Capítulo XIII – Olas del destino VI

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—¡¿Quién te crees para?! –pero el ardor y como algo espeso recorre sus venas le hizo caer cual tronco y alertar a sus allegados.

—Los peces globo de mar también son parte de mi sequito, sus venenos son incomparables y pueden matar en el momento, y no creo que quiera morir aun… –Hayamí camino tirando de Okatsuki quien lloraba —debe el tridente o… No solo su vida estará en juego.

En el agua, Ibuki ayudo a Kishibe quien había sido sujeto por un calamar grande y fuerte que hizo pelea al albino, Taiga hacía lo que podía, pero había sido inyectado por un veneno, lo cual le empezaba a debilitar y entumecer las extremidades.

—¿Qué patrañas estás? –Shindou fue callado por las manos de Sakura, el resto escucho lo que estaba pasando, los gritos de la gente pidiendo ayuda.

—Esto es malo –musito Manabe.

—Es peor –llego con el sudor en la frente Konoha –el reino esta siendo atacado por peces globo y anguilas.

—Esto no era parte del plan –hablo Minaho pensativo.

—Es peor aún, el reino marino también –estilando agua, Kusaka llego —algo más está cambiando los planes.

—Hayamí –nombro Konoha.

—Kishibe menciono alguien más –intentaba recordar Tetsukado.

—El hombre –dijo Hayato antes de salir corriendo junto con Tetsukado tras aquella sombra de hombre.

Sakura alejo las manos de Shindou quien estaba peor aún, molesto, iracundo, dolido y ofendido —¡¿Qué esta pasando?!

—¡Es lo que te estamos tratando de explicar! –le grito en respuesta Sakura, no estaba de humor.

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«No les queda suficiente tiempo, es algo que la gente deja de notar, pero esto ya paso en otro cuento… ¿Qué hay aquí de importante?» habló esa voz distorsionada divirtiéndose con aquellos dos «no creí que usarlos a ustedes antes de tiempo sería tan divertido.»

Aquello estaba irritando a los dos chicos, lo que fuera esa cosa, es lo que estaba causando problemas en el plan que crearon, y seguro Kishibe estaba en problemas.

Siguieron hasta un callejón sin salida, en donde la oscuridad los abordo «¿No entienden lo que pasa, y aun así lo apoyan?»

—No necesitas conocer a alguien para ayudarlo –respondió Shin.

«¿En serio? No creo que piense lo mismo tu amigo ¿O sí? Después de todo la gente solo se interesa por otra cuando tienes algo de interés ¿No es así?»

—¡Es mentira! –reprochó Tetsukado.

—La gente ayuda a otra solo cuando necesitan algo –hablo por fin Hayato a lo que Shin le miraba sin comprender —la gente es hipócrita, mostrando falsedad…

Aquello era bueno para aquel que busca el caos, un alma como la de Hayato es exquisita.

—Seres como máscara, quienes en verdad no muestran su verdadero ser.

—Hayato…

—Pero… También hay buena gente a la cual ayudar –sacando del bolsillo una esfera, la lanzo contra el suelo haciendo que la luz cegará y quemara a la oscuridad del hombre quien chillo y se escabullo de ahí dejándoles.

Testukado mira con preocupación a Hayato, el cual parece estar sonriendo de una manera nada amigable, hasta que sus ojos se encuentran con los suyos con seriedad —debemos de ayudar a salir de aquí a Kishibe.

Dicho esto, salieron del callejón para ir de regreso a la playa.

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Al salir del agua y logrando hacer entrar en sus cabales al calamar, Kishibe estaba temblando por el veneno en su cuerpo e Ibuki no sabía que hacer en aquella situación, el veneno había actuado rápido en el cuerpo.

Las familias reales estaban también en un dilema, Okatsu seguía siendo rehén de Hayamí quien esperaba una respuesta por parte de la familia real marina, sin notar que cercas de ellos alguien más estaba pasando por un grave problema, eso hasta que algo le golpeo la nuca y dejo inconsciente en el suelo, algo pequeño.

—Beba esto –sin atender a quien o que, la esposa del rey con el puro aroma sabía que aquello era algo medicinal, y como las criaturas bajo el mando de Hayamí parecían salir del trance, avergonzados y apenados como temerosos.

El rey en un instante como el resto que habían sucumbido a las descargas bebiendo de aquello que no parecía agotarse.

Silvermist junto a Zarina y otro grupo de hadas ayudaron con aquello, algo que no impresiono a los presentes quienes agradecieron aquello.

—¡Hijo! –la reina noto hasta entonces la falta de presencia de Takuto, Okatsu siendo ayudada busco con la mirada al príncipe quien no estaba a la vista, hasta que corriendo en dirección a la playa el joven príncipe llegaba seguido por otro par de personas.

Hayamí fue tomado por los hijos más fuertes del rey, este estaba dormido, pero cuando despertará recibiría un castigo.

