Advertencias de sucesos violentos y uso de armas de fuego y alcohol.
La rutina siguió durante días después de eso. Ella atendía unos cuantos clientes que vinían a retirar sus aparatos arreglados y recibía algunos más, y solo veía a su jefe un par de veces antes de que fuera hora de cerrar, pasando el tiempo ocupada con diferentes tareas, con música de fondo, Drex le había dicho que no le molestaba siempre y cuando el volumen no estuviera muy alto.
Casi siempre Drex la llevaba directamente a su casa después de cerrar, ya no había razón para dejarla unas calles antes y sus padres estaban agradecidos con él, lo que encontró extraño y difícil de digerir porque estaba acostumbrado a recibir el odio y el rechazo de la gente, incluso como vigilante, sin embargo el Señor Page simpatizaba con su alter ego y un par de veces habían hablado de eso en las ocasiones que se veían cuando Drex la llevaba a casa. Así que podía decir que todo iba bastante bien.
Una tarde lenta en la que Drex estaba trabajando en la tienda con ella, estaba completamente frustrado con una computadora vieja que alguien había traído. Luego de varios minutos, dejó escapar un gruñido de rendición, empujándola a un lado. En realidad, estaba frustrado y distraído por un caso que le estaba dando mucho trabajo y por eso no se podía concentrar.
Charlotte había estado ocupada con el papeleo –un decir porque usaba la computadora del escritorio para eso–, pero se giró al escuchar el sonido que hizo, dándole una media sonrisa.
—¿Tiene algún problema, jefe? —bromeó la chica.
Drex se detuvo y se pasó los dedos por el cabello, desordenándolo. Estaba ansioso por una redada que se suponía que debía hacer esa noche para finalmente atrapar al traficante. Para él era importante, iba a demostrar que no solo era puños y músculos, y no podía concentrarse en una tarea tan inútil como arreglar una computadora de segunda mano.
Sin embargo, no podía decirle eso a ella todavía.
—Es solo un pedazo de basura, quiero decir, en algún momento estas personas deberían tirarlo y conseguirse una nueva —se quejó.
Charlotte rió suavemente y caminó hacia él. Le echó un vistazo a la computadora y se mordió el labio, tenía una idea de que podía ser, y reunió el coraje para finalmente hacerle la pregunta.
—¿Me dejas intentarlo?
Drex frunció el ceño un poco con confusión, pero al final se encogió de hombros y le entregó las herramientas de todos modos.
Puso la computadora frente a ella y se mordió el labio suavemente mientras la estudiaba con cuidado.
Por su parte, Drex se cruzó de brazos y se apoyó en una de las mesas, observando cada uno de sus movimientos, incluida la sonrisa de satisfacción que se dibujó en su rostro cuando vio algo con lo que sabía qué hacer.
Trabajó durante otro buen rato antes de darse cuenta de que estaba siendo observada, captando su mirada nuevamente. Ella se sintió rara cuando se dio cuenta de que él la estaba mirando atentamente con una pequeña sonrisa astuta en su rostro. Sus mejillas se llenaron de calor y tímidamente miró de nuevo la pieza de tecnología, obligándose a concentrarse en ella.
—Listo —declaró una vez que terminó, dejando las herramientas a un lado—. Debería funcionar ahora.
Observó mientras él se enderezaba e intentaba encender la computadora, abriendo mucho los ojos con asombro cuando, de hecho, funcionó.
—Hiciste un gran trabajo —la elogió, impresionado.
Ella lo miró un momento y sintió que sus mejillas se calentaban.
—Gracias.
—¿Dónde aprendiste esto? —preguntó, interesado.
Sabía que ella era inteligente, pero no imaginaba que enseñaran algo tan avanzado para su edad en la escuela, menos en la secundaria de Swellview, así que no podía haber sido en clases.
—¿No lo sabías? Soy una nerd —respondió ella en tono de broma, señalando al mostrador donde había un libro de física que había estado leyendo para la escuela.
Fue un alivio que su reacción fuera así de positiva, él no parecía ofendido de que ella hubiera sido capaz de arreglar algo que él no pudo, y tan rápido. Más bien le estaba dando una mirada reflexiva. Aquello le dio más valor para finalmente hacer la petición que hacia rato venía barajando en su cabeza.
