Continuamos con el tercer día de la LuNamiWeek, si, ya sé que la semana casi termina, pero aún así planeo a destiempo completar los 7 capitulos, algo sorprendente para una persona que pasó años sin escribir. Sin más dilación empieza la historia
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"Acercamiento forzado"
Era un día tranquilo en el Sunny, tanto que Nami había decidido tomarse el tiempo para organizar las nuevas provisiones que Sanji había comprado en el último puerto. La tripulación estaba dispersa por el barco, cada uno en sus propios asuntos, mientras ella, con una lista en mano, revisaba uno de los grandes cajones en la bodega.
—Luffy, no toques eso —dijo sin mirarlo, mientras escuchaba los pasos animados de su capitán acercándose caja grande de provisiones que estaba en la esquina.
—Solo quiero ver qué hay dentro —respondió el pelinegro con su típica despreocupación, asomando la cabeza sobre la caja.
Nami suspiró y siguió con lo suyo. Sabía que, aunque le dijera mil veces que no hiciera algo, Luffy encontraría una forma de desobedecerla.
—¡Hay carne! —gritó él emocionado, mientras sostenía con una mano la pesada tapa de madera—. ¡Nami, mira, es carne!
—Eso es para la cena de esta semana, Luffy. Ni lo pienses.
Antes de que pudiera terminar la frase, el capitán ya tenía la mitad del cuerpo dentro de la caja para inspeccionar más de cerca. Nami dejó de lado su lista y se acercó rápidamente para detenerlo, pero justo en ese momento, el barco dio un leve sacudón con el movimiento de las olas. La tapa de la caja, demasiado pesada para quedarse abierta por sí sola, se cerró de golpe.
¡BAM!
—¡¿Qué…?! —Nami parpadeó confundida al encontrarse de repente en la oscuridad, el cuerpo de goma de Luffy había amortiguado el impacto—. ¡Te dije que no tocaras esta caja!
Nami, ahora completamente encima de Luffy, trató de moverse sin éxito. La tapa de la caja era lo suficientemente pesada para que ella fuera incapaz de abrirla desde el interior. El espacio dentro de la caja era demasiado reducido, y a pesar de que Luffy podía estirarse, su posición no le permitía hacer nada.
—¡Luffy, ayúdame a salir! —dijo Nami con un tono claramente molesto.
—¡No puedo moverme! —respondió él, con una sonrisa nerviosa—. Además, tú estás encima de mí…
Nami se ruborizó al darse cuenta de lo apretados que estaban. Sus rodillas estaban a ambos lados del torso de Luffy, y cada intento de moverse solo empeoraba la situación.
—¡No puede ser! ¿Cómo nos quedamos atrapados así? —se quejó Nami, empujando la tapa con todas sus fuerzas, sin éxito.
Afuera, el suave movimiento del barco continuaba, pero algunos miembros de la tripulación ya se habían dado cuenta de los extraños ruidos provenientes de la bodega.
—Oye, ¿escuchas eso? —preguntó Usopp, inclinando la cabeza hacia la escotilla de la bodega, con los ojos muy abiertos—. Se escuchan golpes… y algo más.
Chopper, que estaba cerca, también alzó sus orejas, tratando de identificar los sonidos.
—Sí… hay algo raro. Como si algo estuviera moviéndose allá abajo —murmuró Chopper, poniéndose algo nervioso.
Usopp, siempre propenso a la exageración, se aferró al brazo de Chopper, mirando alrededor con una expresión de pánico creciente.
—¡¿Y si es un monstruo marino que subió al barco y se escondió en la bodega?! —susurró Usopp, claramente alterado—. ¡O peor, podría ser un fantasma de uno de los enemigos que derrotamos! ¡Nos vienen a buscar!
Chopper palideció y sus ojos se agrandaron aún más ante la mención de fantasmas.
—¡No digas eso! —gritó el pequeño reno, abrazando a Usopp con fuerza—. ¡No quiero enfrentarme a un fantasma!
Ambos comenzaron a temblar, y aunque no estaban completamente seguros de lo que estaba pasando, el miedo ya se había apoderado de ellos. Los ruidos continuaban, y cada crujido de la madera hacía que Usopp se encogiera más.
—¿Qué hacemos? —preguntó Chopper, asustado—. ¡No podemos ir ahí abajo si hay algo espeluznante!
—¡Tienes razón! —Usopp respondió rápidamente, con los ojos aún más grandes que de costumbre—. Primero debemos asegurarnos de que estemos preparados. ¡No podemos enfrentarnos a lo desconocido sin un plan!
Mientras tanto, dentro de la caja, Nami y Luffy seguían intentando salir, sin éxito. Cada vez que Nami empujaba, algo más se movía dentro de la bodega, probablemente otras provisiones que bloqueaban la salida.
—¡Luffy, haz algo! —le ordenó Nami, ya exhausta por el esfuerzo de empujar la pesada tapa.
—Lo intento, pero no hay espacio para moverme —respondió Luffy, intentando estirarse, pero su cuerpo de goma no era suficiente para liberarles en un espacio tan reducido—Si uso mucha fuerza, todo lo de arriba podría caernos encima —explicó él—. Y no quiero que te lastimes.
