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Este fanfic contiene elementos de auto-inserción, lo que significa que el autor se ha insertado a sí mismo en la historia. Si no te gusta este tipo de contenido, te recomiendo que no lo leas.

El autor no pretende que este fanfic sea una representación precisa de sí mismo o de las personas que lo rodean. Es una obra de ficción y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Sin embargo, si no te importa la auto-inserción o incluso te gusta, ¡adelante y disfruta de la historia! He hecho todo lo posible para que sea entretenida y atractiva para todos los lectores, quizás, independientemente de sus preferencias, o no, que importa solo busco contar mis ideas que me explotan en la cabeza ya sean buenas o completamente basura.

El autor no pretende ser un experto en ningún tema que se trate en este fanfic. Toda la información se ha obtenido de la investigación y el conocimiento personal del autor, y no debe tomarse como un hecho absoluto.

Este fanfic es una obra de ficción y no debe tomarse como algo real. Los personajes, eventos y lugares descritos en este fanfic son ficticios y no tienen ninguna relación con la realidad.

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Capitulo 3

Desperté abruptamente en mi departamento, el mundo onírico de la pradera dorada desvaneciéndose en un instante. Estaba tumbado en un charco de mi propio sudor. Pero no era un sudor normal; era de color negro que apestaba a algo químico y podrido que llenaba la habitación. La sensación de humedad y el hedor me rodeaban, haciéndome sentir aún más desconcertado y desorientado.

Apenas tuve tiempo para procesar lo que estaba sucediendo cuando una urgencia apremiante se apoderó de mí: necesitaba usar el retrete de inmediato.

Con esfuerzo, me incorporé, sintiendo la pesadez y la debilidad en mis músculos. Cada movimiento era un recordatorio de la extraña y agotadora experiencia que acababa de vivir. Me tambaleé hasta el baño, mi mente aún desorientada por la transición abrupta entre las praderas y la cruda realidad de mi departamento. Con cada paso, sentía mi estómago retorcerse y mi cuerpo temblar de fatiga.

Apenas logré llegar al baño, y me desplomé en el retrete con un suspiro de alivio, dejando que la urgencia se desvaneciera lentamente. Mientras estaba allí, mis pensamientos eran un torbellino de confusión y miedo. ¿Qué me estaba pasando? ¿Era real lo que había experimentado o simplemente una alucinación provocada por el estrés extremo?

Al llegar al baño, apenas tuve tiempo de cerrar la puerta antes de arrodillarme frente al retrete. La necesidad de vaciarme era abrumadora, y apenas tuve tiempo de sentarme antes de que todo dentro de mí comenzara a salir con una fuerza que me dejó sin aliento.

El dolor y la incomodidad eran insoportables, pero lo peor era el hedor. El sudor negro que me cubría y los desechos que expulsaba tenían un olor nauseabundo que me hizo marear.

Después de lo que parecieron horas, finalmente terminé. Me apoyé contra la pared del baño, respirando con dificultad y sintiéndome completamente agotado. El alivio físico fue inmediato, pero ¿Qué había pasado conmigo? ¿Qué era esa sustancia negra que había expulsado?

Estas preguntas me rondaban la mente mientras intentaba procesar lo que había sucedido. Sentía una mezcla de confusión, miedo y una creciente necesidad de respuestas. Pero antes de que pudiera siquiera empezar a buscar esas respuestas, había algo que debía hacer primero: limpiar el charco de sudor negro y viscoso que ahora contaminaba mi espacio.

Con esfuerzo, me levanté del suelo del baño y me dirigí de nuevo a mi habitación. El hedor del sudor negro era insoportable y llenaba el aire con su pestilencia. Me agaché, intentando no vomitar por el olor, y comencé a buscar algo para limpiar el desastre.

Encontré un par de trapos viejos y un cubo bajo el fregadero de la cocina. Con una mueca de asco, me dispuse a limpiar el charco. La sustancia era espesa y pegajosa, y se resistía a ser absorbida por los trapos. Cada pasada dejaba una mancha oscura que parecía casi imposible de eliminar.

Mientras limpiaba, mis pensamientos seguían girando en torno a las mismas preguntas: ¿Qué era esa sustancia? ¿Era un residuo de algún proceso sobrenatural por el que había pasado? ¿O era algo más siniestro? No tenía respuestas, solo la urgencia de eliminar cualquier rastro de ese líquido negro de mi habitación.

El proceso de limpieza fue lento y agotador. Cada vez que pensaba que había terminado, encontraba otra mancha o un rincón donde la sustancia negra se había acumulado. Finalmente, después de lo que parecieron horas, el piso estaba razonablemente limpio. El olor persistía, aunque más débilmente, pero al menos el charco había desaparecido.

El olor persistía, aunque más débilmente, pero al menos el charco había desaparecido. Con un suspiro de alivio, me dirigí al baño para tomar una ducha. Necesitaba desesperadamente deshacerme de la repugnante sensación de estar cubierto de sudor negro.

El agua caliente comenzó a correr, y me metí bajo la ducha, dejando que el chorro calmante arrastrara la suciedad y la tensión acumuladas. Mientras frotaba mi piel con jabón, noté algo extraño: una costra de lo que parecía ser sudor seco adherida a mi cuerpo.

Con cuidado, comencé a quitar la costra, sintiendo cómo se desprendía lentamente bajo mis dedos. La sustancia negra se deshacía en pedazos, revelando piel enrojecida debajo. El proceso era incómodo y doloroso en algunos lugares, pero la necesidad de limpiarme completamente superaba cualquier molestia.

A medida que la costra se desintegraba, me pregunté de nuevo qué había pasado conmigo. ¿Qué era esa sustancia negra y por qué había salido de mi cuerpo de esa manera? La costra se acumulaba en el desagüe, y una sensación de alivio comenzó a reemplazar el asco mientras me deshacía de los últimos restos.

Finalmente, me sentí lo suficientemente limpio como para salir de la ducha. Me envolví en una toalla y me miré en el espejo empañado, buscando alguna pista, algún cambio que me ayudara a entender mejor mi situación. Pero, aparte de los ojos cansados y la piel enrojecida por el agua caliente, no había nada diferente.

Me vestí lentamente, sintiendo cómo cada movimiento enviaba ligeras punzadas de dolor a través de mi cuerpo. Cuando finalmente me senté en el borde de la cama y miré la fecha en mi teléfono, me di cuenta con asombro de que había estado durmiendo durante dos días.

