Hola a todos ¿Cómo están? Aquí he llegado con la continuación de Believe y Lovers. Prometo que esta será la última, después de todo, la trilogía esta completa. xD

Para aquellos que recién ingresan a este fic, quería comentarles que es la tercera de parte de Believe un fic que comencé cerca del 2011 y que me encariñe tanto con él que decidí escribir unas cuantas aventuras más. Si se están preguntan si es necesario leer las anteriores partes... Pues... No hace falta si no quieren, pero se los recomiendo. Entenderán mejor toda la situación que vivirán los personajes en este fic. Lo dejo a su criterio :D

Sin más que decir, aquí se los dejo:


Nami confirmó la temperatura del ambiente y las anotó en la agenda de control electrónico que, más tarde sería enviado a la base central. Guardó el archivo y luego de tomar la taza de té que había preparado para calentar su cuerpo, se acercó a la pequeña ventanilla de la habitación.

Las temperaturas habían descendido considerablemente desde que había llegado a la Antártida ese verano. El vidrio había comenzado a congelarse, una delgada capa de hielo había comenzado a formarse en el exterior. Dio un gran sorbo y soltó un gran suspiro. Pronto sería hora de que evacuaran a todos los meteorólogos, biólogos y todo el personal restante. Doctores, científicos, químicos, ambientalistas. Todos concentrados en una pequeña edificación construida sobre el continente más helado de la tierra. Y luego de su doctorado, había sido seleccionada como una de las mejores en su rubro. Esa era la principal razón por la que yacía allí.

Giró sobre su propio eje y tomó la pequeña hoja impresa que le habían entregado esa mañana mientras monitoreaba las temperaturas submarinas. Volvió a leer el mensaje para verificar que el texto no hubiera sido parte de su imaginación. "Los invitamos a festejar nuestra boda. El día quince de diciembre. Usopp y Kaya". Esperaba la noticia, pero tenía que admitir que no la esperaba tan temprano. Habían pasado cuatro años desde que sus amigos se habían graduado de sus respectivas carreras, algunos habían tardado un poco más. La carrera de Robin era más larga, por lo que había tenido que resignarse y graduarse un año después. Pero desde que había abandonado la universidad, jamás los había vuelto a ver. En realidad… no había sido tan así. Hubo pequeños momentos donde tuvo contacto con algunos de ellos, sobre todo con Robin. Pero solo habían sido pequeñas estadías.

Y no le sorprendía. Luego de la graduación, Nami había comenzado a trabajar y había gastado todos sus ahorros para poder pagar un doctorado en una de las mejores universidades de meteorología. Y gracias a eso, luego de tres años de estudios e investigación, logró ingresar en una base científica en el continente blanco. Todo había sido una gran aventura, pero había olvidado por completo la amistad. Y la familia también…

Volvió a dar otro sorbo y se dejó caer en la silla giratoria. Y lo más extraño, era pensar que una de sus amigas contraería matrimonio tan rápido. Leyó el anuario de su escritorio y notó la fecha en la que se encontraban… 2017… ¡2017! Quizás… Kaya y Usopp no se estaban casando demasiado pronto… ¡Habían pasado 8 años! ¡8 años! Por alguna razón, sintió el café amargo. 8 años era mucho tiempo…

Y el mero hecho de que una de sus amigas fuera a contraer matrimonio, le provocó una extraña sensación en el pecho. Desde que ella y Law habían terminado en su primer año de universidad, no había salido con otro hombre. De hecho, Luffy había partido y ella se había resignado a vivir una vida sin amores. Había priorizado el estudio y había pasado esos tres años restantes, saliendo y divirtiéndose con sus amigas. Había superado el hecho de ser la única soltera y había continuado su vida. Pero en ese momento, que volteaba al pasado y comenzaba a pensar en su vida, se dio cuenta que algo había faltado.

Apoyó la taza y volteó en el momento que oyó la puerta abrirse.

- Que bueno que te encuentro, cambio de planes, nos iremos esta tarde -

(...)

El avión aterrizó en su tierra natal luego de horas y horas de vuelo. El cuerpo le había quedado entumecido por lo que se alegró al saber que por fin tocaba tierra, y esta vez, no había otro vuelo esperándola en el aeropuerto. Saludó a la azafata con una sonrisa y caminó por la manga del aeropuerto con mucho entusiasmo. Bajo las grandes escaleras de madera y siguió las indicaciones para poder recuperar su equipaje. Al notar su notoria valija naranja, la tomó con fuerza y comenzó a caminar al estacionamiento.

- ¡Nami! -

Al oír la voz de su hermana, volteó bruscamente. Apenas alcanzó a verla, la mayor la abrazó con fuerza.