Nami se detuvo un momento, sorprendida por el comentario. Luffy rara vez pensaba en las consecuencias cuando se trataba de usar su fuerza, pero parecía que esta vez estaba preocupado por ella. Su mirada, aunque molesta, suavizó un poco.
Comenzó a sentir el cansancio acumulándose en sus brazos. No podía mantenerse apoyada en ellos por mucho más tiempo, pero la idea de caer completamente sobre Luffy la incomodaba.
—Ugh, esto es imposible… —murmuró, sus brazos ya temblando por el esfuerzo—. No puedo sostenerme más.
—¿Qué pasa? —preguntó Luffy, debajo de ella, completamente relajado a pesar de la situación—. ¿Te duele algo?
—¡Mis brazos! No soy como tú, no puedo mantenerme en esta posición por siempre —respondió Nami con frustración.
Luffy ni se inmuto, antes de que Nami pudiera reaccionar, él simplemente dijo:
—Entonces solo relájate. No me molestas.
Aún en la oscuridad, Nami abrió los ojos sorprendida, pero sus brazos ya no le respondían. Con un suspiro de resignación, dejó que su cuerpo se apoyara por completo sobre Luffy, quien, siendo de goma, apenas lo notó.
—Ves, no es tan malo —comentó Luffy, mientras ella intentaba acomodarse un poco mejor para no estar en una posición incómoda.
—Para ti, tal vez no… —Nami murmuró, claramente avergonzada por lo cerca que estaban—. Pero necesito que salgamos de aquí antes de que alguien nos encuentre.
Luffy pensó un momento, mirando a su alrededor (aunque no había mucho que ver) y luego tuvo una idea.
—¡Oye, Nami! ¿Y si gritamos para que alguien nos ayude? —sugirió con entusiasmo.
Nami negó con la cabeza.
—Si empiezas a gritar aquí dentro me destrozaras los oídos. No, gracias.
Afuera, Usopp y Chopper seguían discutiendo.
—¡Debe ser un monstruo! —exclamó Usopp—. ¡Y está atrapado ahí dentro! ¡Tal vez está intentando liberarse y destruirnos a todos!
—¡No quiero ser destruido! —gimió Chopper, agarrándose la cabeza con las patas—. ¡Vamos a buscar refuerzos!
Ambos salieron corriendo, chillando mientras lo hacían, sin siquiera atreverse a bajar a investigar.
Nami escuchó los pasos apresurados y las voces ininteligibles de Usopp y Chopper.
—¿Qué estarán haciendo ahora? —preguntó ella, frunciendo el ceño.
Luffy soltó una risa suave.
—Ah, deben estar jugando. Suena divertido —dijo, disfrutando de la situación.
Nami suspiró, dándose cuenta de que la cosa solo se volvería más ridícula si alguien más aparecía.
Afuera, mientras Usopp y Chopper corrían por la cubierta, jadeando y nerviosos, su primer instinto fue buscar a Zoro, quien dormía profundamente junto a la popa del barco.
—¡Zoro! ¡Despierta! —gritó Usopp, sacudiendo su hombro con desesperación—. ¡Hay algo en la bodega! ¡Un fantasma o un monstruo!
Zoro abrió un ojo, claramente irritado por haber sido despertado.
—¿Un monstruo? —preguntó Zoro, bostezando y acomodándose para seguir durmiendo—. Probablemente es tu imaginación. ¿Por qué no lo resuelves tú, Usopp?
—¡Claro que no es mi imaginación! —insistió Usopp, gesticulando frenéticamente—. ¡Te lo juro, hay algo moviéndose allá abajo!
Chopper, a su lado, asentía con entusiasmo, aunque Zoro simplemente se dio la vuelta, dispuesto a ignorarlos.
—Déjenme en paz. Si fuera un verdadero monstruo, ya habría escuchado más gritos —respondió Zoro con voz somnolienta, cerrando los ojos de nuevo—. Dejen de molestarme por tonterías.
Desanimados, pero no dispuestos a rendirse, Usopp y Chopper se dirigieron entonces hacia Sanji, quien estaba en la cocina preparando la comida.
—¡Sanji! —llamó Chopper con urgencia—. ¡Hay algo en la bodega! ¡Un monstruo o un fantasma!
Sanji se giró con una ceja levantada, mientras cocinaba despreocupadamente.
—¿Un monstruo? ¿De verdad, Usopp? —dijo Sanji, arqueando una rizada ceja—. Esto suena como otra de tus historias exageradas.
—¡Esta vez es real! ¡Lo juro! —insistió Usopp, poniéndose de puntillas y estirándose hacia Sanji para intentar captar su atención.
—¿Y qué hay del pelos de epazote? —preguntó Sanji, soplando el humo de su cigarrillo mientras revolvía una olla—. ¿No se supone que él debería encargarse de cosas así?
—¡Zoro no nos creyó! —intervino Chopper, preocupado—. ¡Por favor, Sanji, al menos ve a echar un vistazo!
Sanji sonrió con suficiencia y negó con la cabeza.
—Lo siento, chicos, pero no voy a caer en otra de tus historias de fantasmas. Además, tengo que terminar de cocinar, no tengo tiempo para perseguir enemigos imaginarios —dijo con un guiño, enfocándose nuevamente en sus tareas.
Frustrados por la falta de interés de Sanji, Usopp y Chopper se miraron con desesperación mientras el cocinero volvía a concentrarse en su sartén. Sabían que debían seguir buscando ayuda y se dirigieron rápidamente hacia donde Robin estaba leyendo en la cubierta, con la esperanza de que ella al menos los tomara en serio.
