Un pequeño niño se escabullía entre la neblina y la maleza que crecía en el interior de aquel lago, escuchando asustado los gritos de los aldeanos enojados. Percatándose de unos troncos huecos; apilados unos sobre otros, los rodeó y se escondió detrás de ellos.

Los aldeanos estaban cada vez más cerca. Oía con su corazón estrujado sus pasos, salpicándose en el agua helada, y lo que le harían si daban con él. Temblando, sollozó por lo bajo y cubrió su boca con sus manos, deseando para sus adentros que se fueran.

-¡Oigan! – preguntó uno de los hombres.

Al escucharlo, sintió como el alma se le bajaba a los pies y sus manos aumentaban inconscientemente la fuerza de su agarre, aplastando la parte inferior de su rostro.

-¡¿Qué es eso?! – cuestionó otro.

Reuniendo valor, se giró. Sus ojos se abrieron como platos al distinguir a una figura diferente a unos metros.

-¡Atrápenlo! – ordenó el líder del grupo.

Los dos hombres que habían hablado antes; aferrándose a las lanzas que sostenían sus manos, corrieron hacia la figura escondida en la neblina. De repente, esta se movió en la islita donde estaba parada, para golpear a sus atacantes con unas patadas.

Los presentes quedaron atónitos al encontrarse a una mujer de largo cabello negro; atado con un pañuelo alrededor de su cabeza, y extraños ojos dorados. Vestía ropas negras, llevando encima una gabardina roja de mangas cortas y unas inusuales sandalias en forma de botas.

-N-No es Shigeo... - balbuceó un aldeano.

-Pero su belleza es extraordinaria. – añadió el líder. - ¡Captúrenla!

Con cierta inseguridad, otros tres aldeanos se le abalanzaron con sus respectivas armas. HanaYasha sonrió. Y aprovechando que la neblina se había vuelto más espesa, se colocó su rosario de cuencas negras alrededor de su cuello, saltando hacia los hombres para tumbarlos con un puñetazo o una patada en sus caras.

-¡U-U-Un monstruo! – gritó el líder, girándose y corriendo despavorido junto con dos hombres que aún quedaban en pie.

En eso, fueron alcanzados por el chidori, quedando inconscientes en un conjunto de maleza.

-Por situaciones como esta, te advertí que no vinieras sola. – comentó Sasuke, teniendo a Kirara parada a sus espaldas, llevando la mochila de la peliplateada en su boca. - En la región del agua abundan las alimañas.

-Y yo te aseguré que si pasaba algo, podía defenderme por mi cuenta. – replicó la Hanyou con una sonrisa, revolviéndole sus cabellos azabache, antes de tomar su mochila y colgársela de sus hombros.

Acto seguido, le agradeció a la mononoke con cariñosas caricias en su cabeza, haciéndola cerrar los ojos y ronronear complacida. De repente, sus orejas de perro se movieron bajo el pañuelo, percibiendo unos pasos cercanos.

De la espesa neblina a su alrededor, apareció un pequeño niño Hanyou.

Su cabello y sus ojos eran plateados. Sus orejas largas y puntiagudas. En su cuello tenía una venda, cubriendo algo más que sus branquias. Vestía un kimono sencillo de color azul claro; atado con una cinta blanca, maltratado, con agujeros y rastros de tierra.

-¿Quién...?

Intentó cuestionar, pero su sharingan se activó de pronto, mostrándole con frenesí varios recuerdos que la obligaron a desfallecer, siendo atrapada oportunamente por los brazos de Sasuke, escuchando su voz en la oscuridad.

PPPPP

FFFFF

-El señor feudal está muerto. – declaró un hombre de ojos y largo cabello negro, peinado en una alta cola de caballo.

Sus ropas, su armadura y la hoja de su espada estaban llenas de sangre, manchando la arena de una playa.

-Hiciste un excelente trabajo. – dijo el tipo de la máscara anaranjada, dándole la espalda. - Cuando te hayas deshecho del engendro, envíame un mensaje con mis subordinadas. De esa manera, se encargarán de la madre y así, ya no tendrás que preocuparte de que el clan de las ningyo ataque tu preciada aldea.

-Espera. – pidió, notando a tiempo su intención de marcharse. - ¿Por qué tienes tanto interés en ellas?

El enmascarado se volvió hacia él con parsimonia, arrugando su ojo derecho carmesí por sonreír.

FFFFF

Abriendo los ojos de par en par, HanaYasha se inclinó hacia adelante, incorporándose del futon en el que se encontraba acostada y tomando una gran bocanada de aire.

Al verla, su alumno y una mujer de aspecto robusto y largo cabello negro se le acercaron. Respirando con más calma, volteó hacia arriba, de un lado a otro.

