Lo prometido es deuda, este es el primer intento por retomar el ritmo debido de Demasiado, le he encontrado detalles al releerlo, pero ya los corregiré en un futuro. Gracias si es que continúan leyendo.
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Domingo 8 de noviembre
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Sentada mirando al jardín, Ginny Weasley se daba a la tarea de contestar el correo que tenía rezagado desde que comenzó su padecimiento de hinchazón, días enteros sin tener ganas ni ánimos de revisar las cartas se desvanecían un poco con una buena taza de café a un lado; llevaba no menos de dos horas ahí sentada, y seguía el montón de sobres igual que al inicio, pero la bebida se había rellenado por lo menos tres veces ya; la realidad es que le preocupaba avanzar muy rápido y empezar a encontrarse las cartas que contenían el relato de la posible traición de Ron, los cuestionamientos sobre la ausencia de su hermano… los cuestionamientos sobre ella misma. Ginevra Weasley había corrido a ayudar en San Mungo porque Harry así se lo había pedido, aún débil para pelear (según su preocupón novio y su aún más posesiva y alterada madre), había encontrado en los pasillos del sanatorio mágico la oportunidad de ser útil, pero no había sido suficiente y aún tenía en las pupilas las filas de cadáveres grabadas; cerraba los ojos para ver aquello llenándose la boca del fuerte sabor del café sin azúcar.
Atormentada, volvió los ojos del jardín verde y fresco donde su madre desgnomizaba con entereza hacia la mesa con las cartas, y entre los muchos sobres uno atrapó su atención: un sobre oscuro, con un elegante listón que atrajo sobremanera su mirada; extendió la mano para sujetarlo, cuando la chimenea chisporroteó fuerte, un par de tizones dieron un salto y fueron a manchar de hollín la alfombra, se volvió, era Percy con las gafas en la punta de la nariz.
—¿Ginny y mamá? —La pregunta sonó un poco apurada, el chillante silbido de fondo lo acentuaba, además estaba ansiosa y preocupada.
—En el jardín, ¿pasa algo? —Se acercó rápidamente a la fuente de la voz, Percy pareció dudar un poco de decirle lo que le estaba perturbando, pero luego de fruncir el ceño y apretar los labios como a veces hacía su padre en un momento de embarazo, habló con la voz más ronca, tensa.
—Quisiera comentarle algo… ¿puedes decirle que sería bueno que viniera a casa? —Ginny sintió como que no quería confiarle algo importante, quiso decir algo y quizá berrear porque la estaba obviando a ella, pero al final lo dejó pasar; entendía que, por muy hermana que fuera de todos aquellos armatostes necios, pelirrojos y pecosos, ella, Ginny, no era su madre.
—Sí, se lo diré. —Percy asintió y cuando estaba por desaparecer, vio los muchos sobres en la mesa donde estuviera antes su hermana, y se volvió como tropezado para mirar mejor, llegando incluso a ajustarse las gafas con un movimiento torpe.
—Ginny… ¿y ese correo? —La aludida volvió apenas la mirada y señalando con el pulgar a su espalda atinó sólo a comentar.
—Es el trabajo acumulado de muchos días… me he dado demasiado tiempo libre. —Sonrió para restarle importancia, pero su hermano no lo hacía.
—Ginny… ven con mamá en cuanto les sea posible, ¿de acuerdo? —Aquello la inquietó más si se podía, asintió sin decir ya nada y vio cómo su hermano desaparecía en las llamas; como le pareciera importante por el tono en la voz y el gesto en aquel hombre entre las llamas, salió al jardín a buscar a su madre y se decidieron a resolver pendientes de casa antes de ir a la de Percy.
El correo podría esperar.