Mientras tanto, dentro de la caja, Nami y Luffy seguían atrapados. Tras dejar que su cuerpo descansara completamente sobre él, Nami intentaba distraerse de la incomodidad que le producía la cercanía. De vez en cuando empujaba la tapa, aunque sin éxito. Luffy, como siempre, parecía relajado y ajeno al problema.
—Si no fueras tan glotón, no estaríamos atrapados aquí… —murmuró Nami para cambiar el tema, ocultando su incomodidad.
—¿Eh? ¡A todos les gusta la carne! —respondió Luffy con una risa alegre—. Y, de todas formas, esto tiene su lado divertido, ¿no? Como una aventura.
Nami suspiró profundamente, rodando los ojos.
—¡No se supone que sea una aventura! —dijo finalmente, antes de apoyarse de nuevo y cerrar los ojos un momento—. Solo... olvídalo.
Luffy la sintió apoyarse contra él, y, aunque siempre era despreocupado, se quedó quieto, respetando el silencio. Nami se recostó, tratando de calmar los latidos de su corazón que solo aumentaban al estar tan cerca de él. La falta de luz la obligaba a concentrarse en sus sentidos, a ser más consciente de cada roce y cada suspiro que compartían en esa oscuridad...
Afuera, Usopp y Chopper encontraron a Robin, que estaba cerca de su jardín de flores.
—¡Robin! ¡Necesitamos tu ayuda! —gritó Usopp—. ¡Hay algo en la bodega y nadie nos cree!
Robin levantó la mirada de su libro y sonrió con calma.
—¿Algo en la bodega? —preguntó, sus ojos brillando con interés—. ¿Qué clase de "algo"?
—¡Podría ser un monstruo o un fantasma! —exclamó Chopper.
Robin se cruzó de brazos, miró al cielo, pensativa, antes de responder con una sonrisa divertida.
—Interesante teoría, Usopp. Aunque, quizás deberían buscar a Franky o Brook —sugirió ella, sin preocuparse demasiado—. Tal vez ellos puedan ayudarlos con lo que están buscando.
Usopp y Chopper intercambiaron miradas de desesperación. Nadie parecía estar dispuesto a ayudar, y cada minuto que pasaba, el "monstruo" en la bodega se volvía más real en sus mentes.
—¡Esto no va a acabar bien! —gimió Usopp—. ¡Estamos perdidos!
Dentro de la caja, el espacio cada vez parecía más reducido. Nami podía sentir cómo el cuerpo de Luffy se movía con cada respiración. Intentaba concentrarse en otra cosa, pero ahí dentro parecía casi imposible pensar en algo más. Luffy, que al principio había estado relajado, ahora parecía notar lo extraña que se había vuelto la atmósfera entre ambos.
—¿Estás cómoda, Nami? —preguntó Luffy de repente, inclinando un poco la cabeza hacia ella.
Nami se revolvió sobre él, sorprendida por la pregunta.
—¿Cómoda? —repitió—. Estoy encima de ti, en una caja cerrada... ¿cómo crees que me siento?
—Ah, cierto —dijo Luffy con una pequeña risa—. Pero no me molesta, eres ligera.
Incluso en la oscuridad, Nami apartó la mirada, avergonzada del rubor que sabía que tenía en las mejillas. Desesperada por distraerse, cambió ligeramente de posición, pero al hacerlo se apoyó más en el pecho de Luffy.
—Lo siento… —murmuró mientras se ajustaba.
—Está bien, no te preocupes —respondió Luffy, su voz relajada.
Un silencio cargado los envolvió, y Nami se encontró cada vez más consciente de la cercanía entre ellos. La calidez de Luffy se sentía intensamente a través de sus ropas, y, aunque siempre habían sido amigos, esta cercanía era diferente. Más íntima.
—Sabes, Nami… —dijo Luffy de repente, con una sorprendente suavidad en la voz—, me gusta estar contigo, incluso en esta caja. Es divertido.
Nami no pudo evitar sonreír. A pesar de lo extraña que era la situación, sus palabras tenían un efecto inesperado en ella, suavizando sus pensamientos.
—Eres un caso perdido, Luffy —murmuró, con una mezcla de cariño y resignación.
Luffy rio, y el sonido reverberó en el pequeño espacio, resonando en el pecho de Nami debido a la cercanía. Aunque intentaba ignorarlo, cada movimiento de Luffy, aunque seguían atrapados, cada respiro la hacía sentir menos incomoda.
Chopper y Usopp corrieron hacia el taller de Franky, donde el carpintero estaba concentrado ajustando una de las piezas del Sunny. Con gafas protectoras y una llave inglesa en la mano, Franky no levantó la mirada cuando los dos llegaron corriendo, jadeando por la carrera.
—¡Franky! ¡Necesitamos tu ayuda! —gritó Usopp, tomando aire entre palabras—. ¡Hay algo en la bodega! ¡Un monstruo o un fantasma!
Franky siguió trabajando, ni siquiera volteó al oírlos. Con su habitual calma, contestó:
—¡SUPER! —gritó con entusiasmo sin dejar de girar la llave inglesa—. Pero tengo cosas más importantes que hacer, chicos. ¡Este barco no se va a mantener solo! ¡El Sunny necesita amor y cuidado, no cazadores de fantasmas!
