Mucho, mucho tiempo después les traigo la segunda parte, algunas escenas las releí tanto que ahora mismo no he detectado un solo error y sé que en cuando cierre los ojos, me vaya a dormir y relea mañana, encontraré montones.

Una disculpa por ello.

Otra por el atraso, por las inconsistencias y sobre todo porque va de nuevo sin beteo, espero sepan comprender.

Sin más, el nuevo capítulo, espero que les guste.

Gracias a los que aún comentan, en serio, me alimentan como no tienen idea.

Saludos.

or left to linger...

Si Roar siguiera en casa y no estuviera hospedado en casa de Hermione, habría sido el único testigo de aquel repentino cambio de planes: tenía en las manos las bolsas de comida, había subido uno a uno los escalones con una angustia en medio del pecho clavada como una daga oscura y helada, cuando se dio cuenta que su atuendo era por demás simple, insensato para un intento de… ¡de algo!, y además, para colmo, la misma ropa de todo el día, el simple hecho de pensarlo la atormentó, y sí, en cuanto se plantó delante de la puerta, y en cuanto aquel rostro frío y sólido surgiendo en la veta de la madera se le insinuó, lo decidió, ¡plop! y había desaparecido dejando las bolsas sobre el suelo con un suave siseo; apareció en su habitación, corriendo de un lado a otro, abriendo cajones, sacando prendas del armario que mágicamente se ampliaba casi infinito, apenas tardó tres minutos en lograr su cometido a punta de varita y habilidad de años, cuando volvió a hacer ¡plop!, se materializó frente a la puerta con un traje diferente, más Parkinson que nada, más como ella que el anterior, se inclinó por las bolsas y cuando las tuvo sujetas en mano, la voz exclamó:

—¿Quién eres? —Chirriante fue el sonido, más que como voz, sonó como los goznes de una puerta que se abre en medio de la noche para dejar entrar al asesino que asedia, interrogó fuerte y claro mientras ella luchaba por sostener bien las bolsas y de paso, se abrillantaba la punta del zapato derecho con la parte posterior de la pierna izquierda de su pantalón.

—Pansy Parkinson. —Dijo dándose valor, sonriendo, o mejor dicho practicando algunas sonrisas frente a la puerta, justo antes de que se abriera por fin y pudiera entrar a la casa, las luces estaban todas encendidas y todo parecía muy ordenado, pero Hermione no se veía por ningún lado; aquello la descolocó más de lo que hubiera podido imaginar, los pasos que dio dentro fueron inseguros, pero no se detuvo, no paró hasta llegar a la barra de la cocina, sin dejar de examinar todo a su alrededor, como si la castaña pudiera estar pendiendo de una cuerda del techo, sobre un librero o metida en algún cajón esperando a ser mirada.

Colocó las bolsas de papel sobre la barra de la cocina, sacó un par de cosas mirando a todos lados sintiendo el olor de la comida y creyendo con tristeza que quizá no llegarían a probar semejante banquete, buscando con los ojos nerviosos la presencia de la castaña, intentó distraerse pensando en lo que comerían y guardando esperanzas de que estuviera donde no podía verla, pero no alcanzaba a percibir nada, tragó saliva un poco inquieta, ¿sería que había salido?, no podía ser, porque debería tener todavía las piernas de gelatina, eso tendría que tenerla sentada en casa y no por ahí vagando; a lo mejor Harry o Ron habían pasado por ella, podían haberla llevado a casa de los Weasley en el campo o quizá sus padres hubieran ido por ella y al final, había aceptado para no tener que convivir con ella. Aquello la hizo sudar del puro susto y nervio, se apretó los dedos para tronarlos uno a uno con aire nervioso y desconsolado, y despejó su garganta para llamarla para por fin quitarse de una vez la duda del cuerpo, tosió suave para quitarse aquello que se le había atravesado en ella y se dispuso a hablar…

—¿Pansy?... ahora voy. —Le volvió el alma al cuerpo y se le vino una sonrisa socarrona y llena de ironía a la boca, se sintió repentinamente mejor, así que se humedeció los labios rápido y se llevó la mano al cabello para acomodárselo a la par que se miraba reflejada en el refrigerador, allá en el fondo de la cocina; notó que su ligero lápiz labial se había salido un poco de la forma de su labio, por ahí de la comisura derecha y ocupó su índice en acomodarlo con una suave estocada, cuando escuchó un suave deslizar por el piso a su espalda, al volverse, se encontró con una Hermione flotante.

—Qué… —Comenzó sin atinar a decir otra cosa, la castaña usaba unos jeans ajustados a su ahora nuevamente delgado cuerpo, claros y medio desgastados por aquí y por allá, con coquetos agujeros desgarbados a la altura de ambas rodillas, uno tan pronunciado que se alargaba hasta por debajo dando vuelta a aquella pierna, perdiéndose mientras descendía hacia la pantorrilla; sobre el torso, Hermione llevaba puesto un suéter delgado a franjas, negro y miel, un dorado suave que le realzaba el tono castaño de la melena, que se había trenzado fuerte y firme, y dejado caer sobre su hombro derecho, como para darle un aire de mayor orden y recuperación.

Hermione se deslizaba ayudada por su varita desde su habitación, lenta y lerda rumbo a la sala, Pansy se había quedado clavada contra la barra, cubriendo casi por completo las bolsas con su cuerpo, observando con un aire de respetuoso embeleso a Granger, que no decía nada mientras se movía hacia su sitio, concentrada en lo que hacía porque tal vez la debilidad no le dejaba ser tan hábil como siempre había sido antes; un tropezón, un fallo en el hechizo que conjuraba al tratar de pasar entre la silla y el sillón esquivando la chimenea, la llevó a aterrizar abrupta y torpemente sobre el sillón delante de Pansy, del otro lado de la sala, ahí donde la mesa de centro le servía de trinchera. Quiso quedarse seria pero no le salió, por el contrario, no podía dejar de sonreírse al verla en aquel intento torpe de llegar hasta un sitio alejado, de poner muebles que las separaran, aquello la dejó muy satisfecha en realidad, se sentía la cazadora y Hermione era una hermosa, muy hermosa presa.

No hizo otra cosa que mirarla conteniendo una sonrisa sarcástica, esperando que alzara los ojos y le devolviera la mirada, pero Hermione se concentró primero en acomodar sus piernas de fideo sobre el sillón, que movía como si fueran las extremidades de una muñeca de trapo, como si fueran nada, una cosa sin vida y peso que quedaba a merced de sus firmes manos, tras extender un poco la tela de sus pantalones como si no estuviera ya bien estirada y acomodarse el suéter sobre el vientre plano, lo hizo: le miró; Pansy sintió algo que se le detenía en la garganta, como si se le paralizara el aliento de pronto, la castaña se había puesto una suave capa de maquillaje, apenas algo de rubor, sombra cobriza en los ojos y un suave brillo sobre los labios, que acentuaban los bordes peligrosos a nivel mortal de sus labios.

—¿Trajiste comida? —Aquellos ojos castaños resaltaban en el rostro blanco y pecoso de Hermione, Pansy asintió sonriendo con autosuficiencia, casi alzando las cejas con poderío, en su sonrisa había una franca sinceridad, verdaderamente contenta de estar ahí con ella y por su lado, la castaña asintió como agradeciendo, entonces Pansy pudo volverse, tomar las bolsas y llevarlas a la mesa de la sala con una agilidad inusitada, como si conociera la casa de memoria y aquella fuera una actividad de siempre y no de una cena espontánea. —No tenías que hacerlo, seguramente estás ocupada en la oficina… son fechas pesadas para todos.

—No ha sido nada, pero quise que probaras algo mejor que berenjenas hoy. —El comentario arrancó sonrisas de ambas, más de Hermione que no podía creer que le estuviera echando en cara el asunto de las berenjenas, cuando era ella la víctima que tuvo que comer demasiadas, Pansy se puso a sacar las cosas de las bolsas y Hermione tendió la mano para ayudarle, sólo para sacar y mirar un tanto confundida la botella de vino tinto que venía en bolsa separada.