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—Explícame otra vez, porqué tengo que creer que Pansy no tiene nada que ver en todo esto… no, no, no… explícame mejor porqué tú le crees a ella. —Harry iba y venía de un lado a otro de su oficina, habían echado abajo las cortinas y Hermione permanecía ahora de pie enfrentándolo como podía; hacía más de cinco minutos que estaban así, ella insistía en lo que sabía y en lo que había visto, él negaba, berreaba, amenazaba, unas veces con las manos en alto y lleno de aspavientos, otras violento y descontrolado.
—Yo estuve ahí, yo lo vi. —Volvió a decir segura, manteniendo el tono de voz controlado y fuerte, pero Potter era necio y empecinado, dio dos pasos hacia la puerta y se asomó fuera abriendo con un golpe seco, no debió ver lo que quería, porque regresó adentro cerrando con más fuerza; por momentos, Hermione sospechaba estar hablando con la pared, la decisión de Harry era un hecho y no iba a poder sacarlo de su idea de que Pansy era el enemigo a vencer.
—Viste lo que ella te dejó ver, nada más. —Aseguró con violencia mientras se dejaba caer en su silla, el respaldo crujió con su cuerpo delgado en él, Hermione negó con la cabeza fuerte y firme y volvió a estrujar entre sus manos el respaldo de la silla que antes ocupara. —Porque en lo que a mí concierne, Pansy bien pudo haber fingido, pudo engañarte y mostrarte lo que le convenía que vieras y tú estás cayendo como una tonta.
—No tengo quince años y aún a esa edad bien sabes que no podían engañarme. —Exclamó con aire ofendido y Harry tuvo que asentir enérgicamente.
—No intento menospreciar tus habilidades, Hermione… pero es Pansy, ¡maldición!... ¡te engañó y estás cayendo redondita!... ¡hasta parece que sí tuvieras los quince años! —Exasperado, estaba exasperado y Hermione se iba sintiendo igual.
—No es así, puedo garantizarlo… el miedo, la forma como esa mujer destruyó la carta frente a mis ojos, era un pánico real Harry, ¡no se puede fingir un miedo así! —Harry le miró fijo a través de sus gafas, aquellos ojos analizaban la forma como Hermione se expresaba, su vehemencia, hubo algo, parecido a un chasquido, una luz, como si de pronto descubriera una verdad asombrosa.
—¿Qué hacías en casa de Pansy ese día? —Preguntó sin cambiar la expresión de asombro, sin modificar en nada su aparente sorpresa y descubrimiento, Hermione se replegó, dio vuelta a la silla sin dejar de verlo y se sentó en su asiento delante de él.
—Tengo asuntos de oficina que resolver con ella, hemos compartido reuniones importantes con industriales mágicos y productores. —Fue evasiva, había sido tan notorio que el removerse en su asiento sólo había significado hacerlo más evidente, Potter echó el cuerpo atrás y le clavó los dos relámpagos verdes que tenía por ojos, Hermione tragó saliva y se inclinó adelante. —Tiene un proyecto importante relacionado con la medicina muggle y la medimagia, creo que es muy importante que apoyemos algo así… pero no es el asunto ahora, Harry… mira, sé que no vas a creérmelo, yo misma me sorprendo de ello, pero le creo, Harry, yo le creo sobre esto, vi su espanto, yo lo vi. —Potter se ablandó un poco, llevó su mano al borde del escritorio y jugueteó acariciando la línea del cristal que lo protegía, Hermione insistió. —Revisa su expediente, Harry… revisa las pruebas de confianza que le han hecho, Pansy es de los pocos miembros del Ministerio con pasado turbio que siente remordimiento y culpa… y muy para mi pesar, vergüenza.
—Sé perfectamente que es la de sentimientos de culpa más fuertes, no pienses que actúo sin medir las consecuencias, Hermione, me he leído los informes, conozco los registros y resultados de sus pruebas de confianza… he hecho mi propia investigación. —La seguridad con que hablaba y la violenta forma en que afirmaba las cosas hicieron a Hermione poner más atención; ambos se relajaron de pronto tras un largo segundo de silencio, ambos se detuvieron un momento y se miraron. —Aconséjame con la sabiduría que siempre has tenido, pero hazlo sin meter emoción en esto Hermione… piensa en lo que somos, piensa en lo que hacemos, ¿qué hago?
