Capítulo 1


¿A dónde van los muertos? Esta es una pregunta que ha intrigado por mucho tiempo (pero mucho tiempo) a los humanos, tanto los muggles como los mágicos. Muchas personas le temen a la Muerte como sucedió con el último Señor Oscuro, Voldemort, mientras otros como el mago gris Dumbledore, lo consideraban la siguiente Gran Aventura.

Sin embargo, para una familia antigua, esta pregunta no tenía una respuesta simple, ya que habían visto atisbos de las tierras eternas. Los Peverell alguna vez fueron la familia de magos favorita de Mort. Mortimer era el nombre humano de la Muerte, abreviado Mort. Morti o Morte eran solo apodos cariñosos que algunos mortales le habían dado a lo largo de los años mientras vagaba por los mundos del Arco.

Contrario a lo que muchos mortales creían, actualmente solo había un dios para cada cosa. Muerte y Vida eran los Dioses más poderosos mientras otros como Amor y Sabiduría, gustaban de mostrarse en múltiples formas. Guerra prefería ser mujer por aquello de "no hay furia en el infierno", pero algunas culturas prefirieron un dios masculino y los complació.

Mort encontró en uno de esos mundos a los Peverell, quienes no solo reconocieron la verdadera naturaleza de Mort sino que no huyeron hacia las colinas cuando lo vieron. Eso puso cierta curiosidad en Mort y se quedó a comer con aquella familia. Ya había comido una vez con un señor moreno que le convido la mitad de un guajolote bien asado y él le dio una especie de calabaza seca rellena de agua, que le ayudaría a salvar Vidas, como pago por la comida.

Convivio tanto con los Peverell que eventualmente les dio algunos obsequios y ellos los utilizaron bien... hasta que ya no lo hicieron. El primero de los hermanos dejó que la ira lo consumiera y perdió la varita que le dio. Mort estaba muy enojado cuando eso sucedió y le dijo a Antioch (cuando fue a recogerlo) que a partir de ese momento, la varita ya no obedecería solo a la familia Peverell sino a cualquiera y sería así hasta que un Peverell de sangre la empuñara luego de ganar su lealtad.

Solo hasta ese momento, la varita volvería a obedecer a un Peverell nada más.

El segundo en utilizar mal su regalo fue Cadmus. Aunque Mort le advirtió a Cadmus que su prometida estaba en el libro de futuros habitantes de su Reino, este no hizo caso y fingió que nada le pasaría. Ella murió y Cadmus enloqueció, usando su piedra para llamarla de vuelta. Cadmus sabía que la piedra solo permitía algunos minutos de comunicación con los muertos, pero llevó la piedra al límite y con ello a su amada. Ella enloqueció porque no podía tocar a Cadmus y Cadmus enloqueció por la misma razón.

Cuando Mort recogió a Cadmus, le lanzó al anillo la misma maldición que había usado en la varita.

Viendo el destino de sus hermanos, Ignotus decidió ocupar su capa de forma sabia y solo la ocupo cuando fue necesario. Vivió muchos años y entonces la legó a su hijo cuando Ignotus sintió que su tiempo de partir estaba cerca.

Mort paso una noche a casa de Ignotus y cenó una última vez con el último Peverell en pie de la familia que lo acogió. Rieron y charlaron de los viejos tiempos y cuando dio la media noche, Mort le tendió la mano a Ignotus y juntos partieron al Reino de la Muerte.

Pasaron muchos años, décadas enteras y generaciones, antes de que una hija de la casa Peverell se casara con un hijo de la casa Potter y entonces, viendo que no había un hermano que heredara la capa familiar, el padre de esta decidió legársela a su primer nieto varón y la tradición continuo.

El apellido Peverell desapareció y las ramas de su árbol cambiaron de apellidos varias veces, surgiendo solo dos nombres en el último siglo de este mundo que llevaban sangre Peverell: Tom Marvolo Riddle y Harry Potter, cuyos nacimientos se llevaban varias décadas de diferencia.

