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Capítulo 41
Asshai 297 AC
La oscuridad se extendía por toda la ciudad de Asshai, uno de los lugares más enigmáticos del mundo conocido. El muelle era enorme, algo que contrastaba con la vasta y vacía ciudad. Estaba completamente oscura, cubierta por las enormes montañas que la rodeaban, las temidas Tierras Sombrías.
El puerto estaba más concurrido de lo que Jon y sus amigos habían anticipado. Observaban cómo otras naves llenaban sus bodegas con cofres repletos de oro y piedras preciosas. La fila de esclavos que cargaban los cofres parecía interminable, recordando a las procesiones que a veces hacían los feligreses de la Fe de los Siete en Westeros.
"Vaya, esas sí son fortunas." dijo Grenn en voz baja, aunque el asombro era evidente en su tono.
"Sí, ¿cuánto dinero crees que hay en ese barco?" preguntó Pyp, también mirando embelesado cómo los esclavos cargaban el tesoro.
"Ni idea, pero con esa cantidad podríamos retirarnos y vivir cómodamente el resto de nuestras vidas." comentó Sam, con los ojos fijos en el desfile de riquezas.
Casi toda la tripulación del «StarWolf» observaba con admiración cómo las otras naves se llenaban de oro, esperando que pronto les sucediera lo mismo. Esa esperanza nacía del hecho de que, en ese preciso momento, Jon y Daenerys estaban en el muelle negociando la venta del ochenta por ciento de los suministros de la nave. Aunque parecía poco, la cantidad era considerable. Jon había llenado la mitad de los cofres con alimentos, desde carnes saladas hasta verduras y frutas. En Asshai, la comida era más valiosa que el oro.
Los tripulantes dejaron de observar las otras naves cuando escucharon pasos acercándose. Al girar, vieron a Jon y Daenerys, ambos con una gran sonrisa en sus rostros. Aquellas sonrisas provocaron que el resto de la tripulación también sonriera, sabiendo lo que significaba. Sin pensarlo dos veces, todos comenzaron a moverse. Los tripulantes, incluidos Jon y Daenerys, descendieron por la escalinata hasta la bodega del barco, sacando cofres de tamaño regular. Aquellos cofres estaban llenos de comida, que sería intercambiada por joyas, oro y otros bienes exóticos.
Los hombres del grupo cargaban las pesadas cajas con relativa facilidad, gracias a las ropas encantadas que Jon les había proporcionado. Esta había sido una decisión que él tomó tiempo atrás, asegurándose de que todos supieran que sus prendas valían una fortuna si alguien descubriera sus capacidades. Los encantamientos eran simples: uno para aumentar la carga que podían soportar, otro para reforzar la vitalidad y estamina, y, finalmente, un encantamiento más complejo: el de ocultación de magia.
Este último encantamiento había sido un desafío para Jon, ya que tuvo que crear varios, sin saber exactamente qué tan poderosos debían ser. Por eso los colocó en anillos, collares y aretes, que podían llevar más cantidad de encantamientos que la ropa común. Además, el barco estaba equipado con más de cincuenta objetos encantados para ocultar la magia, una medida preventiva tras su experiencia en Qarth.
"Y ese es el último." dijo Jon mientras bajaba con cuidado el último de los cofres llenos de mercancía.
El comprador, un acaudalado hombre de Asshai, estaba vestido con ropas negras, y su rostro permanecía oculto tras una máscara de ébano lacada en esmalte rojo, tan brillante como la sangre fresca.
"Sí, puedo verlo." respondió el hombre en alto valyrio, observando la gran cantidad de comida que había traído el «StarWolf». Se llevó una mano al mentón y miró a Jon, para luego dirigir la vista hacia el barco. "Aún no logro entender cómo tanta mercancía cabe en una nave tan pequeña."
Jon sonrió ante sus palabras, encontrando divertida la situación. No obstante, sabía que debía ser cauteloso, pues aquel hombre podría estar sospechando que el barco era mágico.
"La verdad es que ha sido pura suerte, mi buen señor." respondió Jon con cortesía, tratando de ganarse la simpatía del enmascarado.
"¿Es así?" preguntó el hombre con un tono de incredulidad.
"Así es... aprovechamos cada rincón del barco, llenándolo hasta el límite. Por eso no permitimos que sus sirvientes entraran a sacar la mercancía; un mal paso podría haber causado un accidente, y eso no es algo que desee, ¿verdad?"
La voz de Jon era suave y persuasiva, buscando calmar cualquier duda en el comprador. Para su alivio, el enmascarado asintió.
"Entonces, procederemos con el pago de la mercancía." dijo el hombre, en tono neutral, sin aparentar preocupación por la suma que debía desembolsar. Sabía que lo que Jon había traído era más que excelente. Las frutas, verduras, todo estaba fresco, algo difícil de encontrar en Asshai. "El pago acordado es de dos cofres de oro, joyas y bienes exóticos por cada cofre de comida. En total, me has traído unos cien cofres de alimentos y especias, así que te pagaré doscientos cofres."
