Capítulo 8.
Cuando escuchó el tono en el que Sakura pronunció su nombre, fue como ver a Satanás en persona.
–¿Qué hora es? –preguntó Sakura.
–Pues… –comenzó a decir Shaoran con duda.
–Ya te lo digo yo. Son las siete. –respondió Sakura firmemente.
–He…, he estado trabajando todo el tiempo. –dijo Shaoran, cuya mente estaba trabajando a toda velocidad. –He venido a asearme un poco y a cambiarme.
–¿Trabajando? –preguntó Sakura.
–Sí. –dijo él mientras se desabotonaba la camisa. Pero cuando se dirigía al baño, Sakura lo detuvo con una mano y comenzó a observar su camisa en busca de algo como si él fuera el principal sospechoso de un terrible crimen.
–Tienes la camisa muy arrugada. –dijo Sakura.
–Es que…, hacía mucho calor, me la quité y la dejé de cualquier manera. –dijo Shaoran, que jamás había pensado tan rápido en toda su vida. Pero cuando fue a continuar hacia el baño lo cogió de la parte trasera del cuello de la camisa y comenzó a olerlo como un sabueso.
–¿Estoy oliendo a alcohol? –preguntó Sakura.
–Bebimos un poco durante un descanso, nos entretuvimos y al final no terminamos de trabajar hasta hace un rato. –dijo Shaoran intentando huir del análisis forense de su mujer. Cuando llegó al cesto de la ropa sucia y echó la camisa su esposa lo siguió y continuó olisqueándolo. –Tengo prisa, debo volver al trabajo.
Shaoran seguía nervioso y no sabía si era buena idea haber cogido la cuchilla de afeitar, pero debía actuar de forma normal, entonces su hija comenzó a llorar, muestra de que había despertado. Shaoran agradeció internamente a su hija que se despertara en aquel momento, pero Sakura seguía sin quitarle la mirada de encima.
–Akiho ha despertado. –dijo Shaoran, intentando sobrevivir al estudio de observación del que estaba siendo objeto. Sakura se fue retirando lentamente sin quitarle la mirada de encima. Cuando se marchó, Shaoran suspiró aliviado, pero sabía que sólo había ganado tiempo y que su mujer no se fiaba en absoluto de sus excusas.
Una vez afeitado con algo de menos riesgo de degollarse a sí mismo por los nervios, se dio una ducha rápida. Cuando volvió al dormitorio para vestirse, vio que Sakura estaba cambiando el pañal a la niña. Shaoran sintió su mirada inquisitorial mientras sacaba ropa del armario. Tras ponerse el pantalón, decidió irse a medio vestir para no ser objeto de la ira de su mujer.
–Me voy al trabajo. –dijo Shaoran saliendo con la camisa medio abrochada, la chaqueta y el abrigo colgado en el brazo y su portafolio en la mano. Sakura se quedó en casa indignada por la manera en la que se escapó de su juicio. Pero tarde o temprano tendría que volver.
00000000
Shaoran llegó apurado a la oficina tras tanto ajetreo mañanero. Al girar una esquina cayó de culo al no esperar encontrarse a Meiling fresca como una lechuga.
–Buenos días. ¿Estás bien? –preguntó ella.
–Sí. Buenos días. –dijo él levantándose.
–Muchas gracias por lo de anoche. –dijo ella. Él huyó apurado hasta su sitio, que quedaba tan sólo a unos pocos pasos. Tenerla cerca lo ponía muy nervioso.
Tras toda la mañana trabajando, Shaoran aprovechó que la mayoría de sus compañeros se marcharon a comer para apoyar la cabeza sobre la mesa. Pero lejos de dormir, mantenía la mirada perdida con signos evidentes de preocupación y cansancio. Aunque quizás fuera el temor de volver a casa.
–¿Qué diablos te pasa? –preguntó Eriol acercándose hacia él al ver a su amigo en aquel estado casi catatónico. –¿No puedes seguir el ritmo del departamento de ventas?
–Ojalá fuera eso.
–¿Qué?
–Nada.
–Hola. –saludó Meiling pasando con gracia hacia su mesa para recoger sus cosas. Sólo de escuchar su voz, Eriol percibió cómo Shaoran reaccionó como si le hubieran pinchado en el trasero.
–¿Te ha ocurrido algo con Meiling? –pregunto Eriol. A la mención de Meiling, Shaoran comenzó a toser. –Eres tan fácil de leer.
–No ha pasado nada. –dijo Shaoran casi sin voz.
–No me lo creo. ¿Qué ha pasado? –preguntó Eriol con curiosidad. Consciente de que Meiling seguía ahí, Eriol aproximó su cabeza para que se lo contara al oído.
–Cuando me he despertado esta mañana estaba con Meiling en un hotel. –confesó Shaoran en un susurro.
–¡¿Qué?!
–Shhhh.
00000000
–¿Qué no llegó a casa hasta esta mañana? –preguntó Kaho cuando Sakura llegó a la tienda y le expresó el motivo de su nerviosismo.
–¿No te parece sospechoso? –preguntó Sakura, que sostenía a la pequeña Akiho sentada en su regazo mientras jugaba con unos bloques de madera.
–¿Crees que tiene un affaire? –Sakura asintió a la pregunta. –Quizás no sea nada. Es de Shaoran de quien estamos hablando. La familia para él es muy importante.
–Lo sé.
–Y también ha sido muy considerado con Nakuru. Más de lo que quisiera. –dijo Kaho. –Pero si se ha tomado tan en serio a nuestra hija, ¿cómo no será con la suya? Sinceramente creo que Shaoran es muy buena persona y me hizo plantearme mi rol como madre. De verdad que me hizo pensar. Quizás no sea demasiado normal, pero no creo que sea capaz de tener una aventura con otra mujer. Te diría que no lo veo esa clase de persona. No tiene pelotas para hacerlo.
–Sí, tienes razón. –dijo Sakura.
–Es muy guapo, pero no es ese tipo de hombre. –dijo Kaho. Pero entonces, Sakura empezó a dudar. Quizás él no fuera esa clase de hombre, pero, ¿y la otra parte?
00000000
–A decir verdad, creo que no pasó nada. –dijo Shaoran, que se refugió en rincón con Eriol para seguir confesándole sus pecados.
–¿A qué te refieres con que "crees"?
–A que bebí tanto que no me acuerdo de nada, pero cuando desperté tenía los calzoncillos puestos. –dijo Shaoran.
