Capítulo VII – El rey de corazones III
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El de rey de corazones sin duda era un ser despiadado, ruin, un alma oscura, demasiado que la noche dentro de una cueva esta más iluminada que su corazón, del cual se ponía en duda si tenía.
—Su majestad… –miedo, terror. Aquel caballero con el número dos se inclino ante el imponente trono de su majestad, quien le miraba desde arriba con desdén hasta que el cetro de este toco severamente a la temblorosa carta, la cual alzo el rostro —hemos recibido información de que en el reino blanco que tienen un prisionero que era de los nuestros…
La imponente figura se puso en pie, haciendo que la carta corriera a la entrada donde debían de estar en cuanto terminan de dar el informa, trago saliva y esperaba que la tortura no fuera demasiado dolorosa.
—¿Un prisionero nuestro en el reino blanco? –cuestionó para el mismo y reír leve —un motivo pare tener un enfrentamiento de nuevo con ese tipo… –medito, sus ojos resplandecían en la severa oscuridad de la habitación, en donde la luz era mayor a la entrada de la puerta y disminuía conforme los pasos avanzaran al trono.
—¡Preparen al equipo! Tenemos una batalla que ganar –sonrió de manera diabólica, un modo el cual Endou Mamoru jamás sonreiría.
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Yuto meditaba aquellas palabras entre los gritos desesperados del chico, lo cual una parte de toda aquella narración sentía que era verdad, pero por otro lado podía ser ciertamente una falsedad creada solo para crear una distracción.
Incluso la misma puerta parecía creer en las palabras del chico, diciéndole por consideración y piedad el orden de las cosas y hacer volver a Kita a su tamaño normal, algo que agradeció demasiado al punto de las casi lágrimas. Debía salir de ahí antes de, efectivamente volverse loco.
—¿Qué más quieres para creerme? ¡Carajo! –creer que el entrenador Yuto sería el más fácil de convencer fue una gran mentira. Vio la sutil sonrisa en los labios ajenos, debía de reconsiderar lo que pensó hace unos minutos.
—Para librarnos de esto, debes de tener el reloj –¿Cómo no le sorprende la información? Cierto, ya había escuchado algo semejante –y retroceder el tiempo.
Se desplomo en el suelo ante la mirada rojiza y caoba de la puerta, Yuto se apresuro en ayudarle, empezó a agitarse y temblar, tener frío y mareos —¿Ahora qué? –se quejó de sí mismo.
Fue entonces que la puerta se abrió de golpe y se mantuvo abierta por aquellos rostros conocidos que estaban agotados y ya no podían dar un paso más, quedando sobre el suelo del marco de la puerta.
Haruya era arrastrado por Fusuke, el cual estaba rojo como el cabello de Nagumo, quien estaba pálido como el cabello de Suzuno. Tatsuya cayó de golpe al suelo sin dar más señales que una respiración agitada entre jadeos, y Jeanne no estaba mejor que el resto, pero al ver al chico le alegro, lo cual la hizo dar unos pasos más hacia él y caer sobre sus rodillas. Sus ojos se desviaron a los rojos de aquel rey, al cual no le tenía la absoluta confianza.
Kita tomo bocadas de aire para sentirse un poco mejor, aquellos chicos al parecer no estaban mejor que él —¿Qué hacen aquí?
—Es… Es una… –Fusuke tomo un respiro, no podía ni pensar en maldiciones o regaños, Nagumo había perdido la razón, aunque esa la había perdido hace micho tiempo. Se empezó a reír solo mientras Suzuno le dio unas débiles patadas para callarlo.
—No hay tiempo –musito Yuto. Entendía que aquellos individuos seguro estaban intentando ayudarle, pero debían de buscar a sus amigos para salir de ahí con la ayuda del reloj, eso fue lo que había escuchado hasta que su mente se desconecto de todo —debemos encontrar a Haruna y Shinsuke –sabiendo que ellos, como Endou estaban ahí.
—¿Y él baboso, estúpido, pedazo de …?
—Midorikawa –por extraño que fuera, Kita y Yuto reaccionaron con Jeanne ante la mención del chico, el cual habían dejado de escuchar hace un par de minutos que les parecieron horas con el subir de las escaleras.
Se vieron entre ellos, incluso la puerta se cuestionó que había sido de aquel desconocido del cual hablaban, cuando se escucho un grito seguido de varios más.
