Capítulo VII – El rey de corazones II
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Los caballeros del rey de corazones quedaron anonadados, agotados y agobiados por aquel ser que fue capas de acabar con ellos de manera rápida, eficiente y con una táctica que a ninguno de ellos se les habría ocurrido, pero si se les ocurrió una maravillosa idea de capturar al chico y que este peleara a favor del rey.
Jeanne como el resto de los chicos que observaron quedaron impresionados, Nagumo dejo de hablar y Tatsuya reconoció el buen trabajo de ese chico que le estaba robando la atención de su preciada Jeanne.
—Bueno. Deben de cumplir con su palabra –agotado, Kita dijo aquello mirando al grupo de cartas, las cuales le impresiono su trabajo en equipo, le habían puesto en aprietos y ahora solo quería terminar con aquello rápido.
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¿En qué momento se olvido que estaba dentro de un libro?
¿Uno lleno de historias y fantasía?
¿Por qué llego a pensar que podría hacer alguna acción seria y directa sin tener consecuencias?
Ahora iba montado sobre el hombre de aquellas cartas con rumbo al palacio del rey. Al menos debía de ver el lado positivo, le estaban acortando todo el cuento y ahora solo debía de convencer al entrenador Endou de que estaba dentro de una loca aventura que, de hecho, por su misma culpa, y que debían de sacarlos de ahí para recuperar la verdadera esencia de cada cuento y poder volver a casa.
—El rey estará satisfecho con esto.
—Si. Seguro nos dará un aumento.
—Oh mejor aún, nos haga parte de su equipo.
Aquella conversación le estaba llamando la atención —¿Equipo?
—El rey tiene un equipo en el cual él es el más grande, sensacional, impresionante… –seguía alabando en diferentes formas el número cuatro a su rey, hasta que siete le dio un golpe para que dejará de alagar y hablara —el punto en que solo los fuertes están con él.
—Y si llevamos a alguien fuerte –siguió el ocho —es seguro que nos otorgue algún beneficio.
—Yo quisiera ser parte de ese equipo –soñaba número cuatro.
—Cuatro siempre a soñado con estar en el equipo principal –dijo siete mirando con burla al susodicho quien seguía en su mundo —pero solo los más fuertes están en el equipo.
Ichiban pensó aquellas palabras, hasta que noto que los arbustos se movían y noto aquel singular cabello rojo en forma de tulipán y unos murmullos —todos los equipos tienen debilidades y fortaleces, es por lo mismo que se complementan –comento cuando de la nada lo dejaron caer al suelo y las cinco cartas se ponían en guardia.
Piezas de ajedrez blancas los tenían rodeados.
—Maldición, son los caballeros del rey blanco… –musito cinco a cuatro.
—Callados –ordeno la torre.
De la formación que venia a pasos de ellos, llegó la caravana del rey dentro de un carruaje el cual se detuvo sin ser jalado por algo. Las tropas se formaron delante de la puerta, la cual fue abierta por un alfil.
—Siéntanse honrados ante la presencia del rey blanco. Yuuto –anunció Shinsuke sin saber Kita de donde había salido el chico, pero al menos tenía al entrenador Kidou, el cual seguro estaba solo siguiendo el juego.
Sin obedecer a las palabras dichas después por la torre de que se mantuvieran quietos, Ichiban avanzo entre ellos aun si estos se interponían en su camino, hasta llegar a unos pasos del hombre, el cuál igual que las piezas y todo lo que con él venía, es en totalidad blanco.
—Entrrenador K… –pero fue sometido por los caballos —¡Entrenador! –insistió removiéndose aun con la fuerza que le estaban aplicando.
—Como te atreves a dirigirte ante nuestro rey, forastero –riño uno de los dos caballos.
—Agradece si decide tolerar tu impertinencia –siguió el otro.
—Que valiente –susurro el siete.
—Muy varonil –siguió ocho.
—Seguro esta de nuestro lado de la causa… Y lo juzgamos sin saber… –medito dos.
—¡Ja! ¡Su rey jamás será mejor que nuestro monarca! –soltó cuatro.
—¡Cierto, cierto! –apoyo cinco.
—¡Ataquen! –se alzo dos siendo seguido por los otros quienes gritaron en apoyo.
Pero así como rápido subió la adrenalina. Rápido bajo para ser sometidos de igual manera que Kita, el cual notó el extraño cambio en las cartas.
—Ustedes desean que sus vidas sean arrebatadas –hablo el alfil.