–Claro que lo hiciste. Eres un hombre.
Entonces, Meiling apareció por allí para coger unos documentos de un mueble, haciendo que Shaoran, y ahora también Eriol se tensaran, mientras ella les sonreía de manera sensual y traviesa.
–Me estás haciendo dudar más. –dijo Shaoran.
–No sé qué decirte. Pero, ¿no crees que sería normal hacerlo? –preguntó Eriol.
–¿Tú crees?
–No lo sé, pero sólo mírala. –dijo Eriol, refiriéndose al atractivo de Meiling.
–Soy lo peor. –se lamentó Shaoran.
–Bueno, no hay nada fuera de lo normal teniendo en cuenta tu situación familiar. Tras dar a luz, las esposas se convierten en monstruos terroríficos y los maridos tenemos que vivir con una enorme degradación del estatus familiar. En una situación así, cuando una mujer hermosa te dedica una amable sonrisa es normal caer. Cualquiera caería.
–¿Caer? –entonces, Meiling volvió a pasar por su lado, tensándose. –Soy lo peor.
00000000
–De todas formas, al igual que te digo que no creo a Shaoran capaz de hacerte algo así, también te digo que no puedes ignorar la intuición femenina. –dijo Kaho.
–Cuando nos casamos, nos prometimos el uno al otro que no mentiríamos, que no guardaríamos secretos y que no engañaríamos. Si uno de nosotros violamos cualquiera de esas tres reglas se acabó.
–¿Con "se acabó" te refieres a divorcio?
–Supongo. –dijo Sakura sin demasiada seguridad.
–Cuando lleves casada veinte años las cosas serán diferentes. En mi caso, por ejemplo, me pregunto si me divorciaría si echaran a Eriol del trabajo. No, no. O mejor cuándo se jubile. Olvídalo. Pero si quieres quedarte más tranquila, ¿por qué no investigas un poco? Los hombres que engañan a sus mujeres cumplen ciertos patrones.
–¿Qué clase de patrones?
–Son más precavidos con su teléfono móvil, se vuelven más habladores y de repente son más atentos. –citó Kaho.
–Sabes mucho. ¿Has tenido alguna experiencia?
–No, no. –dijo Kaho nerviosa. –Lo vi en la televisión. Bueno, estate atenta por si descubres algo.
–Lo estaré. –dijo Sakura.
00000000
–Las aventuras por embarazos y pospartos son la causa de muchos divorcios. Debes ser inteligente o estará resentida contigo de por vida. Es tu deber mentir para proteger a tu familia. –aconsejó Eriol. –Eso es. Cuéntale una mentira justificada para proteger la unión familiar.
–¿Una mentira justificada?
–Aunque Sakura pruebe algunas artimañas, no dudes. Sé atrevido y llévate el secreto a la tumba.
00000000
El hecho de que Eriol le aconsejara no hablar nunca del tema no hizo sentirse mejor a Shaoran. Pensaba en ello mientras bajaba la escalera mecánica para salir de la empresa cuando se tensó al ver que Meiling lo estaba esperando abajo. Al verla, se dio la vuelta e intentó subir, en contra de la dirección que seguía la escalera mecánica, pero su intento fue en balde porque estaba demasiado cerca de la planta baja y había otros trabajadores bloqueando el paso unos peldaños más arriba.
–Hola, Li, ¿te apetece ir a picar algo? –propuso Meiling.
–Hoy no me va muy bien. –dijo Shaoran.
–Bueno, ya saldremos otro día. –dijo Meiling, consciente de la incomodidad del castaño.
–Oye, siento lo de ayer, pero no puede repetirse. Sólo me dejé llevar. –dijo Shaoran.
–¿Ahora vas a evitarme?
–No, no era mi intención.
–No te culpes por lo que pasó anoche. Lo que hicimos fue responsabilidad mía. –dijo Meiling.
–Entonces, ¿lo hicimos? –preguntó Shaoran dubitativo e intentando averiguar si realmente le fue infiel a Sakura. Meiling sonrió y se acercó a Shaoran de forma sensual.
–Fue maravilloso. Mira en tu teléfono. –le pidió Meiling. Shaoran, apesadumbrado, hizo lo que le pidió. Ella le había enviado una fotografía de él durmiendo plácidamente en la cama. –Es mi tesoro. Hasta durmiendo eres atractivo.
Entonces, Shaoran vio que Sakura lo estaba llamando.
–Será mejor que contestes. –dijo Meiling.
–¿Diga? –contestó Shaoran tras apartarse unos metros.
–Shaoran, ¿has salido ya de la oficina? –preguntó Sakura.
–¿Por… por qué? –preguntó él, que comenzó a sudar profusamente, consciente de que hablaba con su esposa mientras Meiling lo miraba sonriente.
–¿Estás solo? –preguntó Sakura.
–¿Por qué?
–Me preguntaba si te ibas a entretener como para estar fuera toda la noche de nuevo. –dijo Sakura.
–No, volveré pronto a casa. –dijo él, haciendo caso omiso al "dardo" de su esposa.
–Muy bien. ¿Puedes comprar aceite de camino a casa? –le pidió Sakura.
–Sí, claro. –dijo Shaoran antes de colgar. –Adiós.
Shaoran emprendió su camino. No sabía si estaba más nervioso por las miradas nada disimuladas de Meiling o por cómo encontraría a Sakura en casa. Entonces, sin esperarlo, se encontró de frente a Yukito, que le dedicaba una mirada amenazante.
00000000
Rika estaba en el parque con su hijo. Mientras el niño jugaba, ella consultaba su móvil, viendo que tenía innumerables llamadas perdidas de su marido. Sabía que la había estado llamando, pero no se había sentido preparada para enfrentarlo. Entonces, vio que su marido la estaba llamando de nuevo. En cuanto percibió el sonido del móvil dio un respingo. Cada vez que sonaba se le ponían los pelos de punta, pero decidió contestar.
–Por fin lo coges. –dijo Terada. –¿Puedo disculparme de alguna manera? Reconozco que he utilizado la fuerza para controlarte. No lo volveré a hacer. Te lo prometo. ¿Podéis volver a casa? Quiero que los tres seamos felices. Supongo que no estarás pensando en divorcio, ¿no? No pienses en ello, ahora que estamos a punto de construir una casa. Rika, ¿no podemos quedar para hablar?
