CAPÍTULO 17:
BATALLA EN NEATHIA
Neathia, Ciudad Capital
Afueras de la Capital Neathiana
Una veloz tormenta se precipitó en el nuevo campo de batalla, un tenue relámpago esmeralda que se deslizó de forma grácil a través de las fuertes corrientes de viento con el único objetivo de hallar un punto ciego en la enorme criatura que se imponía con grandeza fiera entre los bosques, asomándose más allá de los árboles que los rodeaban y que agitaba sus enormes pares de brazos a su alrededor, tratando de alejar a sus enemigos como si fueran unas moscas.
Elfar Ventus era enorme, seguro podría ser el Bakugan real más grande que Ingram había visto en su vida, pues con solo su tamaño era más que suficiente para empequeñecer notablemente a todos los árboles y pequeñas colinas que conformaban esta improvisada arena de combate, rodeada por unos caminos de llamas que se elevaban al consumir los árboles de un costado de la arena.
Al igual que Shun, Ingram no se hacía ninguna ilusión de poder vencer a esta bestia en combate frente a frente. Sin embargo, podrían aprovechar su tamaño para confundirlo y hallar una abertura en su defensa que les permitiera obtener la victoria. Gracias a la limitada visión del enemigo, podrían aprovechar su agilidad para rodear al enemigo y buscar un punto débil que explotar.
El único problema es que Elfar no parecía tener algo así. Su cuerpo era grande y se notaba fuertemente protegido por sus grandes escamas y músculos. Sin importar a que parte de su cuerpo revisaran, todo parecía estar protegido por una capa gruesa de escamas y músculo, por lo que podrían verse obligados a recurrir a algo más para ganar.
–¡Ingram, cuidado! –. Advirtió Shun desde la distancia.
Inmediatamente, Ingram regresó su mirada al curso que seguía con su vuelo, solo para encontrarse con la gran cola de su oponente abalanzándose sobre él, intentando golpearlo con las grandes púas que tenía en la parte superior.
Tan rápido como pudo, Ingram trató de moverse de su sitio con agilidad para intentar esquivar el ataque. Sin embargo, no sería lo suficientemente veloz para evadir completamente el golpe, viéndose a obligado a ver de cerca como una serie de chispas se desprendía de su delgada armadura al ser raspada por las púas en la cola de su oponente.
–¡Ingram!
Sorpresivamente, el maestro ninja vio con horror como uno de los brazos inferiores de su enemigo giraba rápidamente en su dirección, completamente extendido y con su mano empuñada. De forma instintiva, el Bakugan Ventus alzó sus brazos para cubrirse el pecho y el rostro del ataque que se avecinaba.
Por supuesto, Elfar debía presumir de una gran fuerza, sería absurdo que no tuviera una cualidad así considerando el tamaño de su cuerpo y su complexión ajena a un Bakugan de su atributo. Sin embargo, la fuerza depositada en el golpe fue mucho mayor de lo que Ingram había previsto en primer lugar, pues su pequeño cuerpo en comparación no tardó en salir despedido del campo de batalla como si no tuviera peso alguno.
Al ver a su líder en peligro, Shadow Wing no dudó en saltar una vez más a la acción para socorrer a Ingram mientras Aranaut y Hylash entretenían al Bakugan más grande.
–¡Resistan, chicos! –. Pidió Fabia levantando su primera carta –. Poder activado: ¡Espejismo!
Siguiendo la orden de su compañera, Aranaut emitió un grito de batalla mientras una intensa luz comenzaba a rodear su cuerpo, dotándolo de una gran velocidad y fuerza superior a la que estaba acostumbrado.
Peleadores: 2550.
–¡Prepárate, invasor!
Seguido de sus palabras, Aranaut arremetió contra la pierna de Elfar, agachándose ligeramente para azotar su codo y su antebrazo reforzado contra uno de los lados de la rodilla más cercana del enemigo.
El golpe constó de tal fuerza, que el gran dragón verde caería de rodillas al piso, a punto de derrumbarse sobre Aranaut. Al menos, hasta que los delgados, pero fuertes brazos de Hylash se envolvieron alrededor del cuello de la criatura, obligándola a retroceder y dándole la oportunidad al caballero neathiano de saltar para estrellar la parte superior de su cabeza contra la mandíbula de su enemigo.
–¡No dejen de atacar, Hylash! –. Ordenó Shun a su Trampa Bakugan.
Siguiendo la orden de su compañero, el luchador más pequeño trepó por la espalda de su enemigo, usando sus púas y alas como apoyo para llegar a posar un pie en su hombro y comenzar a propinar una serie de puñetazos en un costado de la cabeza del enemigo.
–Es tu oportunidad, Shun. Ataquen por la espalda –. Indicó Fabia al terrícola.
–Claro –. Asintió el ojimiel sacando dos cartas –. Doble poder activado: ¡Ocho Cuchillas + Cuchilla Luz de Luna!
A través de diversos movimientos de brazos, Ingram y Shadow Wing liberaron una serie de disparos de energía en la forma de armas ninjas que cortaron la distancia con el enemigo en un parpadeo.
Kunais, shurikens, dardos, todo tipo de objetos salieron disparados en la forma de diversas armas blancas hacia la espalda expuesta del enemigo.
Peleadores: 2950.
Una poderosa explosión se produjo a espaldas del gran dragón gundaliano, creando una densa nube de humo grisáceo que se propagó a metros del enemigo.
Viendo la oportunidad de desaparecer entre la confusión, Ingram y Shadow Wing se precipitaron hacia el humo, desenvainando las cuchillas en sus brazaletes antes de que sus cuerpos se perdieran en el fenómeno provocado por ellos mismos.
Desde el punto de vista de los Peleadores en tierra, las numerosas estelas de distintos cortes de energía se asomaron notablemente a espaldas de Elfar, demostrando la magnitud de los cortes propinados al enemigo por los Bakugan temporalmente invisibles.
Sin emitir sonido alguno, Elfar trató de moverse en un desesperado intento por alcanzar a sus atacantes, pero me sería imposible en el momento en que Aranaut juntaría sus manos para que Hylash se elevara lo suficiente en el aire como para azotar los escudos en sus brazos contra su cabeza, aturdiendo al monstruo al instante.
–¡Es nuestra oportunidad de atacar, princesa! –. Avisó Aranaut a su compañera.
–Lo sé. Poder activado: ¡Brillo Espiral! –. Activó Fabia al ver una pequeña abertura en la defensa del enemigo.
Peleadores: 3150.