- ¡No puedo creer que estés aquí! - Sonrió.

- Pero aquí estoy, y estoy tan feliz de verte -

Los años habían pasado y volver a ver a su querida hermana, era gratificante. Nojiko la acompañó hasta el auto que había comprado dos años atrás, y luego de guardar el equipaje en la cajuela, se dispuso a conducir. Llevaban años sin verse, y no podían sentirse más a gusto. Nami la contempló por el rabillo del ojo, mientras esta conducía. Su hermana si que estaba cambiada, sus cabellos ya no eran brillantes, el color había perdido su brillo. Sobre el contorno de sus ojos, una sombra oscura demostraba lo cansada que estaba. Pero el elegante atuendo que utilizaba, la convertía en toda una adulta.

Después de todo... Habían pasado ocho años... ocho largos años...

- Cuando lleguemos, me contarás todo - Sonrió sin quitar la vista del frente - Los niños están muy ansiosos de verte -

Ella también sonrió. No veía a los niños desde hacía casi un año, y tenía ganas de volver a divertirse con ellos. También les había llevado regalos. Nunca faltaba el momento donde la pelinaranja no se detenía a comprar algo para sus pequeños sobrinos. Soltó un silencioso suspiro y giró su rostro hacía la ventanilla. Apoyó su cabeza contra el frío vidrio. El invierno comenzaba a hacerse notar, los arboles ya habían perdido todas las hojas y el viento helado, sacudía las desnudas ramas.

Sintió cierto escalofrío al recordar las viejas calles de su ciudad natal. Pasó junto al instituto donde había asistido cuando apenas era una adolescente, y varios recuerdos afloraron en su mente. Habían sucedido miles de cosas, algunas agradables, otras no tanto. Pero no pudo evitar sonreír. Con sus 26 años, ya había aprendido a aceptar y superar las cosas. Había tenido muchos años para pensar y repensar los acontecimientos que marcaron su vida.

Y allí estaba, volviendo a ese pueblo. Otra vez. Pasaron junto a la casa donde ella y su hermana habían vivido casi toda su infancia. Ambas habían decidido venderla, sobre todo para poder afrontar los gastos de su hermana con el inesperado niño. Y pese a que tenía algo de nostalgia por ingresar de nuevo, no se arrepentía de nada. A los pocos metros pasaron junto a aquella casa. La casa donde Luffy y su hermano también habían vivido sus 18 primeros años de vida. A diferencia de la suya, la casa estaba completamente abandonada. Las ventanas estaban empolvadas, el jardín completamente vivo y por las telarañas de la puerta, parecía que nadie la había abierto por años. Le dio cierta pena pensar que una casa tan bonita estuviera completamente a la deriva.

De ahí solo fueron cinco minutos más. Llegaron a una casa reluciente y encantadora. Todo había cambiado tanto desde la última vez que había vuelto. La vieja casa con paredes húmedas y pintura saltada había desaparecido completamente. Ahora, era la más linda de todo el barrio.

Siempre había odiado el color amarillo para las paredes externas de una casa, pero tenía que admitir que a esa arquitectura de estilo español le sentaba bien. El porche era largo y ocupaba todo el frente de la casa, allí había asientos de madera, un sillón de roble, lamparás de tonos opacos y plantas de diferentes tipos y formas. Las ventanas estaban perfectamente enmarcadas con un bordado de cemento, algo completamente inusual en casas modernas.

Soltó una sonrisa. Al fin volvía a estar con sus sobrinos, y esta vez, juraba poder dedicarles el mayor tiempo posible.

Bajó del vehículo y ayudó a Nojiko a bajar su equipaje, juntas lo arrastraron hacía el pie de la escalera y tuvieron que cargar entre las dos para poder subirlo al porche. Nami respiró profundamente, los niños no la veían hacía tiempo y tenía mucho miedo de que comenzaran a olvidarse de ella. Sobre todo la más pequeña.

La puerta de madera se abrió. No pudo ver nada, nada más que el rostro de dos pequeños corriendo a recibirla. El mayor, Edward, se aferró a su cadera tan fuerte que hasta tuvo sostenerse del marco de la puerta para no caer. En cambio, la pequeña Anne apretó su rostro contra la pierna de la mujer sin titubear.

Se sorprendió antes todos los cambios de los niños. Las fotos jamás podrían captar la verdaderas alturas. En un año, los cambios eran increíbles. Se arrodilló y, rápidamente, alzó a la pequeña. Le dio un sonoro beso y luego se agachó para poder besar la frente del varón.

- Tía, no sabes...- Comenzó Anne sin siquiera detenerse a dar un respiro.

- No, espera, tía... - Edward se trepó por su pantalón, intentando llamar su atención.

