Ranma 1/2 y sus personajes no me pertenecen, son absoluta propiedad de la extraordinaria y cruel Rumiko Takahashi.
.
Un poco tarde
Capítulo 1
Punto y aparte
En ese instante, cuando la vio dar la vuelta, muchas cosas pasaron por su cabeza. Pero no se movió, se quedó estático y su boca no pudo articular ninguna palabra, por más que las sintiera atragantadas en su garganta y el ardor se hiciera mucho más intolerable. Un escalofrío lo golpeó y fue una de las incontables veces que se sintió por completo solo en la vida.
Sacudió la cabeza intentando sacar el recuerdo de su mente. Habían pasado varios años, y ahora todo estaba bien... o al menos eso se repetía siempre
Avanzó a paso firme antes de abrir la puerta y seguir de largo por el pasillo.
— ¿Quién es?
— Un ladrón — contestó llegando a dónde ella se encontraba.
— Idiota, me hiciste asustar. Nunca se cuando vas a llegar.
— Eh marimacho, no seas tan agresiva. Ni siquiera me saludas.
— Ya lo hice — comentó al girarse para seguir cortando las verduras.
— ¿Llamarme idiota es un saludo? — preguntó mirando sobre su hombro —. ¿Ahora que veneno estás preparando?
— Si es un saludo y es el veneno que comerás el día de hoy. Así que ve a sentarte y no me interrumpas — ordenó haciéndolo retroceder.
Miraba con algo de desconfianza la comida que tenía delante. Si bien estaba acostumbrado a la comida de Akane y para su sorpresa, sabía por experiencia que ya era comestible, pero igual siempre le daba la sensación que podía terminar hospitalizado, más cuando le daba por crear extrañas comidas como esa. Tenía entrenamiento al día siguiente, aunque viendo cómo lo miraba, no tenía más opción que comerlo o ella se enojaría.
— ¿Y cómo está? — pidió la opinión sobre su nueva creación culinaria.
— Te pongo un uno y me estoy arriesgando — dijo antes de pedir que le sirviera más.
— Y por eso te lo estás atragantando como una bestia — resaltó llenando nuevamente el plato de Ranma.
— Alguien tiene que sacrificarse, Akane — disfrutaba verla sonreír de esa forma, se había vuelto una mujer hermosa.
Después de comer, solo se quedaron platicando en la sala. Él aprovechó para molestarla, su tonta marimacho aún era una enojona de primera. Entrecerró los ojos cuando ella comenzó a regañarlo, todo por una pequeña cortada que tenía en la ceja izquierda.
Podía apreciar su dulce aroma a flores y cerezas. Ese perfume se lo regaló en su último cumpleaños. No se consideraba bueno dando regalos, pero cuando se trataba de Akane siempre se le ocurría algo que regalarle y ella parecía tan contenta con lo que le entregaba. Su cabello había crecido considerablemente, le gustaba de esa forma y también cuando lo llevaba corto. Ella siempre sería perfecta. Sus miradas se toparon y ninguno de los dos parecía dispuesto a alejarse. Estaban relativamente cerca, casi podía sentir su aliento tocar su piel. Para su desgracia, ella se alejó lo suficiente para perder el contacto que tenían y dejar sobre la mesa el botiquín de primeros auxilios.
— ¿No crees que es un poco tarde?
— ¿Me estás diciendo que me vaya? — sonrió de lado esperando a que le respondiera.
— No necesariamente, pero si entrenas a diario debes descansar.
— Es eso o te preocupa algo más. Sabes que puedes decirme — la notó rodar los ojos y levantarse para recoger las tazas.
— Siempre dices lo mismo. Quizás te gusta que te lo repita — Ranma parecía concentrado en el programa de tv y trataba de ignorarla —. Entonces si te gusta.
— No me gusta, ya me voy — respondió de mala gana y se puso de pie —. Pero antes quiero algo dulce de comer — se giró en dirección a la cocina, fue detenido por Akane que comenzó a empujarlo a la salida.