"Sí, ese fue el trato." confirmó Jon con calma.
"No hay problema, entonces. Mis sirvientes traerán los cofres mientras otros transportan la mercancía a mi mansión." añadió el enmascarado antes de hacer un gesto con la mano. Un hombre dothraki, que lo acompañaba, se acercó, recibió instrucciones y se marchó.
Al cabo de un rato, Jon vio cómo una caravana de varios carros llegó, todos cargados con cofres. Los cofres fueron descargados cerca de Jon y sus compañeros.
"Estos son los pagos por su mercancía." anunció el enmascarado con indiferencia, como si fuera un día cualquiera para él.
Jon y los demás se acercaron a los cofres y abrieron algunos al azar. Sus ojos se abrieron de par en par al ver el oro rebosante en su interior, más de lo que jamás habían visto.
Confirmando que el pago era justo, comenzaron a cargar los cofres con sus ganancias en el barco, silbando una alegre melodía mientras lo hacían.
El sonido de las olas chocando con los muelles resonaba suavemente, creando un ambiente de calma que añadía una capa más de misterio a la ciudad.
Dentro del «StarWolf», Jon y sus amigos se encontraban celebrando. Los tripulantes estaban alegres, pues la cantidad de oro que habían obtenido era inmensa. Cada uno de ellos recibiría unos treinta y tres cofres llenos de oro, joyas y otros bienes exóticos, los cuales podrían vender por más riquezas... Así que, sí, este viaje los había vuelto obscenamente ricos, tanto que no tendrían que preocuparse por nada el resto de sus vidas.
"¡Haaaa!" gritó Pyp, alzando su copa de vino Albor Gold con emoción. No era un vino cualquiera, sino de una reserva especial, más caro y delicioso que el habitual. "¡Esto es perfecto!"
"Así es." Edd sonreía, dejando de lado su habitual pesimismo. Esta vez estaba alegre, pues ahora tenía suficiente dinero como para vivir cómodamente. "Es un día para celebrar."
"Je, concuerdo contigo, mi buen amigo." Añadió Grenn, sonriendo de oreja a oreja, aún sorprendido de la cantidad de riqueza que jamás pensó que tendría.
Como ellos, el resto de la tripulación también estaba feliz, aunque controlaban mejor su euforia que Grenn, y sobre todo que Pyp, quien parecía a punto de subirse a la mesa y bailar de alegría.
"Con todo este oro, podremos vivir tranquilos en cualquier lugar del mundo conocido." Dijo Sam con una sonrisa. En su mente, ya se imaginaba una vida pacífica en algún rincón de Essos, en una casa rodeada de libros y la tranquilidad que nunca tuvo en su hogar natal.
"Así es." Añadió Daenerys, aunque su sonrisa era algo tímida. No sabía exactamente qué hacer con tanta riqueza. Podría contratar varias compañías mercenarias con lo que tenía ahora, pero eso la llevó a una nueva pregunta: ¿por qué lo haría? Si bien era una Targaryen, no sentía el mismo deseo de reclamar Westeros como lo hizo en el pasado. No porque no deseara recuperar lo que su familia perdió, sino porque no estaba segura de cómo sería recibida por Westeros.
La antigua Daenerys, la que desconocía la verdad sobre su padre y sus actos, habría usado ese dinero sin pensarlo dos veces, pero... ya no era la misma persona que llegó a Pentos en aquel fatídico día. Ahora sabía cosas que antes no entendía, y era más consciente del mundo que la rodeaba. ¿Qué debía hacer ahora?
En medio de aquellos pensamientos, una imagen invadió su mente. La transportó a días más simples, antes de conocer la magia y los peligros de Valyria. Poco a poco, sus recuerdos olvidados emergieron, alterando su percepción de la realidad.
El aroma del mar cambió. Ya no olía como el mar de este lado del mundo, sino a algo más ligero, más familiar. Además, pudo percibir el delicado olor a limones. Mientras su nariz captaba ese perfume, su vista también se transformó. Ya no veía a sus amigos celebrando, sino una casa con una puerta roja.
'¿Qué es este lugar?' pensó Daenerys al observar el escenario, sintiendo que lo conocía, que había estado allí antes. Mirando la casa más de cerca, vio un limonero creciendo junto a la ventana de una habitación.
El recuerdo cobró sentido cuando comprendió dónde estaba: ese era el lugar donde creció de niña, el hogar de Ser Willem Darry, donde vivió con su hermano Viserys. Era el único lugar que podía llamar hogar. Lentamente, sin que se diera cuenta, una lágrima comenzó a rodar por su mejilla. Pero no tuvo mucho tiempo para disfrutar de la escena, pues sintió que alguien tocaba su hombro.
Sus pupilas se dilataron al regresar a la realidad. Parpadeando, notó que todos sus amigos la miraban con preocupación, incluido el lobo de Jon, que tenía la cabeza ladeada en señal de curiosidad.
