Draco se encontraba en el solárium revisando la correspondencia. Había recibido cartas desde el ducado de los Potter. En una de ellas, la madre de Harry pedía que lo enviara a casa para que asumiera como cabeza de su familia, ya que Fleamont Potter, su abuelo, iba a dejarle el título de duque para poder disfrutar de sus últimos años de vida.

Draco suspiró, recordando los tiempos en que conoció a Harry. Tenían 11 años y el Duque James Potter solía visitarlos con frecuencia. Lucius Malfoy, su padre, no se cansaba de jugar al fútbol de carnaval y al cricket con ellos. Esos días estaban llenos de risas y camaradería.

Todo cambió cuando estaban en el ducado de los Lupin. Harry recibió la noticia del fallecimiento de su padre. Apenas había pasado un mes cuando llegó otra carta: su madre, Lily Potter, se había casado de nuevo. Pasó de ser Duquesa a Viscondeza, conocida ahora como Lady Lily Snape-Prince, tras casarse con Lord Severus Snape-Prince. Lo más doloroso para Harry fue que su madre nunca le informó de este evento; se enteró por la carta de su abuelo, los heraldos gritaban esta información en las calles y los bardos no tardaron en convertir la noticia en comidilla, atormentando a Harry durante la guerra.

Draco, con la carta aún en la mano, se perdió en sus pensamientos, sintiendo una mezcla de nostalgia y tristeza por los tiempos pasados y las heridas que aún no sanaban en Harry. En ese instante se hizo presente el futuro Duque, sin embargo, tenía una expresión de furia completa, su rostro y mejillas estaban rojas; Draco casi podía jurar que le salía humo por las orejas.

—Su excelencia, Draco...

—Harry, no me llames así, casi tenemos el mismo rango... —Quiso decirle de la carta, sin embargo, verlo tan exaltado le daba un poquito de miedo la reacción que podía tener si nombraba a Lily Snape-Prince —. Somos amigos...

—Como amigos que somos, espero escuches mis palabras —advirtió el joven caballero— Lady Pansy golpeó a mi mujer porque se negó a darle información sobre tu esposa. Le es tan leal que recibió ese castigo... Además, corre el rumor de que una de las criadas se acostó con Viktor.

Draco soltó una sarta de improperios.—Siempre que están cerca todo se arruina. Van a acabar con mi paciencia

—Deberías escribir en tu frente que no estás soltero —recomendó Harry.

—Tú no digas nada, que detrás de ti está la pequeña de los Weasley y ella es peor que Pansy —soltó Draco tras servirse una copa de brandy.

—Ni me lo recuerdes. Sin embargo, mi mujer no tiene nada que dudar respecto a mi amor... En cambio, Hermione no tiene la seguridad y ha de creer que la abandonarás en cuanto se te acerque alguna cortesana con ojos coquetos —Harry parpadeó imitando a una dama y se tapó medio rostro imitando el movimiento del abanico .

—Claro que no, yo sí tengo decencia y no soy un mujeriego como tú y Viktor —rebatió Draco, bebiendo todo el contenido de su copa.— Incluso osas acercarte a mi mujer.

—Con lo testarudo que eres de no consumar el matrimonio, serias capaz de irte a los brazos de alguna criada — Rebatio Harry – Entonces, yo tendré que consolar a tu duquesa.

Draco sintió una punzada de ira por las últimas palabras, más no dijo nada ya que tal vez podría ocurrir. Dios no quisiera, más no era de roca. Tampoco deseaba usar a Hermione para satisfacer sus desos íntimos.

Durante el desayuno, estaban Harry, Hermione, Armand, Pansy, Viktor, por tanto Draco les informó que se enteró de lo acontecido temprano en la mañana.

—Lady Pansy, me he enterado de que ha golpeado a la dama personal de Hermione —dijo Draco con seriedad—. Debe pedirle disculpas.