La comprensión de cuánto tiempo había pasado me dejó atónito. ¿Cómo era posible? ¿Qué me había sucedido durante esos dos días de inconsciencia? La preocupación por las posibles consecuencias de mi ausencia prolongada comenzó a asentarse en mi mente.

Sentí una mezcla de urgencia y confusión. Tenía que recuperar el tiempo perdido y, más importante aún, encontrar respuestas a las muchas preguntas que me atormentaban. Mi encuentro con la sustancia dorada y negra, la extraña pradera, y la transformación que parecía haber ocurrido en mi cuerpo... todo requería una explicación, sé que no voy a tener respuestas.

Primero, revisé mi entorno en busca de cualquier cambio que pudiera haber ocurrido durante mi ausencia. Todo parecía en orden, aunque mi departamento se sentía más solitario y opresivo que nunca. Las experiencias recientes y la prolongada inconsciencia añadían una capa de irrealidad a todo lo que me rodeaba.

Con la mente aún desordenada, me dirigí a la cocina en busca de algo de comer, esperando encontrar algo que me ayudara a recuperar fuerzas. Al abrir los armarios, solo encontré unos cuantos paquetes de fideos instantáneos, el mismo alimento que había intentado consumir antes de desplomarme en el suelo.

Suspiré, sintiendo una mezcla de frustración y resignación. No tenía muchas opciones, así que decidí preparar uno de los paquetes. Mientras hervía el agua y esperaba que los fideos se cocieran, mi mente seguía dando vueltas en torno a las extrañas experiencias que había vivido y las incógnitas que aún me perseguían.

El aroma de los fideos cocinándose me trajo una pequeña sensación de confort. Una vez listos, me senté a la mesa y comencé a comer lentamente, saboreando cada bocado.

Después de terminar de comer, me sentí un poco más renovado, aunque sabía que necesitaba más sustento para mantener mi energía y salud. Después de todo, tenía que satisfacer mi necesidad de comer y recuperar fuerzas para afrontar lo que vendría. Una vez terminado, me preparé para salir a comprar provisiones.

Recogí mis llaves y la cartera, asegurándome de tener la tarjeta bancaria. Salí del departamento, sintiendo el aire fresco en mi cara mientras bajaba las escaleras y salía a la calle. La familiaridad del vecindario era reconfortante en contraste con las experiencias surrealistas de las praderas.

La luz del día era cegadora después de haber estado tanto tiempo encerrado y en la oscuridad. El sol era especialmente molesto y, de alguna forma, sentía que me debilitaba.

Cada paso bajo el sol me hacía sentir más débil, como si la energía se drenara de mi cuerpo. Mi piel se sentía caliente y picante, como si estuviera a punto de quemarse, a pesar de que el sol no estaba particularmente fuerte. Traté de cubrirme con la capucha de mi sudadera, buscando algo de alivio.

La calle estaba tan bulliciosa como siempre, con la gente ocupada en sus quehaceres diarios. Me dirigí al supermercado más cercano, con rapidez, deseando llegar a la tienda lo antes posible y salir del sol. Cada segundo al aire libre se sentía como una eternidad. La sensación de debilidad y malestar era casi insoportable, pero tenía que seguir adelante. Necesitaba provisiones y no podía permitirme colapsar en medio de la calle.

El supermercado más cercano no estaba muy lejos, y mientras caminaba, traté de ordenar mis pensamientos y planificar mis siguientes pasos, no pude evitar sentirme un poco paranoico. Tratando de asimilar todo lo que había sucedido. La experiencia en el departamento, la transformación en demonio, la generosa ayuda de Rias, la pradera oscura ¿Por qué la luz del sol me afectaba tanto? ¿Era una consecuencia de mi nueva condición de demonio? Si era así, necesitaba encontrar una manera de adaptarme y protegerme... todo parecía demasiado surrealista para ser verdad.

Finalmente, llegué a la tienda y la sombra interior me proporcionó un respiro momentáneo. Mientras empujaba el carrito por los pasillos, la fatiga comenzó a disminuir un poco. Aun así, no podía sacudirme la sensación de que algo estaba terriblemente mal.

Empecé por los productos básicos: un saco de arroz de 10 kg, algunos sobres de pasta, algunas verduras, carne, leche y pan. Luego añadí algunos artículos más específicos que sabía que podrían ser útiles para mantenerme con energía: huevos, nueces, tofu y algunos que otros snacks.

A medida que recogía los artículos, no podía evitar sentirme un poco más normal, como si este simple acto de comprar comida me conectara de nuevo con una vida cotidiana y predecible. Mi mente seguía dándole vueltas a los eventos recientes. La experiencia en la pradera oscura y el líquido dorado y negro que había absorbido eran inquietantes.

El hecho de que ahora formara parte de un séquito me daba cierta seguridad financiera, pero también me recordaba la responsabilidad que conllevaba. Me dirigí a la caja, la cajera me miró brevemente, tal vez notando mi palidez y el sudor que se formaba en mi frente a pesar del aire acondicionado, antes de empezar a escanear los artículos. Mientras pasaban los artículos por el lector, me aseguré de mantener una expresión neutra, aunque mi mente estaba llena de preguntas y preocupaciones.

Pagué lo más rápido posible y salí de la tienda, de nuevo enfrentándome al sol abrasador. Con las bolsas llenas de provisiones, me dirigí de regreso a mi departamento. El camino de vuelta a mi departamento fue igual de difícil, pero me apresuré lo más que pude. Cada paso bajo el sol parecía chupar más y más energía de mi cuerpo.

Al llegar a mi puerta, dejé las bolsas en el suelo un momento y saqué las llaves. Abrí la puerta, recogí las bolsas y entré. El aroma familiar del departamento me recibió, y a pesar de todo, sentí una ligera sensación de alivio. Cuando finalmente llegué a la seguridad de mi hogar, cerré la puerta tras de mí y dejé caer las bolsas al suelo, exhausto.

Respiré hondo y me dirigí a la cocina para guardar mis compras. Guardé las provisiones en la cocina, asegurándome de organizar todo adecuadamente. La actividad me distrajo de las preocupaciones y me ayudó a sentirme más en control de mi entorno. Una vez terminado, me senté en la mesa y, por primera vez en lo que parecía mucho tiempo, respiré profundamente.

Necesitaba descansar y pensar en cómo manejar esta nueva debilidad. Había muchas preguntas sin respuesta, y no podía permitirme ignorarlas si quería sobrevivir en este nuevo y peligroso mundo.