Tom ostentaba el derecho a portar la piedra de la resurrección mientras Harry ostentaba el derecho de portar la capa. Si su padre no hubiera muerto por causa del primer heredero mencionado, Harry simplemente hubiera sido el siguiente en la fila.

Pero Tom Riddle, mejor conocido como el Señor Oscuro, Voldemort, había fragmentado su alma inmortal y eso tendría consecuencias en su plano, no solo en el plano espiritual. Dada esa fragmentación, la piedra no supo reconocer a su legítimo heredero y continuo con la maldición impuesta por Mort.

No fue sino hasta que el paladín elegido por una profecía, Harry Potter, el otro heredero de los Peverell, obtuvo la piedra, que esta fue capaz de recuperar su poder original y permitirle a Harry ver a sus padres y amigos de ellos, de nueva cuenta.

La varita también volvió a sus manos y al tener las tres reliquias de los Peverell, estas recuperaron su poder y quedaron bajo la potestad de Harry. Mort supo que sus obsequios para los Peverell habían vuelto a reunirse bajo esa misma sangre.

Sin embargo, el descendiente de la familia de magos favorita de Vida, los Prince, estaba en un estado intermedio entre la Vida y la Muerte. Con trabajos lograron decidir el destino de Severus Snape entre ambas deidades y al final, se decidió darle una oportunidad de demostrar que merecía el otro mundo y el hombre respiro nuevamente.

Harry tuvo oportunidad de agradecer al hombre y habían empezado un trato más cordial entre ellos durante la convalecencia de Snape. Mort y Aisha (la Deidad de Vida) pensaban que era a lo más que podrían aspirar sobre sus favoritos.

Conforme pasó el tiempo, Harry siguió su Vida al igual que Severus Snape y aunque muchos se preguntaban qué haría el Niño Que Vivió con su Vida, la verdad es que ni él mismo lo sabía. Por el momento, se estaba limitando a existir y no morir de forma estúpida.


En el Reino de Mort había una ligera perturbación. Mort primero no había pensado que había un problema, pero pronto observó que había una pequeña existencia que no debería estar ahí. Dentro de su Reino había entrado una mariposa.

Mort pensó que era adorable pero su Reino no era como habían imaginado los Griegos y no era como si las creaciones de Vida pudieran sobrevivir mucho tiempo en el. Sin embargo, esta pequeñita estaba resistiendo bien el tiempo que permanecía ahí.

Mort espero pacientemente a que la pequeña mariposa expirara pero eso no sucedió. Intrigado, Mort capturo a la pequeña en un frasco con agujeros en la tapa y decidió hacerle una visita a Aisha.

Aisha observó cómo Mort llegaba a su Reino con su apariencia favorita en el último siglo. Mort había estado yendo a algunos conciertos góticos y había adoptado la estética de aquellos, prefiriendo llevar trajes de estilo victoriano en distintos tonos de negro, el cabello largo y algo rizado, atado con un lazo de satín negro con ojos a juego. Todo esto aderezado con una piel pálida que recordaba a los vampiros de Anne Rice, así que Mort solía poder ligar chicas y chicos cuando iba a sus conciertos.

Mort no desmerecería en un festival gótico en ningún momento.

Aisha prefería el estilo bohemio y aunque a veces parecía una hippie, solía preferir el estilo de faldas de materiales naturales, largas y en capas, sumado a túnicas cortas de mangas largas o cortas, con diseños teñidos con pigmentos naturales y solía llevar joyas de jade o turquesa. Le gustaban mucho esas tonalidades de verde y su cabello castaño con algunos toques de rubio, combinaba bien con el atuendo y el color que eligió para sus ojos. Además, su piel era ligeramente tostada y contrastaba con su amigo Mort.