Rika se había mantenido en silencio escuchando el monólogo de Terada, pero tal y como lo escuchó, todavía no lo sentía preparado para hablar nada.
–Das miedo, Yoshiyuki. Me aterra respirar el mismo aire que tú.
00000000
Shaoran llegó a casa con el aceite, tal y como le pidió Sakura, pero antes de entrar, recordó la foto comprometedora que le había enviado Meiling, por lo que cogió el móvil y la borró.
–Ya estoy en casa. Aquí está el aceite. –dijo Shaoran dejándolo sobre la encimera de la cocina.
–Por cierto, Shaoran, mira esto. –dijo Sakura directa al grano mostrándole el móvil. Shaoran empalideció al ver la misma fotografía que acababa de borrar en su teléfono, pero entonces vio que había tenido una alucinación. En realidad era una foto de Akiho sonriendo alegremente. Quizás, el hecho de que el fondo fuera parecido y que también fuera de su cara lo había confundido. O más bien, estaba tan preocupado con lo que había pasado que lo que más temía en el mundo era que Sakura lo descubriera.
–¿Verdad que estaba adorable? Estaba tan sonriente que no he podido evitar sacarle la foto.
–Sí, está preciosa. –dijo Shaoran entre nervioso y aliviado, lo cual no pasó desapercibido para Sakura.
–¿Qué te pasa?¿Por qué estás tan sorprendido? –preguntó la castaña.
–No es eso. Es que me parece tan adorable. –disimuló Shaoran, que tras dejar su portafolio se percató de algunas revistas en la mesa. –Oye, no es muy propio de ti comprar esa clase de revistas.
En concreto, lo que llamó la atención de Shaoran era una revista del corazón que hablaba de una infidelidad de un político en campaña que aseguraba que no se acordaba de nada de lo que presuntamente había ocurrido.
Sakura lo observó cuidadosamente. Las había comprado adrede para ver las reacciones de su marido y por lo que vio, pareció funcionar.
–Sí, parece que el primer ministro ha tenido una aventura con una cantante famosa, pero según él, no se acuerda de nada. –dijo Sakura. –¿No te parece raro que no se acuerde de nada?
–Bueno, siempre ha sido bastante inútil. No me sorprendería. –dijo Shaoran, sintiendo que hablaba de sí mismo.
–¿Sabes? Creo que los hombres sois muy débiles cuando se os pone delante una mujer sexi como la cantante esa. –dijo Sakura dejando caer un órdago mientras le mostraba la foto de la cantante.
–Bueno, yo no lo creo así. No creo que debas generalizar. Por ejemplo, ella no es mi tipo. Por cierto, ¿desde cuándo tenemos esas muñecas? –preguntó Shaoran desviando la mirada hacia otro lugar, aprovechando también para desviar el tema, con el que se sentía visiblemente incómodo. –¿Las han elegido nuestros padres?
Shaoran se acercó para mirarlas de cerca. Parecía una especie de exposición con varias muñecas que no parecía que fueran demasiado prácticas para jugar.
–Sí. Las han comprado para el día de las niñas. –dijo Sakura, refiriéndose al ritual japonés en el que se exponen muñecas con vestidos tradicionales para desear salud y buena suerte a las niñas de la casa.
–Podríamos celebrárselo a Akiho. –propuso Shaoran entonces. Sakura recordó uno de los requisitos del hombre infiel de los que le habló Kaho y que Shaoran estaba cumpliendo a rajatabla. De repente se estaba mostrando muy atento. –Incluso podríamos invitar a nuestros padres. Seguro que les hace ilusión. Además, no perdemos nada. Si quiero que Akiho tenga algo es salud y buena suerte.
Sakura pensó que se estaba cumpliendo otro de los requisitos del hombre infiel: Shaoran estaba más hablador.
–Decidido. Mañana lo haremos. Voy a tomar un baño. –dijo Shaoran, que decidió aquello sin esperar respuesta de Sakura, aunque la castaña estaba demasiado aturdida al ser consciente de que los requisitos del hombre infiel se estaban dando en su propio marido. Pero aún faltaba uno.
Entonces, Shaoran volvió un momento sobre sus pasos y cogió su teléfono móvil. A Sakura se le cayó el mundo a los pies. ¿Para qué necesitaba el teléfono en el baño? El tercer requisito, que decía que eran muy cuidadosos con el teléfono, se había cumplido. Ahora Sakura sí estaba segura de la infidelidad de su marido.
–Culpable. –dijo Sakura para sí.
Mientras ella seguía con su estupefacción, Shaoran se encerró en el baño y escribió a Meiling.
– ¿Puedes borrar la foto que me sacaste anoche? –dijo Shaoran mientras escribía. En seguida le llegó la respuesta.
– No se la enseñaré a nadie. Forma parte de mi tesoro privado. –respondió Meiling, acompañando el mensaje de un corazón.
– Puede ser un problema. Bórrala, por favor. –insistió Shaoran.
– Gracias por preocuparte por mí. –respondió Meiling finalizando el mensaje con un sticker de un adorable oso. Estaba claro que Meiling o no había entendido o no quería entender el mensaje. No sería ella quien estaría en problemas precisamente.
00000000
Desde que recibió el permiso de su madre, Nakuru se pasaba las horas ensayando en el estudio, aunque se sentía un poco frustrada por un fragmento que no le acababa de salir bien.
–Nakuru, parece que vas a por todas. –dijo Spinel, que salía de otra sala de ensayo.
–Pero apenas queda tiempo hasta el certamen y todavía no siento fluir la naturalidad en mis dedos. –dijo Nakuru algo desanimada.
–Es un certamen importante, ¿verdad? Pero yo te estaré apoyando. –dijo su amigo.
–Muchas gracias. –agradeció Nakuru con una sincera sonrisa.
–Lo siento, chicos, pero tenemos que cerrar. –dijo el encargado.
–Gracias por dejarme tocar el piano. –dijo Nakuru.
–De nada.
–Supongo que tenemos que irnos. –dijo Nakuru mientras recogía sus cosas.
–Oye, Nakuru. Cuando acabe el concurso de piano… –comenzó a decir Nakuru tímidamente.
–¿Si?
00000000
–Ya estoy en casa. –anunció Eriol al llegar.
–Hola. –saludó Kaho, que había estado ojeando el panfleto publicitario del concurso de piano.
–Parece que Nakuru está ensayando mucho en el estudio. –dijo Eriol mientras se quitaba el abrigo.
