Autor Original: mar-map

ID: 2410090

Notas de la traductora:

¡Aloha~!

Así que, sin más dilación, ¡que lo disfrutéis~!

Nota de la autora: Hay algunas referencias a la novela, pero no grandes spoilers.

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Capitulo 10: El Regreso

Alfred estaba agotado. En realidad no había modo de endulzar ese hecho. Habían pasado meses desde que había viajado tanto tiempo a caballo. Su espalda protestando y el dolor de músculos era suficiente para confirmar que necesitaba volver a la rutina cuando regresase al castillo. Estaba feliz de tener un pequeño convoy con él así que no había muchos caballeros que fuesen a darse cuenta del cansancio de su rey. Sobre todo al entrar a territorio enemigo.

El camino hasta ahora había transcurrido sin incidentes. El grupo no había parado desde que habían partido antes del amanecer para que la gente no supiese que su rey estaba ausente. El rey se preguntaba distraídamente lo que Arthur estaba haciendo. Conociendo a la Reina, seguramente habría estado ya preocupado durante horas por el bienestar de Alfred. Habría estado dando vueltas frente a la ventana de su habitación en vano. Alfred estaba bien, y ni siquiera habían llegado a la frontera aún.

Alfred sabía que seguramente tenía una sonrisa boba en los labios mientras pensaba en su Reina esperándole. Ninguno de los caballeros comentó algo si se habían dado cuenta. Permanecían tranquilos y reservados. Sin necesidad de molestar al Rey por el amor que sentía por su Reina. Era bastante raro el encontrar el amor en los cuatro reinos, y era incluso más difícil cuando uno se arrojaba en mitad de la vida de la corta sin un entrenamiento formal.

La maleza al lado de la carretera principal crujía, y el caballo de Alfred comenzó enervarse al poco por el sonido. Aunque pronto desapareció y Alfred fácilmente le calmó. Con nada de qué preocuparse, le arrulló suavemente, acariciando con una mano la crin del caballo. El caballo castaño resopló pero no estaba calmado.

"¡Señor!" llamó uno de los caballeros. Alfred escuchó el choque de metal con metal pero realmente fue demasiado tarde para él. Alguien había saltado desde los arbustos junto a la carretera antes de que Alfred se diese siquiera cuenta de lo que estaba ocurriendo y se sujetó a las rindas de su caballo con sus manos. El caballo, sorprendido, se encabritó, casi mandó a Alfred al suelo. Se las arregló para sujetarse – aunque por los pelos- su atacante hizo lo mismo al caballo para que dejase de brincar.

Alfred estaba listo con un gruñido, sacando su propia espada. Se quedó quieto de su ataque hacia abajo en un momento aunque no demasiado pronto. Una mujer estaba colgada de su caballo con fuerza. Su rostro se veía bastante angustiado y temblaba, extendiendo una mano para protegerse de su ataque como si pudiese desviar la hoja de la espada. Era una campesina, eso estaba suficiente claro. Sus ropas estaban sucias y rotas. Realmente no podía ser mucho mayor que Alfred.

Los caballeros la habían rodeado para este momento. No tuvieron reparos en apuntarla con sus armas amenazadoramente. Se cubrió de ellos también. Parecía tomar a Alfred mientras se acercaban amenazadoramente, acercándose más al caballo del Rey como si buscase su ayuda contra los caballeros.

"¡Señor, por favor!" rogó.

"Bajadlas" ordenó Alfred a sus caballeros con suavidad. Realmente no había razón para gritar. Solamente sería asustar aún más a la pobre mujer. Claramente le había supuesto todo su coraje el venir a la carretera y ante el Rey. No estaba seguro si mantenía las riendas de su caballo sujetas por el coraje o el miedo a dejarle ir ahora.

De mala gana, los dos caballeros hicieron lo que les dijeron. Bajaron sus armas.

Alfred colocó suavemente una de sus manos sobre su cabeza "¿Qué estás haciendo?" le preguntó suavemente "Podrías haber salido herida" de hecho, era bastante sorprendente que no le hubiese pasado cuando su caballo había decidido encabritarse. Era lo suficiente resistente para haberse mantenido en pie en donde la mayor parte de la gente habría caído.

"Señor, el castillo" tartamudeó nerviosamente "¡el castillo está bajo ataque!"

