Capítulo VI – El rey de corazones I

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"En las profundidades de lo más recóndito de la tierra…

Existe un lugar mágico y de ensueño,

Un lugar donde todo es maravilloso,

Donde lo más normal es aquello más raro

Y lo raro…

Es lo más normal."

"Un sitio donde los gatos sonríen,

Las flores cantan,

Los animales visten ropas,

Donde el poder más fuerte

Es aquel que gobierna."

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Kitta ya llevaba caminando un par de horas, siguiendo direcciones que no concordaban con el letrero que había visto y al regresar por sus propios pies, aquellos letreros habían cambiado de posición.

Si tan solo los arboles no fueran tan altos y frondosos, impidiendo dejar pasar algún rayo de sol del cual podría guiarse, hubiese salido rápido de aquel sitió. Pero no era así, no podía saber si era de noche o de día, no entendía los caminos.

Estaba solo en aquel extraño lugar sin saber que hacer en realidad. Sin tener idea de lo que tenía que hacer, o que debía de hacer. Nadie dijo o pregunto sobre ello, solo sabían que debían de rescatar a sus compañeros, pero nunca se preguntaron el cómo.

—¡Ya me estoy hartando de este camino de mierda! –grito con molestia tirando de los naranjas cabellos. Se había desesperado.

—Es tarde… –escucho una voz chillona —Es tarde…

Dio algunas bocanadas de aire para tranquilizarse, aquella actitud no era propia de él, y como les había estado pasando a algunos de sus compañeros como a Hakuryuu y Minamisawa, era seguro que estuviera pasando por lo mismo. Debía calmarse.

—¡Me cortará la cabeza! –celebre frase que le hizo buscar al ser que estaba en contra tiempo.

Pero no fue el típico conejo blanco, aquel que hizo caer en una profunda pesadilla a Alicia, sino que era —¿Shinsuke? –recordaba al pequeño chico del Raimon, aquel defensa.

El chico no le presto atención, si bien tenía diferencias en su comportamiento, ropas y físico, le reconocía. Debía preguntarle todo lo que sabía, pero este se fue dando grandes saltos —¡Espera!

Una persecución en donde creía que perdía al chico, pero le encontraba por sus gritos de "Es tarde", cerro los ojos con fuerza cuando y sin saber en que momento había salido de la oscuridad de aquel bosque en el cual se encontraba, para estar ahora en un sitió más extraño, al menos podía ver el cielo, uno muy alejado del suelo.

—¡¿Es un chiste?! –exclamo cuando su altura no era mayor a la de un ratón, y ahora veía de mayor altura a Shinsuke, el cual se alejó sin darle tregua, dejándole entre la yerba y flores, las cuales sentía una mirada extraña provenir de ellas.

—Que voz tan más extraña y poco entonada –escucho a una señora decir.

—Lo dices como si fueras la más entonada –le respondió otra.

—¿Pero que dices? Si soy la más entonada de todas –más voces se unieron al lío.

«No… No esto…» deseo que aquel lío le ayudará a salir de aquel sitió lo más rápido posible sin ser notado, pero aquella idea se fue cuando una de las flores le envolvió con ternura y cariño.

—Apenas esta en crecimiento, siquiera tiene aun tallo –explico la flor de jazmín.

Tulipán, Orquídea y Lirio no estaban conformes con eso.

—¡Suéltenlo! –aquella imponente voz las hizo chillar de miedo y dejarlo caer al suelo, más sin llegar a tocarlo al sentir unos brazos que le sostuvieron, una hermosa sonrisa y unos ojos cálidos a través de aquellos lentes le ofrecieron por escasos segundo seguridad, pero la burbuja se rompió cuando lo dejo caer y miro con enojo —no eres él.

Con ello, paso de largo de este, el cual se puso de pie también molesto. Al menos había salido de aquel lío que hubiera sido seguro que sería largo con las flores, y algo le decía que debía seguirla.

—No me sigas –le gruño ella.

—¿Quién te dijo a ti que te estoy siguiendo? –si la estaba siguiendo, pero no lo diría —que vayamos al mismo sitio es diferente.

Sonrió antes de ponerse delante del chico y verle —¿Mismo sitio dices? ¿Qué sitio?

Rio leve —no caeré en tu juego. Esperas que diga el lugar para negarlo, cuando en realidad es tal cual al que vamos.