–¿La has estado espiando?¿Qué eres, un acosador? –preguntó Kaho.
–¿Pero qué dices? Aquello fue un accidente. La encontré de casualidad. Pero me preocupa que llegue tan tarde a casa. Podría ser peligroso. ¿No sería mejor que ensayara aquí? –preguntó Eriol mirando al piano de pared que tenían allí mismo.
–Supongo que no quiere tocar frente a mí. –dijo Kaho.
–Pues pídeselo. Oblígala. –dijo él.
–¿Bromeas? No podrá relajarse con mi cara de disgusto. Todavía no está preparada para recorrer su propio camino. –dijo Kaho. Entonces, Nakuru llegó a casa y se dirigió a la escalera para subir sin saludar.
–Oh, Nakuru. Ya estás en casa.
–Te demostraré que sí estoy preparada. –dijo Nakuru, que por lo visto, había escuchado el último comentario de su madre.
00000000
Al día siguiente, tras sacar la basura, Sakura entró en casa con un aviso que había encontrado en el buzón en el que le pedían que mantuviera al bebé callado, y que la comunidad había recibido una queja formal por los llantos del bebé.
Mientras tanto, Shaoran se ponía la chaqueta para marcharse al trabajo cuando recibió un mensaje en el móvil.
– Buenos días, Li. No puedo esperar para verte hoy. –escribió Meiling, finalizando el mensaje con un corazón y un sticker de un adorable conejo con ojos inocentes y soñadores.
–Oye, Shaoran. –dijo Sakura, asustando a su marido, que se disponía a decirle a Meiling que dejara de enviarle esos mensajes. Pero en lugar de eso, se vio obligado a esconder la pantalla del teléfono, que seguía recibiendo mensajes de Meiling. –Esto estaba en el buzón. La comunidad se está quejando por los llantos de Akiho.
–Bueno, no creo que debamos preocuparnos por eso. –dijo Shaoran, restándole importancia a eso mientras intentaba disimular los nervios que le estaba produciendo recibir constantemente mensajes cariñosos de Meiling.
–¿Cómo que no?
–Es un bebé. Es lo que hacen los bebés. Bueno, me marcho, te dejo que prepares el pequeño festival de Akiho. –dijo Shaoran, nervioso por recibir otro mensaje de su compañera de trabajo.
00000000
En el trabajo, Shaoran se quedó mirando el teléfono de Meiling, que estaba en un soporte para móvil. Aquel objeto podría causarle demasiados problemas. De hecho ya se los estaba causando. Desde que Meiling lo acosaba continuamente con sus mensajes no podía relajarse.
Consciente de que Shaoran estaba mirando el móvil, Meiling lo cogió y le mostró la fotografía con una sonrisa traviesa. Nervioso, Shaoran recurrió a gestos de baloncesto, como cuando piden tiempo muerto y todos los gestos que conocía para pedirle que borrara la foto y le dejara en paz.
–Shaoran. ¿Tienes un minuto? –preguntó Yukito, pidiéndole que lo siguiera para hablar en privado.
Hasta hablar con Yukito lo estaba poniendo nervioso últimamente. Shaoran era consciente de que Yukito siempre lo había admirado, incluso idolatrado, pero su relación no estaba pasando por el mejor momento porque sabía que le gustaba Meiling, que no le hacía ni caso. Shaoran accedió a hablar con él para no tensar la situación todavía más.
–¿Estás saliendo con Meiling? –preguntó Yukito directamente.
–¿Qué?¿De dónde sacas eso? –preguntó Shaoran.
–Porque os he visto en el sports bar. –respondió él.
–Sólo nos pasamos de camino a casa. –dijo Shaoran.
–Desprecio a los adúlteros. Me dan asco. –dijo Yukito con contundencia. –¿Qué le ha pasado al Shaoran familiar que tanto admiraba?
–Creo que te estás confundiendo. –dijo Shaoran.
–Tienes esposa y una hija. ¡Eres lo peor!
–Estás malinterpretando las cosas. –insistió Shaoran.
–Visto lo visto… –comenzó a decir Yukito. Shaoran se temía que el siempre amable Yukito le partiera la cara, pero lo que ocurrió después lo dejó descolocado. –…te apoyaré.
–¿Qué? –preguntó Shaoran confundido.
–Yo también soy un hombre. Le echaré valor y daré un paso al lado por la felicidad de Meiling. Pero a cambio, deja a tu esposa y haz feliz a Meiling. –le pidió Yukito. Shaoran se quedó sin habla mientras Yukito se marchaba. Entonces, Meiling le volvió a enviar otro mensaje.
– ¿Tenemos una cita esta noche? Vamos a forjar nuestro último recuerdo. Y entonces, borraré mi tesoro. –dijo Meiling, acabando como siempre con un sticker adorable.
00000000
A pesar de sus sospechas, Sakura se esmeró en preparar comida para celebrar el improvisado festival de las niñas que propuso Shaoran. En realidad, no le parecía mal pedir salud y suerte para su hija y era una excusa para hacer algo juntos. Además, sus padres siempre lo celebraron con ella cuando era niña y guardaba buenos recuerdos. Le gustaría que Akiho también tuviera esa clase de recuerdos. Cuando acabó con los detalles, estaba a punto de ir a descansar al sofá cuando Shaoran le envió un mensaje diciéndole que tendría que trabajar hasta tarde y que tendrían que posponer la fiesta de la niña, añadiendo que ya había avisado a los abuelos.
–Podrías haber avisado antes de que lo hubiera preparado todo. –se lamentó Sakura. Entonces, escuchó un sonido seco y el llanto de Akiho. Cuando giró la cabeza, vio a su hija yaciendo en el suelo. La niña se había caído del sofá. –¡Akiho!
00000000
Shaoran no veía otra opción de salvar su matrimonio que acceder a la cita de Meiling, que quiso ir a un elegante bar, donde tomaban una copa en la barra.
–Entonces, ¿esta noche será la última? –preguntó Shaoran dubitativo.
–Sí. Así que vamos a asegurarnos de pasarlo bien. –respondió Meiling.
–Está bien. –dijo Shaoran. Meiling alzó su copa para brindar con él. Mientras bebía, Tomoyo Daidouji, que volvía del baño, pasó por detrás y reconoció a Shaoran. Rápidamente, volvió a su sitio, donde también estaba Yue y algunos compañeros de trabajo.