Chopper frunció el ceño y dio un par de pasos hacia adelante.
—¡Pero Franky! ¡Esto es serio! ¡Podría ser peligroso para todos!
Franky finalmente se quitó las gafas de protección y les lanzó una mirada de suficiencia.
—Peligroso, dices... —repitió, enderezándose y cruzando los brazos—. ¿De verdad creen que un fantasma puede con un navío tan SUPER como el Thousand Sunny? —Franky dejó escapar una risa exagerada, dándose una palmada en el pecho—. ¡Ni en sueños! Además, ¿no está Zoro por ahí? Ese tipo puede cortar cualquier cosa, incluso cosas que no existen. ¡Estoy seguro de que lo tiene todo bajo control!
Usopp y Chopper se miraron con desesperación.
—¡Zoro no nos creyó! —se quejó Chopper—. ¡Dijo que no había visto nada! ¡Por favor, Franky!
Franky levantó las manos en un gesto de derrota, aunque claramente estaba más concentrado en su trabajo que en la conversación.
—Lo siento, chicos. Ya tienen a su cazador de monstruos —dijo mientras ajustaba una tuerca en una de las vigas del Sunny—. Pero Franky tiene que ocuparse de cosas SUPER importantes aquí. ¡No puedo abandonar mi trabajo solo por una historia de fantasmas!
—¡Esto no es una historia! —insistió Usopp, visiblemente frustrado—. ¡Es real! ¡Lo juro!
Franky sonrió de lado, encogiéndose de hombros mientras volvía a su tarea.
—Entonces deberían revisar con Brook. Él sabe más de fantasmas que cualquier otro en este barco, ¿verdad? —dijo con una risa burlona—. ¡Tal vez él quiera enfrentarse a este "monstruo"!
Chopper y Usopp se dieron por vencidos y, cabizbajos, comenzaron a alejarse del taller, sabiendo que intentar convencer a Franky era inútil. El carpintero simplemente seguía demasiado concentrado en sus deberes para preocuparse por lo que creía era otra de las exageraciones de Usopp.
Mientras se alejaban, Chopper suspiró.
Resignados, Usopp y Chopper empezaron a alejarse, dispuestos a buscar al esquelético músico.
—Franky tampoco nos tomó en serio… —suspiró Chopper.
—Supongo que Brook es nuestra última opción. Aunque… —murmuró Usopp—, si él cree que hay un fantasma, ¡probablemente se asustará más que nosotros!
Los dos se miraron con resignación y decidieron ir a buscar a Brook, alterados por la situación en la bodega sin imaginar si quiera lo que en verdad pasaba.
Capitán y Navegante seguían atrapados sin que nadie apareciera, y la paciencia de Nami comenzaba a agotarse. Sentía cada respiración de Luffy contra ella, y aunque intentaba ignorarlo, el latido constante de su propio corazón la delataba. Moviéndose incómodamente, se aclaró la garganta.
—Tal vez debí hacerte caso y gritar cuando ese par estaban correteando cerca —se quejó Nami, en parte para romper el silencio y en parte para distraerse del creciente cosquilleo en su estómago.
Luffy, con su tranquilidad habitual, solo encogió los hombros como si la situación le resultara más divertida que alarmante.
—Seguro que alguien nos encontrará pronto —respondió él, con una pequeña sonrisa que, a pesar de la oscuridad, Nami pudo notar.
Ella resopló, frustrada y al mismo tiempo divertida por lo poco que parecía afectarle el encierro. Con un suspiro, trató de acomodarse de nuevo, pero el espacio era tan reducido que cualquier movimiento solo la hacía sentirse más consciente de la cercanía de Luffy.
—Podrías al menos intentar moverte un poco —murmuró, con un toque de nerviosismo que no pudo disimular.
—No es que tenga mucho espacio —se defendió él, aunque su tono era más juguetón que serio—. Pero está bien —agregó—, así te sientes más cómoda.
Nami soltó una risa suave y nerviosa, agradecida por el intento de Luffy de aligerar el ambiente. Al hacerlo, descansó su cabeza por un momento sobre el hombro de él, un gesto que no pasó desapercibido para ninguno de los dos. La sensación de su calor, de su presencia, hizo que Nami cerrara los ojos por un segundo, tratando de calmar sus pensamientos.
—Es extraño, ¿no? —murmuró, sin abrir los ojos, como si el silencio y la oscuridad le dieran el valor para decir algo que en otra situación no habría admitido.
Luffy inclinó ligeramente la cabeza, con una sonrisa curiosa en los labios.
—¿El qué?
—No sé… —vaciló, tomando una respiración profunda—. Esto de estar aquí, tan… cerca.
La palabra quedó suspendida entre ellos, y por un momento Luffy pareció perder su habitual despreocupación. Después de un breve silencio, respondió, su voz baja y sincera:
—No sé, Nami. Me gusta… estar cerca de ti.
Esas palabras hicieron que Nami se sonrojara, y aunque no podía verlo, sentía su corazón latiendo más fuerte al escucharlo. Era una declaración simple, y, sin embargo, resonaba en su pecho con una intensidad que no había anticipado.
La voz de Luffy volvió a llenar el silencio, suave y reconfortante.