Pansy se negó en primera instancia, cruzando los brazos con terquedad.

—No pienso disculparme —respondió con firmeza.

Draco mandó a llamar a Daphne y en cuanto esta estuvo delante de ellos dijo—: Lady Pansy tiene algo que decirte.

—Hermana, disculpate como piden nuestros amigos —insistió Viktor, ya que estaban quedando mal con los anfitriones de la casa.

—Esto es ridículo —murmuró Pansy mientras se levantaba al ver llegar a Daphne—. Lo siento, no debí actuar de manera imprudente.

—Lady Pansy, le Agradezco sus disculpas — Daphne sin creer ese tono falso respondió — me retiro.

Hermione sonrió ampliamente por ello. Daphne solo asintió y se retiró rápidamente. Ya que Pansy seguía fulminandola con la mirada.

Al terminar de desayunar, se pusieron en pie, pero Hermione cayó desmayada. Harry y Draco se apresuraron a socorrerla mientras la nana se llevaba a Armand, para explicarle con detenimiento lo que le ocurría a la duquesa.

—¿Qué le pasa a tu señora? —preguntó Pansy a Dobby, que estaba cerca a la espera de órdenes.

Dobby respondió con preocupación:—Probablemente sea el bebé Malfoy, Lady Pansy

Pansy se exaltó y dijo:—Pero escuché que no habían consumado el matrimonio...

Entonces Dobby se apresuró a añadir:—Eso es mentira, ya que mis amos consumaron antes de llegar al ducado... Los soldados dijeron que por eso se atrasaron un día más... Ahora duermen separados y es por el bebé.

Pansy quedó en silencio, queriendo reclamar a su hermano por llevarla, pero ella había insistido en ir. Viktor había desaparecido de la sala, probablemente estaría con alguna criada.

Draco cargó a Hermione a sus aposentos y la depositó en la cama, donde fue atendida por Kreacher, que hizo lo posible para que despertara. Draco cuestionaba una y otra vez qué ocurría y Kreacher lo callaba.

—¿Qué le pasa? —insistió Draco, desesperado.

Finalmente, Daphne le dijo:—Es debido a que tiene la visita.

Draco se exaltó—¡quien se atrevió a visitar a mi esposa sin mi permiso ! ¡Le cortaré la cabeza!

Harry se divertía viendo a su amigo morir de celos.

Daphne lo interrumpió — Su excelencia, me refiero a los días Lunares de Hermione (la menstruación). Hay mujeres que sufren demasiado en esos días.

Draco se relajó un poco, aunque seguía preocupado. Se sentó al lado de Hermione, tomando su mano.

—Mi dulce deseo, estoy aquí —susurró—. Todo estará bien.

Hermione abrió los ojos lentamente, encontrándose con la presencia de Draco.

—Esposo... —murmuró, su voz apenas audible. Su corazón latía más rápido que nunca.

Draco apretó suavemente su mano, aliviado de verla consciente.—Estoy aquí, mi dulce deseo, Todo estará bien —le aseguró con ternura.

Hermione intentó incorporarse, pero Draco la detuvo con suavidad.

—No te esfuerces demasiado. Kreacher está aquí para cuidarte —dijo, señalando al anciano que estaba a su lado, listo para ayudar.

Hermione asintió, sintiendo una mezcla de alivio y agotamiento. Miró a su alrededor, notando la preocupación en los rostros de Harry y los demás.

—¿Qué pasó? —preguntó, tratando de recordar los eventos recientes.

—Te desmayaste durante el desayuno —explicó Draco—. Daphne dice que es debido a tus días lunares... ¿Sueles sufrir de esta manera?

Hermione suspiró, asintiendo lentamente.—Sí, a veces es así... A veces tengo náuseas o dolores de cabeza. Gracias por cuidarme, su excelencia.

Draco sonrió, acariciando su mejilla con ternura.—Siempre, mi dulce deseo. Ahora descansa. Estamos aquí para ti.