–Mira hacia atrás, Yue. –le pidió Tomoyo. Yue giró la cabeza y también reconoció al marido de su ex novia, y ahora amiga Sakura.
00000000
Sakura por fin llegó a las urgencias. Su hija no había dejado de llorar durante todo el camino.
–¡Disculpe!¡Mi niña se ha hecho daño!¡Necesito que la vean! –exclamó Sakura asustada en la recepción de las urgencias.
–No se preocupe. En seguida la revisan.
00000000
–Bueno, creo que ya es hora de marcharse. –dijo Shaoran acomodándose el abrigo y la bufanda.
–¿Ya? Vamos a otro sitio. Y después te prometo que borraré la foto. –dijo Meiling.
–¿A otro más? Está bien. –accedió Shaoran, al que le estaba sonando el teléfono y que ignoró por completo. Lo que también ignoraba era que Yue y Tomoyo habían conseguido pruebas gráficas de la infidelidad de Shaoran.
–No hace falta seguirlos. Ya tenemos pruebas. –dijo Tomoyo.
–Yo necesito cerciorarme de esto. –dijo Yue, que comenzó a seguirlos.
00000000
Para tranquilidad de Sakura, Akiho no se había hecho nada, pero jamás había visto llorar así a su hija y temió que se hubiera hecho daño de verdad. Al salir de las urgencias, había estado llamando a su marido, pero este no contestaba, por lo que finalmente decidió dejarle un mensaje.
–Akiho se ha hecho daño. Acaban de examinarla en urgencias. Parece que no es nada serio, así que nos volvemos a casa. –dijo Sakura.
00000000
Meiling quiso ir al sports bar, donde comenzó a jugar a los dardos. Tras tirar un dardo cerca del centro de la diana, saltó de alegría y se abrazó a Shaoran, que se encontraba muy incómodo con la situación, pero que debía complacerla para que borrara cualquier rastro de traición a Sakura.
Yue y Tomoyo, que miraban de lejos tras una mesa de billar, consiguieron confirmar lo que ya intuían.
–No aguanto más. –dijo Yue que arrancó un dardo de otra diana y lo tiró a la diana en la que estaban jugando Meiling y Shaoran.
–No, para, ¿qué haces? –intentó detenerlo Tomoyo.
Al ver el dardo que pasó muy cerca de la cara de Shaoran, este giró la cabeza para ver quién había sido. Tomoyo y Yue se agacharon escondiéndose de la mirada de Shaoran tras el billar, mientras este miraba confundido.
00000000
Tras volver de las urgencias, Sakura acostó a Akiho, que ya estaba mucho más calmada y dormía como si no hubiera pasado nada.
–Lo siento, Akiho. No te he vigilado como es debido. –susurró Sakura sintiéndose culpable.
00000000
Meiling por fin dio por concluida la salida, así que Shaoran la acompañó hasta un taxi.
–Buenas noches, Li. –se despidió ella desde el taxi.
–¿No se te olvida algo? –recordó él. Para su alivio, Meiling eliminó la fotografía del teléfono delante de él. Por fin podría respirar tranquilo. Shaoran vio cómo sus problemas se alejaban al igual que el taxi. O eso era lo que él creía.
–Es lo peor. Mira que engañar así a Sakura. –dijo Yue indignado.
–Sí. Si pudiera lo mataría. –dijo Tomoyo –Supongo que se lo tendremos que decir a Sakura.
–Sí, pero ahora no.
00000000
Cuando Shaoran entró en casa se olió a sí mismo y se sacudió un poco la solapa de la chaqueta para intentar mitigar cualquier olor sospechoso. Tras dejar sus cosas, vio la casa en completo silencio y se dirigió al dormitorio, obviando la cena que Sakura había preparado con tanto esmero.
Al abrir la puerta del dormitorio, vio a Sakura durmiendo en la cama con la niña. Shaoran suspiró aliviado al sentirse salvado de todas las manipulaciones de Meiling. Lo de menos era que tuviera que dormir en el sofá esa noche.
00000000
–Siento haber cancelado el plan en el último minuto. –se disculpó Shaoran mientras desayunaba a la mañana siguiente.
–Supongo que es difícil estar en dos departamentos de la empresa a la vez. –dijo Sakura.
–La verdad es que sí.
–Sabía que estabas trabajando, pero ¿no te preocupaste ni un segundo por la herida de Akiho? –preguntó Sakura.
–¿Qué herida? –preguntó Shaoran.
–¿Lo has olvidado? Te dejé un mensaje de voz y también te escribí, pero nunca respondiste. –dijo Sakura.
–Ah, pero dijiste que la llevaste al hospital y que no fue nada. Estaba tan ocupado en el trabajo que no pude ni responder. –se justificó Shaoran. –Me alegro de que esté bien.
–¿Realmente era trabajo? –preguntó Sakura entonces.
–Claro. ¿A qué viene esa pregunta? Ya te lo dije. Para ascender en la empresa a veces me tengo que quedar hasta tarde y estoy trabajando duro para sacar adelante a la familia. ¿No pensarás que tengo un affaire? –dijo Shaoran recogiendo sus cosas para marcharse al trabajo. –De verdad, siento haber cancelado a última hora, pero hoy sí podemos hacer la celebración. Me marcho. Adiós, Akiho.
A pesar de lo que Shaoran le decía, Sakura se sentía muy intranquila.
00000000
–Así que has conseguido que Meiling borre la prueba del crimen. –dijo Eriol una vez que Shaoran le contó las novedades de camino al trabajo. –Me alegro por ti.
–Ahora me siento mucho más aliviado. Pero, ¿crees que está bien que le mienta a Sakura? –preguntó Shaoran.
–Claro que sí. Las circunstancias lo requerían. Deja eso atrás, como si nunca hubiera ocurrido. Y con la celebración de la niña tu prestigio familiar subirá. No lo estropees. –opinó Eriol.
–Sí. No lo estropearé de nuevo. –dijo Shaoran, que no esperaba que delante de él pasara una chica con coletas y Yamazaki.
–Porque soy una persona codiciosa. –decía ella.
–Lo conseguiré para ti, Chiharu. –dijo Yamazaki en tono de promesa.
–¿Yamazaki? –dijo Shaoran, preguntándose qué hacía allí con aquella chica. Hasta donde él sabía, si no estaba en el trabajo, estaba pendiente de la operación de su madre.
00000000
–Toma, Akiho. –decía Kaito ofreciéndole un juguete.