—¿Sabes? Me hace sentir… bien. Incluso atrapados aquí.
Nami no pudo evitar sonreír. Por primera vez desde que habían quedado encerrados, el encierro le pareció menos sofocante.
Mientras tanto, Chopper y Usopp iban decididos hacía el nido de cuervo, donde Brook solía pasar el tiempo tocando su violín. Al llegar, lo encontraron sumido en su música.
—¡Brook! —gritaron al unísono, acercándose rápidamente.
El músico dejó de tocar y los miró con interés, las cuencas de sus ojos fijos en ellos.
—¿Qué sucede, mis pequeños amigos? ¿Acaso han visto a un fantasma? —preguntó, con gravedad.
—¡No es un juego! —exclamó Usopp, agitado— De verdad hay un fantasma en la bodega.
El rostro de Brook palideció, o lo habría hecho de tener uno, pero su expresión se tornó seria mientras prestaba atención a Usopp.
—¿Un fa fa fa...fantasma en la bodega? —preguntó, su voz temblando levemente—. ¡Eso suena aterrador!
Usopp asintió con la cabeza, sintiendo que su mensaje comenzaba a calar hondo en su amigo.
—¡Lo es! —dijo Usopp, gesticulando con emoción—. Franky ni nadie no nos toma en serio, necesitamos ayuda.
Chopper Miró a Brook, ansioso.
—¡Tienes que ayudarnos! Tú sabes sobre fantasmas.
Brook frunció el ceño, pensativo, mientras su mente se llenaba de imágenes de espectros y leyendas.
—Tal vez yo podría… —murmuró, pero su voz se volvió incierta—. Aunque, en realidad, no soy muy bueno enfrentándome a fantasmas.
Usopp se llevó las manos a la cabeza, desbordando frustración.
—¡Brook, no podemos quedarnos aquí discutiendo sobre fantasmas! ¡Necesitamos ayuda!
Brook se quedó en silencio un momento, procesando la situación.
—¡Es cierto! —exclamó Brook, de repente iluminado por una idea—. ¡Luffy es increíblemente fuerte! Si hay algo en la bodega, seguro que él podrá ayudarnos.
Chopper asintió con realización, habían corrido como pollos sin cabeza preguntando a sus compañeros conforme los encontraban, tan asustados que dejaron pasar la respuesta más obvia.
—¡Por supuesto! Luffy siempre está dispuesto a ayudar— su rostro iluminándose con esperanza.
Decididos, los tres comenzaron a buscar a Luffy, sin saber que él ya estaba en la bodega, atrapado en una situación que, aunque incómoda, era también sorprendentemente divertida.
—Vamos a buscarlo en la cubierta primero —sugirió Chopper, mientras se dirigían a la escalera.
A medida que bajaban, Brook seguía hablando de las leyendas de fantasmas que había oído, lo que solo servía para incrementar la ansiedad de Usopp y Chopper.
—¿Y si el fantasma es un guerrero del pasado? —comentó Brook, mientras caminaban—. ¿O tal vez un espíritu vengativo?
—¡Eso no ayuda, Brook! —exclamó Usopp, mientras avanzaban por el barco—. Solo necesitamos encontrar a Luffy.
Finalmente, Chopper, Usopp y Brook llegaron a la cubierta, mirándose unos a otros en busca de alguna señal de Luffy.
—Si Luffy no está aquí, ¡tendremos que buscar en el comedor! —sugirió Chopper, su pequeño rostro lleno de determinación.
En la oscuridad de la bodega, el espacio confinado dentro de la caja parecía aún más reducido. Apenas había suficiente luz para distinguir las siluetas, y Nami podía sentir la respiración de Luffy sobre su coronilla, relajado como siempre, pero ahora algo más atento.
El calor de sus cuerpos parecía más palpable con cada minuto que pasaba, y a pesar de su incomodidad inicial, Nami ya no podía seguir apartándose. Había dejado de luchar contra el espacio reducido, sintiendo el peso de su cuerpo sobre Luffy, algo que antes le habría molestado mucho más. Ahora, en esa quietud, su mente empezaba a divagar.
Su mano, casi sin darse cuenta, se movió hacia el pecho de Luffy, sintiendo bajo sus dedos la cicatriz que lo atravesaba. El leve relieve de su piel la hizo estremecerse. Nami no sabía por qué lo hacía, pero tampoco quería detenerse. La oscuridad la protegía, cubriendo cualquier expresión en su rostro, como si ese simple hecho le diera permiso para actuar de manera diferente a como lo haría normalmente.
Mientras sus dedos trazaban suavemente la cicatriz, se dio cuenta de algo que nunca había considerado antes: le gustaba estar cerca de él, más de lo que quería admitir. Su corazón latía más rápido, y sus sentidos parecían haberse agudizado. Incluso el aroma de Luffy, cálido y familiar, le resultaba reconfortante en ese espacio cerrado. Un aroma simple, pero que ahora le provocaba algo inexplicable.
Luffy, hasta entonces tranquilo, parecía notar el cambio. Su respiración, que siempre había sido constante y relajada, ahora se sentía un poco más profunda. El ambiente, antes despreocupado, adquirió un tono diferente, cargado de una tensión que Nami no esperaba.
—Nami… —murmuró Luffy, pero esta vez no con su habitual despreocupación.