Ambos niños poseían cabellos oscuros y ojos idénticos a los de su padre. Edward llevaba el cabello corto, casi al pie de su cabeza. Mientras que Anne lo llevaba atado en dos pequeñas trenzas, además de que su rostro estaba decorado con pequeñas pecas oscuras.

- Oi, ya déjenla tranquila - Ante la voz masculina, la pelinaranja volteó hacía la gran cocina - Se quedará varios día, tendrán tiempo para contarle todo -

- Ace - Sonrió.

- Ha pasado tiempo ¿Verdad? -

Definitivamente, todo volvía a ser como antes. Contempló a los pequeños y se corrigió. No como antes, pero muy parecido.

(...)

Se había podido instalar en la pequeña habitación de huéspedes que había en la casa de su hermana, y le había sentado bien. El escritorio de madera era perfecto para confeccionar sus informes meteorológico, la cama no era muy grande pero ella entraba perfectamente. Y con la poca ropa que había llevado, el armario no parecía tan chico. La ventana estaba tapada con una cortina blanca que apenas dejaba entrar la luz del sol. Algo completamente cálido.

La cena también había sido bastante armoniosa. Había hablado con sus pequeños sobrinos. Le habían contado todas las novedades desde la última vez que se habían visto, dilemas amorosos, amistades rotas, materias aprobadas, peleas entre hermanos y hasta juegos aprendidos. Sus delgadas voces habían relatado los hechos con tanta emoción que hasta le generó cierta alegría. Y luego de cenar pollo en salsa de mandarinas, se retiró para poder descansar sus ojos. Había sido un viaje demasiado largo y al otro día tendría muchas cosas que hacer.

En ese mismo momento, se encontraba caminando por las pobladas calles del centro comercial. El día estaba completamente gris pero nadie llevaba paraguas en sus manos, salvo por Nami. En la televisión habían dicho que no llovería, pero ella podía sentirlo en el ambiente. Pronto la lluvia comenzaría a mojar las calles de aquella ciudad. Y todos aquellos que habían creído en el joven del canal de noticias, comenzaría a maldecirlo. Sonrío en el momento que encontró la casa de novias que tanto había buscado.

Al ingresar, una pequeña campanilla comenzó a resonar. Una extraña mujer se arrimó hasta el vestíbulo y la contempló fijamente.

- Tengo una cita para el casamiento de una amiga - Al notar que la mujer se acercaba al libro de reservas, añadió - Kaya -

- Segundo piso, a la derecha, habitación 203 - Comentó para luego desaparecer entre los pulposos vestidos blancos.

Echó una vista hacia el lugar. Decenas de mujeres husmeaban entre los vestidos, las decoraciones y los zapatos. Sin lugar a dudas aquel lugar era el paraíso de las novias. Un negocio donde se arreglaban todos los detalles que las novias ocupadas, no podían. Los gritos de las mujeres eran alucinantes, la manera en como se peleaban por un vestido o un par de zapatos, era embarazoso. Subió las largas escaleras de madera blanca y cuando llegó al pasillo, comenzó a caminar a gran velocidad. Varias personas abandonaban las habitaciones, pero ella logró esquivar a las novias despechadas y llegó a su destino.

- 203... - Murmuró en voz baja.

Respiró profundamente y golpeó la puerta dos veces. Hacía tiempo que no veía a sus amigas, y por alguna extraña razón estaba nerviosa. El mero hecho de reunirse con ellas por una boda era extraño.

La puerta se abrió de par en par y al pie del umbral se encontró con el rostro sorprendido de Vivi.

- ¿Nami? -

Ella también había cambiado bastante, sus cabellos eran mucho más largos de los que recordaba y, pese a que los tenía atados en una coleta alta, llegaban hasta su cintura. Además, su rostro era mucho más formal, más maduro. Pero lo que más le llamó la atención fue su elegante traje. Vivi había terminado su carrera y gracias a los contactos de su padre, había logrado ingresar en la carrera política. Primero como asistente, luego como secretaria, y ahora, era un importante miembro de la candidatura política de su padre.

- Sorpresa - Sonrió y alzó sus hombros.

- No puedo creerlo - Tendió su mano y la obligó a ingresar - Kaya va a estar muy feliz -

La arrastró por un delgado pasillo hasta llegar a un gran salón. Los sillones eran modernos, y el ambiente era cálido y refinado. Y estaba todo adaptado a la situación. La música era pegadiza, las perchas rebosaban de vestidos de todos colores. Las flores perfumaban el ambiente agradablemente y en la pequeña mesa ratona había una botella de champagne abierta.

- Oi, miren quien está aquí - Anunció la peliceleste.