—¿Cómo sabre que lugar dices que es al que vamos los dos para poder negarlo si ni siquiera me has dicho cuál es ese lugar?

—Lo sabes, aunque no lo diga, e intentas jugar conmigo para que diga lo que sabes que diré, aunque me hagas pensar que no lo sabes y que yo sí, pero ambos lo sabemos –le encanta jugarle ese tipo de bromas a sus compañeros de equipo, bromas mentales en las cuales terminan enredados y con dolor de cabeza, pero vale la pena verlos molestos.

Pero lo que no espera de esa chica, es que ella sabe jugar muy bien ese juego.

—Entonces… Suponiendo que vamos al mismo sitio, entonces no te importará ir adelante y sea yo quien te siga, si vamos al mismo lugar no habrá problema.

Sonrió confiando, cuando en realidad estaba nervioso —claro… Sabía que a este punto querías llegar. Quieres distraerme, hacer que te muestre el camino por que tú no lo sabes. Muy astuta.

Más la espada afilada delante de él siendo empuñada con fuerza le hicieron sudar frío y ver que la chica estaba harta —no estoy de humor para bromas, y estoy en contra tiempo. Será mejor que me digas quien eres o de lo contrario…

—¡Cuidado! –el movimiento del chico fue más rápido que el haber avisado en palabras al cubrir a la chica detrás de él sin importar el rasguño de la punta de aquella espada a la mejilla izquierda.

El balón que había atravesado aquel sitió, cortando la yerba a su paso y dejando detrás destrucción por su fuerza y velocidad, fue sometido en seco por la pierna de Kita durando escasos segundos en el cual la fuerza estaba siendo demasiada, teniendo que elevar aquel balón al cielo haciendo reducir su fuerza y retenerlo al caer al suelo con su pie.

—¿Un balón de fútbol…? –se cuestiono, pero no esperaría a la respuesta de aquel o aquellos quienes sabían que estaban ahí, debían irse, por lo cual tiro del brazo de la chica llevándose consigo el balón y huir.

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No hubo ningún incidente más después de aquel hecho. Si bien algo se sabía entre los jugadores de fútbol era que, si alguien te enviaba un tiro como ese, era claro que no era tu amigo, aunque habiéndolo visto con Hakuryuu hacía Tsurugi la vez que se enfrentaron antes de que el Inazuma Japón se fuera al espacio, Hakuryuu no considera en realidad a nadie como amigo, y Tsurugi en realidad si es su enemigo teniendo historia en ello, regresando al tema, había enemigos en el lugar.

El haber corrido sin saber por donde iba, llegaron a un espacio en donde una neblina no dejaba ver mucho. Dejando libre la mano de la chica, la cual no había replicado nada en todo el camino, esta le miro antes de volver la vista al lugar.

—Al final si… Si teníamos el mismo destino de sitio –respondió llamando la atención del chico, el cual ni remota idea tenía del lugar en el cual estaban, pero al menos gano en el engaño —soy Jeanne, Jeanne d'Alice.

Aquel cabello largo y rubio, esos ojos azules y aquella armadura… ¿Armadura?

Le ofreció un poco de un extraño pastelillo que era mayor al tamaño de su mano ¿Dónde lo había tenido guardado? Mordiendo solo un poco, regreso a su altura normal, notando que ella era unos centímetros más grande.

La chica extendió la mano en saludo a este, el cual por unos segundos quedo pensativo, hasta que estrecho la mano ajena —Kita… Kita Ichiban –se presentó también —¿Jeanne?

Ella notando de manera tardía el rasguño en la mejilla del chico, se apresuro a sacar un pañuelo y acercarse para limpiarle aquella herida, la cual fue sin querer, el chico la había movido de sorpresa —perdona mi descuido, en realidad no quería… Tal vez…

Ladeo la cabeza ante aquello y la detuvo en su quehacer sobre su mejilla —descuida. Entiendo que desconfiaras de mi –nadie de la nada, incluso en su mundo, mucho menos en su mundo se confiaba en alguien de buenas a primeras… Excepto el entrenador Endou… y Tenma ¿Es que acaso eran padre e hijo? Se quedo en aquel pensamiento por segundos en donde la chica mantenía una sonrisa cálida, él no había soltado la mano de ella con el pañuelo.