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Alfred nunca había montado con tanta intensidad en su vida. Ni cuando escuchó que su hermano había intentado huir o cuando había estado compitiendo con el arrogante de Máximo de su pueblo, o cuando había escuchado que se convertiría en el Rey y había intentado huir. Cuando escuchó que su casa estaba bajo ataque, por su propia gente ni más ni menos, montó más rápido de lo que había pensado posible.

Los caballeros se mantuvieron cerca, igual de horrorizados por las noticias que su Rey. Habían dejado a la útil campesina atrás para que volviese a su pueblo. Al parecer, había solo unos cuantos que se oponían a atacar el castillo ya que había personas que liderasen el ataque. Alfred podía escuchar la cálida respiración de los caballos de los caballeros a su lado mientras avanzaban.

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Brillante, simplemente brillante. Arthur había dejado de lado a sus caballeros y a Francis por un momento, y había lograr ser capturado. Sus atacantes habían salido de la nada. Le habían dejado inconsciente antes de que tuviese siquiera la oportunidad de defenderse. Cobardes.

Ahora le dolía un montón la cabeza.

Para empeorar las cosas, estaba encadenado en el interior de una de sus propias mazmorras. No era un lugar que a Arthur le gustase frecuentar, pero las conocía lo suficientemente bien para reconocer para reconocer las frías y descompuestas paredes. S movió y el grillete en el tobillo daba contra el suelo de piedra. Su armadura había desaparecido, seguramente se la robaron cuando había sido capturado. ¿No estaba siendo un día maravilloso?

Arthur no se molestó en gritar. Estaba seguro de que había campesinos vigilándole por algún lado cerca, y será mejor si no supiesen que estaba despierto ya. Nadie más sería capaz de escuchar sus gritos incluso si lo intentaba. Había una razón por la que las mazmorras estaban situadas donde estaban.

¿Cómo habían entrado los campesinos en la ciudad? Todo el mundo, menos los caballeros, habían sido evacuados de la ciudadela. ¿Habían pasado a través de alguna muralla de la ciudad?

"Ya veo que la Reina está despierta"

Rory.

Por supuesto.

Arthur maldijo la tendencia de Alfred de confiar en todos los que conocía.

"¿Qué vas a hacer conmigo?" dijo Arthur entre dientes. No admitiría que había un ligero sentimiento de miedo empezando a formarse en él también. Estaba completamente indefenso y a merced de un campesino que odiaba la monarquía.

Rory se acercó a los barrotes de la celda de Arthur hasta que estuvo inclinado contra esta y mirando a la Reina intensamente. Arthur tuvo un impulso más fuerte de lanzarse hacia él, pero sabía que con el grillete en el tobillo nunca iba a ser capaz de llegar muy lejos. Rory no sonrió.

"Ahora mismo, nada. Dejaré que te cuezas aquí durante un tiempo. Además, no es a ti a quién quiero, es a Alfred. Tú eres solo el cebo" Arthur se sintió enfermo. Iba a tomar la ciudadela y esperar al regreso de Alfred. Entonces usaría a Arthur como rehén para que Alfred estuviese de acuerdo con sus términos.

"¿Qué te ayudará a lograr el capturar al Rey?" escupió Arthur, tratando con desesperación el esconder su creciente miedo. ¿Qué haría Alfred cuando encarase la vida o la muerte de su Reina? Arthur no quería morir, pero también sabía que el reino siempre era lo primero.

"¿Realmente necesitas preguntar?" se rio un poco Rory "Estamos cansados de que los Reyes y Reinas piensen que pueden hacer lo que quieran. No queremos que alguien controle nuestras vidas mientras se sientan todo formales y cómodos en sus castillos. ¿No recuerdas la primera vez que vine aquí? Me habrías enviado a casa a morir en vez de enviar a unos pocos caballeros que ayudasen. ¡Ibas a dejar morir a tu propia gente!" la voz de Rory se había alzado lentamente hasta que estuvo gritando. Su voz rebotó en las paredes de piedra y quedó suspendida en el aire "Con todos vosotros muertos y Alfred bajo nuestro control, seremos capaces de cambiar todo el sistema. ¿Realmente crees que Alfred fue elegido rey por accidente?"

"¿Dirigiste la decisión?"

"No yo personalmente. Eso fue por otras personas. Te sorprendería lo que puede lograrse con unas pocas amenazas y tomando rehenes" una conmoción vino de las escaleras antes de que cuatro hombres apareciesen. Tres de ellos estaban arrastrando a otro junto a él. Arthur se sintió decaer solo un poco más cuando reconoció el lío de pelo rubio en el centro.

