Capítulo XV – Belleza escalofriante II
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Escuchaba murmullos, voces diferentes hablando entre ellas, algunas afligidas, otras alegres, atemorizadas y aliviadas. Se removió incómodo, igual cuando tienes una mala noche en donde el cuerpo esta a dolorido, abrió los ojos encontrándose con nadie, algo extraño ya que nadie puede huir tan rápido, mucho menos sin hacer ruido.
Estuvo por ponerse de pie cuando las cadenas le impidieron aquello, reteniéndole para tenerlo ya sea acostado o sentado, cadenas sujetas al suelo, en sus tobillos, muñecas y cuello —Rosetta me va a reñir por esto.
Un pasillo largo alfombrado con muchos cuadros de personas desconocidas. Un largo, largo pasillo que no parecía tener fin, con un techo alto con candelabros de cristal que apenas la luz llegaba al suelo. La alfombra de un color carmín tenía diseños en oro a juego con la pared de un color menos opaco con franjas horizontales.
—Este debe de ser el castillo –musito para él mismo tomando asiento ¿Aquella mujer que no estaba sentada en aquel cuadro? Ladeo la cabeza y pareció ver un parpadeo rápido de esos ojos verde aceituna de la mujer de vestido largo.
—Nos a pillado –escucho a un caballero de armadura decir, lo cual mentiría si dijera que no se asustó.
—Tenías que hablar –regaño uno que estaba en una antigua y vieja cabaña.
—Vosotros sois muy descuidados –hablo una regordeta mujer.
—Si "alguien" no se hubiese movido de lugar –hablo un niño con enojo.
—Yo no cambié de lugar –reprocho una mujer de escultural cuerpo —ella si –señalo a la chica que estuvo viendo.
Fue entonces que de nuevo iniciaron los murmullos y discusiones entre ellos dejando a Makoto desconcertado e ido, con la mente saltando ovejas por el corral hasta que un grito desgarrador hizo callar a todos y esconderse como podían.
El ruido de una puerta abrirse rechinando de viejas y descuidadas, como alguien fue empujado adentro quien se quejo de dolor y cerrar de nuevo la puerta con fuerza. Los lamentos de la persona, quejándose de dolor y apenas cubrirse con una manta, refugiándose en la pared como su fuera un lugar seguro.
Kurosaki tenía los nervios de punta, estaba seguro de que Rosetta se daría cuenta de su ausencia y le buscaría —tienes mucha luz… –escucho las palabras arrastradas del otro —tal vez… Tal vez me deje descansar a mí por un tiempo.
—¿Taiyou? –¿Sería él? —Taiyou –llamo esta vez con más fuerza.
De muevo la puerta se abrió quedándose abierta y ver como el hombre caminaba hacía él, entre más cerca estaba, notaba la enorme sonrisa de satisfacción de aquel ser mitad toro del torso hacía arriba, el resto era humano —noche de festín –dijo sacando las llaves para abrir los candados —¡arriba! –ordeno con autoridad y llevarlo a rastras hacía afuera, viendo un poco del otro quien tiene el cabello lila atado en dos chongos enmarañados ¿Seria en realidad Taiyou?
Le llevaron por largos pasillos y escaleras hasta que llegaron a un sitio bastante animado con música y baile, juegos y mucha comida, las personas ahí tenían máscaras ocultando el rostro, manos enguantadas y ropas coloridas con peinados extravagantes.
Pasando entre los invitados, logro ver a Tenma quien estaba limpiando un suelo de azulejo con demasiado entusiasmo como es él.
—Su majestad –sujeto de la nuca, el ser le obligo a hacer reverencia inclinando la cabeza hasta tocar el suelo y luego la ausencia de aquella mano, los pasos retirarse y una risa nada agradable.
—Un banquete en verdad esplendido –escucho, alzando la vista miro a la chica de ojos y cabello azul quien arrugo el entrecejo y en sus ojos se veía el infierno gélido —¡no te he dicho que alces la mirada, estúpido!
Dicho eso, una fuerte presión le hizo irse de lleno contra el suelo, escuchando el crujir de los huesos y jadear de dolor, la cabeza como todo parecía querer explotar en cualquier momento si aquello seguía.
—¡Golpéeme a mí! –se escucho la voz risueña —por favor ¡Golpéeme a mí!
La presión desapareció y aun así seguía en el suelo sin poder mover un musculo por el dolor, apenas pudo abrir los ojos para ver a Tenma siendo golpeado, lo cual parecía satisfacerlo por la sonrisa que mantenía y el brillo en sus ojos.
—Majestad –llamo alguien más, una chica de cabello trenzado y ojos amables color lilas —esa no es manera de tratar los alimentos.
¿Alimentos?