Granger se reclinó al frente e intentó ser objetiva, quiso analizar todas sus posibilidades y con mucho problema, logró medio aclarar su mente dejando de lado el miedo que tenía a que Pansy sufriera más; pensó en el ataque y el asunto de las cartas, en cómo Harry había perdido los estribos con un detenido y ahora tenía encima toda clase de acusaciones, pensó en su puesto, en su trabajo, en la montaña de documentos que aquella mañana había encontrado sobre su escritorio, muchos reclamos, muchas renuncias, muchas acusaciones…
—Vamos a hablar con Pansy. —Harry alzó las cejas con sorpresa por la propuesta, no era algo que esperaba escuchar y Hermione misma no atinaba a comprender el origen de esa idea, pero en el fondo sospechaba que Harry creería lo que decía si lo veía él mismo en ojos de Parkinson. —Quiero que veas tú mismo la carta, que sepas lo que vi y quizá un poco lo que significan, tal vez entre los tres podamos comprender un poco más lo que sucede.
—No es la única en recibir la carta, Hermione. —Harry quiso añadir más información, ella asintió esperando que le diera más todavía, sorprendida y a la vez no de saber por él el asunto de las misivas. —Tengo reportes de magia extraña entorno a otros Slytherin de nuestra generación, incluso a otros que ni siquiera son verdes, si todos ellos han recibido una carta soy también capaz de ver rastros de los que las aceptaron y de los que las rechazaron… —Harry se miró las manos un momento y luego volvió sus penetrantes ojos verdes a ella, la mirada quería atravesarla, leerla sin recato. —… si estás intentando encubrirla, lo sabré.
—¿Por qué crees que la encubriría? —Preguntó despacio, dejando que cada palabra saliera muy cuidadosa, porque sentía que podría resbalar si no se andaba con tiento suficiente.
—No lo sé, pero tengo la sensación de que lo harías. —Intentó no parecer sorprendida mirando a otro lado, Harry abrió uno de sus cajones y dejó caer dentro la orden, luego cerró con un pase de varita. —Vamos.
—¿A dónde? —Se había puesto de pie y se ajustaba la túnica, ella le seguía hacia la puerta sin saber a dónde iban, mirándolo con el temor de que fuera a detener a Pansy sin documento, de que quisiera ejercer poder con violencia.
—A casa de Pansy. —No lo creía, pero él le daba un voto de confianza e iban hacia allá.
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—Ponlo en el suelo, Millicent. —Detestaba verla con el gato en brazos, lo odiaba, sobre todo porque para Roar era incómodo, claramente molesto, así que quería evitar que el gato la lastimara y luego debiera soportarla renegando y quejándose.
—¿Por qué siempre evitas que lo tome?... a Granger se lo dejaste unos días. —El comentario no venía a colación, pero lo dejó pasar porque podía ver el tono de reproche metido entre cada palabra; se removió un poco sobre su almohada alta y siguió con los ojos a Millicent que iba y venía. —¿Ya vino a verte?
—Estuvo aquí. —Aceptó sin ganas de ahondar en el tema, pero luego se dio cuenta que Millicent esperaba algo más información, así que movió las piernas bajo las mantas un poco, con evidente dolor y le pidió que le acercara su vaso con poción. —Platicamos bastante y creo que nos llevamos mejor.
—¿Mejor? —Millicent quería indagar más y Pansy no estaba muy decidida a escuchar sus preguntas y mucho menos a contestarlas, pero luego de pensarlo mejor, también se dio cuenta que era su única amiga, una real.
—Le dije que me gusta. —Murmuró con suavidad, Millicent se quedó de un palmo, habría jurado que iba a dislocársele la mandíbula del susto o de la impresión, aquellos ojos casi se hicieron pequeños mientras la miraban, Roar se acabó por remover más violentamente acabando por caer al suelo con un maullido enojado. —Ella dijo que le gusto también.