Saltando de su lugar con osadía, Aranaut se aventuró desde los aires con su enemigo, extendiendo su pierna hacia el cuerpo de su contrincante mientras comenzaba a girar envuelto en una línea de luz Haos con la forma de un taladro.
–¡Toma esto!
Aprovechando la nueva distracción creada por los terrestres, Aranaut se abalanzó con libertad hacia el invasor, estrellando la planta de su pie contra el estómago de Elfar y hundiendo su extremidad tanto como le fue posible, obligando al gundaliano a detener sus movimientos.
Aprovechando esa pequeña ventana de tiempo, Aranaut se impulsó tanto como pudo para estrellar el empeine de su pie libre contra la mandíbula de su contrincante nuevamente, obligándolo a mirar a los cielos.
–¡Ahora, chicos, es su oportunidad! ¡Derríbenlo! –. Gritó Shun presa de la adrenalina.
Disipando el persistente humo con el azote de sus alas, Ingram y Shadow Wing ascendieron lo suficiente por el cuerpo de su contrincante para enredar sus manos alrededor del cuello de Elfar y tomar fuertemente sus alas en un duro tirón que llevó el cuerpo del Bakugan más grande a perder su equilibrio.
Viendo una oportunidad nueva para atacar, Hylash se abalanzó nuevamente sobre su enemigo, dando una fuerte patada con ambas piernas en el pecho de su enemigo, derribándolo al instante y obligándolo a caer al suelo con fuerza; mientras levantaba una nube de polvo a sus alrededores.
–¡No paren, Ingram! –. Avisó Shun antes de levantar una nueva carta entre sus dedos –. Poder activado: ¡Cuchilla Tenue de Sombras!
Elevándose con un movimiento de sus alas, lejos del alcance de su enemigo caído, Ingram y Shadow Wing liberaron la estela de corte esmeralda de sus manos, enviándolas directamente sobre su enemigo y creando una fuerte explosión en el ojo de esta falsa arena mientras el gran cuerpo del invasor desaparecía entre el humo creado por sus ataques.
Peleadores: 3350.
–¿Lo logramos? –. Preguntó Aranaut reagrupándose.
Así parecía, Elfar no parecía dar señales de vida después de recibir tantos ataques de forma consecutiva y el ánimo de los hombres neathianos por la aparente victoria de su princesa y los Peleadores era genuinamente contagiosos, muchos de ellos ya proclamaban la victoria con alegría pensando que la primera ronda ya había terminado.
Por desgracia, los rostros anonadados de Shun y Fabia cortaron todo rastro de ilusión en sus ojos.
–Shun, ¿qué sucede? –. Preguntó Ingram con preocupación.
–Su… su nivel de poder… no ha bajado nada –. Respondió el ojimiel asombrado.
–¿¡Qué!?
Elfar: 3000.
Imposible, ¿después de todo ese castigo recibido en sus múltiples ataques? No debería ser posible, ¿cómo es que su nivel de poder podía seguir igual? No, tenía que ser un error, era imposible que las palabras de su compañero fueran ciertas.
Por desgracia, la risa genuinamente divertida y animada del peleador gundaliano dejó muy en claro que ese no era el caso. Y los ánimos de los hombres no tardaron en morir al escuchar las fuertes carcajadas del hombre que veía su reacción divertido.
–¿Eso fue todo? Por favor, díganme que aún les quedan más trucos, porque eso fue decepcionante –. Se burló el gundaliano jugando con la pequeña piedra en su mano.
Seguido de las palabras del invasor, una imponente silueta se asomó entre el humo, dejando ver dos fuertes pares brazos calentando con pequeños movimientos y un par de grandes alas moviéndose con agresividad, alejando el humo gracias a sus movimientos y dejando ver la aterradora apariencia del enemigo, libre de cualquier rastro de heridas que sus numerosos ataques le pudieran haber provocado.
Presumiendo de una gran resistencia, Elfar Ventus se quitó el polvo que había caído sobre su cuerpo con tal sencillez, que no parecía haber recibido una brutal ola de ataques y golpes que habían logrado derribarlo.
–Creo que sentí algo, tal vez –. Comentó el Bakugan Ventus antes de avanzar –. Quizás una leve comezón.
Paso a paso, las pisadas de la feroz criatura hicieron que temblara el suelo, moviendo los árboles, los arbustos y las llamas que los rodeaban.
No sólo no estaba herido, sino que parecía que ninguno de sus ataques había logrado producirle, aunque fuera un pequeño rasguño. Incluso después de recibir tal número de ataques, Elfar seguía luciendo como si la batalla acabara comenzar.
Instintivamente, todos los soldados detrás de Shun y Fabia retrocedieron unos cuantos pasos, aterrados al ver la magnitud del poder de este enemigo y viendo con horror como ni siquiera sus mejores guerreros eran capaces de producirle un daño verdaderamente significativo.
Contrario a los jóvenes soldados, Ingram y Aranaut se pusieron una vez más en posición de combate, mientras Shadow Wing y Hylash imitaban sus movimientos a sus costados, listos para pelear hasta las últimas consecuencias.
–Muy bien, ustedes ya atacaron –. Señaló Lud enseñando una nueva carta entre sus dedos –. Así que ya es nuestro turno. ¿Listo, Elfar?
–Cuando quieras, Lud –. Respondió el Bakugan levantando ligeramente sus brazos.
–Muy bien, amigo. Poder activado: ¡Sombra Verde!
Un fuerte rugido agitó el campo de batalla. Finalmente, después de haber recibido tantos golpes por parte de sus enemigos, Elfar Ventus se preparaba para atacar con toda la furia que debía haber estado conteniendo.
Poderosas llamas negras y verdes comenzaron a emerger del cuerpo de la gran criatura gundaliana, estremeciendo el suelo y levantando las piedras que decoraban la arena al mismo tiempo que el fuego parecía llegar hasta las nubes.
En plena demostración de su gran poder, las llamas de oscuros colores comenzaron a dispersarse al compás de los estruendosos rugidos del dragón verdes, que comenzó a azotar con fuerza sus grandes brazos contra el piso, abriendo huecos en el piso en lo que parecía ser un ataque de ira.
No fue hasta que la gran criatura en medio de su teatro levantó su mirada sádica, que Ingram entendió las intenciones de este monstruo. Toda esa ira, ese cruel placer, esa sed de sangre insaciable y esa hambre de dolor, dirigida a un solo contrincante; pero no era Ingram el objetivo de esa aterrador mirar carmesí.
No, no él, sino su viejo amigo fiel, posicionado justamente a su costado.
–¡HYLASH, CUIDADO!