De alguna manera, a pesar de mi intención de organizar mis pensamientos y planificar mis próximos pasos, la fatiga extrema me venció. El agotamiento de las últimas experiencias, combinado con la extraña debilidad que sentí bajo el sol, me había pasado factura, me quedé dormido casi al instante, el peso del agotamiento arrastrándome a un sueño profundo y sin sueños

El sueño fue profundo y sin sueños, una especie de refugio temporal de la realidad abrumadora en la que me encontraba. Cuando abrí los ojos al día siguiente, la luz que se filtraba por las cortinas, me resultaba tan molesta como el día anterior. Me sentía un poco más descansado, aunque todavía había una pesadez en mi cuerpo que no podía ignorar, también cansado y desorientado. Había dormido hasta el día siguiente, más de lo que había planeado o deseado.

Me incorporé lentamente, tratando de aclarar mi mente y recordar lo que había sucedido. Recordé el día anterior y la manera en que la luz del sol me había debilitado. Definitivamente, esto era algo nuevo y preocupante.

La experiencia en la tienda, la debilidad bajo el sol, y el hecho de haber dormido durante horas sin darme cuenta... todo indicaba que mi cuerpo estaba sufriendo cambios significativos y que necesitaba adaptarse a mi nueva naturaleza, también necesitaba recuperarse del esfuerzo y el estrés que había soportado.

Me levanté lentamente, con cuidado de no agravar la debilidad que aún sentía en mis músculos, estirando los músculos entumecidos, y me dirigí a la cocina para prepararme algo de comer. Mientras cocinaba, mi mente volvía una y otra vez a la misma pregunta: ¿qué me estaba pasando? ¿Era una consecuencia directa de mi transformación en demonio?

La debilidad bajo el sol probablemente era una consecuencia de ser un demonio. Recordé vagamente algunos detalles de la serie, donde los demonios tenían debilidades específicas y características únicas. Necesitaba recordar más para entender mejor mi nueva naturaleza y cómo manejar mis debilidades.

Decidí que necesitaba planificar mejor mis salidas al exterior y encontrar una forma de protegerme de los efectos debilitantes del sol. Quizás ropa más cubierta y buscar lugares con sombra podrían ayudar, pero eso solo sería una solución temporal.

Mientras desayunaba con los fideos instantáneos restantes, reflexioné sobre mi situación. Necesitaba respuestas. No podía seguir viviendo al borde del colapso cada vez que salía a la luz del día. Rias Gremory había prometido ayudarme, pero hasta que pudiera hablar con ella de nuevo, estaba solo en esto.

Además, la energía destructiva que había sentido y el líquido dorado y negro seguían siendo un misterio.

Respiré hondo, me puse la capucha, y salí al mundo exterior una vez más. Sabía que, para adaptarme completamente a mi nueva realidad, debía ganar resistencia contra el sol. No podía permitirme ser vulnerable en un mundo lleno de peligros. Cada paso fuera de mi departamento me hacía consciente de la necesidad de fortalecerme y encontrar una manera de vivir con esta nueva vulnerabilidad.

El aire fresco de la mañana me golpeó con una sensación de alivio momentáneo. Mientras caminaba por las calles, cada rayo de sol parecía perforar mi piel, pero me obligué a seguir adelante. Las calles aún tranquilas, tratando de absorber tanto sol como pudiera sin sobrepasar mis límites. Cada minuto bajo la luz del sol era un desafío.

Decidí que la mejor manera de abordar este problema era exponiéndome gradualmente. Sabía que podía tomar tiempo y sería doloroso, pero no tenía otra opción. Mi objetivo era simple: fortalecer mi resistencia al sol.

Caminé hacia un parque cercano, buscando un lugar donde pudiera sentarme y pensar. La luz del sol era menos intensa entre los árboles, y me permitió descansar un poco mientras aún recibía la exposición necesaria. Encontré un banco a la sombra y me senté, tratando de equilibrar mi necesidad de sol con el deseo de no agotarme por completo.

Mientras me sentaba allí, reflexioné sobre las muchas incógnitas que aún tenía. Necesitaba entender más sobre mi nueva naturaleza demoníaca y las capacidades que podría desarrollar. También tenía que averiguar cómo manejar esta debilidad al sol y buscar formas de contrarrestarla. Quizás, con el tiempo, desarrollaría algún tipo de resistencia o encontraría un objeto que pudiera ayudarme.

Sin embargo, mientras pensaba en mis próximos pasos, me di cuenta de que necesitaba proteger mis ojos del sol. La luz intensa era una amenaza constante, y sentía como si estuviera quemando mis retinas con cada minuto bajo su resplandor.

Fue entonces cuando vi a un vendedor ambulante no muy lejos del banco. Me levanté y me acerqué, buscando algo que pudiera proteger mis ojos del sol abrasador. Después de examinar sus productos, encontré unas gafas de sol que parecían adecuadas para mi propósito.

Con un suspiro de alivio, me coloqué las gafas y sentí cómo mis ojos se protegían del resplandor del sol. Ahora podía sentarme con más comodidad y continuar mis reflexiones sin tener que preocuparme por dañar mis ojos.

Dejé el parque y comencé a recorrer la ciudad. A medida que caminaba, me aseguré de mantenerme cubierto y protegido del sol, utilizando las gafas de sol y la capucha de mi sudadera para mitigar su impacto sobre mí. La ciudad era un laberinto de calles y edificios.

Pasé por mercados bulliciosos, donde los vendedores anunciaban sus productos con entusiasmo. Vi niños jugando en las calles, ignorantes del mundo al que pertenecen.

A medida que avanzaba, me encontré alejándome de las zonas más concurridas y adentrándome en áreas más tranquilas y desoladas. Los edificios se volvieron menos frecuentes y más espaciados, y las calles más vacías. Sentí una calma extraña mientras continuaba mi camino hacia los límites de la ciudad.

Finalmente, después de lo que parecieron horas de caminar, llegué a los bordes de la ciudad. Aquí, la urbanización se desvanecía en campos abiertos y bosques. El contraste entre el bullicio de la ciudad y la serenidad del campo era sorprendente. Me detuve un momento para apreciar la vista, respirando el aire fresco y limpio que ofrecía el campo.

El entorno me proporcionó una sensación de paz momentánea, una pausa en el caos de mis pensamientos. Me detuve un momento para mirar a mi alrededor, absorbiendo el contraste entre la ciudad que había dejado atrás y la tranquilidad de la naturaleza que tenía frente a mí. Había un sendero que parecía adentrarse en un pequeño bosque, y decidí seguirlo, esperando que la paz del entorno natural me ayudara a aclarar mis pensamientos.

