ponerse zapatos, una mirada nerviosa e insistente, pero contenta y luego el cierre de la puerta y se quedó ahí echada sobre el sillón igual que como la encontró, sentía que algo había faltado, había sido extraordinario en sensaciones, pero le faltó más, se quedó con la necesidad de más para sentirse extraordinaria, conservó los ojos clavados en el libro sobre su regazo, ahora lucía una mancha de salsa en la solapa.
La Guerra de los Mundos… qué título tan apropiado.
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—Pones esto ahí y listo, entonces pasas el texto con el siguiente filtro y de ahí se irá a firma para su aprobación. —Millicent orientaba a una de las chicas recién enviadas por Padma, cuando Pansy apareció en la puerta de la oficina, los brazos abiertos y la cara radiante.
—¡Millicent! —Gritó y todo mundo alzó la cara para verla, la aludida le miró extrañada y ansiando que dijera algo más, pero no estaba preparada para lo que dijo. —¡Sí, Millicent!... ¡Me gusta! —Sonreía, Pansy Parkinson sonreía como si no tuviera más que hacer en la vida, la vio llevarse las manos a la cara y echarse el pelo atrás, gritar justo antes de irse mientras las llamas de su camiseta dejaban líneas de color brillante a cada movimiento. —¡Y mucho!
Y se fue.
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A ver, voy como que a tratar de hacer esto fluido ahora, obviaré citar los reviews y pasaré directo a la respuesta, espero que eso no entorpezca mucho la lectura, así mismo, trataré de decir lo más posible, sin decirlo todo XD
Chio Lannister: Me encanta tu nick, la verdad XD... será que traigo a Cersei (Headey 3) tan a pulso que en serio, ver el Lannister emociona; ¡qué bueno que te guste la historia, espero que eso se mantenga más adelante, porque es del todo la intención, mil gracias por comentar!
Hey123: Tanto como escribir rápido... un poquito, creo que tengo la mente emocionada y ando ágil, y ya que cursé mecanografía... pues sale casi a la par que mi línea de pensamiento y eso me facilita mucho la vida XD... sólo existe el problema de que luego tengo dedazos y ahí es donde, porque me cuesta detectar, gracias a TBylil que como beta, me anda echando la mano; ojalá la historia te siga gustando hasta el final.
Soy-un-unicornio-multicolor: Hermiones pastelosas... voy a ser bien franca, creo que eso viene de la constante común por poner a las parejas de chicas con el estereotipo tradicional: una es "el hombre" de la relación, la otra es "la mujer" de la relación y se asume y espera, que una sea oscura, ácida, rebelde, fuerte, sobre todo ruda y que la otra sea suave, gentil, amorosa, guste de las galletas y los bombones cubiertos de chocolate, en resumen: una está abajo y recibe, la otra aplica y domina desde arriba. Yo no soy de esa idea, en las relaciones de chicas sí hay una más activa o pasiva, pero no quiere decir que eso perdure en todo los momentos, de hecho aunque realmente decidan ser así o les venga bien serlo, no es absoluto (¡y qué bueno que no lo sea!), así que... no, Hermione pastelosa acá, NO.
Qué alivio me da que te gusten los capítulos largos, porque me está preocupando el tamaño de esto... sobre todo cuando Wattpad me dice los minutos de lectura y no es por nada, pero me traumo; ojalá que este cap te haya dejado con muy buen sabor de boca, gracias por los mega comentarios, me alegras el día, lo mejoras un montón y me haces animarme para hacer caps igual de largos si se puede 😛
Saludos a todos quienes leen y gracias por hacerlo.