Demasiado tarde, ni siquiera la advertencia de Shun e Ingram pudo igualar el fenómeno que pasó a un costado del maestro ninja como un relámpago inclemente.
Lo único que Ingram pudo ver en el momento en que giró levemente su cabeza para ver a su compañero de batallas fue la forma de Elfar Ventus, bañado en las llamas de su poder, posando una de sus manos en el pecho de la Trampa Bakugan y alejándolo en un parpadeo.
Elfar: 3500.
–¡Ahora verán lo que es la verdadera velocidad! –. Exclamó el gundaliano de ojos verdes con deleite –. ¡Acaba con él, Elfar!
Fue un milisegundo, nada más que eso, Ingram estaba seguro de eso, conocía muy bien el tiempo que debería tomar un movimiento como el que su enemigo acababa de realizar y, aún así, ¿el maldito gundaliano había ejecutado un ataque que le debería tomar, mínimo dos segundos, en menos de uno?
Le había tomado tan poco tiempo acercarse a ellos, a pesar de su gran tamaño, y arrollar a Hylash como si no pesara nada, tomándolos por sorpresa a todos.
Negando con la cabeza ante lo que sus ojos habían presenciado de forma fugaz, Ingram regresó su mirada a su atacante, solo para presenciar con horror como Elfar surcaba los aires con un Hylash tratando de librarse de su fuerte agarre con numerosos golpes a los brazos de su enemigo.
–¡Hylash, resiste! –. Pidió Ingram con desesperación antes de emprender el vuelo.
Seguro rápidamente por Shadow Wing, el cual sostenía a Aranaut colgando de sus brazos, el maestro ninja lideró la persecusión contra el veloz Elfar Ventus, que lograba poner una gran distancia entre ellos mientras se acercaba con gran rapidez hasta el segundo escudo; aquel que protegía la ciudad de la presencia indeseada de los invasores gundalianos.
–¡Saluda al público! –. Declaró entre risas el gran Bakugan Ventus antes de llegar a su objetivo.
Las Trampas Bakugan eran mudas, ninguna parecía ser capaz de pronunciar ni el más simple de los sonidos. Sin embargo, eso no significaba que estuvieran exentas de sentir dolor como cualquier otro Bakugan, y Hylash no era la excepción a esa regla.
No emitió sonido alguno, no podía, pero incluso Ingram pudo sentir el dolor de su amigo desde la distancia al sentir como su espalda se estrellaba violentamente contra la energía del segundo escudo para luego ser usado como un mero artículo de limpieza en el momento en que Elfar se elevó lo suficiente para arrastrar el pequeño cuerpo de Hylash por la energía del escudoz importándole poco las chispas que se desprendían del toque entre la energía del escudo y el cuerpo de la Trampa Bakugan; cuyos intentos de liberarse habían incrementado su intensidad mientras los golpes de sus delgados brazos aumentaban su ritmo y fuerza.
Ingram agitó sus alas tan fuerte como pudo, tratando con desesperación de aumentar la velocidad para alcanzar a su amigo en peligro, pero parecía ser inútil, el invasor seguía adelante mientras se burlaba continuamente de Hylash y sus pobres intentos de luchar.
A pesar de la dedicación en sus esfuerzos, nada parecía ser suficiente para igualar la velocidad de este monstruo.
–¡Acabalo, Elfar! ¡Qué toda la maldita ciudad pueda verlo!
En respuesta a la orden de su compañero, el gran Bakugan Ventus emitió un poderoso rugido que castigó sin piedad los oídos de los Bakugan que lo seguían, obligándolos a detenerse un momento para cubrirse los oídos y ver con horror como el invasor de cuatro brazos se posaba en la cima del campo de energía, todo por encima de las miradas de las miradas aterrorizadas de cientos de ciudadanos que veían a uno de sus enemigos usar a uno de los miembros de los Peleadores Bakugan como un juguete mientras tres de ellos se quedaban atrás.
Gracias a la gran altura que habían ganado con la persecución ocurrida en medio del combate, Ingram pudo ver cómo, en la lejanía, Drago parecía lidiar con sus propios problemas, ayudando a liderar una carga de los Caballeros del Castillo contra lo que parecía ser un gran dragón de oscuras escamas, operando lo que debía ser una especie de maquinaria compleja que lo hacía ver más grande que el mismo Drago y todos sus atacantes.
No tenía sentido tratar de mentirse a sí mismo, parte de Ingram había esperado contar con el apoyo de Drago si éste llegaba a ver lo complicada de la situación en la que se encontraban, pero esa misma esperanza se desvaneció al entender que su amigo no estaba en mejores circunstancias que él y no podía pedirle que se alejara de su propia batalla solo para ayudarlos a derrotar a este sujeto.
No, esa era su tarea, y no debería involucrar a nadie más en ella.
–¡Prepárate para apuntar, Ingram! –. Gritó Shun tan fuerte como pudo desde tierra –. Poder activado: ¡Cuchilla Tenue de Sombras!
Peleadores: 3350
Siguiendo la indicación de su compañero, Ingram agitó sus brazos para liberar los dos cortes de energía con un objetivo muy claro desde su posición: las alas de su enemigo.
Ambos ataques impactaron en su objetivo con éxito, liberando una nueva nube de humo para todos los espectadores que veían el combate desde el interior de la ciudad.
Inmediatamente, Ingram voló tan rápido como pudo hasta su objetivo, viéndolo claramente a pesar del humo que quería obstaculizar su visión y arrollándolo tan fuerte como le fue posible, provocando que Elfar perdiera el equilibrio y cayera sobre el escudo de energía al mismo tiempo que Hylash y el mismo Ingram.
Sorprendentemente, la carga que sintieron en sus cuerpos no fue tan fuerte como el Bakugan enmascarado había temido en primer lugar, se sentía como una débil corriente recorriendo sus extremidades por encima de un sólido piso hecho completamente de energía.
Por desgracia, si esa pequeña descarga no bastaba para hacerle un daño significativo a Ingram, era obvio que tampoco bastaría para herir de gravedad a un Bakugan como Elfar.
–¡Muy bien, Ingram! ¡Ese es el espíritu que el rey me descubrió! ¡No te contentas más y atácame con todo lo que tengas! –. Motivó el dragón gundaliano golpeando su pecho con ánimo.
Al tener a sus refuerzos detrás de él, Ingram reveló una vez más las cuchillas en sus brazales antes de abalanzarse al mismo tiempo que sus compañeros, con él mismo y Aranaut liderando la carga contra el gran dragón.
–¡Acaben con él, chicos! –. Animó Fabia con ganas.