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—¿Eso es todo lo que tienen? ¡Son patéticos! ¡Atrapen a todos! –la reina Haruna de diamantes, una codiciosa, traidora y amante de tener mucho, mucho más de lo que ya tiene, ya sean objetos o personas —no dejen ir a ninguno.
Su ropa extravagante, con piedras preciosas en su corona, un vestido voluptuoso y una sonrisa traviesa, divertida y sádica. Los hombres del rey blanco habían hecho todo lo posible por impedir el paso de las tropas enemigas, pero estás superándoles en número, no pudieron hacer mucho, y las familias del reino fueron presas.
La risa de la mujer resonó por todos los lugares, amaba tener el control de todo y todos, ser la única, y ahora solo le faltaba combatir al tonto rey de corazones, del cual se estaba preparando muy bien.
—¡Soy inocente! Bueno, técnicamente si me lo comí pero… ¡No tenía vigilancia! –los guardias se estaban desesperando por los gritos de aquel chico, el cual no dejaba de hablar.
Haruna le miro con molestia, cambio el rostro a uno un poco más amable —me eres familiar… –dijo tomándole del mentón —¿Te conozco cariño?
Midorikawa se había puesto rojo como manzana, empezó a reír nervioso y a decir cosas sin sentido entre balbuceos, cosas que desespero a la monarca detrás de aquel rostro amable —eres adorable.
Dicho eso le dio la espalda y su rostro cambio a uno de odio —este reino, y todos serán míos sin excepción.
—¡Con ustedes su alteza real! –se escucho a la distancia la voz de aquel ser pequeño —¡El rey de corazones! –el reloj sobre el cuello relucía esplendido.
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Los chicos, Yuto y Kita fueron avisados por los pocos guardias que lograron escapar de la reina para defender al rey y llevarlo lejos, pero este tenía otro plan.
No fue fácil explicar todo de manera rápida y concisa, pero le bastaba con que Jeanne entendiera la situación, la cual entristeció un poco por aquella verdad que no espero que creería a la primera, como el par de Suzuno y Nagumo, o Tatsuya que seguía meditando la información sin comprender del todo, pero ella sonrió y afirmo en un asentimiento de cabeza que estaba dispuesta a ayudarlos sin importar nada.
Fue entonces que todos salieron del lugar por una puerta secreta hacía una ruta que llega a los jardines, si encontraban a Shinsuke antes, lograrían irse de ahí, pero su plan se vio perjudicado al ser descubiertos por las peleas de Nagumo y Fusuke y ser llevados ante la reina, la cual no estaba muy contenta al tener al rey de corazones en aquel que pronto sería su reino.
Ambos estaban peleando sin haber una tregua de por medio, se lanzaban patos y conejos lo cual, si no estuvieran en un cuento, sería maltrato animal, Endou no se marcharía sin llevarse consigo lo que vino a conseguir, y Haruna no dejaría que nada de lo "suyo" fuera tomado por alguien más, siendo en verdad una discusión fastidiosa.
Pero eso era lo menos importante, debían de atrapar a Shinsuke e salir de ahí, labor fácil de pensar, pero difícil de llevar debido aun a las quejas de Midorikawa que pusieron de malas a Suzuno, quien empezó a maldecir.
Kita como el resto estaban siendo escoltados por aquellas cartas se hecho a correr, y con él Jeanne mientras Kidou llevaba la parte del plan junto a los ex jugadores de la academia alius y, teniendo ya una distracción, solo quedaba deshacerse de aquellos guardias que le seguían, acción que no fue difícil dado a que Jeanne uso un ingenioso truco para distraerlos y dejar el camino a Kita de encontrar a Shinsuke quien, en medio de todo aquel alboroto, se hecho a correr para ocultarse.
—¡Dame paciencia, que si me das fuerza lo mato! –exclamo Ichiban con las venas de la sien ya hinchadas de soportar todo aquel jaleo innecesario.
Fue entonces que logro acorralar a Shinsuke, quien nervioso buscaba una salida.
—Si coperas… Nada malo te va a pasar… –susurro Kita alzando las manos en muestra de no buscar hacerle daño —esto es por el bien de todos… Para regresar a casa…
—¿Casa? –repitió el tembloroso chico. Kita asintió.
