Era un domingo y la mañana era perfecta para dar un paseo al aire libre, por el momento no había mucha gente merodeando en el parque. Ya hacía falta respirar aire nuevo después de estar dos semanas encerrados en el cuarto de mala muerte donde vivían.

Vivir en una pequeña ciudad que casi nadie conocía tenía sus ventajas.

—Ray. — Llamó mientras señalaba con su dedo índice a un lugar en especial.

La joven detuvo sus pasos y miró dónde estaba Zack.

Eran unos columpios que llamó la atención del muchacho como si nunca hubiera visto uno a diferencia de ella quien en su pasada vida solía ir al parque cercano de su casa después de salir de clases en fin de semana. En el lugar había muy poquitos niños lo cual no tardaron en llamar la atención de la gente por la aprecian de Zack.

Rachel caminó con la intención de subirse, le traía vagos recuerdos de cuando vivía en su ciudad natal.

Eran de los pocos buenos recuerdos de su antigua vida.

—Qué rara en fin, es una mocosa después de todo— Pensó. Aunque igual tenía curiosidad de intentarlo por lo que imitó la acción.

Al mismo tiempo ambos comenzaron a mecerse ignorando el entorno de la impresión que podrían dar ante el público ya que no los reconocerían, era un pueblo con internet de mala calidad.

Ray podía jurar que su compañero estaba disfrutando del momento, de pronto, un niño de más o menos siete años se les acercó, aquel mocoso se les quedó mirando especialmente al de hoddie.

Zack hizo caso omiso ya que aún tenía autocontrol como para no matarlo ahí mismo, odiaba las miradas de extraños.

— ¿Qué carajos haces aquí, mocoso? Saquese a la mierda — Ray solo mantenía el silencio mientras observaba tal escena.

Era divertido y no sabia como expresarlo, en el pasado lo haría pero esa vez es como si algo invisible lo bloqueaba.

—¡Bajase! Usted ya está viejo. — Expresó el niño con reproche.

Para la suerte del niño, Zack no traía consigo la guadaña a petición de Ray y por obligación, vió que los demás columpios estaban vacíos por lo que no entendía cuál era el problema de ese enano.

—¡No quiero!— No iba a ceder con facilidad. Por el bien del enano esperaba que lo dejara tranquilo de una buena vez.

— Me vale tres metros de verga, ¡Ahora lárgate!.

Algunas personas solo miraban la situación, había quienes se reían de la situación de un adulto discutiendo con un niño por la cosa más insignificante.

La voz del joven causó miedo al menor quien no dudó en salir corriendo.

Ray solo suspiró aliviada cuando el niño se dirigía con la mamá pero ambos debían a salir corriendo al ver que la mujer se acercaba a los dos y por el bien de la sociedad era mejor regresar pero Zack se dió cuenta y volvió a gritar y correr así espantando a madre e hijo.

Fue una mañana extraña de la cual no volverían a salir al menos en un buen tiempo porque habían llamado demasiado la atención.