Se hallaban en el interior de una gran cabaña, con una acogedora fogata en el centro del espacio. Frente a ella, se encontraban sentados el niño que vio en el lago y Kirara, mirándola con curiosidad.

-¿Q-Qué pasó? – interrogó, llevándose su mano izquierda a su cabeza.

-Te desmayaste. – respondió el Uchiha, volteando su mirada hacia el niño. – Shigeo nos trajo aquí.

El aludido se levantó y la reverenció.

-Por favor, siga descansando. – pidió la mujer, recostándola de nuevo en el futon y poniéndole encima la cobija oscura con la que la cubrieron. – Ya casi está lista la sopa.

-Gracias... ¿Señora...?

-Mi nombre es Kuma. – se presentó, sonriendo y reverenciándola. - Soy la guardiana del señorito Shigeo, el verdadero señor feudal de estas tierras. – al dirigir su mirada al niño, sus ojos entristecieron. – Hace unos meses, el antiguo señor feudal, un hombre amable y bondadoso, fue asesinado por Tenshin, el general de su armada. Esa noche, mi señorito fue testigo de su crueldad y para silenciarlo... - cubrió su boca con una mano y sollozó. – le cortó la garganta. – las lágrimas descendieron de sus ojos. – No le importó que fuera un niño... porque es un Hanyou concebido por una ningyo.

Frunciendo el ceño, HanaYasha se arrastró fuera del futon y se levantó, sin importarle la preocupación del menor y las advertencias de Kuma.

Sasuke también se incorporó y salió, siguiendo las pisadas que dejaba en la arena de la playa, oscurecida por las nubes grises de la noche.

Al estar tan cerca del agua, la Hanyou se detuvo, respirando y dejando escapar de sus labios unas nubecillas de vaho. Únicamente vestía una blusa sin mangas y sus pantalones delgados, ambas prendas de color negro.

-¿Qué sucede? – preguntó el muchacho, parándose a su lado derecho y contemplando con curiosidad su perfil.

Inexpresivo, lleno de angustia.

-Ese bastardo estuvo aquí. – comentó, reflejando las pacificas olas del mar en sus pupilas doradas. – Shigeo lo vio. Parado en esta misma playa... con Tenshin, el sujeto que mencionó la señora Kuma.

-Viste sus recuerdos. – concluyó, llamando su atención. - Pero como todavía no controlas el sharingan, por eso te desmayaste.

-¿Te pasó lo mismo? – cuestionó, atónita.

-Varias veces. En el templo de Mushin. Había ocasiones en las que veía por accidente los recuerdos de Hachi y los de... - notando su mirada, hizo una pausa y negó con la cabeza. - Olvídalo, hay que regresar. – se giró sobre sus talones y empezó a caminar de vuelta a la cabaña.

HanaYasha lo siguió, deteniéndose y poniéndose en guardia al escuchar los susurros de una mujer. Sasuke volteó hacia ella, observándola por encima de su hombro derecho. Sin embargo, al ver que su mano sujetaba la empuñadura de colmillo sangriento; con la intención de sacarla, viró por completo y volvió a su lado.

-¿Escuchaste eso? – le preguntó su maestra, con la mirada fija en el agua.

En eso, un helado viento proveniente de su izquierda sopló ante ellos, consiguiendo que se abrazara a sí misma y agachara la mirada, temblando. El muchacho, al notarlo, se retiró su capa negra de sus hombros y se la colocó.

La peliplateada se sorprendió. Pero antes de que pudiera replicar, él la tomó de su mano izquierda, llevándola hacia la cabaña.

Unos segundos después, la cabeza de una mujer con rasgos de pez se asomó en el agua, parpadeando con curiosidad al ver como desaparecían tras la cortina de bambú. De repente, algo diferente captó su atención. Unas luces que provenían del bosque. Sumergiendo la cabeza, se marchó.

PPPPP

-¿Qué les pareció la sopa? – preguntó Kuma, volteando hacia los Shinobi.

-Está deliciosa. – aseguró HanaYasha, sonriendo agradecida.

A su izquierda, Sasuke asintió, bebiendo lo que quedaba de su plato hondo de cerámica, y a su lado, Shigeo sonrió, con las mejillas llenas de comida, moviendo la cabeza de arriba hacia abajo.

De pronto, las orejas de perro de la Hanyou la alertaron de los frenéticos disparos de varias flechas con fuego en las puntas.

Reaccionando, sacó cuatro kunai de su bolsa de herramientas; lanzándolos a las paredes, y realizó unos sellos con sus manos.

-¡Arte ninja! – exclamó, posicionando las palmas de sus manos en el piso de madera. - ¡Barrera de cuatro direcciones!

Los kunai; con los asideros cubiertos con pergaminos, envolvieron el interior de la cabaña en una brillante esfera de color azul claro, dejando anonadados a Kuma y a Shigeo; abrazándose.