Una poderosa onda se produjo en el momento en que ambos Bakugan chocaron frente a frente con Elfar y su fuerte defensa, alterando momentáneamente la constitución del escudo a sus pies antes de que una veloz ráfaga de puños y patadas comenzara a volar entre los ojos de miles de neathianos comprometidos con el fragor de este combate y los cielos celestes de Neathia que servían como testigo de esta batalla.
Golpe tras golpe, Ingram y Aranaut lograron coordinarse a pesar de las circunstancias para impulsarse con una pierna hasta el frente, dándole al caballero el impulso suficiente para estrellar su casco contra el cuello de su oponente mucho más alto, al mismo tiempo que Ingram enterraba su codo con toda la fuerza que pudo y usaba su brazo libre para sujetar la mitad de las extremidades de su aturdido de su oponente.
Recomponiéndose tan rápido como pudo del maltrato recibido, Hylash corrió torpemente alrededor del encuentro de sus amigos con el invasor hasta llegar a su espalda nuevamente, usando esa oportunidad para escalar por la espalda de Elfar y estrellar sus puños en los costados de su cabeza antes de sujetar sus cuernos tan fuertes como pudo para tirar de ellos hacia atrás.
Viendo su turno para tomar la ofensiva, Shadow Wing se abalanzó sobre su oponente hasta llegar al nivel de sus piernas, deslizándose por el suelo e ignorando las chispas que soltaba con tal de llegar a posicionarse entre las grandes piernas del enemigo y hacer un split perfecto aun estando en el suelo al rostro interno de las extremidades del gran dragón, haciendo que éste pierda su equilibrio y dándole la oportunidad a Ingram y Aranaut de conectar un gancho ascendente en conjunto contra la mandíbula del dragón.
–¡Está mejor! ¡Esto es lo que el príncipe nos describió! –. Dijo el gundaliano eufórico antes de levantar una nueva carta –. Poder activado: ¡Dragón Real!
Sorpresivamente, una poderosa explosión de llamas oscuras se produjo en el cuerpo de Elfar nuevamente, alejando a todos los miembros de los Peleadores al mismo tiempo que el poder del enemigo se propagaba y pintaba los múltiples colores del escudo a sus pies con una intensa tonalidad oscura que se elevó al mismo ritmo que un nuevo rugido emergía de las fauces del ciervo del príncipe de Gundalia.
–¿¡Qué está pasando!? –. Preguntó Aranaut asombrado.
–¡No lo sé, pero es demasiado poder!
Elfar: 4500.
Sin dar tiempo a más contemplaciones ni palabras, Elfar se abalanzó con ánimos latentes sobre sus enemigos, golpeándolos a todos con la fuerza de un misil hasta abandonar la cima del escudo sobre la ciudad y devolverlos a todos al bosque que les había servido como campo de batalla inicial, levantando una densa nube de polvo que se elevó hasta las nubes.
Todo mientras un emocionado Elfar Ventus se erguía una vez al final de un rastro de árboles y césped masacrado con Hylash y Aranaut en sus manos mientras mantenía lejos a Ingram y Shadow Wing con una onda de energía.
Preocupada, Fabia comenzó a llamar a su compañero, pero sus llamados se vieron enmudecidos en el momento en que el gran dragón gundaliano se agachó para arrastrar a los Bakugan que tenía en las manos por la tierra, importándole poco los daños que su batalla le estaba provocando al bosque con tal de torturar a sus presas.
–¡Tira la basura, Elfar! ¡Es hora de demostrar que no estamos jugando! –. Ordenó Lud con deleite al ver las acciones de su compañero.
Una vez más, el invasor alado estrelló con fuerza a ambos Bakugan contra el suelo antes de arrojar a Aranaut a un lado como si no fuera más que basura para concentrarse completamente en Hylash.
–¡Déjalo! –. Gritó Ingram antes de lanzarse contra su enemigo.
Retrocediendo antes de que el maestro ninja pudiera alcanzarlo, Elfar sujetó con fuerza a Hylash por las piernas antes de arrojarlo con toda la fuerza que pudo hacia los cielos y seguirlo envuelto en un aura de llamas negras y verdes.
Ingram y Shadow Wing siguieron a su enemigo, pero éste hizo gala de su velocidad superior nuevamente, alzándose en el aire para mantener a Hylash elevándose cada vez más hasta las nubes, disipándolas con la fuerza de cada golpe provocado al Bakugan que se tambaleaba en el aire sin defensa alguna.
No fue hasta que lo tuvo por encima del nivel de las desaparecidas nubes, que Elfar se elevó sobre su contrincante para posar con rudeza una de sus manos en su pecho nuevamente.
–¡Si tanto lo quieren, se los regreso! –. Declaró el gundaliano al mismo tiempo que la palma de su mano comenzaba a brillar con un intenso tono esmeralda.
De pronto, los cielos se pintaron del color de su atributo, el celeste se tiñó de verde y el pequeño cuerpo de Hylash salió disparado de su posición en pleno aire para precipitarse violentamente al nivel del suelo una vez más, siendo empujado por un feroz rayo de su enemigo que caía a tierra con la furia de un relámpago.
Ingram quiso intentar frenar el ataque, quiso ponerse en medio con tal de intentar salvar a su amigo, pero la magnitud del rayo le dejó en claro que no había nada que pudiera hacer y sus reflejos lo obligaron a apartarse tan rápido como pudo de la trayectoria de su trayectoria, viéndose obligado a dejar que su amigo se hundiera en el suelo, perdido entre la presión del ataque de Elfar, la dureza del suelo y la explosión que se alzó en el aire; consumiendo la silueta de Hylash y dejando únicamente la débil luz verde que se asomó con timidez en medio de la negrura del humo.
Lo último que Ingram pudo ver de su amigo, desde las alturas en las que se encontraba, fue la forma de un pequeño cilindro cayendo a los pies de Shun.
–¡Shun! ¿¡Hylash está bien!? –. Llamó Ingram a su compañero con preocupación.
Desde el nivel de los suelos, Shun pareció asentir con la angustia aún marcada en sus facciones mientras acogía a la pequeña Trampa Bakugan entre sus manos.
Por otro lado, viendo la pausa que su batalla había tomado, Lud miró con incredulidad y cierto grado de aburrimiento como sus oponentes detenían sus ataques para averiguar por el estado del Bakugan caído.
Peleadores: 3000.
Reemplazando su angustia por una fiera rabia marcada en su voz y en su mirada, Ingram empuñó sus manos mientras se dirigía a sus enemigos.