Millicent no dijo nada, sólo se quedó ahí congelada mirándole, por un momento sintió como si algo se fracturara entre las dos, el rostro de su amiga lo decía, como si nunca hubiera visto antes, de pronto Pansy presintió algo horrendo, presintió que Millicent era diferente, que no era su amiga…
—Millicent yo…
—Pansy, ese día cuando pasó todo eso en el Ministerio… —El cambio pareció demasiado abrupto, una escapada a algo que pudiera arruinar el momento, pero luego también le pareció que venía algo importante, los ojos de Millicent parecían avecinar algo fuerte, así que se crispó y frunció el ceño. —… yo recibí una carta, Pansy. —Aquello tenía sentido, este cambio de tema era bueno, pensado y compuesto para funcionar, porque sintió como su cabeza iba muy lejos de Hermione y sus ideas, de pronto una angustia rara le sacudió.
—La carta de los Sagrados Veintiocho. —Murmuró mirándola fijamente, Millicent asintió, se escuchó un plop en la habitación contigua y Pansy supo que tenía que ser Hermione, pero se oían demasiados pasos.
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—¿Sabes en lo que te estás metiendo, cierto?
—Lo sé.
—No es un berrinche estúpido por sentirte… vamos, por creer que nadie mira… porque aquí todos te van a mirar.
—No es eso, sé lo que ocurre.
—No es sólo saberlo… es aceptarlo.
—Lo hago, no estaría aquí si no fuera así.
—Bien… está bien… ve a casa, sabrás de nosotros cuando sea tiempo.
—¿Ir a casa?... ¿así funcionan?
—Para tu sorpresa, sí… pero esto que te parece poca cosa, en realidad es extraordinario.
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—Señoritas. —La voz de Harry en aquella habitación sonó como suena un disparo en una cueva desierta, el estruendo casi las hizo vibrar, Millicent dio dos pasos al oírlo hasta la cama, como si quisiera protegerla con su cuerpo, cosa vana; Hermione, un paso atrás del moreno, sintió como si algo en el pecho se le hubiera removido, la cara de Pansy metida en aquella cama, ojerosa, macilenta, la turbó horrores, parecía como si no la hubiera visto apenas un rato antes. La morena, por su lado, frunció el ceño acentuando el sombreado morado de su nariz golpeada, la ceja desaparecida se estiró más allá de donde podía verla y los labios se le pusieron más blancos cuando los presionó con fuerza.
—Disculpa que no me ponga en pie para recibirte, Potter… —Sarcasmo que se podía cortar con un cuchillo, sarcasmo ácido y puro que podría haberse puesto en frasco y venderse por litro para retirar capas y capas de suciedad de los calderos del mundo entero. —… pero no creo haber tenido en mi cabeza que pudieras visitarme… —La mirada verde olivo aquella se desvió suavemente de la cara de Harry para ir a posarse en los ojos marrones de Granger, que tragó saliva e intentó con su rostro decirle que no había tenido opción, suplicarle comprensión por hacer aquello, pero los ojos brillaron, entendían y no aceptaban, estaban enfureciendo. —… perdón si sueno descortés… pero ¿qué haces en mi casa? —Harry dio dos pasos hacia ella y Hermione permaneció en su sitio, congelada, petrificada más bien, Pansy hizo intento de sentarse más derecha y Millicent le ayudó tomándola por el brazo sin dejar de mirar a Potter y a Granger alternadamente.
—Hermione me ha contado cosas interesantes que vengo a confirmar… pero más que nada, tengo un par de asuntos que informarte, Pansy… antes que nada y permíteme a mí ser cortés, ¿cómo te sientes? —Era como estar viendo a un lobo acariciar una oveja, era como si la medusa abriera sus ojos y mirara fijo a una criatura que no se convertía en piedra, Pansy sentía aquella rareza, se le notaba y Hermione y Millicent lo notaban también, pero ellas se mantenían mucho más al margen.