-¡Ya sé que estás ahí, engendro! – bramó un hombre. - ¡Entrégate por las buenas o los mataremos a todos!

-¡¿Tú y quién más?! – exclamó HanaYasha, saliendo de la cabaña con un salto y sacando a colmillo sangriento de su funda. - ¡Cuchillas de sangre!

Moviendo el arma de un lado a otro, dirigió su ataque hacia los hombres con armaduras y arcos, provocando que se dispersaran y se agacharan en la arena por el pánico. Su líder, vistiendo una armadura carmesí, gruñó al ver aquello. Bajó de su caballo negro y sacó la espada que llevaba enfundada en su cintura.

-¡Si no te apartas de mi camino, serás la primera en morir!

Sentenció, corriendo hacia la joven, quien lo recibió con el filo negro de su katana, sorprendiéndose con sus rasgos. Era el mismo hombre que había acompañado al enmascarado.

Bufó y sonrió de lado, empujándolo y chocando sus espadas varias veces, sacando chispas que desaparecían en la arena, hasta que volvieron a permanecer juntos, mirándose.

-La perla. – escuchó HanaYasha de repente, dando un respingo. – La perla en su cuello le pertenece a Shigeo.

Bajando sus ojos dorados del ceño fruncido del hombre hacia su armadura, vislumbró en sus ropas una cadena.

-¿Qué llevas ahí? – cuestionó seriamente.

Su oponente no respondió. Usó su fuerza para empujarla y hacerla caer, teniendo la intención de clavarle su arma en su hombro izquierdo.

No obstante, antes de que consiguiera tocarla, sus ojos se volvieron carmesí de pronto, invocando en sus hombreras unas llamas negras que lo apartaron y lo hicieron gritar con agonía.

Nuevamente, el sharingan se activó sin su consentimiento, dándole un insoportable dolor en los ojos que la obligó a cerrarlos, cubriéndose con su brazo izquierdo.

-¡HanaYasha!

El grito de Sasuke la alertó, retirando su brazo y parpadeando con prisa para recuperar su visión. Teniendo que pasarse la manga de su camisa negra para quitarse la sangre, soltó un grito ahogado al encontrarse con el esqueleto de una inmensa criatura violeta, protegiéndola mientras enterraba con sus manos al hombre en la arena, dejando solo su cabeza libre.

El Uchiha se encontraba parado a unos metros, moviendo a la gran criatura hacia la orilla del mar. Los arqueros, al ver aquello a lo lejos, intentaron huir despavoridos hacia el bosque. Sin embargo, al ser alcanzados por las espeluznantes manos de varias ningyo, eran arrastrados hacia el agua, apagando las antorchas que sostenían algunos.

-¡Señorito...! – exclamó Kuma, consiguiendo que los Shinobi voltearan hacia Kirara y el niño, corriendo hacia la orilla del mar.

Una resplandeciente mujer de largo cabello plateado y rasgos delicados sonrió al ver al pequeño, agachándose para recibirlo en sus brazos.

Observando como lo levantaba, HanaYasha comprendió que era su voz la que escuchó durante su pelea con el hombre.

Limpiando los restos de sangre que quedaron en sus mejillas, enfundó a colmillo sangriento. Se levantó y caminó hacia el tipo con la armadura carmesí, maldiciendo a diestra y siniestra si no lo sacaban de la arena.

Permaneciendo inexpresiva, se agachó a su altura y le arrebató la cadena de su cuello, levantándola a la altura de su mirada para quedar fascinada con la perla que colgaba de ella.

Se incorporó. Fue con Shigeo y le extendió la joya, la cual, al tenerlo cerca, se introdujo a su garganta, haciéndolo tomar una bocanada de aire y toser.

-¿S-Señorito? – lo llamó Kuma, dando unos pasos hacia donde estaba.

Kirara maulló, subiéndose al hombro izquierdo de la joven. El menor se aclaró la garganta.

-¿Mejor? – lo cuestionó la mujer.

Él asintió.

-Gracias. – musitó con esfuerzo, volteando hacia HanaYasha y llevándose una mano a su garganta.

-¿Qué era esa perla? – interrogó la Hanyou.

-Se le conoce como perla kuchinashi. – explicó la mujer, parpadeando. – También es conocida como la joya de las ningyo. Cuando Shigeo nació, se la quité y se la di a su padre, el señor feudal de estas tierras, para que se viera más como un humano. – sus ojos se dirigieron con rencor hacia el hombre enterrado en la arena. – Con lo que no contaba, era con que fuera asesinado por ese canalla, quitándole su voz a mi pequeño.

-¿Ya lo sabía?

-Las ningyo podemos comunicarnos de formas diferentes además de la voz.

-Entonces no lo imaginé... - dijo atónita. – usted si me dio esos mensajes.