"¿Q-q-qué sucede, chicos?" preguntó Daenerys, aún algo desorientada, solo para recibir otra pregunta como respuesta.
"Eso quisiéramos saber nosotros, Dany. Te congelaste y no respondiste cuando Jon propuso un brindis por la tripulación... ¿Estás bien?" preguntó Sam con visible inquietud.
"¿Eh...?" soltó Daenerys, dándose cuenta de que había estado ausente. Miró a todos con una sonrisa torpe, intentando tranquilizarlos. "Tranquilos, no pasa nada."
"Estás mintiendo, Dany." Habló Jon, llamando la atención de todos.
"¿Qué? ¿Por qué dices eso, Jon?" preguntó Daenerys, sorprendida.
"Estás llorando." Respondió Jon con voz suave, pero firme.
Daenerys parpadeó confundida y, antes de que pudiera contestar, sintió las lágrimas corriendo por sus mejillas. Lentamente llevó sus manos al rostro y tocó las lágrimas.
El llanto silencioso de Daenerys sorprendió a toda la tripulación, excepto a Jon. Ninguno sabía qué hacer, pero Jon, sin dudar, se acercó y, con un gesto delicado, limpió las lágrimas de sus mejillas.
El gesto de Jon sorprendió ligeramente a sus amigos, pero sabiamente decidieron no intervenir, comprendiendo que no sería prudente interrumpir el momento.
El rostro de la princesa Targaryen se sonrojó cuando sintió el toque de Jon. Era suave, algo que no habría esperado de alguien como él. Sin embargo, le reconfortó su gesto.
"¿Qué sucedió, Dany?" preguntó Jon, preocupado.
Al escuchar la pregunta, Daenerys sonrió tristemente y comenzó a relatar lo que había imaginado. Cada palabra que salía de su boca revelaba detalles de su infancia, y la tripulación pronto entendió que, en algún momento, ella había tenido un lugar al cual llamar hogar.
"Parece que has recordado el pasado... el lugar que llamabas hogar, ¿verdad?" preguntó Grenn, comprendiendo el sentimiento de Daenerys, pues él también solía soñar con regresar a las Tierras de los Ríos, comprar una granja y vivir allí... pero la persona con la que quería compartir su vida ya no estaba.
"Así es..." murmuró Daenerys, algo avergonzada por haber revelado sus emociones a sus compañeros.
"No deberías avergonzarte, Dany." Intervino Jon, captando la atención de todos. "Todos tenemos un lugar o un momento al que deseamos regresar, donde se encuentran nuestros mejores recuerdos. En mi caso, quisiera volver a los días más allá del Muro, a los tiempos en que entrenaba con mi maestro y todo era más sencillo."
Las palabras de Jon estaban cargadas de sentimiento, sorprendiendo a la tripulación, que nunca lo había oído hablar de esa manera.
"Sí, yo también lo tengo." Respondió Pyp, añadiendo que le gustaría volver a los días en que era un mimo, un tiempo más sencillo, sin la carga de buscar las piedras sello.
El resto de la tripulación también compartió recuerdos, desde Edd recordando a su familia hasta Sam rememorando sus días en la Ciudadela.
La sinceridad de la tripulación fortaleció su vínculo, haciéndolos sentir más unidos que nunca. Aunque el ambiente se volvió más reflexivo, aún conservaba un tono alegre.
Conforme avanzaba la noche, los ánimos mejoraron nuevamente, y la celebración continuó. Bebieron, comieron, rieron e incluso bailaron hasta el cansancio.
King's Landing 297 AC
El sonido de las miles de almas que vivían en King's Landing resonaba, mientras todos los pobladores se ocupaban en sus actividades diarias. Los mercaderes ofrecían sus mercancías, al igual que los herreros y el resto de los artesanos. En las zonas más peligrosas de la ciudad, los criminales hacían de las suyas, mientras que en algunas tabernas se desataban peleas. Todo ello contribuía a que fuese un día más en la gran capital de Westeros. Sin embargo, no todo era cotidiano en la capital, pues en el Red Keep estaba ocurriendo algo inusual.
En el estudio de la mano del rey, el rey discutía con su mano… por lo que se podía decir que era un día normal en la corte del Rey Robert, salvo que esta vez no era la mano quien estaba echándole broncas al rey, sino que era el rey quien le estaba lanzando reproches a su mano.
"¡¿Cómo es eso que irás al North y yo no puedo ir contigo, Jon?!" gritó Robert con ira mientras golpeaba el escritorio de su mano.
El golpe hizo que los papeles que estaban allí volaran, desordenándose un poco. Sin embargo, a pesar de ello, la mano del rey se mantenía firme, mirando a su antiguo pupilo.
"Así es, Robert, tengo que ir al North… es el momento de cerrar el acuerdo entre la Night's Watch y la Casa Stark." respondió con calma Jon Arryn, quien internamente suspiraba por el comportamiento de su antiguo pupilo.
"Eso lo sé, pero ¿por qué no puedo ir yo también?" preguntó Robert, aún con un tono de fastidio, aunque algo más calmado. "Yo también quiero ver a Ned."