—Si ignoramos el dolor físico de mis heridas, estoy bastante bien… ¿qué te trae por aquí, Potter? —Harry volvió la mirada a Millicent que frunció el ceño, Hermione alzó la cara, esperaba que le pidiera que se fuera, las mandíbulas de Pansy se endurecieron, el sombreado bajo sus ojos se acentuó.
—Pansy, traigo conmigo un asunto muy serio… no sé si sea prudente…
—Si Granger se queda, Millicent también. —El tono, la frialdad con que se dirigió a ella hicieron a Hermione volverse para mirarla, no debió ser discreta porque Bulstrode le clavó una mirada rápida de orgullo, como si ese desatino la emocionara, o como si le significara un triunfo; Harry volvió un poco el cuerpo hacia la castaña que asintió seria y tragando saliva con incomodidad, con un movimiento de varita hizo aparecer un pergamino enrollado y lo envió con un movimiento de muñeca hasta Parkinson en su cama, que lo miró con cuidado sosteniéndolo entre sus manos adoloridas.
—Tengo una orden de aprehensión en tu contra y estoy resuelto a llevarla a cabo. —Millicent se movió hacia el pergamino como si fuera una serpiente que atrapar, Pansy miró fijo a aquellos dos intrusos en su habitación y endureció más las facciones, luego, como una ráfaga, llevó sus ojos a los de Hermione y le miró, aquello cimbró a la castaña, había sido como una bofetada de recriminación.
—¿Bajo qué cargos? —Espetó sin dejar de mirar el papel frente a su cara, Millicent se había inclinado hasta ella, Hermione sentía que todo se había desbarrancado, Pansy le parecía ahora más débil y pequeña, como si el peso de todas aquellas viejas acusaciones y las nuevas que ni siquiera conocía, estuvieran aplastándola contra la superficie acolchada de la cama en que descansaba.
—El más grave de ellos es traición. —Harry se levantó las gafas de la punta de la nariz, debía estar viendo a Pansy tan débil como Hermione la percibía, pues su tono de voz se había ablandado del todo, su cuerpo, más relajado, ahora parecía menos agreste y no fue raro que la propia Pansy se removiera con más debilidad y confianza.
—No he traicionado a nadie. —La voz se fue perdiendo hacia el final de la frase, Hermione vio en el gesto adusto de Pansy algo de dolida astucia y aquello la asustó, ¿estaría la ex verde fingiendo pena para ablandar al joven auror?
—No es lo que se dice. —Harry cometió un error, Hermione lo supo aún antes de que la propia Pansy lo pescara en el aire.
—¿Estás diciendo que vienes a arrestarla basado en lo que alguien "dice", Potter? —Millicent dio la sorpresa adelantando a las dos que le miraron azoradas, su reacción agreste hizo a Harry tambalearse y Hermione tuvo que salir al quite por mero instinto natural, por pura costumbre.
—Como en buena parte de las pesquisas contra enemigos del Ministerio, lo que se dice es justamente lo que usamos de parteaguas en casos sólidos… y ustedes dos, como buena parte de los funcionarios del Ministerio, saben que, si no fuera por lo que se dice, no podríamos actuar. —No se dejó intimidar, no iba a permitir que se lo comieran, así que se mantuvo firme en lo que tenía que decir.
—Pues bien, ¿qué se dice entonces de mí, Potter? —Pansy sonrió de lado mirando a la castaña, que tuvo que soportar ver cómo Harry sacaba el ejemplar de la revista mágica en mención y la usaba como evidencia principal de un caso absurdo.
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—¿Puede asegurar que las personas a las que vio atacando el Ministerio no eran también funcionarios que trabajaran en él?
—Si me permite ser sincera, en ningún momento vi a alguien cuando fui atacada… pero sí puedo asegurarle que quien quiera que haya entrado al Ministerio, tenía sólo una meta.