–¡Malditos sean todos ustedes! ¡Son unos monstruos! –. Exclamó el ninja con ira.
–No te pongas sentimental, Ingram, así es la batalla. Deberían agradecernos que no lo matamos –. Respondió Elfar cruzando sus dos pares de brazos con indiferencia.
–A diferencia de las batallas a las que ustedes están acostumbrados, en Gundalia no existen las segundas oportunidades. Aquel que pierde, muere –. Respaldó Lud a su compañero –. Si tanto les preocupa el enano, dejaremos que tomen un descanso. Después de eso, seguiremos nuestra batalla.
Una propuesta generosa y, por desgracia, necesaria. Hasta el momento, apenas habían logrado llevarle el ritmo a Elfar gracias a su superioridad numérica, sin Hylash para mantener sus números, podrían usar ese pequeño lapso de descanso para pensar en cómo proceder a partir de aquí.
Ni Shun ni Fabia respondieron, pero quedó claro que ambos aceptaron la propuesta del invasor cuando dieron un pequeño asentimiento y los cuatro Bakugan regresaron a sus modos de esfera.
–¿Qué haremos ahora, Shun? –. Preguntó Ingram al volver a las manos de su peleador.
–No tenemos elección, tenemos que usar todo nuestro armamento. No podemos reservarnos nada –. Respondió el ojimiel.
–¿Tienes un plan? –. Cuestionó Ingram a su compañero.
–Eso creo, pero no puedo garantizar que funcione –. Dijo el pelinegro con un suspiro.
–Es mejor que nada. ¿Hylash puede pelear? –. Preguntó Fabia mirando a la pequeña Trampa en la mano del Peleador Ventus.
Normalmente, las Trampas Bakugan siempre respondían cuando mencionaban sus nombres, similar a un niño curioso que escuchaba su nombre en una conversación. Sin embargo, esta vez, Hylash no solo no atendió el llamado de la princesa, sino que tampoco salió de su forma cilíndrica para mirar a los peleadores que lo veían preocupados; optando únicamente por revolverse en la palma de Shun.
–No lo creo, parece que ese ataque lo dejó más herido de lo normal –. Respondió el terrícola acariciando a Hylash con la yema de su dedo índice.
–Tal vez sea mejor no arriesgarlo. Después de lo que le hicieron estos sujetos, preferiría que Hylash estuviera seguro –. Comentó el maestro ninja.
–Entonces, seremos solo nosotros –. Simplificó Aranaut mirando a sus oponentes.
–Así parece, chicos. Recuerden atacar fuerte y rápido, no debemos darle tiempo de actuar o nos arriesgamos a perder –. Les recordó Shun a los Bakugan.
–Lo haremos, Shun. No te preocupes –. Aseguró Ingram con determinación.
–¿¡Listos para continuar, Peleadores!? –. Provocó Lud desde la distancia.
Dando un pequeño asentimiento hacia su enemigo, Fabia fue la primera en actuar al lanzar una carta portal al centro del campo de batalla, creando un breve resplandor amarillo que se desvaneció al poco tiempo de abarcar los alrededores del campo.
–¡Adelante!
–¡Bakugan, pelea! –. Gritaron tres voces al unísono.
Cuatro esferas volaron por el campo de batalla, dando pie a cuatro titanes que chocaron con fiereza en esta improvisada arena de combate, dando paso a un veloz intercambio de golpes entre Elfar y Aranaut, creando ondas que alteraron en aire y empujaron el polvo al mismo tiempo que los puños colisionaban en una fiera danza de ataque y defensa.
–¡Hazlo ahora, Shun! –. Indicó Fabia a su amigo.
–Poder activado: ¡Combo Ninjutsu, Unidos de Poder!
Siguiendo la instrucción de su peleador, Ingram y Shadow Wing se elevaron tan rápido como les fue posible en el aire, posándose uno delante del otro al mismo tiempo que las plumas y las alas del segundo incrementaban su tamaño hasta que un par de enormes alas con plumas verdes y blancas que agitaron el aire con sus movimientos.
Peleadores: 2500.
–¡Hora de actuar, Aranaut! ¡Necesitamos espacio! –. Ordenó Fabia a su Bakugan.
–¡Sí, princesa!
Juntando sus manos, Aranaut liberó una onda de energía dorada que logró cegar momentáneamente a su enemigo, dándose el tiempo suficiente para retroceder mientras los Peleadores comenzaban a digitar los códigos de acceso de sus BakuMetros.
–Battle Crusher: Listo.
–Wind Blade: Listo.
–¡Armamento instalado! –. Exclamaron ambos peleadores al mismo tiempo.
Fue un movimiento bastante veloz y breve, pero no se necesitó de nada más para que ambos armamentos se formaran en la espalda de ambos Bakugan, dando pie a la cadena y el cañón de Aranaut junto con las alas y los sables de energía de Ingram.
Peleadores: 3000.
–Bueno, esto sin duda será más interesante –. Dijo el gundaliano al ver los armamentos –. No se reserven nada, terrestres.
Siguiendo la petición de su enemigo, Ingram y Aranaut se abalanzaron una vez más contra Elfar, el cual los esperaba con los cuatro puños arriba.
Desde la distancia, fuertes corrientes de aire agitaban los bosques, empujando de forma implacable los árboles y las hojas en el suelo, siguiendo una y otra vez los numerosos ataques que colisionaban repetidamente entre los tres Bakugan.
Presas de la adrenalina, la velocidad de ambos miembros de los Peleadores comenzó a incrementar gradualmente, una y otra vez, sus puños y patadas volaban a un ritmo cada vez mayor al mismo tiempo que las rocas en el suelo se elevaban con agresividad al sentir el gran poder de los tres colosos chocar en una batalla encarnizada.
–¡Inmovilízalo, Aranaut! –. Ordenó Fabia mientras alzaba una carta entre sus dedos –. Poder activado: ¡Puño Vector!
–¡Enseguida, princesa! –. Asintió Aranaut con sus puños con cuchillas a los costados ya listos en sus manos.
Peleadores: 3200.
Bloqueando uno de los puñetazos de Elfar con uno de sus brazos, Aranaut enterró dos de las cuchillas en sus manos tan profundo como le fue posible, penetrando con dificultad las escamas gruesas del dragón gundaliano, obligándolo a soltar un rugido atronador que delataba lo mucho que le debía haber dolido el ataque.
–¡Qué no tenga un segundo para respirar, Aranaut!