—Vino tinto. —Murmuró como quien no quiere la cosa, las mejillas con un ligero sonrojo que a Pansy no le pasó desapercibido, pero Parkinson no pudo dejar de pensar que quizá Hermione no estaba acostumbrada al alcohol como ella, muy probablemente, con Ronald Weasley de pareja, Granger sólo relacionara el vino tinto con cenas románticas e intentos de acabar retozando.

—Se me ocurrió que vendría bien con la cena. —Se puso de pie con un movimiento fluido y grácil, un estirar de piernas para incorporar su torso que hizo a Hermione seguirle con una mirada de párpados caídos y serios; el comentario había querido quitarle importancia al asunto de la botella, pero en el fondo sí la había llevado con un segundo interés, aunque no pudiera ahora admitirlo por pura tontera suya.

—No sé si deba… por la poción. —Pansy cayó apenas en cuenta cuando lo dijo, no lo había pensado antes y se le cruzó por la cabeza que tal vez en la carta de Pomfrey vendría alguna especificación sobre qué comer, qué no comer e igual con las bebidas; pero no quiso añadir nada y se concentró en lo que iba a hacer, sacarse la chaqueta y sentarse a comer, para ver la carta de Pomfrey tendría bastante tiempo después.

/o/o/o/

Pansy estaba de pie junto al sillón, casi de cara a la puerta, se tiró de la manga de la chaqueta negra con bordes en turquesa y se la sacó poco a poco, debajo no llevaba más que una suave blusa con transparencias a lo largo de la espalda, era azul, un azul plumbago que llevaba enormes botones sobre el pecho, acentuando su vientre plano y su pecho firme, el cuello en mao le enmarcaba la garganta casi como si le apretara, pero no, era del ajuste perfecto, hecho a medida, y cuando se volvió a verla y se arrodilló doblando luego la pierna para quedar sentada mientras seguía sacando el contenido de las bolsas, Hermione no pudo evitar revisarle el rostro: ni una gota de maquillaje y parecía salida de un salón hace un instante, la nariz alteña le daba un aire de soberbia presunción y las pestañas, curvadas hacia arriba dejaban con su sombra que el rostro resplandeciera con el suave lápiz labial que le llenaba la boca, apenas más rojo que el propio color de su boca.

Hermione se sintió nerviosa de pronto, pero al mismo tiempo sumamente ansiosa, de un instante al otro necesitaba que Pansy le mirara y sonreírse, charlar y comer juntas y todo eso que venía enseguida, pero que debía detener, porque tenía que decirle que había encontrado la marca y aunque muy fija todavía, desaparecería y entonces las cosas iban a cambiar del todo; pensó como un relámpago en el beso de antes, en la forma como la boca de Pansy, húmeda y caliente había embonado a perfección con la suya, en el movimiento cadencioso de aquella lengua, suave, apasionada, que devoraba con un hambre animal la suya, como si fueran seres hechos para perseguirse, para complementarse.

Respiró profundo para calmarse, casi un suspiro remembrando aquellos labios que ahora veía apenas, mientras tiraba de una de las bolsas, la más lejana a Pansy y le ayudaba a sacar la comida, entre platos y platos lo que más le llamaba la atención era la botella de vino que miraba de reojo cada tanto; era como la señal de algo, como la evidencia de otra cosa, se sentía invadida, como si Pansy hubiera traído aquella botella para intentar controlarla más ¿o para liberarla más?

No lo sabía.

—Espero que te gusten las ancas de rana. —¿Perdón?, la sacó de su hilo de pensamiento como quien sacude un tapete y el desprende el polvo de un impacto duro y decidido, debió tener la cara más increíble del día, porque Pansy se sonrió divertida y por arte de magia se rompió el hielo extraño que les había estado moviendo segundos antes, la morena carcajeó haciendo que el cabello se le sacudiera y abrazando su rodilla, alzando un poco la pierna del pantalón para dejarle ver que se había sacado las zapatillas y estaba descalza sobre la alfombra, se reía tan divertida que Hermione sintió mucha vergüenza.

—¿Ancas de rana? —Preguntó finalmente, como si se le hubiera ido la voz de pronto le salió la pregunta a horcajadas, medio ahogada, medio muda, y Pansy asintió sonriendo de lado, llevaba en las orejas unos pendientes pequeños, casi insignificantes que brillaban tanto que Hermione estuvo completamente segura de que eran diamantes genuinos, pero eran sutiles, elegantes y eso le reconfortó, un gesto tácito de sobriedad que le daba aire mesurado. —No puedes traer comida normal, ¿tienes que ser tan extrema?

—¿Extrema? —Pansy parecía confundida, seguía sacando cajas y ahora mismo le tendía una a Hermione, que abrió para encontrarse con algo que no conocía pero que olía en realidad delicioso, al abrirla y oler aquello, al verlo y tenerlo delante suyo el estómago volvió a traicionarla con un, no alarido, rugido de necesidad. —Dime extrema cuando el estómago me suene así. —Otra ola de embarazo la golpeó siguiendo aquella carcajada mordaz de la morena, sintió que mil colores le subían al rostro acompañados de una marejada de calor, y habría querido quitarse el suéter de no haber llevado debajo más prenda que el sujetador.

—¡Yo no soy la que bebe cerveza y come pollo frito un día, al siguiente trae comida china y al otro cae con fina comida francesa! —Se rio de su propio argumento, que nada tenía que ver con el hecho de que su estómago se retorcía y sufría mientras no le daba ni un bocado por estar peleando con ella, pero que le pareció por el momento el más adecuado para que algo de ruido hiciera menos evidente el bochorno de su cara colorada.

—Soy una mujer cosmopolita. —Pansy encogió el hombro izquierdo llevándolo casi hasta su barbilla en un gesto de sensual arrogancia y pedantería que hizo a Hermione arrugar el ceño y mirarla con incredulidad cansada. —Me gusta comer bien, variado, sabroso y además… si hay algo en lo que una puede y debe, querida Hermione, gastar su dinero… es en la buena comida. —Le guiñó un ojo mientras usando su varita, girándola con la punta plantada en el corcho de la botella, la abría con un sonoro ¡plop! que le sacó a Hermione una mirada sorprendida y sonriente; la castaña frunció el ceño mirando a su plato, y su estómago volvió a resonar, Pansy se rio por lo bajo como no queriendo la cosa, una risa sin querer, sin fuerza ni ánimos de lastimar o destruir. —¿Por qué no sólo te llevas un bocado de una buena vez a la boca?, si sigues así, no vamos a podernos escuchar por el ruido de tu estómago de huérfana.

—¡Yo no tengo estómago de huérfana! —Refutó indignada, casi tanto que el grito fue un chillido exasperado, a la par que volvía a gruñir su estómago y para no tener que soportar más la mirada triunfal de Pansy que alzaba las cejas hacia el plato, se agachó, clavó el tenedor que la morena había hecho aparecer directo desde la cocina y se llevó un bocado a la boca; aquello fue como volver a nacer, la salsa, el punto de la carne que se deshacía entre sus dientes sólo con tocarla, la guarnición fresca y con notas ácidas y dulces, tuvo que cerrar los ojos y apretar los labios para que la expresión de placer no se le saliera entre ellos porque habría sonado a los suaves gemidos que dio cuando la besó tiempo atrás; Pansy estaba sirviendo vino en dos copas con un sonido suave y elegante, así como una sonrisa complacida en los labios, una sonrisa sutil y casi imperceptible para el ojo poco entrenado, servía las copas con un alzar de ambas manos que hizo que el perfume de sus muñecas cruzara desde su sitio sobre la alfombra, hasta Hermione sentada en su sillón. —Es delicioso. —Murmuró casi sin aire, no supo si lo decía por la comida o por el aroma de su cuerpo, o por ambas cosas, pero habría podido quedarse ahí congelada por mucho tiempo; nunca había probado una comida francesa tan buena y aquello casi la hizo sonreír como una boba y agradecer en lo más profundo de su corazón la presencia de Pansy.