—¿Me vas a decir como hacer las cosas? –molesta, la reina al parecer no tenía muy buen humor.
—Jamás me atrevería a tal cosa –suave, cariñosa —recuerde la ultima vez que jugo con su comida.
Bufido —bien –aquello hizo feliz a la chica cuyas alas apenas había notado, semejante a las de una mariposa. La chica de cabello azul se acercó posando las manos al rostro de Makoto y alzarlo pese a los quejidos —tienes suerte, bastardo.
Paso saliva ¿Qué clase de persona era ella para tener a su merced a dos seres tan amables como la chica y Tenma? —eres la bestia –dijo Makoto sin filtro, haciendo callar todo a su alrededor, la gente siquiera se movió por miedo.
—¿Qué dijiste? –cuestiono la mujer con un tic en el ojo —¿bestia?
Makoto sonrió, no sabía ya si del miedo o que cosa.
—¡No se lo dijo a usted! –intervino Tenma de nuevo, siendo enviando de un golpe a una pared haciendo que la estructura se removiera por la fuerza.
—¿Me dijiste bestia?
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—¿Le dijiste bestia a alguien? ¿Tú? –aquello si debía de ser una broma, en lo que lleva de tiempo conociéndole como a todos, nunca pensaría que Makoto fuera capas de decirle tal cosa a alguien, ni siquiera jugando al ser un chico muy recto, amable y cuidadoso —¿hablas en serio?
«Las cosas se pondrán feas si no terminamos esto rápido» recordó entonces las palabras de Makoto antes de narrar lo sucedido con él.
La puerta se abrió de golpe haciéndole chillar de susto y llevarse la mano al pecho, sintiendo el corazón quererse ir lejos, Fuyuka y Aki le vieron sin entender a que se debe el susto —Kishibe está estable y bien.
—Dormido –agrego Fuyuka —y estable.
Ambos chicos se pusieron de pie, y sin decir nada, con la sola mirada las dos mujeres les dieron espacio para entrar y ellas salir para darles un tiempo a solas.
Ya no estaban las burbujas, lo cual era algo bueno aunque si estaba ese ambiente depresivo, triste y hundido que hacia bajar los ánimos. Los dos se colocaron de un mismo lado observándole —¿A que te refieres con que "las cosas se pondrán feas»? –pregunto al fin Kita a Makoto.
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Un golpe tras otro, la mujer parecía estar endemoniada, con una fuerza sobre humana que lo traía como un pedazo de trapo hasta que se canso y lo dejo en el suelo quebrajado, mal herido y con sangre brotando por la mayor parte del cuerpo. Nunca había sido tratado de manera tan brutal ¿Moriría ahí? ¿Terminaría su vida de esa manera? ¿Qué sería de los demás?
—Sobreviviste –escucho un susurro apenas audible, agua cálida recorriendo el sensible rostro por las heridas y luego todo su cuerpo recuperar energía y vitalidad —tienes que seguir. Tu debes de protegernos, es la única manera —escucho apenas.
Cuando recobró de nuevo la consciencia, estaba en una adornada y lujosa habitación con una bandeja de comida en la mesa de noche, había muchas flores, la habitación de color crema con un suelo de madera.
Repisas con muchos libros, demasiados y una chimenea encendida.
—Te dije muy claramente que vendríamos los dos –Rosetta tenía el rímel corrido por las lágrimas —¿Acaso estás loco? –se abrazo al pecho de Makoto quien no entendía que estaba pasando.
Horas más tarde entendió que paso a ser uno de los posibles maridos de la reina por sobrevivir a tal salvajismo, lo cual lo dijeron de otra manera, ahora entendía la razón de que era "demasiado para un solo hombre".
—El hechizo original se rompe con un beso.
—El amor es la fuente más poderosa de magia, cariño.
—Pero aquí las reglas cambian –ya había leído un par de libros, y tenía aun otras más por leer.
—Aun así…
—Si las cosas cambian, lo mismo es con la solución –serio. La seriedad en sus ojos era abrumadora.
Un rato más tarde bajo, la música resonaba, las charlas animadas como si nada hubiera pasado, el murmurar de los cuadros y como cada vez todo era más largo y alto. Llego al sitio, la gente bailaba, degustaba los platillos o reían.
Vio entonces a ese chico que estaba en el suelo mal herido siendo succionado del brazo por Aoi, quien estaba tranquila satisfaciendo sus necesidades hasta que un golpe le hizo gruñir y ver hacía arriba.
Rosetta se cubrió la boca para no dejar salir un grito agudo de susto, el resto de la gente ahí presente no emitió sonido alguno, Tenma se apresuro en llegar al lugar —déjalo –ordeno con voz firme, retadora.