Un suspiro escapó de los labios de Jon al oír cómo Robert se quejaba como un niño pequeño. Aun así, sabía lo que tenía que decirle a su pupilo.
"Sabes que King's Landing no puede quedarse sin la mano y sin el rey al mismo tiempo, Robert." dijo Jon Arryn, tratando de hacer que su rey comprendiera que no era prudente que la ciudad capital quedara sin las dos principales figuras de poder del reino.
"Bah, ¿qué importa eso? Puedo nombrar a un regente mientras no estamos." respondió Robert, desestimando el consejo de su mano. "Al final, soy el rey y mis órdenes son ley."
Otro suspiro salió de los labios de Jon Arryn al escuchar a su pupilo decir aquello. Se llevó una mano a la frente y negó con la cabeza, pues parecía que esta vez sería más difícil persuadir a su antiguo pupilo. Sin embargo, no perdió tiempo y comenzó a pensar en una manera de evitar que Robert lo acompañase al North. Para su fortuna, no tuvo que pensar mucho para llegar a una solución.
"Supongo que, debido a la jerarquía, y a que deseas ir solo conmigo, dejarás a Joffrey o a tu esposa como regentes temporales."
La mera mención de la idea de que Cersei Lannister, o incluso el príncipe heredero, Joffrey Baratheon, se quedaran como regentes hizo que el berrinche de Robert se detuviera de inmediato. El rey de Westeros dejó de mirar a Jon con ira y se quedó pensativo por unos segundos. Finalmente, ante la no sorpresa de Jon Arryn, Robert se levantó y habló con voz dura.
"No, ni aunque fueran la última opción… antes dejaría a mi caballo como regente que a cualquiera de esos dos." respondió Robert mientras hacía una mueca.
"Ves, si no confías en nadie más. No debes dejar la capital, al menos no hasta que yo regrese." comentó Jon Arryn, colocando la mejor sonrisa que podía para calmar a su expupilo.
Al ver la sonrisa de Jon, Robert suspiró largo y tendido. Luego miró por la ventana del solar de la mano. Vio el mar y se imaginó a sí mismo viajando a las tierras de Essos, a vivir entre tifulcas y golfas como un mercenario. Sin embargo, la sola idea de dejar a su hijo mayor como rey y que su "amada" esposa se quedara para susurrarle en el oído lo preocupaba enormemente.
"Haahh… realmente, ser rey no es como imaginaba…" soltó Robert con algo de tristeza en su voz.
"Sí, puedo imaginármelo, pero no había otra opción, Robert." dijo Jon con tristeza, mientras sus pensamientos se dirigían hacia el Eyrie… hacia los vientos que no olían a miseria y la tranquilidad de su hogar ancestral. Sin embargo, no decidió quedarse mucho tiempo en ese estado, pues tenía cosas que terminar de dejar claras antes de iniciar su viaje al castillo de su otro pupilo.
"¿Qué tanto tiempo te ausentarás en las tierras de Ned?" preguntó Robert, llevando su mano a una copa de vino, cuyo contenido se había derramado un poco debido al golpe que el rey le había dado previamente a la mesa.
"No lo sé. Puede que un mes como máximo. Lo que estamos por hacer no tiene muchos precedentes, pero no solo eso, es un momento completamente delicado. Cuando se haga, varios nobles saltarán exigiendo un pedazo de tierra para segundones o terceros hijos." respondió de manera realista Jon Arryn, quien intuyó lo que sucedería.
"¿Crees que se atreverían a levantar sus estandartes en rebelión?" preguntó Robert, con un tono de voz que contenía algo de anhelo. Esto se debía a que él no era un rey estadista, sino un guerrero, y todos estos años de paz le habían pasado factura… necesitaba algo de acción, golpear idiotas con su martillo de guerra, romper cráneos de otros guerreros.
"No lo creo. No serían tan estúpidos, pero sí habrá algunos gritos e insultos, pero nada más… para nuestra buena suerte."
Al oír aquella respuesta, Robert se desilusionó un poco, pero no lo suficiente como para que Jon pensara que Robert era un sanguinario. Pese a que quería algo de acción, no deseaba una guerra total.
"Supongo que ya tienes todo preparado, ¿verdad?" preguntó Robert con una sonrisa en el rostro, pues conocía a su viejo tutor.
"Sí." respondió también con una sonrisa Jon. El Lord de Vale había preparado el borrador del documento que sellaría la devolución del New Gift al North desde hacía un tiempo. La verdad es que había demorado debido a que quería tener pruebas sólidas de que podía hacer esto con tranquilidad.
'A pesar de que este documento debería ser revisado por el Gran Maestre, pues es el representante del Conclave en la corte Real, me temo que no puedo dejar que esto sea público aún… al menos no del todo. Por eso hice que mi maestre personal redactara el documento. Esto me ha permitido escribir personalmente los párrafos que conforman cada parte, centrándome en citar algunas acciones pasadas que le den más valor.' pensó Jon Arryn mientras miraba el vino que tenía en su mesa. Moviendo su mano, tomó la copa y bebió un trago.