— Se que lo tienes ahí, mezquina — acusó intentando sostenerse para evitar que lo empujara.
— No te daré nada, deja de comerte mis dulces, tonto.
— No eres nada amable, marimacho. Ya sé que estás apurada porque tú esposo llegará pronto, pero no me empujes.
— Más me preocupan mis dulces. Y si mencionas eso, es de tu conocimiento que no le agradas.
— Es una pena, eso hiere mis sentimientos — se lamentó sonriendo —. Aunque él igual me desagrada mucho, ni quién soporte a ese tipo.
— Aja. Ya deja el drama y ve a casa — mencionó llegando a la puerta.
— Bueno ya estoy fuera — puso un brazo de forma despreocupada en el marco de la entrada —. Hora de decir adiós.
De un movimiento la agarró de la cintura acercándola a él. Recibió una queja inmediatamente, ella no parecía para nada molesta .
— Ya deja de ser pesado, hasta pronto — murmuró al mismo tiempo que lo golpeaba levemente en el pecho para alejarlo.
Despreocupado se despidió levantando la mano. Subió a su auto para alejarse del dojo, ese lugar que alguna vez fue su hogar.
.
.
Siempre intentaba no pensar tanto en ella, se decía que no era necesario torturarse de esa forma. Debía mantenerse enfocado en su vida y, aunque era su culpa, entre comillas, no podía dejarla ir por completo. Simplemente no podía, no estaba listo para algo así. Visitarla, hablar con ella y compartir un momento a su lado le era absolutamente necesario.
Sí, en definitiva, era un masoquista de primera. Un hombre que aún seguía enamorado de la misma mujer desde hace 9 años, una mujer que ya había hecho su vida y que estaba casada. Akane Tendo, la mujer que un día fue su prometida y la única que realmente había amado.
Dejar ir dolía y él no quería hacerlo.
Podía decir muchas veces quizás si hubiera hecho aquello, todo sería diferente. Pero no lo era, suspiró terminando de envolver sus puños.
Golpeó su cara tratando de recobrar su concentración. Debía comenzar su práctica del día, ya tendría tiempo para torturarse luego.
— Estás lento hoy — mencionó dejando de sostener el saco de boxeo.
— Estoy como siempre — aseguró fastidiado de que se diera cuenta.
— En serio, Ranma. Si no te tomas esto en serio perderás el título de campeón y yo gustosamente me iré a trabajar con el nuevo campeón. Tal vez, y sea mejor el ambiente laboral. Ya no tendría que aguantarte más.
— Cállate, maldito. ¿Y el anciano dónde está? — preguntó al no ver al viejo rondando por ahí.
— Persiguiendo a algunas chicas o robando ropa interior, lo de siempre — se sentó sobre la pequeña silla y bebió un poco de agua.
— Ese anciano, nunca está cuando se lo necesita. Volveré en un rato, Rob — el hombre solo asintió.
En verdad no estaba concentrado, eso le pasa por ponerse a pensar cosas que no debía. La única solución era la razón de todos sus males.
Marcó el número y esperó a que respondiera.
— Tardaste en responder — se quejó al escuchar su voz.
— Estaba ocupada. ¿Ahora que sucedió?
— Solo llamé porque estaba aburrido.
— Busca algo que hacer, voy a colgar.
— Estoy entrenando. Si hago algo, tonta.
— No parece, si tienes tiempo de llamarme. Deja de ser bobo y concéntrate en entrenar. Te darán una paliza si sigues así.
— ¿A mí?
— ¿Estoy hablando con alguien más?
— Al campeón mundial, jamás. Le faltan años luz a cualquiera para poder ganarme.
— Tan modesto como siempre, Ranma.
— Lo sé, Akane. Es una de mis tantas virtudes — la escuchó reír.
— ¿Te estás riendo de mí?