–Oh, mira Akiho. Gracias, Kaito. –dijo Sakura. Tras una caricia de Kaito, el niño se puso a jugar apartado de las mama friends, que tomaban el té en casa de Kaho como tantas otras veces.
–¿Has hablado con Terada? –preguntó Kaho a Rika.
–Sí. He investigado un poco y parece que algunos padres también pasan por una depresión una vez que tienen hijos. –explicó Rika.
–¿Los padres también tienen depresión postparto? –preguntó Sakura sorprendida.
–Por lo visto sí. La causa el cambio de situación. Según un estudio de una universidad americana se da en un diez por cierto de los hombres, sobretodo en padres jóvenes. –explicó Rika.
–¿Crees que Terada sufre esa depresión? –preguntó Kaho.
–No podría afirmarlo con seguridad, pero podría ser por la presión que estaba sintiendo como padre. Lo que está claro es que no puedo permitir la violencia. –dijo Rika.
–Eso por descontado. –asintió Sakura.
–Tienes razón. En circunstancias normales esto acabaría en divorcio. –añadió Kaho.
–Quizás sí deba plantearme el divorcio. Me da miedo y a día de hoy no puedo estar cerca de él. Veo a Kaito y creo que lo mejor es estar separados para que no esté expuesto a la violencia. Pero también es cierto que Terada jamás le ha puesto una mano encima al niño y siempre ha sido muy diligente criándolo. Puede que sea un poco torpe y exigente, pero sé que adora a Kaito. –explicó Rika.
–Sí. La relación de pareja es una cosa, y la relación con los hijos es otra. –reconoció Kaho.
–Si Yoshiyuki no quisiera a Kaito no me lo pensaba dos veces y me divorciaría, pero no es el caso. Supongo que Yoshiyuki también lucha contra sus propios demonios. –dijo Rika.
–Los hombres no son como nosotras. No expresan sus quejas. Se les da fatal descargar su estrés. –dijo Kaho.
–Cuando nace un bebé sienten que deben trabajar más duro y conseguir ascensos. –dijo Rika. –Todos sentimos presión, pero es una presión diferente a la de las madres.
Aquello hizo reflexionar a Sakura, porque era más o menos lo que su marido había expresado por la mañana. ¿Acaso era eso lo que le ocurría a Shaoran? Quizás había visto fantasmas donde no los había, y simplemente su marido se sentía presionado por querer ofrecerles lo mejor tanto a ella como a Akiho.
00000000
Cuando Sakura llegó de su reunión con las mama friends, se sorprendió de ver a Shaoran tan temprano en casa. Había decorado un poco el apartamento para la fiesta de la niña.
–Es fantástico. –dijo Sakura sorprendida al no esperar aquellos detalles de Shaoran. –Pero, ¿a qué viene tanta decoración?
–Te prometí que celebraríamos esta fiesta para Akiho, ¿no? –dijo Shaoran.
–Parece que no has reparado en gastos. –dijo Sakura.
–Es para desearle salud y suerte a Akiho. Ella se merece que despilfarremos un poco. Y mira esto. –dijo Shaoran mostrándole dos flores de goma eva. En el centro había una S y una A respectivamente. –Sakura y Akiho.
–No hacía falta que me hicieras una a mí. –dijo Sakura sin esperar aquella sorpresa.
–No importa. Son para mis niñas. Cógelas. –dijo Shaoran con una tierna sonrisa que a Sakura le recordó al antiguo Shaoran. Entonces sonó el timbre. –Ah, ya están aquí.
Por desgracia, Nadeshiko, la madre de Sakura no había podido ir porque tenía que trabajar, pero lo pasaron muy bien. Para sorpresa de Sakura, Shaoran no soltó a la niña en toda la celebración. Parecía estar disfrutando él más que nadie. Estaba claro que sí. Había visto fantasmas donde no los había.
00000000
–Kaito, ¿nos vamos ya? –preguntó Rika a su hijo, que había dejado que jugara un rato en el parque. El niño cogió la mano de su madre, pero al no percibir que se moviera, miró a su hijo, que miraba atentamente cómo otro niño estaba tomado de la mano de su madre y su padre y lo levantaban en el aire mientras caminaban.
–¿Qué estará haciendo papá? –preguntó el niño. Para Rika fue más evidente que nunca que su hijo extrañaba a su padre.
–Kaito, ¿quieres ver a papá? –preguntó Rika agachándose a su altura. Pero el niño sólo agachó la cabeza sin contestar. –Está bien que expreses lo que sientes.
–Papá nunca me ha hecho daño. Quiero verle. Pero no me gusta cuando te hace daño. –dijo Kaito. –Yo te protegeré para que los tres podamos estar juntos.
–Kaito. –dijo Rika emocionada antes de abrazar a su hijo.
00000000
Terada estaba en la sauna, que no sólo le servía para desahogarse físicamente, sino también, como había comprobado otras veces, también mentalmente.
–Me he comportado de forma muy infantil al usar la fuerza para conseguir obediencia. Yo no era así y no quiero seguir siendo un idiota. Necesito demostrarle a mi esposa que quiero cambiar. Quiero demostrarle que podemos ser una familia envidiable. Entonces, así conseguiré que vuelvan conmigo.
–¿Dónde hay algo que sea perfecto, joven Terada? –preguntó Clow Reed.
–¿Qué?
–¿Es realmente necesario que os tengan que envidiar?¿No crees que tienes un objetivo equivocado?
Terada no supo qué responder. ¿Acaso ese hombre que siempre encontraban en la sauna tenía razón?
00000000
–Sé que dije que apoyaría a Nakuru, pero en realidad no hay mucho que pueda hacer. No puedo enseñarle piano. –dijo Eriol.
–Las cosas son como son. –dijo Kaho.
–Me da la impresión de que como padre puedo hacer cada vez menos. Pero quiero que sepas que si Nakuru se derrumba al perseguir su sueño, sufre algún revés o pierde su camino, no te dejaré que lo afrontes sola como hasta ahora. –dijo Eriol.
En cierta manera, a Kaho le sorprendió aquella declaración de intenciones. No era habitual que Eriol hiciera examen de conciencia y en cierto modo necesitaba ver para creer porque habían sido demasiados años de dejadez por su parte. Por eso no le demostró su sorpresa. Pero sí era cierto que de un tiempo a esta parte había notado ciertos cambios de actitud de Eriol y no le desagradaban en absoluto. Al fin y al cabo, era su obligación como padre.
