Disfrutar sin culpa
Spy x Family © Tatsuya Endo
Sinopsis: ¿Merecía alguien como Yor Forger, madre, esposa y asesina, ser feliz? La respuesta era que sí, incluso si eso se veía como egoísmo ante los ojos de otros.
Disfrutar sin culpa
A Yor le gustaba ser reconocida por varias cosas.
The Garden la elogiaba cuando cumplía sus trabajos. Yuri solía admirar cómo había dado todo, a pesar de haber sido tan joven cuando quedaron huérfanos. Y con Loid, había aprendido a valorar su inteligencia emocional y el peso de sus palabras.
Durante mucho tiempo, su inseguridad había opacado todo, pero en los últimos años, esas dudas sobre sí misma se habían reducido. Aunque no siempre se sentía segura, había aprendido a manejarlo y a llenar su vida de armonía. Le gustaba esa nueva parte de sí misma, pero no todo podía ser perfecto. Al aprender a dejar atrás sus inseguridades y a valorar los elogios, salió una nueva incertidumbre: ¿qué merecía realmente?
Yor estaba segura de que todo había surgido en una charla con Camila unas semanas atrás. Su compañera de trabajo, convencida de que recibiría una propuesta de matrimonio, se sorprendió cuando, en su último aniversario, lo único que Dominic le dijo fue que estaba feliz de pasar otro año a su lado.
Recordó cómo los cubiertos de plástico de Camila se rompieron en sus manos mientras contaba lo sucedido, recibiendo el apoyo de Millie y Sharon. La intención de Yor era unirse a la conversación para hacer lo mismo, pero su compañera, en lugar de reaccionar como antes, frunció el ceño y añadió con un tono dañino:
—Tú no tienes derecho a decirme nada.
—¿Perdón?
—Tu familia parece sacada de un cuento de hadas, y nada te sale mal. ¡Incluso te rodeas de mujeres de clase alta!
—Bueno, eso no es completamente cierto. No siempre estoy con ellas.
Yor no quiso añadir que, en realidad, solo le quedaba una extraña amistad con Melinda después de todo lo sucedido con la familia Desmond. Era casi un milagro que hubiera logrado mantenerse al margen de las polémicas y pudiera seguir viviendo con sus hijos en relativa normalidad.
Sin embargo, todo eso pasó a un segundo plano después de la declaración de Camila.
—No te mereces todo lo que tienes.
Quiso creer que Camila no lo decía en serio. Las miradas de Sharon y Millie lo confirmaron, y el resto del día estuvo lleno de una tensión que no desapareció, ni siquiera cuando, como siempre, se despidió de todas con una sonrisa.
Aunque Yor trató de seguir con normalidad después de eso, algo había cambiado. Esa sensación duró varios días, hasta que una tarde, durante su usual hora del té con Loid, la pregunta salió de su boca sin pensarlo.
—¿Nos merecemos todo esto, Loid?
Cuando su esposo escuchó la pregunta e intentó entender el motivo, Yor trató de disimular, pero él percibió su preocupación.
—¿Qué sucede, Yor?
—Empiezo a sentirme mal por disfrutar de todo esto —admitió, señalando la sala del departamento, donde muchos de sus momentos familiares estaban en fotografías—. Tantas personas sufrieron por lo que pasó… y yo aquí, preocupándome por cosas pequeñas, disfrutando de ser parte de los Forger. No sé si es egoísta.
Loid le tomó las manos y le sonrió. Agradeció su entrenamiento como espía, que le había permitido prever que, en algún momento, su esposa podría cuestionarse algunas cosas.
—Yor, no estás siendo egoísta —dijo Loid, apretando sus manos entre las suyas—. Esto que tenemos es algo que construimos juntos, a pesar de todos los problemas que hemos pasado. No es algo que debamos cuestionar ni sentir que no merecemos.
Yor lo miró, tratando de aceptar sus palabras.
—¿Pero no es injusto?
—Me sorprende que seas tú quien se cuestione esto y no yo, Yor —respondió él—. Ambos hemos hecho sacrificios. Pero estos momentos de paz, de felicidad, son algo que tú y Anya merecen más que yo o cualquier otra persona.
—¡Loid! —exclamó Yor, indignada. Con suavidad, sostuvo su rostro para que la mirara directamente—. No quiero que pienses demasiado.
—Tampoco quiero que tú lo hagas —indicó Loid—. Tienes derecho a vivir feliz y tranquila, no solo a preocuparte. Está bien que pienses en ti.
—Lo sé, es solo que no me acostumbro a ser egoísta.
—¿Por qué no puedes? Eres quien más lo merece —insistió su esposo.
—Deja de priorizar. Tú también mereces ser feliz.
—Pero desde tiempos antiguos, las damas han sido primero.
—¡Loid Forger!
—¡Oigan, silencio! —interrumpió Anya de repente, apareciendo justo frente a la pareja. De alguna manera, no se habían dado cuenta de que habían subido el tono y de que su hija había salido de su habitación, seguida por Bond—. Están pensando y diciendo lo mismo.
—¿Y por qué estabas leyendo nuestros pensamientos? —preguntó Loid, intentando cambiar de tema—. Tendrías que estar haciendo tu tarea, Anya. Aún tienes que mejorar en matemáticas.
—Pero el algoritmo matemático es una absoluta…
—No completes esa frase —la regañó su padre, resignado. Era claro que su hija sabía lo que había sucedido entre ellos y quería participar—. Bien, ¿qué escuchaste? —añadió, dándole el pie para que se uniera.
Anya los miró a ambos en silencio y, sin preguntar, se puso entre ellos, apoyándose contra su madre y dándole una mirada antes de añadir:
—Mamá, está bien disfrutar lo que tenemos.
Yor dejó que las palabras de su hija entraran en ella, como si fueran el té que calmaba el dolor estomacal de su esposo. Sabía que no iba a dejar de preocuparse por los demás, pero también entendía que su felicidad no debía ser motivo de culpa.
Después de todo, la familia Forger había estado a punto de sacrificar todo lo que eran por el bien de Ostania, Westalis y, tal vez, el mundo entero.
—Gracias —dijo, sonriendo—. A veces no es fácil.
—Nunca lo es —apoyó Loid—. Pero, aunque no hemos hecho todo bien, creo que podemos ser egoístas.
—No dejé que papá se fuera —declaró Anya, con bastante orgullo—. Él quería hacer un mundo donde los niños no tuvieran que llorar, pero si se iba, yo iba a llorar.
Fue el turno de Loid de poner una expresión preocupada, y Yor no necesitó usar toda su agudeza emocional para darse cuenta de lo que pasaba: su esposo estaba recordando el intento de despedida de Twilight con su hija cuando la Operación Strix estuvo en un punto crítico.
En ese momento, incluso ella había deseado levantar a ese espía que luchaba por salir por la puerta del departamento y encerrarlo para que dejara de hacer idioteces. No obstante, todo había tenido que suceder de una determinada forma.
De lo contrario, no estarían disfrutando de una merecida tarde de té en familia.
—Gracias, Loid, Anya —murmuró Yor, y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios—. Realmente me hace bien oír eso.
Nota de la autora: Todas mis historias suelen tener, por lo general, un toque de mi vida personal o de la etapa de la vida que estoy atravesando. Esta, quizás, es la menos sutil en ese aspecto, pero quería compartirla de todas formas.
Recuerden: un poco de egoísmo no está mal.
Ciao.