—¿Qué meta, señorita Patil?
—Iban directamente a asesinarnos, las heridas que tuve en el ataque y además la forma cómo nos controlaron, los hechizos de bloqueo…
—¿Qué hechizos de bloqueo?
—No podíamos desaparecer, el sanador que estaba conmigo cuando fui herida y yo teníamos protección y permiso del Ministerio para aparecer y desaparecer en sus instalaciones, sin embargo, no logramos hacerlo.
—¿Está sugiriendo que sus permisos mágicos especiales por rango, fueron cancelados durante el ataque?
—Le digo que cuando el sanador intentó desaparecer no logró hacerlo, yo no lo intenté siquiera porque estaba muy mal herida… y francamente, no tenía ni energía ni cabeza para ello.
—Su comentario, Pavarti, sugiere que de algún modo los atacantes lograron bloquear el poder mágico del Ministerio… me atrevería a decir que insinúan una infiltración en departamentos muy importantes, como el de uso de la magia o control de la misma.
—No sugiero nada, ni insinúo, pero ustedes me citaron para que les hablara de lo que me pasó a mí y les digo lo que vi y sentí, eso es lo que hago, las insinuaciones, indicios o sugerencias, las dejo para ustedes cuando revisen mi declaración… y si me lo permite, quisiera volver a casa ya, no me siento bien.
—Descuide, señorita Patil, tenemos lo que necesitamos, le agradecemos enormemente que haya venido a hablar con nosotros.
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—Bueno, ¿qué opinas? —Harry estaba ahí de pie mirándole, podía verlo de reojo mientras tenía los ojos clavados en aquella publicación estúpida; parecía una broma de la vida semejante acusación, sobre todo tratándose de una cosa tan absurda, Draco peleando por ella, una conspiración de dimensiones tan grandes sólo por celos.
Se sonrió.
Le tendió la revista a Millicent para que la viera, con el ceño fruncido miraba el compendio de hojas con menos hilaridad que ella, ante una seña, sujetó el vaso de la mesilla a su lado y se lo tendió, antes de hablar con Potter quería beber un poco y tener pretexto de volver sus ojos a Hermione, que sentada en un rincón la miraba como si le horrorizara lo que estaba pasando; lo que bebía no era agua, sino la poción que necesitaba para recuperarse más rápido y deseó en lo profundo de sí misma que surtiera un efecto milagroso, que pudiera levantarse de la cama, pero cuando hizo ademán de incorporarse, le dolió todo. Hermione se levantó de su silla y fue hasta la cama para ayudarla, Potter no se movió un milímetro, miraba con sorpresa la reacción de la castaña y obviamente analizaba lo que pasaba entre las dos.
—Estoy bien. —Exclamó empujando su mano para, apoyada en el codo, acomodarse contra la cabecera de la cama; con un suspiro de violento dolor, volvió su rostro al de Potter y analizó aquella mirada. —Nada de lo que te diga ahora, hará cambiar tu opinión, tú piensas y asumes que soy eso de lo que hablan en la revista, monstruosa y sin moral… eso piensa, señor auror, ¿por qué no está poniendo unas esposas en torno a mis muñecas? —Al preguntarlo sonreía, sonreía con violenta necesidad de ganar una partida contra el ojiverde, pero él le miró con más enojo.
—Por ella. —Apuntó a Hermione en un gesto que pareció infantil y emberrinchado, la castaña se sonrojó y Pansy no pudo evitar volverse a verla y sentirse golpeada; Millicent dejó caer la revista sobre la cama con un estrépito y se volvió contra el único hombre en la sala, él la miró un instante.
—Pansy no hizo nada de esto, hay testigos, hay gente que firmará documentos y si es necesario nos someteremos a las pruebas de confianza que quieras… ¡trae veritaserum, Potter!, beberemos por litros si es necesario, ella no tiene nada que ver. —Hermione alzó la mano como si estuvieran en clase de primer grado.