"¿Te llevarás a tu familia contigo?" preguntó Robert, haciendo que Jon lo mirase.
Al oír la pregunta de Robert, Jon negó con la cabeza. Por mucho que quisiera que su hijo conociera a sus primos, el clima del norte podría no ser bueno para él, al menos no por el momento. Su hijo no estaba del todo bien de salud y era preferible que no se enfermara más, pues no podía permitir que su heredero muriese.
"No, Robert y Lysa se quedarán en King's Landing."
"Ummm… entiendo, supongo que se debe a la enfermedad de mi tocayo, ¿verdad?" preguntó Robert, casi sin tacto.
Al oír la forma en que su rey le preguntaba, Jon solo soltó un suspiro, ya que no podía hacer mucho, pues así era Robert. Aun así, le respondió.
"Sí, eso tiene mucho que ver. Aunque me temo que la misma Lysa también influyó."
"¿En serio? ¿No quiere ver a su hermana y a sus sobrinos?" preguntó Robert, confundido, pues no entendía por qué Lysa no deseaba ver a su familia.
"No, por alguna razón Lysa no quiere viajar a ver a Catelyn. Aunque supongo que es de esperarse." respondió Jon con algo de tristeza en su voz.
"¿Así?"
"Sí, supongo que no quiere ver cómo su hermana ha tenido una familia más numerosa que ella."
"Ummm… ya veo." respondió Robert a las palabras de su extutor. "¿Cómo harás el viaje? No creo que lo hagas por tierra, ¿verdad?"
"Oh, claro que no lo haré por tierra." respondió Jon con una sonrisa. "Mis huesos ya no están para viajes tan cansados como esos."
"Je, je, je." rió de manera divertida Robert, y luego miró con cariño al viejo Lord. "No pareces tan viejo, Jon. Estoy seguro de que aún tienes muchos años más por delante."
Al oír las palabras de su rey, Jon Arryn sonrió divertido. "Ojalá los dioses te oigan, Robert."
"Sé que lo harán." dijo el rey mientras se levantaba de la silla, que soltó un chirrido al ya no estar bajo tanta tensión. "Te dejo para que puedas terminar tus cosas para el viaje."
"Gracias, Robert. Fue bueno hablar contigo." respondió Jon, quien vio cómo su rey salía de su solar, acompañado por el Lord Commander de la Kingsguard, que lo seguía como una sombra tan pronto como salió.
Cuando la puerta se cerró, Jon soltó un suspiro, pues sabía que, cuando llegara al North, comenzaría una labor política muy agotadora. Por suerte, le había pedido a Ned que se encargara de ir sembrando la idea de que el New Gift sería devuelto, preparando a potenciales nuevos lores que permitieran el desarrollo de aquellas tierras lo más pronto posible.
"Espero que todo salga bien…" dijo en voz baja Jon, sonriendo, pues estaría fuera de esta ciudad un buen tiempo. Si bien era cierto que era el segundo hombre más poderoso del reino, la carga de ese poder era grande para sus viejos huesos, y él esperaba que respirar el aire del North, un aire limpio de estos olores desagradables le permitiera recobrar fuerzas para volver a este pozo de víboras y seguir limpiando los desastres de Robert para que el reino no se destruyera.
Asshai 297 AC
El cielo nocturno que cubría la Ciudad de la Sombra estaba desprovisto de estrellas y luna, dándole un aspecto aún más tenebroso a la ciudad. A diferencia de otras ciudades del mundo, aquí reinaba una calma inquietante en la oscuridad. Los únicos sonidos que podían escucharse provenían de algunas casas y de los muelles.
En el interior de la ciudad, se podía ver a una persona caminar sigilosamente. No lo hacía cuidando sus pasos; parecía que moverse de esa manera era algo natural para él. Llevaba una armadura de cuero, que no tenía correas de acero, sino que estaba remachada en las uniones, y donde no era posible remachar, las piezas estaban unidas por cordones de lana. Esta persona resultó ser Jon, quien estaba infiltrándose en la ciudad para investigar el paradero de la piedra sello que supuestamente debería estar aquí.
Jon había salido solo a explorar esta ciudad, mientras sus amigos hacían de coartada en los muelles, pues si sucedía algo, no podrían culpar a la tripulación del «StarWolf». Esto era necesario después del pequeño incidente que ocurrió en Yin, así que, queriendo evitar problemas, había planeado ser más cauteloso, ya que podría regresar a este puerto con algo más de mercadería, esta vez desde Lem.
Así que ahora mismo, el hijo bastardo de Eddard Stark estaba caminando por las calles de la ciudad, manteniendo un perfil lo más bajo posible, evitando usar alguna poción o hechizo que le ayudara a ser más sigiloso, debido a que no conocía las capacidades de los hechiceros y brujos de esta ciudad.