Mientras caminaba por el sendero, mis pasos eran lentos y meditativos. La luz del sol filtrada a través de las hojas de los árboles era menos intensa, y sentí que podía respirar con más facilidad. Cada paso me alejaba un poco más de la confusión y la incertidumbre.

Al llegar a un claro, me detuve. La escena frente a mí era un remanso de tranquilidad. Los rayos del sol se colaban suavemente entre las ramas, creando patrones de luz y sombra sobre la hierba. El aire estaba impregnado del aroma fresco de la tierra, y en la distancia podía escuchar el murmullo de un arroyo.

Busqué refugio bajo la sombra de un gran roble y me senté, sintiendo la suavidad del musgo bajo mí. Mientras observaba el paisaje, noté cómo la naturaleza seguía su curso, sin prisa. La paz del lugar se me contagió, y por un momento, sentí que todo estaba en equilibrio. Mi mente, antes agitada, ahora encontraba consuelo en la simplicidad de lo que me rodeaba.

Con la mente despejada, decidí intentar acceder a la extraña energía interna que desperté cuando Rias me reencarnó en demonio. Cerré los ojos y me concentré, buscando esa chispa de poder que había sentido aquella primera vez. Sin embargo, no pasó nada. Era extraño, frustrante incluso, porque la primera vez había aparecido sin esfuerzo, como si siempre hubiera estado ahí, esperando ser usada. Ahora, por más que lo intentara, no lograba convocarla a voluntad.

El claro seguía en su apacible calma, pero dentro de mí, una ligera sensación de desesperación comenzaba a surgir. ¿Por qué no podía acceder a mi propia energía? Traté de recordar cómo se sintió la primera vez, la espontaneidad del momento, la sorpresa de sentir algo tan poderoso dentro de mí. Sin embargo, cada intento parecía más infructuoso que el anterior. La energía permanecía fuera de mi alcance, como un sueño lejano.

Lo hacen sonar muy fácil en los fanfics, como si bastara con cerrar los ojos y concentrarse para desatar un poder oculto pensé con amargura. En las historias, los personajes siempre parecen dominar estas habilidades con una rapidez asombrosa, como si fuera lo más natural del mundo. Pero la realidad es completamente diferente. Esto es molesto y frustrante. Siento como si estuviera atrapado detrás de una puerta que no puedo abrir, sabiendo que lo que necesito está al otro lado, pero sin tener la llave para acceder a ello. Una punzada de desesperación surge mientras el claro seguía en su apacible calma. Dentro de mí, la energía permanecía esquiva, fuera de mi alcance, como un sueño lejano.

Cada vez que intento invocar esa energía, es como si algo se resistiera dentro de mí, como si estuviera fuera de sintonía con mi propio poder. Es desconcertante, porque sé que está ahí, lo sentí antes, lo utilicé antes. Pero ahora, cuando más lo necesito, me resulta inalcanzable. Esta sensación de impotencia no es lo que esperaba. La realidad es mucho más complicada que cualquier historia, y eso solo aumenta mi frustración.

Respiré hondo y traté de calmarme. Tal vez estaba haciendo algo mal, o quizás solo necesitaba más tiempo y práctica. Sin embargo, no podía evitar sentirme impaciente y decepcionado. Quería entender este poder, controlarlo, pero cada intento fallido solo parecía aumentar mi frustración.

Pasaron las horas, pero la energía seguía sin responder. Sentado en el claro, rodeado de la tranquilidad del bosque, me sentí cada vez más desconectado de esa chispa interna que tan desesperadamente quería controlar. Intenté diferentes técnicas, enfoques mentales, pero nada funcionó. Poco a poco, la luz del día comenzó a desvanecerse, y el cielo adquirió tonos anaranjados y rosados mientras el sol se escondía detrás de las copas de los árboles.

El ambiente, que antes era un refugio de paz, empezó a sentirse más frío y solitario. Mi estómago gruñó, recordándome que el hambre estaba aumentando, y que no podía quedarme allí indefinidamente. La frustración se mezclaba con el cansancio, y me di cuenta de que no iba a conseguir nada más hoy.

Finalmente, me puse de pie, sacudiendo la hierba de mi ropa. A pesar de mi esfuerzo, no había logrado lo que esperaba. Con un suspiro, me giré para regresar por el sendero, consciente de que, aunque no había obtenido la respuesta que buscaba, no podía rendirme. Tal vez mañana, con un poco más de claridad, encontraría la forma de acceder a ese poder. Pero por ahora, necesitaba comer y descansar.

Regresé por el sendero, el cansancio y la frustración marcando cada paso. La ciudad comenzó a aparecer a lo lejos, y cuanto más me acercaba, más me sumergía en un mar de luces y sonidos que me resultaban casi abrumadores después de la calma del claro.

Finalmente, llegué a mi departamento. La familiaridad del lugar me acogió como un refugio, y me deslicé por la puerta, cerrándola tras de mí con un suspiro de alivio. Me dirigí directamente a mi habitación, sin detenerme a encender las luces ni a prepararme algo de comida. Solo quería estar solo, alejarme del mundo exterior por un momento y dejar que la frustración se desvaneciera en la comodidad de mi espacio personal.

Me dejé caer en la cama, mirando al techo mientras mi mente repasaba el día. La frustración era palpable; había llegado con la esperanza de desatar un poder especial, pero ahora me sentía como alguien común, más una entre el montón. Pensé que, al tener algo tan único, podría destacar de alguna manera, pero el hecho de que no pudiera acceder a esa energía me hizo dudar de mi singularidad.

La habitación estaba en silencio, y solo el suave murmullo de la ciudad fuera de las ventanas me acompañaba. A pesar de la frustración, sabía que debía mantener la esperanza. Había fallado hoy, pero el fracaso no definía quién era. Tal vez, con más práctica y paciencia, podría encontrar la forma de controlar esa energía. Quizás lo que necesitaba era tiempo y perseverancia.

Quizás lo que necesitaba era tiempo y perseverancia, me repetí en un intento de consuelo. Sin embargo, siendo sincero, nunca había sido el más perseverante. Preferiría pasar mis días jugando videojuegos y comiendo pizza, un sueño que se siente cada vez más inalcanzable en un mundo donde los enemigos que me enfrentare cada vez serán más fuertes que el anterior y la motivación por sí sola parece insuficiente.

Mientras la noche se adentraba y el silencio llenaba la habitación, esa sensación de desánimo me envolvía por completo. La frustración y el cansancio se mezclaban, y a pesar de mis esfuerzos por mantener la esperanza, el agotamiento era más fuerte. Finalmente, el sueño me venció. Me hundí en la cama, el peso de la decepción y la incertidumbre desvaneciéndose lentamente mientras me sumergía en un descanso profundo y necesario. La noche avanzaba, y con ella, las sombras y pensamientos que me habían atormentado durante el día se desvanecían en el reino de los sueños.