—Harry, es obvio que eso es sólo chisme, un rumor simple y llano… hablamos de una publicación que busca vender más números y por Merlín… ¡incluso mencionan bares y restaurantes para que la gente los frecuente! —Hermione tenía razón y la vehemencia con que lo decía, debía ser suficiente para que Potter se convenciera y lo era; aquellos ojos vivamente verdes le miraban con el ceño fruncido, tenía el rostro amoratado casi por la presión y la fuerza con que estaba presionando su cabeza, o quizá su conciencia para aceptar que le creía.
—Si eso es una charlatanería, si eso es falso… ¿qué significa que te llegaran esas cartas? —El rostro de Millicent se puso tan blanco que pensó que se había infartado, Hermione alejó lentamente las manos de su cuerpo y se volvió del todo hacia Harry; algo similar a la angustia se le alojó en el pecho, la sensación apremiante de tener que decir o hacer algo, se descubrió a sí misma rebuscando en su memoria porque no lograba entender a qué se refería con "cartas".
—¿De qué…? —Comenzó mirando a Hermione y a Harry intermitentemente, él le sostenía la mirada con fijeza, como si de atreverse a quitarla ella pudiera escaparse.
—Sé que recibiste una carta, no sé de quién, pero está encantada para volver siempre que sea necesario, si la destruyes, si la rechazas, si la tiras, la carta regresará. —Harry avanzó hacia la cama, algo se le atoraba en la garganta, algo grueso y grande que hacía que tuviera que abrir la boca enorme; de pronto era un manojo de nervios y ansiedad, como cuando recibió aquel sobre, igual a ese momento. —¿Sabías de quién era la carta?
—No lo sabía. —Dijo casi en un chillido, uno largo y agudo como el de una rata muy atemorizada, Hermione llevó su mano instintivamente a la suya y aquel tacto la asustó, parecía una brasa quemándole la piel, parecía que quisiera controlarla, pero no debía dejarse, no podía concederlo. —Esa carta solo apareció en mi puerta, yo la tomé y la arrojé a la chimenea, esa carta no es mía, Potter.
El rostro de Harry pareció flaquear, un momento, con suavidad, como si entendiera lo que veía en ella y Pansy tendió su mano débil en un arranque que venía más de su estado físico y mental, que de sí misma; Potter alargó su mano hacia ella y sí, rozó sus dedos, casi los sujetó y por un momento fueron más que enemigos acérrimos, por alguna razón Potter le creía y ella se sintió a salvo, y empezó a hablar, mas al abrir la boca se dio cuenta, porque por la comisura de los labios le descendió sabor salado…
Que lloraba.
—L-la carta apareció en mi puerta, Hermione lo vio, yo estaba muy asustada, yo no tenía opción… yo no quiero tener nada que ver con eso, Harry. —Y se descubrió a sí misma débil y pequeña y la mano de Millicent se apoyó en su hombro, mientras Potter sostenía sus dedos apenas y Hermione tomaba su otra mano.
Potter lo pensó un momento. Potter la miraba sin retirar sus ojos de los suyos, esperando a que recuperara la compostura, Millicent pareció tragar saliva, fuerte y tan duro que todos la escucharon, Hermione apretó su mano con fuerza como alentándola, pero Harry abrió la boca antes que todas ellas.
—Nadie va a creerte, Pansy. —Aquello fue como una bofetada, Hermione se tensó como si le hubieran gritado al oído, Millicent dio un paso al frente y Pansy comprendió que él tenía razón, el gesto en su cara lo decía, su mueca de interés y de genuina incomodidad lo decía.
Él le creía.
Pero el resto del mundo nunca lo haría.
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—¡Oh mi muchacho! —Molly jamás iba a cambiar, para ella sin importar la estatura, siempre serían chicos, así que lo sujetó por la cabeza con sus dos enormes manos y beso aquella cara como si tuviera siglos sin verle. —Me tenías preocupada.