— Oh no, para nada. Señor campeón mundial invencible.
— Exactamente, ese debería ser mi nuevo sobrenombre.
— No creo que a tu representante le agrade.
— Trabaja para mí, no es al contrario. Si quiero algo solo debo decirlo.
— ¿Por eso hiciste esa extraña campaña de ropa interior masculina?
— Eso fue porque me tendió una trampa. No volverá a pasar — aseguró con un tic en el ojo. Fue vergonzoso que lo obligarán a hacer eso.
— Debo irme ahora sí. Me están llamando desde la oficina.
— Que apurada. ¿Tienes algo qué hacer al medio día?
— ¿Para?
— Ir a almorzar, me gusta comer en compañía.
— Me haré tiempo, pero iremos a dónde yo quiero.
— Es un trato. A las 12:00 en punto.
— Si, si. Adiós, Ranma.
Sonrió al cortar la llamada. Eso era justo lo que necesitaba, ahora a entrenar con ánimo. Debía desocuparse pronto.
— Eso sí se llama un cambio, ahora con más fuerza — pidió agarrando el saco contra su cuerpo.
— Luego no quiero que te quejes. Lo acabas de pedir, Rob — sonrió con malicia. Retrajo su brazo y soltó un golpe rápido mandando al hombre a volar varios metros.
— Eres un hijo de puta, Ranma — se quejó al levantarse del suelo y se acomodó la ropa.
— Dijiste que te golpeara más fuerte, no seas delicado.
— Lo dice el tipo raro ¿Que se transforma en chica? — disfrutó verlo cambiar su expresión a una molesta enseguida. Lo conocía lo suficiente para saber lo que no toleraba.
— Hasta transformado te daría una paliza — aseguró con altivez.
— Vuelve a repetirlo, afeminado — contraatacó pegando su frente contra Ranma de forma desafiante.
— Te lo repito. Hasta transformado en mujer te ganaría, solo usando una mano.
— Es que con la otra debes sostenerte las que te cuelgan.
— Son pesadas, no tengo de otra.
— Para tu cumpleaños te compraré un brasier talla grande.
— El viejo es capaz de robárselo.
— Es muy seguro que eso pase.
Ambos se apartaron riendo.
— ¿Ya están peleando nuevamente ustedes dos? — el maestro caminó tranquilamente para sentarse en el centro del gimnasio.
— Lo de siempre, anciano. ¿Dónde se había metido? — preguntó imitándolo.
— Tenía cosas importantes que hacer, crees que solo tengo que estar al pendiente tuyo. Ya estás grande para tenerme de niñera, Ranma.
— Y dónde está su frase de "refinar el arte es lo más importante" "el combate estilo libre es inmortal".
— Hay prioridades, muchacho. Me encanta esta época, pero miren estás bellezas, cada día hacen ropa íntima más bonita — daba vueltas emocionado por su espectacular colección, recién adquirida.
— Está loco, maestro. Un día de estos terminará en prisión — mencionó Rob viendo al anciano sacar la ropa interior de su pequeño saco —. ¿Y a ti qué te pasa? — notó como Ranma miraba a cada momento la hora.
— Tengo que verme con alguien. Iré a cambiarme, volveré más tarde. No le digas nada a ya sabes quién — enfatizó lo último, era mejor evitar problemas.
— ¿Akane? — consultó al entender su tan repentino cambio de humor.
— Efectivamente, si llego tarde ella se molestará.
— No deberías seguir en eso, saldrás mal de todo ese asunto. Ya te lo he dicho algunas veces, nosotros pagamos los platos rotos de tus cambios de humor. No me pagan lo suficiente para esto — Ranma solo se encogió de hombros y fue camino a las duchas. Ese hombre era un caso perdido, fuera de todo, tenían una buena amistad y por experiencia propia entendía que Ranma estaba jugando con fuego.
.
.