Al día siguiente, cuando salí de mi departamento, noté que el sol era un poco menos molesto que el día anterior, volví al claro, buscando la paz y la tranquilidad que ofrecía aquel refugio alejado de las miradas ajenas. El sendero me llevó de regreso a ese lugar que ahora representaba un santuario personal, lejos del bullicio y la presión del mundo exterior.

El claro estaba igual de sereno que antes, y el ambiente acogedor me recibió como un viejo amigo. El sol comenzaba a ascender, filtrándose a través de las hojas con una luz cálida que parecía prometer un nuevo comienzo. Me senté en el mismo lugar bajo el gran roble, el musgo suave bajo mí proporcionando una sensación de confort.

Cerré los ojos y respiré hondo, concentrándome en la calma del claro, intentando nuevamente acceder a esa energía interna. Sin embargo, el resultado fue el mismo. Nada. Por más que intentaba, esa chispa de poder seguía fuera de mi alcance, como si se estuviera burlando de mí desde algún lugar inaccesible dentro de mi ser.

Abrí los ojos con un suspiro de frustración, sintiendo el peso de la decepción crecer dentro de mí. El claro seguía siendo tan pacífico como siempre, pero dentro de mí, una tormenta de emociones empezaba a formarse. A pesar del entorno calmado, la realidad de mi incapacidad para acceder a ese poder era un recordatorio constante de mi aparente mediocridad.

Apreté los puños, tratando de no dejar que la frustración me abrumara, pero la sensación de impotencia era difícil de ignorar. Parecía que, sin importar cuánto lo intentara, esa energía se mantenía fuera de mi alcance, como una meta que solo se alejaba más con cada esfuerzo fallido.

Aunque no lo entiendo del todo, me pregunté si acaso había alucinado con tener ese tipo de poder. La frustración era tan intensa que empecé a dudar de lo que había experimentado antes. Tal vez, en mi desesperación por sentirme especial, había exagerado lo que realmente sucedió.

Pero luego recordé los daños que esa energía causó en mi departamento. No, no fue una alucinación. Las marcas en las paredes, los muebles destrozados... todo eso era real. Esa energía había estallado dentro de mí, descontrolada, y ahora, parecía estar completamente fuera de mi alcance.

El hecho de que no pudiera invocarla a voluntad solo aumentaba mi frustración. ¿Qué sentido tenía tener un poder si no podía controlarlo? Sentado bajo el roble, intenté calmarme y encontrar alguna respuesta, pero las dudas solo parecían multiplicarse. Estaba claro que había algo dentro de mí, pero lo que no estaba claro era cómo iba a encontrar la manera de controlarlo.

Así pasó el día, y luego otro, y otro más. Cada mañana regresaba al claro, repitiendo los mismos intentos, esforzándome por acceder a esa energía interna que una vez sentí tan vívida. Pero los resultados seguían siendo los mismos: nada.

Los días se mezclaban entre sí, y antes de darme cuenta, había pasado una semana completa sin ningún avance. La frustración crecía con cada intento fallido, como un peso que se acumulaba sobre mis hombros. El claro, que antes me ofrecía un refugio de paz, ahora se sentía más como un recordatorio de mi impotencia.

Empezaba a cuestionarme cada vez más. ¿Había sido un golpe de suerte, una casualidad que nunca podría replicar? ¿O era simplemente una ilusión, algo que me había imaginado en un momento de desesperación? Mientras el tiempo seguía pasando, las dudas se hacían más profundas, y la esperanza de volver a sentir esa energía comenzaba a desvanecerse lentamente.

—¿Qué? ¿Ya terminaste? Qué humano patético —La voz surgió de la nada, interrumpiendo mis pensamientos. Me quedé helado, tratando de localizar de dónde provenía, pero todo lo que vi fue a un gato negro sentado tranquilamente sobre una roca cercana, observándome con sus ojos penetrantes.

Me puse de pie rápidamente, mirando a mi alrededor para encontrar al dueño de la voz, pero no había nadie más. Solo el gato, que ahora inclinaba la cabeza ligeramente, como si estuviera evaluándome.

Incrédulo, señalé al gato, preguntándome si realmente había escuchado bien. La voz había sido demasiado clara para ser una simple alucinación, y la mirada del felino era extrañamente desafiante. Por un momento, el aire se llenó de tensión mientras me enfrentaba a la posibilidad de que este gato, de alguna manera, era la fuente de esas palabras.

—¿Eres tú el que habló? —Pregunté, sintiéndome un poco ridículo, pero al mismo tiempo intrigado.

El gato inclinó la cabeza y, para mi sorpresa, volvió a hablar.

—¿Acaso puedes entenderme? —Su voz tenía un tono que reflejaba una asombrosa mezcla de sorpresa y escepticismo.

Me quedé parado allí, sin saber si estaba soñando o si, de alguna manera, había entrado en una situación completamente inesperada. La situación parecía demasiado surrealista para ser real, pero la voz del gato y su comportamiento me decían lo contrario.

—Creo que me estoy volviendo loco —Murmuré, sintiéndome cada vez más desconcertado por la surrealista conversación con un gato.

—Ya lo creo —Respondió el gato con un tono seco y casi divertido.

—¡Carajo, sí hablas! —Exclamé, mirando al felino con una mezcla de sorpresa y frustración.

El gato parpadeó lentamente, como si estuviera esperando una reacción más que acorde. Sus ojos parecían brillar con un atisbo de diversión mientras se acomodaba en la roca.

—No te preocupes, no estás loco —Dijo el gato con una voz que transmitía una tranquilidad inusualmente calma —Al parecer, tienes la capacidad de entenderme. Eso es algo raro, incluso para los estándares de este lugar —

Me quedé allí, intentando asimilar la situación. ¿Cómo era posible que un gato hablara y que yo pudiera entenderlo? La realidad parecía estar desmoronándose a mi alrededor, y el gato, con su actitud relajada, solo parecía aumentar mi confusión.

—Por lo general, solo los muertos pueden entendernos —Explicó el gato, con un tono casual, como si estuviera hablando del clima.

—¿Acaso eres un yokai gato? —Pregunté, tratando de comprender mejor la situación y buscando alguna explicación más razonable.

