Advertencia: Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K.R., la trama es mía.
La historia es un Au y contiene OoC
Sobre la historia... Bueno, es una idea que tengo hace mucho tiempo. La estoy escribiendo a modo personal, es decir, sin pretenciones ni nada por el estilo, solo es para saciar mi curiosidad.
Capítulo 1
1.-
Maldita sea su madre. Ojalá se la llevara el infierno.
Draco se tiró en la cama, molesto. No podía creer que la muy perra le hubiera puesto niñera, ¡Si tenía casi 17 años! Además, ¿quién en estos tiempos necesitaba canguro? ¿Sólo porque le había encontrado marihuana? Vamos, que si era considerado medicinal, era bueno para él, lo mantenía relajado y, paradojicamente a lo que se decía de ella, lo hacía pensar con más claridad. Si no que revisaran su historial de estudios en los últimos 3 años (que era cuando había comenzado a consumir). Llevaba puros sobresalientes. No entendía porqué Aíme se había puesto con esas... Ya, ya, sí lo entendía: quizá no era tanto por la hierba sino por el hecho de la party que se había montado hace dos semanas. O sea, su mejor amigo estaba de cumpleaños y la casa de él estaba disponible, sola. ¿Qué culpa tenía él que Valera se hubiera cargado una reliquia familiar (un feo adorno de caballito de mar, que según databa del siglo pasado), al haberse pasado de tragos? Si le preguntaban (cosa que fue así, de manera retórica e igual respondió), la culpa era de Aíme, es decir ¿esas cosas no debían de estar en una vitrina, guardada bajo 7 llaves, y no en la mesita del centro de la sala? Por su puesto que esta respuesta ayudó más para Aíme hubiese tomado la decisión de contratar a otra perra para que estuviera al pendiente de que no se hiciera otra party, ya que ella le tocaba ausentarse de nuevo, ésta vez, por tres largas malditas semanas.
—¡Voy! —gritó Draco por encima de la música: había tenido la delicadeza de escuchar los golpes detrás de su puerta.
—¡Apaga esa basura! —le dijo Aíme en cuanto él le abrió.
¿Basura? Hay que ver que los adultos vivían con las neuronas en un ataúd. Neutro era de los pocos que se podía escuchar, no era como Canserbero... Bueno, no es que hubiera punto de comparación. Es decir, uno había experimentado lo que Draco desconocía y el otro expresaba un sentimiento que él sí tuvo la mala suerte de conocer muy bien.
Para no enojarla más, Draco caminó hasta su lapto y quitó la música.
—Esa basura es lo que te tiene la cabeza trastornada —Al escucharla, Draco comenzó a enojarse, sin embargo, le dio la cara, de brazos cruzados, sin decir ninguna palabra. Aíme continuó:—. Pura mierda de Sexo y Drogas. No me sorprende tu comportamiento de hacía dos semanas, cuando antes no lo habías hecho. Y luego esa cuerda de vagos...
—Con mis amigos no te metas. —esta vez, no pudo quedarse callado, no le importaba que insultaran sus gustos musicales ( vamos, era una estúpida apreciación de gente obtusa, que no tenía otra opinión más que la que Aíme acababa de decirle, y la que él se pasaba por los huevos), y otra muy distinta que viniera hablar mierdas de las únicas personas a las que realmente él le importaba.
—¿Amigos? Draco, esa gente no son tus amigos. Son unos críos, igual que tú: escuchando porquería y metiéndose mierda. De lo único que están pendiente es de ir a ver en dónde se meten a destruir cosas ajenas.
–¡¿Esa es toda tu mierda?! ¡¿Tu punto adorno de porquería?!
¡PAF!
—¡Deja de hablar así!
Aíme caminó hasta la su lapto e hizo amago de desconectarlo.
—¡No!
—¡Suéltame, Draco!
—¡Ahí tengo todos mis dibujos!
—Debiste pensarlo mejor antes de la estúpida fiesta. Esto no reparará la pieza, pero al menos sabrás la valioso que era para mí. ¡Tienes idea de lo que costaba!