'Hasta ahora no he encontrado nada sobre la piedra sello.' pensó Jon con algo de impaciencia, deseando encontrar una pista pronto para poder planear qué hacer. 'Aunque no he encontrado nada de la piedra, sí me he topado con algunas escenas más que… ¿cuestionables? No, lo que hacen los brujos y los domadores de sombras en esta ciudad no es cuestionable, es aborrecible. Una cosa es hacer magia de sangre, pero llegar a la conjuración e invocación de seres como esos… no, esto está más allá de lo moralmente cuestionable.'
La razón de aquel pensamiento de Jon era simple: se había encontrado en algunas casas de domadores de sombras con personas convocando demonios para hacer pactos. Los seres que habían sido conjurados no tenían una forma física definida; para Jon, solo eran sombras amorfas… al menos la gran mayoría. En una de las casas, vio cómo una pareja de domadores de sombras, un hombre y una mujer, estaban copulando con un demonio cada uno… y eso fue una vista que casi le hace vomitar.
'Ya he recorrido la mitad de la ciudad, pero no me he…' Los pensamientos de Jon fueron interrumpidos cuando sintió un aire nauseabundo. No era el río que resplandecía con un enfermizo color verde a un lado del camino; no, aquella sensación era magia, pero no magia normal, sino magia de conjuración.
Sintiendo una corazonada, Jon comenzó a caminar hacia donde percibió esa presencia. Aceleró un poco el paso, pero sin llegar a llamar la atención. Así logró llegar al origen de aquella magia un poco más rápido de lo que lo hubiera hecho solo caminando.
El lugar donde se originaba esa magia era, ni más ni menos, que una enorme mansión en el área de más "prestigio" y dinero de la ciudad. La mansión se alzaba solitaria en medio de un paisaje desolado, pues todas las casas de esta zona estaban rodeadas por campos vacíos. La estructura presentaba una silueta oscura y amenazante, sobre todo gracias a sus altas torres y almenas, que en la oscuridad de la noche parecían dedos esqueléticos extendiéndose hacia el cielo, como si intentaran arañar las nubes. Las paredes de piedra, erosionadas por el tiempo, estaban cubiertas de musgo y líquenes, dando a la mansión un aspecto antiguo y abandonado. Las ventanas, altas y estrechas, estaban iluminadas tenuemente, lo que indicaba que había gente dentro.
Al darse cuenta de ello, Jon comenzó a caminar lentamente hasta llegar al portón de entrada. Este portón era de madera maciza y hierro forjado, ligeramente cubierto de herrumbre. Jon supo que emitiría un chirrido si lo abría, por lo que decidió dar un gran salto, logrando pasar por sobre los bajos muros que rodeaban todo el terreno de la mansión.
'Este lugar parece realmente abandonado.' pensó Jon al ver el patio de entrada. Estaba lleno de maleza y escombros, creando un ambiente aún más siniestro. Caminando con mucho cuidado, evitó las ramas que podrían hacer ruido en aquel silencio absoluto. Por ello, deseando evitar ser escuchado, Jon avanzó esquivando las ramas.
Su caminata fue complicada, pues no era fácil evitar tantos obstáculos, pero logró llegar al final, quedando bajo una de las ventanas. Allí, pudo oír una voz.
La voz era rasposa, baja y casi gutural. El dueño de la voz no hablaba en lengua común ni en Alto Valyrio, sino en Yitiense.
'¿Qué rayos hace un yitiense en este lugar? No es normal que los de ese…' Los pensamientos de Jon se desvanecieron cuando sintió cómo el aura del lugar se intensificaba, provocándole casi un vómito. Esa aura era extraña, pero el frío que emanaba no era como el de los lugares más helados que había experimentado, como las tierras más allá del Muro. 'Este frío no es normal… este frío es de ultratumba… eso quiere decir que—'
Nuevamente, los pensamientos de Jon fueron interrumpidos, esta vez porque se vio forzado a saltar hacia adelante, cayendo al suelo. Rápidamente se reincorporó. Al hacerlo, observó cómo un demonio, que era una sombra con algunos rasgos humanoides, se erguía frente a él. En las manos de aquella sombra había una espada larga, también hecha de sombras.
Al ver a ese ser incorpóreo, Jon rápidamente tomó a «Gandravar». Había decidido usar su espada, no una normal, porque estaba en una ciudad de magos y cualquier cosa aquí podría no ser cortada por armas mundanas.
Erguido, el último aprendiz del Dovahkiin miró a su enemigo, a aquellos agujeros vacíos que debían ser los ojos de la sombra. La sombra pareció observar a Jon por unos segundos, hasta que la puerta de la mansión se abrió, permitiéndole ver que, efectivamente, dentro de aquel lugar había yitieneses.
Jon los vio llegar y gritar algunas palabras que no entendía, pero supuso que era una orden de ataque, pues en ese momento la sombra movió su mano y, flotando a gran velocidad, se lanzó contra él.