Hermione cerró los ojos nuevamente, sintiéndose segura y protegida.

Draco, aún preocupado por la salud de Hermione, se volvió hacia Daphne con una expresión de seriedad.—Daphne, ¿hay algo que pueda hacer para que esto no le ocurra otra vez? —preguntó, buscando una solución.

Daphne pensó por un momento, pero antes de que pudiera responder, Kreacher intervino con su voz rasposa.

—La única solución, amo Draco, es que la señora tenga un bebé y lo amamante por si misma —dijo Kreacher con convicción.

Draco frunció el ceño, sorprendido por la respuesta del anciano —¿Un bebé? —repitió, mirando a Hermione, que aún descansaba en la cama—. ¿Eso realmente ayudaría?

Kreacher asintió vigorosamente.—Sí, amo Draco. Muchas mujeres encuentran alivio de sus días lunares después de tener un bebé y amamantarlo. Es una solución natural.

Draco se quedó pensativo, considerando las palabras de Kreacher. Sabía que tener un hijo era una decisión importante y que hasta ahora no había pensado en ello en absoluto.

—Gracias, Kreacher. Lo tendré en cuenta —dijo finalmente, acariciando la mano de Hermione con ternura.


Pansy estaba inquieta, convencida de que Hermione estaba embarazada. La idea la atormentaba, y decidió hablar con su hermano para confirmar sus sospechas. Caminó rápidamente por los pasillos del castillo hasta llegar a la puerta de la habitación de Viktor . Justo cuando iba a tocar, escuchó sonidos y gemidos provenientes del interior.

Se quedó paralizada por un momento, su mente llenándose de imágenes que no quería imaginar. —Perro insaciable — murmuró. Con el corazón acelerado, se retiró silenciosamente y se dirigió a su propia habitación. Se recostó en la cama, tratando de calmar sus pensamientos.

Cerró los ojos y, poco a poco, se quedó dormida. En sus sueños, volvió al día en que Draco la salvó de ahogarse. Recordó cómo había caído al lago y cómo el agua fría la envolvió, llenándola de pánico. Draco había saltado sin dudarlo, nadando rápidamente hacia ella. La tomó en sus brazos y la llevó a la orilla, donde la depositó con cuidado.

—Gracias, Draco —dijo Pansy, temblando de frío y miedo.

Draco la miró con preocupación, envolviéndola en su capa para darle calor.—No tiene que agradecerme, Lady Pansy. Es el deber de un caballero salvar a una damisela en peligro —respondió, cargándola hasta un lugar seguro.

El sueño se desvaneció y Pansy despertó de repente, sintiendo que su cuerpo ardía. Comenzó a frotarse y rascarse sin descanso, tratando de aliviar la sensación de ardor que la invadía. Se levantó de la cama, buscando desesperadamente algo que la calmara.


Draco se enteró de que Viktor se estaba bañando y acostando con una de las criadas, quien además era casada. Decidido a confrontar la situación, se dirigió a la habitación donde sabía que se encontraban. Al acercarse, escuchó a Viktor llamando a su amante: "Hermione". Lleno de celos, por un momento pensó que la mujer casada hacía referencia a su esposa, ¡la había dejado descansando! Draco irrumpió en la habitación, pero lo que vio lo dejó sorprendido.

En lugar de encontrar a su Hermione, vio a otra mujer en los brazos de Viktor. A pesar de la grotesca escena, Draco sintió una extraña paz al darse cuenta de que no era su esposa, sino una fantasía de Viktor.

—¡Viktor! —exclamó Draco con voz firme—. Por tal ofensa, debes irte del castillo lo más pronto posible. Estás ofendiendo mi hogar con estos actos inmorales.