—Es linda ¿Verdad? –el susurro de aquella voz en su oído le hizo dar un sobresalto y ahora escuchar una estrepitosa risa de un chico de cabello rojo en forma de tulipán, al tiempo que soltaba la mano de ella, la cual se había sonrojado un poco —¡debiste ver tu cara de susto! –siguió riendo Nagumo hasta que este se agacho a tiempo antes de que una taza diera de lleno en su nuca.

—Cállate de una maldita vez… –gruño entre la niebla una voz gélida —no puedo tomar el té cuando estás riendo como un maldito loco degenerado, pedazo de mierda, gusano arrastrado, hijo de… –siguió insultando Suzuno.

La neblina de poco se iba dispersando dejando ver una larga mesa con diferentes tipos de teteras, bocadillos y pastelillos. Nagumo volvió a la mesa del lado contrario al albino y verle servir de manera muy extravagante té en extrañas tazas.

—Nos da gusto verte sana y salva… Jeanne –Hiroto le extendía una taza con té, o más bien eran tres tazas, una encima de la otra —es de tu preferido… Lo prepara con mucho amor… Y miel –el sonrojo crecía en cada palabra.

Pero aquellas tazas cayeron de manera estrepitosa cuando Midorikawa saltó a los hombros del de cabellos rojos teniendo una gran sonrisa en los labios —¡Jeanne, Jeanne! ¡¿A que no sabes a que se parece un helado de pistacho a uno de frambuesa!?

—Tú y tus estúpidas bromas –le tiro de encima Hiroto y miro con enojo en aquellos resplandecientes ojos verdes.

Midorikawa rio por la cara del chico y de algún lado saco una taza con té —deberías relajarte, Jeanne no querrá estar con alguien amargado como tú. ¡En cambio yo soy perfecto! ¡Auch! –recibió de lleno en la cara un pastelazo.

—Me tienen harto, putrefactos seres del infierno, malditos cabrones hijos de… –Suzuno seguía sin tregua lanzando maldiciones mientras Midorikawa se comía el pastel del rostro.

—Un lugar de locos… –musito para él mismo Kita. La mano de Jeanne tomo la suya y lo llevo entre aquellos seres sin soltarlo para alejarse de aquella extensa mesa y llegar a un pequeño hogar en elevado triángulo y entrar.

—Disculpa mi comportamiento… Hace unos minutos atrás… –hablo sincera y con tristeza —hoy en día no se sabe en quien confiar, con los reinos vueltos caos, la paz y tranquilidad al menos pueden ser vistas como acabas de ver.

«¿Paz y tranquilidad eso? »se cuestiono el chico, pensando también en que por fuera la casa era pequeña, pero ahora que esta dentro ¡Es enorme!

—Los chicos no son tan malos como parecen… En realidad… Ellos son… Los pocos aptos que quedan para la lucha que será nuestra salvación, o la perdición –con aquellas palabras, el agua caliente que resguarda los pétalos de la equinácea.

Ya había visto suficientes cambios en aquella historia para ir viendo a que iba todo aquello y, los detalles más importantes: un balón de fútbol, los miembros de aquel equipo que se consideraban "fuera de ese mundo" los líderes de los increíbles equipos de la academia Allius, y una lucha, aquello solo podía sugerir algo.

—¿A que te refieres con eso? –debía saber más. Tal vez aquello le de la manera de arreglar aquello, y salvar a los chicos, hasta ahora había visto a Shinsuke, sin saber dónde se había metido, pero estaba, además y al parecer, también tendría que ayudar a los chicos de la Allius —¿aptos para qué?

Sentada delante de este con una taza con té entre sus manos, apretó un poco aquella taza de porcelana —para… La pelea entre reinos…

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Todo lo que la chica le había dicho, era prácticamente todo lo que se hace antes, durante y después de un partido, dejando de lado los detalles que se le agregaron por ser un cuento, era más bien describir el escenario de un torneo de fútbol.

—El reino del rey de corazones ha sido quien mayor fuerza a tenido durante mucho tiempo: "el poder más fuerte es el que gobierna" –dijo con un tono más fuerte y serio —cuando una tropa cae, este los hunde en los calabozos y los fuerza a entrenamientos duros y castigos crueles, en donde deben de dar todo el máximo potencial, o sufrir las consecuencias.

«Suena exactamente como trabaja el entrenador… ¡Un momento!» se calló a si mismo —El rey de ese reino… ¿Cuál es su nombre?