Tocó más fuerte el claxon al verla cerca, ella simplemente parecía ajena a sus ganas de molestarla, caminaba igual de lento.
— Llegaste a tiempo, esto es un milagro que no se ve todos los días — comentó cuando Akane se sentó en el asiento junto a él.
— Soy una mujer ocupada, no tengo tanto tiempo libre como tú — se quitó el blazer dejándolo descansar sobre su antebrazo.
— Para que sepas, me acabo de escapar de mi entrenamiento.
— Y si estabas tan ocupado qué haces aquí — inquirió mirándolo fijamente. Ranma parecía más preocupado en salir del estacionamiento.
— Quería almorzar. Y bien, ¿A dónde vamos? — dijo restando importancia.
Había escuchado hablar de ese lugar, un local con pocos meses en funcionamiento, ubicado en una zona alejada del centro de la ciudad y con un toque relajante que evocaba un ambiente natural. Definitivamente, sonaba tan Akane ese gusto. Ella parecía emocionada mientras eran guiados a una mesa en el segundo piso. Discretamente la miraba cada vez que podía, la pequeña sonrisa en su rostro le producía cosquilleos. Nada le gustaba más que verla feliz y comportarse como una niña. En otras ocasiones la había visto adquirir su actitud de profesional, Akane trabajaba para una prestigiosa marca de ropa deportiva, era nada menos que la gerente general. No se lo había dicho, pero estaba muy orgulloso de ella y de todo lo que había logrado.
— Ranma — llamó nuevamente al verlo totalmente distraído.
— ¿Qué sucedió, Akane?
— Están esperando a que pidas algo — señaló al camarero que estaba parado con su libreta en la mano.
Bajó la mirada para agarrar el menú y darle un rápido vistazo. Luego solo lo dejó en la mesa y subió su mirada para verla.
— Pediré lo mismo que tú. Es la primera vez que vengo, así que es lo mejor — el hombre asintió antes de retirarse.
— ¿Cómo va tu entrenamiento? — preguntó al verlo pensativo. Quizás había tenido problemas ese día y por eso quería hablar con ella.
— Digamos que como siempre, el maestro aparece cuando le da la gana. Ese anciano es un caso perdido y Rob me jode la vida cada vez que puede. Si, lo de siempre.
— Rob es un hombre muy agradable, eso me ha parecido cada vez que lo he visto. Y bueno el maestro, nunca cambiará. Creo que puedes arreglártelas de igual forma, ¿Eres el campeón mundial por algo, no?
— ¿Reconoces mi superioridad? — sonrió al escucharla decir eso. A ella nunca le gustaba alabarlo, ni decir nada bueno de él.
— Y esa es una de las razones por las que no puedo decirte un cumplido. Maldito egocéntrico.
— Oye, oye. ¿Por qué tan agresiva? Cuando digas algo bueno de mí, no me ataques enseguida, así no puedo disfrutarlo.
Se contagió de su risa y ambos parecían envueltos en un buen ambiente.
— ¿Nunca dejarás de ser un tonto?
— Déjame pensarlo. Claro que no, es parte de mí. Además te gusta que sea así — aclaró viéndola desviar la mirada.
— Dices muchas mentiras, no es propio de alguien de tu edad — señaló dejando casualmente su teléfono sobre la mesa. Debía estar atenta por si alguien la llamaba.
— ¿Me estás llamando viejo? ¿Sabes que tenemos la misma edad? Entonces aceptas que ya estás mayor también, en pocas palabras — contuvo su sonrisa al verla fruncir el ceño. Luego la notó relajarse y recobrar la compostura.
— Viejo no sería, podríamos decir comportarse como alguien con la madurez que conllevan los años.
— Yo aún me siento muy joven y me comporto según dependa la circunstancia — guardó silencio al ver cómo les traían sus pedidos y Akane parecía encantada por como se veían los platillos —. ¿De dónde sacas tantos lugares diferentes para visitar?
