Autor Original: A. Zap

ID: 3765989

Notas de la traductora:

¡Aloha~!

Así que, sin más dilación, ¡que lo disfrutéis~!

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Capitulo 20 – Something

Desde la primera vez que Alfred le vio, algo le había atraído a Arthur. Ni siquiera sabía qué era ese algo, pero fuese lo que fuese, siempre había estado ahí y Alfred habría sido atraído hacia el inglés.

Era una de las muchas razones por las que había elegido a Arthur en vez de Francis. Por supuesto, otra razón era que, por aquel entonces, había querido ayudar a la gente y ser un héroe. Y quién podía resistirse a una adorable damisela en apuros. Aunque Alfred sabía que si Arthur le escuchaba siquiera referirse a él de ese modo, estaría durmiendo en el sofá cada vez que viniese durante al menos un mes. O peor, Arthur practicaría su magia con él.

No le había llevado mucho tiempo a Alfred darse cuenta de que amaba al británico de un modo no fraternal. Esa era una de las razones por las que quería crecer tan rápido. Quería amar y proteger a Arthur. Por desgracia, hacer eso habría roto el corazón de Arthur y el amor puramente platónico con el que Arthur le miraba cuando estaba cerca de él. Por otra parte, si algo estaba roto, al menos podía arreglarse.

Durante la Revolución y, más tarde, la Guerra de 1812, ese algo especial por Arthur todavía le revoloteaba como una polilla a una llama. A pesar de que en la guerra de después, Arthur dejó muy claro que, al menos entonces, no había nada entre ellos.

Nada se dijo del rechazo y la negación que quemaba el corazón de cualquiera y lo destrozaba en pedazos.

Si, algunas veces eso todavía le dolía a Alfred. Claro, sus tropas (las cuales habían desobedecido sus órdenes) quemaron Nueva York, pero ese no era el corazón de Matthew. Y Matthew y Alfred realmente eran hermanos, así que todo lo de York no fue tan mala como parecía.

El peor daño vino durante la Guerra Civil y Arthur poniéndose de lado de los bastardos Confederados que estaba intentando tomar el lugar de Alfred como América. Entonces, una vez más, la mayor parte de la gente no se dio cuenta de que había habido una personificación para la Confederación, incluyendo a Arthur. Solamente Alfred, Matthew, Francis y, sorprendentemente, Ivan lo había sabido. Sin embargo, incluso entonces, Alfred amaba a Arthur.

Cuando Alfred finalmente había sido capaz de reunirse con Arthur de nuevo durante las Guerras Mundiales, todas las heridas anteriores y dolores se olvidaron porque finalmente podía hacer lo que había decidido el día que tomó la mano de Arthur por primera vez: proteger a la persona que amaba. Era el héroe que se lanzaría en picado y le salvaría sin importar qué. Incluso cuando sus líderes estaban siendo estúpidos y retrasaban el entrar a una guerra en la que obviamente estarían implicados gradualmente, Alfred se coló entre las tropas de Matthew para ayudar cuando pudiese.

Después de las guerras, Arthur y él siguieron mejorando su relación y ahora Alfred estaba finalmente con el hombre que había esperado tanto tiempo. Esa aura especial de Arthur todavía era tan fuerte como antes, y ahora Alfred podía hundirse en ella.

Algunas veces, cada vez que Arthur y él tenían unas de sus grandes peleas que resultarían en Alfred comportándose como un adolescente con el corazón roto (lo cual solamente admitía libremente ante Matthew), su hermano le preguntaría porque amaba a ese tsundere británico. Alfred siempre replicaba preguntándole porqué amaba al francés pervertido.

Después de todo, ¿cómo podía explicar por qué le amaba? Alfred conocía a Arthur mejor que nadie a excepción, quizás, de Francis. Conocía sus fallos al igual que sus mejores cualidades, y de algún modo todo eso junto le hacía amar al británico más. Había algo en él…

Era como al canción de los Beatles, Something. Las personas aman a otros, y necesariamente no hay un ritmo o razón para ello, pero hay algo que hace que las personas se enamoren las unas de las otras.

Alfred salió de sus pensamientos y, con una pequeña sonrisa, bajó la mirada hacia el pequeño anillo dentro de una caja en su mano. Como en la canción, Alfred amaba a Arthur y había algo en él que hacía que no quisiese que se fuera jamás.

Así que Alfred decidió que se aseguraría de que Arthur nunca le dejase mientras guardaba la caja y dejaba fuera la joya.