—¿Sabes? A veces estás tan ocupado que se te acumula el trabajo, y pensaba que quizás, si no te molesta... Yo podría encargarme de arreglar algunas cosas, nada muy complicado, tal vez algo pequeño que no necesite que se invierta mucho tiempo...
Drex ladeó la cabeza, serio y pensativo. Ahora que hacía memoria, el correo de la chica mencionaba algo sobre conocimientos de tecnología. Tal vez...
—¿Qué te parece estar a prueba un par de semanas? —ofreció—. Seleccionas lo que tu creas que puedes manejar y me dejas el resto a mí, si todo marcha bien, seguiremos esa dinámica.
La enorme y brillante sonrisa que se dibujó en su rostro fue casi contagiosa, pero él la igualó con una de sus sonrisas de lado.
—¡Me encantaría! —aceptó la chica sin dudarlo.
Eso le quitaría un peso de encima, sería unas cuantas cosas menos de las que ocuparse. Y serviría para entrenarla para cuando trabajara con su alter ego.
Ella era lista, incluso podía ser que más que Schwoz si su intelecto era bien encaminado y cultivado. Podía entender porque el dúo la mantenía con ellos, con una mente como la suya seguro que podían resolver problemas más rápido de lo que cualquiera de ellos pudiera desear.
Su sonrisa astuta se agudizó. Por fin podría tener mejor tecnología y actualizar sus dispositivos. Tal vez hasta mejorar su guarida. Quizás ya había encontrado a su equivalente a Schwoz, solo que femenina y más agradable a la vista.
Disipó su sonrisa y arrugó la frente ¿De dónde había venido esa última parte?
Ella notó su cambio repentino de expresión y lo miró extrañada.
—¿Drex?
El hombre espabiló y se aclaró la garganta para disimular, descruzando los brazos.
—Bien, entonces, ya puedes empezar mañana con esto —decidió, regresando al tema de que lo ayudara con los artículos que le traían para arreglar.
Ella ignoró lo sucedido momentos antes y asintió.
Drex regresó a su oficina, donde ultimó los detalles de la redada de esa noche. Ya había repasado todo varias veces, asegurándose de no dejar lugar a errores, pero aún así se sentía ansioso. Tenía que encontrar una manera de despejarse.
Miró la hora, se acercaba el momento de cerrar. No creyó que pasaría nada si cerraban antes, y hacia rato que no salía de allí a menos que fuera en su traje. Y esa ocasión en la que la llevó a comer había sido agradable...
Decidido, guardó sus cosas, tomó sus llaves y salió para la tienda.
Como todo estaba tranquilo, Charlotte estaba ocupada leyendo, y se detuvo un momento para admirarla. Su cabello esa vez estaba recogido en varias trenzas, y tenía puestas unas gafas de leer. Su expresión dejaba claro que estaba concentrada en lo que fuera que estaba leyendo.
No quería sobresaltarla, así que suavemente golpeó con los nudillos la superficie del mostrador para llamar su atención. Ella alzó la mirada hacia él al oírlo y le dio una sonrisa, cerrando su libro.
—¿Se te ofrece algo?
—Ir a comer ¿Quieres acompañarme?
—Claro —aceptó, quitándose los anteojos.
/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
Esta vez, se dirigieron a un Nacho Ball, y afortunadamente no se cruzaron con ningún conocido de la chica en el establecimiento. Y tampoco de él, aunque no era como que él tuviera muchos.
Ahí Charlotte cayó en cuenta de que a pesar de llevar un par de meses trabajando para ese hombre, en realidad no sabía mucho de él. No sabía casi nada de su vida, y no ayudaba que en su oficina no había fotografías de nada, ningún familiar, tampoco había visto a nadie venir a verlo o visitarlo. Era un hombre en extremo solitario, parecía que todo lo que tenía en su vida era esa tienda. Y ahora a ella.
Eso despertó muchas preguntas en su cabeza sobre él. ¿Por qué estaba tan solo? ¿No tenía familia o había peleado con ellos? ¿Qué había pasado con su mano derecha? ¿Por qué siempre usaba el guante?
Moría por saber las respuestas, pero sabía que, aunque él confiaba en su inteligencia y ética de trabajo, no confiaba completamente en ella, todavía no, no a un nivel de amistad como para que ella pudiera interrogarlo abiertamente sobre esos asuntos.