Nami retiró la mano lentamente, sintiendo una punzada de vergüenza al darse cuenta de que había sido "descubierta". Sus mejillas se calentaron, aunque la oscuridad le daba cierto alivio al ocultar su expresión. Había actuado sin pensar, dejándose llevar por la intimidad de la situación, pero ahora no sabía cómo interpretar el momento, ni cómo lo estaría percibiendo Luffy.
—Lo siento —susurró, con voz suave y algo insegura. Su corazón latía con fuerza, y aunque no quería que el momento se rompiera, tampoco sabía cómo sostenerlo sin sentirse expuesta.
Para su sorpresa, Luffy no respondió con palabras, pero ella notó que se relajaba aún más bajo ella, como si la proximidad fuera algo completamente natural para él. Su presencia era cálida y constante, y en esa quietud, Nami se sintió un poco más cómoda, aunque aún notara sus propias emociones a flor de piel.
—No pasa nada, Nami —murmuró él finalmente, con una sonrisa que ella podía "sentir" en su voz más que verla.
Ese pequeño gesto, su tono tranquilo, le hizo sentir un poco más a salvo en esa cercanía que, lejos de ser incómoda, la hacía sentir bien de una manera que no había anticipado.
Tras revisar la cubierta y el comedor sin éxito, la búsqueda de Luffy se intensificó. Usopp, Chopper y Brook decidieron abarcar cada rincón del Sunny, asegurándose de que no pasaran por alto ni el lugar más improbable.
Primero, fueron a la recámara de los chicos, donde encontraron a Zoro durmiendo profundamente. Usopp lo sacudió sin mucho éxito, mientras Chopper le hablaba en voz baja.
—Zoro, ¿has visto a Luffy? —susurró Chopper, casi como si no quisiera interrumpir su sueño.
Zoro solo murmuró algo incomprensible antes de rodar hacia un lado, completamente ajeno a la situación. Desanimados, el trío se dirigió al siguiente lugar: el acuario. Chopper revisó entre los tanques, mientras Usopp buscaba debajo de las sillas y Brook inspeccionaba los rincones oscuros.
—¿Nada…? —preguntó Brook, cada vez más desconcertado. Chopper y Usopp negaron con la cabeza.
Después, fueron al baño. Abrieron cada puerta con cautela, esperando ver a su capitán, pero allí tampoco había ningún rastro de Luffy. Usopp empezó a sudar frío, ya sin ideas de dónde podría estar.
—¡Ni siquiera el baño! —exclamó Chopper, visiblemente frustrado.
Desesperados, se dirigieron a la biblioteca, aunque sabían que Luffy apenas ponía un pie allí. Brook revisó detrás de los estantes y Chopper inspeccionó cada esquina, pero el lugar estaba vacío. Ni una señal de su capitán en ningún lado.
Finalmente, exhaustos y confundidos, se sentaron en el pasillo, tratando de entender qué había pasado.
—No puede ser… —jadeó Usopp, mirando a sus compañeros con expresión alarmada—. Hemos revisado todo el barco. ¡Luffy no está en ninguna parte!
Fue entonces cuando un escalofrío recorrió a los tres al mismo tiempo.
Chopper, temblando, susurró mientras abrazaba su sombrero.
—Eso solo puede significar… que algo lo atrapó…
Brook asintió lentamente, y su voz temblaba de miedo.
—¡El fantasma lo secuestró! ¡Debe haberlo arrastrado hasta la bodega!
La idea comenzó a crecer en sus mentes. Un "fantasma" que había atrapado a Luffy y lo mantenía prisionero en la bodega explicaba perfectamente su desaparición. Sin ninguna otra teoría en mente y su imaginación desbordada, los tres reunieron las pocas fuerzas que les quedaban y se levantaron, decididos a enfrentar lo que fuera necesario para rescatar a su capitán. Sin imaginar que Luffy y Nami se hallaban inmersos en su propia burbuja.
Totalmente aislados del mundo exterior, ya ni siquiera escuchaban los ruidosos pasos en la cubierta de sus nakamas, la oscuridad y la cercanía de sus cuerpos habían borrado cualquier rastro de incomodidad inicial. Ambos estaban tan inmersos en la proximidad del otro que el tiempo parecía haberse detenido. Nami podía sentir el calor de Luffy bajo ella, y el suave sonido de su respiración se le hacía más reconfortante con cada segundo.
Inhaló profundamente, dejando que el aroma de Luffy llenara sus pulmones, un olor cálido y familiar que, en esa intimidad, le resultaba inexplicablemente reconfortante. Mientras estaba así de cerca, sintió algo inesperado: el cuerpo de Luffy, generalmente relajado y despreocupado, se estremeció ligeramente bajo su peso.
Luffy contuvo el aliento, un temblor casi imperceptible recorriendo su pecho mientras la calidez de Nami parecía envolverlo. Esa sensación cosquilleante le hizo apretar los labios, y su respiración, que siempre era rítmica y constante, comenzó a volverse más pausada… y un poco más entrecortada.
Fue entonces cuando sus miradas se cruzaron en la penumbra, ambos apenas visibles, pero la oscuridad les permitía distinguir la proximidad de sus rostros.
—Nami… —murmuró Luffy, y su voz sonó diferente, más profunda y sincera.