Habían cogido a Francis también.

"Por aquí" ordenó Rory, claramente el encargado. Sacó una llave maestra de su cinturón y abrió la puerta de la celda, un poco más debajo de la de Arthur. Aunque no pudiese ver nada, la Reina podía escuchar el sonido de las cadenas mientras Francis se ponía en la misma posición en la que estaba Arthur "Gracias por traer al Rey de Diamantes. Lo has hecho más fácil para nosotros" continuó Rory cuando apareció otra vez a la vista.

Arthur frunció el ceño "¿Y qué? ¿Estás trabajando con Tréboles para intentar tomar todos los reinos? ¿Qué te prometieron? ¿Eh? Puedo asegurarte que no cumplirán con lo que sea que te prometieron" aunque Arthur nunca podría estar seguro de eso. Siempre se había asegurado de no hacer tratos con el Reino de Tréboles.

Rory se rio "No estamos trabajando por o con Tréboles" respondió "Simplemente fueron los primeros en caer ante nuestros poderes. Después Corazones y Diamantes. Tan pronto como Alfred llegue aquí, tendré a Espadas también. El set al completo"

"¿Qué? ¿Vas a convertirte en el señor de todos los reinos? ¿Cómo es que todo eso es diferente de lo que hemos hecho hasta ahora, a excepción de que solamente habrá un loco dictador en vez de cuatro Reyes nombrados?" Arthur se sintió enfermo. Todo eso había estado ocurriendo durante meses. Todo había sido una especie de engaño enorme. El nombramiento de Alfred, los ataques por la frontera, Francis buscando salvación de Tréboles. ¿Incluso su nombramiento como la Reina fue real o había sido planeado así?

"Detalles" dijo Rory con un aburrido movimiento de muñeca "Será discutido después de que ganemos"

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Alfred quitó la mano que se sentía pesada sobre su hombro. Observó cómo ocurría lo mismo con los caballeros, pero se negaban a dejar su lado aunque les ordenase quedarse atrás. Ahora el grupo estaba siendo llevado hacia su propia ciudadela como si fuesen prisioneros. Alfred no reconoció las caras, pero los hombres liderándoles estaban equipados con espadas y armaduras.

Algunos de ellos llevaban abrigos de los otros tres reinos.

Fueron llevados hacia la sala del trono. Alfred iba a estar furioso si descubría a otro hombre sentado en su trono. No es que fuese realmente un asunto de importancia en ese momento. Lo que realmente importaba era la seguridad de su reino, la seguridad de su gente, la seguridad de su Reina.

Las puertas fueron cerradas con su habitual ruido sordo detrás del grupo. Los caballeros que normalmente estaban apostados en la puerta habían sido reemplazados con quien quiera que fuesen estos hombres que invadían su castillo. Desde su entrada por las puertas de la ciudad, Alfred todavía no había visto a ninguno de sus propios hombres que no lo habían acompañado. Alfred miró por la habitación.

"Hola, Alfred. ¿Cómo fue tu viaje?" Alfred hizo una mueca cuando reconoció la voz de Rory. Solo unos momentos después, Rory salió del fondo de la habitación. Alfred sabía que había una puerta para sirvientes localizada en la parte trasera de la habitación. Esto llevaba a una serie de pasillos que dirigían al resto del castillo. Era un corredor para sirvientes, usado específicamente por el personal del castillo o en tiempos de problemas.

"Rory" saludó Alfred con frialdad.

Sintió su corazón caer. Habían sido amigos una vez, pero en el momento en que Alfred había escuchado su voz, supo que había sido traicionado. Solamente había sido el rey durante unos pocos meses. ¿Qué podría haber hecho para hacer que se enfadasen tanto? Sabía que hubo comentarios sobre una revolución hace tiempo, antes de que se convirtiese en Rey, pero después de haber sido nombrado, había asumido que se habían quedado en el olvido.

Al parecer, había estado equivocado.

"¿Qué queréis de mí, Rory?" preguntó Alfred. Podía escuchar cuán cansada sonaba su voz cuando preguntó "Somos amigos, ¿no? ¿Por qué estás haciendo todo esto?"