00000000
Ieran y Fujitaka ya se habían marchado tras la fiesta. Una vez que se fueron, Shaoran comenzó a recoger todo.
–Shaoran, gracias por la fiesta que has organizado. –agradeció Sakura.
–Ha sido divertido. –reconoció él.
–Siento haber dudado de ti últimamente. –se disculpó Sakura.
–No te preocupes. –dijo Shaoran restándole importancia.
–Has estado trabajando duro y yo no te creía.
–Ya te he dicho que no te preocupes. –dijo Shaoran, que no le gustaba que Sakura insistiera en eso. Quería dejar su traspiés en el pasado.
–No guardaremos secretos, no mentiremos y no engañaremos. –enumeró Sakura las condiciones de su matrimonio. –Lo raro es que no te creyera.
–Si no me creyeras sería terrible. –dijo Shaoran cada vez más nervioso. –Dejemos de hablar de esto. ¿De acuerdo?
–Sí.
Aunque en su interior, Shaoran se sentía la peor persona del mundo, porque había faltado a las tres condiciones, y eso no lo dejó dormir bien por la noche.
00000000
–¿Dónde está?
–¿Qué te pasa? –preguntó Sakura.
–¿Has visto mi teléfono? –preguntó Shaoran buscando en todos los rincones.
–¿No lo tienes cargando?
–No. Creo que anoche lo dejé aquí en alguna parte. –dijo él apurado.
–Shaoran, se te va a hacer tarde. –dijo Sakura mirando el reloj que había en la pared.
–Mierda. Tengo que irme. Bueno, me voy sin móvil. Adiós. –salió Shaoran apurado.
–Adiós. –se despidió Sakura.
La única que sabía dónde estaba el teléfono de Shaoran era la pequeña Akiho, que lo sostenía en sus manitas tranquilamente desde la trona en la que estaba sentada.
Unos minutos después, mientras Sakura pelaba algo de fruta escuchó el sonido de las notificaciones del teléfono de Shaoran.
–¿No es ese el teléfono de papá? –al seguir el sonido, vio que el móvil estaba en la trona de la niña. –¿Así que se lo has escondido tú? Qué traviesa eres.
Al volver a recibir otra notificación, Sakura abrió la tapa y se quedó blanca.
00000000
–Deshazte de tus sentimientos de culpa. –le aconsejó Eriol cuando Shaoran le contó que tenía cargo de conciencia mientras bajaban a la cafetería de la sauna tras haber estado sudando un rato.
–Para proteger a mi familia, ¿no? –dijo Shaoran, que ya sabía lo que Eriol le iba a decir.
–Exacto. ¿No crees que es lo mejor? –preguntó el pelinegro.
–Sí. La aventura se ha acabado y la mentira nos protege a todos. –dijo Shaoran.
–Me pregunto si realmente podrás estar en paz contigo mismo. –dijo Clow Reed, que estaba sentado en una de las mesas. Entonces, el móvil de Eriol sonó.
–¿Diga? Sí, estoy con Shaoran en la sauna. ¿Qué? –Eriol colgó de inmediato y miró a Shaoran.
–¿Qué pasa? –preguntó el castaño al ver la cara de terror de su amigo.
–Nos vamos ya.
–¿Por qué?
¿Cómo la has podido cagar de esta manera? –preguntó Eriol arrastrando a Shaoran
–No había nada para cagarla. –dijo Shaoran sin comprender. –Excepto mi teléfono. Lo he dejado en mi casa porque no lo encontraba esta mañana.
–Debe ser eso.
–Pero borré las pruebas. –dijo Shaoran cayendo en la cuenta.
–Idiota. Vamos a tu casa.
00000000
Cuando Eriol y Shaoran llegaron al apartamento de la familia Li, Kaho aguardaba con cara de pocos amigos.
–Aquí tienes la prueba. –dijo Kaho mostrándole una foto de Shaoran sosteniendo dos botellas de vino. Según iba pasando las fotos la situación de Shaoran iba empeorando. En otra se veía a Shaoran en evidente estado de embriaguez y en la siguiente, Meiling había sacado un selfie de los dos. Él aparecía sonriendo con los ojos cerrados y ella sostenía una flor entre los dos y sonreía a cámara. En la última, él salía durmiendo en la cama cubierto tan sólo con la sábana.
–No puede ser. –dijo Shaoran. Kaho apartó el móvil cuando intentó cogerlo. Después, abrió el chat que Shaoran tenía con Meiling y comenzó a leer.
– Fue una noche maravillosa. Todavía guardo algunos tesoros. Las borraré tal y como te prometí, corazón. –leyó Kaho.
–¿Eso no es cagarla? –preguntó Eriol.
–Explícame bien lo que ocurrió la noche en la que no llegaste a casa hasta la mañana siguiente. –dijo Kaho cruzándose de brazos y mirada inquisitorial. –Si lo cuentas, al menos podremos ver si eres sincero o no.
–Lo cierto es que no recuerdo mucho. –reconoció Shaoran.
–¿Qué no lo recuerdas?¿Ahora eres político? –dijo Kaho haciendo referencia al primer ministro, que tampoco recordaba haber tenido una aventura con una reconocida cantante.
–Lo siento. Volvía del trabajo y había un documental de la NBA que nos interesaba a los dos y mientras lo veíamos, simplemente bebí demasiado y acabé durmiendo en un hotel. –dijo Shaoran. Sakura, que estaba en el dormitorio escuchando todo, se le iba rompiendo más el corazón mientras le caían las lágrimas.
–¿Simplemente?
–Ya he dicho que lo siento.
–Está claro que este idiota la ha cagado. –dijo Eriol intentando aliviar la tensión. –Sakura estaba centrada en Akiho y Shaoran ha sido negligente. Entonces, le tendieron una trampa en la que cayó inevitablemente.
–¿Qué?¿Inevitablemente? –preguntó Kaho.
–Quería decir que es imperdonable. –se corrigió Eriol, que no quería que la ira de su mujer le salpicara a él también.
–¿Tienes idea por lo que ha estado pasando Sakura? Cuando una mujer tiene un hijo su energía y su resistencia son llevadas al límite y tú vas y la traicionas de esta manera teniendo una aventura con otra. Lo mínimo que puedes hacer es disculparte con ella. –dijo Kaho.
Obediente, Shaoran se acercó hacia la puerta del dormitorio lentamente. Cuando abrió la puerta, su esposa estaba sentada en la cama con la cabeza gacha y a oscuras.