Draco soltó un una especie de lamento, entre frustrado, enojado, adolorido e incrédulo. Quiso replicar lo último dicho por ella, ya que el dinero no era nada en comparación con sus ideas, pero Aíme levantó la mano, extendiendo su dedo índice hacia él, negando, mientras lo silenciada con una mueca en su cara. Debajo del brazo, llevaba la lapto, la que no había podido recuperar.
—Será mejor que mantengas tu boca cerrada sino quieres que también me lleve tu teléfono. Vamos a ver qué tan amigos son esos a los que tantos defiendes: hasta que ellos no paguen lo que rompieron, me quedaré con la lapto.
—¡Mamá, no! —se quejó Draco otra vez, intentando que entrara en razón: sus amigos, todos, eran menores de edad, no trabajaban, el dinero que obtenían era poco (el cual gastaban en alcohol y hierba, para qué mentir -tampoco es que fuera algo malo-), y eso no les iba alcanzar para pagar lo dañado. ¡Tardarían años en reunir el dinero! Claro, si es que él les decía que tenían que pagar algo por lo cual no habían tenido la culpa, lo que obviamente no iba hacer.
—¡Ya! Te dije que no hablaras. Ya te dije lo que tienes que hacer para recuperarla. Tienes suerte de que no la venda, con todo y tus dibujos, para que tú también pagues algo de la deuda. Ahora, haz el favor de arreglarte, que Hermione debe estar por llegar. Y más te vale que no salgas con una majadería, ella es una buena amiga mía, que me está haciendo el favor en mi ausencia, sin cobrarme un centavo, y no quiero tener que quedar mal con ella, por tu culpa.
Y sin decir más, Aíme salió del cuarto, tirando la puerta en el proceso.
Draco se lanzó en su cama, de nuevo, maldiciendo por dentro.
—¡AARGH! —el grito sonó amortiguado por la almohada. Se mordió la lengua para no llorar de la rabia y el dolor que le causaba saber, que lo más probable, era que se despidiera de su lapto.
¡Maldita, Maldita, Maldita!
Pensaba una y otra vez mientras lanzaba puños a su cama.
—¡Draco, ya baja!
¿Es que no lo podía dejar en paz? Cómo la odiaba... Sin embargo, más vale que le hiciera caso si no quería perder también parte de su vida social.
Dejó la cama, comprobando que no había sido tan marica al dejar que las lágrimas le ganaran (no que criticara a quienes lo hacían, más bien era algo personal y existencial (?) Algo relacionado con la edad y toda esa mierda de no dejar que él sentimentalismo te ganara), y se dirigió a su armario. Eligió una franela... roja. Muy normal. (¿Qué? Tampoco era un freaky que vestía de acuerdo a lo que escuchaba. En serio, la gente debía dejar esa manía estúpida de definir a las personas por sus gustos). Se la puso, ya que andaba sin camisa, y decidió bajar... Claro, no sin antes echarse un vistazo en el espejo. Aparte de considerarse vanidoso (también le importaba una mierda lo que la gente pensara de esto), y ver si no andaba despeinado, quería comprobar qué tanto daño le había hecho la perra de Aíme con ese tortazo que le había dado.
¡Cinco malditos dedos marcados!
Nunca odió tanto, como en ese momento, tener la piel clara... O sea, ya había aclarado su vanidad, iba a conocer alguien nuevo, que de paso era mujer (cero comentario machista, para los de cristal) y, lo primero que iba a notar de él, ¿era que era un crío que había sido golpeado por su madre, como si tuviera cinco años.
"Vamos, Draco, tampoco es que te vas a ligar a la tía. Además, será tu niñera, obviamente que ya piensa que eres un niñato."
Draco asintió ante ese pensamiento. Qué más daba. Al menos su cabello seguía en su lugar (Debía hacerle un altar al aceite de coco), perfectamente lacio, enmarcando su aún muy agraciado rostro.
Lanzó un suspiro resignado, y decidió que ya era tiempo de bajar.
Solo esperaba que Hermione no fuera tan cabrona como su madre y le hiciera buena conversa en ese tiempo. Pero vamos, no se hacía muchas ilusiones, era amiga de su madre, seguro debía tener la misma edad, por ende, su cerebro también debía estar enterrado en el cementerio de los del siglo pasado.