—La señora Assadi sabe cocinar tan bien como el que más… algún día podrás llevar a Weasley a comer a ese sitio y créeme, se morirá al probar algo tan bueno. —Pansy dijo aquello con toda la intención de ver su reacción, pero Hermione no le escuchó, estaba concentrada en su plato que miraba como si fuera el examen más complicado de su vida y el más ansiado también, comía despacio pero constante, parecía dispuesta a probar hasta el último bocado y no había la morena empezado a comer cuando Hermione ya llevaba más de la mitad. —¿Cómo te has sentido, Hermione? —Murmuró como no queriendo la cosa sacando el pan con ajo de una bolsa aparte y poniéndolo a disposición de ambas en la mesa, la blusa azul le enmarcaba el rostro y hacía que sus ojos verdes se miraran extraños, como difusos y acuosos.

Aquella pregunta fue la confirmación para Hermione de que Pansy, además de genuinamente preocupada por ella e interesada por su estado de salud, también tenía nula idea del asunto de la marca o los efectos secundarios de la poción, se sorprendió además de descubrir que por estar concentrada en la comida, casi había olvidado por completo que su plan era hablar de aquello pronto; siguió masticando lo que tenía en la boca y todavía se llevó otro pequeño bocado, aprovechando que Pansy bebía de su copa sin mirarla, sacaba otra caja que contenía otro platillo y se la tendía ahora que había terminado el primero, mientras además se secaba los labios con un gesto educado y lleno de recato. Masticó y remasticó lo que tenía en la boca, tendió la mano hasta la copa de vino y se la trajo para dar un sorbo, pequeño porque no le tenía toda la confianza al alcohol en su estado, la boca se le llenó del sabor intenso del vino y se sintió algo más despierta, sólo para con ello asumirse más encajonada por aquella pregunta; miró el nuevo plato y descubrió que ahora sí se trataba de ancas de rana y aunque no le apetecían mucho por lo que eran, el aroma del plato le ganó y dio un primer bocado.

—Aún tengo las piernas débiles. —Contestó mirando a Pansy, sintiendo que aquella comida la hacía fuerte, que la estremecía desde dentro en su pleno sabor, en su sorprendente delicadeza, estaba tan absorta en lo que probaba y en lo asombroso que era estar viviendo aquello al lado de Parkinson, ironía extrema de la vida, que alzó los ojos de su plato y le miró con profundo interés, volvió a ver la comida y tras otro bocado y masticar y pasar de nuevo a mirarla que comía casi distraída, agregó como quien no quiere la cosa. —Y encontré la marca. —Los ojos de Pansy lo dijeron todo cuando tras probar el pan, comer un poco más y limpiarse los labios pasando por ellos su lengua suavemente, se volvió a mirarla con interés; Hermione quedó complacida al confirmar sus sospechas sobre que Pansy podría saber casi nada del DDDC.

—¿Qué marca? —Murmuró con la boca todavía llena de comida, aquel rostro era como el de un niño curioso que no está entendiendo nada nada, le recordó a la Pansy del Colegio, la que ofendía, la que agredía pero no tenía idea alguna de lo que ocurría en clase ninguna, ¿cómo aquella Pansy hueca y sosa se había transformado en la que tenía delante?, quizá no es que fuera entonces hueca y sosa, sólo lo aparentaba porque tenía otros intereses, y con esa idea en la mente, y viéndola tan interesada y confusa, Hermione no pudo evitar sonreír.

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—Pansy Parkinson. —Se había detenido justo en ese nombre mientras daba vuelta a las hojas de pergamino y marcaba algunos nombres con una gruesa línea salida de su pluma larga y moteada, las marcas significaban dos cosas, 1) Propuesta en revisión o 2) Descartado. —¿Por qué Pansy Parkinson? —Estiró la mano hasta la copa de vino que tenía delante, compartían un buen puro y bebían algo luego de la oficina, ahí trataban los temas que no podían atender en la oficina en horarios normales; aunque mucha gente había acudido al club ese día, ellos tenían mesa privada y permanecían casi en secreto en un rincón, oyendo música suave y analizando pendientes con seriedad pero rapidez, así que no era raro que entre cosa y cosa que discutían se bebiera un poco para darle más fluidez al asunto.

—Su desempeño ha sido extraordinario, trabajo duro, arrogancia y dominio de su oficina, intimidación y buen carácter para la negociación, sabe trabajar en equipo y ser líder de mano firme… —A sus palabras le vio asentir de buena gana mientras seguía bebiendo, lo hacía lento y cuidadosamente, la mano dejó al fin la copa sobre la mesa y pudo añadir. —… puede ser un prospecto algo señalado y tener la envoltura algo abollada y desteñida, pero es un buen elemento.

—Es justo eso último que dices lo que me preocupa, un puesto como el que están proponiendo para ella requiere de alguien con un pasado intachable, Parkinson no lo tiene, saben lo que hizo y mucha gente sigue viéndolo como algo fatídico, una clara muestra de mal carácter y una tendencia nata a irse al lado equivocado... nadie quiere un mago oscuro en un puesto de poder. —Sonrió incrédulo antes de contestar.

—No vamos a enjuiciar a una de nuestras mejores promesas en comercio exterior, por el comentario desafortunado que hizo siendo una niña, asustada y en una situación en que su vida corría peligro... ¡qué imparciales y objetivos somos! —Se rio, no pudo evitarlo, simplemente se rio y tomó su puro para darle una calada larga.

—Hemos enjuiciado a gente más importante que ella por menos, el Ministerio necesita pulcritud absoluta. —Aquel arremeter no sonaba nada bien y supo que no llevaba a nada bueno, porque la insistencia en mantener una postura negativa contra Parkinson, sólo podía significar que se hablaba demasiado por ahí de sus inclinaciones y aquello, tener un perfil alto con semejante marcas negativas encima, no predecía nada bueno.

—No creo en tanta ortodoxia. —Se sonrió de lado cuando le volvió una mirada de desaprobación.

—Analiza sus antecedentes, dame un informe de sus últimas actividades, convénceme de que se ha enmendado y que trabaja con buenos fines y lo volveremos a valorar… hasta entonces, me complace más la propuesta que hace su jefa inmediata de enviarle a la cabeza de alguna oficina en el exterior por unos meses… ¿su madre era rusa? —Dejó el puro sobre el cenicero antes de contestar.

—Lo era, descendiente de realeza mágica, me parece. —Otro asentimiento seguro.

—Eso me gusta más, un año en Rusia, forjar renombre, trabajo duro, levantar una oficina casi abandonada, hacerlo de forma que todo mundo lo sepa, prensa, pulir su imagen… una vez que Parkinson haga eso, se vuelva una moneda lustrosa, adelante… perderá todo estigma y no necesitará otra cosa. —Parecía hecho zanjado, hasta que preguntó otra cosa.

—¿Y si no aceptara irse a Rusia? —La sonrisa que le brotó en la boca le dio una hilaridad descabellada, era la expresión de quien va a comerse el mejor platillo del buffet, gratis, inmenso.

—Tengo muchas vacantes en Azkaban. —Una carcajada salió de boca de ambos inmediatamente después del comentario, quizá alguna más ácida y otra más simple que la otra… pero eran risas al fin y al cabo.

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—El DDDC debería desaparecer a la par que la inflamación, o irse desvaneciendo poco a poco conforme pasan el resto de los efectos secundarios, como las piernas de gelatina. —Tenía los últimos cinco minutos oyéndola, pero también absorta en su plato, el mismo trozo de carne se patinaba por los mismos rastros de salsa oscura desde hacía más de tres minutos, le había dado vuelta más de quince veces y lo seguía presionando cada tanto, para que el jugo lo volviera a humedecer y se deslizara con la misma suavidad del principio.

No acababa de entender por qué aquello de los efectos secundarios, de boca de Hermione, le sonaba tan desolador, horrores más que cuando Pomfrey se lo había dicho temprano y eso que ya entonces sentía que le ardía en llamas la boca del estómago, ahí en plena salida del Ministerio, y eso que la castaña no había dicho, ni una sola vez, nada referido a la Desinhibición, absolutamente nada y eso era lo que estaba temiendo, que lo dijera en algún momento y arruinara su digestión completamente; sentía la boca seca, un dejo amargo que hacía que sintiera la lengua áspera pegada contra los costados de la boca, acariciando sus dientes como un cepillo de cerdas gruesas.