Jon observó cómo la sombra se movía rápidamente, pero él podía seguirle el ritmo. Saltó a un lado y esquivó un corte diagonal descendente. Aquel corte fue rápido y preciso. La espada que blandía la sombra era increíblemente filosa, algo que Jon comprobó cuando el árbol que estaba a sus espaldas fue partido en dos sin dificultad.
'Esa espada debe atravesar armaduras mundanas como si fueran papel.' pensó Jon mientras giraba sobre sí mismo. Aprovechando la inercia del giro, lanzó un tajo descendente en diagonal contra la sombra.
La sombra percibió el ataque de Jon y, con gran velocidad, giró y movió su propia espada para interceptarlo. El sonido del choque entre metales resonó en el aire cuando las armas impactaron.
La fuerza del golpe de Jon superó a la de la sombra, forzándola a retroceder. Este hecho provocó jadeos de sorpresa entre los yitienses que observaban la escena. Al notar su reacción, Jon dedujo que esperaban que la espada de la sombra cortara su arma y lo matara de un solo golpe preciso. Sin embargo, matarlo no sería tan fácil.
Sonriendo bajo su capucha, Jon aprovechó el momento y tomó la iniciativa. El hijo bastardo de Ned Stark comenzó a lanzar una serie de golpes contra la sombra. Esto obligó al ser incorpóreo a mantenerse a la defensiva por unos instantes. Sin embargo, cuando encontró una oportunidad, la sombra empezó a contraatacar.
La batalla que se desarrollaba en el patio de la mansión era de tal calibre que los yitienses no se atrevían a interferir, temiendo morir en medio de los dos monstruos. El miedo comenzó a invadir sus corazones, haciendo que sus piernas temblaran como gelatina.
Jon rodó por el suelo para esquivar un ataque de la sombra, que dejó un profundo surco donde su espada había pasado. Cuando se reincorporó, rápidamente se acercó a la sombra, decidido a acabar con ella. Sin embargo, al intentar asestarle un golpe directo, la sombra se desmaterializó, trasladándose a otro lugar.
'Eso es nuevo…' pensó Jon, sorprendido. Era la primera vez que enfrentaba a un enemigo como este, capaz de desmaterializarse. 'Esto va a alargar la pelea…'
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó el crujido de una rama rompiéndose. Rápidamente giró y vio a uno de los yitienses lanzarse contra él, espada en mano.
Ese ataque sorpresa debería haberlo tomado desprevenido, pero para su fortuna, Jon había aprendido a no bajar la guardia por completo y a estar siempre atento a su entorno durante un combate. Moviéndose a un lado, logró esquivar el ataque, que pasó peligrosamente cerca de su cuerpo. Aunque aquello podía parecer un riesgo, para Jon fue una oportunidad. Aprovechó el movimiento y con rapidez sacó una daga de su cinturón.
En un ágil gesto, Jon levantó la daga y se la clavó al yitiense en la mandíbula, atravesando su cráneo desde abajo. La punta de la daga sobresalió por la parte superior, con ligeros rastros de sesos adheridos a ella. Aquella acción acabó con la vida del atacante, pero Jon sabía que no debía detenerse ahí. Con rapidez, retiró la daga y la lanzó hacia otro yitiense que estaba parado con la mano en el pomo de su espada.
La daga voló a gran velocidad, amenazando con impactar en el yitiense, pero antes de que eso ocurriera, la sombra se interpuso. Moviéndose velozmente, desvió la daga con un ágil movimiento de su espada.
La reacción de la sombra tomó a Jon por sorpresa, ya que no había actuado de esa forma con el otro yitiense. Al ver esto, la mente de Jon comenzó a calcular lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, no tuvo tiempo de reflexionar demasiado, ya que la sombra se lanzó contra él.
Viendo a su enemigo cargar, Jon no dudó. Apretó el agarre en su espada y corrió al encuentro de la sombra.
Ambos se encontraron en el centro de sus trayectorias y, al hacerlo, comenzaron a luchar nuevamente. A diferencia del primer enfrentamiento, esta vez la pelea parecía más equilibrada, con Jon y la sombra intercambiando golpes a una velocidad impresionante. Las espadas se movían tan rápido que parecían borrones en el aire. Sin embargo, el aparente equilibrio se rompió cuando, de repente, la sombra hizo un movimiento extraño con la mano.
A simple vista, aquel movimiento no parecía nada especial, pero Jon supo lo que significaba.
'¡Está usando magia!' pensó Jon con pánico y preocupación, pues era la primera vez que veía a un ser como ese emplear magia.
Ante los atónitos ojos del bastardo de Winterfell, la primera bola de fuego desde su entrenamiento con su maestro se dirigía hacia él a una velocidad que podría considerarse mortal para cualquiera.
La bola de fuego fue tan rápida que Jon se vio obligado a crear una barrera llamada Custodia, uno de los pocos hechizos de la Cuarta Era de Tamriel que podía usar. Aquella barrera detuvo el impacto, pero se debilitó, reduciéndose del tamaño de un escudo que cubría todo el frente de Jon a una pequeña rodela.