Él confiaba en ella para que llevara las cuentas y tomara decisiones por su cuenta con respecto al negocio, pero no con su vida personal. Se aseguraba de mantener su relación amistosa pero no tan cercana. Era una pena, porque le gustaría estar más cerca de él, parecía que necesitaba un buen amigo, alguien a quien contarle sus problemas. Había visto lo mucho que se estresaba, lo inquieto que parecía, necesitaba desahogarse.
A ella le gustaría ser esa amiga y esperaba algún día convertirse en alguien de confianza para él. Para ganar ese privilegio, ella seguiría trabajando duro y dando el máximo todos los días.
Drex se sintió observado y levantó la mirada, casi sobresaltandola, encontrando sus ojos clavados en él. Charlotte se sorprendió y rápido desvió la mirada, avergonzada de haber sido pescada mirando.
El hombre sonrió de lado, divertido por su reacción, pero decidió no llamarle la atención por su curiosidad. Ella no era del tipo tímido, si él le daba oportunidad, empezaría a hacer preguntas.
Eso no era malo en sí, la joven parecía de verdad estar interesada en su persona, no solo por curiosidad ni atraída por el velo de misterio que lo rodeaba, parecía tratarse de preocupación e interés genuino, el deseo de tender una mano a alguien en necesidad. Él debía lucir para ella como un hombre misterioso pero solitario que parecía lidiar con un peso inexplicable y deseaba ser capaz de ayudar así como lo hacia seglarmente.
Pero ese no era el momento ni el lugar para la conversación que seguiría si ella planteaba sus dudas o sospechas. Esa era una conversación para la que faltaba, para la que debía pensar con claridad y prepararse.
Y en vista de la misión que debía llevar a cabo esa noche, no era un asunto al que debería estar dándole vueltas. Así que solo lo dejó pasar y continuaron con la comida y una charla casual sobre uno de los aparatos que habían llegado esa tarde y que todavía debía ser revisado, cada uno dando su opinión de lo que podría tratarse la falla.
Después de dejar el restaurante, como siempre Drex la dejó en la entrada de su casa pero no regresó a su guarida. Más bien, condujo hacia el punto en el que se realizaría el intercambio. Era temprano pero quería llegar antes de que lo hiciera cualquiera de las partes para prepararlo todo.
Había empacado todo lo que necesitaría para la redada en la parte trasera de su camioneta antes de salir de la tienda. Él estaba listo.
/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
Cuando Charlotte bajó las escaleras ya lista para el día, lo primero que oyó fue el ruido de las voces de los presentadores de noticias, lo que no la sorprendió porque sus padres acostumbraban a dejar la tele encendida mientras llevaban a cabo su rutina con las noticias de fondo antes de salir a sus respectivos trabajos. Pero al llegar a la sala los encontró prestando atención a lo que estaban diciendo mientras todavía llevaban a cabo sus rutinas pero más distraídos por lo que ocurría.
Ella se detuvo y les preguntó que pasaba mientras dirigía sus ojos hacia el televisor. Ellos no le respondieron por estar atentos al noticiero, pero la chica recibió su respuesta de todas formas.
—...se presume que al menos cuatro miembros de la banda consiguieron escapar de la escena luego de que su jefe hubiera resultado muerto en la confrontación, podemos verlos conduciendo de forma temeraria a través de unas calles cercanas gracias a las cámaras de seguridad de unos locales...
Mientras Trent comentaba aquello, la cámara cambió para enseñar ese mismo vídeo, en el cual a pesar de la poca iluminación un auto podía ser visto abandonando la zona a alta velocidad, seguidos de cerca por una motocicleta.
—...veintitres de los criminales fueron capturados, diez de ellos heridos de manera leve, ocho de gravedad y cinco ilesos...
Las imágenes del vídeo fueron quitadas para enseñar escenas de la policía mientras requisaba el lugar que había sido allanado. Había varios atados de billetes apilados, armas de todo tipo, relojes, teléfonos celulares, y kilos de droga que iba a ser transportada antes de que los criminales fueran emboscados por el vigilante de la ciudad en medio de la operación.
—...la banda llevaba operando diez años en los que habían evadido a la policía a pesar de la minuciosa investigación, y según se presume fueron sorprendidos por el vigilante cuando estaban a punto de transportar la mercancía...
—La policía debía de estar involucrada.
La repentina voz de su padre la hizo quitar sus ojos de la pantalla hacia él.