Tanto Robin como Kaya voltearon. Y al contemplar a su vieja amiga, la futura esposa salió disparada para poder abrazarla.

Todas estaban cambiadas. Los años habían pasado y no podía evitar sentirse bien por sus amigas. Kaya había dejado crecer su cabello par poder realizarse algún lindo peinado, su cuerpo estaba envuelto en un hermoso vestido de seda blanco, de sus orejas caían dos pendientes brillantes, en su cuello había un fino collar de perlas. Parecía toda una princesa. Pero bajo todo ese aire de glamour se podía notar su característica sencillez. La abrazó con fuerza y respiró su perfume de jazmines. Recordaba que ahora trabajaba en un hospital infantil. Definitivamente el rol de mujer y madre, le sentaba bien. Iba a juego con su personalidad.

- Creí que volverías más tarde - Murmuró al separarse.

- Se aproximaba una fuerte tormenta en la base - Comentó con una sonrisa - Si no salía en ese mismo momento, iba a tener que quedarme todo el invierno - Desvió la mirada hacía Robin - Anoche llamé a Robin para preguntarle donde se reunirían, quería que fuese una sorpresa -

- Y vaya que lo fue - La rubia la tomó de la mano y la arrastró hacía los sillones - Llegas justo a tiempo, estoy definiendo el vestido -

La pelinaranja se dejó caer en uno de los sillones, cerca de la morocha. Robin le tendió una copa con champagne y le guiñó un ojo. Robin también había cambiado, aunque había tenido la oportunidad de encontrarla en varios puntos del planeta, en tan solo meses se veía diferente. Se había cortado los cabellos hasta la mitad de la espalda y su traje ya no era el típico uniforme de gala. Sino que se trataba de algo más informal, unos vaqueros y una camisa negra a cuadros. Durante su trabajo final en la universidad había descubierto una civilización antigua que solo había dejado testimonios en piedras viejas, esparcidas por el mundo. Eso la había llevado a dar varias conferencias en todo el mundo, y más de una vez habían coincidido sus caminos. Pero ahora, se encontraba estable en aquella ciudad, trabajando como profesora en un instituto de renombre y escribiendo un libro sobre su descubrimiento.

- Una vez que defina su vestido, podremos elegir los nuestros -

Dama de honor. Era un título extraño, pero lo agradaba como sonaba. Tenía que admitir que estaba igual de nerviosa que la novia. Y si ya estaba nerviosa por ser una simple dama de honor, no se imaginaba cuando le tocara esposar a alguien. Bajó la mirada y dio un largo sorbo, si es que alguna vez se casaba...

- No, no me gusta - Escuchó la voz de Kaya - Es demasiado... brillante... -

Al percatarse de que Vivi estaba ayudando a la rubia a subirse a una pequeña pasarela que había frente a un espejo. Pero Kaya ya estaba convencida de que ese no sería su vestido.

La pelinaranja no pudo evitar soltar una sonrisa. Si que se veía como una duquesa. Sin embargo, no estaba segura si ese era el color indicado para su amiga, el blanco solo fomentaba que, junto a su piel pálida y claros cabellos, luciera como un fantasma.

- ¿Dónde está el que viste abajo? - Robin se puso de pie y comenzó a buscar entre los vestidos blancos.

- ¿No está ahí? - Al notar la negativa de la morocha, Vivi se llevó una mano a la barbilla - Debimos olvidarlo en el mostrador -

- Llamaré al servicio ahora mismo - Robin se acercó al teléfono de la habitación.

- No espera - Nami apoyó la bebida en la mesa y se puso de pie - Iré por él, tengo ganas de echar un vistazo -

- No estarás planeando casarte ¿Verdad? - La peliceleste la fulminó de manera acusadora.

- ¡¿Qué!? - Soltó una gran carcajada - ¡¿Y con quien demonios iría a casarme?! -

Rápidamente abrió la puerta y abandonó aquella habitación. Al cerrar la puerta, quedó helada. Sabía que todas sus amigas seguían en pareja. Sabía todo. Kaya había tenido la típica historia que toda niña anhela. Desde que habían comenzado a salir, Usopp y ella jamás habían tenido una sola discusión. Y ahora estaban a días de contraer matrimonio... Por su lado, Robin le había contado que Vivi y Sanji habían tenido una pequeña discusión a causa de que el rubio solía elogiar a otra mujeres, pero de eso hacía ya cuatro años. Y en cuanto a Robin... Bueno... Su relación con Zoro había dado vueltas y vueltas. En esos ocho años habían pasado muchas cosas, pero algo estaba garantizado, ellos siempre volvían. Algo que, en cierto punto, era romántico.