—¡Qué va! —Respondió el gato, casi ofendido por la sugerencia —Solo soy un gato. No soy ninguna criatura mística ni nada por el estilo. Todos los gatos hablamos, solo que normalmente, solo los muertos pueden entendernos. Aunque hay algunas excepciones, como tú —

Me quedé allí, sorprendido. La idea de que los gatos hablaban y que, de alguna manera, yo era una excepción a la norma, era difícil de asimilar. El gato parecía estar esperando una reacción, su actitud relajada contrasta con la confusión que sentía.

—¿Y qué significa que yo sea una excepción? —Pregunté, tratando de entender cómo encajaba en todo esto.

El gato se estiró y se acomodó de manera más cómoda en la roca, observándome con una mezcla de curiosidad y desdén.

—No lo sé, eres el primero que me entiende —Dijo el gato con desinterés, frotándose contra la roca como si fuera una almohada.

—¿Y cómo sabes que hay excepciones? —Pregunté, tratando de desentrañar más de este enigmático felino.

—Solo era un viejo cuento de hadas —Respondió el gato con un tono despectivo. —No vale la pena mencionarlo, y tampoco es como si tuviera mucho interés en ello.

Me quedé mirando al gato, tratando de procesar la información. La idea de que era una excepción en un cuento de hadas o algo así parecía absurdamente surrealista. Sin embargo, la actitud del gato, tan desinteresada y relajada, me hacía cuestionar si había algo más en juego.

—Bien, me largo, gato —Dije, sintiendo que no iba a obtener mucho más de esta conversación.

—Como si me importara —Respondió el gato con un tono indiferente, frotándose nuevamente contra la roca.

Con un suspiro, comencé a caminar lentamente de regreso por donde había venido, sintiendo que mi cordura estaba comenzando a desmoronarse. La surrealista conversación con el gato solo añadía una capa más de confusión a la situación que ya era complicada. Mientras me alejaba, el aire fresco del bosque y el sonido de las hojas crujientes bajo mis pies parecían ser un recordatorio de la realidad, aunque esta estuviera desafiada por la extraña experiencia que acababa de vivir.

—Solo, no vuelvas. Tu repugnante energía interna me molesta mucho —Dijo el gato, con un tono que dejaba claro su desdén.

Eso hizo que me detuviera en seco. Giré lentamente hacia el gato, con una mezcla de sorpresa e indignación.

—¿Qué, has dicho? —Pregunté, tratando de procesar las palabras del felino.

El gato se estiró y me observó con una expresión de aburrimiento, como si estuviera cansado de la conversación.

—Tu energía interna —Repitió con desdén —Es desagradable. Si vas a seguir tratando de invocarla, al menos hazlo lejos de aquí. La atmósfera en este lugar ya está bastante cargada como para tener que soportar eso y no tengo interés en lidiar con ella —

Su comentario dejó una sensación incómoda en el aire. Mi frustración se mezcló con una nueva ola de confusión. ¿Qué quería decir con "repugnante energía interna"? Me pregunté si había algo que no estaba entendiendo completamente sobre mi propia situación y sobre el gato que, aparentemente, sabía más de lo que había revelado, mientras el gato permanecía en su roca.

—¿Qué? Oh, ya entiendo —Dijo el gato, levantando una pata como si estuviera pensativo —Como soy solo un gato, no puedo saber de este tipo de cosas. Eso es insultante para mí.

Su tono era una mezcla de sarcasmo y molestia, como si la insinuación de que no pudiera comprender algo más allá de lo común lo hubiera ofendido profundamente. Me observó con un aire de dignidad herida, como si su aparente desdén por la situación se hubiera convertido en un desafío personal.

Me quedé allí, observando al gato, sintiendo que la conversación había tomado un giro inesperado. La presencia de este felino estaba desafiando no solo mi comprensión de la realidad, sino también mis expectativas sobre lo que era posible. El hecho de que un simple gato se sintiera insultado por ser subestimado me hacía cuestionar aún más la naturaleza de lo que estaba viviendo.

—No me malinterpretes —Agregó, con un toque de irritación en su voz —Solo porque sea un gato no significa que no pueda tener una idea de las cosas sobrenaturales que existen en este mundo. Simplemente no tengo interés en meterme en esos asuntos —La respuesta del felino me tomó por sorpresa. Parecía que, a pesar de su apariencia y su actitud relajada, el gato tenía una sensibilidad inesperada sobre el tema. Me quedé allí, en medio del sendero, sin saber si reírme o seguir cuestionando la realidad en la que me encontraba.

—Bueno, has dicho que este lugar está cargado con mi energía —Mencioné, tratando de captar cualquier detalle relevante.

—¿Y? —Respondió el gato con indiferencia.

—No sé cómo controlarla —Admití, sintiéndome más frustrado.

—Aún no sé por qué debería interesarme —Dijo el gato, estirándose nuevamente. Su tono reflejaba una mezcla de desdén y desinterés —Si estás buscando ayuda, quizás deberías buscar en otros lugares. No todos los gatos están dispuestos a involucrarse en problemas ajenos, y menos si no tienen un motivo —

El gato me miró con una mezcla de paciencia y aburrimiento, como si ya hubiera dicho todo lo que tenía que decir. Me quedé parado, sintiendo el peso de la frustración mezclado con la confusión. A pesar de la actitud del gato, parecía que había una verdad subyacente en sus palabras, y tal vez era momento de buscar respuestas en otros lugares, más allá de este extraño encuentro.

—Quizás cambies de opinión con algún soborno —Sugerí, sintiendo que no tenía nada que perder.

El gato me miró fijamente, y por un momento, pensé que iba a rechazarme. Pero en lugar de eso, dejó escapar un suspiro y rodó los ojos.

—¿En serio crees que cambiaré de opinión con eso? —Replicó el gato, su tono es sarcástico, mirándome con incredulidad.

—Yo, eh... —Tartamudeé, sin saber qué más decir, pero el gato me interrumpió con una repentina chispa de interés.

—Claro que sí —Dijo, su voz más animada —Ya estoy harto de buscar un lugar donde dormir a la intemperie. Si tienes un lugar cómodo para mí, tal vez considere ayudarte con ese problemita tuyo —

Me quedé mirándolo, sorprendido por su repentino cambio de actitud. La idea de que un simple soborno podría hacer que el gato me ayudara era tan ridícula que casi me hacía reír. La idea de negociar con un gato parlante sobre un lugar para dormir era tan absurda como todo lo que había sucedido hasta ahora, pero si eso significaba obtener alguna ayuda, estaba dispuesto a intentarlo.