—No hay otra explicación para que tardaran tanto para algo que un solo hombre consiguió en poco más de un año —señaló el hombre, terminando de arreglarse.
—Quizas tenga gente trabajando para él que lo ayudaron, no hay otra manera de que una sola persona pueda desbaratar una organización criminal por si misma —opinó su madre.
—Seguro alguien de adentro le pidió que interviniera —continuó explicando su padre—. Ya va siendo hora de que alguien hiciera algo, ojalá y esto sirva para que se den cuenta que Swellview necesita un superhéroe para no terminar como Metroburg...
—Estás exagerando, Logan, no estamos tan mal —corrigió su esposa, entonces tomó nota de su hija y le sonrió—. Cariño, el desayuno esta en la mesa de la cocina, anda rápido o llegaras tarde.
La chica asistió y se dirigió a la cocina sin dejar de mirar con interés la pantalla aún enseñando imágenes del incidente y oyendo a sus padres hablar sobre el asunto. Ellos eran de las pocas personas que simpatizaban un poco con el vigilante. Su padre creía que si tuviera el apoyo de las autoridades no tendría que ser tan duro al tratar con otros criminales porque estaría seguro de que recibirían un castigo apropiado y entonces ya no habría tanto loco suelto asaltando bancos y joyerías con disfraces de Halloween para emular a los villanos que existían en otras ciudades. De ahí derivaba su propia opinión.
La joven tomó su desayuno y revisó sus redes sociales, y como se lo imaginaba, todos hablaban del incidente, debatiendo si lo que el vigilante había hecho había sido apropiado o inapropiado. Ella se limitó a leer los comentarios mientras desayudaba.
/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/
Drex también miraba las noticias desde su oficina en la tienda, de brazos cruzados y ceño fruncido. Estaba más frustrado que molesto con el resultado. Había planeado la redada perfectamente, cubriendo todos los puntos ciegos. Haber fracasado de esa manera cuando más necesitaba que todo saliera bien era decepcionante.
Y todo por un contratiempo para el que no había estado preparado.
Había elegido ese día de la entrega para capturar al jefe de la banda porque el hombre iba a estar desprotegido ya que todos sus hombres iban a estar ocupados asegurándose de que la mercancía estuviera segura. Solo tendría cinco hombres custodiando su escondite, contra los que podía enfrentarse. Su plan consistía en ir derribandolos uno a uno hasta llegar a el y dejarlo preparado para las autoridades pero había alguien más en el edificio que arruinó sus planes.
No había contado con que la novia del sujeto se aparecería por allí, ni que al oirlos pelear tratara de intervenir y que utilizara un arma para tratar de matarlo, abriendo fuego varias veces. Claro, al ser indestructible eso fue inútil pero nadie sabía eso de él, solo creían que era muy resistente. Las balas acabaron rebotando contra él pero dos acabaron impactando en el torso de su oponente y el sonido terminó por alertar a los otros, y todo se fue al demonio después de eso. En teoría la joven era la asesina pero toda la culpa del incidente y los heridos de gravedad recaería sobre él. Y además estaba el problema de que pasaría cuando la chica declarase lo que había ocurrido, que las balas habían rebotado... Si tan solo hubiera tenido ojos afuera y una voz en el oído manteniéndolo al tanto de lo que pasaba en los alrededores...
Exhaló exasperado y apagó la pantalla para acto seguido levantarse de la silla y dirigirse a un gabinete que tenía en una de las paredes. Al abrirlo dejó a la vista un grupo de botellas de diferentes tamaños y colores y unos cuantos vasos de vidrio. Tomo una de un líquido cristalino y un vaso y volvió a sentarse tras el escritorio, echándose hacia atrás. Entonces abrió la botella y llenó el vaso hasta el tope con el contenido, vaciando el recipiente en su garganta en varios tragos y pocos segundos. Enderezó la cabeza después de engullir el líquido, exhalando audiblemente y sintiendo el calor abrazador recorriendo su garganta hasta su estómago por varios segundos antes de que la sensación se desvaneciera.
El alcohol ya no le afectaba como antes de ser indestructible, debía ingerir una cantidad considerable para embriagarse y el efecto duraba menos, cantidad con la que contaba de sobra, y se hallaba tan decepcionado consigo mismo y se sentía tan humillado por haber sido incapaz de capturar al resto que escapó que decidió comprobar cuánto de lo que tenía en el gabinete podía aguantar.