Comenzó a caminar por el pasillo con la mirada gacha. ¿Y qué podía decir ella? No había habido nadie importante, no en esos ocho años... Por mucho tiempo, no le había importado. Pero ahora que volvía a esa ciudad, donde podía ver la felicidad de sus amigas, de su hermana, comenzaba a pensar que quizás con 26 años, ya no podría encontrar a la persona indicada. Los únicos dos hombres por los que había sentido algo, los había dejado ir.

Llegó a la planta baja y se dirigió al mostrador. Notó que un vestido blanco yacía acomodado aun lado y supuso que ese era del que hablaba Robin. Aquel vestido sencillo pero atractivo. Lo tomó con sumo cuidado y comenzó a caminar entre los otros vestidos. Quizás el color para Kaya no era el blanco, sino el marfil. Eso daría más luminosidad a su rostro. Se dirigió al área de vestidos largos de ese color y comenzó a pasar prenda por prenda, hasta que encontró el perfecto vestido. Era largo, pero la pollera no era inflada, sino más bien caía cual cascada de tela. Se ajustaba en la cintura y el corte recto le daba un aire a pureza. Tenía unas pequeñas mangas den encaje que lo hacía más delicado. Era algo sencillo pero risueño.

Soltó una sonrisa y lo descolgó de la percha. Eso bastaría. Volteó para encarar las escaleras, pero cuando estaba a punto de dar un paso, chocó con una persona. Los vestidos cayeron al suelo y si no fuera por el plástico que los cubría, se hubiese ensuciado.

- ¡Lo siento mucho! - Se llevó la mano a la frente y comenzó a frotarla con fuerza - No lo vi -

Cuando abrió sus ojos, quedó helada. Jamás pensó que volvería a encontrarse con él, no luego de tantos años.

- ¿Law? -

El hombre se había agachado para recoger los vestidos, pero al oír su voz, se enderezó con brusquedad.

- ¿Nami? - Preguntó completamente en shock - ¿Qué haces aquí? Creí que habías conseguido un trabajo en el exterior - Al notar que ambos estaban el una tienda de casamientos, preguntó - ¿Acaso vas a casarte? -

- ¡¿Qué!? - De nuevo esa incómoda pregunta, pensó - Kaya, he vuelto para ayudarla con la preparación y todo eso - Frunció la mirada - ¿Y tu? ¿Qué haces aquí? -

- Bueno... - Al notar que desviaba la mirada, quedó sin aliento. ¡¿En verdad iba a casarse?!

- ¡Oi, Law! - Una mujer de largos cabellos rosados atados en una coleta se aferró al brazo del hombre - He encontrado el vestido perfecto, ven a verlo - Al percatarse de su presencia, la mujer volteó y clavó sus claros ojos en ella - Tu eres... - Frunció el ceño y la examinó por unos segundos, luego sonrió - Nami ¿Verdad? -

- Es un gusto - Sonrió algo avergonzada por la situación. ¿Acaso iba a cruzarse con media universidad? O peor... ¿Todos le harían la misma pregunta?

- Ella es... - El morocho comenzó a hablar.

- Bonney, sé quien es - La pelinaranja lo interrumpió sin quietar la mirada de los ojos de la mujer - ¿Van a casarse? -

- En pocas semanas - Afirmó ansiosa - Será una boda pequeña, algo intimo para familia y amigos más cercanos. ¿Quieres venir? Sería muy lindo de tu parte -

- Claro, allí estaré - Respondió sin siquiera pensar lo que estaba diciendo.

- Te haré llegar una invitación, nos vemos -

La mujer volteó al oír que alguien decía su nombre y salió disparada hacia la multitud. Dejó escapar un silencioso suspiro, pero al notar que Law seguía de pie frente a ella, intentó recobrar la compostura.

- Oi, no tienes que venir si no quieres - Podía ver en sus ojos que estaba incómodo - No quiero que te sientas obligada después de... -

- Tranquilo - Ni siquiera podía pensar con claridad - No estoy segura si podré asistir, pero no es algo que me moleste -

- Entiendo... - Murmuró - Bueno, tengo que irme. Me matará si no veo el vestido -

Lo vio alejarse y aprovechó que estaba de espaldas, para soltar otro suspiro. Las cosas si que habían avanzado entre esos dos. ¿Quién iba a pensarlo? Después de todo... esa mujer no era el tipo de chicas que Law buscaba. Pero si eran felices, eso bastaba. Tomó los dos vestidos y volvió a la habitación donde se encontraban sus amigas.

- Te has tardado - Comentó Vivi.

- Bueno... - Dejó caer los vestidos en uno de los sillones - He buscado el que querían y uno que me resultó bonito - Tomó la copa de champagne - Y he tenido la fortuna de cruzarme con Law - Dio un largo sorbo.