—También descubrí que además de las sensaciones, hay otra forma de saber cuándo se ha ido el DDDC. —¿Qué estaba diciendo?, era como si algo saliera de la boca de Hermione, algo estaba brotando de sus labios y ella enfocó entonces y por primera vez en un largo rato, sus ojos en ella, en la castaña que hablaba con seguridad y una cara de poker digna de un campeón mundial; Pansy le observaba fijamente, como para perforarla con la mirada, pero no lograba entrar en su mente, leer en sus ojos más allá de lo que tenía delante, sin posible interpretación y Pansy se ahogaba, ¿qué estás sintiendo, Hermione?, la suavidad con que tus cejas se arquean al hablar es... ¿alivio?, ¿en serio te sientes tan aliviada que se te nota hasta en los poros abiertos ligeramente?, ¿es libertad?, ¿por qué te sientes tan tranquila, tan jodidamente tranquila mientras insinúas que aquellos acercamientos, que esta cercanía de ahora son producto de una puta droga?... ¿por qué, Hermione? —La poción y sus efectos tienen además una señal de su paso por el cuerpo del receptor... la poción deja una marca, Pansy.

—¿Marca? —En realidad tenía el corazón en la boca, pero aún así quiso aparentar cierta inexistente seguridad, Hermione asintió con una sonrisa de autosuficiencia y Pansy descubrió que tenía delante a la joven alumna de Hogwarts, aquella insufrible sabelotodo que alzaba la mano ante la menor pregunta, incluso retórica, que clamaba por ser observada y sobre todo, que sabía todo lo que debía y no; sintió en aquel momento que estaba fuera de lugar, que no tenía razón alguna para estar sentada sobre esa alfombra, con un plato de ancas de rana enfrente y una copa de vino tinto, que beber de esas copas propiedad de Hermione Granger era una ofensa a su yo del pasado, la incomodidad se le volvió sonrojo en las mejillas y Hermione debió notarlo porque abrió la boca para decir algo mientras se le ponía seria la cara, pero ella arremetió para distraerla. —¿Qué tipo de marca?... ¿algún sexy tatuaje de calaverita movible? —Sonrió, sonrió y le dio a la pregunta con ello un aire de ofensiva crítica, la ex Gryffindor se notó sacada de balance ante el chiste innecesario.

—Es algo así, pero no es cosa de chiste. —Dijo con las mejillas coloradas, intentando relajarse a fuerza de comer un poco más del nuevo plato en sus manos, Pansy inclinó la cabeza a un lado y acabó por fin con lo que tenía en el plato, obligándose a tomarle algo de sabor; tomó de la mesa un trozo de pan con ajo y tras mojarlo en algo de la salsa restante en su plato lo mordió con un gesto de molestia, Hermione no decía nada más, así que se lanzó en picada de una vez, ¿para qué esperar?

—Algo así, ¿cómo? —Sus ojos se clavaron en Hermione de forma sugerente y la castaña asintió dejando su plato sobre la mesa y poniéndose como de lado, en un movimiento que Pansy no entendió y la hizo fruncir el ceño confusa, finalmente pasó lo que tenía en la boca tras masticarlo apresurada.

—Un tatuaje, sí... o mejor dicho un lunar que parece uno. —Se levantó un poco el borde del suéter del lado derecho, los ojos se le fueron hasta ella con avidez, no pudo dominarlo, ni cuenta se dio de que lo hacía hasta que Hermione se puso colorada, era un golpe de bochorno avergonzado que aunque de momento la paralizó, luego se vio mermado porque siguió levantando la prenda, quizá muy decidida a explicar por qué su sonrojo y sobre todo, a dar sustento a su seriedad y a toda su pasada charla sobre la marca.

—No lo veo. —Murmuró más para sí misma que para que Hermione escuchara, apretó las manos y se mordió el labio arrugando la frente, pudo ver a Granger jalar aire fuerte desde su asiento y tuvo que contener una exclamación exasperada, ¡tenía que acercarse!

—Es muy pequeño, tal vez no alcances a verlo desde ahí. —El tono de su voz había bajado dos niveles y tenía el cuerpo encogido con el borde del suéter entre los dedos, la cabeza inclinada sobre el hombro; Parkinson no lo pensó, se incorporó y a gatas fue hasta el sillón, arrodillada en la alfombra acercó su cara hasta el costado de Hermione y miró.

Su mano delgada sostenía la orilla de la prenda, alzándola tan poco que apenas se veía una parte de piel, pero metida bajo la sombra de la ropa no lograba reconocer si veía lunares, más sombra o una marca como la que mencionaba; mientras reposaba su trasero sobre sus pantorrilas sentándose con comodidad y dejando escapar un poco del aire que se había quedado preso en sus pulmones, alzó la mano derecha y la llevó hasta el suéter de Hermione para alzarlo con más decisión y claro, más para poder ver mejor.

Percibió a la perfección el momento cuando la castaña se encogió asustada, el movimiento que hizo pareció sobrecogerla y eso la hizo titubear y levantar la cara para mirarla, no esperaba una reacción así, no esperaba que se asustara porque pudiera tocarla; esa reacción le detuvo el aire en el pecho de nuevo, como si su corazón se hubiera congelado un instante, quedando a la expectativa, dubitativo y nervioso. Coincidieron sus ojos, aquellos cafés como una buena taza de chocolate caliente, los otros verdosos, brillantes como los de una serpiente que se agazapa, que espera; sin querer, se le fueron los ojos a los labios de Hermione, fue un instante nada más, sólo un segundo que no pudo evitar, y de inmediato la sintió relajarse, como si fuera aquello lo más normal del mundo y lo hubiera necesitando para reconocer su cercanía.

No quiso retomar entonces lo del beso, no ahora sin saber a dónde llevaba el asunto de la marca, así que volvió el rostro a su cuerpo y alzando con firmeza el suéter pudo verlo, ahí en la sombra que forma la cintura, en el costado, había una marca diminuta, apenas más grande que un sickle, le costó trabajo distinguirla bien pero se esforzó sin acercarse más al cuerpo delante de ella, porque se temía que aquel calor que despedía acabara por atraerla, además no tenía puestas las gafas y no quería usarlas frente a Hermione, quería verlo así, a simple vista; aguzando bien los ojos, encontró lo que antes le habían dicho, una marca, sí, pero más parecía un tatuaje deslavado por el paso del tiempo, quizá de muchos años sin retoque, el color era algo tornasolado ahí donde seguía siendo denso, oscuro, pero como tirando al violeta, además la figura era una novedad, porque no creía que Hermione fuera de las personas que se tatuarían aquello, los bordes de la figura empezaban a difuminarse un poco, pero seguía oscura en el centro y notoria.

—Una mariposa. —Masculló, Granger asintió moviendo apenas su cuerpo, Pansy entonces soltó el borde del suéter y se sentó en la alfombra mirando a la mesa donde había comida en abundancia, Hermione se despejó la garganta dando un suave sorbo a su vino.

—Y la mariposa nos dirá cuando pasen los efectos de la poción… así sabré cuando ya no esté desinhibida. —Aquello hizo que le mirara directo a la cara, sorprendida y seria, Hermione sonreía a medias con los ojos clavados en la comida, le notaba una especie de sonrisa calma, como si le hubieran dicho que el crucero para el que tenía boletos zarparía dentro de un lago, en un día sin viento y que había salvavidas para cada persona y sus perros; pero tras la seguridad y salvedad de la idea de que el tatuaje funcionaría de advertencia y resguardo, había otra cosa.

—Creo que quieres decir algo aquí en medio, Hermione. —Murmuró estirando su mano hasta su copa de vino, trayéndola a su boca para darle también un sorbo, mirándola por sobre los bordes con los ojos más amenazantes, seductores y serios que tenía; era una suma de todas sus cartas fuertes sobre el borde de una copa de cristal, Hermione tragó saliva y casi empezó a tartamudear.

—L-lo que p-pasó esta mañana, Pansy. —Granger sonaba nerviosa, no le miraba porque tenía los ojos clavados en la mesa donde la comida se había quedado intacta, olvidada. —Es producto de la poción, por eso fui tan… yo no quería… es que eso que pasó… —Tartamudeaba ahora sí en forma, la boca le temblaba y podía verle el suave sudor nervioso que le bajaba por las sienes, ella se removió incómoda.