— Converso con muchas personas a diario y siempre me recomiendan uno que otro lugar, se anotarlos, para no olvidarme — explicó agarrando sus cubiertos lista para disfrutar de su apetecible almuerzo.
— Entonces, esperas expresamente que te invite a comer para visitarlos, siento que te aprovechas de mí — ella no le respondió solo le sacó la lengua de forma divertida.
Entendía que era algo pasajero disfrutar de su compañía. Era verdad que no quería dejarla ir, entonces ¿Por qué ella tampoco se negaba? ambos seguían conservando esa extraña amistad disfrazada de algo más, ¿Anhelo? ¿Recuerdos? ¿Ella podría seguir amándolo? ¿Lo amó algún día? en su mente quería pensar que si, que si fue amado por ella.
Sacó su teléfono al oírlo sonar, para luego mirar con molestia la pantalla, inmediatamente lo puso en la mesa boca abajo.
— ¿No deberías responder? — preguntó Akane al ver su acción.
— No es importante, ya se cansará de llamar.
O eso era lo que creía, le dió un escalofrío al escuchar ahora el celular de Akane sonar. Ella inmediatamente lo miró al observar la pantalla.
— Hola, ajá. Si te pasaré con el idiota — le extendió el teléfono y Ranma tenso la mandíbula antes de agarrar de mala gana el teléfono.
— Estoy ocupado. No creo que pueda volver en 15 minutos, estoy bastante lejos. Lo olvidé, si me importa, pero... — se calló un momento recibiendo la reprimenda por parte de su representante. Suspiró rendido y prometió volver pronto, para la dichosa rueda de prensa que debía dar ese día. Cuando colgó la llamada, miró con resentimiento a Akane por haberlo traicionado, podía haber dicho que no estaban juntos.
Luego volvió a mirar el móvil que tenía una nueva llamada entrante, se le retorció el estómago al ver el estúpido nombre en esa pantalla acompañado de un corazón, Akane le pidió que le devuelva su teléfono, se lo devolvió, pero de muy mala gana.
Tragó saliva al escucharla tratarlo con tanto amor. La envidia le recorría la sangre como un volcán a punto de hacer erupción. Odiaba tanto escuchar lo que ella decía, le gustaría simplemente decirle que dejara de hacerlo. Le dolió el pecho con esa última frase: "también te amo". Había sido suficiente tortura por ese día. El tenedor en su mano ya estaba por completo doblado. Se levantó sin mirarla y se dirigió al baño, en busca de calmar su creciente molestia. Tardó unos cuantos minutos, posiblemente, cuando volvió ella parecía lista para irse. Él solo hizo un gesto al camarero y pagó la cuenta. Salieron del lugar y Akane parecía comentar algo, que él claramente no prestó atención, solo asentía. El resto del camino pasó en silencio. Habló lo menos posible, no quería decir algo de lo que se pudiera arrepentir.
Necesitaba tiempo para poder volver a ponerse la máscara y decir que todo estaba bien... O quizás alejarse de ella definitivamente.
.
.
.
.
.
.
.
Saludos preciosuras.
Está historia en específico surgió porque quería hacer algo dramático, la había estado escribiendo desde hace algunos días y hoy al fin termine el primer capítulo.
En muchas de las historias que he leído, no tantas, vemos como ellos se separan por x motivo y se odian o simplemente no se toleran, luego todo esto cambia y vuelven a unirse, quería algo desde otro punto. Que ellos sigan llevándose bien a pesar de todo, ese era mi enfoque para partir.
Se que en muchos casos somos más realistas en temas amorosos, y decimos que es mejor dejar ir, que estar sufriendo. Me incluyo, pero también he estado en la otra situación dónde es difícil hacerlo. Tengo algo de experiencia en relaciones complicadas.
Dije sí tengo dos historias ya por continuar, ¿Por qué no tres o cuatro? Algún día las terminaré todas.
Nos vemos pronto.