- ¿Law? ¿Qué está haciendo aquí? - Kaya la contempló sorprendida.

- Va a casarse con la chica de la universidad - La pelinaranja se sirvió más bebida y dio otro sorbo - Lo vi feliz - Dibujó una sonrisa en sus labios - Prueba el vestido que encontré, te hará lucir fabulosa -

Cuando la rubia lo contempló, sus ojos se iluminaron. No cabía duda, adoraba el vestido que ella había elegido. Y cuando lo probó, su sonrisa fue satisfactoria. Le quedaba completamente hermoso, había sido diseñado para alguien como ella. Sencilla pero elegante, de tez pálida y cabellos opacos. De una belleza única, cual divinidad.

Pidieron otra botella para brindar y se dedicaron a hablar en los pequeños sillones.

- Me gustaría que usen vestidos amarillos - Comentó la rubia - Algo no muy brillante, más bien amarillo mate -

- Podría funcionar - Sonrió Robin mientras tomaba su copa con cuidado.

- ¿Largo o corto? - Preguntó Vivi mientras anotaba todo en una pequeña agenda electrónica.

- Mmm... Largo - Dijo pensativa - Aunque no estoy del todo segura. ¿Por qué no lo definimos esta noche mientras vemos el partido en casa? -

- ¿Partido? - Curiosa, Nami se acomodó en su asiento - ¿Desde cuando? -

Un silencio sepulcral invadió la sala. La pelinaranja posó los ojos en cada una de sus amigas, esperando una respuesta.

- Luffy juega en la primera división - Comentó Vivi con voz calma.

Sus ojos se abrieron como platos. ¿Jugaba en un equipo de primera división? ¿Cómo era eso posible?

- ¿Qué hay de su carrera? - Preguntó desconcertada - Siempre creí que... que había terminado su carrera -

- La última vez que lo vimos fue en abril, por el cumpleaños de Usopp - Agregó Kaya mientras se revolcaba en su asiento - Nos contó que había dejado de estudiar para dedicarse al fútbol -

- Y al poco tiempo lo vimos en la televisión, debutando en su primer partido en primera - Finalizó Robin seria.

- Entiendo... - Posó sus ojos en la botella de champagne, y le entraron ganas de beberla toda.

- ¿Quieres venir con nosotras? - Insistió la peliceleste - Los chicos estarán allí, estoy segura que querrán verte también -

- Yo... - Se puso de pie y tomó su paraguas - No puedo, debo volver para ayudar a Nojiko. Mañana es el cumpleaños de Anne y tenemos cosas que hacer -

Antes de que sus amigas pudieran decirle algo, abandonó aquel lugar. Ya estaba cansada de cruzarse con gente. Quería llegar a la casa de su hermana y refugiarse en su pequeña habitación. Cuando abandonó el negocio de novias, notó que las primeras gotas comenzaban a caer. Abrió su paraguas pero no llamó un taxi. Quería volver caminando, quería pensar.

Miles de cosas habían pasado desde que ella había decidido irse de la ciudad. Tantas que apenas podía digerir todas las noticias. Tenía que pensar, tenía que volver a procesar varios de los hechos. El viento se puso más violento pero sus instintos le dijeron que la tormenta solo duraría unos minutos. Divisó un pequeño bar donde yacían reunido muchos hombres. Al parecer el partido estaba por comenzar y todos se habían congregado allí para poder verlo sin sus mujeres. Típico de hombres, pensó.

Se sentó en la barra y le pidió al hombre una cerveza. Dio la casualidad que cuando se le entregó, el partido comenzaba. Sus temerosos ojos se posaron en la enorme pantalla. Y allí fue donde lo vio. ¡Luffy no solo era jugador, era el capitán del equipo! Era uno de los jugadores más importantes de su equipo. El partido comenzó y Nami tuvo que dar un gran sorbo para poder continuar. No lo creía. Había cambiado mucho desde la última vez. Ya no era un niño. Su rostro se había marcado más y parecía ser más alto desde la última vez que lo había visto. Más veloz y mucho más estratega en sus jugadas.

- ¡Gol! - Exclamaron todos los presentes.

Sin lugar a dudas se había convertido en un gran jugador. Dio otro sorbo a su bebida y soltó una sonrisa. Podía leer en sus ojos que amaba lo que hacía. Otro increíble gol por parte del jugador Monkey D Luffy, Narró el hombre del televisor, Este chico nunca deja de sorprendernos. Con sus 26 años y su corta carrera en primera, ha metido más goles que todo su equipo junto. Si, era bueno en lo que hacía. Notó, que luego del gol, el morocho se desviaba hacia la tribuna donde yacían todos los fanáticos. Pero no fue con ellos, se desvió hasta un pequeño asiento donde yacía esa mujer. Sus labios se abrieron de par en paren el momento que vio como le daba un cálido beso. El héroe del equipo, tal y como marca su tradición, ha ido a saludar a su icónica prometida: La diseñadora Margareth. Verdaderamente, una pareja amada por todos.