–Sakura, lo siento muchísimo. Siento haberme comportado así. –se disculpó Shaoran.
–Déjalo, Shaoran. –Sakura se levantó y se dirigió hacia Kaho.
–Siento haberos molestado con esto. Todo esto no ayudará a dormir a Akiho. No quiero hablar más de esto con la niña aquí. –dijo Sakura. Aquella noche ya no se habló más en la casa de los Li. Evidentemente, Shaoran ni se molestó en dormir en la cama y se autoexilió en el sofá.
00000000
–Buenos días. ¿Cómo van las cosas con Meiling? –preguntó Yukito alcanzando a Shaoran en la entrada del edificio de la empresa. Pero Shaoran no contestó y siguió caminando haciendo caso omiso de su compañero, al cual le extrañó la actitud tan seria de Shaoran.
Una vez arriba y sin saludar a nadie, Shaoran se puso a trabajar con el ordenador. Al lado, tenía una foto del día después del nacimiento de su hija. En ella aparecía Sakura sentada en la cama del hospital. Él también estaba sentado en el borde de la cama y en sus brazos tenía a la pequeña Akiho recién nacida. Aquella era la viva imagen de la felicidad. Una felicidad que él se había encargado de estropear.
Tras un día que a Shaoran le pareció interminable, llegó a casa, encontrando a Sakura jugando con la niña en el suelo puzle. Sakura hizo caso omiso de la presencia de Shaoran, y cuando él fue a saludar a la pequeña, Akiho la cogió en brazos y la apartó de su lado.
–Vamos a dormir, pequeña. –dijo Sakura, dejando a Shaoran abatido.
La mañana siguiente no fue mejor. Shaoran se vistió y se marchó sin decir nada mientras Sakura centraba su atención en su hija para evitar enfrentar a Shaoran. Cuando su marido desapareció, suspiró.
–¿Vamos a dar un paseo, Akiho? –entonces vio algo que sujetaba la niña. Al cogerlo, desplegó el papel. –¿Qué esto?
Sakura vio que era un extracto del banco que se le debió de caer a Shaoran. Aquella era la cuenta de la niña. Shaoran había sacado 400 mil yenes.
00000000
El día estaba tan gris como su ánimo, cuando a media mañana, Nakuru lo llamó para que fuera a la hora de comer al puente peatonal en el que ya quedaron una vez. Cuando llegó la hora, Shaoran cogió el paraguas y se dirigió al puente, donde Nakuru le entregó dos invitaciones.
–¿Un certamen de piano? –dijo Shaoran al ver la invitación.
–Me gustaría que vinieras a verlo. –dijo Nakuru.
–¿Yo? Claro. Me aseguraré de estar allí para animarte. –dijo Shaoran.
–Gracias, Shaoran. Haré que tu apoyo al convencer a mi madre haya valido la pena con mi actuación.
00000000
Por su parte, Terada intentaba arreglar sus propios problemas. Para ello, comenzó a documentarse sobre maneras de superar la violencia doméstica y los abusos producidos por ella.
00000000
Rika miraba cómo su hijo jugaba en el parque mientras pensaba en aquel consejo que le dio Sakura cuando fue a refugiarse en su casa. Se levantó y se dirigió hacia su hijo y se agachó a su altura.
–Kaito. Mamá será más fuerte.
00000000
Sakura había recibido una llamada de Tomoyo, pidiéndole ir a una cafetería. Allí también se encontró con Yue.
–Hola, chicos. ¿Qué tal?
–Mejor vamos al grano. –dijo Yue. Entonces, Tomoyo le enseñó una fotografía de Shaoran y una atractiva mujer morena montada en un taxi. Estaba claro que era una despedida.
–Pensamos que mantienen una relación más seria que el puro entretenimiento. –dijo Tomoyo.
–Shaoran ha tenido una aventura con esa mujer. –dijo Sakura con una naturalidad que sorprendió a sus amigos.
–¿Ya lo sabías? –preguntó Tomoyo. Ella asintió con la cabeza.
–Y hoy he encontrado esto. –dijo Sakura enseñándole el extracto bancario.
–¿400 mil yenes? ¿Para qué? –preguntó Tomoyo.
–Desde que me quedé embarazada hemos estado ahorrando 25 mil yenes al mes para criar a Akiho. Y ahora Shaoran ha sacado esa cantidad sin decirme nada. –explicó Sakura.
–Pero es horrible. Es casi todo el dinero. –dijo Yue.
–¿Creéis que lo ha utilizado para financiar su affaire? –preguntó Tomoyo.
–¿Y ese mismo día te dijo que tenía trabajo? –preguntó Yue.
–Lo que te puedo asegurar es que la foto que te hemos enseñado fue del 3 de marzo. –dijo Tomoyo. Entonces Sakura recordó que ese mismo día fue cuando en un principio iban a celebrarle la fiesta a Akiho y que canceló a última hora. Sakura se sumió todavía más en la tristeza. Había pospuesto una fiesta para su hija que él mismo propuso para irse con su amante. El mismo día que su hija se cayó y que tuvo que llevar a urgencias sin recibir respuesta de él cuando le avisó. Y pensar que se sintió culpable por no haber vigilado bien a Akiho. El trabajo sólo era una mera excusa para llevar a término su doble vida.
Al volver a casa, Sakura recordó que Rika dijo que se divorciaría de inmediato si tuviera la seguridad de que su marido no quisiera a su hijo. ¿Era ese el caso de Shaoran? No estaba segura, pero cuanto más lo pensaba, más probable le parecía. Shaoran había antepuesto a esa mujer sobre su hija. Y aquello fue más de lo que Sakura estaba dispuesta a soportar.
00000000
Shaoran estaba teniendo problemas para concentrarse en el trabajo. Entonces miró la foto de su mesa. No dejaba de pensar en Sakura y en cómo ella le pedía perdón por haber dudado de él. Se sintió la peor basura del mundo. Entonces, la voz de Kaho comenzó a martillearle en la cabeza.
00000000
Cuando llegó a casa, se encontró el apartamento extrañamente silencioso y recogido. Entonces, Shaoran tuvo una corazonada de la que esperaba equivocarse y fue directo al diario de nacimiento de Akiho. Allí encontró el anillo de Sakura y una solicitud de divorcio, y esta vez no era una broma de Fujitaka. Shaoran reconoció la caligrafía de Sakura.
Continuará…