La mujer sonrió y asintió.

-Cuando vio como ese sujeto asesinó a su padre, Shigeo vino a mí y me comunicó lo sucedido por medio de sus pensamientos.

-¡Por eso fue testigo de su encuentro con el enmascarado! – pensó, tomando en cuenta que estaba escondido bajo el suelo de la cabaña, mientras ambos hablaban frente al embravecido mar de ese sangriento atardecer.

-¡MALDICIÓN! – exclamó el hombre, llamando la atención de los presentes. - ¡¿No saben que soy el gobernante de estas tierras?! ¡SAQUÉNME DE AQUÍ!

-Entonces tú eres Tenshin. – dijo Sasuke, desvaneciendo a la criatura violeta con un parpadeo y sacando a Kusanagi de su funda, poniendo su punta bajo la barbilla del sujeto. - Hablaste con un tipo con una máscara anaranjada en esta misma playa, ¿Cierto? ¿Qué era lo que buscaba?

-¡Si, estuvo aquí! – respondió enojado. - ¡A cambio de darle información sobre el clan de las ningyo, me ayudó a asesinar al señor feudal!

Madre e hijo se horrorizaron al escuchar aquello. Kuma palideció y HanaYasha frunció el ceño.

-¡¿P-Por qué?! – exclamó Shigeo, al borde de las lágrimas. - ¡Mi papá confiaba en usted! ¡¿Por qué lo mató?!

-¡Por involucrarse con fenómenos! – replicó el hombre. - ¡Y no conforme con eso, hizo posible el nacimiento de otro!

Moviéndose con estilo de rayo, la Hanyou llegó hasta él y lo abofeteó, rasgando su mejilla izquierda con sus garras, derramando hilos de sangre de tres franjas en su piel pálida.

-¿Qué clase de información le diste al enmascarado? – preguntó con frialdad, permaneciendo arrodillada a su altura e inquietándolo con su mirada.

-Q-Quería... - tragó saliva. - quería comprobar si era cierto que la carne de las ningyo concede la inmortalidad.

Los Shinobi se sorprendieron.

-Es verdad. – aclaró la madre de Shigeo, consiguiendo que todas las miradas se posaran en ella. - Pero, también es cierto que si lastimas a una ningyo, las demás la vengarán, trayendo caos y destrucción a los poblados humanos que estén cerca de nuestras aguas.

-M-Madre, espera. – pidió el niño, temblando asustado en sus brazos. - Es el hogar de papá...

-Katsumi-sama, escúchelo, por favor. – suplicó Kuma, arrodillándose en la arena. - La gente de la aldea no conoce la verdad. Si se las comunicamos, estoy segura que también condenaran a Tenshin por sus actos. Incluso podrían aceptar al señorito Shigeo como su nuevo señor feudal.

-Shigeo es un humano mitad ningyo. – replicó con severidad. - Y si en algo se han destacado los humanos ante mis ojos, es en destruir todo lo que les resulta desconocido o diferente. ¿Por qué debería confiar en ellos?

-Porque no tienen otra opción. – habló Sasuke, reflejando su silueta y la del chico en su sharingan. - A menos que quieran ver sus casas y negocios arrasados por el agua del mar, tendrán que aceptar a Shigeo.

-Pero eso no será suficiente. – prosiguió HanaYasha, levantándose. - La población quedará dividida. Y si entre ellos, surge un grupo extremista, organizarán un plan para asesinarlo. – giró por completo y caminó hacia madre e hijo. - No creo que debas sentirte obligado a seguir el camino de tu padre. – le comentó a Shigeo, sonriéndole. - Si lo deseas, puedes volver con tu madre. Y la señora Kuma podría marcharse a vivir a otra aldea.

-Si ese es el deseo de mi señorito, así lo haré. – asintió la mujer.

-¿Y qué sucederá con la aldea y sus habitantes? – cuestionó el menor, entristecido. - ¿Quién será su guía?

Al instante, las miradas de HanaYasha, Sasuke y Kirara se concentraron en el hombre de la armadura.

PPPPP

-Conseguir que Tenshin diga la verdad con ayuda del sharingan y hacer que la gente de la aldea escoja a su nuevo líder. – dijo HanaYasha, caminando sonriente entre los árboles iluminados con la luz de la luna. - Fue una gran idea. – puso sus manos detrás de su nuca y volteó hacia su alumno. - Estoy orgullosa de ti.

Sasuke se sonrojó y viró la mirada a su izquierda. La Hanyou le sacó la lengua, pidiéndole a Kirara que subiera a su hombro derecho. Mientras ambas se encaminaban hacia un sendero rodeado de raíces y nieve, el Uchiha se detuvo, cerrando los ojos para soportar el intenso dolor que le daban.

El tiempo se le estaba terminando.

Fin del capítulo.