Viktor, sorprendido y avergonzado, intentó justificarse. —Lo siento, no puedo irme, mis hombres no han descansado lo suficiente, los caballos estarán cansados

Draco no le dio oportunidad—No hay excusas para lo que has hecho —continuó Draco—. Has traicionado la confianza de todos aquí.

La criada, con lágrimas en los ojos, se arrodilló ante Draco, pidiendo perdón.

—Por favor, señor, perdóneme. No sabía qué más hacer... En dijo que me pagaría.

Draco la miró con severidad. —Eso lo hubieras pensado antes de cometer adulterio. Kreacher se encargará de despedirte lo antes posible.

Kreacher, que había estado esperando fuera de la habitación, entró y asintió con la cabeza.

—Sí, su excelencia, Draco. Me encargaré de ello de inmediato.

Draco se volvió hacia Viktor una vez más.—Recoge tus cosas y vete. No quiero volver a verte en mi castillo.

Viktor asintió, sabiendo que no tenía otra opción. Mientras salía de la habitación, Draco sintió una mezcla de alivio y justicia. Sabía que había hecho lo correcto, pero también sabía que la confianza en su hogar había sido dañada.

Regresó a los aposentos de Hermione, decidido a protegerla y cuidarla más que nunca. Al entrar, la encontró descansando tranquilamente. Se sentó a su lado, tomando su mano y prometiéndose a sí mismo que haría todo lo posible para mantenerla a salvo de los lividinosos.


Pansy se enteró de lo ocurrido con Viktor y la criada, su furia no tardó en desbordarse. Se dirigió a la habitación de su hermano, decidida a confrontarlo. Al entrar, lo encontró empacando sus cosas.

—¡Eres un perro en celo, Viktor! ¿Cómo te atreves a revolcarte en un hogar ajeno con rameras? —gritó Pansy, su voz llena de rabia. Mientras más se enojaba, más se rascaba por la picazón que la atormentaba.

Viktor, sin embargo, no se dejó intimidar.—Tú no tienes derecho a hablar, Pansy —respondió con frialdad—. Sé que has estado con cada criado que contrataron en nuestra casa. Por eso es que Draco consiguió una esposa virtuosa, para no tener que lidiar con alguien como tú.

Las palabras de Viktor fueron como una bofetada para Pansy, quien, sin pensarlo dos veces, levantó la mano y lo abofeteó con fuerza.

—¡No te atrevas a hablarme así! —exclamó, sus ojos llenos de lágrimas de rabia y humillación.— Soy tu hermana mayor, yo debería ser la cabeza de la familia, no tú que eres un vulgar bastardo.

Viktor se llevó una mano a la mejilla, sorprendido por la fuerza del golpe, pero no dijo nada más ya que tenía razón. Pansy, temblando de ira, se dio la vuelta y salió de la habitación, dejando a su hermano solo con sus pensamientos.

Regresó a su propia habitación y se dejó caer en la cama, sintiendo una mezcla de furia y tristeza. Mientras se rascaba sin descanso, los recuerdos de su infancia con Draco y Viktor la invadieron, llenándola de nostalgia y dolor.

Finalmente, exhausta, se quedó dormida, esperando que el sueño la liberara de sus tormentos, aunque fuera por un momento.

Viktor ingresó a la habitación de Pansy con furia en los ojos. Sin previo aviso, la tiró de la cama, sacudiéndola bruscamente.

—¡¿Por qué no has empacado tus pertenencias?! —gritó, su voz resonando en la habitación—. ¡Nos vamos ahora! Draco está tan enfurecido que si no nos vamos pronto, me retará a un duelo. Y lo último que deseo es pelear. Ni siquiera sé usar un cuchillo, mucho menos una espada con la destreza necesaria para ganarle.

Pansy, en medio del dolor y la picazón, lo miró con desesperación.

—¡Entonces ordénalo tú! —respondió, su voz quebrada—. Estoy roja como una manzana, mi cuerpo pica más y más...