Quedó helada en su lugar. No podía creer lo que estaba viendo. El partido se reanudó en el momento que Luffy se posicionó en la cancha. Se llevó una mano a la cabeza y apretó su frente con fuerza. Comenzaba a creer que volver había sido un gran error. Revolver en su pasado, era lo único que había logrado desde su llegada. Terminó la cerveza y colocó un billete debajo del vaso de vidrio.

- Es raro ver mujeres aquí, mirando partidos - Una voz masculina la obligó a voltear.

Jamás había visto a ese hombre en su vida. Tenía el cabello corto, peinado hacia atrás, de un color gris claro. Sus ojos eran negros como la noche y entre sus labios, llevaba un habano a mitad. Vestía con una remera gris y unos vaqueros negros.

- Yo... - Murmuró sin saber que decir.

- Mesero, quiero dos cervezas más - Le pidió al hombre que atendía la barra - ¿Y bien? ¿Cómo te llamas? -

La pelinaranja apretó el paraguas en sus manos y esperó a que el hombre volteara para tomar los vasos. Se apresuró y abandonó la el bar a toda prisa. ¡Maldición! ¡No era eso lo que buscaba! Cada vez que volvía a sus dilemas emocionales, Dios le enviaba un hombre... ¡No! ¡No quería eso! ¡Quería poder superar las cosas sola! Como toda una mujer. Abrió el paraguas y corrió para frenar el taxi. Tenía que irse de allí antes de que aquel tipo se percatara de su huida.

(...)

Llegó a la casa de Nojiko e ingresó a toda prisa. Estaba cansada y un poco mojada. El taxi la había obligado a correr varios metros y el paraguas había sido inútil.

- ¡Nami! ¡¿Estás bien?! - Preguntó su hermana al divisarla en ese estado - ¿Cómo te ha ido? -

- Bien, me ha ido bien - Apenas podía engañarse a ella misma.

- Mami - Anne apareció junto a ellas con una gran sonrisa en sus labios - El tío Luffy ha hecho otro gol - Dio un pequeño salto - Mejor que el otro -

- Si, hija - Al ver el rostro pálido de su hermana, se agachó junto a la niña - Ve con papá, tenemos que hablar algo de gente grande -

- Si - Salió disparada hacia el salón.

- Oi, Nami -

- No, estoy bien - Comenzó mientras se acercaba a la ventana más cercana. Corrió la cortina y contempló como la luvia todavía cubría el cielo - Él también es tío de ellos, es algo que ya tengo asumido hace tiempo - Soltó un gran suspiro - Pero ha sido un día largo, me he reencontrado con mis amigas, he visto a Law y... -

- ¿Has visto a Law? - Preguntó curiosa mientras se acercaba a ella.

- En la tienda de bodas - Apoyó la frente contra el cristal - Va a casarse - Pero antes de que pudiera agregar algo, dijo - Pero estoy bien, todo esta bien - Se giró hacia su hermana y sonrió.

- Si te hace sentir mejor, mañana no vendrá - Todo estaba listo para la pequeña fiesta en honor al quinto cumpleaños de su hija - Luffy está jugando una importante copa local y no vendrá para el cumpleaños de Anne -

Le regaló una sonrisa. No estaba segura si la hacía sentir mejor, pero si más tranquila.

(...)

Todo estaba decorado, la torta estaba guardada en la nevera y la comida estaba a punto de ser terminada. Nami había optado por unas calsas negras con zapatos haciendo juego, su remera era holgada y anaranjada con un bello cinturón oscuro que moldeaba su figura. Se había dejado el cabello suelto y había utilizado poco maquillaje para verse natural. Su hermana estaba igual de hermosa, con unos vaqueros ajustados y una remera de mangas largas, negra.

- Las hamburguesas ya están - Sonrió Nojiko mientras las sacaba del horno.

- El queso ya casi - Nami colocó el pote de queso cheddar en el microondas y en otro pote, preparó los nachos.

El timbre resinó en toda la casa, y la pelinarnaja tuvo una extraña sensación. Su espalda se erizó por completo. ¿Por qué tenía esa extraña sensación en su pecho? Contempló que su hermana tenía las manos ocupadas y al parecer, Ace todavía se encontraba arriba, terminando de vestir a los niños.

- Yo iré - Murmuró no tan convencida de si era lo correcto o no.