Okatsu corrió hacía Takuto quien no logro evitar y en cambio abrazo —lo siento… Esto es mi culpa yo…

—No es tu culpa –dijo lo más tranquilo posible después del maratón que se recorrió, la mirada estaba en búsqueda de Taiga, sabe que esta ahí, pero ella no le deja —deben de revisarte, tú… –pero ella se colgó de los labios de este, besándole sin importar nada.

Tuvo miedo, fue rehén de quien pensó que le estaba ayudando, pero solo fue un peón. Temía no volver a ver al príncipe, temió que todo aquello terminaría mal por su culpa. Se abrazo al cuello de Takuto, profundizando el beso y este la abrazo por la cintura, sintiendo la tibieza de aquel cuerpo tembloroso y como los sentimientos sinceros de ella lo abordaban.

Estaba olvidando lo que en realidad busca, a quien busca.

—¿Dónde está? –Zarina y Silver no logran ver a Taiga, al cual deben de ayudar por ordenes de Merlín, pero aquello se vuelven inquietante y peligroso cuando la noche empieza hacer acto de presencia y un aire temible que les envuelve pese al mágico beso que presenciaron.

—Te amo… No puedo negarlo más. Lo amo y deseo estar con usted, hacerlo feliz –separándose del beso, Okatsu dejo salir sus sentimientos —pero si no soy yo… Si usted ama a —pero esta vez fue el príncipe quien la beso, aun si no era el deseo de él, su cuerpo reaccionaba a petición en los deseos sinceros de la sirena.

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—¿Qué dices? –Ibuki estaba por llamar a esas cosas con alas para ayudar a Kishibe, el cual tiro de este y le negó aquello —Esto ya sobrepasa por mucho muchas cosas ¿Y si en verdad tu?

—Una vida no puede compensar la de cientos –le dolía hablar, respirar era insoportable y moverse una tortura. Saco como pudo una daga, lo cual asusto a Ibuki —debes irte…

—¡Estás loco! –exclamo —¡Esto no es parte de lo que sucede! ¡Verdad o no, no permitiré que te hagas daño!

—Ibuki.

—¡Dije que no!

Ambos se vieron a los ojos, cada uno imponiendo lo que desea —debo hacerlo.

La punta de la daga estaba sobre el corazón de Taiga, un empujón y este atravesaría su corazón, eso si no fuera por la mano de Ibuki quien detiene el esfuerzo del otro.

—¡¿Qué mierda?! –Hayato y Tetsukado llegan a la escena, pensando lo peor y los gritos llaman la atención, haciendo que por fin el resto se de cuenta de la escena que esta pasando no muy lejos de ellos.

Pero es tarde cuando Kishibe vence a Munemasa y se clava la daga al pecho musitando palabras que solo llegan a oídos de Shindou, el cual siente a la vez que es atravesado por una fuerza mayor, el viento se agita, las olas se estremecen y todo parece comprimirse, un chillido agudo hace que todos se cubran los oídos.

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—¡¿Qué es ese escandalo?! –preocupado más que malo murado, Kita sale del cuarto estando en mejor estado y correr justo como Kurosaki hacía Kishibe que es rodeado por aquellos extraños, Hayamí y Hamano están inconsciente y Takuto tiene la mirada perdida.

—¡Aun lado! –ordena Fuyuka junto a Aki quienes y con ayuda de las hadas quienes separaron el camino y logrearon hacer que el resto les dejara llevarse al chico, Kita y Kurosaki no pueden solo ver aquello y esperar, por lo que mientras las hadas impiden que los otros extraños vayan, ellos se escabullen.

—Les dije que fuera –Kino no estaba para juegos.

—¡Es nuestro amigo! –estallaron los dos, claro que no querían oponerse a sus órdenes, pero que Kishibe este sangrando y tenga una daga en el pecho no era algo que esperaban ver como resultado.

—¡Ayúdame con esto! –Fuyuka no estaba mejor, se movía con rápides y al parecer tenía pequeñas manos ayudando, pero no era suficiente. Aki dejo a los chicos y fue en apoyo a Fuyuka, lo cual entonces ellos tomaron como luz verde para poder ver a una distancia prudente.

Y lo que vieron con mayor atención les hizo temer y retroceder, Kishibe parecía estar volviéndose espuma de mar y la daga se estaba fundiendo a su cuerpo. El ruido afuera los hizo regresar al momento, temblaban y temían que su amigo, aquel compañero fuera a desaparecer en verdad. Aquello esta subiendo de nivel sin dar tregua.

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"El alma esconde lo que los ojos dejan ver. El océano esconde tesoros que el hombre no sabe comprender, que solo el corazón recto sabrá entender.»

Shindou deseo no haber cometido aquel primer error que desato la pesadilla, la cual le hizo recordar cosas de su verdadera vida, aquella en donde Kishibe ríe y sonríe, donde puede verlo feliz y esforzarse.

Aquel escenario le hace ver que todo el tiempo ambos compartían sentimientos que escondían, y ahora que podían ser algo, que aun siendo un cuento imposible, las cosas no salieron como debían, aquello fue un golpe duro del cual no sabía si en realidad podría salir.