'Mierda, esa bola de fuego fue fuerte... es la primera vez que mi Custodia se debilita tanto, casi al punto de romperse.' pensó Jon, sorprendido. No tuvo tiempo de procesar mucho más, ya que vio cómo la sombra volvía a mover la mano.
La acción de la sombra lo hizo prepararse para otra bola de fuego, pero esta vez no salió una bola ígnea. En lugar de eso, la sombra estampó su mano contra el suelo. Esto confundió a Jon, pero la confusión se convirtió rápidamente en sorpresa y pánico cuando oyó el sonido de la tierra moviéndose. Sin siquiera mirar, Jon dio un salto hacia atrás, esquivando por poco la hoja de sombra que emergió del suelo, la cual desgarró parte de su bota.
Del suelo surgió una hoja de espada hecha de sombras, del tamaño de una pica ordinaria. Estaba completamente formada de oscuridad y era tan gruesa como tres hojas de mandoble juntas. El filo era increíblemente afilado; la rasgadura en la bota de Jon, apenas rozada por la hoja, era prueba fehaciente de su peligro.
Jon cayó con cierta brusquedad, pero logró no perder el equilibrio, lo que habría sido un error fatal. Al volver su atención a la sombra, debatió internamente si debía usar magia o no. La duda lo atormentaba, ya que si usaba magia, lo descubrirían, y eso atraería la atención de todos los brujos y demonios convocados en las cercanías. Sabía que si eso ocurría, se vería obligado a huir solo, ya que sus amigos serían cazados sin protección adecuada. Desafortunadamente, la sombra no le dio tiempo para decidir; rápidamente se lanzó contra él.
Al ver a la sombra cargar, Jon se irguió y corrió, esta vez con mayor velocidad. Por eso, al llegar, se detuvo y aprovechó la inercia para lanzar un potente tajo descendente. La sombra se cubrió colocando su espada en horizontal, pero la fuerza del ataque fue tal que la hoja descendió, dejándola vulnerable a una estocada directa. Aunque parecía una buena oportunidad, Jon no pudo aprovecharla, ya que la sombra movió su otra mano y creó una lanza de sombras que se extendió directamente hacia su rostro.
Al ver la lanza dirigirse hacia su cara, Jon no lo pensó dos veces y se apartó, pero no lo suficientemente rápido, lo que hizo que la lanza le cortara la mejilla izquierda. La sangre fluyó inicialmente como una lágrima, luego formó un fino hilo que goteaba al suelo.
A pesar de la herida menor, Jon no se detuvo. Soltó su espada y, usando la palma de su mano, la empujó hacia la sombra. La hoja se movió con gran velocidad, pero la sombra se volvió incorpórea antes de que la hoja la alcanzara.
Tras volverse intangible, la sombra se alejó de Jon, pero aquello resultó ser un error fatal, pues había estado protegiendo al yitiense. Jon no sabía exactamente por qué, pero intuía que era algo importante. Ahora tenía una oportunidad para matarlo. Rápidamente giró sobre sí mismo y, con un movimiento veloz, lanzó una patada al mango de su espada.
«Gandravar» salió disparada como un virote de ballesta, impactando en el cuerpo del yitiense. La espada se clavó profundamente en su pecho, dejando solo el mango y la guarda fuera. La hoja atravesó su corazón, destrozándolo y clavándolo contra la pared de la casa.
La sangre brotó a borbotones de la boca y la herida del yitiense, quien exhaló su último aliento en ese mismo instante. Al mismo tiempo, la sombra soltó un chillido agudo que obligó a Jon a taparse los oídos. Cuando el sonido cesó, Jon miró hacia donde antes estaba la sombra y se sorprendió al ver que no quedaba rastro de ella. En su lugar, solo había un charco oscuro y espeso.
Acercándose con cautela, Jon miró el charco y, tomando una ramita, lo removió. La rama se movió con dificultad, lo que demostraba que el líquido era denso. No olía a nada, ni bueno ni malo, pero estar cerca de él le provocaba una sensación extraña. Dejando de jugar con el charco, el hijo de Eddard Stark se levantó, pues había estado de rodillas, y comenzó a caminar hacia la casa, dispuesto a descubrir qué secretos se ocultaban en su interior.
Nota de autor:
A los que han llegado hasta aquí, Gracias por leer.
Y aquí está el capítulo, XD.
Entramos a Asshai de las sombras, un lugar del que tenemos poca información, por lo que espero que mi interpretación de ese lugar sea de su agrado.
Vemos que Jon y sus amigos han logrado obtener dinero, mucho dinero… ahora si son insanamente ricos… demasiado me temo…. Tambien he colocado un poco de referencias al pasado de Daenerys y al del resto de los tripulantes del «g».
Bueno, me disculpo por cualquier error ortográfico. No se olviden de dejar un review si les gustó el capítulo o si hay alguna cosa que necesite mejorar o si tienen alguna duda sobre la historia. Además, cualquier consejo constructivo es bienvenido. Sin nada más que decir, hasta el próximo capitulo.