Dando un salto sobre la cabeza de su enemigo, Aranaut usó su mano libre para manipular con maestría la cadena de su armamento y azotar uno de sus duros extremos contra uno de los costados de la cabeza de Elfar, silenciando sus rugidos y dándole al caballero neathiano el tiempo suficiente para sacar sus armas del pecho de su enemigo, dejando un pequeño rastro sangre morada deslizándose por el pecho del gundaliano.
–Nuestro turno, Ingram –. Llamó Shun alzando dos cartas entre sus dedos –. Doble poder activado: ¡Eco de Viento + Sables de Viento!
Tomando impulso con una pierna lejos de la confrontación que libraban con Elfar, Ingram arremetió contra su enemigo nuevamente, conectando un fuerte gancho a la del enemigo y posando sus piernas en el pecho del gran dragón verde para saltar hasta quedar de espaldas unos cuantos metros lejos de la pelea, con su espalda mirando directamente al suelo.
Fue en el momento en que pudo sentir el granito acercándose a su espalda y a sus alas que Ingram accionó su primer poder indicado por su compañero, desapareciendo en una pequeña sombra circular que se deslizó por el suelo hasta quedar a los pies de su oponente.
–¡Ahora, Ingram! ¡Por Hylash! –. Exclamó Shun a su compañero.
Saliendo del refugio de su sombra con la velocidad de un rayo, Ingram se alzó nuevamente en el campo de batalla girando a gran velocidad con sus dos sables de energía en mano, cortando todas las partes del cuerpo que alcanzaban de su enemigo y dejando dos alargadas líneas verdes por las escamas de Elfar que fueron desde sus pies hasta la parte más alta de sus hombros.
Peleadores: 3600.
Estando suspendido en el aire, Ingram escuchó con cuidado la siguiente orden de Shun, guardando la hoja de sus espadas y estirando tanto las alas metálicas de su armamento tanto como le fue posible.
–Poder de armamento activado: ¡Cielo Descendente! –. Continuó Shun sin querer dar tiempo a sus enemigos de reaccionar.
Entendiendo lo que su peleador quería hacer, el Bakugan enmascarado giró con gracia en el aire hasta quedar mirando directamente a su enemigo en el suelo y poder apuntar con sus alas.
Una lluvia de cuchillas plateadas cayó sobre el gran dragón Ventus, armas letales cuyo filo se enterró en la carne y escamas visibles, obligándolo a liberar un nuevo grito de dolor al sentir el filo de docenas de agujas clavarse en su carne.
–¡Ahora nosotros, Aranaut! –. Dijo Fabia a su compañero –. Poder de armamento activado: ¡Duque Destructor!
Alejándose tanto como pudo, el gran caballero de armadura blanca posó sus manos en el suelo al mismo tiempo que apuntaba el cañón sobre su hombro directamente hacia el dragón invasor, fijándolo en un parpadeo antes de liberar un poderoso rayo del color de su atributo directamente sobre su enemigo.
–¡Adiós, gundaliano! –. Exclamaron ambos gundalianos al unísono.
Con una seña de su mano, Ingram obligó a las numerosas cuchillas explosivas enterradas en la carne de su enemigo a generar la explosión que estaban destinadas a crear, levantando una breve llamarada de fuego dorado que se disipó en el momento en que el rayo de Aranaut chocó directamente con su objetivo, mezclando la fuerza de ambos ataques en un poderoso súper ataque.
Peleadores: 4200.
Desde la distancia, lo único que se escuchó para los oídos de los ejércitos que servían como testigos de este choque de titanes fue el sonido de un estruendoso rugido alzándose casi hasta el nivel de lo cielos y perdiéndose ante el abrumador sonido de la explosión que consumió al Bakugan invasor.
Todo mientras unas fuertes carcajadas se alzaban con deleite para que todos pudieran oírlas, decantando el placer y la emoción de aquel que se reía como si estuviera viviendo el mejor día de su vida.
–¡Comienzan a agradarme, terrícolas! ¡Hace tiempo que no nos obligaban a esforzarnos en batalla, aunque fuera un poco! –. Mencionó Lud sosteniendo su estómago con una mano, mientras que la otra enseñaba dos cartas poder entre sus alargados dedos –. Doble poder de fusión activado: ¡Dragón Real + Sombra Oscura!
De pronto, el humo se disipó y los rugidos callaron, dando paso a la silueta de un gran dragón iracundo, mirando fijamente a aquellos que se habían atrevido a desafiar su poderío con una intensa energía rojiza destilando de sus ojos y unas gotas de viscosa saliva caer de entre sus afilados colmillos.
Entonces, estirando sus alas tanto como le fue posible y tensando visiblemente los músculos de sus brazos y su torso, un eufórico Elfar Ventus liberó un poderoso rugido al cielo, uno que obligó a los Peleadores a taparse los oídos. Todo mientras una intensa energía oscura comenzaba a emerger del cuerpo del gran dragón gundaliano.
–¿¡Qué está haciendo!? –. Preguntó Ingram levantando sus espadas de energía.
–¡No lo sé, pero está agrietando la tierra! –. Señaló Aranaut al suelo.
Tal como el caballero decía, el piso alrededor del enemigo comenzó a romperse como si no fuera más que un pedazo de hielo impotente ante la fuerza de su enemigo.
Repentinamente, las sombras a sus alrededores desaparecieron, borrando de forma sorpresiva todo rastro de oscuridad que quedara en esta arena. Todo, desde las sombras de los árboles hasta las sombras de los peleadores y los mismos Bakugan comenzó a desvanecerse, deslizándose por el suelo hasta levantarse como energía carente de forma alrededor del cuerpo del enemigo, formando parte de la misteriosa de energía que rodeaba al dragón gundaliano.
–¿¡Qué está pasando!? ¿¡Qué hace ese sujeto!? –. Gritó Fabia cubriéndose el rostro, protegiendo sus ojos de cualquier rastro de polvo que pudiera entrar a sus ojos.
–Este, Peleadores, ¡es el poder de Elfar! ¡Contemplen la absorción de sombras! ¡Una vez que se activa, Elfar consume todo rastro de oscuridad en el campo y lo usa para fortalecerse, incrementando su poder más y más durante un tiempo determinado!
¿¡Qué!? No, debía ser imposible, un poder así no podía ser propio de un Bakugan Ventus. Una cosa era la manipulación y conversión de sombras en batalla, y otra muy diferente era el uso de la oscuridad para incrementar los poderes de un Bakugan. No podía ser posible, una habilidad como esa solo podría ser parte de los Bakugan Darkus y sus poderes únicos. Alguien como Elfar no debería ser capaz de algo así.
Elfar: 3000, 3500, 4000.