Ella tembló, se veía nerviosa —Es… El rey…

—¡Mierda, escóndanse todos! –la puerta fue abierta de manera estrepitosa. Nagumo quien había sido el que grito se oculto debajo de la mesa haciéndola temblar y hacer caer de la misma algunas cosas como derramar del té.

Suzuno maldiciendo pateo todo aquello que estaba a su paso y se metió dentro del refrigerador, sacando todo lo que había dentro y encerrarse, seguido por Midorikawa, quien varias veces fue empujado por Suzuno, hasta que ambos quedaron dentro del sitio.

Hiroto siendo el último y quien cerro la puerta, se dirigió hacía Jeanne, la cual se había levantado con prisa así también Kita sin entender que sucedía. Hiroto se posiciono de manera protectora delante de Jeanne, la cual había tomado de la mano a Kita y ponerlo detrás de ella, algo que no le gusto a Hiroto.

—¡En nombre de los caballeros del rey de corazones, abran la puerta! –exigió aquella voz fuerte.

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Aquella voz les hizo temblar, más Kita no temía a ese tipo de gritos acostumbrado a la voz de Akio. Dio unos pasos en donde la mano de Jeanne le sujeto con fuerza y al verla, este negó, no quería que fuera a abrir la puerta, pero la mirada verde y decidida de Ichiban le hicieron dejar de sostenerle la mano y dejarle ir.

Hiroto se puso aún más a la defensiva teniendo a Jeanne cubierta, la mesa dejo de moverse y los gruñidos de Suzuno como los susurros de Midorikawa cesaron. El pomo de la puerta fue sujetado y girado.

Abrió la puerta logrando ver detrás de esta a un grupo de cartas: dos, cuatro, cinco, siete, ocho.

El número dos, quien parecía ser el líder dio un paso adelante haciendo retroceder en un mismo paso a Kita, quien le seguía viendo con enojo —sabemos que tienen a algunos prisioneros escondidos aquí… –la carta notó a Hiroto y señalándole, las otras acataron la orden de ir por él, pero el pasó a ellos fue detenido por Ichiban —¿Acaso estas yendo en contra de la ley?

—Estoy en contra de las injusticias –dijo serio —si los quieren de vuelta… Será mejor que se los ganen entonces —si su idea era cierta, entonces aquellos harían una sola cosa.

—Insolente… –soltó molesto el número cinco —¿Acaso te atreves a retarnos? ¿Es que no sabes quienes somos, forastero?

Sonrió —claro que se quiénes son… "Los caballeros del rey de corazones" ¿No es lo que llegaste diciendo?

—¡No quieras pasarte de listo forastero! –hablo el cuatro, siete y ocho se mantenían lo más estables posibles.

—Si no harán las cosas como es debido, entonces no pueden llevarse a nadie de aquí –seguía firme. Avanzando dos pasos haciendo retroceder a los otros —no tiene ningún derecho de hacerlo si no lo harán del modo que está establecido.

—¡Ahora verás pequeño…! ¿Señor? —el cinco estaba preparado para usar la fuerza, pero número dos le detuvo.

—Será como dices –dijo con seriedad —tu contra nosotros.

—Eso no es justo –hablo pro fin Jeanne.

El resto de números rio —si tiene la valentía de hablar, entonces le ha de sobrar para enfrentarnos a nosotros.

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Jeanne estaba preocupada. Admitía que se admiró de haberlo visto parar aquel balón pero, enfrentarse a los caballeros del rey era otra cosa. Debió de haberlo detenido antes y no estarían ahora en esa situación.

—¡El duelo entre los caballeros del rey de corazones contra el forastero por los prisioneros va a empezar! –Nishizono apareció como comentarista, mientras un pájaro colorido y de largas patas usando lentes y un silbato sería el árbitro.

—Lo van hacer papilla –hablo Ryuuji comiendo pastelillos.

—Es un idiota, tonto… –comento Suzuno lanzando piedras a la nada.

—¡Parece que alguien te va a quitar el amor de Jeanne Hiroto! ¡Se un buen perdedor y lánzate por el vació! –se burlo Naguno recibiendo un cabezazo por parte de Hiroto y quedar desmayado en el suelo.

Kita calentaba flexionando las rodillas, observando de reojo al equipo contrario. Ya alguna vez le había tocado como parte de una práctica, en donde uno de ellos se enfrentaba al resto.

—¡El saque de salida será por parte de los caballeros del rey de corazones! ¡Y suena el silbatazo de salida!