Sin responder, Nami deslizó su mano de nuevo hasta el pecho de Luffy, sus dedos rozando la cicatriz que lo cruzaba. No estaba segura de por qué lo hacía, solo sabía que en ese momento sentía la necesidad de estar más cerca de él, de conectar con algo que siempre había estado ahí pero que hasta ahora no había querido ver. Pudo sentir bajo sus dedos como el corazón de Luffy comenzaba a latir más deprisa. Sin pensarlo, deslizó su mano desde el pecho de Luffy hacia su hombro, dejándola descansar allí un momento, maravillada por la forma en que Luffy se estremecía bajo su tacto.
Casi como un reflejo, Nami se inclinó un poco hacia él, sintiendo el calor de su aliento en sus labios. La cercanía entre ambos era palpable, y el silencio en la caja se volvió denso, cargado de emociones que nunca antes habían compartido de esa manera. Sus rostros estaban tan cerca que bastaría un suspiro para que sus labios se encontraran.
Mientras tanto, en la cocina, Chopper, Usopp y Brook irrumpieron corriendo, sus rostros pálidos por el pánico, en busca de ayuda. Sanji, que en ese momento servía café y unos bocadillos a Robin que ahora le hacía compañía levantó la vista al verlos entrar tan alterados...
—¡Sanji! —jadeó Usopp—. ¡El fantasma atrapó a Luffy! ¡Tenemos que salvarlo antes de que sea demasiado tarde!
Sanji apenas levantó una ceja, manteniendo la calma mientras se volvía hacia ellos, visiblemente exasperado.
—¿De qué están hablando? Dejen de hacer escándalo. Luffy puede cuidar de sí mismo, ¿no? —respondió, irritado de que interrumpieran ese bello momento con su tigresa Robin.
—¡Es en serio! — Exclamó Chopper, que aún intentaba recuperar el aliento — Luffy debe estar en peligro.
Sanji que estaba muy seguro de que todo ese asunto de los fantasmas y monstruos no era más que otro de los cuentos de Usopp, se plantó frente a ellos y dijo — ¡Escuchen con atención, mi único deber en esta vida es cuidar a las mujeres del mundo! así que mientras Nami—swan y Robin—chwan estén a salvo, ustedes tendrán que enfrentarse a los fantasmas—completó señalándolos con su cigarrillo en la mano. Pensando que eso sería suficiente para zanjar la discusión.
—Ahora que lo mencionan— dijo Book con voz de ultratumba — ¿Alguien ha visto a Nami?
El comentario de Brook hizo que la tensión en la cocina se volviera palpable. Habían recorrido por completo el barco sin toparse con la navegante. Sanji, que hasta entonces se había mostrado despreocupado, dejó de lado su actitud de arrogancia y frunció el ceño.
—¿Nami—san… tampoco está? —murmuró con voz repentinamente quebrada.
Robin, con una sonrisa que parecía conocer mucho más de la situación de lo que mostraba, miró de reojo a Sanji y levantó una ceja.
—En realidad, Nami dijo que haría el inventario de las provisiones —comentó Robin, manteniendo su calma habitual.
Los cuatro voltearon a ver a la arqueóloga con la mandíbula desencajada, de repente la situación del fantasma empezaba a cobrar sentido.
Sanji palideció. La posibilidad de que tanto Nami como Luffy estuvieran "desaparecidos" al mismo tiempo, y además con esos ruidos extraños en la bodega… Su mente rápidamente imaginó todo tipo de escenarios, y con un brillo de indignación en los ojos, dio un paso hacia la puerta de la cocina.
—¡Ese Luffy atrevido, solo e irresponsable! ¡Voy a salvar a Nami—swan de sus garras! —exclamó, gesticulando dramáticamente mientras marchaba con determinación hacia la bodega, seguido de Usopp, Chopper y Brook.
Dentro de la caja el mundo exterior parecía haberse desvanecido, y Nami no podía evitar sentirse atrapada en la intensidad de la mirada de Luffy, algo nuevo y desconocido entre ellos. Nami sentía su corazón martillar en el pecho, sus ojos enfocados en el rostro de su capitán. La proximidad le permitía ver cada detalle: la cicatriz bajo su ojo, el brillo serio y curioso de su mirada. No podía recordar si alguna vez su capitán la había mirado así, de forma tan intensa.
Casi sin pensarlo, extendió una mano hacia él, rozando suavemente su mejilla con los dedos. Al sentir el calor de su piel, Luffy entrecerró los ojos, y, como respondiendo a una señal silenciosa, levantó su brazo para rodear la espalda de Nami, acercándola aún más hacia él. Esa confirmación inesperada le aceleró aún más el pulso; algo se formaba entre ellos, una pregunta que ninguno había expresado en palabras.
Luffy tragó saliva, sus ojos serios, y en un tono apenas audible, murmuró:
—Nami…
La voz de Luffy sonaba profunda y vulnerable, y esa simple palabra resonó en el pequeño espacio de una manera que ella jamás había escuchado. Con un leve suspiro, Nami cerró los ojos, inclinándose hacia él. Ambos sintieron que la distancia entre ellos se reducía aún más, el roce de sus labios...
El sonido de la puerta de la bodega abriéndose de golpe y el eco de varios pasos apresurados rompieron el hechizo entre ellos. Ambos se quedaron inmóviles, sus rostros apenas separados, y la atmósfera cargada de anticipación se desvaneció en un instante. Nami se apartó rápidamente, su corazón aun martillando en el pecho mientras el sonido de las voces familiares se acercaba.