Este sujeto no podía ser un Bakugan, ni siquiera los monstruos mecánicos de Hydron y los Vexos tenían poderes así. Este tipo no era un Bakugan, este tipo era un demonio.
–¡Miren con atención, Peleadores Bakugan! ¡No se pierdan ni un segundo de este espectáculo! –. Gritó Lud con euforia mientras miraba a su compañero con gran orgullo en sus ojos.
Orgullo se asomaba en sus ojos, deleite se mostraba en sus gestos y una cruel diversión se notaba en sus palabras acompañadas por las fuertes risas que desgarraban la garganta del enemigo en un espectáculo casi mórbido que se mostraba con gran notoriedad para todos los presentes.
Consumido por la llama de la emoción y el deleite, una fuerte declaración abandonó los labios desiguales del gundaliano que trataba de mirar todo lo que estaba frente a él con una mirada desenfocada y movimientos erráticos.
–¡ESTE ES EL PODER DE LOS BAKUGAN OSCUROS!
Seguido de las palabras de su compañero, Elfar emitió un poderoso rugido que agitó el aire y estremeció la tierra al mismo tiempo que el filo de sus grandes alas se azotaba con fuerza contra la tierra.
–Sh-Shun… –. Llamó Fabia retrocediendo con claro temor marcado en sus facciones.
Cómo pudo, el ojimiel salió de su propio estupor para ver una vez más a los ojos verdes de su amiga, viéndose obligado a presenciar con pesar como el espectro del terror y el pánico trataban de poseer su mirada normalmente tan dulce como decidida, y como estaba teniendo éxito.
Esta vez, no había decisión, no había fuerza ni dulzura alguna en los ojos de la bella princesa neathiana. En su lugar, solo quedó el terror marcado en sus facciones, uno que la hacía retroceder asustada, que la hacía ver como una niña pequeña viendo su mayor terror en carne y hueso justo frente a sus ojos.
–¿Qué… qué es… esa cosa…?
La pregunta, esa miserable pregunta, ni siquiera trataba de disimular el gran terror que Fabia debía estar sintiendo en estos momentos. Esa pregunta, dejaba en claro que el valor se había desvanecido casi por completo del corazón de esta princesa guerrera, para dar lugar a una de las emociones más antiguas en el universo, aquella que provocaba que todo aquel que la sintiera se encogiera falto de cualquier pensamiento lógico.
Aquella que paralizaba a ambos Peleadores Bakugan por igual, aquella que los hizo retroceder a ambos mientras tragaban saliva.
Miedo.
Y mientras ambos jóvenes se encogían con miedo, solo hubo una repuesta de parte de aquel demonio responsable de generarles estas emociones y mantenerlos estáticos en su lugar.
–¿Listos para continuar, terrestres? –. Provocó Elfar Ventus mientras los símbolos en su pecho brillaban con un intenso resplandor esmeralda y amatista.
Ninguno respondió al instante, solo pudieron quedarse paralizados con temor mientras retrocedían ante este monstruo y su guardián, aquel que ahora mismo sujetaba con fuerza la pequeña roca brillante en su mano mientras dirigía su extremidad superior libre hacia uno de sus oídos.
Lud dijo un par de cosas que ninguno pudo entender, bloqueados por el obstáculo de la distancia y el viento agitando la cabellera del gundaliano, la cual tapaba fugazmente sus labios en sus movimientos, impidiendo una posible lectura de sus palabras.
El único movimiento claro que se pudo ver por parte del enemigo fue el de su mano, apretando con fuerza su puño, envolviendo con fuerza la pequeña roca en su palma mientras una mirada de aparente desilusión y enojo se apoderaba de sus facciones, borrando al instante su sonrisa engreída y dejando únicamente la forma de un demonio frustrado que parecía ver como la diversión de su mundo se desvanecía antes de dejar caer su mano de su oído para mirarlos a todos con una expresión tan fría como el hielo mismo.
Lo único que quedó para Ingram, Aranaut y todos los demás, antes de que el peleador recuperara la compostura fue la forma en que sus ojos, tan verdes como el bosque que él mismo y sus hombres estaban atacando, se purgaban de todo rastro de emoción para dejar ver una carencia total de ánimo, reemplazado completamente por lo que debía ser una ira ciega y una frustración latente.
–Peleadores Bakugan, considérense afortunados de haberse ganado el respeto del Príncipe Freidr y que él mismo los haya considerado dignos de ver el máximo poder de sus ciervos más leales –. Declaró el peleador enseñando una vez más la pequeña piedra entre sus dedos.
Repentinamente, el pequeño objeto comenzó a emitir una luz más intensa de la que ya presumía, dejando ver un destello esmeralda más y más fuerte con cada segundo que pasaba.
Los aires se agitaron violentamente, moviendo los árboles que se mantenían de pie en distintas direcciones, y levantando corrientes de polvo y ceniza, tierra y piedras, paseándose por el aire y envolviendo en una especie de capullo casi invisible al gran demonio de escamas de verdes y negras que comenzaba a brillar con intensidad con el mismo color del objeto.
–Lud, ¿qué estás haciendo? ¡Creí que me dejarías jugar con ellos un poco más! –. Reclamó el Bakugan mirando su cuerpo con confusión marcada en su tono –. ¿¡Por qué haces esto!? ¡No es lo que dijiste!
–El Príncipe Freidr quiere terminemos la misión cuanto antes, parece que no falta mucho antes de que se termine nuestro tiempo –. Respondió el peleador con desagrado y un suspiro –. Tenemos que cumplir nuestra tarea pronto, Elfar.
Ante la respuesta de su compañero, el desgano y la ofensa en la voz del Bakugan desapareció para dar lugar a lo que pareció ser una determinación ciega.
Parecía que la sola mención de las instrucciones de su príncipe era más que suficiente para que estos sujetos, capaces de repudiar el nombre de su emperador sin miedo a represalias, hicieran a un lado su emoción perdida para dar paso a una fuerte convicción en el lugar donde hacía solo un momento había quedado un vacío emocional representando una frustrante falta de propósito.
Emitiendo un nuevo rugido, Elfar desvió su mirada a los cielos mientras se dejaba envolver por un poderoso capullo de energía verde y oscura, una que lo cubrió completamente y lo hizo tensar nuevamente sus brazos y sus alas mientras su silueta cubierta aumentaba su tamaño.
–¿¡Qué está sucediendo ahora con ese sujeto!? –. Exclamó Aranaut con frustración.