Antes de que pudiera responder, el gato se subió a mi hombro con una agilidad sorprendente, tan rápido que ni siquiera lo noté hasta que sentí su peso, y ahora estaba cómodamente instalado, como si esa fuera su posición natural.

—Podemos pasar a comprar salmón —Sugirió con una mezcla de entusiasmo y autoridad, como si ya hubiera tomado la decisión por ambos —Oh, y también entrar a una tienda para gatos. Los gatos domésticos siempre andan arrogantes con sus dulces de esas tiendas —

La situación se había vuelto aún más surrealista, pero ya no tenía sentido resistirse. Asentí lentamente, consciente de que estaba a punto de embarcarme en una de las experiencias más extrañas de mi vida, por ahora.

—¿Arrogantes? —Repetí, tratando de comprender la perspectiva del gato.

—Sí, arrogantes —Confirmó el gato con un tono que parecía tener un toque de desdén —Esos gatos de ciudad siempre están pavoneándose con sus golosinas. Creen que son superiores solo porque tienen un lugar cómodo y algunos caprichos. Tienen una manera muy peculiar de comportarse.

Me pregunté cómo podía un gato tener tales opiniones sobre otros gatos, pero decidí que no tenía sentido profundizar en eso en ese momento. La complejidad de su visión felina no parecía ser mi prioridad actual.

Sin querer saber más sobre ese mundo felino, me dirigí de vuelta a la ciudad, tomando el mismo sendero que había recorrido durante toda la semana. La familiaridad del camino era un pequeño consuelo en medio de la extrañeza de la situación. A pesar de que el camino había sido realmente surrealista debido a mi nuevo... no sabía cómo llamarlo, por lo que me limité a seguir adelante.

—¿Tienes un nombre? —Pregunté, intentando entender mejor a este gato parlante.

—Sí —Respondió el gato con un tono que parecía mezclar desdén y una actitud despreocupada.

—¿Podría saber cuál es? —Indagué, esperando que el gato al menos respondiera a esa pregunta.

—No —Dijo el gato, simplemente.

Suspiré, dándome cuenta de que tratar de obtener información de este felino iba a ser más complicado de lo que había anticipado. No es que esperara mucho, pero, aun así, la situación se volvía cada vez más extraña. Acepté que tuviera que conformarme con un compañero cuya disposición a compartir detalles sobre sí mismo era tan limitada como su interés en mis problemas.

—¿Por qué? —Pregunté, más por curiosidad que por esperar una respuesta coherente.

—No es algo que simplemente se dé —Replicó el gato, con un tono que insinuaba que mi pregunta era casi absurda.

—Eh... —Balbuceé, sin saber cómo reaccionar a eso.

—Olvídalo —Dijo el gato, como si la conversación ya no le interesara.

Decidí seguir caminando en silencio, dándome cuenta de que, tal vez, nunca llegaría a entender del todo a este extraño compañero, también parecía tener sus propias reglas y secretos, los cuales no estaba dispuesto a compartir fácilmente. Estaba claro que, con este gato, no había lugar para explicaciones fáciles ni para la lógica que pudiera entender. Pero, por ahora, tendría que aceptar sus términos, al menos mientras pudiera ayudarme con el caos de mi energía interna.

Pasaron algunas horas hasta que llegamos a la ciudad, las sombras del atardecer ya alargándose por las calles. A mi lado, el gato seguía encaramado en mi hombro, sin mostrar el menor interés en nada de lo que nos rodeaba. Ni las luces, ni el bullicio, ni siquiera el movimiento de la gente captaban su atención. Su mirada distante reflejaba un aburrimiento profundo, como si todo lo que nos rodeaba fuera trivial para él.

Aun así, lo que más me inquietaba no era su indiferencia hacia el mundo, sino el pensamiento persistente de que este extraño felino sabía mucho más de lo que dejaba ver.

Finalmente, llegamos a una tienda de mascotas. A pesar de la fascinación de los gatos domésticos por los productos, el felino que llevaba conmigo no parecía tener el menor interés en interactuar con otros gatos ni en explorar el lugar.

—Vamos, solo hazlo rápido —Dijo el gato, claramente impaciente —No tengo todo el día para perder aquí —

Mientras entraba en la tienda, me preguntaba si este extraño acuerdo realmente valdría la pena.

Me dirigí al apartado de golosinas para gatos, sin saber exactamente qué buscar. La tienda estaba llena de opciones, y la variedad de colores y formas era abrumadora. Mientras revisaba los estantes, una empleada se acercó a preguntar qué estábamos buscando.

—¿Algo en especial? —Preguntó una empleada, acercándose con una sonrisa amable.

Antes de que pudiera responder, el gato comenzó a hablar con una autoridad inesperada.

—Quiero dos azules, tres verdes, cinco amarillos, además quiero —Dijo el felino, con una precisión sorprendente en sus pedidos.

Sin embargo, parecía que la empleada no entendía lo que decía el gato. Sus ojos se posaron en el felino con una mezcla de curiosidad y ternura, pero claramente no captaba el contenido de su discurso.

—¡Qué lindo gato! —Exclamó, claramente ignorando el hecho de que el gato estaba hablando —Es tuyo, ¿verdad? —

Me di cuenta de que no tenía sentido intentar explicar la situación. La empleada no parecía notar nada fuera de lo normal, y su fascinación por el gato era evidente.

—Sí, es mío —Respondí, tratando de ocultar mi frustración —Estamos buscando algunas golosinas para gatos. Tal vez podrías ayudarme a encontrar lo que él quiere —

La empleada asintió y comenzó a buscar en los estantes. Pero cuando se dio la vuelta para buscar los productos, el gato me dio un golpe con su pata, claramente molesto.

—Luego intentas aparearte con ella —Dijo el gato, con un tono de reproche en su voz.

—¡Yo no estaba pensando en eso! —Intenté defenderme, aunque sabía que no era el momento para discutir sobre el tema.

—Lo que sea —Respondió el gato, desinteresado —Ahora agarra todo lo que estoy diciendo —

Miré al felino en mi hombro, sintiendo una mezcla de frustración y resignación. A pesar de la situación, sabía que tenía que seguir adelante con la búsqueda.

El gato comenzó a dictar su lista de golosinas nuevamente, con una precisión inusual.

—Quiero dos azules, tres verdes, cinco amarillos, y no te olvides de los extras en forma de pez. También quiero esos, aquellos, uy, eso se ve rico —

Seguí sus instrucciones, recogiendo cada artículo de la lista con la mayor precisión posible. La empleada me miraba con curiosidad, claramente sin comprender el motivo detrás de la abrumadora cantidad de golosinas para gatos que estaba acumulando.