—Son unos tontos –rio la torre, y con el algunas otras piezas que callaron cuando la imponente imagen de su rey estaba puesta en ellos. Al bajar del carruaje poco le importaba lo que pasara, pero cuando su mirada carmesí se posaba sobre algo o alguien, todo parecía volverse denso y pesado.
La mirada baja, sin hacer movimiento brusco.
Kita elevo un poco el rostro, aquella mirada roja parecía matar con tan solo verla —entrenador…
Las piezas se tensaron ante la osadía y el atrevimiento, pero fue peor cuando los pasos del rey se acercaban mas hacía ellos quienes tenían retenido al chico —déjenlo.
No tardaron en ejercer la orden cuando estaban a unos pasos del chico, quien se ponía de pie y se acercaba más al hombre quien no se inmuto —¿Entrenador? –cuestiono el monarca.
—Usted es de los más inteligentes –regaño el chico —estamos atrapados en libro por culpa del entrenador Endou.
Los ojos carmín le miraban con intensidad —el rey de corazones esta en todo esto… Te mando como un cebo –rio por ello —sigue siendo muy tonto.
—¡Entre en razón de una maldita vez! –le tomó de las ropas y lo agito, un acto que merecería la muerte —¡Carajo!
Las torres y caballos actuaron rápido para separarlo del rey, el cual no se veía afectado por ello —¡Suéltenme! ¡Entrenador! ¡Reaccione, entrenador!
«Que emotivo. Queriendo ayuda de alguien que esta completamente sumido en un sueño profundo y tendido… »
—¿Quién? –miro alrededor. ¿Alguien le estaba hablando dentro de su mente? ¿Acaso ya se estaba volviendo loco?
«Soy quien trajo a este mundo a sus amigos, algo fácil. Tan fácil. »
—¿Quién eres? –las piezas le miraron confundidos y serios.
«Tu también formarás parte de esto, entre más energía acumulen, mayor será el poder con el cual reine todo este lugar… »
—¡No te saldrás con la tuya!
—Su majestad… –esperando una orden de ejecución.
—A ellos llévenlos al calabozo, y él que sea llevado a mis aposentos.
Aquello era muy extraño, pero acataron sin cuestionar la orden. Las cartas fueron llevadas al calabozo, mientras que dentro de aquel gran y majestuoso castillo de altas torres y largos pasillos, en lo alto del mismo fue llevado Kita y dejado en la recamara del monarca y encerrado.
Salir por la ventana no era opción, cuento o no, era seguro que la caída dolería y no había suficientes mantas para bajar. Pero huir no arreglaría las cosas, al menos solo tendría que esperar para poder hablar de nuevo con él.
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—Que grande –dijo Tatsuya asombrado como el resto.
—¡Que buenas fiestas se han de armar aquí! –silenciaron a Nagumo.
—Cállate baboso inútil –regaño Suzuno.
—¿Creen que podamos pasar a la cocina antes de rescatar al chico? –cuestiono y fue ignorado Midorikawa siguiéndoles el paso a los otros.
Jeanne como Tatsuya iban al frente, Suzuno le daba un golpe a Haruya cada que quería hacer alguna estupidez, y Midorikawa solo les seguía el paso mientras quedaba embelesado con todo lo que había ahí, desde cosas simples hasta cosas extravagantes.
Y empezar a subir las escaleras.
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Debía de haber una manera de salir de ahí.
Pero algo de lo cual se olvida es el hecho de que aquel mundo no es real, y aplicar el pensamiento que usaría en la realidad no serviría de nada. Tenía que pensar como un niño, imaginar, fantasear y eso lo había dejado de hacer hace tiempo.
—¿Pero que es esto? ¿Un nuevo amigo quizás? Algo extraño en el rey –escucho sin ver a nadie —la puerta grande es solo para entrar no para salir –comento.
Era malo para recordar cuentos de infancia, revisando por toda la habitación, detrás de un par de cortinas creyendo haber una ventana más tras ellas, no había más que pared ¿Quién pondría cortinas cubriendo la pared?
—Con esa actitud no lograras atraer al rey.
Aquello le subió los colores al rostro y sentir nervioso —¡¿Qué haz dicho?! –fue entonces que la vista dio a la parte baja de la pared en donde una puerta del tamaño para dejar entrar un gato, le veía desde lo bajo.
—Dije que al rey solo le agrada la gente con buena actitud.
Recordó que la princesa Blanca Nieves de catorce años se enamoro del príncipe que tenía el doble de ella, y Ariel con dieciséis se caso con Erik quien tenía también el doble de su edad.