Rory se burló mientras se acercaba. A Alfred no le gustaba el modo en que su otra mano se paseaba por el trono mientras caminaba "¿Por qué estoy haciendo esto?" resopló "¿Recuerdas lo que es vivir fuera del castillo, Alfred, o lo has olvidado? Bueno, déjame recordártelo" Rory se acercó más y con un movimiento brusco, mandó a Alfred al suelo. Los caballeros se lanzaron inmediatamente en su ayuda, pero fueron apartados por algunos de los propios guerreros de Rory.

"Parad" les ordenó Alfred. No quería ver a nadie más herido. En lugar de ello, se dejó arrodillar. Sintió la presión de los brazos contra sus hombros para mantenerle abajo.

"Es horrible" continuó Rory. Se alejó de Alfred, de espaldas, frente a los tronos "Nunca hay garantía de que será suficiente dinero para pasar la temporada. Nunca hay garantía de que los cultivos vayan bien. Si no, entonces espera a no pasar hambre. Siempre está ese miedo de que serás atacado por alguno de los otros reinos porque estás viviendo a lo largo de la frontera. Ni siquiera pienses en que la monarquía en la ciudadela vaya a ayudarte" gruñó Rory. Se dio la vuelta bruscamente; girando de manera dramática sobre sus talones "No les importa"

Alfred negó con la cabeza "Pero me importa" dijo suavemente.

Rory resopló "Cierto. Es por eso que estás todo cariñoso con alguien de sangre real"

Alfred se tensó "En general, 'ser cariñoso' con la Reina es algo que un Rey hace, sí" respondió de todos modos "No hace que me importe menos, Rory" ante esas palabras, los pies de Rory lo llevaron directamente frente a Alfred. El otro hombre le golpeó con fuerza. Alfred rodó la cabeza con el golpe, negándose a estremecerse ante el agudo dolor. Escuchó una pequeña refriega mientras sus caballeros intentaban liberarse, antes de ser detenidos de nuevo.

"¡Señor!" lo llamó uno de ellos.

"Estoy bien" les aseguró Alfred.

"Muy bien, Alfred" continuó Rory después de enderezar su armadura "aquí está el trato. Ríndete y no mataremos a tu Reina" todo lo que Rory tenía que hacer era chasquear los dedos y dos hombres vinieron desde la puerta trasera, arrastrando a Arthur. La Reina estaba llevando su armadura, pero estaba torcida. Su boca estaba tapada, siendo tirado frente a Alfred.

"¡Artie!" gritó Alfred. Nunca había visto a Arthur de esa forma. Claro, su pelo siempre estaba revuelto y desordenado, pero siempre estaba limpio. Alfred podía ver restos de suciedad en el rostro de Arthur así como en sus ropas "Artie, ¿estás bien?"

Arthur asintió. Alfred podía sentir la preocupación aferrándose a él, pero se calmó un poco de algún modo cuando Arthur recuperó el equilibrio para colocarse por su cuenta de rodillas. Entonces fue capaz de mirar a Alfred. Sus ojos esmeraldas estaban brillando con desafío a pesar de su situación. Alfred dejó salir el aire que no se había dado cuenta de que había estado aguantando con esa mirada, y casi sintió una sonrisa empezar a formarse en sus labios.

"¿Ves? Tu Reina está bien, Alfred" dijo Rory. Alfred dirigió su mirada al otro hombre, y pudo ver la cabeza de Arthur girarse en esa misma dirección. Alfred prácticamente podía sentir el disgusto que sentía Arthur "Por ahora, al menos" gruñó Alfred cuando uno de los hombre que había traído a Arthur le dio una patada a sus manos y piernas "Vas a entregar tu corona, tu reino" continuó Rory "Vas a morir, Alfred, y a cambio, liberaré a tu Reina"

"¡Señor, no puedes!" gritó uno de los caballeros. Hubo un gruñido de dolor cuando fue golpeado con la empuñadura de una espada de uno de sus captores. Alfred simplemente alzó la mirada a Rory con una mezcla de entendimiento y horror. La verdad es que casi lo había esperado pero, aun así, le pilló con la guardia baja el escucharlo.

Ya sabía su respuesta.

No es que tuviese tiempo de responder.

Antes de que pudiese, Arthur se desintegró, tal cual, estaba allí en un momento y al siguiente parecía haberse evaporado, su lugar en el suelo desocupado. Rory y todos los demás en la sala estaba mirando al punto también. Rory lo observó durante unos instantes antes de que la expresión cambiase a una de enfado "¡Qué ha pasado!" gritó "¡Qué cojones acaba de pasar! ¡Encontradle! ¡Encontradle!"