Finalmente, terminé de reunir todo lo que el felino había pedido. El total en la caja fue una sorpresa desagradable: alrededor de mil dólares en pura golosina para gatos. Me sentí un poco abrumado por la suma, pero sabía que era el precio que pagar por obtener la ayuda de este extraño compañero.

Al salir de la tienda, con varias bolsas llenas de golosinas en las manos, el gato parecía complacido. Se acomodó en mi hombro con una actitud de satisfacción.

—Bien hecho —Dijo, con un toque de orgullo en su voz —Ahora, vamos por salmón —

Me quedé momentáneamente atónito por la demanda adicional. La cantidad de dinero que ya había gastado en las golosinas para gatos era significativa, y ahora el gato quería más. Sin embargo, estaba claro que no tenía otra opción si quería que me ayudara con el control de mi energía interna.

Suspirando, me dirigí hacia la sección de pescados frescos en un mercado cercano. Mientras caminaba por la ciudad, con el gato en mi hombro y las bolsas de golosinas en la otra mano, me preguntaba cómo había llegado a este punto.

El mercado estaba lleno de gente y de olores intensos. Busqué el área donde se vendía el salmón, y pronto encontré una sección con una variedad de pescados frescos. El gato observaba con interés, su cola moviéndose de un lado a otro mientras miraba los filetes de salmón.

—Quiero dos de los más grandes —Ordenó el gato, señalando con su pata hacia los filetes más grandes y frescos.

Mientras recogía el salmón, no pude evitar preguntarme cómo había llegado a este punto, pero al menos esperaba que al final de todo esto, el gato me ofreciera alguna ayuda con mi energía interna. Me pregunté qué más podría traer este extraño acuerdo y si, al final, valdría la pena todo este esfuerzo y gasto.

Con un suspiro, murmuré en voz baja, tratando de no parecer completamente loco mientras hablaba en medio del mercado.

—Y a todo esto... en serio sabes cómo... ya sabes... —Dije, manteniendo la voz baja para no llamar la atención.

El gato, acomodado sobre mi hombro, bostezó perezosamente antes de responder, aunque sin perder su actitud desinteresada.

—Claro que sé —Dijo, casi con arrogancia —Pero no todo llega de inmediato. Todo a su tiempo, humano —Agregó, como si mi apuro no fuera más que una molestia menor en su día.

Me mordí el labio, preguntándome cuánto tiempo más tendría que esperar para recibir alguna ayuda real, pero decidí no presionarlo demasiado por el momento. Todo lo que podía hacer era esperar y ver qué saldría de este extraño trato.

—Um... aun así, siento que me estás estafando... —Dije, dudando.

El gato, que hasta ese momento había estado tranquilamente disfrutando de la situación, reaccionó de inmediato.

—Hey, ¿Qué se supone que significa eso? —Me interrumpió, su tono volviéndose agudo —¿Estás diciendo que no conozco la importancia de esto? —

—¡No! Solo estaba... —Traté de defenderme, pero él no me dejó terminar.

—Parece que sí lo estás diciendo —Continuó el gato, claramente ofendido —¿Crees que soy estúpido? Aunque sea un gato, sé cuánto adoran este tipo de información. ¡Por Byakko! Los humanos se preocupan demasiado por las apariencias. Hay muchas cosas más importantes que eso —Dijo con un tono más serio y exasperado de lo que había mostrado hasta el momento.

Me quedé en silencio, aturdido por la intensidad de su respuesta. No estaba seguro de si se refería a mí o a los humanos en general, pero claramente había tocado un nervio sensible. Asentí lentamente, sin atreverme a decir algo más, mientras el gato seguía despotricando sobre cómo los humanos a menudo no entendían la verdadera profundidad de las cosas.

Por ahora, era mejor no cuestionar más sus métodos, o arriesgarme a que este trato se volviera aún más complicado de lo que ya era.

Pasaron unas largas horas antes de que finalmente llegara a mi departamento, cargado con todas las bolsas de golosinas y salmón. La tarde se había desvanecido en una mezcla de cansancio y frustración, y el peso de las bolsas se había hecho cada vez más notable en mis brazos.

Cuando llegué a la puerta de mi departamento, el gato aún se mantenía en mi hombro, complacido por la satisfacción de sus caprichos cumplidos.

—Finalmente —Dijo el gato, estirándose y acomodándose en mi hombro —Ahora, sígueme a dentro. No quiero tener que esperar más para disfrutar de mis golosinas.

Abrí la puerta con un suspiro de alivio y entré, dejándome caer en la primera superficie disponible. El día había sido agotador y, a pesar de la absurda naturaleza del trato, esperaba que al menos obtuviera algo de ayuda real.


Escena post créditos

El cuarto cerdito no tiene una casa de paja, madera o ladrillo...

…el cuarto cerdito tiene una casa de campaña...

…forrada en la piel de los lobos que vinieron antes...

Al salir de su refugio, el cuarto cerdito se ajusta su capa hecha de retazos, recuerdo de sus hermanos...

…cada paso que da, firme y decidido, hace eco en el bosque silencioso...

…el cuarto cerdito sale a enfrentar al lobo armado solo con sus patitas...

…sus ojos reflejan una determinación que intimida al mismísimo viento...

...la luna llena ilumina la escena, bañando el suelo en un resplandor plateado...

El lobo, con su mirada feroz y su pelaje oscuro como la noche, se detiene frente a él...

…sus colmillos relucen bajo la luz de la luna, pero el cuarto cerdito no se acobarda...

…lo mira fijamente a los ojos, esos ojos llenos de hambre y malicia...

Con una calma que desarma, el cerdito se planta firme y desafiante...

…lo mira a los ojos, fijamente, sin un atisbo de miedo...

...la tensión en el aire es palpable, el bosque guarda silencio expectante...

—Vamos... …sopla... …¡SOPLA!

El lobo toma aire, dispuesto a demostrar su poder...

…pero algo en la actitud del cerdito lo hace dudar...

…¿Qué es lo que este pequeño tiene que los otros no?

El cuarto cerdito no retrocede...

…sus patitas están firmemente plantadas en el suelo...

…confiado en su capacidad para enfrentarse al lobo...

El lobo sopla con todas sus fuerzas, esperando ver la casa de campaña volar...

…pero la estructura se mantiene firme, protegida por las pieles de los lobos anteriores...

El cerdito sonríe, sabiendo que el lobo ha subestimado su fortaleza...

…él ha aprendido de los errores de sus hermanos...


Nota del autor:

Hay montones de excusas pero solo, esperen la actualización