Abandonó la cocina y atravesó el gran salón. Sus manos comenzaron a transpirar pese al frío del ambiente. Se acercó a la puerta principal de la casa y la abrió con fuerza.

- ¿Nami? ¿Eres tú? -

- ¿Sabo? - Sus hombros se aflojaron y sintió como su corazón volvía a su ritmo normal.

- No te veía hace tiempo - Sonrió - ¿Estás bien? - La notaba un poco pálida.

- Si, solo hace frío - El clima había descendido violentamente y si sus sentidos no le fallara, estaba segura que llovería. Aunque... si el clima seguía así, comenzaba a creer que nevaría.

El rubio ingresó y se quitó la bufanda azul que llevaba en su cuello, contempló que detrás suyo estaba Koala. Sus cabellos habían crecido considerablemente, casi tanto como los suyos. Pero lo que más llamó la atención fue el pequeño bulto que cargaba en sus brazos.

- No puede ser... - Quedó helada. Eso si que era una sorpresa - Dime que es un chiste - Estiró sus brazos y tomó a la pequeña en sus brazos - ¿Cómo se llama? -

La niña que tenía una pequeña melena rubia, abrió los ojos y mostró unos enormes ojos azules, tal y como los de su madre.

- Rina - La madre acarició la nariz de su pequeña hija - Tiene ocho meses -

- ¡¿Ocho meses?! - No podía creerlo. Cuando había regresado a la ciudad, hacía un año atrás, no había tenido tiempo de ver a Koala. Su visita había durado pocos días. Nunca se había enterado de su embarazo - Por Dios, no puedo creerlo - Al ver como sonreía, añadió - Es muy hermosa -

- Igual a su madre - El rubio apareció detrás suyo y acarició los anaranjados cabellos de Koala.

- ¡Tío Sabo! - Anne apareció en las escaleras y corrió para poder abrazarlo.

- Anne, estas muy linda - La alzó en sus brazos con emoción y la niña se enroscó en su cuello.

- No tanto como la prima Rina - Sonrió y se estiró para poder contemplar a la beba.

Nami contempló la escena algo sorprendida. En cuestión de tiempo, todos habían logrado conformar una familia. Una muy unida. Los dos hermanos mayores ya tenían hijos, y el menor estaba prometido. No faltaría mucho hasta que el menor cayera con un hijo a la casa. Pero ella... Ella quedaría para siempre como la tía solterona. Sintió cierto pánico al pensar eso. Edward y Anne llamandola por ese nombre... Le entregó el bebé a su madre cuando Rina comenzó a gimotear y corrió hasta la cocina.

El extraño pánico que no había sentido en tiempo volvió a su cuerpo. ¿Acaso iba a quedar sola por siempre? Tomó los sándwiches que su hermana había preparado esa mañana y comenzó a ponerlos en un plato para llevarlo a la mesa. La mano le temblaba con fuerza.

Maldición, debía calmarse. Tenía que tranquilizarse. Respiró profundamente.

- ¿Nami? ¿Estás bien? - Su hermana la contemplaba fijamente.

- Si... - No - Yo solo... - Se apoyó contra la mesa - No es nada, estoy bien -

- ¿Estás segura? - Preguntó Nojiko mientras se acercaba y la abrazaba por la espalda.

- Si, yo solo... -

- ¿Necesitan que las ayude con algo? - Koala ingresó en la cocina con una sonrisa - Me he liberado del pequeño demonio - Al notar aquella escena, su rostro se tornó serio - ¿Ha sucedido algo? -

- No - La pelinaranja se enderezó y volvió a tomar los sándwiches para acomodarlos.

- Ese pequeño demonio te ha traído la mayor felicidad en la vida - Su hermana guiñó un ojo y se acercó al horno para distraer la atención - Necesitamos ayuda con la pizza -

Terminó de acomodar la comida y tomó el plato con fuerza. Sus manos todavía estaban inestables, pero se aseguro de que llegaran sanos y salvo a la mesa. Los apoyó y volvió a ingresar a la cocina. Escuchó que el microondas estaba sonando, y se acercó para quitar el queso de allí. Apretó el botón para abrirlo y cuando tomó el pote de queso caliente entre sus manos, sintió que el timbre volvía a sonar.

- ¡Tio Luffy! -

El corazón le dio un vuelco y sintió como el pote de queso se resbalaba de sus manos y se partía en mil pedazos contra el suelo.


Hasta aquí hemos llegado por hoy. Espero que les haya gustado y estoy ansiosa por leer sus comentarios, opiniones y críticas. Respecto al fic que mencioné en el último capitulo de Lovers, el fic de Roger y Rouge, estará subido dentro de poco. Les avisaré aquí cuando ya esté disponible el primer capitulo.

¡Nos leemos pronto!