—Volví, madre… y si me preguntas, muero de hambre. —Molly se rio por todo lo alto y lo dejó entrar, con sus grandes zancadas se plantó dentro de la cocina dejando caer sobre las losas del piso su maleta como si fuera simple basura; los platones de arroz, puré de papa y pollo lo hicieron salivar como a un cachorro, se sentó echando atrás la silla con un tirón violento, ya con las manos en la comida, empezó a llevarse cosas a la boca con desesperación.
Sí, la aspiradora Weasley.
—Me da mucho gusto que hayas vuelto, Ron… ¿viste a Charlie antes de salir para acá? —Negó con la cabeza y luego puso su atención de nuevo en un delicioso tazón con coles y queso gratinado, se llevó varios bocados encima sin importarle, como siempre, que su madre le mirara casi con sorpresa y un dejo sutil, muy sutil, casi imperceptible, de asco. —No ha escrito, seguramente está muy ocupado… ¿has recibido alguna lechuza del Ministerio?... ¿de Harry quizá?
—Ayer me enviaron una nota, quieren que vaya a un par de entrevistas… —siguió masticando sin hacer mucho caso a la conversación, poniendo más atención en el pollo que destrozaba con sus dientes. —… así que me daré una ducha y me iré a hablar con un par de personas, para poder volver a mi trabajo.
—¿Hablar con un par de personas? —Quiso saber Molly mientras le servía agua en un vaso, tenía los ojos abiertos como platos y una expresión de genuina sorpresa.
—¿Con qué personas, Ron? —Ginny entró en aquel momento, traía consigo muchas bolsas y paquetes, que fue dejando aquí y allá mientras se acercaba, besó el rostro de su hermano que seguía comiendo y se sentó a su lado; mientras le miraba, tomó algo de puré de papa del plato de Ron que se volvió a mirarla con una sonrisa.
—Conocidos… voy a volver, Ginny. —Le guiñó un ojo y Molly se sintió contenta de verlo de nuevo interesado y lleno de ganas de salir adelante.
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—Muy bien, está bien, Pansy… te creo… —Harry se sentó a la orilla de la cama, Hermione respiró mucho más tranquila y Millicent jaló aire con fuerza, mirando fijo a Potter casi con agradecimiento. —… pero como ya te dije, no creo que alguien más lo haga.
—Para ser franca… —Se secó las lágrimas con un movimiento brusco de su mano y volvió su mirada llena de enfado hacia Hermione. —… no me interesa que me crean, nadie me interesa, puedo vivir con ello como ya lo he hecho.
—Harry, si tú no le das respaldo a esas acusaciones, Pansy no tiene que temer. —La castaña lo dijo suave y delicadamente.
—No… pero habrá mucho ruido con esto y veo en ello un área de oportunidad. —Millicent que se mordía el dedo índice de la mano izquierda se volvió a verlo con clara inquietud.
—¿Área de oportunidad? —Preguntó Hermione diciendo lo que las tres pensaban, Pansy tenía el ceño fruncido y Potter se inclinó mirándolas.
—Sé que Millicent también recibió la carta y sé que otros… sé que esto es más grande que los cuatro que estamos aquí y llámenme loco, no me importa, porque como tú, ya me han llamado así antes. —Pansy y él se miraban, los ojos clavados y fijos como estacas. —Pero podemos hacer algo para bien y si ustedes en serio son inocentes, entonces tienen una sola oportunidad de hacer lo correcto.
—¿Qué estás diciendo? —Hermione se levantó de su asiento a orillas de la cama, miró a Harry con fijeza y luego a Pansy. —Estás sugiriendo que…
—Si de todos modos nadie te cree, Pansy… ¿qué puedes perder? —Potter sonreía, la sonrisa más horrenda que Hermione le había visto nunca; para Pansy, sin embargo, era una sonrisa hermosa.
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