Autor Original: waffleirons

ID: 1728017

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Capítulo 1

Habían pasado solo dos días desde que destruimos la puerta, frustramos los planes de nuestro llamado abuelo de destruir Gehena, y salvamos este lado de la realidad. Dos días desde que mi brillantez casi había hecho que Rin sacrificase su vida, yo había sido poseído por el rey de los demonios y la Academia True Cross había sido medio demolida.

Solo habían sido necesarios dos días para que los planes de emergencia se pusieran en práctica. La escuela se estaba reconstruyendo rápidamente, supervisada por el recién instalado Paladin. Los Grigori estaban de regreso en el poder, supuestamente asegurándose de que quien fuera responsable de la catástrofe fuera castigado. Pero entonces, ¿cómo podrían hacerlo cuando la mayoría de los involucrados murieron quemados por mis propias llamas demoníacas?

Solo había llevado dos días para que todo se saliera de control por completo e irreversiblemente. Otra vez.

Si tan solo papá estuviera allí…

Él sabría qué hacer. Sabría cómo arreglarlo.

Era el día de la primera clase intensiva de exorcistas desde el incidente. Los pasillos que generalmente albergaban las clases estaban milagrosamente intactos y eran aptos para el uso de exorcistas. Todos los estudiantes normales habían sido enviados a casa con la excepción de si habían recibido mashous de los ataques de los demonios. Como resultado, se había inscrito un número considerable de nuevos estudiantes en la escuela intensiva.

A los nuevos estudiantes no se les había dado mucha información – ninguna, en realidad – acerca de qué, exactamente, estarían aprendiendo en esta escuela especial, pero dudo que algo pudiera haberlos preparado realmente. El estilo de vida de un exorcista no era algo que se desease a menos que fuera absolutamente necesario. La mitad de los nuevos reclutas se retirarían al final de la semana, si no es que después del primer día, y quedarían completamente traumatizados por la visión de Rin.

Mis propias facciones habían cambiado, coincidiendo con las de él, con esas orejas puntiagudas y los colmillos afilados. Mi cola está oculta por mi largo abrigo de exorcista – Rin tiene razón, es más cómodo, aunque considerablemente más peligroso, el mantenerla fuera en lugar de colocarla alrededor del abdomen – y aunque mis rasgos faciales eran suficiente para alertar a cualquiera con medio cerebro de que no era del todo normal, estaba lo suficientemente arriba en la cadena de exorcistas, que la mayoría ni soñaba con cuestionar mi apariencia.

Rin, por otro lado… bueno. Tres chicos nuevos salieron corriendo del aula en cuanto lo vieron, y otro trató de apuñalarlo con un lápiz afilado. Agradecí a cualquier deidad benevolente que no condenara a mi existencia el que Rin de alguna manera hubiera madurado en los últimos meses y no intentara mutilar a un humano inocente.

Un tiempo después de las clases de lo pasó consolando a una llorosa Shiemi, ya que había respondido mal a una a algo básica durante la clase, por lo que incluso los novatos se reían de ella; sin embargo, poco tiempo después todo empezó a ir terriblemente mal. Sí, de nuevo.

Rin era comprensivo, demasiado comprensivo. O quizás era solo la estupidez en su cerebro recordándonos que definitivamente había sido el único nacido con un sentido de autoconservación. ¿Cómo no podía culparme? Solo habían pasado dos días desde que casi lo había ofrecido atado y amordazado en una bandeja de plata para ser sacrificado en una necia causa que terminó volviéndose en contra de todos, de todas maneras; intenté matarle, vi que mi propia mano apretó el gatillo y lo único que lo enfureció fue el hecho de que no le dije nada de antemano. Supongo que Rin siempre había sido, bueno, especial.

Pero era más que eso. Oh, lo sabía. Sabía que, aunque podía ser el mayor idiota de este lado de la realidad, era inteligente de una manera que nunca podría lograrse estudiando. Su fe y lealtad, tan diferentes a la mía, nunca flaquearían.

"¡Confía en mí también a veces! Siempre olvidas que soy el mayor" dijo mientras se encargaba del moretón que todavía le dolía, sospechosamente cerca de donde mi bala había perforado su carne. Como si dejar de hablar con él fuera el acto más atroz que había cometido en toda mi vida. Como si no hubiera perdido el control de las llamas azules y hubiera matado a una docena de exorcistas de manera equivocada.

Más tarde le pregunté por qué no parecía importarle que su hermano fuera un asesino tanto de demonios como de humanos. Su respuesta fue agarrarme en un implacable abrazo y plantar un áspero beso sin precedentes en mis labios.

"¿Qué? ¿No puedo darle a mi hermano pequeño un beso?" se rio de mi tartamudeante asombro, antes de ponerse serio de repente "Somos hermanos. Hermanos. Somos todos lo que nos queda, la verdad. Y eso es mi culpa, lo sé, lo sé, joder, pero no te dejaré ir, nunca"

Y entrelazó infantilmente sus brazos detrás de mi cuello para que no pudiera escapar, y yo entrelacé infantilmente sus brazos tras su espalda porque tampoco quería dejarlo ir, nunca.

Había comenzado con solo un demonio. De alto rango y poderoso, refiriéndose a nosotros como 'pequeños hermanos', seguramente no habría durado demasiado contra nosotros dos. No hubo tiempo para pedir refuerzos; en cuanto los demás fueron vistos, habíamos estado luchando por nuestras vidas.

"Padre está enfadado" dijo uno de ellos, al mismo tiempo que golpeaba el arma en mi mano izquierda y me derribaba antes de que pudiera sacar uno de mis repuestos.

"¡Eso solo significa más diversión para nosotros!" otro lamió sus colmillos antes de correr hacia Rin, retenido por las llamas azules que brotaban de su cuerpo y espada.

Luchamos con los demonios hasta que estuve peligrosamente cerca de agotar mi abundante suministro de balas, pero había al menos seis de ellos y solo dos de nosotros. Ni siquiera nuestras llamas podrían salvarnos esta vez.

Eventualmente nos tuvieron acorralados, ensangrentados y cansados, y nos acecharon con ansia, cerrando cualquier esperanza de escape.

Si estuviera pensando con claridad, posiblemente podría admitirme a mí mismo que no había otras opciones factibles. No había salida, nadie que viniera a rescatarnos, nada que explicara cómo mierda media docena de demonios extremadamente poderosos habían roto las barreras de la escuela, para empezar.

No había nada que pudieran haber hecho para producir un resultado diferente, ¡pero joder, no se suponía que fuera así! Había trabajado duro, muy duro, durante la mayor parte de su corta vida. Debería haber podido hacer algo. Solo unos días antes había descubierto el título de Paladin, aunque en circunstancias algo vergonzosas e inmorales, ¿pero de qué servía ser llamado genio exorcista si ni siquiera podía salvarnos de unos pocos demonios trastornados? ¿Qué sentido tenían cualquiera de mis metas, sueños, antes de este momento si ni siquiera podía proteger a mi propio hermano?

Sentí las garras de uno de los demonios mientras atravesaba la carne de la parte posterior de mi cuello. Lo último de lo que fui consciente antes de ser consumido por el vacío oscuro fue que Rin gritaba mi nombre mientras otro demonio descendía sobre él desde las alturas.

Cuando desperté, Rin no estaba por ningún lado; solo la mitad clavada rota de Kurikara, sirviendo como evidencia de que él estaba allí.