—¡Luffy! ¡Nami—swan! ¡¿Dónde están?! —la voz de Sanji resonaba en la bodega, llena de dramatismo y celos.
Nami que intentaba recomponer su tono de voz, exclamó — ¡Estamos aquí! — su voz amortiguada por varios cajones y bolsas de suministros que les bloqueaban salida apenas llegó a sus compañeros, que se miraron confundidos tratando de entender la situación. Sintió no sin cierta frustración, como Luffy soltaba su abrazo.
—¿Escucharon eso? —murmuró Chopper, sus orejas levantadas con atención—. ¡Viene de esa caja enorme!
Sanji, con los ojos encendidos de celos e impaciencia, se adelantó de inmediato y, sin perder tiempo, comenzó a apartar las provisiones que cubrían la tapa.
—¡Nami—swan! ¡Estoy aquí para rescatarte! —exclamó dramáticamente, ignorando el hecho de que también estaba rescatando a Luffy.
Usopp y Brook se apresuraron a ayudar, y entre todos lograron abrir la tapa de la caja, revelando a sus amigos atrapados. Nami y Luffy se quedaron congelados por un momento, la luz del exterior parecía excesiva después de pasar tanto tiempo a oscuras y se encontraban en una posición que resultaba bastante comprometedora.
Sanji palideció y luego se puso rojo de indignación al ver a Luffy tan cerca de Nami.
—¡¿Qué significa esto, capitán irrespetuoso?! —gritó, señalando a Luffy con el dedo mientras exudaba una mezcla de celos y reproche.
Nami, intentando no parecer afectada, tomó aire y rápidamente se levantó, sacudiendo su ropa y tratando de sonar tranquila.
—¡Ya basta! No es nada —dijo, evitando mirarlos directamente—. El barco tuvo una sacudida y sin querer quedamos atrapados, ¿de acuerdo?
Luffy, aún algo aturdido, intentó ponerse de pie y se rascó la cabeza con su típica expresión de confusión. Sin embargo, su actitud relajada se veía algo alterada; Nami pudo notar el leve rubor en sus mejillas.
—Sí… eso es todo, solo estábamos… revisando la carne —murmuró Luffy, con su voz aún un poco baja y nerviosa.
La tensión en la bodega fue reemplazada rápidamente por el caos habitual. Usopp, sin perder un segundo, se irguió con aire de importancia y comenzó a relatar a toda prisa cómo él había liderado la "heroica misión de rescate" para salvar a sus amigos atrapados.
—Fue realmente peligroso —declaró Usopp, inflando el pecho y señalando la caja—. ¡Pero yo, el valiente capitán Usopp, estaba dispuesto a enfrentar el peligro y liberar a nuestros nakamas, incluso si era un fantasma!
Chopper lo miraba con los ojos brillantes, impresionado, pero Sanji, que aún no lograba deshacerse de su indignación, no tardó en replicar:
—¡Ah, claro, el valiente Usopp, que estaba temblando de miedo! —espetó Sanji, dándole un toque en la cabeza—. ¡Nami—swan estaba en peligro y aquí estabas tú escondido detrás de Chopper!
Usopp intentó protestar, pero la atención de la tripulación rápidamente se desvió en medio de las risas y bromas, mientras Brook hacía comentarios sobre lo irónico que sería que un esqueleto temiera a los fantasmas.
Mientras todos discutían y reían, Nami observó de reojo a Luffy, quien, aún con el leve rubor en las mejillas, evitaba mirarla directamente. Su expresión parecía tranquila, pero ella notaba cómo, por primera vez, Luffy estaba ligeramente incómodo, rascándose la cabeza y mirando a todos lados menos en su dirección. Esa pequeña señal, tan sutil, hizo que Nami sonriera para sí misma, con el eco de aquel momento compartido aún presente en su mente.
Robin, con su habitual calma, se acercó y, con una sonrisa traviesa, comentó en voz baja para que solo Nami escuchara:
—Parece que el inventario de provisiones fue más… interesante de lo habitual.
Nami intentó reprimir el rubor que amenazaba con aparecer y, sin poder evitarlo, lanzó una mirada fugaz a Luffy, quien aún se rascaba la cabeza sin saber muy bien cómo reaccionar.
Entre el bullicio de la tripulación y las quejas de Sanji, Nami y Luffy compartieron un instante de silenciosa complicidad, sabiendo que, aunque el momento se había interrumpido, algo entre ellos había cambiado para siempre.
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No sé si es demasiado narcisista decir que este es el mejor capitulo que he hecho hasta ahora en mi vida, pero si doy fé de que es el más divertido, sigo batallando con las transiciones de escenas y por primera vez metí comedia constante. Originalmente iba a hacer que Zoro también escuchara los ruidos, pero prontamente me di cuenta de que eso hubiera hecho la trama muy corta, así que hice lo posible para darles a Luffy y Nami el máximo tiempo a solas, a pesar de lo dificultoso que fue en principio estructurar como iba a suceder todo, la parte del final se escribió casi sola, traté de apegarme lo más posible a las personalidades de los queridos muguiwara. En fin, espero que hayan disfrutado el capitulo, tanto como yo disfruté escribiendolo.