—Estás diciendo que el beso que nos dimos por la mañana es asunto de estar drogada, ¿no? —Lo soltó de golpe y porrazo, inconscientemente, le estaba carcomiendo una emoción muy extraña por dentro, desde la boca del estómago como la onda dejada de una piedra al caer en el agua, esperó a que la castaña dijera algo, pero no lo hizo, seguía sin mirarla, clavados los ojos castaños en la mesa, como si los platos fueran a incorporarse y a ponerse a bailar y higuitus figitus con precaución, prestidigitación...

—Sí, Pansy, eso estoy diciendo. —Esta vez le miraba directo a los ojos y reconoció en ella su propia sorpresa, su misma incredulidad, fue su turno de mirar a otro lado, de buscar un sitio más seguro donde poner sus ojos porque sentía un nudo en la garganta tan grande, que amenazaba con destrozarle desde dentro y hacer que la sangre le brotara a chorros; por un momento deseó desaparecer, provocar un plop y estar en otro sitio lo más lejos posible de Hermione Insufrible-besa-delicioso Granger, ahora mismo su cama, sus mantas gruesas le serían muy útiles, sentirse escondida por ellas, o quizá correr a casa y esconderse en el armario de las escobas, donde los sacos de invierno de su padre seguían guardados y todavía olían a él.

—Comprendo. —Le salió desde el fondo, no de la garganta, no del pecho, fue de otro sitio más profundo, no reconoció su voz, le pareció hueca, áspera y gruesa, como si otra persona hubiera hablado por ella y si hubiera visto películas muggles, sabría que era el tipo de voz de los que son poseídos por entidades desconocidas.

—Lo que estoy diciendo es que no eres tan genial y si te besé es sólo porque me drogaste, Pansy. —El tono de Hermione la hizo volver en sí, le sonó a que quería hacerla sentir mejor, era ese un tono sarcástico copiado del suyo y que a ella le salía a trompicones, como la niña que se mete los zapatos de su madre para pasear por la sala a los cuatro años; irónicamente, ese golpe de extrañeza y verle una sonrisa insegura y que pugnaba por hacerla sentir mejor, le hizo recuperar las fuerzas, eso y volverse al sillón para encontrarse con Roar, lánguido sobre un cojín, hizo que una luz tenue se encendiera en su cabeza y le diera energía para reintentar, porque había algo que aún podía intentar, Hermione no se había marchado, la había esperado a cenar y estaba ahí, con ella, hablando, cenando... Hermione estaba ahí.

Eso debía significar algo.

—Claro, claro… —Busca algo, busca algo que decir, quítale importancia, mira a otro lado, que no te note turbada, sonríete como si nada malo pasara, que no te note gota de tristeza, ¡haz algo, por amor de Merlín! —… porque sólo drogado alguien dejaría que el bobo de Potter interrumpiera semejante momento… sí, es cierto, debe ser eso. —De nuevo a gatas se regresó a su sitio frente a Hermione con una sonrisa socarrona y cínica en la boca, la ex roja la miraba con extrañeza, entre desencantada y confusa, no podía leer en ese rostro porque nunca le había visto expresión similar, pero parecía entre asustada, indignada por el comentario y abochornada a límites insospechados por la aseveración, además estaba algo en el fondo de su mirada, ¿qué era?, ¿emoción?, ¿intriga?, ¿anhelo?

—Lo dicho, ¡estás loca de atar! —Hermione casi había perdido el color de la cara para este momento, Pansy se sonrió mientras estiraba sus manos hacia su plato de comida y Hermione hacía lo mismo con el color encendido hasta las orejas en una alternancia digna de un semáforo peatonal.

—No, no... loca no, nunca he estado más cuerda... ¿y sabes qué, Granger?... —Hermione volvió a tomar su plato de la mesa y empezó a comer como para ignorar la pregunta, no le interesaba para nada lo que fuera a decir o eso quería aparentar, así que cuando lo dijo tomó algo de comida también y se la llevó a la boca, le clavó la mirada divertida, alzó la ceja que hacía que más de tres se estremecieran en el trabajo de pura excitación, y notó que toda la atención de Granger estaba en su boca, así que sonrió mientras salía cada palabra de ella. —Sé que en el fondo, quizá no tan en el fondo en realidad, deseaste que pasara otra cosa. —Acabó alzando las cejas con diversión y seguridad, ¡Touché!, la boca hermosa, carnosa, sensual de la ex Gryffindor se desencajó, estaba abierta de sorpresa, tan inmensa que sintió que había ganado la lotería.

Y aunque ahora estallara, valdría la pena.

/o/o/o/

—¡Tú estás demente! —Casi se le caía la comida que se había llevado a la boca, la tenía abierta en una clara muestra de lo maleducada que la podía hacer el trauma por lo que acababa de escuchar. —¿Cómo puedes decir eso?

—Admítelo, Hermione… sólo admítelo. —Sintió que la sangre le burbujeaba en el cuerpo y se le iba subiendo paulatinamente hacia la cabeza, con una velocidad digna de película de horror, le ardía la frente y las orejas y no podía ser de otra cosa que de bochorno. —Además, no fue tan malo, ¿o sí? —Increíble, esa mujer era increíble, el desparpajo con el que decía aquello como si no fuera nada, como si no dijera nada, se sintió tan turbada que tuvo que tomar la copa de vino nuevamente y darle un trago largo que la hizo luego sentir un mareo abrumador, ya no sentía ardor, todo se le había puesto negro y no sabía si del vértigo de la bebida o de la anterior cínica exclamación de Pansy, se llevó ambas manos a la cabeza como para detenerla porque sentía que iba a salir corriendo sin llevarla a ella. —Hermione, tranquila… no hagas eso, espera. —No dijo nada, se quedó ahí con los ojos cerrados, esperando un rato, dando tiempo a su cuerpo de adaptarse, Pansy parecía preocupada en serio, su voz así sonaba. —A ver, sólo come algo, ¿sí?, no diré nada de aquello y comeremos tranquilamente, ¡la cena es demasiado buena!, lo suficiente para olvidar lo bueno que fue aquello, ¿no?

—Pansy, sólo come, deja de hablar de ello… dame un segundo, comamos y ya, por favor, ¿sí? —Murmuró con una súplica implícita a su cabeza para ver si al fin se quedaba quieta, abrió los ojos y miró a los de la morena, que asentía y le miraba con clara ansiedad; en el fondo de aquella mirada había una genuina preocupación, pero más allá creyó ver otra cosa que no pudo reconocer, parecía un cierto aire de desolación. —Comamos, ¿sí?

—Por supuesto, muero por probar el postre. —Volvieron la atención a la comida y pareció que las cosas iban a ponerse de nuevo en una franca línea de normalidad.

Para no tener que pensar en que tenía a Pansy delante comiendo en silencio y claramente desencajada, Hermione encendió el estéreo y puso algo de música, el mismo disco de la otra vez y se concentró en comer; lo cierto es que ambas estaban muy hambrientas y aunque estaban sí incómodas la una con la otra y con el asunto reciente, supieron concentrarse en lo que estaban haciendo; al cabo de un rato, Roar decidió que era buena idea ir a sentarse en el sofá junto a Hermione y ponerle carita seductora para ver qué se conseguía de comida, en un primer momento no pensó hacerle caso, pero luego se dio cuenta que nada tenía de malo si le daba un trozo de pan, algo de carne u otra cosa.

—Toma. —Le dijo mirándolo con una sonrisa divertida, el gato olió el trozo de pan que le ofrecía, lo tocó con su pata curvada como si pudiera morderlo o se fuera a echar a correr y cuando Hermione lo dejó caer en el mueble para que se lo comiera, lo contempló sentado muy derecho, sólo para luego volver su rostro a otro lado con total desinterés. —Pero qué...