Si a Aisha la llevaras a Woodstock, o al menos a un festival de música indie, nadie sospecharía que se trataba de la Deidad de la Vida.

Mort llegó rápidamente hasta Aisha que en ese momento se encontraba creando algunas variaciones de especies existentes. Cada mundo requería especies distintas pero en este momento se estaba concentrando en el mundo del que procedían sus favoritos.

Como fuera, Aisha estaba intrigada sobre la razón de la visita de Mort. A veces se reunían a tomar un café o té, solo para ponerse al día, pero Mort solía enviar un mensaje y no hacía visitas súbitas. Algo debió pasar.

—Aisha, algo vivo entró a mi Reino—Bueno, eso ciertamente calificaba para una visita sorpresa.

Aisha dejó sus herramientas de creación y despejo una mesa para que Mort depositara el frasco que llevaba—¿Qué haces en ese Reino, pequeñita? ¿Estás perdida? —Aisha estaba asombrada de que esta frágil mariposa hubiera atravesado el Velo y entrara al Reino de Mort sin sufrir daño.

La pequeña mariposa tenía una coloración azul con negro bastante particular. Aisha convoco su libro y busco mariposas azules en su índice. Aisha amaba la tecnología de las computadoras y había adaptado su libro para que buscara cosas solo con algunas palabras clave como Google. En segundos encontró lo que buscaba y le mostró a Mort su especie. Morpho.

Esta mariposa pertenencia a una de las variedades pequeñas y probablemente procedía de México o algún país de Centroamérica. Aunque Aisha no descartaba también algún país Sudamericano. Como fuera, Aisha sencillamente rasgo un poco el Velo y envió a la pequeña a la dimensión correcta.

Dado que Mort había ido hasta su hogar, le sirvió un poco de refresco de naranja y Mort convoco unas galletas de chocolate que había guardado de su última visita al Reino mortal. Se pusieron al día con sus chismes y se despidieron cordialmente uno del otro.

Nada paso durante unos días, hasta que un nuevo intruso llegó al Reino de Mort y era otra vez una mariposa. Esta era de color rojo y negro. Más negro que rojo y a Mort le recordaba a una especie de bruja transformada, de alguna manera.

Repitió el proceso de la vez anterior y Aisha declaro que se trataba de una especie llamada comúnmente Sombra (Pereute Charops, era el nombre científico). Esta "intrusa" provenía de México y no parecía haber ejemplares en países colindantes a ese país en particular.

La mariposa era hermosa a pesar de sus colores y Mort no se preguntaba su origen, sino como estaba sobreviviendo en su Reino. La mariposa no parecía tener frío, calor, hambre o algún tipo de necesidad. Era como si pudiera existir simplemente, sin necesidades biológicas, mientras estuviera en su Reino.

Esta vez, Aisha puso un poco de poder en la "intrusa" y la envió de vuelta a su tierra. Monitorearon a la pequeña y falleció un tiempo después, luego de haber puesto sus huevos. Al parecer, la pequeña procedía de un estado llamado Oaxaca.

Dicen que una vez es coincidencia, dos es un patrón y tanto Mort como Aisha pensaban que había algo más sucediendo.

Viendo que la ocurrencia de mariposas en el Reino de Mort era algo sin precedentes, tanto Aisha como Mort, habían decidido viajar a la dimensión desde la que llegaban.


Mortimer y Aisha iban disfrazados de turistas "americanos" en un tour por la Riviera Maya. Las dos mariposas que habían encontrado, al parecer provenían de México, y uno de los lugares donde habitaban los dos tipos de mariposas era en Quintana Roo. Ya habían estado en un tour por Oaxaca pero eso eliminaba solo a uno de los tipos de mariposa.

Pasando por ambos estados, descubrieron una pequeña grieta en el Velo y no se explicaban por qué había sucedido. No es que fueran grandes grietas, apenas permitían el paso de una mariposa del tamaño que había atravesado el Velo. Lo curioso de este caso es que ambas mariposas habían sobrevivido a la presión del poder del inframundo.