Esta vez, ante su pregunta, ninguno de los Peleadores Ventus logró reunir un poco de aliento para pronunciar su misma confusión. En su lugar, solo se pudieron quedar pasmados en sus respectivos lugares al ver como un nuevo monstruo se posaba frente a ellos, más grande y aterrador que aquel habían combatido antes.
En un solo movimiento por parte de la criatura, la luz de esta extraña energía se rompió como un cristal, dejando ver al demonio que se había convertido en el centro de toda la atención en este campo de batalla y el futuro morador de las pesadillas de todos los neathianos que atestiguaban este encuentro y esta misteriosa evolución.
Perdidos en un insonoro mar de dudas y confusión, palabras de grandeza y lealtad fueron pronunciadas, de sumisión y poderío por igual, y con ellas vino la revelación de una nueva forma para este aterrador monstruo que los había estado combatiendo en una solitaria facilidad que dejaba estupefactos a todos los que enfrentaban este combate encarnizado.
–¡Piedra de la Evolución, deja que estos insignificantes peleadores conozcan a los ciervos más poderosos y leales del Príncipe Freidr y el Rey Baltasar! –. Exigió el sádico guerrero e invasor al pequeño objeto a la vez que los vientos a su alrededor se agitaban con frenetismo –. ¡Piedra de la Evolución, quiero que Neathia conozca a Sektan Elfar Ventus!
Ante sus ojos, una feroz bestia se reveló con imponencia frente a sus ojos, una que congeló la sangre y quebró el poco temple que quedaba en el corazón de estos soldados enmudecidos ante tal criatura.
Frente a miles de ojos, un monstruo de cuatro grandes alas verdes y negras se reveló con imponencia frente a sus ojos, envuelto en llamas negras y verdes. Seis brazos se mostraron ante los neathianos con orgullo, cuatro de ellos dejaban ver una serie de músculos y garras sobresaliendo de su piel hasta llegar a sus manos con seis dedos cada una, las cuatro coronadas por grandes garras filosas casi tan grandes como las falanges de sus alargados dedos; mientras que los dos brazos nuevos en el cuerpo del monstruo parecían estar completamente hechos de oscuridad, de intensas sombras que daban forma a un par de nuevas extremidades casi idénticas a los brazos normales del monstruo.
Los símbolos que habían decorado el torso de Elfar Ventus ahora se extendían hasta llegar a sus brazos y piernas, dejando ver una serie de patrones que brillaban con un intenso color amatista debajo de una llama verde y negra. A la vez, la hilera de cuernos que bajaban de su cabeza ya no se encontraba sola, pues ahora la acompañaban dos rastros de más picos bajando por espalda y rodeando sus alas hasta llegar a una cola que se dividía en dos extremos, ambos decorados con tres puntas en formación vertical y ambas mucho más grandes y pesadas que la cola normal de Elfar Ventus.
Finalmente, la transformación de este monstruo estaba completa, y con ella venía un nuevo poder que dejó helados a todos los peleadores que pudieron ver como este monstruo aumentaba las propiedades de sus aterradores poderes.
–Shun, Fabia, ¿de cuánto es su nivel ahora? –. Preguntó Ingram combatiendo las ganas de tragar saliva.
Les hizo la pregunta a ambos, pero ninguno pudo responder, pues se encontraban paralizados ante lo que sus ojos veían y no parecían ser capaces de reaccionar con la misma velocidad a la que ambos Peleadores estaban acostumbrados gracias a su entrenamiento.
–Princesa, por favor, responda la pregunta –. Pidió Aranaut a su compañero mientras cerraba sus puños.
Un claro intento de ocultar el temblor en sus manos.
–Princesa, ¿cuánto poder tiene este sujeto?
No hubo una respuesta directa, no hubo una declaración acompañada con miedo ni un llamado lleno de preocupación y angustia, no hubo nada de parte de ninguno de los chicos. Nada más que el espectro del miedo estático en sus expresiones normalmente determinadas, nada más que el más puro y frío terror absoluto fijo en sus miradas y en sus cuerpos paralizados.
Elfar: 8000.
Este sujeto no podía ser un Bakugan, ni siquiera un demonio ordinario. No, este tipo tenía que ser el diablo mismo, en carne y hueso.
–Ahora, podemos continuar –. Anunció el monstruo con una voz tan profunda como el abismo que encarnaba.
No tenían más elecciones, aún les quedaban poderes bajo la manga, pero dudaban seriamente que alguno de ellos fuera hacer la diferencia en este encuentro. No, no podrían ganar a través del uso de poderes o estrategias, requerían números y todo el apoyo que tuvieran a la mano.
Tragando saliva de la forma más sutil que le fue posible en medio de estas circunstancias, Shun se giró con dificultad para ver a los hombres neathianos que tenían a la espalda. Todos ellos, jóvenes tan o más asustados que él por este demonio, temerosos de la idea de estar aquí, pero paralizados por el terror o un endeble sentido del deber.
Fuera lo que fuera, solo había una oportunidad de continuar la batalla y se encontraba en estas pobres almas asustadas que los veían con preocupación.
Solo una forma de esperar sobrevivir a este campo de fuego, al menos, hasta que un milagro iluminará su oscuro camino en esta batalla.
–¡Hombres… prepárense para luchar! –. Dijo el Peleador Ventus tan fuerte como pudo.
Lud no les ordenó a sus hombres que hicieran lo mismo, ni siquiera se atrevió a mirarlos, demasiado consumido por su propia diversión y la euforia de ver miles de Bakugan alzarse con el mismo temor que los Peleadores ante los ojos penetrantes de su compañero. Todos ellos, temblando visiblemente ante el demonio que estaba delante de ellos.
–¿Saben? Elfar solía tener fama de caníbal en Gundalia. Cuando los primeros miembros de la realeza lo mandaron bajo tierra, se vio obligado a sobrevivir como mejor pudiera. Y bien dicen que uno siempre tiene que comer, ¿no es cierto, amigo? –. Comentó Lud con una enorme sonrisa.
–Así es, aún puedo sentir el sabor de la carne de mis hermanos y hermanas –. Respondió el Bakugan pasando una de sus manos ensombrecidas por su hocico.
–Dime, ¿tienes hambre ahora mismo? –. Preguntó el gundaliano divertido.
–Nunca he probado la carne neathiana, Lud.
Sí, ya sé que prometí que el combate contra Elfar y Lud sería en un capítulo, pero se estaba prolongando de más. Por tanto, decidí dividirlo en capítulos y subir dos al mismo tiempo. En unos pocos minutos, la siguiente parte de la pelea deberá estar disponible para ustedes, puede que incluso ya esté subida mientras ustedes leen esto :)