—No esperarás en serio que se lo coma, ¿no? —Quiso saber Pansy mirándola desde su sitio, con el plato muy cerca del rostro y la boca con algo de comida, ella negó con la cabeza y el ceño fruncido. —Roar es como esas personas que piden todo el tiempo, porque nada les deja satisfechos, pero no saben qué reciben ni lo valoran... y luego miran a otro lado para pedirle a alguien más otra cosa, aunque tampoco la deseen o les vaya a complacer. —Pansy llevó su tenedor de nuevo al plato y rebuscó por él, separaba metódicamente la carne de las ensaladas y humedecía trocitos de pan en la salsa, Hermione le había visto cortar la carne en trozos tan pequeños que se preguntaba si llegaba a tomarles sabor. —Es algo así como Draco y compañía. —Alzó los ojos para verla directo a los suyos, pero no los encontró, Pansy se había enfocado en su comida socarrona y seria, aquel comentario la hizo sentir extraña, como si estuvieran contándole un secretillo sucio.

—Draco es un insensible petulante. —Confesó para pagar el secreto anterior y Pansy alzó la cara para verle y se sonrió, como si agradeciera el gesto de confianza y además, el comentario. —Pero bueno, siempre hay un roto para un descocido. —Se le salió, en cuanto lo dijo supo que estaba mal, en cuanto salieron las palabras quiso regresarlas a su boca y comérselas para desaparecerlas, pero Pansy era todo menos lenta para comprender una insinuación, menos una como aquella.

—Insinúas que yo soy así y por eso estábamos juntos. —Pansy sonreía, pero era la risa histérica y violenta de la mujer a la que le dan un empellón tras escucharle un sucio secreto que debió guardarse muy profundo, se veía realmente desencajada, picada en algo que no era el orgullo.

—No he dicho eso para nada. —Se llevó apresurada un bocado, buscando humedecerse la lengua que se le había secado de súbito, creyendo que con verla comer, se desviaría su atención.

—Claro que lo has dicho, si no mal entendí, acabas de decir que Draco y yo somos el uno para el otro y que ya que es él un insensible petulante... —Pansy bajó su plato hasta ponerlo sobre la mesa entre las dos, Hermione sintió que había cometido un error muy grande y llevó su cabeza por todas las opciones posibles que le sacaran del atolladero. —… yo también debo serlo.

—No creo eso de ti, en realidad me he sorprendido descubriendo en estos días que eres todo menos insensible... eso sería imposible. —Hermione lo dijo con una decisión y seriedad absolutas, hablaba en serio por completo y tenía tantas ganas de que se le notara, que había dicho las cosas con un tono absoluto que no admitía duda, Pansy cerró la boca y borró la sonrisa de la boca, mirándola con admiración, quizá no esperaba una defensa tan encarnizada de que no fuera una insensible, así que tuvo ganas de quitarle seriedad al hecho. —Aunque una petulante sí eres. —A Pansy le brillaron los ojos, el comentario no pudo menos que arrancarle una sonrisa, sincera y franca.

—Basta, basta, no me halagues, Granger... perdiste tu oportunidad. —Murmuró dejando su caja de comida de lado para tomar otra, parecía más segura y más tranquila y tenía una sonrisa en el rostro, una que tenía toda la pinta de ser una ganadora.

—¿Qué oportunidad? —Preguntó curiosa, no podía evitarlo, estaba en su naturaleza y Roar que se había alejado rumbo al baño, se detuvo en la puerta y se estiró mirándolas a cada tanto mientras se lamía los cojinetes de las patas y se limpiaba las orejas después.

—Tu oportunidad conmigo, Hermione, ¿cuál otra? —La miró un momento en silencio, cómo si no hubiera alcanzado a comprender lo que le decía, o mejor dicho, como si aquella no fuera Pansy, esta no fuera ella y no estuviera diciendo aquello que le había escuchado.

—¿Oportunidad contigo? —¡Pero de qué carajo hablas!, no busco ninguna, no me interesa ninguna, ¡todo es cosa de la estúpida poción!

—Por supuesto, sé que te mueres de ganas por repetir. —Alzaba y bajaba las cejas y sonreía con una mueca que le enchinó la piel, no sabía por qué, pero no le gustaba que lo hiciera, no entendía qué buscaba, no quería jugar ese juego y creía que ya había quedado bien claro; Pansy se incorporó quedando de rodillas y se apoyó en la mesa hacia ella, dejando que las transparencias de su blusa ondularan a su espalda, sus manos blancas contrastaban en el oscuro de la madera de la mesa y como si hubiera hecho un mapa de ello, las acomodó ahí donde nada les estorbaba a la primera e inclinada hacia ella le miró sonriente. —Lo veo en tus ojos, Hermione, algo en ellos, en la forma como me miras, en que no puedes evitar cada cierto tiempo mirar mis labios. —Fue una invocación, tal parecía que nada más decirlo le recordó que esas maravillosas extensiones de su cuerpo existían, porque se le fue la mirada directo a ellas a la par que las orejas y mejillas se le incendiaban como si tuvieran lava dentro. —¿Lo ves?

—Yo… y-yo… —Descubierta y de la peor manera, sintió una pesadez en el estómago y una opresión en el pecho de angustia, entonces Pansy soltó una carcajada, una larga, fresca, espontánea que la hizo primero sentirse ridícula a niveles que nunca había conocido, al punto que pensó que empezaría a llorar sin poderlo contener, pero la risa siguió, una risa que no era ofensiva, que buscaba sólo liberar un divertido reflejo a una cosa simpática, sin ánimo de herir, entonces se sintió más tranquila y luego relajada, al final la hizo sonreír que Pansy se riera así, normal, natural.

—No puedo creer lo boba que eres. —Se sentó de nuevo y rellenó su copa de vino mientras ella, sonrojada de vergüenza volvía a comer, mirándole cada tanto divertida y risueña.

—Eres una imbécil. —Murmuró riéndose quedo, con suavidad, toda la anterior tensión se le fue, se sintió mejor y hasta se atrevió a acercar su copa para que le sirviera un poco más; Pansy no dijo nada, sólo le sirvió mientras sonreía como si ninguna otra tensión hubiera existido antes.

Roar había desaparecido dentro del baño, quizá directo a beber algo de agua, Pansy abrió la caja en que venían los dos soufflés de chocolate que había traído como postre, tomó uno de los dos y empezó a comerlo recargada en el sillón delante de ella, Hermione seguía con su último plato, comiendo lo que quedaba y que ya estaba medio frío, pero muy sabroso; en silencio y entre bocado y bocado se concentró en analizar a Pansy, que estaba perdida en su postre, comiéndolo con lentitud, a veces hasta perdida jugando con su cucharilla por los bordes del esponjoso panecillo cubierto de azúcar glas. Cuanto más la miraba, más se daba cuenta Hermione de que Parkinson tenía razón: quería repetir; aquello le ardía, escocía por dentro la idea, así que intentó mirar a otro lado, pero a donde mirara, no podía evitar pensarlo, empezaba a ser como una llama que le abrasaba el cuerpo.

—¿Quién canta? —Pansy parecía distraída, pero tenía los ojos entornados y escuchaba con suma concentración, Hermione no había estado poniendo atención alguna, pero sabía que debía ser alguna canción favorita de su padre, finalmente pudo dejar de lado lo que por dentro la estaba carcomiendo y volverse a la canción, pero el coro fue más bien incómodo.

Is this love that I'm feeling?

No, no era amor, era lo que fuera que venía producto de la poción, tenía que ser eso, no podía ser otra cosa, inconscientemente se llevó la mano al costado, ahí donde sabía ahora estaba la marca, la tela del suéter no le dejaba sentir su palma contra la piel, pero sabía que estaba ahí, señalando una condición que no sabía si iba a quitarse pronto, ahora o en días y eso le tenía en un suspenso horrendo, porque no entendía cuánto podría soportar el estar así, con Pansy delante y sin poder acercársele; cayó en cuenta que nunca había estado en ese plan con ninguna chica, quizá aquella ansiedad de tacto la había tenido con Ron en algún momento de su relación, pero tampoco lo recordaba, así que atribuyó esa imperiosa necesidad al efecto de la poción, ¡siempre la maldita poción!

Is this love, or am I dreaming?