Viendo que no iban a resolver este misterio en el corto plazo, decidieron poner pausa a su investigación y regresaron a sus Reinos luego de sellar las pequeñas grietas. Por meses todo pareció tranquilo y todo lo normal que se podía esperar de sus Reinos... hasta que sucedió de nuevo.

Mort trajo esta vez una mariposa negro con azul, cuyo color era bastante más fuerte que la anterior. Sin embargo, cuando Aisha intento regresar a la fugitiva mariposa a su plano, esta se negó a atravesar el Velo.

Aisha se preguntaba por qué hasta que redujo la imagen de esa dimensión y la mariposa pareció aletear con más ahínco cuando Aisha paso por lo que sería el Reino Unido. Esto no podía estar bien.

Ese tipo de mariposa no era endémica de esa región y tampoco estaba muerta como para que fuera parte de alguna colección. Pensó que quizás sería parte de algún zoológico, así que la libero en el Reino Unido, dejando un poco de su poder en la pequeña y está voló hasta un cementerio, lejos de todo zoológico en varios kilómetros a la redonda.

Usando sus poderes, Mort y Aisha entraron a ese mundo y observaron hacia donde volaba la intrusa. La vieron volando hacia un hombre joven que estaba hablando ante una lápida grande. El joven tenía ojos verde jade y el cabello negro como la noche, todo revuelto y recordaba a un nido de pájaros. Estaba sentado como flor de loto frente a dicha lápida, que aparentemente había sido recién puesta en el lugar.

Una vez que Mort leyó la inscripción de la misma, supo quién era el joven. Harry Potter estaba hablando con sus padres James y Lily. No mediante la piedra de la resurrección, sino como hace cualquier mortal al visitar un cementerio. Les hablaba de su fallida relación con una tal Ginny, de cómo no se sentía seguro de casarse y que había terminado su relación con ella. Lo que tuvo consecuencias desagradables en forma de un hechizo de moco-murciélagos.

Eso también llevó a que la familia de la chica se negara a tener nada que ver con él y su mejor amiga perdiera a su novio. Ella le dijo que Ron (el hermano de Ginny), estaba siendo un cabeza hueca y que simplemente se había salvado de un matrimonio condenado al fracaso.

Harry estaba contándole todo esto a sus padres y constantemente le daba vueltas a un anillo que intentaba sacarse cada cierto tiempo, aun sabiendo que era imposible. Solo una vez había usado el poder del anillo y nunca lo intento de nuevo.

Cuando el anillo le volvió a encontrar, dado que había dejado caer la piedra en el Bosque Prohibido y de alguna forma volvió a estar completo, este se negó a dejar su mano izquierda. La capa jamás dejó su lado y la varita de sauco ahora no quería alejarse de él.

Harry escondió la varita mediante trucos sencillos y le lanzó un glamour al anillo. La capa no la ocultó, ya que todos sabían que siempre la llevaba consigo... por si acaso.

Mort se preguntó por qué Harry no usaba el anillo para hablar con sus padres. Unos minutos no provocarían locura en ninguno de ellos, pero Aisha comprendía porque Harry no lo hacía.

Harry no quería solo unos minutos, anhelaba poder hablar durante horas con sus padres. Poder verlos y decirles tantas cosas, conocerlos, saber sobre sus sueños cuando estaban vivos. Era un anhelo tan fuerte, que si ellos se hubieran presentado, esos pocos minutos habrían hecho estragos en sus almas y hubieran lastimado la de Harry.

Mort no terminaba de comprender el tumultuoso pensamiento del último Peverell, pero eso no quería decir que no quisiera ayudar al joven. Además, estaba el misterio de por qué esa mariposa que ni siquiera debería estar ahí, volaba sobre el joven y se posaba sobre su hombro.