—¡No soy una princesa Disney! –exclamo para sí mismo.
A la puerta ya le había dado miedo la actitud del chico que hubiera preferido cerrar la boca. Se hizo el desentendido cuando aquel ser se postro en el suelo mirándole —debo salir de aquí.
Aquella mirada insistente, si seguía con eso la tensión le haría romper sus Antillas —de acuerdo, pero solo deja de mirarme así –dicho aquello, Ichiban dejo de verle tan de cerca —solo debes de beber del frasco.
¿Cómo es que no lo pensó antes? O cierto, no estaba nada familiarizado con ese cuento.
—Beber… –murmuro buscando por todos lados el frasco que le haría encogerse.
Busco, y busco por todos lados moviendo y sacando cosas teniendo un desastre en aquella habitación que antes estaba ordenada.
—Eres muy lento… –murmuro de nuevo la puerta, recibiendo una mirada enojada de Kita.
¿Qué tan difícil era encontrar un frasco?
Exacto, no debía de ser difícil.
—Esto no tiene sentido… –nada lo tenía en realidad. Suspiro y entonces sintió algo sobre la palma de la mano, y ahí estaba el frasco —claro…
Destapo y olio el contenido, que si bien su padre le reñía diciendo que no era perro para andar oliendo las cosas, su madre decía que oler los alimentos o bebidas podría salvar la vida.
Aquello no olía mal, era una mezcla de yerbabuena con manzanilla y jazmín.
Al beberlo, el sabor no era igual al olor, sabía a durazno; fresa; plátano. Y entonces vio que la habitación era pequeña.
—Oh… se me paso decirte que antes del frasco, debías tomar la lla… ¡Ittai! –se quejó al recibir un apretón en la nariz perilla —que mal educado.
Sostuvo el puente de la nariz –bueno… ahora debo de empezar de cero, o solo pensar en que la llave estará en mi mano –empezaba a tomare sentido a las cosas, pero estas solo querían verlo estallar en furia.
—¡Es una broma! –estalló después de unos minutos de espera.
—¿Es que piensas que las cosas aparecen y desaparecen de la nada? –la puerta temió por su vida al ver las llamas del infierno en aquellos ojos.
Kita tomo aire y medito —bien… Es solo un mundo irreal con seres irreales… Eres parte del cuento así que no puedes hacer de más… –trataba de autoconvencerse de no hacer fogata con aquella puerta.
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—¡Esto cuanto tiempo nos va a llevar! –se quejo Haruya recibiendo regaños por parte de los presentes.
Cada cierta cantidad de escaleras los llevaban a una habitación diferente, a su vez a una puerta que los llevaba a más escaleras.
—Malditas escaleras, perras puertas, mendigas habitaciones –musitaba ya como mantra Suzuno.
—El nos ayudó… Es justo que lo ayudemos –recordó Jeanne al resto.
—Si, pero no significa morir subiendo esta torre –contesto Tatsuya con molestia de que ella este buscando la manera de ayudar a ese forastero, que no trajo más que problemas —el rey blanco no es tan malo como el rey de corazones, sería mejor que regresemos para entrenar –sugirió.
—¿Es que acaso tienes miedo? Eres un cobarde gallina –se burlo Haruya.
—Que no hagas ruido pedazo de estiércol con patas –le golpeo en la cabeza dejándolo casi inconsciente.
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Debía asumir que trepar para alcanzar una llave a unos metros de alto en una mesa de cristal contaba como entrenamiento, pensaba de ese modo para no terminar mal de la cabeza después de ello.
La puerta se abrió justo cuando llegó a lo alto y, ver que la llave que había visto desde abajo ya no estaba.
A la fregada su integridad mental, solo quería reír como loco mientras tira de sus cabellos, pero una mano, o más bien un dedo lo hace entrar en razón y ver detrás suyo a Kidou, y estando de ese tamaño, lamentaba y maldecía a Minamisawa hacerlo ver videos que no se debían de ver solo por satisfacción personal.
—Tienes información del rey de corazones –fue directo —te dejare vivir si me dices todo lo que sabes.
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—Ya no aguanto las patas… En serio… –con la lengua de fuera, Nagumo no era el único con un terrible dolor de pies.
Fusuke incluso estaba medio desmayado en los escalones, Tatsuya parecía estar viendo alucinaciones y Jeanne tenía opacados los lentes ante el vaho que salía de sus labios ante el cansancio y el calor de su cuerpo.
Perdió la cuenta de en que piso se encontraban ¿A quién demonios se le ocurrió hacer torres tan altas?