Pansy seguía tarareando siguiendo el ritmo de la canción moviendo la cabeza con lentitud y marcando la música con la punta de su pie, había dejado pasar que no le contestara la pregunta, mientras cortaba trocitos de su soufflé con su cuchara, parecía que le había gustado en serio o quizá era su forma de distraerse de ella que estaba ahí sentada mirándola ahora en serio, fijamente, y debió sentir la fijeza con que la miraba, porque alzó la vista hasta ella, sus ojos coincidieron un instante, serios y tranquilos, la guitarra sonaba de fondo y en el baño algo cayó al suelo, Roar tendría que andar de inquieto moviendo cosas. Hermione no lo pensó entonces, porque vio algo que le llamó poderosamente la atención y sorprendiéndose a sí misma de la decisión con que estaba haciendo las cosas, se deslizó hacia el suelo con cuidado, apoyadas las manos en la mesa, ella sin mapa alguno, porque posó una de ellas de mala suerte sobre uno de los platos, pero ignoró que se llenaba los dedos de restos de pan.

—Cuidado. —Pansy tendió su mano de la cucharilla hacia ella, pero Hermione no hizo caso, de rodillas gateó rodeando la mesa apoyada en sus manos y esperanzada en que no fueran a fallarle ahora las fueras, cuando estuvo frente a ella sin mesa que sirviera de obstáculo, le miró al rostro con una atención que habría puesto nervioso al mismo Severus Snape. —¿Estás bien? —Tenía una incredulidad profunda marcada en la cara, pero Hermione tenía un objetivo muy claro e iba a seguirlo ahora, se reclinó contra el sillón, estaban tan cerca que podrían haberse tocado con sólo estirar la mano, Pansy no hizo nada, permaneció con el soufflé en una mano y la cucharilla en la otra y le analizaba la cara, como si temiera que fuera a deshacerse en llanto de dolor de un momento a otro. —¿Qué ocurre?

—Tienes… —Hermione le miraba con suma atención, Pansy se quedó esperando el resto de la frase, pero en su lugar la castaña alzó la mano y llevó sus dedos al rostro de la ex verde, a la mejilla delgada y suave que no se retiró ni hizo amago de movimiento, parecía haber estado esperando aquel contacto y eso la hizo sentir bien, exitosa; aquella mejilla cabía a la perfección en la palma de su mano, los ojos de Parkinson se fijaron temblorosos en los suyos, expectantes como si no supiera si seguir mirándola o enfocarse en otra cosa, las mejillas se le colorearon de rosado y los labios parecieron temblarle, el inferior tenía una suave línea de azúcar glas que se tropezaba por los bordes, perdiéndose en unos, cayéndose de los otros, Hermione deslizó su dedo pulgar por aquella franja de azúcar tan suave y aguerrida que no la quitó. —… tienes azúcar.

Pansy se quedó así, mirándola y sintiendo aquel roce, Hermione paseó sus ojos por los de Pansy y de regreso a sus labios, la poción la desinhibía y ahora ambas lo sabían, la castaña no le mentía, no lo había hecho, lo que estaba ocurriendo era cosa de la poción, no podía ser nada más; Pansy se acercó a Hermione con rapidez empujando su mano, buscando su cara, quería besarla y se aproximó para hacerlo decidida, pero Hermione la detuvo y empujó con la mano que le sostenía la cara conteniéndola. Parkinson se quedó congelada ante aquel gesto y frunció el ceño, su rostro aparentaba dolor mientras se inflamaba poniéndose muy colorado como si la hubiera golpeado y le doliera, esa era exacto la expresión que se leía en su cara y Hermione se sorprendió de ella, porque la mueca de sufrimiento por haber sido contenida que tenía Pansy le causó un escozor casi igual al de la necesidad de besarla.

Algo más cayó de nuevo en el baño y esta vez estuvo segura de que se había hecho pedazos contra el azulejo, pero no importaba, no le dio importancia y no se movió un centímetro, Pansy tampoco, se miraban y Hermione supo que la mueca de dolor en la cara de Pansy se iba a ir sólo de una forma.

—Estoy desinhibida. —Murmuró de pronto como si fuera ese el pretexto perfecto, Pansy sonrió en medio de su máscara de pesar, los ojos como buscando una respuesta ingeniosa que dar, abrió la boca para decir algo, pero Hermione no le dio tiempo, la sujetó por la nuca y tiró de su cabeza hacia ella encontrándola a medio camino, impactando sus labios contra el inferior de Pansy que aún tenía sabor a azúcar y a chocolate, lo estrujó entre el suyo fuerte primero, y luego se quedó ahí fija un rato, sintiéndolo y apreciando el sabor que le llenaba, disfrutando de aquel tacto y la llama que le consumía un rato antes el pecho, el desconsuelo que le invadía momentos antes se calló, se sintió de nuevo en paz y aunque había música en la sala, ahí besando a Pansy recargadas contra el sillón, sintió un silencio que la hundió muy profundo en una calma que creyó era producto de la poción.

O no.

/o/o/o/

Estaban todos reunidos hablando sobre ello, tenían mucho tiempo enfrascados en aquella discusión, el cambio tenía que ser en próximos días y la lista de candidatos ya se había reducido a dos nombres, lo que era un avance extraordinario; entre miradas airadas de los candidatos que habían perdido la batalla, a veces se descubría alguna mirada divertida de alguien a quien el nuevo movimiento conviniera mucho, así las cosas por largo rato. En una esquina del lugar, entretenido jugueteando con un reloj de bolsillo, para ser preciso, el reloj de bolsillo que encontrara entre las cosas viejas de su antiguo profesor de pociones, Harry Potter esperaba; había estado silencioso toda la reunión, le invitaban porque sabían todos que pronto sería el nuevo jefe de aurores, pero también le invitaban porque muchos esperaban que en unos años, porque él así lo quería, se convirtiera en el nuevo Ministro.

Él no lo negaba, en realidad sonreía de lado cuando lo decían delante de su cara, pero se llevaba la mano al bolsillo donde guardaba ese reloj, lo giraba en su palma impaciente y se tocaba el que llevaba en la muñeca; alguna vez le habían preguntado por qué usaba dos relojes, y no había sabido contestar, consultaba la hora en el que tenía en la muñeca, pero el otro, el de bolsillo, le servía para ver lo que había en la carátula del reloj. No era un secreto a voces, de hecho de sus más cercanos lo sabían sólo Ginny y Hermione, porque alguna vez se lo había mostrado como para compartir más de lo que ya compartían, Severus había mandado labrar en aquella carátula una frase que quizá le sirvió de mantra toda su vida: Vive sabiendo y espera.

Ginny no lo entendía, a veces incluso se desesperaba al verlo actuar bajo esa filosofía, Hermione por su lado, lo apoyaba y le gustaba que fuera así, porque le alimentaba; cuando alguien le decía que había madurado, que era más sabio, entonces él comprendía que era gracias a esa frase, a esa idea de sí, saber mucho, buscar, investigar, averiguar, y esperar.

—Harry, dinos lo que piensas. —A su lado, un hombre de las oficinas del Departamento de Misterios intentaba sacarle sus opiniones, pero él seguía empeñado en callar, porque no le gustaba que intentaran sonsacarle algo. —Después de todo, hay dos nombres por ahí que deben interesarte.

—Shacklebolt será reafirmado en el puesto, así que los nombres que oímos son los de siempre, sólo eso. —Terminó sonriendo mientras se guardaba el reloj en el bolsillo interno de la túnica, entonces alcanzó a ver a las personas con las que quería hablar ese día, así que echó a andar despidiéndose con un movimiento de cabeza.

—Potter, bienvenido… le he estado observando allá en ese rincón. —Su interlocutor era un hombre sonriente, excesivamente sonriente y si Harry no supiera de antemano que era descendiente de vampiros y que eso le había obligado a usar diversos tipos de pociones para evitar la palidez, habría pensado que tenía varias cirugías estéticas en su haber.

—Estaba esperando el momento adecuado para que pudiéramos hablar un poco. —Confesó mientras daban unos pasos hacia una mesa de té cercana, en la que esperaba su acompañante poder refrescarse la garganta, Harry se acercó más a él, quería tratar el asunto lo más discretamente posible. —Se trata de Ronald Weasley.