Viktor, sin mostrar compasión, la miró con desprecio.—Olvida tus cosas —dijo fríamente—. Nos vamos ahora.

La tomó del brazo y la sacó arrastrando de la habitación. Pansy lloraba por la picazón y gritaba que la soltara, pero no se detuvo. Ningún criado hizo nada por ayudarlos, solo observaban el escándalo en silencio.

Mientras la arrastraba por los pasillos, Pansy sentía que su cuerpo ardía y la desesperación la consumía. Finalmente, llegaron a la entrada del castillo, donde Viktor la soltó bruscamente.

—¡Sube al carruaje! —ordenó, señalando el vehículo que los esperaba.

Pansy, con lágrimas en los ojos y el cuerpo aún picándole, obedeció sin decir una palabra. Mientras el carruaje se alejaba del castillo, Pansy se preguntaba cómo había llegado a ese punto y qué le de pararía el futuro.


Hermione despertó por el bullicio que se escuchaba fuera de su habitación. Se incorporó lentamente y miró a Draco con curiosidad.

—¿Qué ocurre? —preguntó, su voz aún débil.

Draco se acercó a ella y le tomó la mano con suavidad.—Es debido a que los invitados ya se van —respondió

Hermione se sorprendió y frunció el ceño.—¿Por qué tan pronto? Apenas llegaron ayer.

Él no tuvo más remedio que contarle — Viktor estuvo intimando con una criada casada y Lady Pansy estaba alterando a nuestra gente.

Hermione asintió, comprendiendo la situación —Debemos primar el bienestar de los que nos rodean. No podemos permitir que este tipo de comportamientos afecten nuestro hogar.

Draco asintió, sintiéndose reconfortado, por lo general Harry o Kreacher solían llevarle la contraria y discutir con él.

Draco la ayudó a ponerse en pie y le preguntó:—¿Te gustaría acompañarme a la ventana para observar cómo esos hermanos se van de nuestro castillo?

Hermione aceptó la ayuda y, juntos, caminaron hacia la ventana. Al llegar, sus ojos se encontraron y ambos sintieron una extraña conexión. El tiempo pareció detenerse y, por un momento, casi podrían haberse dado un beso.

Justo en ese instante, Armand ingresó corriendo a la habitación con manzanas en las manos que les entregó para ver lo que ocurría —¡Hay que ver cómo Doña Cangrejo y Don Libertino se van para no volver! —exclamó con entusiasmo.

Draco y Hermione se separaron rápidamente, sonriendo ante la interrupción de Armand. Se acercaron a la ventana y observaron cómo Viktor y Pansy subían al carruaje, listos para partir.

—Espero que esto traiga un poco de paz a nuestro hogar —dijo Hermione, apoyándose en Draco.

—Lo hará, Hermione. Lo hará —respondió Draco, apretando suavemente su mano mientras observaban e l carruaje alejarse por el camino.

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Harry y Daphne observaban desde su habitación cómo el carruaje se alejaba, llevando a Pansy y Viktor lejos del castillo.

Harry, con una sonrisa traviesa, le confesó a su amada :—Le pedí a Dobby que fuera al bosque y trajera unas hierbas que pasé entre las sábanas de esa loca. Esa fue mi venganza, por eso se rascaba como un perro.

Daphne no pudo evitar reír al imaginar la escena.

—¡Harry! —exclamó, abrazándolo—. No debiste hacerlo. Gracias por protegerme, aunque esta no sea tu casa.

Harry la miró con ternura y le respondió:—Siempre lo haré, Daphne. Y algún día te convertiré en mi duquesa, si aceptas.

Daphne lo besó suavemente y, con una sonrisa pícara, le susurró:—Eso solo ocurrirá si quedo en cinta.

Harry la besó apasionadamente y le susurró al oído:—Eso se puede arreglar pronto.

Ambos se dejaron llevar por el momento, sintiendo que su amor y compromiso se fortalecían con cada beso y caricia.