—Su amigo Weasley… ¿sabe lo que pasó el día de su reaplicación, verdad? —Se agachaba más, parecía que quería que sus palabras se perdieran en algún sitio lejos de ellos, Harry asintió, pero lo cierto es que sólo conocía la versión de Ron y eso le hacía sentir sumamente incómodo. —Su amigo no sólo falló en la prueba, sino que avergonzó a su aplicador y puso muy por los suelos el nombre de los aurores, señor Potter. —El tono había cambiado por completo en su voz, ahora le trataba distante y a Harry eso le hizo titubear.

—Sé que puede ser un necio y un desentendido de lo peor, pero quiero hablar seriamente con usted… quiero pedirle que lo ayude, una oportunidad más para un hombre que merece una más. —Dijo las cosas a raja tabla, el sujeto se volvió a él aunque ya habían llegado a la mesa de té y le sostuvo la mirada seriamente, aquellos ojos y aquella piel mortecina denotaban que era más vampiro de lo que aseguraba y sin embargo estaba ahí, hasta donde caía un suave rayo de luz solar que se filtraba por una rendija en el techo; Harry se sentía tan fuera de lugar en su pensamiento muggle que tuvo que volverse a la mesa de té y servirse uno él, nada más para no tener que soportar aquella mirada de lástima que le dedicaba.

—Su amigo no merece nuevas oportunidades, no merece más. —Acabó antes de inclinarse para servirse también, Harry sintió que se le iba la sangre a los pies.

—¿Cómo puede decir eso? —Quiso saber ofendido, no era que ofendieran a Ron, ahora lo ofendían a él que estaba suplicando, sólo un favor a cambio de tantos que había hecho al mundo mágico.

—Las oportunidades uno las pide, uno las lucha y se las gana… Ronald Weasley ha desperdiciado cada oportunidad que usted y Hermione le consiguen, él no las gana, ustedes se las negocian… si él viniera a pedírmelo se lo daría, pero no viene él, viene usted. —Harry sintió un bochorno que lo obligó a erguirse más y a beber del té aunque estuviera hirviendo, quizá así desviaría la atención de quien pudiera mirar de su sonrojo de vergüenza al de haberse quemado. —Usted es un buen amigo, señor Potter, y Hermione Granger es una gran novia… pero Ronald Weasley por lo visto ya agotó sus bondades y sus oportunidades… no le daré a él las oportunidades que ustedes ganan, a mi parecer él ya no las merece. —Le dio una palmada fuerte en el hombro mientras se alejaba con su taza de té, Harry se quedó con la suya en la mano rumbo a sus labios, no tenía ganas de seguir ahí un minuto más.

/o/o/o/

Podía sentir la boca de Hermione contra la suya, fija en su labio inferior donde parecía haber anidado como la golondrina que regresa, pero necesitaba ser ella quien besara y alejó un poco su boca abriéndola para aprisionar la de la castaña, que no se negó y por el contrario, se entregó entera; dos veces arremetió acariciando aquellos labios con los suyos, caricias que había estado ansiando desde muy temprano, llevó su mano al cuello de Hermione, donde la posó los dedos que sentía ateridos hasta que la tocó, aquel roce hizo que pudiera acercarse más, inclinando su cuerpo hacia ella, buscando más cercanía. La mano que había usado Hermione para atraerla hacia sí, se filtró bajo su brazo y busco ponerse en su costado, donde se alojó para atraerle hacia sí, volvió a buscar abarcar toda su boca y se inclinó a un lado sintiendo con emoción cómo Granger hacía lo mismo; era el beso prolongado que habría querido tener en la mañana, ahí, sobre aquella cama, buscando tenerla más cerca, pero ahora se daba ahí, en el suelo, contra el sofá.

—Estoy… —Contra su boca intentaba hablar Hermione, pero no se retiró, no iba a hacerlo, esta vez no cedería fácil, se acercó más apoyándose en su pierna y presionando a la castaña más contra aquel mueble, llevó su otra mano al rostro de la mujer y prensó entre sus labios el superior de ella, estrechándolo entre sus dientes inferiores y su labio superior, dejando que intentara escaparse para arañarlo dulcemente en el camino. —… yo…

—Tú. —Dijo con una risa irónica en los labios al alejarla un poco, se dio tiempo de mirarla a los ojos y analizarle el rostro enrojecido mientras se mordía ella misma los labios, sujetándola con ambas manos para que no fuera a escaparse esta vez, Hermione tenía los ojos cerrados y la cabeza echada atrás, los párpados echados sobre los ojos se le veían lánguidos y le vio la boca enrojecida por la última suave mordida que le había dado. —¿Tú? —Preguntó, pero Hermione respiraba pesado y parecía no poder hablar, antes que pudiera hacerlo, le dio un beso más, uno sonoro y rápido sobre los labios cerrados y dejó que buscara la castaña besarla nuevamente pero se alejó antes, haciéndola que abriera los ojos buscándola.

—La poción. —Murmuró Hermione con una voz suave, tenue, casi dormida con los ojos oscuros de ansiedad.

—Ya sé, ya sé. —Contestó mientras volvía a besarla, ahora apoyada en sus rodillas frente a ella para besarle desde arriba, Hermione había puesto ambas manos en sus costados y deslizaba sus dedos por la blusa rozándole con tanta suerte que le sacaba escalofríos; la beso de nuevo estrujando sus labios con fuerza, la beso luego deslizando su lengua por el borde de su boca, lento, húmedo, suave, disfrutando aquella boca como si fuera la cena, el desayuno, ¡todas las comidas más deliciosas del mundo!, se detuvo un instante. —Estás desinhibida. —Murmuró contra su boca mientras llevaba sus dedos con suavidad hacia las orejas de Hermione que se estremeció al sentirla acariciar sus lóbulos y perderse entre sus cabellos.

Bajó sus manos hasta sus hombros, el beso se pronunció más, alargándose y volviéndose más profundo, más húmedo, más denso haciendo que se extinguiera el aire que tenían y buscaran a bocanadas un poco para sobrevivir entre embestida y embestida; Pansy se atrevió a más, llevó sus manos a la cintura de Hermione y haciendo un movimiento que sorprendió a la castaña, la empujó hacia arriba, ayudándola a alzarse y sentarse en el sillón que les había servido de respaldo. Granger pudo sentarse, pudo inclinarse mientras Pansy se le venía encima como la ola inmensa que quiere someter la playa al entero, la playa, la costa, ¡todo!

No se negó, no la detuvo, ambas se recostaron una encima de la otra en aquel sofá y Pansy se dio gusto comiéndose aquella boca y Hermione deslizó las manos por debajo de la blusa buscando piel, buscando cuerpo y lo logró y no dejaba Pansy se agradecer por la poción y la desinhibición, ahora todo le parecía glorioso; un movimiento bastó para meter sus manos bajo el suéter de Hermione y bajar de besar sus labios a besar su barbilla, su cuello y concentrada como estaba en ello, la voz entrecortada de la sabelotodo le sacó de ritmo apenas cuando le preguntó.

—¿Aún está la marca? —Un gemido amortiguó lo extraño de la pregunta y Pansy estaba tan concentrada en sujetarle la cara con una mano mientras con la otra le acariciaba la cintura, más su boca besando aquella otra boca que se encontró perdida sin entender a qué se refería; pero cuando la lucidez le vino un poco y se acordó de la marca, aprovechó un movimiento súbito de Hermione que le ayudó a despojarle del suéter y dejarla en sujetador solamente para mirar su costado. Y lo encontró hermoso, sombreado por el mueble, limpio. —¿Aún está? —Parecía muy necesitada de saberlo, parecía en serio querer saber si tenía la marca y seguía desinhibida que se preguntó mientras mordía aquella barbilla si sería bueno decirle que ya no la tenía; deslizó su lengua suave por la forma de su rostro rumbo a su oreja, mordió aquel lóbulo ganándose un gemido que hizo que su vientre sufriera un temblor, no quería detenerse a pensar, no quería detenerse a dudar, sólo quería hacer aquello más que otra cosa en todo el mundo. —¿Está? —Insistió en una voz chillona producto de la excitación.

Volvió a morderlo, pasó luego su lengua por aquella piel suave y la sintió de nueva cuenta temblar, aquel temblor de Hermione le sacó una sonrisa y entonces fue Parkinson, sí, la rastrera Pansy Parkinson capaz de lo que fuera para obtener lo que quería.

—Sí, todavía está. —Mintió.